Partida Rol por web

Allí me encontraba, estudiando asiduamente cuando de repente algo me llamó la atención. No fue una chica rubia que estaba junto a otra en una mesa, sino el libro que éstas traían. Parecía un libro pesado, antiguo, y lo más curioso, parecía un libro bastante valioso. Miré por encima del libro que tenía entre las manos, uno de los libros reglamentarios que tenía que comprar en el callejón Diagon para el primer curso. Me aburría un poco, y apoyé las manos en mi barbilla y los codos en la mesa. Miré distraída a las luces, y comencé a repasar una de las estanterías con libros, disfrutando de los nombres de los títulos de los mismos. -Buf...- Suspiré, agobiada, procrastinando cinco minutos de mi tiempo. Por cinco minutos, nada raro o malo podía pasar.

Habíamos abierto el libro por el índice y repasándolo rápidamente con el dedo busqué la página en la que se detallaba uno de los primeros planos del castillo. 

Entonces la sensación tan familiar de sentirme vigilada me hizo levantar la mirada de las páginas. Una niña de Ravenclaw nos miraba desde la mesa de enfrente aunque rápidamente pareció volver a lo que sea que estuviera haciendo muy interesada en los títulos de los libros de las estanterías. 

Sonreí de medio lado y sin hacer ruido me levanté de la silla dejando a Zoe con el libro. - Ahora vengo. - Le susurrré antes de alejarme resueltamente en dirección a la mesa de la chica solitaria.

- Hola. -Sonreí con cierta picardía tomando asiento con total tranquilidad frente a ella.

Mis dedos recorrían rápida y metódicamente los títulos de los libros. Justo cuando estaba leyendo algo parecido a "Leyendas de la historia mágica", una voz, que me saludaba, sonó a mi espalda. Me giré un momento y saludé con una pequeña sonrisa. -Buenos días a ti también. Hm...- Comencé a decir, mas no sabía cómo continuar la conversación. Después de un segundo tenso en el que miré a la chica de una forma un tanto incrédula, acentué esa sonrisa y proseguí, bajando un poquitín el tono de voz, pese a que las primeras palabras ya habían sido en un tono suave y nada irrespetuoso con los compañeros que se encontraban en la biblioteca que, a estas alturas del año, eran pocos. -¿Se te ofrece algo? A modo de saludo daría un abrazo o dos besos, como hago con la familia o mis amigos pero casi no te conozco.- Murmuré, refiriéndome a una conversación con Mia, en la que pareció decepcionada cuando desistí en el intento de darle un abrazo. No la conocía y pensé que se podía enfadar, pero pareció resultar al revés. Sin embargo, había visto que los Slytherin eran bastante extraños. Desde Zane, el chico de pelo negro hasta Debbie, con la que había mantenido una interesante conversación con la magia, parecían estar en otra dimensión que yo no conocía. Tendí mi mano hacia ella de forma suave y sonreí con sinceridad. -Charlotte, ¿verdad? Encantada.- Susurré, esperando que me tendiera la mano. Si ella me daba la mano se la daría muy suavemente. Si no, la retiraría, así como mi sonrisa, y mi mirada se tornaría algo menos agradable.

Me levanté para quedar a su altura.

- Charlie - corregí estrechando su mano de forma amistosa, esbozando una sonrisa divertida ante tanta explicación innecesaria. - ¿y tu? - Pregunté en un susurro, tomándome la libertad de echar un vistazo a los libros en los que parecía tan interesada. -¿Te gustan los libros? - Pregunté apoyándome un poco sobre la mesa para estar más cómoda, haciendo un ademán con la cabeza en dirección a la estantería.

La verdad, para ser una chica de Slytherin parecía mucho más maja que los otros. Bueno, quizá fueran solo Debbie y Zane, que eran difíciles de tratar. Mis ojos centellearon, con ese color tan característico entre el verde y el gris, cuando ella me habló sobre los libros. De todos modos, intenté no parecer una niña exaltada cuando le contesté a Charlotte. -Charlie. Tendré que grabármelo en la cabeza.- Murmuré para mí misma más que para ella. -Aelia.- Le dije, ahora sí, a ella, alzando un poco más la voz. -La verdad es que sí, me encantan los libros. Pero no tanto como la música. ¿Y a ti?- Murmuré. Acordándome de eso, tenía que practicar con el violín un poco más, no quería perder la soltura que tenía, puesto que el nivel que tenía era propio de la élite, pese a tener once años. -Por cierto, los Slytherins habéis hecho transformaciones, ¿no? ¿Cómo fue la clase?- Dije, para sacar un tema de conversación, con una sonrisita algo dulce en mis labios.

- Pues si te gusta la música deberías ver el aula que tienen para los ensayos del coro. -Respondí con una sonrisa, rememorando la pasada noche frente al formidable piano de cola. - Sobre transformaciones...- me encogí de hombros - solo es cuestión de práctica. - Hice una pequeña pausa para escoger uno de los libros. 

" Ilustres retratos, una guía sobre la colección pictórica de Hogwarts"

- En cuanto a los libros, la verdad es que tengo que confesar que mi intención al presentarme no ha sido totalmente desinteresada... -Sonreí con cierta picardía. - Estamos tratando de poner en marcha un Club de Lectura y he pensado que a lo mejor estabas interesada. - Añadí señalando con la cabeza hacia la mesa donde Zoe seguía enfrascada en el libro que habíamos escogido. - Quedamos para estudiar, hacer los deberes, practicar hechizos, ya sabes... Siendo un Club conseguir los libros que necesitemos es mucho más sencillo, o incluso aulas para actividades. - Hice una pequeña pausa para apartarme un mechón de pelo rebelde tras la oreja. -La verdad es que aun estamos empezando, pero Dumbledore ya ha dado su aprobación y Slughorn se ha ofrecido a tutorizarnos -

Sonreí un poco, ilusionada, cuando ella me habló del aula de música. ¡La verdad es que en esa escuela había de todo! Normal, siendo tan grande, era lógico que hubiera aulas para todo. Y siendo tantos niños como éramos, o jóvenes adultos como diría mi padre, a alguno le debería interesar la música. ¡O la lectura! -Pues la verdad es que es una muy buena iniciativa. Lo que no acabo de entender es... No es por desmerecer, eh.- Dije, manteniendo mi cordial sonrisa. Me corté a mí misma porque lo que estaba a punto de decir era un poco cruel respecto a los magos y brujas que habían pasado con anterioridad por el lugar, pero también era la cruda verdad. -Pero no acabo de entender cómo no se le había ocurrido a ningún mago antes que a vosotras. O quizá había uno pero se abandonó...- Dije esto último, nuevamente, pensando para mí misma. -Pues la verdad es que me encantaría pertenecer al grupo, y echaros una mano en lo que hiciera falta. ¿Esa chica es amiga tuya?- Añadí de repente, presa de la curiosidad. Al fin y al cabo, si iba a ser una de las personas con las que iba a congeniar en el club de lectura quería conocerla.

Me encogí de hombros. -Bueno, supongo que siempre hay una primera vez. -Respondí de forma diplomática. La verdad era que tenía razón, el que a nadie se le hubiera ocurrido todo esto antes dejaba bastante que desear... -En cualquier caso bienvenida al club. -Añadí esbozando una sonrisa complice antes de volverme hacia la mesa de Zoe. - Ven, os presentaré.- Concluí adelantandome en dirección a nuestra mesa.

-De acuerdo.- Murmuré, y esbocé una tímida sonrisa, encantada de estar en un grupo de lectura. En la escuela en la que había estado antes, la gente que quería leer era escasa entre los alumnos, de entre 5 y 12 años. De todos modos ahora estaba en una escuela muy diferente. Era como estar en un instituto de magia, en vez de una escuela primaria. Acompañé a Charlotte a la mesa, repitiéndome para mí misma que debía llamarla Charlie si no quería caerle mal. -¿Sabes si hay algún club de música que no sea el coro? Podríamos organizar un club también, aunque yo no sé cómo va. Yo me dedico a tocar música clásica y jazz con el violín...- 

Ladeé la cabeza pensativa. -Bueno, más que un club de música creo que sería más divertido algo un poco más concreto como un "grupo", ya sabes. -Respondí a propósito de su comentario. - Yo toco el piano y también me gusta mucho la danza clásica, aunque en este caso creo que sería mas divertido  probar con algo más, no se, actual...- Dejé caer.

Una vez llegamos a la mesa tomé asiento de forma distraída. -Ya estoy de vuelta. -Sonreí a la chica. - ella es Aelia, también está interesada en formar parte del club. -Aclaré señalando el libro. - Aelia, Zoe, Zoe, Aelia. -Terminé con tranquilidad utilizando la formula universal para las presentaciones.

- Ho...hola - contesta la niña con timidez y evitando el contacto visual directo. - ¿Conoces muchos libros interesantes, Aelia? 

Mientras espías la biblioteca no pareces conseguir información al respecto de la sala común de Slytherin. No obstante, en cierto momento ves a dos niñas de Slytherin, una rubia que siempre anda con la espalda recta y perfecta y una en la que no te habías fijado aún: tímida, del montón, de las que no llaman la atención ni quieren llamarla. Están hablando con Aelia, una niña Ravenclaw con la que compartiste clase de Pociones que se sentó con Brad.

Sonreí un poco, saludando con la cabeza a la niña, que parecía no ser capaz de mirarme y de saludarme. -¡Encantada, Zoe! ¿Un grupo de música?- Corté, hablando con Charlotte por unos instantes. -Eso sería fantástico. Mis padres...- Dije, no sabiendo muy bien cómo continuar la frase. ¿Era correcto que les dijera dónde vivía? Bueno, parecían encantadoras. -Bueno, más bien, mis segundos padres, los que me han criado...- Murmuré, evitando decir que mis padres 'originales' habían muerto cuando era una niña. -No son magos. Son músicos. Bueno, mi padre, posee un local de jazz.- Dije, asumiendo que sabrían de lo que hablaba por menos del mundo muggle, como ellos llamaban, supieran. Tomé asiento al lado de Charlotte, me puse bien le pelo y sonreí a las chicas. -Pues no sé mucho sobre libros acerca de la magia. Como ya he dicho, mis padres no biológicos, como ellos mismos se llaman, me enseñaron muchos libros, pero ninguno hablaba de la magia. Bueno, sí, pero de otra manera. Una magia muy diferente. Y son cuentos para niños.- Suspiré. Mencioné el libro que me había prestado el día anterior aquél prefecto. -Solo hay un único libro que conozco acerca de la magia, a parte de los reglamentarios. No está mal.-

Por un segundo miré a Aelia como quien mira a alguien que por alguna razón, que por cierto nunca había llegado a entender, decide marcharse a algún pais sucio y remoto como... ¿cooperante?. Convivir con muggles devía resultar cuanto menos... exotico, por decirlo de alguna manera. - ¿vives con muggles?, vaya, que... pintoresco. - Comenté toda diplomacia. -En cualquier caso, no te preocupes si aun no conoces muchos libros de magia -añadí con una sonrisa conciliadora, no iba a dejar que una nimiedad me desviara de mis objetivos, después de todo, era hija de magos y terminar entre muggles solo había sido una coincidencia. -Para eso está el club de lectura ¿no es así? - Desvié la mirada hacia Zoe quien tampoco había decidido aun como posicionarse, aunque sospechaba que el problema estaba más relacionado con su terrible timidez que con la propia indecisión.

Finalmente terminé por encogerme de hombros. - Respecto a lo del grupo de música, ya se nos ocurrirá algo, ahora teníamos pensado ir a practicar transformaciones, ¿quieres venir?, si no has tenido aun clase con McGonagall te vendrá bien. Además, tenemos que dejar bien alto el listón del club. -Terminé medio en broma, medio en serio, guiñandola un ojo de forma cómplice.

Bueno, no todo lo que hacía podía gustarle, pero que me mirara así porque los padres que me habían asignado, al morir los míos, no me acabó de gustar. Por algún motivo, pareció que me miraba como se le mira a un bicho raro. A nadie le gusta parecer un bicho raro, y menos ante alguien a quien no conozco. Pero bueno, supuse que no había mucha gente que convivía con gente no mágica entre los magos, y mucho menos que fuera de mi condición, cuyos primeros padres habían muerto. Pese a todo, decidí no dar importancia a ese gesto, y asentí a su siguiente frase. La verdad es que sí, que tenía razón. Para eso estaba aquí, después de todo. Y era muy curioso ver como el nivel que tenía yo era equiparable al nivel que tenían los demás, teniendo en cuenta que yo no había tenido ninguna noción de la magia hasta el momento en que pisé el castillo. Bueno, hasta el momento en que me llegó la carta de Hogwarts indicándome que, efectivamente, yo era una maga. Charlotte, Charlie, como quería ser llamada, me invitó a ir con ellas a practicar transformaciones. Consideraba que el nivel que tenía era bastante bueno, pero no perdía nada por acompañarla y ver cómo ella practicaba mientras yo estudiaba otra cosa por mi cuenta. -Bueno, yo os acompaño, pero tengo intención de estudiar otra cosa. Es que he practicado bastante las transformaciones, de todos modos quiero acompañaros.- Dije, con una sonrisita dulce, recogiendo los libros y levantándome de la silla en la que estaba.

Pues

Sigiloso, apartando un libro sobre magos antiguos cuyas pociones y hechizos se habían revelado contra ellos (algunas imágenes y dibujos eran graciosos) me escabullí por debajo de la mesa, avanzando hasta el borde de la mesa vecina con el estómago pegado al suelo, controlando mi propia respiración, sintiéndome el detective más guay que uno se podía imaginar, no tenía esperanzas de escuchar nada sobre la sala común de Slyhterin... pero cualquier dato era útil... y se acercaba la hora de comer... que hambre...
Me situé en un punto estratégico, detrás de la pata de la mesa y con una silla delante que me dejaba oír aunque no ver muy bien lo que hacían...