Partida Rol por web

Tras la pregunta de Olenna, Vyka se giró hacia ella. Y antes de contestar, escuchó la conversación que se desarrollaba entre la rubia y Olenna. Al parecer, sabían algo que ninguno de los presentes conocía y parecía que tenían un plan. Antes de poder prestar atención a lo que sucedía en el otro escenario, dijo - Lo sé porque mi madre tuvo ese poder - dijo tranquilamente.

- ¿Qué has hecho? - le preguntó a la rubia sin ningún tipo de enojo. Realmente solo curiosidad habitaba en su mirada.

Recordaba las historias de su madre pero a veces eran tan poco claras que no sabía bien si le había comprendido bien. A veces era confuso incluso para ella. Tal vez...

- ¿Cómo es que sabe Theora de esta unión? Veo que hay gente que sospecha de mi por mi silencio... Silencio que ya fue explicado en su momento. Yo contribuyo sumando mi voto en contra de los traidores, solo por intuición. Me hubiese gustado compartir con ustedes mi poder, pero como pudieron ver el decirlo a las personas equivocadas sentenciarían mi fecha de muerte... Creo que así es. El negro reconoció ser semilla... En fin, tarde... Si no muero ahora muero pronto. 

Miro a Vika

- Entiendo y comparto tus sospechas, pero te digo que estas equivocadas... Sospeche de Noi y Fiona porque fue curioso que se aliaran para decir algo de Yaiza, puede ser que entendí mal sus palabras... Por eso me mantuve en silencio para decir lo preciso... No tengo certeza de nada, ya que no tengo el poder de corroborar mis sospechas.

Y mientras la muerte se llevaba el ser de Raffariel y a Sarghagas, sus recuerdos y experiencias se borraban de este lugar...

Escuchaba, pacientemente apoyada en una de las lápidas, las conversaciones de mis compañeros prestando especial atención a Olenna, como siempre, cuando la muerte se lleva Sarghagas y a Raffariel ante nuestros ojos.

- Interesante... Ahora de dos en dos y a plena luz del día...

Mierda. Esto no había salido cómo había planeado.

A esto me refería. Quise acabar con quien nos encierra en este lugar, pero erré claramente el tiro. - me mordí le labio dolida por semejante error - Llegué a la conclusión que era o Raffariel o Fiona, y si fallaba eligiendo a Fiona, quedarían menos para ser encerrados acá.

Y por supuesto, no pensaba que realmente pudieran estar vinculados esos dos.

Pero ya está hecho. Acabemos con Oliver, y a ver si mañana todo ha terminado y puedo intentar enmendar mi error.

Olenna asiente a las palabras de la chica que grita, entendiendo a medias lo que dice sobre su madre. Luego escucha a la chica de la cara pintada, y parece a punto de decir algo... Cuando todo empieza a precipitarse.

No es necesario que nadie le explique lo que está pasando: entre las palabras de la chica del martillo y lo que Olenna siente dentro de su cabeza es más que suficiente para entenderlo todo. La mira, entre incrédula y alucinada, con los ojos más abiertos que nunca.

—Yaiza ha hablado —enuncia. En su tono no parece haber enfado, pues en el fondo entiende lo que la Grovehn ha hecho. Y de todas formas nada en este lugar parece irreversible—. Ella —enuncia señalando hacia el lugar que un instante antes ocupaba la chica de cara pintada— no nos metía.

—Quien nos mete sigue vivo —asegura con gravedad, antes de que sus ojos se posen en la única Melknhar presente, acusadores—. Quien nos mete está aquí.

Miro a Bethanny y le digo - Nuestro error - se apoyó tristemente sobre una lápida y dijo.

- Ya lo he dicho todo, no tengo nada más que ocultar. He explicado cada una de mis acciones, está en ustedes la decisión. Si Oliver dice la verdad, queda él y alguien más. Pero bueno, es su decisión. Por mi parte, pienso cumplir mi promesa -.

Miré a un lado y al otro, y una pequeña sonrisa apareció en mi rostro.

Bien, seguimos siendo 4. Me alegra que hayas cumplido de momento tu palabra, y que por lo tanto ya esté el negro en el hoyo.

Entonces miré a Olenna.

¿De que está hablando la vieja?

Olenna había permanecido callada en este lugar desde que sus palabras habían sido una acusación clara y firme. Una que, como la que había dedicado al negro, había sido seguida de una confesión. Durante el atardecer los ojos de la Grovehn aquí están clavados en la chica que grita, desafiantes, pero no tiene con ella ni el más mínimo gesto agresivo. Y parece que perfectamente podría seguir en silencio eternamente, pero la chica del martillo se dirige a ella.

—Dice que preguntará al fuego por ti —enuncia con seguridad. Entonces asiente—. Es lista. Lo dice y así si eres semilla no irás por ella para que no parezca que lo evitas. Y si no lo eres la semilla que queda tampoco irá, porque la de fuego no es peligro mañana.

—Eso o no es lista, y no se fía de ti —dice mientras se encoge de hombros—. Imposible saber.

Me encogí de hombros ante la respuesta de Olenna.

Si quiere desperdiciar su fuego conmigo adelante, aunque hay objetivos más prioritarios. Pero ya es mayor para saber lo que se hace.

Luego mi rostro se volvió más sombrío.

Si el poder que tenía Theora era cierto y no ha cambiado, sólo quedan 3 que podría ser la supuesta última semilla. Smel, el asiático... y tu. - finalicé, mirando a Sylvia.

El ceño de Olenna se frunce un poco en cuanto escucha hablar a la chica del martillo. No dice nada al principio, pero cuando plantea esas posibles tres semillas ella la mira por un instante.

—Sylvia no es semilla —dice con seguridad. Luego se queda un par de segundos callada, pensativa.

—Cosa rara —prosigue después—. La que pregunta al fuego sólo dice que pregunta al fuego desde lo de la niña. Sólo pregunta por personas que sabemos qué hacen. La del lobo. La que grita. Ahora dice que tú, que lo has dicho a todos —expone con calma, aunque es evidente que lo que dice lleva un tiempo pensándolo.

—Al atardecer no miró al árabe. Miró a la del lobo, que estaba ayudando. Fueron los únicos que la miraron. —Ladea entonces la cabeza, buscando la mirada de sus acompañantes. Es evidente que no ha perdonado a la que grita, pero eso no hace que la aparte: de todas formas ha demostrado ser buena buscando semillas—. Voy a preguntar a muertos.

—Los muertos dicen poco —enuncia Olenna tras un rato—. Discuten. Muchos callan y callan. El hombre rata acusa al árabe, pero el árabe no responde. El negro dice que es semilla por el falso rey, pero el falso rey niega. Dice que sus luces no se encendieron, pero es mentira. Y el negro dice que la de fuego es la que queda. No sé si dice verdad o miente. Pregunto, pero nadie aclara nada aún.

—La de la cara pintada habla por fin —enuncia Olenna entonces—. Pero no dice nada, sólo dice que si puede ayuda.

Entonces hace una pausa y no tarda en mirar a la chica de la serpiente. La observa durante un par de segundos, y algo en su rostro parece relajarse, como si tuviera una buena noticia.

—Tus luces —enuncia antes de ladear la cabeza, mirándola con curiosidad—. ¿Qué dicen?

Llevaba un rato pensativa. Sentía que algo nuevo despertaba en mí, y por el comportamiento de Fyas, ella también se había dado cuenta. Le dedicaba una pequeña sonrisa cómplice, cuando la voz de Olenna me saca de mi ensimismamiento.

Le sonrío entonces a ella, entre dulce y victoriosa, pero no contesto inmediatamente, sino que primero observo despacio a las tres mujeres. Está claro que dudo en si dar o no esa información delante de ellas. Confiaba en Olenna, pero en el resto no. Sin embargo, caigo en la cuenta de que nada tengo que perder a estas alturas, tan cerca como estábamos del final.

- Tengo que confesar algo. ¿Recordais lo que dijo Deirde? Aquello de que sabía que en este lugar se reunían o bien las semillas o bien aquel que resucitaba. Bueno, acertaba en lo segundo.

Observo la reacción de las mujeres. Quería ver si la noticia les sorprendía, les alegraba o les disgustaba.

- Yo soy la responsable de la vuelta de Theora, y de Smell. Desde el principio, Fyas ha tenido la capacidad de traer de vuelta a los caídos con su veneno, pero ahora, tras la revelación de las luces, también puede usarlo para matar. Una sola vez. Y queda una sola semilla. Si elijo bien... Si elegimos bien...

Dejo la invitación a su colaboración en el aire.

Olenna presta atención a las cosas que dice Sylvia. Desde el primer momento sus ojos están fijos en ella, y se separan sólo un instante para mirar a la serpiente cuando esta la nombre. Asiente en una ocasión, cuando dice que la chica lobo acertaba en lo segundo, y luego la deja seguir hablando.

—Yo sabía —enuncia la Grovehn con una media sonrisa—. Por eso sabía que eras inocente. Creía raro que volvieras al hombre rata, o al de las cartas, pero esperaba y miraba para entender —asegura antes de dedicar un asentimiento a la mujer—. Escuchaba la piedra.

—Si eliges bien esta noche no mata —dice después, completando sus palabras. Entonces cambia de tema—. Las otras luces son del de las cartas. Dice que también puede matar. Dice que matará a mí. Intento convencerle para que vaya a otro,  a ella —hace un gesto hacia la chica que grita sin cortarse porque esté delante—. Pero no sé si podré. Si muero, sabéis que es él.

Guarda un instante de silencio.

—Para mí pueden ser dos —expone—. La de fuego dice que mira cosas, pero puede ser verdad o mentira. Sólo dice lo que ya sabemos, nunca nada nuevo. Como hacía la que flota. Así yo también miro. El viejo está unido a la que flota. Aún están.

Escuché atentamente las palabras de Olenna, y apreté con fuerza los puños, ante la perspectiva que mi error pudiera ser aún mayor, que esto aún no hubiera terminado por su culpa. Entonces Sylvia habló, y confirmó la inocencia que le otorgaba Olenna. No es que desconfiara de ella, pero tras la sorpresa de Vyka, prefería pecar de bocazas que de estúpida.

Ciertamente parecen las opciones más factibles. Yo apostaría todo por la vieja, pero claro, mi criterio no debería ser tomado muy en cuenta. Y puede que el chino no fuera antes semilla y ahora si, aprovechando que la que flota lo era, y diésemos por supuesto que era una víctima colateral. Pero supuestamente es lo que ya ocurrió con el negro cuando murió el falso rey. Así que entre las 2 opciones, ya conocéis la mía... valoradla como tal.

Pasan un par de segundos antes de que Olenna se revuelva, ligeramente incómoda.

—Sylvia —la llama, y su voz parece tener algún tipo de petición—. Es tu luz. Tú decides si usar o no. Tú decides cuándo. Tú decides a quién. Cada uno, cada uno. Pero el de las cartas dice que no matará a ella, que eso nos ayuda a todos —enuncia llevando un instante la mirada hacia la chica que grita—. El árabe le apoya: dice que la matemos por la tarde.

—Yo intento ganar tiempo. A él le gusta jugar: por ahora ríe de todos. Pero si eliges pronto y aciertas y todo acaba salvas a dos. Al que mate la semilla, y al que mate el de las cartas. He preguntado a muertos. Ellos no dicen nadie que no sea esos dos, la de fuego o el viejo.

Creía entender las palabras de la chica, así que lo único que hice fue asentir.

Vyka escucha a Bethanny y asiente con tristeza a sus palabras pero cuando Olenna habla como si ella no estuviera aquí, la mira disgustada - Yo cumplí mi palabra. ¿Tanto te cuesta admitir que te equivocaste? Busca a las semillas en vez de obsesionarte conmigo y saldremos vivos de aquí -.

Al ver el asentimiento de Sylvia Olenna lo devuelve con seguridad.

Acto seguido, al escuchar hablar a la que grita, la mira fijamente.

—El de las cartas va a matar —enuncia—. Dime quién le digo que mate, si no tú. Dime alguien que una semilla mataría, porque tiene que aceptar. ¿Digo mi nombre? ¿Digo Sylvia, que devuelve vida? ¿Digo ella —enuncia haciendo un gesto hacia la chica del martillo—, que mató una semilla y puede traer a uno?

—No puedo decir el viejo o la vieja. Si digo a la semilla, no hará caso. —La mira entonces desafiante—. Dime quién digo que sea mejor opción, y yo digo.