Partida Rol por web

Las lágrimas de Ivhone se sucedían y entonces, en la niebla de sus ojos, descubrió de nuevo aquel rostro que hizo que todo pareciera cesar… El llanto, la tristeza, la soledad.

Se alzó y acaricio con cada una de sus manos aquel cuerpo, recordando su aroma, y su piel… sus dedos se escondían entre sus labios, hasta que junto boca con la de aquel chico otra vez. Frente a Ivhone estaba Ithan, y entre el suave sabor de sus besos, supo que no había nada que temer.

Pero entonces… aquel sabor etéreo se fundió con el amargo recuerdo de la hiel. Toco sus labios con la yemas de sus dedos, e Ivhone encontró un vomito de sangre que empezó a inundarla sin querer. Alzó la mirada y encontró la causa y el porqué.

Frente a ella, estaba Yormund, cuyos labios también estaban inundados en sangre, esbozando una sonrisa mientras su puño se hundía con fiereza en las entrañas de Ivhone.

Con paso torpe empezó a alejarse de él mientras sentía como sus garras se deslizaban por aquella herida, de nuevo traicionada, por sus ojos, por un hombre, y de nuevo un amargo sabor.

Las lágrimas volvieron a su rostro mientras Gabriel y Marceline se abalanzaban sobre ella. Mientras la mujer alada hundía sus uñas en su rostro y descarnaba su piel, el hombre del tiempo atenazaba las piernas de Ivhone con la punta de su arpón.

Chasquidos de hueso y gritos de furor, pero Ivhone parecía estar en trance hundida de nuevo por amor.

Sus manos ofrecían su cuerpo sin condición, mientras su mirada virada hacía el horizonte no dejaba de llorar.

Eko sonrió ante aquellas lágrimas y acercándose poco a poco apunto sobre la frente de la mujer de seis brazos, mientras sus dos agresores se alejaban sin más. Fueron décimas de segundo lo que hicieron de aquel tiro un error, pues antes de que su dedo terminara de apretar el gatillo, las manos centrales de Ivhone desprendieron un hilo de seda con fulgor, el cual se aferro a los dedos de Eko, y lo obligaron a error, mientras ella lo miraba con ojos aún inundados en el ayer.

La bala explotó cercana a su cabeza, y al estallar la metralla su fundió con el lado derecho de Ivhone. Los ojos de aquella mujer empezaron a recobrar la conciencia como ahora presente de su situación, y empezó a apretar los dientes pero la afrenta no duro ni un minuto, pues Zyllah se encargó de acallar aquella situación.

Con el filo de su arma unido como una espada se acerco al cuerpo mutilado de Ivhone, alzó por la cabellera a su víctima y con un movimiento raudo y despiadado, dejó la garganta de Ivhone rota en dos, terminando en un brusco movimiento que rompió la piel…

La vida de Ivhone se desvanecía entre un cuerpo que aunque sin vida, se estremecía en un frio estertor, como un suspiro de aquellas lágrimas que ni la muerte pudo contener.

Y sobre aquel frio cuerpo se alzó de nuevo aquella herida, para dejar aquel difunto cadáver tatuado a fuego otra vez.

La expectación fue aumentando en mi interior hasta que sentí con total claridad que el momento había llegado. Dejé al pajarito con cuidado en el suelo y me levanté con un movimiento ágil, como un resorte, desenfundando a Irad con un ligero giro de la muñeca. 

La sensación ya conocida de satisfacción al sentir su empuñadura en mi mano, unidos por algo más allá de lo físico, sintiendo su latir acompasado al de mi sangre, me provocó una sonrisa de medio lado. Mis ojos buscaron a Ivhone con decisión y caminé despacio hacia ella, dejando que los demás se desquitaran antes. No tenía prisa, pero esta vez me aseguraría de ser todo lo letal que fuera necesario.

Cuando la bala de Eko estalló junto al rostro de la joven, avancé hacia su espalda y sujeté sus cabellos, impidiendo que cayera al suelo. Mis ojos se posaron en el cañón humeante de Vatra durante un instante que no duró más que un suspiro, antes de moverse hasta los de Eko, de frente a mí. Inspiré, e Irad se movió tan rápido como certero, desgarrando en un sólo movimiento la garganta de Ivhone. La dejé caer entonces, mientras le mantenía la mirada a Eko, con los ojos brillantes y la adrenalina todavía galopando por mis venas. 

Sacudí a Irad mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios al ver que la mujer araña no se levantaría de nuevo y empecé a alejarme en silencio hacia el lugar donde había estado sentada hasta hacía unos minutos. Allí me senté otra vez, dispuesta a limpiar a Irad con cuidado, como hacía tras cada combate.

Conforme el momento del atardecer se acercaba Eko estaba cada vez más ansioso. Su mano cerca del arma, acariciando en ocasiones con la yema de los dedos la culata, y la mirada fija en todos los presentes. Estaba seguro de que recibiría más votos que el de Liam. Ahora sólo faltaba saber cuáles.

Al llegar el momento sus ojos centelleaban. Buscó a Zyllah con una mirada cómplice, mientras Yormund comenzaba la danza en la que la mujer araña caería. Sin embargo, en cuanto el combate comenzó, Eko sólo sintió decepción. Ella prácticamente no presentó batalla, y cuando lo hizo fue para hacerle errar su tiro. Hizo explotar la bala con furia, consiguiendo una explosión cargada de odio y rencor, como si cada trozo de metralla fuese una palabra clavándose en la piel de la cara de ella. No era capaz de dejar de lamentarse y dar un poco de guerra ni muriéndose.

Cuando delante de él Zyllah acabó con la vida de la chica, degollándola de esa manera, le dedicó una media sonrisa entre cómplice y desafiante, y sostuvo su mirada durante varios segundos de manera intensa. Finalmente, cuando ella dejó caer a Ivhone Eko siguió su recorrido con los ojos, observando cómo su cabeza golpeaba con el suelo. Sin decir nada extendió una vez más el brazo y, dejó que Vatra descargase parte de su furia en un sonoro disparo, atravesando una vez más el cráneo de la mujer araña. Si ella no había tenido la decencia de pelear, él no tendría la de respetar su cadáver.

Finalmente se separó de ella, enfundando de nuevo el arma aún humeante, y se dirigió a un lugar apartado de la sala.

- Te lo dije. - Anunció entonces, sin mirar a nadie en concreto, pero dirigiéndose a Liam. - Tu voto no cambiaba nada. Pero que lo anunciases sí. Me has dado mucha información. - Dijo en tono neutro y grave.

La traición. Las ganas de venganza pospuestas durante demasiados días. Sus garras desprendían cólera e odio cuando destripaban el rostro de Ivhone. No quería volver a verlo. Al menos, aquí en su lado. Una cosa era quedar como una idiota por sus propias acciones. Otras por confiar en alguien que no lo había merecido.

Una vez limpiada la sangre de la araña, miró a Eko Letang.

Sé que sabes mejor que yo lo que tienes que hacer. Bueno, tampoco es que sea muy difícil, en eso creo que me gana prácticamente todos los presentes. Y que la sutileza es algo que si algún día aprendí, aquí olvidé con mi constante bocaza. Aún así, ahora que Zagam está en el otro lado, no puedo evitar la tentación de pedir saber. No de forma explícita, porque a saber que sorpresas aún nos depara el otro lado. Que aún está Vanna acechando, por ejemplo. Algo sutil, o encriptado, que sólo podamos saber los que podamos estar comunicados con el otro lado. O simplemente, una promesa de las tuyas que tanto me gustan. - dijo encogiéndose de hombros con una ligera sonrisa. - Hagas lo que hagas, salvo que me pidas que diga algo más, callaré hasta el próximo amanecer. Creo que más de uno eso lo agradecerá...

- Está bien, Marceline. - Respondió Eko con voz seria, mirándola a los ojos. - Ya que no entiendes de sutilezas te lo diré aquí claramente. De todas formas dará igual que me escuchen.

- Ya he tomado mi decisión sobre esta noche. - Comenzó. - Y como ya hemos visto todos lo que han sido las votaciones, he tomado el poder de Alice. Con él, lo más probable es que me proteja a mí mismo. - Explicó, antes de dirigir su mirada durante un instante a Zyllah. - Aunque es algo que aún estoy valorando, no soy mi única opción.

- En cualquier caso, si mis cuentas son correctas es posible que seas uno de sus posibles blancos esta noche. -Continuó despacio, antes de tomar aire, preparándose para lanzar la bomba. - Debes saber que existe la posibilidad de que vuelvas a la vida si eso sucede. Tras las votaciones alguien podría traerte, pero perderías tu poder. De ahí que esa persona no lo haya usado con Megan o con cualquier otro.

- De modo que este es el plan: Que te ataquen es sólo una posibilidad. Pero si lo hicieran deberás arrastrar a Liam contigo de inmediato, y hacer que Ira sea tu sucesora. Si lo hacemos así mañana a esta hora todo habrá terminado. - Concluyó confiado. - Te doy mi palabra.

Era la opción más sensata, dado que aún hay alguien que puede matar esta noche. Y ya que me lo has pedido, lo haré. Aunque no me gusta la combinación, si te soy realmente sincera. - su mirada se desvió hacia Ira, pero tras un instante donde sus ojos centellearon desprecio y venganza, los apartó para devolverle toda su atención en Eko - Y por el mismo motivo, es por lo que temo que Ira vaya a por mi esta noche. Por si, con Liam muerto y ella convertida temporalmente en la nueva medium, que esto terminase... sin más votaciones. A fin de cuentas, riesgo por riesgo, esa jugada es más segura para ella que arriesgarse a comprobar si me da mañana la vena suicida en las votaciones, y que la situación sea la misma, pero con el riesgo que alguien pudiera usar un poder nocturno contra ella, ya que no dudo que sería como la otra vez, cuando no terminó cuando acusaron a Eva sino la siguiente mañana. Así pues, mi muerte es probablemente inevitable. - Marceline lanzó un triste suspiro - Y aunque agradezco que me pudieran devolver a la vida si eso ocurriese, no es la "promesa" que quiero oír de ti o el resto de protectores del sello. Lo que quiero oír, es que aunque yo muera, Ira no sobrevivirá. Por una vez, hacedme quedar bien - dijo con media sonrisa, mientras le caía una lágrima por la otra mejilla. 

Desde mi posición terminé de limpiar a Irad y lo enfundé con un movimiento tan rápido como el que había realizado al desenfundarlo. Después le hice un gesto al pajarito por si quería subirse a mi regazo como la noche anterior y escuché la conversación entre Eko y Marceline. 

Asentí en silencio, en dirección al primero cuando me miró, y después sencillamente me dediqué a observarlos a todos. Estaban muy silenciosos. Demasiado. Eso no me daba buena espina. Había dos opciones, o habían asumido que estaba ya todo vendido, o se estaba tramando algo en silencio. Mi mirada se posó en cada uno de ellos, uno a uno, analizando sus rostros y actitudes. Detalles. Era importante recoger detalles, la suma de estos era lo que terminaba dándonos las certezas. Puede que mi madre no hubiera conseguido transmitirme su gusto por el ajedrez, pero al menos había logrado darme el pensamiento analítico que iba unido a éste.

Miré a Marceline con curiosidad. Sus cambios de humor repentinos me llamaban la atención. Era capaz de soltar una frase que revelase una insensibilidad total, y luego llorar delante de todos. Sin embargo, parecía innegable que estaba dispuesta a colaborar. La miré antes de hablar con voz suave, dirigiéndome a ella con el mejor tono con el que lo había hecho probablemente desde que llegamos al lugar. - No lo hará. Puedes contar con ello. - Dije sencillamente en respuesta a sus palabras. Hice una pausa antes de añadir algo más, a regañadientes. - Lamento haberte llamado cobarde.

Cuando la respuesta de Marceline llegó a sus oídos, Eko asintió con una cierta solemnidad. - Ira morirá. - Aseguró, aseverando las palabras de Zyllah. Luego se acercó un poco a la mujer, mirándola a los ojos. - Has estado errada en la mayoría de tus afirmaciones. - Enunció en tono neutro, antes de adoptar uno más cercano. - Pero tus intenciones y las de tu hermano no han podido ser mejores. Salgáis de aquí o no, me aseguraré de que mi padre sepa que no se equivocó al tratarle como un inocente.

Mientras tanto Áine aleteaba en el suelo, tanteando su propio estado. Echaba de menos alzar el vuelo. Ligeramente decepcionado por el resultado hizo el pequeño trecho que lo separaba de Zyllah a saltitos, buscando al llegar su mano.

Las hojas del arma estaban pegando aún contra el cuello de Liam, Ira no hizo amago de apartarla en ningún momento, ni siquiera cuando el combate empezó. Dominante subió el filo hasta la garganta, apretándola, amenazando de que si se movía iría a más. De ese modo solo le obligó a observar el combate desde su posición, pero cuando este terminó, Ira pasó el filo lentamente por su garganta sin hacer más que un  fino rasguño.- Esto por lo de anoche..

La mujer se apartó de él de manera lenta, dándole la espalda. Caminando hasta la pared más cercana donde se apoyó, su mirada no fue hacia Liam, ni tampoco hacia Gabriel. Lentamente bajó hasta quedar sentada sobre el frío suelo, flexionando una de las piernas dejó la Segadora descansar, mientras la limpiaba en completo silencio. De fondo podía escuchar las distintas conversaciones, incluso se permitió sonreír de medio lado cuando la pipiola la mencionó. Llevó su mirada a ella primero, haciendo un gesto con la cabeza y después miró a Zyllah, como también a Eko. "Morir... Si creen asustarme, se equivocan." Vuelve a bajar la mirada hacia el arma, continuando con sus suaves movimientos para quitar cualquier resto de sangre.

No me interesaba lo más mínimo lo que ocurría en mi alrededor, por esa razón no me pronuncié a nada de lo que decían. NI tampoco mi sonrisa burlona se borraba independientemente de que cabía la posibilidad de que mi cabeza se separaba del cuerpo. Lo único que podía hacer era esperar y esperar ver como van sucediendo las cosas.

Lejos de asustarme mi sangre corría con más fuerza que antes. Y dicho y hecho parecía que iba a ser así, un corte no muy profundo es creado en mi garganta, un ligera herida que la sangre se apresuró en cubrir.

- Wir lassen Sie gewinnen, sind wir nun in Frieden* - Dije en tono burlesco a la pelirroja. Si creía que me había intimidado iba lista. Poco después se alejó sin decir nada más que esa frase. - ¿Ya te has cansado de jugar conmigo?

La calma reinaba el lugar, tenía toda la pinta de ser una "noche" la mar de tranquila al contrario que muchas. Pero era consciente que al abrir los ojos todo lo que pasaba detrás se haría visible. 

- Si vais arrastrarme a la muerte mejor para mí, prefiero eso antes que convertirme en un loco que habla con los muertos. Sería peor el remedio que la enfermedad. - Al terminar de decir estas palabras que no iban dirigidas a nadie en particular una mueca provocativa se dibujó en mis rostro.

Yo también preferí alejarme de todos, ya cada vez era menos y el juego parecía que llegaba a su fin. Apoyé mi espalda en una pared perdido sumido en mis pensamientos. No vi ninguna necesidad de relacionarme con nadie en este momento, y seguro que los "demás" lo agradecerán ya que mi presencia no era del agrado de casi nadie.

Observé en silencio la caida de Ivhone desde mi rincón de costumbre, no pude evitar sentir cierta lástima por ella, volver para morir de nuevo tan rápido. En realidad estaba enfadada por haberme quedado sola votando a Liam, una vez más que se libraba. -V sleduyushchiy raz ne tak povezlo*- murmuré bajito en ruso. Toda la simpatía que había tenido hacia él se había convertido en aversión. Ahora por fin tenía razón cuando decía que nadie le apreciaba, por lo visto ya ni Ira quería jugar con él, una risilla salio de mis labios al ver que la pelirroja se alejaba, seguro que Gabriel estaría satisfecho, a mi sólo me resultaba divertido. Escuché los planes de Eko con Marceline y traté de hacer mis propias cábalas, pronto acabaría todo y podría volver a mi vida.

Mientras vuestras palabras resonaban en aquel lugar cada vez más vació una niebla se alza en el lugar, cubriendo una parte aislada.

Esa niebla cubre el cuerpo Andrew, junto su escudo, caído entre los demás… Poco a poco el aire despejo el lugar, y antes de aquel cuerpo, un fiero animal, gruñía, mirándoos fijamente como pidiendo una explicación.

Aquel animal era majestuoso, un gran león, pero parte de su piel era pura roca, que movía con soltura al igual que el pelaje que al otro lado descansaba con elegancia.

Una mirada de aquel regio animal hacia atrás y allí estaba Andrew, cualquiera hubiera vuelto con un gesto de alegría en su rostro, pero él no….

Su mano se apoyaba en su pecho, buscando algo que faltaba, algo que ya le era cercano y que incluso echaba de menos. Ya no estaba Azhariel… había vuelto el solo, con un nuevo don, pero solo…

Tanto tiempo unidos, ahora sentía como si faltara una parte fundamental de él… Pero debía continuar, dio unos pasos hacia delante y acarició a su animal, mientras con la mirada perdida, bosquejaba un adiós… a aquel que un día conoció.

Extendí la mano hacia el pajarito cuando llegó hasta mí y lo dejé después en mi regazo, para acariciar sus plumas despacio mientras contemplaba lo que parecía ser el final del espectáculo de Ira y Liam. Al menos por ahora. 

El movimiento de las nieblas llamó mi atención entonces y dirigí mi mirada al lugar donde el cuerpo de Andrew descansaba desde hacía varios días. Cuando el semipétreo león alzó la cabeza, mis labios se entreabrieron por el asombro. Unos instantes después era Andrew el que se levantaba y lo miré a él, antes de volver a mirar el león una vez más. Finalmente, mi vista se dirigió hacia Alexia mientras una pequeña sonrisa se esbozaba en mis labios y me preguntaba cómo se tomaría la joven la vuelta de Andrew.

- Parece que al final no te necesitarán. - Dije hacia Marceline, alzando las cejas con una sonrisa, antes de centrar de nuevo mi atención en Andrew.

Arrugué el ceño, ligeramente preocupada al analizar al joven. Parecía diferente, como si algo le faltase... Cuando lo vi realizar un ademán, como un gesto de despedida, creí comprender lo que había perdido. Sí, el brillo de sus ojos era diferente. ¿Era posible que Azhariel ya no residiera en él? Mis ojos grises se posaron en él y carraspeé, antes de hablar. - Bienvenido, Andrew. Me alegro de tenerte de nuevo entre nosotros... ¿Te encuentras bien? - Pregunté, esperando que fuese él quien confirmara mis sospechas si lo deseaba.

Cuando una vez más la niebla comenzó a formarse Eko buscó con la mirada el lugar donde se arremolinaría. Al ver cómo empezaba a disiparse, dejando lugar a un animal tan imponente el rostro de Eko dibujó una sonrisa con un tinte de admiración. Sin embargo, en cuanto el chico se puso en pie esta fue desapareciendo poco a poco.

- Bienvenido, Andrew. - Le dijo en un tono tranquilo, antes de dirigirse a Marceline.

- ¿Qué hay de Azhariel? ¿Ha desaparecido también, o se ha quedado con vosotros? - Preguntó con un ligero tinte de preocupación, sin saber si el hombre habría vuelto a su propio cuerpo, donde quiera que estuviera.

La vuelta de Andrew fue más fría de lo que había esperado. Había ganado un león y poder.... Pero había perdido un amigo. Ya no podía sentir a Azhariel dentro de él y aquello le entristeció más de lo que podría haber imaginado. Todo ese tiempo había seguido sus consejos y nunca se había sentido demasiado perdido con todo lo que sucedía a su alrededor y a él... Pero ahora estaba solo y su amigo había quedado en un lugar del que tal vez nunca saldría.

Dio un paso y se acercó a Mush, su gran león de piedra. Sin ningún miedo colocó una mano sobre su cabeza y lo acarició con cierta fuerza para que aquella gran bestia sintiera la caricia. El tacto era extraño. La dura piedra contrastaba con el salvaje pelaje del animal. El contacto con Mush le reconfortó algo y pudo apartar los peores temores de su cabeza.

-Gracias. Dijo Andrew, en un tono que distaba mucho de su habitual sonrisa. Azhariel no ha vuelto. Se limitó a decir.

Levantó la mirada y pasó la mirada por toda la estancia hasta encontrar a Alexia. La sonrisa que hacía tiempo no esbozaba apareció en su rostro. Dio un paso hacia ella. Me alegro de verte, Alexia. Creía que si volvía a verte sería en el otro lado, pero algo cambió y pude volver. No sé si te sigue interesando, pero mi invitación sigue en pie. Nada ha cambiado. Es posible que hayas visto lo que escondo en mi interior, y puede que no lo apruebes, pero ya sabes que puedo elegir y ya elegí mi destino aquella noche, justo antes de que alguien acabara conmigo.

Andrew alzó un brazo y le tendió la mano a la chica, esperando su respuesta.

El tiempo pasaba cada vez más lento, los minutos parecían horas, continué mirando a un punto fijo en la pared cuando un movimiento me alertó. Algo pasaba en torno al cuerpo de Andrew, pasé la vista por el resto de los presentes buscando una explicación, la respuesta me llegó en seguida cuando el cuerpo volvió a la vida. Me incorporé de un salto con sentimientos enfrentados, entre nerviosa y emocionada pensado si volvería como había sido. Me adelanté unos pasos, pero no me atreví a acercarme demasiado al ver el enorme león que se alzaba a su lado, junto a mí Saskia me empujaba para que avanzara.

Observé en silencio como Eko le daba la bienvenida y la sonrisa triste de Andrew al reconocer que Azhariel ya no estaba, sentí pena por él pero desapareció cuando se dirigió a mí. Su sonrisa era sincera pero sus palabras estaban cargadas de duda, el nudo que tenía en la garganta me impedía hablar y la sorpresa me había embotado la mente, por lo que no podía pensar con claridad. ¿Por qué me hablaba así? ¿Por qué se mantenía a distancia? Una voz en mi cabeza respondió a la pregunta… sabe lo que tú sabes. Miré la mano alzada hacia mí y negué rechazándola para a continuación saltar hacia él y colgarme de su cuello.- Me alegro de que estés de vuelta, te he echado mucho de menos.- susurré en su oído embargada por la emoción.

Marceline observó como Andrew regresó, y una gran sonrisa apareció en su rostro.

Me alegra mucho que hayas vuelto Andrew, y más que os habéis re-encontrado tu y Alexia en el lado correcto para hacerlo. - tras ello miró a Eko, y tras escuchar la respuesta de Andrew sobre Azhariel, se limitó ella a encogerse de hombros - Desconocemos el paradero ahora de Azhariel. Mi hermano le gustaría pensar que se ha ido donde han ido Nil, Tetsuo y compañía a patearles el trasero, por dejarnos de tal modo.
 

Sonreí al ver la reacción de Alexia cuando se lanzó al cuello de Andrew y dediqué una breve mirada a Liam, esperando ver su reacción a la bienvenida que había recibido el joven, mientras escuchaba las palabras de Marceline.

- Quizá Azhariel ha encontrado el camino hacia su propio cuerpo de nuevo al liberarse Andrew... - Intervine, esperando que fuese así. No me gustaba la idea de Marceline que implicaba que el amigo de mi madre se hubiera perdido para siempre. - O quizá ha encontrado el camino para reunirse con Valfar de una vez, allí donde esté. - Me encogí de hombros, acariciando suavemente al pajarito, prefería valorar cualquiera de esas dos opciones. 

Ajeno a la vuelta de Andrew, lo cuál parecía engatusar a más de uno en el lugar, observó y dijo finalmente mirando directamente a las pequeñas sádicas: Están demasiado calladas, como si todo fuera a su favor...

Espero que vuestros pasos, no nos lleven hasta su final... Sin más se calló, sin dejar de mirarlas ni un segundo.