Partida Rol por web

Tras escuchar tu relato tus abuelos se miraron el uno a la otra y sonrieron ampliamente.

- Esa es la clase de amistades que debes cultivar mi querida Allison. - dijo tu abuela tomándote por sorpresa.

- Por favor invita a tu amigo para que pase una temporada con nosotros, pues sería un verdadero privilegio para nosotros poder atender a tan distinguido joven y quizá, tal vez les ´de tiempo de estrechar su vínculos. Anda hija no pierdas tiempo y envíale una invitación. - dice tu abuelo con una sonrisa que parece esconder algo más.

La nueva actitud que habían tomado sus abuelos tomó a Allison por sorpresa, no recordaba haberlos visto sonreír así nunca antes, pero lo que le pedían que hiciera no lo acababa de ver claro. Artemis seguro que tenía mil cosas que hacer durante las vacaciones, de hecho quizá estuviera junto a la señora Hermione estudiando en el departamento de Investigación y altos estudios de magia con el que le habían recompensado. Y además, si disponía de tiempo libre, él querría estar con su familia y con Hellen. ¿Qué podrían hacer ellos dos en la casa de sus gruñones abuelos?

La niña miró a sus abuelos sin saber como salir de aquel atolladero, así que simplemente optó por decir la verdad, no quería llevarles la contraria y hacerlos enfadar, pero no quería molestar a su amigo para que viniera a visitarla, no con la presencia de sus abuelos. - De veras que me gustaría hacerlo, pero Artemis fue premiado al final del curso con una pasantía durante los meses de verano en el departamento de Investigación y altos estudios de magia... No creo que pueda dejar esos estudios para poder v-venir... ¿Quizá le pueda enviar una invitación para el próximo verano..? - preguntó con tono sumiso, mientras ponía cara de disculpa, realmente no mentía, dudaba mucho que pudiera acudir a verles, y en el fondo se alegraba de que fuera un chico tan ocupado.

Freddy practicaba el expecto patronus siempre que podía. No lo había usado durante el ataque del demonio por que aún no confiaba demasiado en su habilidad y, vistos los resultados, había hecho bien en no lanzarlo. Siempre que tenía una oportunidad lo intentaba de nuevo, hasta el agotamiento.

Buenas tardes.

¿Y quién garantizará todo eso?

Parker me mencionó que hay cierto conjuro, desmerizante o algo así lo llamó, que te hace olvidar. Bastaría con ese hechizo y nadie se entraría de lo ocurrido. Por eso la necesidad de alguien que garantice los derechos del animago.

El veritaserum en verdad lo veo algo extremista, pero puedo llegar a entender los motivos que lo justifican. Imaginaos que alguna organización se dedicara a enseñar a magos y brujas a convertirse en animagos para poder socavar el orden, seguro que no le importaría perder algunos miembros en el proceso pues los beneficios superarían los riesgos e incluso les permitiría estar registrados sólo para poder acercarse a nosotros. No olvidéis que casi todos tenéis posiciones importantes dentro del mundo mágico y la predisposición a ayudaros mutuamente sería una gruesa venda para detectar semejante mal.

Espero no estar desvarando demasiado, pero creo que se entiende lo que quiero decir, aunque si no me explicaré.

Hemos conseguido un don inusual y qué asusta al Ministerio por lo que debe ser reglado, pero no hemos cometido ningún delito así que por mucho que quieran registrarnos e informarse de cómo lo logramos, no deben olvidar que no hemos hecho nada malo como para tratarnos como delincuentes. El problema es que parecen haberlo olvidado, u obviado, por eso es necesario que alguien se lo recuerde constantemente.

Saludos,
☆ Hellen ☆

- Muy bien. Entonces está decidido, será el próximo año. Por ahora sólo relájate y diviértete. Allison. - respondió tu abuela con calma mientras llamaba a su elfo y le daba instrucciones.

Una semana después de aquel incidente, regresas a tu casa y cuando te estás preparando para ir a visitar a Mérida, llega una carta a tu casa de parte de tus abuelos, indicando que ellos se harán cargo de proveerte todo lo necesario para tus estudios a partir de la fecha, lo que toma por sorpresa a tus padres, quienes a regañadientes aceptan el ofrecimiento, después de todo era para la mejoría de su adorada hija.

- Alli, no sé que paso en casa de tus abuelos, pero ellos quieren hacerse cargo de los gastos escolares este año. Bueno princesa, todo sea por tu mejoría. Ahora termina de preparar tu equipaje que tu mamá ya está lista para llevarte a visitarba tu amiga Mérida.

Disfruta tu viaje y cariño. - dice tu padre, más por formalidad que por advertencia mientras te abraza amorosamente y te besa en la frente.

Me reí con el comentario de Katherin.

- No importa, ya estás bien así, de todas maneras sino los habrías visto en casa.

La nana parecía muy estricta a pesar de lo bondadosa que era. Igualmente, habría sido genial tener una nana como ella. Mis padres asintieron, asegurando que mantendrían el control sobre nosotras.

- Sino la señora Brams seguro que pondrá rápidamente orden - dijo tranquilamente mi padre.

Lo del crucifijo no lo entendí, parecía algo así como un conjuro de protección, pero sin usar una varita. Tendría que preguntarle a Kat más tarde.

Por fin nos despedimos y salimos de la estación camino al parking. Allí nos esperaba el viejo rolls-royce de mi padre, un coche antiguo que mi padre cuidaba como si fuera una legendaria reliquia familiar. El viaje a casa lo pasamos hablando de lo que íbamos a hacer durante la siguiente semana, y yo enseñándole a Kat los lugares que pasábamos. Veinte minutos después cruzamos la verja de nuestra casa, una pequeña mansión de época victoriana con un bonito jardín que había pertenecido a la familia de mi madre, los Owens, desde su construcción en la época.

Papá aparcó delante de la puerta principal y salí corriendo tomando a Kat de la mano.

- Nos vamos a mi habitación para que lo vea - dije dejando a mis padres con las maletas. Nos llevamos únicamente la mochila donde guardaba el libro.

La conduje por la entrada hasta unas escaleras que conducían a la primera planta y luego por un pasillo impoluto hasta unas puerta puerta de caoba. Justo antes de llegar nos cruzamos con la señora Brams, una mujer de mediana edad, de gesto avinagrado y un atuendo tan deprimente como su peinado. 

- ¡Señorita Rose! ¿Qué hace corriendo por los pasillos? No debe...

Le cerré la puerta en las narices y la dejé con las palabras en la boca. Se pudo escuchar como refunfuñaba al otro lado y el taconeo de sus zapatos al alejarse.

Sin hacer caso, corrí hacia un baúl al lado de mi cama. Mi habitación era espaciosa y de bonitos muebles, pintado de azul, pero decorada con sencillez. Había algunas muñecas, posters de grupos de rocks mágicos y varios artefactos mágicos que me había regalado mi madre y de los que la mayoría no sabía ni para qué servían.

Saqué del baúl un envoltorio.

- Feliz cumpleaños, Kat - dije sonriéndole - no sñe cuando es tu cumpleaños, así que decidí hacerte ahora el regalo.

Le entregué el envoltorio que contenía dentro una Centella ardiente plus.

Por fortuna había evitado que sus abuelos se molestasen, ahora tendría que preguntarle a Artemis durante el próximo año para complacer así a sus abuelos. Aún no entendía tan repentino interés, pero sabía que no debía llevarles la contraria. No cuando parecían estar tan.. Contentos. Quizá fuera una buena señal, y con ese pensamiento los días pasaron, y al final de la semana pudo volver a casa con papá y mamá, como tanto deseaba. 

Pero aún quedaba una sorpresa que ninguno de la familia esperaba, una carta de parte de sus abuelos. Tanto los padres de Allison, como ella misma, estaban perplejos por lo que acababan de leer.  No puede ser..! Pero... Si es sólo para mí... Aún no han perdonado a papá. 

La niña no sabía que decir ante el acto generoso de sus abuelos, durante tantos años apenas se habían interesado por ella, y de pronto tras su regreso de Hogwarts y la carta del señor Flamel habían cambiado de parecer. Aunque le apenaba que aún no quisieran hacer las paces con papá y mamá. Pero debía pensar en lo positivo del asunto, ahora que sus padres no tenían que encargarse de sus gastos escolares, quizá pudieran tener un respiro y poder así vivir mejor sin tener que "ajustarse tanto el cinturón". No pienso rendirme, con el tiempo conseguiré que volvamos a ser todos una familia.  Pensaba con decisión mientras se preparaba para pasar las vacaciones con Mérida. 

- Al menos así no tendréis que trabajar tantísimo... Y cuando vuelva de estar con Mérida, ¡os tengo que seguir contando más cosas sobre mis aventuras en Hogwarts! Muchas gracias por dejarme ir a visitarla, ¡me muero de ganas por volver a verla! - respondió sin saber si debía contarles lo que había sucedido, quizá le consultase a Mérida, ella siempre tenía buenas ideas, cuando su padre la abrazó, Allison se aferró a su padre mientras se despedía.  - Os quiero muchísimo. ¡Volveré pronto! - añadió mientras corría tomando su maleta para ir al encuentro de su madre. - ¡Ya voy mamá! - 

A finales de la primera semana de agosto, una lechuza marrón acude con una carta.

Cita:

Todo lo que había hecho Samantha en su primer año había servido. Es cierto, había pagado un precio irrecuperable, su alma, pero por Lord Voldemort ella era capaz de cualquier cosa. Lord Voldemort había puesto un fragmento de su alma en ella, y les había dado su apellido a sus padres para que ella fuera un gran mago, y, tal como tantos, ella poseía un talento inimaginable. Preparó a todos sus sirvientes para el recibimiento de su señor. Debían prepararle todo lo que él necesitaba. Incluso Samantha llevó a sus compañeros, Richard, Eliphastus y Alexander, para presentarlos ante Lord Voldemort. Cada uno de ellos se presentó a lo que pertenecía y como había servido su familia. Lo más sorprendente de todo fueron los mortífagos que acompañaban al señor Voldemort. Todo indicaba que se preparaba una nueva época para el verdadero poder oscuro. Ella le contó a sus compañeros como su familia había servido personalmente a Lord Voldemort, una historia que probablemente ellos se imaginaban, pero no por eso no se los había de explicar.

Richard no se esperaba como se desencadenaría todas las vacaciones de ese año. Como terminarían en la mansión de Samantha, y como conocerían a Lord Voldemort y otros tantos mortífagos. Le presentó a todos el origen de su familia, como habían hecho experimentos con muggles para identificar grandes tipos de posiciones, desde el control mental generalizado hasta ser capaces de manejar de una manera muchísimo más eficaz la mente de las personas que con el conjuro Imperio, y lo mejor de todo, de forma irrecuperable. También explico como todos los datos del trabajo de su padre se encontraban manejados por la CIA en Estados Unidos, y quería volverse lo suficientemente poderoso para poder obtener de vuelta esos papeles y poder seguir en práctica los estudios de su padre.

Yo me mostré sorprendido por la información de Samantha, por lo que inmediatamente le informé sobre esta reunión a mi familiar. Una vez en la mansión de Samantha, me vi sorprendido ante la gran reunión de la que estaba siendo unido, la reunión nuevamente de los poderosos magos oscuros. Me presenté, y explique cómo mi familia mantenía la antigua red de información mágica de conocimientos oscuros, y como poco después de la última caída de Lord  Voldemort esto había sucedido, destruyendo a mi familia. Traje todos los tomos que quedaban, los más importantes, mostrándoselos a todos los presentes, mientras les explicaba como el cuartel general de mi familia había sido destruido por completo.

Una noche de agosto.

Hacia buena noche, o así la sentía desde que me había tranformado y escapado tras la valla. Quería descubrir cómo se percibía el mundo como una pantera y se me estaba acabando el verano. Hoy había decidido hacer un esfuerzo e intentar vencer el cansancio que se acumulaba tras todo el día estudiando.

Bastet parecía haber intuido mis intenciones y me acompañaba. Había descubierto que se trataba de un gato bastante hablador, aunque siempre lo hiciera casi en susurros y sólo pudiera entenderlo en mi forma felina, pero se conocía todos los recovecos por los que escabullirse hasta el río.

"Y eso que siempre pareces estar durmiendo"

Le respondí obligándome a susurrar no fuera a terminar rugiendo y mis padres se enteraran de que me había escapado.

Había supuesto que podía entenderlo por semejanza racial, ambos éramos felinos, pero cuando vimos los peces del río estuve segura que podía entender a muchos más animales pues pude escucharles chillar cuando puse mi pata en el agua salpicando el lugar.

Sin embargo, lo más impresionante era la forma en la que se potenciaban mis sentidos. Podía ver con total claridad a la luz de la luna, así como oler el asfalto de la carretera o escuchar a mis padres terminando de recoger la cocina. Era fácil suponer porque había animagos que decidían no volver a su forma real, pero deduje que se trataba de gente que hubiera perdido todo lazo con el mundo o que hubieran acabado asqueados de este por uno u otro motivo. Al menos yo ya había decidido no dejarme seducir por el, e incluso se lo había prometido al señor Krum, pero eso significaba que no pudiera regodearme y divertirme recorriéndolo.

"Volvamos a casa. Mañana debo madrugar."

Le expliqué a Bastet mientras me ponía en camino sigilosa para evitar asustar a nadie... salvo que pillara a Jared despistado.

Cuando comenzaron las vacaciones el joven Mengele se presentó ante Voldemort, con el objetivo de seguir creciendo en sus oscuras habilidades de dominio demoniaco, además, Alexander, le entrego al señor oscuro una vieja gema de comunicación con el objetivo de cumplir la gesta que su abuelo le había indicado en un mensaje enviado por el espejo ¿de que hablaran eso viejos aliados? Nadie lo sabe pero instintivamente el joven sabía que sería peligroso averiguarlo.

Una vez hecho eso, Alexander prosiguió con sus estudios en el arte de las maldiciones, invocaciones demoniacas y experimentos bizarros con fusiones de entes de otros planos, purificación sanguínea, etc. En pocas palabras, siguió con la retorcida tradición familiar que caracteriza a los Mengele.

Pero este trabajo no lo hizo solo, fue asistido por mortífagos especializados en este tipo de magia e indicaciones que su propio abuelo le mandaba de vez en cuando… 

Con la emoción que sentía por volver a reunirse con su amiga, Allison ni notó la duración del viaje, es más se le había pasado volando, tenían tantas cosas que hacer juntas, se había llevado también algún libro para leer, pero algo le decía que no tendría tiempo ni ganas de meter la nariz en sus libros. 

Después de despedirse de su madre dándole un fuerte abrazo, tomó su pequeña maleta y se dispuso a pasar lo que sería posiblemente un verano para recordar junto a Mérida. Casi estaba que brincaba de la ilusión.

La verdad es que estaba desbordante de alegría desde que recibí la respuesta de Allison que vendría a pasar las vacaciones con nosotros en Cornwall. Si mis apdres habían tenido alguna duda de eso antes, verme tan repleta de energía y alegre disipo cualquier posible reserva.

Así pues, llego con papá y mamá a la estación de tren diez minutos antes por si acaso. Y me paso el tiempo en el andén, esperando ver llegar al tren finalmente. A medida que se va deteniendo voy mirando por las ventanas en busca de mi amiga, hasta encontrarla. Momento en el que me pongo delante de la puerta y, en cuanto se apea la recibo con un fuerte abrazo.

- ¡Allison! Estoy tan contenta de que hayas podido venir. Ven, voy a presentarte a papá y mamá.

El viaje en tren había sido divertido, había pasado parte leyendo su libro de herbología y la otra mayor parte del tiempo mirando por la ventanilla. Casi sentía el mismo cosquilleo como cuando se montó en el tren que iba a Hogwarts, pero esta vez no eran nervios sino alegría. 

Cuando llegó a la parada, Allison agarró su maleta y nada más bajarse del tren fue sorprendida con el abrazo de su amiga Mérida, la pelirroja contuvo un gritito entre emoción y sorpresa. - ¡Mérida! ¡Holaa! Qué alegría estar aquí ya, ¡sí, voy! - respondió mientras seguía a su amiga con una gran sonrisa en la cara, mientras recordaba mentalmente lo que mamá y papá habían dicho, no debía olvidar ser respetuosa y educada, no quería acabar siendo una molestia para los padres de Mérida. 

Después del abrazo a Allison, la tomo de la mano y la llevo hasta la entrada de la estación donde papá y mamá estaba esperando al lado del coche, por su trabajo en el Ministerio de Magia, ambos se habían acostumbrado a bastantes de los artilugios normales para poder pasar desapercibidos.

- Allison, estos son Luke y Marion Becket. Papá, mamá, esta es Allison.

Como siempre, mis padres responden de una manera un tanto estirada, así que, poniéndome detrás de ellos, me hundo de hombros para Allison como disculpa por la formalidad de estos.

Tras poner las cosas de Allison en el maletero, subimos al coche y mamá empieza a conducir de camino a la casa, papá nunca ha sido capaz de conducir uno de estos vehículos.

- Ya verás, Allison. - le digo durante el viaje, sentadas ambas en los asientos de detrás - Te va a encantar. La casa está situada al lado de unos acantilados que dan al mar y a cinco minutos hay una playa preciosa. Y, ¿sabes lo mejor? - le digo inclinándome hacia ella para susurrarle - Mis padres siguen trabajando, con lo que tenemos casi todo el día para explorar por los alrededores o hacer lo que queramos. Hay un montón de leyendas locales acerca de hadas y duendes que sería divertido explorar, ¿no crees?

Kat se alivio al escuchar eso, por lo que Jane dijo parecia que sus padres eran buenas gentes, refinados si, pero buenas gentes. Sonriendo mas tranquila le dijo:

-Fiu. Gracias al cielo, por poco y me voy un baño a cambiarme.

Dijo para luego soltar una risilla. Luego de este momento incómodo por fin tocaba moverse, Kat no lo podía creer al ver semejante coche negro tan señorial, como si de un auto de los que salen en la tele. Durante aquel viaje no podía dejar de emocionarse por estar viajando en semejante vehículo, además de las descripciones de Jane que no dejaban de emocionarse por las vacaciones que les esperaban a las dos.

Si el coche había sido una gran sorpresa esta sólo era una de muchas, la casa de Jane y los extensos terrenos a su alrededor no podía sino mirar a Jane con admiración, como si ella fuera una especie de princesa de cuento de hadas. Si su casa por fuera era imponente su interior era aún mas sofisticado y elegante, con criadas y mayordomos muy limpios y bien arreglados por todo el lugar. No hubo tiempo de seguir admirando a esas personas tan geniales ya que Jane se la llevó corriendo de la mano dejando botada su maleta en el recibidor, en esa carrera frenética pudo ver de reojo a una señora pálida y estirada antes de que se cerrara la puerta. Mientras intentaba recuperar el aliento Kat se encontró en una espaciosa habitación muy linda, debia ser de Jane. Kat solo pudo decir:

-Wow, tu cuarto es enorme.-bajo la vista un segundo, sintiéndose apenada-Mi habitación es apenas un cuarto de esto, y en eso caben mi cama, un ropero y un escritorio.

Iba a seguirle contando mas cuando de repente Jane le presento un paquete y diciéndole que era para su cumpleaños, Kat al recibirlo con incredulidad solo dijo:

-Pero mi cumpleaños es el 1 de enero, no era necesario Jane.-Musito para seguidamente empezar a abrir el paquete con visible emoción, mientras lo hacia dijo-Pero gracias.

Después de abrir el paquete vio que se trataba de una escoba chulisima, este presente le dio a Kat una mezcla de alegría y tristeza, Miro a Jane y confesó:

-Gracias Jane, es una escoba genial, pero es que.....yo le temo a las alturas.

Tomo aire y explico:

-Si se volar y todo, pero es por que aprendí a hacerlo para no decepcionarlos a todos, a ti, a Artemis, a Mérida, a Freddy y los demás.

Kat tomo otra bocanada de aire y continuó:

-Después de la charla sobre el Quiddich fui al claro del lago en la noche, ahí practique y practique hasta que pude por fin montarme en la escoba. Ni te digo lo que me llevo despegar o sólo poder planear, pero lo logre. Si no me crees mira.

La niña de repente se arremangó una manga de su camisa larga y le mostró una cicatriz que iba a lo largo del antebrazo. Miró la herida mal atendida con una mezcla de asco y orgullo, le sonrió a Jane y dijo:

-Esto me lo hice en el último ensayo que hice antes de las pruebas de vuelo. Logre llegar a un árbol y no me pude parar.-arremangó su camisa y continuó-y lo peor es que aún tengo miedo a volar, no importa cuanto lo intente aún me da ñañaras cuando monto una escoba.

Kat solo bajo la vista sintiéndose apenada, dejo la escoba a su lado y dijo:

-Perdona que sea tan cobarde.