Partida Rol por web

Durante la clase las tres reciben una nota de Artemis invitándolas a practicar con él en el lago al final de la clase.

Matt ya estaba recogiendo su atado de libros cuando escucho la oportunidad de quedarse repasando el conjuro fallido, lo pensó dos veces pues ansiaba salir a tumbarse en la hierba un rato, sin embargo desecho este último pensamiento y decidió volver a intentarlo.

Esta vez tomo unos minutos para leer su libro de texto, ensayo el movimiento y hasta escribió la palabra en el pergamino manchado, su mano tembló un poco pero se adelantó hacia la mesa con seguridad.

Reparo!!!

Dijo con energía; sus ojos se abrieron como platos al ver que las partes de la mesa se unían grácilmente, apretó su puño y celebro su pequeña victoria, al sentirse observado por los pocos compañeros que quedaban, se fue a su escritorio sonrojado, tomo sus cosas, dio las gracias y el buen día al profesor y se dirigió a la puerta.

Richard bufó, molesto. Había perdido otra clase. La primera después de las vacaciones, concretamente. Aquellas vacaciones le habían servido para intentar centrarse. Vino a Hogwarts con un objetivo, y a ese paso no iba a conseguir gran cosa. Había permanecido toda la clase agazapado tras la puerta. Probablemente si decidía entrar tarde el profesor Flitwick le llamaría la atención, pero el enano -cómo le gustaba llamarlo cuando estaba con Samantha y Alexander- era un tipo bastante moñas, y con la colaboración de sus dos compañeros probablemente nada acabase demasiado mal.

Aquella reclusión en la puerta de Encantamientos no fue porque tuviese miedo a entrar en la clase. Era, símplemente, porque en aquel momento el pequeño Hufflepuff se sentía un mago incompetente, que estaba lejos de la altura de Samantha o Alexander. Fallaba sus hechizos, y había suspendido casi todas sus asignaturas. Y para colmo se había quedado dormido. Desde luego no merecía entrar a aquella clase. Así, pensaba, nunca llegaría a convertirse en el mago perfecto. Y mientras, hecho una bola, acariciaba la varita entre sus manos, el tiempo de la clase se hizo verdaderamente eterno.

Dentro de la clase podía oir las voces de los alumnos. Estaban aprendiendo un par de hechizos, pero la densa madera que se interponía entre él y la clase le impedía saber cuales. Se levantó, y dirigió una mirada a la puerta. Se lo pensó unos segundos, pero negó con la cabeza; sólo para girarse en seco y con su varita apuntar a la pared de dura piedra, lejos de la puerta y de cualquier superficie de madera que pudiese resultar dañada por su hechizo.. Si es que lograba hacerlo bien.

-¡Sectum!- Chilló el chico con energía, y pronto se tapó la boca con temor de ser descubierto por los alumnos que daban clase detrás de él.

Una onda de energía oscura surgió de la varita del mago, chocando con pared. Y aquel simple maleficio bien realizado fue suficiente para sacarle de sus ensoñaciones y hacer que, de nuevo, la siniestra sonrisa del chico volviese a florecer. Justo a tiempo para ser golpeado suavemente por una puerta que se abría.

Por un momento pensó que había sido alguien alarmado por su hechizo. Pero afortunadamente no era así. Descubrió con alivio que, simple y llanamente, la clase había acabado. Con cuidado guardó la varita y echó un ojo dentro de la clase. Kenneth... Escoria. Rose... Escoria. Algo más allá descubrió a Mengele, sentado con aspecto aburrido. Samantha no estaba, por lo que la jóven Slytherin debía haber faltado a la clase cómo él. Tranquilamente, cómo si no pasase nada, picó la puerta y saludó a todos, especialmente Alexander, con una inclinación de cabeza.

-Buenas tardes en... Profesor Flitwick.- Si quería mejorar tenía que ganarse a los profesores, y eso sólo lo lograría siendo lo más cínico posible -Lamento el retraso.

Con orgullo, caminó lentamente hacia el profesor y lo miró. Una falsa sonrisa que intentaba ser melancólica miraba al medio duende con cara de circunstancias. Y cual cordero degollado, abrió la boca para hablar

-Me gustaría intentar recuperar las clases perdidas.- Masculló en voz baja, lo suficiente cómo para evitar ser oido por alguien que no le prestase atención. No era del todo mentira. Olson se sentía bastante decepcionado con el 3.5 en Encantamientos. Pero a fin de cuentas lo único que le interesaba era ganarse el favor del profesor -¿Sería mucho pedir una clase particular.. O algo así?

Muy bien señor Olson, dado que tiene voluntada de aprender y yo de enseñar, pues yo lo ayudaré, venga vamos a precticar todos los encantamientos con los que ha tenido problemas hasta ahora, incluyendo los de la clase de hoy, que son el encantamiento Reparo y el Lumos.

Venga por aquí y preste atención.

Los alumnos fueron eventualmente abandonando el aula, y Olson quedó a solas con el profesor Flitwick. Le parecía un hombre bastante molesto, pero Olson era lo suficientemente listo cómo para reconocer la inteligencia y el potencial mágico del medio duende. Una lástima que luchase en el bando equivocado. Richard se había recostado en la pared contraria a la puerta, junto a un pupitre, jugueteando con la varita entre sus ágiles dedos mientras esperaba a que la totalidad de sus compañeros abandonase el aula. 

-Gracias por la ayuda, profesor- Sonrió tras su varita cuando el último de los alumnos abandonó el aula. En el fondo sólo quería parecer agradecido.

Con los ojos muy abiertos escuchó todas y cada una de las lecciones que Flitwick le dió. Explicó cuidadosamente los hechizos que habían aprendido durante el día: Lumos y Reparo. El primero servía para crear un foco de luz emergiendo de la punta de la varita. Richard frunció el ceño. Nunca le había gustado demasiado la luz, pero pensó que a fin de cuentas todo poder es poco. "El conocimiento no ocupa saber" se dijo a si mismo, y quizá poder convocar una luz podría servirle en algún momento de ayuda. 

-Lumos- Sonrió con un leve movimiento que imitaba el que había ejecutado Flitwick.

La varita titiló unos instantes, que fueron suficientes para hacer pensar a Richard que había fallado con su hechizo. No obstante, tras un segundo la varita se encendió con fuerza, iluminando el entorno cómo una bombilla. Olson sonrió. Lo había logrado. 

-Un encantamiento sencillo pero efectivo, me gusta...- Con un movimiento de varita deshizo el encantamiento y dirigió una mirada inquisitiva al enano -¿Que viene ahora?

El encantamiento reparador, reparo, era el siguiente. Flitwick lo explicó mientras hacía desmontarse a si misma una extraña mesa encantada. Olson se preguntó a si mismo si con un Finite Incantatem podría desembrujar la mesa y convertirla en una normal, pero no lo hizo. Esas travesuras absurdas prefería dejarselas a Mengele, él era más refinado con sus experimentos. 

-Bien, creo que podré con ello- Comentó, alzando la varita hacia la mesa -¡Reparo!

Con un simple movimiento de varita, los trozos de la mesa se levantaron con gracia y, cómo si levitasen, se ensamblaron en el aire. Olson llegó incluso a abrir los ojos con sorpresa, fascinado por la precisión de sus movimientos. Se pensaba a si mismo un mago bastante más mediocre de lo que estaba demostrando. Con dedicación, pensó, podría ser más poderoso incluso que el mismísimo Lord Voldemort.

-Esto... Profesor Flitwick. Verá, no me gustaría molestarle demasiado, me imagino que tendrá usted cosas que hacer y tal.- Murmuró Richard, para finalizar -Pero debido a que la clase se ha dado bastante bien me gustaría pedirle consejo con mi Finite Incantatem. La verdad es que es el hechizo que más se me cruza de todos los que llevamos, y me preocupa que pueda llegar a ser un problema.

Sin esperar la aprovación del medio duende, Olson se giró hacia una pared, apuntando hacia ella con la varita. A pesar de su maldad intrínseca, no dejaba de ser un niño; y pensaba que si no hacía una muestra de sus habilidades -o de la carencia de estas- a Flitwick este no podría corregirle. Así que, sin pensarselo mucho, vociferó el hechizo en dirección a la pared, rogando porque este no saliese demasiado mal.

-¡Finite Incantatem!

--------------------- Primera Parte ---------------------

Samantha entró en aquella clase, fría y dura, como siempre. Se notaba que aquel profesor más que admiración o respeto, le evocaba aburrimiento o algo parecido a la hartura. Se sentó en el primer sitio que vio, sabiendo que aquello no la "divertiría". Buscó con la mirada a aquellos con los que se relacionaba de vez en cuando, aunque tampoco es que hiciera mucho esfuerzo. No se sabe si los vio, o no. Tomó asiento y dejó a aquel profesor hablar, y hablar, y hablar... -*Demasiada palabrería Sr. Flitwick... Como siempre.*- fue lo único que pasó por la cabeza de la chiquilla. - Reparo. - pronunció, cuando aquel hombre dejó de hablar.

--------------------- Segunda Parte ---------------------

La segunda lección le parecía igual de inútil que la primera, aunque viniendo de Flitwick sabía que no podía esperar nada productivo. Esperó a que este se volviera a callar y pronunció. - Lumos. - 

Iba anotando lo que decía el profesor. Reparo, siempre y cuando se tengan todas las partes, y Lumus, para hacer una linterna de una varita. ¡Oigan, eso sonó a comercial!

Revisé mis apuntes cuando nos habló de la mesa. Alcé la cabeza por encima de todas las demás y pude ver como nada más tocarla ¡bam! ¡al suelo!

No es mala idea… en una hoja aparte hice un dibujo de la mesa del comedor de Slytherin… ¡no, una silla, mejor! ¡Operación Caída de Cañón en proceso!

Comenzamos a pasar. Llega uno de Ravenclaw que sin ningún problema lo logra. Está tan pulcro y con el cabello tan relamido que casi podría ser un casco. Le sigue Cameron… me sentía nerviosa por él, pero le salió tan bien que aplaudí bajo la mesa. ¡Así se hace! Después Connor, que también lo logra igual que Artemis. ¡Bravo, esos son mis amigos!

Parece que todos van pasando el hechizo sin problemas, pero la cadena se rompe pronto con un Ravenclaw. Me siento nerviosa. ¿Qué tal si fallo?

Con los nervios de punta, me dirijo a la mesa. Algunos lo lograron, otros menos no. Alzo la varita, tratando de recordar cómo hacer el hechizo…

- ¡Re… paro!                                                   

Obviamente, la pausa jugó en mi contra. Voy a la mesa de nuevo, con la cabeza baja ahora. En medio de mi abatimiento me llega una nota de Artemis y sonrío. Respiro para calmarme, pensando en que no fue tan malo. Puedo volver a practicar el hechizo una y otra vez si es necesario. Mis amigos no se burlarían de mí, y son los únicos que importa lo que piensan en todo el salón.

Segunda Parte

Un nuevo movimiento de varita del profesor, y la oscuridad nos invade. Era tan cómodo no tener que soportar la luz del sol que sin saber iba cabeceando…

¡No, sueño no!

Despierto de golpe, justo cuando el de Ravenclaw que hizo primero lo de la mesa hace el encantamiento y tuve que entrecerrar los ojos, pero entonces Cameron también hace brillar la sala…

Al abrir los ojos aun veía aun luces de colores. Deslumbrada aun, como pude me puse de pie sin tropezar, aunque tuve que sujetarme de la mesa. Genial. No vi como el profesor hizo el encantamiento, no sé más que el nombre… Como sea. Si voy a fallar, que sea de una vez.

- ¡Lumus! – exclamé sin la menor preocupación y tadà! Se hizo la luz.

Me quedé mirando mi varita, sorprendida. Tenía más posibilidades con el primero, estoy segura que las tenía. Camino de vuelta a mi mesa, ahora si completamente despierta por la sorpresa. El primero lo fallé cuando debí de lograrlo, el segundo lo logré cuando ni siquiera podía tener los ojos completamente abiertos.

Hago el reporte, pero con la mente en otro lado. Todos sonaban tan seguros cuando hicieron sus encantamientos. En el reparo, estaba tan nerviosa como un gato. ¡Eso fue! Estaba asustada.

Al reporte, añado una línea:

Creo que, dada mi experiencia en la clase de hoy, la seguridad y confianza en uno mismo es vital para realizar el encantamiento correcto. 

Buenos días jóvenes está es nuestra última clase antes del exámen final así que quiero que presten mucha atención, pues voy a enseñarles tres encantamientos muy útiles, el primero de ellos el encantamientos agrandador "Engorgio", luego veremos el encojedor "Reduccio" y finalmente les enseñaré el encantamiento del ladrón "Alohomora"

Estos tres encantamientos forman parte de la formación básica de cada mago y pueden ayudarlos a solucionar muchísimos problemas en su vida, pero recuerden que deben ser usados con precaución pues si hacen un mal uso de ellos es probable que la policía mágica o incluso la muggle les siga la pista, lo digo especialmente por el encantamiento "Alohomora", traten de usarlo solamente en la puerta de su casa cuando se hayan dejado olvidadas las llaves. - agrega el profesor en tono divertido.

Empeza la recta final, las últimas clases del curso y las escasas horas libres que disponíamos apenas iban a ser suficientes para que terminara todo. Era mucha presión.

- Engorio.

Pronuncié el primer conjuro pero la manzana no cambio en absoluto, por lo que pasé al siguiente.

- Reduccio.

Y la fruta ésta vez se hizo tan pequeña más una pipa de girasol. Después procedí a intentarlo con en cofre cerrado.

- Alohomora. ¡Si!

Salté al escuchar el clank de apertura y emocionada probé con otro hechizo para demostrar mks progresos al profesor.

- ¡Ferma!

Y desde el cofre volvió a sonar la cerradura cerrarse.

Fui a la clase con esperanzas de aumentar de mejor manera mis notas, hoy iba a ser un gran día, por lo que me sentía bastante preparado. Mi brazo se había arreglado mucho, pero naturalmente, la clase aparentaba no ser lo que esperaba. Le encontraba la razón al profesor sobre los conjuros, Engorgio podía convertir una mascota en una máquina de batalla, reducto podía servir mucho para destruir cosas, y Alohomora para buenas entradas. Lamentablemente, no me funcionó ninguno de esos conjuros, quizás estaba demasiado nervioso.

Me quedé el resto del día en la clase, practicando los conjuros con la ayuda del profesor. Ciertamente, era algo inesperado, pues realmente su ayuda me hizo poder hacer los primeros dos conjuntos de buena manera, el último, sin embargo, para mi fue imposible, y terminé la clase sin lograr aprenderlo.

Richard llegó a esa clase pensando en aprender nuevos conjuros, pues sabía que el profesor le podía dar buenos consejos para aprender. Allí, se sorprendió de que su primer conjuro le resultara de tan buena manera. Pero claro, no todo podía salir bien. Le tomó mucho más tiempo del que esperaba poder aprender los otros dos conjuros, de hecho, se tuvo que quedar el resto de la clase allí, practicando una y otra vez, hasta poder lograr hacer los conjuros gracias a la ayuda del profesor.

Samantha asistió a la clase con todas las cosas que le había requerido a sus sirvientes. Tenía suerte de que sus padres le hayan dejado tanta riqueza y tan buenos sirvientes, porque finalmente, cuando ella fuera adulta, de ella completamente sería la casa. Una vez en la clase, comenzó a hacer cada uno de los conjuros que pidió el profesor;

Engorgio. Reduccio. Alohomora. 

Y a pesar de costarle un poco, los logró hacer de buena manera. Observó de reojo a Hellen, que cerraba el cofre de nuevo con otro conjuro, por lo que ella procedió a repetir el proceso, el cuál logró con facilidad.

Al llegar al salón, tomo asiento en mi lugar y observo con detenimiento al profesor.

Engorgio, estaba esperando esta clase ahora dar lo mejor de mi, después de todo este ya lo sé, pero los otros dos... Bueno veamos que tal sale. - pienso mientra me posociono frente a la manzana que el profesor nos proveyo para praticar el hechizo.

¡Engorgio! - exclamo con decisión mientras la manzana alcanza el tamaño de un melón.

Muy bien, ahora vamos a devolverte a tu tamaño normal. Vamos amiga, yo sé que podemos lograrlo. - le susurro a mi varita mientras apunto a la manzana - ¡Reduccio!

Luego de lanzar mi conjuro, la manzana regresa a su tamaño normal. - ¡Genial!

Tras mi éxito inicial me siento bastante confiado y sin pensarlo dos veces apunto al cofre que el ptofesor había puesto al centro del aula y digo: - ¡Alohodora!

Rayos, algo fue mal, lo intentaré de nuevo despues de clase, por ahora mejor aprovecho y pruebo el conjuro de Hellen uso para cerrar el cofre. - pienso mientras lo abro de manera manual, para luego apuntar mi varita y decir: ¡Ferma!

El cofre se cerró con dos golpes de llave, al menos en ese me fue bien.

Al finalizar la clase me acerco al profesor y le digo: Profesor, puede ayudarme a lograr aprender Alohomora, no sé muy bien que es lo que salió mal en mi primer intento.

Tras observar de nuevo los movimientos del profesor hago un segundo intento y esta vez el conjuro sale con facilidad.

Bueno, finalmente estamos en la recta final de las clases del profesor taponcete y hoy vamos a estar haciendo algunos hechizos de utilidad. Miro la manzana que nos da para practicar. Jo, la verdad es que preferiria darle un mordicos. Oh, bueno...

- ¡Engorgio!

La manzana rápidamente aumenta de tamaño, tornándose más grande como una calabaza. Mmm... ¿Más manzana para comer?

- ¡Reducto! - frunzo el ceño, mirando a la varita, no ha funcionado, ¿quizás es porque prefiero tener una manzana gigante?

Tras eso, tocar probar suerte con el cofre.

- ¡Alohomora! - siento que por poco el hechizo no funciona, pero logro abrir el cofre, luego, copiando los movimientos de Hellen - ¡Ferma! - y vuelvo a cerrarlo.

Al terminar la clase, cargo con los dos brazos la manzana gigante a la mesa del profesor y vuelvo a probarlo.

- ¡Reduccio! - esta vez la manzana vuelve a su forma normal - Profesor, ¿puedo llevármela? Tengo un poco de hambre. - le miro con una sonrisa - Y, una pregunta. ¿Pasaría algo si aplicamos el Engorgio a algo de comer y, aprovechando su mayor tamaño se come entre varios?