Partida Rol por web

Nói estaba dividido, su animal observaba a la niña, con el gorro hundido mientras él, miraba el cuerpo de su amada, fría, quieta, destrozada, sin nada que poder hacer por ella. Y permaneció así hasta que la voz de Olenna y su olor llenaron sus sentidos.

-Eso ya no importa, él ahora esta muerto.-Contesto a la mujer.-Y no creo que haya sido cosa de quienes desean las puertas abiertas, a quienes creo que llamáis semillas.-Dicho esto, dio un paso hacia delante, para alejarse ligeramente de la niña y poder preguntar al resto.

-Si no he entendido mal, el hombre del desierto era una semilla, ¿Pero ahora lo es Fiona?-Miro a ambos un tanto interesado mas por el hombre que la mujer.-Y que sucede entonces con Dreide, también hablasteis de ella en la noche, pero no llegue a entender el porque.-Pregunto curioso.-¿podríais aclararle las cosas a los recién llegados?-El simplemente cerro los ojos y su compañero torcio el morro en busca del hombre negro.

-Olenna, puedo comunicarme con mis ratas y ordenarlas lo que desee, pero mucho me temo que no siempre me traen la información que quiero saber ya que intuyo que posiblemente alguno de los presentes pueda modificar dicha información-respondí a la pregunta de la chica-Supongo que algún Melknhar es capaz de hacerlo. Quién sabe, quizás sea posible que un Eve también lo consiga-finalicé de contestar a Olenna.

Fije mi vista en los asistentes, observándolos detenidamente. Me había perdido casi toda la reunión y no tenía ninguna pista de quién podía ser culpable de los actos cometidos, así que me aparte un poco y decidí estar atento a cada una de las palabras que allí se pronunciaba.

Un rato en silencio analizando los susurros que Oldland me entrega para no olvidar detalle, entonces en conjunto a las palabras de Nói decido preguntar.

-Olenna, dime, el secreto tiene relación con ella...- apunto a Katalina.

Luego observo a Fiona y le escudriño con la vista buscando comprender sus absurdas palabras, seguramente la edad le hacia quedar sorda, cuando Olenna le explica, aplaudo, continuo acariciando el cabello de Nimay.

-Dime Fiona...¿cual de todas estas heridas fue causada por ti?...debo reconocer que los diálogos que se debatieron antes de dormir respecto a la culpabilidad de Deidre, pueden aguardar un poco mas, si es quien protege a los asesinos, no debería significar un riesgo directo, pero tu y Dyehuty, si, con tus palabras me otorgas muchas dudas que no son a tu favor y creo que si eres parte de los asesinos-

El regreso de Sarghagas no me alegra del todo pero sus palabras me dejan en silencio, si es capaz de reconocer eso, por ahora no deberia ser un riesgo, asi que tras una mirada le ignoro.

-Deberíamos hacer un recuento...confió en Olenna y Nói...desconfió de Dyehuty, Fiona, Raffariel, Vyka y Sylvia...no se nada de Oliver, Bethanny y Nora, me causa curiosidad Yaiza y Sarghagas, y le doy un voto de confianza a Deidre solo por empatía-

Vuelvo a mirar a Olenna... -¿dime, te han llevado con ellas?-

Tras haber dado su mensaje a la niña Olenna permanece varios segundos callada, simplemente observando. Cuando los demás callan ella lleva sus ojos a las luces y luego a la linde. Aún no es el momento de reconocerla una vez más, pero llegará pronto. Es entonces cuando el negro vuelve a dirigirse a ella y la Grovehn lo mira durante unos segundos, escrutando en sus ojos como su estos pudieran revelarle más que sus palabras.

—Tengo luces —reconoce con una sonrisa, como si fuera algún tipo de juego de palabras—. Pero si las digo ahora nos dividiremos si no digo mis motivos. Y si los digo, ellos se unirán —expresa mirándole a los ojos—. Yo sé para quién es este atardecer el palo, —hace un gesto hacia el árabe— pero decido por mí. Los demás: cada uno, cada uno. —Entonces mira a Sylvia con un gesto menos hosco del que emplearía con los demás, pero sigue explicando al negro—. Sylvia confía. Eso está bien. Así, si el árabe es semilla, no matará a las dos pronto.

Entonces le mira durante un par de segundos más, esperando que él haya entendido todo lo que ella ha dicho. Luego da un paso al frente para hablar a Sylvia con cierta complicidad.

—Si dice algo importante que no haya dicho ya —enuncia antes de mirar al árabe— le doy galleta.

Acto seguido la mujer comienza a caminar, ahora sí, en dirección a la linde. De camino escucha al viejo, pero le dedica sólo una mirada y siguen andando mientras le responde.

—El secreto importa —asegura—. Él está defendiendo gente de la que aquí hay duda. Si es semilla significa mucho. —Hace entonces una pausa. Quizá el hombre tras su vuelta estaba demasiado desubicado y no se había enterado de demasiado—. La que grita dijo ayer que la del lobo es semilla. Que protege semillas al atardecer, y lo ha descubierto en un sitio de sus cabezas. La del lobo dice que no. Del árabe o de la mujer de fuego no sabemos seguro. —Le mira entonces—. Cada uno, cada uno.

No deja de caminar tampoco al escuchar la respuesta del hombre alimaña. Sin embargo algo en su expresión cambia, como si estuviera dando vueltas a lo que dice.

—Eso es problema —asegura mientras sigue pensando—. Si es verdad, es problema.

Finalmente al llegar a esa barrera invisible detiene sus pasos. Desde allí antes de comenzar a hacer su ronda mira a la cría, que ya parece estar más preparada para reaccionar a lo que la rodea.

—Tiene con ella —dice respondiendo a su pregunta. Luego echa a andar, escuchando las siguientes palabras de la cría. —Yaiza no es semilla —añade mientras camina—. Delató al de las cartas aquí —prosigue mientras anda sin mirar a la cría, señalándose su sien— antes de que confesara. —Entonces añade algo más—. Hizo que confesara. Yaiza confía en la de la cara pintada, dice que sabe que es inocente. Para mí vale.

Después de eso continúa haciendo repaso de los presentes. Ahora dirige mientras anda su mirada  todos, uno a uno, muertos incluidos, pero no dice nada más. Parece que tenga algo que callar sobre cada uno: de unos por no destapar demasiado y de otros, como Sylvia, por protegerlos.

—No me han llevado —asegura antes de devolver la pregunta, aunque la respuesta es evidente— ¿A ti? —luego añade una más—. ¿Mejor así?

Con serenidad, escucho el canto triste de la niña, que se acerca. Espero con calma, sin prisa, escuchando cada palabra.

Cuando ya he terminado con el cuerpo del compañero del elefante me acerco donde debaten, con cierta curiosidad. Asiento lentamente, tomando el turno para hablar, y comienzo por la compañera de la serpiente y por la versión fémina de Thor.

Sólo tuve una noche, así que pude ver poco en la pesadilla. Y ya lo he dicho, aunque haya provocado la desconfianza de la mujer del bastón: Estaban la compañera del búho y Gámbito, el chico de las cartas. Hablaban de matar a la niña. O a la arquera. La compañera del búho dijo que habían dos aliados que no estaban presentes: la compañera de la serpiente y la mujer de ébano. También dijo que la muerte de la niña lo cambiaría todo. Creo que era inteligente y que mentía, por si, como ha pasado, la muerte de la niña me liberaba de la pesadilla y de la historia de un Júpiter sin truenos.

Miro a la compañera del lobo, directamente.

Yo no defiendo a nadie: sigo mis instintos.

Niego lentamente con la cabeza. Luego mi mirada se dirige hacia la niña y hacia la mujer del bastón, evaluando si merece, o no, la pena decir algo.

Parece, como dice el portador de la peste, que alguien interfiere con nuestras habilidades. Si nadie interfiere con las mías: sobreviviré. Y perderéis una oportunidad demasiado valiosa... viendo lo visto, no creo que el tiempo sea algo que sobre.

Percibo la cercanía de Sylvia sintiendo algo de empatía entre nosotras,  probablemente sin conocernos estábamos destinados a la soledad junto a nuestro compañero animal pero no por ello,  negabamos el derecho a estos momentos compartidos.  Sus palabras estaban impregnadas de comprensión y sin saber lo que me sucedía era capaz de entenderlo fácilmente.

Ahora centrando la mirada en sus ojos, le dedico una sonrisa cargada de gratitud y en parte tenía su cuota de confianza. 

- Lo sé... Es en parte nuestro destino pero tu no debes renunciar,  resiste Sylvia. - respondo luego de dar un suspiro ahogado. Encontrarse con un trágico pasado es doloroso,  incluso cruel pero sentir que alguien ha pasado por lo mismo o simplemente te comprende sin dar demasiadas explicaciones, es gratificante. 

Una vez que ella se retira,  las conversaciones continuaban fluyendo como el agua de un río,  a borbotones y de forma turbulenta. Al margen de la sensación que me genera,  permanezco ajena a todo salvo cuando Theora habla de mi.  Le dedico una sonrisa, adoraba a la niña desde el primer día que la vi y mantendría mi promesa de protegerla sin importar lo que suceda en medio. 

Sin embargo,  era un poco incómodo que hablen de tí como si no estuvieras pero lo dejé pasar. Para algunos continuaba en la mira,  incluso cuando el árabe me observa le devuelvo la mirada para luego abrazar a mi lobo negando la posibilidad de intervenir. 

El silencio era sabio, confiaba en mi intuición y seguiría atando cabos mientras las conversaciones se gestaban. 

Fiona escuchó las explicaciones de Olenna mirándola de reojo, debía de reconocer que no había estado fina pero al menos si que pareció cuadrarle varias cosas. Entonces Theora decidió volver a acusarla... luego la vieja chocha era ella, estos jóvenes.

- No he causado ninguna herida cariño... no es mi estilo. Te has empeñado en acusarme directamente y no sabes el error que estás cometiendo, eso me pasa por no ser una abuelita adorable... a no, no ha sido por eso... se me ocurrió tratar de serlo- Fiona sonrió para sí, se la traía al viento todo... entonces convocó una llama en la palma de su mano, dicha llama se mantenía sobre ella sin llegar a rozar su piel danzando de manera casi hipnótica- las llamas suelen mostrar cosas si sabes prestarle atención... tus pasos te han conducido a la ciudad maldita que todos hemos tratado de evitar... no te daba miedo porque considerabas que era un buen escenario de juegos para tu chucho y tu... hay alguien que debe estar buscándote... tu papi y tu mami... eso es lo que esperas... por eso estás tratando de establecer vínculos con ese don especial tuyo que tienes... es posible que puedan mostrarme más cosas... si tengo el tiempo necesario... aunque de momento te vas a quedar con las dudas- cerró la mano extinguiendo la llama- lo siento- se encogió de hombros

La mañana llegó y lo último que Vyka recordaba era tomar la mano de Smel antes que el sopor se apoderara de su cuerpo. El nuevo día llegó y se vio salva, más no sintió la cálida mano de Smel sobre la suya, ni los rugidos característicos del cocodrilo, así que se asustó. Se levantó con velocidad y entonces fue cuando vio cómo el árabe acomodaba el inerte cuerpo de Smel como había hecho antes con los otros, lo cual hizo que se parara velozmente y corriera hacia el cadáver de su amiga.

No había escuchado nada, no había podido salvarla. ¿Cómo había sucedido todo eso? ¿Cómo alguien era capaz de semejante acción? Aún no lo comprendía.

- Debía ser yo, no ella… ¡Debía ser yo! – de su rostro, bajaron unas amargas lágrimas, las cuales no recordaba haber derramado desde muy pequeña. Los Melknhar debían mantener el control de sí mismos pues su herramienta era la mente, pero estaba la parte impulsiva de su madre, aquella parte que le permitía sentir y ser quien era.

Luego vio que Nimay también había caído y miró cómo Deidre se le acercó a la niña. Está bien que la niña buscara cualquier apoyo pero que se acercara a una de las posibles asesinas, eso no lo comprendía. También creía que Deidre solo quería atención o que una parte de sí tenía que buscar compañía pero no lo diría, no en ese momento. La situación ya era ridícula tal y como estaba.

Recibió las palabras de Olenna y le dedicó un respetoso asentimiento para luego limpiar las escasas lágrimas de sus ojos y le dice con tono calmo a la chica del bastón – Dile que Deidre sigue tratando de tacharme de traidora y que, sea quien haya sido, lo descubriré – la miró seriamente y luego le preguntó directamente a Olenna - ¿Nimay y Smel han dicho algo? – mencionar el nombre de su amiga caída le revolvía el pecho y sentía que se quedaba sin aire. A todo esto era lo que se refería su madre.

Oliver menciona que ha sido ignorado por Bethanny y eso no extraña a Vyka, ella había sido ignorada igualmente. Tal vez era un vicio de la Grovehn. Luego Theora habló y Vyka la miró con sorpresa. Ella había perdido a su amiga por desvelar la identidad de una semilla y ¿Así le pagaba? Siempre es que la mente de los niños es completamente manipulable, y más por gente como Deidre. Además, ella la había protegido, le advirtió de su engaño. Vyka estaba harta.

La escena entre Deidre y Sylvia la llevó a mirarles con extrañeza, más a la segunda. ¿Cómo podía acercarse a una semilla de destrucción? Era mejor el bosque.

Miró a Olenna y le dijo – Te apoyaré, pero no dejaré de mirar a Deidre mientras ella siga tratando de fingir cómo su confesión fue un estúpido plan macabro – la miró con odio mientras sujetaba la mano inerte de Smel. No dejaría de sostenerla, en ningún momento.

El despertar resaltaba las dudas, pues dos muertes más se habían producido. Recordé que la última vez que pasó algo parecido fue porque mataron a Daeron, como pago del alma inocente que se llevaron. ¿Porqué dos? me dije, intentando darle sentido o explicación.

La primera mirada de Olenna nada más abrir los ojos me provocó alegría, no estaba tan sola, no si estaba ella...y se lo agradecía.

A un lado, callada y ajena a toda la expectación, vi el regreso de Sarghagas. Lo miré mientras juntaba ambas manos, entrecruzándolas por delante de mi adbomen. Pese a ello, seguí en mi posición, sin decir nada.

Conforme todo avanzó escuché a Theora exponiendo sus dudas, resueltas por ella, Olenna, que habló de mi inocencia. Fijé mis ojos en mi hermana Grovehn con brillo, pues sin saberlo, me hacía mantener la esperanza que Oldland se encargaba de hacerme olvidar día tras día. Asentí al saber que confiaba, justo antes de ver cómo se giraba para hacer repaso del resto de asistentes.

Gracias por decir la verdad...susurré imperceptiblemente.

Seguidamente escuché atenta a Dyehuty y me acerqué. Algo me decía que tendría que fijarme más en él - te estás señalando ante nuestros ojos, a sabiendas de que te podemos tachar de traidor...- fruncí ligeramente el ceño y, segundos después, volví a reflejar un semblante de paz - ¿Qué propone tu habilidad para hacernos descubrir la veracidad de tus palabras?

Tras sus preguntas a la niña Olenna sigue recorriendo con calma la linde. Como varias veces cada día da dos vueltas completas, asegurándose de no dejar ningún hueco que pueda ser un punto de huida. Aún ahora sigue pensando que esa barrera caerá, que es cuestión de tiempo. Sólo tiene que estar viva y atenta para entonces. Después de tantos días aún se siente como un animal enjaulado, pero es evidente que sabe cómo comportarse dentro de un cerco, por muy poco que le guste.

Mientras camina escucha al árabe, dándole vueltas a algunas cosas.

—¿Sobrevivirás? Puede —dice encogiéndose de hombros. Entonces hace un gesto hacia el cadáver del búho—. Ella también sobrevivió a la caza. Pero si eres semilla habrá que quitar tu capa de hielo.

Después de eso oye hablar a la mujer de fuego y sus ojos se desvían hacia ella, entre curiosos y decididos. No interrumpe su caminar, sino que espera hasta completar la segunda vuelta para caminar hasta donde se encuentra y detenerse a sólo dos pasos.

—¿Ves cosas en el fuego? —pregunta, sin que sea claro si cree las palabras de la anciana o no. Entonces señala al árabe con el bastón—. Mírale en el fuego. Si le miras espero, y este atardecer será para otro.

Después de eso sostiene la mirada de la mujer durante varios segundos, esperando que entienda a través de sus pupilas que considera importante lo que le pide. Es ahí cuando escucha a la que grita gritar y llorar, y se gira para recibir sus palabras. Asiente a las primeras antes de responder.

—Han dicho, pero no para aquí. Para aquí han dicho lo que dije. Hemos hablado de las luces, hemos hablado de confianzas y hemos hablado de asesinos. La chica del cocodrilo está entendiendo cosas. —Entonces guarda un momento de silencio—. A lo mejor no voy al árabe este atardecer. A lo mejor espero. Escucharé la piedra, escucharé vivos, escucharé muertos, escucharé a los que creen que no se les escucha. Decidiré entonces.

Tras esas palabras vuelve a echar a andar. Arrastra su bastón con pasos lentos, y va dejando que el sonido que este produce la llene. Apenas ha dado algunos cuando se detiene y, con una expresión cargada de determinación, mira al árabe.

—No ha habido que esperar mucho. Decidido. Iré por ti. ¿Sobrevives? —pregunta mientras se encoge de hombros—. Bien. Volveré mañana. Dices que no tenemos tiempo que perder. Por eso debemos matar asesinos.

Fiona había empezado a cepillarse el cabello con las manos para adecentar su melena, cuando vio como Olenna se le acercaba le sostuvo la mirada, las pupilas de la abogada relampaguearon con el fuego que se almacenaba en su interior.

- Las llamas me hablarán sobre el árabe, sí... os recomiendo esperar...- le guiño un ojo esbozando una sonrisa para a continuación sacar otro cigarrillo y encenderlo con un chasquido de sus dedos recuperando su aire de mujer fatal que tan bien se le daba.

Me fijo en las palabras de la arquera, de la mujer del palo y de la portadora del fuego. Asiento lentamente. Avanzo un paso y extiendo las palmas de la mano hacia delante, mostrándolas sin preocupación.

Mis habilidades sólo me permiten sobrevivir, pero la justicia es ineludible: alguien tomará mi lugar. Hace un par de noches me permitieron robar una historia... y robé la equivocada, la de un Júpiter sin truenos, la de un traidor. La niña ya ha dicho que me cambió, pero la mujer del palo no cree en la niña. Ni siquiera la niña cree en la niña.

Asiento firmemente.

No importa, cada uno ve lo que quiere, y no hay mayor ciego que quien no quiere ver. Si me matáis y no sobrevivo, al menos sabréis que alguien interfiere en los poderes, y que el portador de la peste es inocente y no es sólo una actuación. Si me atacáis y sobrevivo, pero nadie ocupa mi lugar, habré hecho lo que está en mi mano para demostrar mi inocencia y, además, sabréis que alguien interfiere en los poderes, pues nadie habrá tomado mi lugar. Si me atacáis y sobrevivo... y alguien ocupa mi lugar, habré hecho lo posible por demostrar mi inocencia.

Niego con calma y sonrío con un aire melancólico, y con la mirada perdida en algún punto del lugar.

Como sea, si me atacáis y muero, mañana habrán más muertes. Y habré demostrado mi inocencia, aunque de poco servirá. O eso, o la mujer del bastón tenía razón... y ni siquiera yo lo sé. Como sea, desde el otro lado mi voz no llegará aquí, ya os han dicho que sesga la información según le conviene, en busca de ayudar.

Me alejo un poco y comienzo los calentamientos, la batalla se antoja cercana... y esta vez, de un modo u otro, participaré.

Mi mirada iba de un lado a otro mientras cada uno daba su parecer de lo acontecido. Acusaciones, lamentos de unos a otros, incluso Fiona es una de las señaladas con el dedo. 

Mi mirada se detiene extrañada cuando la niña me menciona señalando la desconfianza que me tiene a mi y varios más.

- Desconfianzas con algún fundamento me imagino, porque independiente que sea apreciación tuya puede ser tomado por más... Y por un simple comentario irresponsable puede terminar con un inocente muerto. A diferencia tuya no puedo hablar de quienes desconfío porque no tengo pruebas de nada mas como habla o se expresa, pero nada puntual... Pero si confío en aquellos que murieron en manos de los traidores... Sarghagas y Yaiza, incluso de ti niña... Vote en su momento por tu linchamiento, por suerte no tuviste más votos porque me habría arrepentido de haberme enterado que eras inocente. Incluso puedes percatarte que no voté más por ti ni por ninguno que se compruebe que es inocente, solo me sumo al voto de quienes tienen la capacidad, aparentemente, de detectar traidores... La mayoría.

Aguardo unos segundos.

Esto lo digo no para salvar mi vida... Si no para que confíen en mi. No soy de gran ayuda en la toma de decisiones pero me guío por aquellos que me dan confianza...

Niego con la cabeza respondiéndole a Olenna, a diferencia de ella a mí no me gustaría relacionarme con personas que podrían ser traidoras, -mi desconfianza es fundamentada en discusiones que carecen de un fundamento que las avale, Vyka acusa a Deidre por una confesión en sus mentes, otras la apoyan, pero ¿Quién nos asegura que sea otra artimaña?, para mi aún no hay algo tangible de esa acusación, pero tampoco puedo desestimarla-

Lo que ocurre con el árabe no es más que un juego de palabras con las que se está cavando su propia tumba, pero tengo algo tangible en eso, que fue mi decisión al morir, si él dice que era semilla, lo era pues ahora que sé que le robo su poder a Alastor, estoy segura de que al cambiar Fiona lo tiene ahora.

Miro a Olenna… -¿Recuerdas lo de la plata y el pecado del acero?...- entonces miro a los demás… -Alastor del otro lado dijo  "Encontrarás en la plata la redención por los pecados del acero. Mantén tu sangre dispuesta y el camino te será mostrado, hijo de Grovehn", si bien no sé si confirmo que era un asesino o no, puesto que volví a respirar, ahora las cosas se van aclarando…Dyehuty dice que le robo la historia de un traidor, la de Alastor, yo cambie tras eso, la historia de Dyehuty con la Fiona, por lo tanto ella debería tener la del traidor-

-Por otra parte, si al atardecer es el árabe el que debe morir y es salvado, entonces ¿se podría relacionar con la protección que supuestamente otorga Deidre?, eso me confunde…- miro a la pelirroja… - Deidre, si dices que lo que confesaste en sus mentes es falso, ¿me dirías a mí, cual es el regalo que Oldland te otorgo?...-

Escucho las palabras y enredos de unos y otros; sin embargo me llama la atención el profundo silencio de la que odia a su propio legado; me acerco a la Pequeña, me agacho para estar a su nivel y le pregunto:

- Que opinas de ella?- le dije señalando a Bethanny- crees que ella puede ser traidora?, pues ha estado callada y participa solo de las muertes... confío en ti y en lo que me digas...- 

Escuché atónita las palabras del árabe. Entendía que no pudiera demostrarlo físicamente, pero le había tendido la mano ante la opción de aportar una buena aclaración o teoría en la confirmación de las semillas, y no sólo se encargaba de liar con sus palabras y supuestas opciones - que no decían nada -, si no que, además, trataba de dejar en jaque nuestras hipótesis, generando el caos con acusaciones que no podía fundamentar más que con palabrería. Historias para no dormir...pensé, sintiendo con fuerza la palpitación de las flechas que tenía colgadas a mi espalda.

Oldland me estaba abriendo los ojos. La verdad es un bien demasiado preciado...un bien que casi nadie está dispuesto a dar. 

- Has tenido la oportunidad de decir algo más esclarecedor, pero por más que hablas, no expresas nada, sólo confusión - miré al cielo unos momentos tratando de decidir bien en mi elección y después volví a fijarme en él - muy bien, por mi parte, demostrarás tu inocencia con tu propia sangre. Comprobemos qué opción era la correcta.

Después miré a Theora, la confundían o ella misma lo hacía. Acusaban a Fiona, pero yo al menos no lo creía. Respiré hondo. Mi decisión estaba clara.

Olenna asiente con gravedad a las palabras de la mujer de fuego. Sus ojos entonces pasan por los presentes, buscando un nuevo objetivo, y es entonces cuando escucha hablar al árabe. Le mira durante largos segundos, escuchando con atención cada palabra. Es evidente que lo que el hombre dice convence poco a la Grovehn, pero no es hasta que termina que decide responder.

—No tiene sentido —le dice—. Nada de lo que dices lo tiene. La niña dice que te cambió, pero sólo tú dices que eras traidor antes y ahora no. Puede ser al revés. Creo en la chica lista. No creo en ti. Todo lo que dices suena a semilla. Cada palabra. Y más cuanto más te justificas.

Con esas palabras pasa a responder a los casos que él ha planteado.

—Si matamos y no sobrevives, no demuestra nada. Puedes ser un mentiroso. Alguno puede ser más fuerte que tú, aunque esperes sobrevivir. Y eso no demuestra nada del hombre alimaña.

—Si atacamos y sobrevives tampoco significa nada —enuncia antes de señalar con el palo a la mujer del lobo—. Ella puede proteger. Puedes tener funda de hielo.

—Si vamos a ti y muere otro... —ladea entonces la cabeza—. Entonces habrás matado tú, aunque sea sin querer.

—Pero lo importante es otra cosa. Si mueres y hay más muertes no habrás demostrado tu inocencia. Hay más semillas muertas, y seguimos muriendo. Lo que dices no tiene sentido. Intentas liar, pero a mí no me lías. —Entonces le mira directamente a los ojos—. Y suenas a semilla.

Tras esas palabras ella misma comienza a prepararse, aunque es evidente que por primera vez no tiene claro hacia quién canalizará su odio. Mira a los presentes una vez más, uno a uno, cuando escucha a la chica de la cara pintada y la corrige de inmediato.

—El hombre alimaña no murió por traidores —asegura.

Después empieza a escuchar hablar a la niña. Si antes no le sorprendía que hablase como una adulta ahora aún menos: ya se ha acostumbrado, y nunca le pareció nada tan extraño como otros querían hacer ver. Cuando la cría se dirige a ella la Grovehn asiente con la cabeza antes de contestar.

—Recuerdo —afirma—. Pero eso no significa que el árabe diga la verdad, o que las palabras fueran ciertas. El árabe puede mentir. Decir «robé su historia» es bonito, pero no significa que se convirtiera en semilla ahí. Pudo convertirse después de que murieras. Fue el único que no miró al de las cartas ayer. Sólo dijo lo suyo para distraer cuando acusaron a la chica del lobo. —Entonces hace una pausa—. Para mí es semilla.

En ese momento algo parece hacer clic en la cabeza de Olenna. Ladea su rostro con una media sonrisa y mira a la cría.

—Estabas muerta cuando pregunté —le dice—. Le dije si el cambio era bueno —enuncia entonces mientras empieza a asentir, como si las cosas encajasen—. Estabas viva cuando respondió. Dijo que era bueno, pero no suficiente, que le había quedado marca de lo de antes. No le cambiaste todo. —Entonces sus ojos vuelven a clavarse en el árabe—. Dijiste también que ya no tenías traición —recuerda antes de ladera la cabeza una vez más—, ¿pero cómo decir otra cosa?

Con esa determinación Olenna camina de nuevo en dirección a la mujer de fuego.

—No puedo no mirarle —asegura—. Pero sobrevivirá. Seguro que todos atacan a ella —dice señalando a la mujer del lobo—, y si no él dice que está preparado. Si le atacamos sobrevivirá y ya no tendrá funda de hielo. Si no le atacamos, sobrevivirá y listo. No puedo no mirarle.

Y al final y sintiendo ya cerca el atardecer la Grovehn escucho a Yaiza, con quien una vez había compartido y asintió, esperando que el momento llegase y poder luchar juntas.

Miré al chico de tez oscura y sonreí con desprecio. A estas alturas, ¿algunos parecían tan ciegos? Pero sus palabras, viniendo de él, me hicieron especialmente "gracia".

Oh, que TU dices que YO estoy callada y sólo participo en las muertes. De todos los que aún quedan con vida, precisamente quien ha hecho MENOS que yo aquí has sido precisamente tu. Y no, abalanzarte un día sobre el "botánico-jardinero" no significa nada. Hasta la niña dice que no sabe nada de ti, y lo podría hacer extensivo al resto.

Pasé mi mano por el pelo mientras miraba de arriba a abajo al sujeto negando con la cabeza.

Si aún alguien cree que NO he hecho nada aquí, o bien es ciego o bien es estúpido, y ambas cosas no son excluyentes. Y a diferencia de ti, no acusaré a la ligera, pero casi me haces cambiar mi voto ante semejante muestra de desfachatez. - Continué hablando, pero ya no lo miraba a Oliver - Tengo mis motivos para desconfiar y desear matar a todo Grovehn que me encuentre en este lugar. Pero no te lo revelaré ante tu pregunta, porque ni has hecho nada para merecerte conocer tal historia... ni has llamado suficientemente la atención para que sea mi martillo quien la cuente. De momento, claro...

Y sólo han pasado un par de segundos cuando Olenna decide añadir algo más. Se detiene sin embargo al escuchar a la mujer del martillo, pero no dice nada al respecto. No parece juzgarla, ni mucho menos, pero tampoco apoyarla. En lugar de eso vuelve a hablar a la niña.

—Cazaste a la del búho —enuncia situándola en el tiempo—. Ella sobrevivió, con frío. Él le dio una manta y la ayudó. Dice que había cambiado, que ya no eran compañeros. Pero no dijo que teníamos razón, ni que ella era mala. La ayudó. Y luego no miró al de las cartas —Niega entonces con la cabeza—. Si uno es semilla y deja de serlo, no ayuda a las semillas que pasan frío. Las delata. Pero ni dijo nada de ella cuando estaba viva, ni miró al de las cartas. Miente.

Me encontraba un poco fuera de lugar en aquella reunión. La mayoría de los asistentes lanzaban sus acusaciones contra el árabe. No llegaba a comprender con plenitud los motivos pero algunas de las palabras de éste me sonaron a escusas y golpes de pecho. Me dirigí andando pausadamente hasta donde se encontraba.

-No tengo nada en tu contra, ya que no he estado informado de tus acciones. Tal como ha dicho Olenna, yo no fui atacado por traidores, la mayoría de vosotros acabasteis conmigo. A pesar de esto, tus palabras suenan incoherentes, así que no te creo y participaré activamente en tu muerte si eres enjuiciado por la mayoría de los presentes. Esta noche posiblemente será tu última velada en este lugar. Como consuelo puedo decirte que una vez muerto no se está tan mal.- Intenté consolar al árabe, que parecía tener demasiado miedo a la muerte, intentando a través de falsas palabras convencernos de que era inocente.