Partida Rol por web

Tras ver al dementor reducido.a cenizas, dejo escapar un gran suspiro y me siento en el suelo.

Vaya criatura, será mejor que regresemos al castillo, no vayan a aparecer otros como este, estoy reventado y difícilmente podríamos cotra otro igual. - confieso entre jadeos mientras intento regularizar mi respiración.

Mientras lucho por ponerme de pie, escucho con atención las palabras de Jackie, las mismas que me ponen en tensión, no era un secreto para mi que los demonios me querían fuera del camino, pero que llegaran a ese extremo, sí que era preocupante.

¿Te parece si dejamos esto para luego? Por ahora sólo quiero dormir, si gustas lo hablamos en la cena.

"Mejor fuardarlas a que quien tu  sabes se haga con ellas" dice Jackie meiendolas en una bolsita

"Quizá se pueda localizar a sus compinches con ellas, o incluso evitar que vengan más"

Firenze las conduce a través del bosque siguiendo una serie de viejos senderos ocultos a lo largo del bosque.

El trayecto es silencioso, demasiado silencioso lo qie no termina de gustarle al centauro, quien en más de una ocasión procedió a tensar la cuerda de su arco apuntando hacia la oscuridad de la noche.

El trayecto hasta las tierras de la manada tarda aproximadamente unas dos horas, en las cuales el profesor se restringió a caminar en silencio.

Muy bien a partir de este punto las cosas se complican, nuestro destino se encuentra siguiendo este sendero, justo detrás de aquella colina. 

Debemos ser sigilosos en extremo. - anuncia el docente con seriedad.

Se notaba la tensión aumentando conforme avanzábamos y no solo por el silencio imperioso que nos rodeaba, sino también por el autoimpuesto. No obstante, la advertencia de aquel momento hacía necesario una pequeña ayuda, de ahí que echara mano a mi varita y susurrara un hechizo.

- Umbra Tenebrarum.

Inmediatamente después fuimos cubiertos por las sombras que parecían incluso desear ocultarnos, lo cual resultaba muy provechoso a juzgar por la advertencia del centauro.

- Puede continuar.

Añado para que no le quedaran dudas, aunque como criatura mágica podía mostrarse reticente a ayudarse de un hechizo con varita.

Caminaron durante varias horas a través del bosque guiados por el profesor Firenze, todo parecía estar en calma. Quizás demasiado tranquilo, por lo que el ambiente se volvió tenso en cuestión de segundos. Nadie decía nada, y la pelirroja sabía que no era el momento ni lugar para intentar romper aquel silencio. Puede que estuvieran siendo acechados y no era buena idea distraerse.

Se mantuvo en silencio y simplemente asentía cuando el profesor hacía algún breve comentario. Al parecer ya no quedaba mucho camino hasta llegar a los dominios de los centauros, Allison inspiró hondo reuniendo todo el valor necesario para enfrentarse a lo que les lanzasen a continuación, pero lo principal era mantener la calma. 

Hellen se ocupó de resguardarlos con aquel hechizo que ya le había visto lanzar, y no pudo evitar esbozar una sonrisa cómplice a su amiga. Desde luego era una chica con recursos. Al menos la tensión del grupo disminuiría un poco gracias a su ayuda. - Genial, vamos. - susurró en voz baja mientras reanudaban el paso. Ya quedaba poco.

El profesor se mostro reticente ante la oscura magia empleada por Hellen, pero optó por pemanecer al amparo de las sombras, mientras un rápido galopar rompió el silencio de la noche seguido por un fuerte grito.

Fuera lo que fuera que estuviera sucediendo, era evidente que el mal había echado raíces en la zona, el centauro tuvo que contener su impulso de acudir en auxilio de los suyos.

Conforme avanzaban se toparon con el cadáver de cuatro centauros, lo que lleno de rabia y consternación al docente, quien logró refrenar sus impulsos de salir a confrontar lo que fuera que estuviera matando a su gente.

Finalmente, tras otros veinte minutos de caminata, lograron ver una pequeña cabaña cerca de la cual estaban los cadáveres de otro dos centauros.

Gracias al velo de Hellen parecieron pasar inadvertidos, pero un fuerte estruendo de pezuñas seguido de un terrible grito acabó con el silencio sepulcral de la noche. Allison miró a su alrededor alarmada, pegándose instintivamente hacia el profesor Firenze y Hellen. ¿Qué ha sido eso? Pensó un tanto alarmada, pocos minutos después descubrieron los cuerpos inertes de varios centauros. La pelirroja se llevó las manos a la boca, silenciando cualquier posible ruido. Oh no, no puede ser.. ¿Qué ha pasado?

Allison miró al profesor Firenze con gesto preocupado, se le veía que estaba sufriendo al ver a sus congéneres caídos pero estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma. Quiso decirle algo pero no podía, probablemente estaban ante un peligro inminente y era mejor no hacer ruido. Procuró pisar con cuidado y no pisar donde no debía. Si salían de aquella bien, intentaría hablar con el profesor.

Poco después llegaron hasta una pequeña cabaña, donde había más centauros caídos. La pelirroja frunció el ceño con una mezcla de tristeza y preocupación, que iban acrecentándose a medida que seguían adentrándose en el bosque. Esta vez se agachó en el suelo y escudriñó el paisaje a su alrededor. La cabaña, el suelo, el horizonte... Tenía que encontrar algún indicio de lo que estaba pasando allí. ¿Habían sido emboscados tal vez? ¿Pero por quién o qué..?

Al otro lado del claro, a unos veinte metros de la cabaña logras distinguir a un enorme centauro, el cual enarbola una horquilla de guerra bastante imponente.

Una de las manos libres de la criatura se encuentra envuelta en llamas lo que es una señal inequívoca de peligro.

Algo estaba cazando a los centauros y por más que odiara a Firenze, ese odio no era extrapolable al resto de su raza, de ahí que lamentara su destino y me preguntara qué era el causante de esta masacre.

Por algo el Bosque Prohibido tiene ese nombre.

Reconocí dando gracias por tener la varita en la mano, porque fuera lo que fuera, si nos detectaba nuestra única posibilidad era ser más rápidos que el con nuestros ataques, dado que si los centauros no habían conseguido escapar, nosotros tampoco.

Al otro lado del claro, a unos veinte metros de la cabaña logran distinguir a un enorme centauro, el cual enarbola una horquilla de guerra bastante imponente.

Una de las manos libres de la criatura se encuentra envuelta en llamas lo que es una señal inequívoca de peligro.

De pronto algo parece atraer la atención de la criatura hacia ustedes, pues el monstruoso ser mira hacia su posición, y carga con la lanza en ristre.

El envite del centauro pasa peligrosamente cerca del torso de Firenze, quien rápidamente dispara una flecha en represalia.

A pesar de estar semi ocultos por el hechizo de Hellen, aquella criatura pareció ver a través del velo de sombras y cargó con gran agresividad hacia ellos. - ¡Cuidado! - advirtió  abriendo los ojos un poco asustada ante el despliegue de furia y fuerza del centauro, pero la adrenalina no tardó en hacer su efecto, sacando la varita mientras se preparaba para el combate.

- ¡Detente no queremos haceros daño! ¡No somos tu enemigo! - le pidió mientras veía como el arma pasaba peligrosamente cerca de Firenze. No quería hacerle daño, pero tampoco iba a permitir que atacase ni a Hellen ni al profesor Firenze.  ¿Acaso piensa que somos la causa de tanta muerte? ¿O se están peleando entre ellos? Pero.. ¿Por qué..?

Pensó mientras se mantenía alerta, no sabía si podrían hacerle entrar en razón pero quizás lo mejor era usar hechizos que detuvieran su movimiento, si seguía atacándoles no le dejaría más remedio. A lo mejor así lograban aplacar su furia ciega.

Esto no era un centauro al uso, había estudiado a bastantes criaturas mágicas para tener claro ese punto, pero si a eso le sumábamos que el profesor también lo atacara, no hacía falta demasiado para saber que tendríamos que abatirlo para seguir adelante.

¿Cómo no se había fijado antes? Aquello no era normal, al no obtener respuesta y ver que la criatura casi arrollaba a su profesor la pelirroja apretó los dientes. Entonces no puede ser de otro modo, seguro que estaba relacionado con la muerte de tantos centauros. Y estaba claro que no iba a dejarles marchar con vida...

Tenía que intentar evitar que se acercase a ellos, a menos movilidad más fácil sería acertarle. Si todo fallaba podría intentar hechizos de protección. - ¡Locomotor Wibbly! - dijo apuntando a las patas del monstruo, intentando así evitar que siguiera embistiéndoles. Con una sacudida enérgica de su varita un pequeño haz salió despedido hacia las cuatro patas de la criatura.

Si todo salía bien tan sólo tendrían que preocuparse por sus brazos, y aquel fuego que no le gustaba nada de nada.

El centauro atacó con fuerza a Firenze aún ignorando la prrsencia de las niñas, pues pese a haber oído sus voces, esta criatura endemoniada tenía una sola labor en este mundo y era asesinar a cualquiera que se acercase demasiado al taller de Helga Hufflepuff, empezando por los centauros que lo habían expulsado de la manada años atrás.

La lanza del centauro pasa peligrosamente cerca del torso del profesor quien la esquiva por muy poco, pues el velo de sombras de Hellen.

Firenze contraataco con otro disparo de su letal arco, pero a diferencia de la vez anterior, esta vez la flecha terminó enterrada en un árbol.

Hellen y Allison, optaron por atacar las piernas del centauro con un Locomotor Wibbly e Inmobilus, sus hechizos fueron poderosos, pero su falta de puntería les jugo una mala pasada. Sin embargo, lo peor sucedió después del ataque de la Slytherin, pues al intentar encantar al centauro, Hellen rompió su velo de sombras, por lo que ahora él podía verlas perfectamente.

Los hechizos de ataque nunca habían sido mi fuerte, pero nuestra mejor opción pasaba por usarlos para intentar reducir a ese centauro, fuera como fuera. Si a eso le sumábamos el lugar dónde nos encontrábamos, nuestro abanico mágico quedaba aún más reducido, de ahí que optara por un hechizo incapacitante.

- ¡Inmobilus!

Intento alcanzarle, pero mi puntería resulta tan pésima como siempre. Iba a necesitar usar otro estilo de hechizos para detenerlo.