Partida Rol por web

Es la sugunga vez que usas un hechizo que en principio está ideado para arrastrar cosas hacia ti para hacer justo lo contrario, auqnue esta vez el viaje es más moviito. No es lo mismo dejarse arrastrar en el agua que tener que entrar por una tronera en un barco en movimiento y resbaladizo.

Sin embargo la jugada te sale bien. Caminas por la madera con pasitos cortos y rápidos para poder ir a la par con la fuerza que te empuja y consigues cogerte en el borde de la apertura. Con cuidado y esfuerzo te arastras por el espacio, ya que no es especialemente grande y consigues entrar. Tal y cómo viste hacía un minuto, no hay nadie. Los cañones son antiguos y clásicos, pero crees que funcionales, auqnue no están cargados a primera vista.

Vale...ya estoy dentro. Ahora solo pueden matarme en cualquier momento...pero al menos no me cazará un tiburón.

Me acerco a la puerta y la cruzo con cuidado.

El primer paso es ir al pasillo. Con suerte estará vacío. Con más suerte aú no aparecrá nadie hasta que llegue abajo...y cuando los libere ¿tendrán alguna varita? Si los han atrapado a todos lo dudo...pero es posible. Ya veremos como salir entre todos. A las malas...abrimos un boquete en el casco y saltamos.

Aunque dudo que podamos hacer eso...al menos yo, tendría el barco protegido contra roturas y tal.

Abres la puerta y no ves a nadie, así que optas por avanzar con cuidado. Por suerte para ti tu pasillo termina justo dónde las escaleras que bajan a dónde están el resto empiezan, así que rápidamente pudes doblar la esquina y bajar.

La escalera termina en una puerta cerrada.

Rápidamente, pero en silencio, bajo y antes de abrir me decido por escuchar...nunca se sabe si vas a entrar directo a una trampa. Y no quiero que los ojos me duelan como en el laberinto. Mejor no abusar del conjuro hasta que lo perfeccione.

Nota mental: hablar con el director.

Me pareció pesado que volviera a sacar a Dumbledore en la conversación cuando yo simplemente quería halagar a su hermano... ¿O su hermano era Dumbledore? Fijándome más en sus ojos pude comprobar que no estaba muy equivocada; por fin sabía porque me resultaban tan familiares, eran muy parecidos a los de su hermano. Intentando no quedar mal, pues me daba vergüenza el hecho de no reconocerle -ni simplemente saber que el famoso Albus Dumbledore tenía hermano- le digo con seguridad: 

- Oh, Dumbledore siempre llega a tiempo. Confío plenamente en él.- Esto también era para hacer halagos familiares pero, sin duda, parecía que al hombre no le caían muy bien dichos halagos. 

Cojo las galletas que me da, aunque no tenía hambre. No podía parar de pensar en que yo estaba de brazos cruzados mientras los demás estaban batallando en Hogwarts, sin embargo, me fuerzo a dar mini bocaditos a una de las galletas que cojo, en silencio. - Gracias.- Le agradezco. 

Pero no me podía relajar, el corazón me latía muy fuertemente y solo pensaba en Inuix y Remus, además de en Mia, Dean y Donnie. No me podía creer que ellos quizás estuvieran mu... muer... muertos. El hecho de que Peter quizás hubiera ayudado a hacer esto me descuadraba también... Con lo calladito y bueno que parecía. De hecho a mi me daba pena y le intentaba sacar conversación en ocasiones. 

- ¿Cómo se puede saber que el patronus ha llegado a su destinatario?- Pregunto para cortar el silencio y dejar de pensar en cosas negativas pese a la situación. Pero no podía, tenía que actuar, sentir que ayudaba, sentir que luchaba por mis seres queridos. Aún así, haber venido hasta aquí para avisar al hermano de Dumbledore ya era una ayuda bastante grande. Me pregunto si Aberfoth vendría a combatir por Hogwarts, pero no me atrevo a preguntarle nada. Quizás más adelante si Dumbledore se retrasaba mucho. 

- Nada que pueda poner en peligro mi integridad, tranquila. - dice Aelia a su amiga, intentando mostrar una sonrisa tranquilizadora.  - Pero dependerá de lo que decidamos que vamos a hacer.

Vamos a por Joni? Vamos a por varitas? Saltamos al agua directamente? El tiempo corre...

Ser invisible me desconcertaba. No paraba de mirar las huellas que mis pies transparentes dejaban sobre el camino de nieve. Sonreí de manera divertida, y seguí caminando, siguiendo de cerca, o eso creía yo, pues no los veía, sólo tenía la pista de las huellas que ellos también dejaban sobre la nieve, a Zoe y a Severus.

Hogsmeade parecía el típico pueblo de postal. Tranquilo, con tejados blancos por la nieve, caminos despejados, algún copo perdido por aquí y por allá. No supe por qué, pero me imaginé viviendo tranquilamente en aquel pueblo, sin mucho ajetreo, sin complicaciones en mi vida, como profesora de Hogwarts, aunque aún no tenía ni idea de cómo mi cerebro había llegado a esa conclusión. Profesora de Duelo. Profesora Lancaster. Sonreí de manera estúpida, dejándome llevar por aquel pensamiento, y agradeciendo que mis compañeros no pudieran ver mi estúpida cara.

—Oh— señalé, de pronto, mirando el interior de una casa, y dando pequeños golpes en el cristal—. Mirad, mirad— como no sabía si sabían dónde me encontraba, seguí hablando—. En la casa del ventanal, la del enanito en el jardín. Mirad por aquí.

Traté de señalar de manera estúpida el saco con los polvos Flu, y ensanché la sonrisa.

—Ya tenemos vía para escapar.

Callé de inmediato en cuanto escuché las voces. Me llevé un dedo a los labios, como si quisiera pedir silencio, y aguanté la respiración casi de manera inconsciente mientras aquellos dos tipos hablaban.

No sabía quiénes eran ni aunque los hubiera visto claramente. Y, además, poco me importaba. Acabábamos de encontrar nuestra vía de escape, y teníamos que aprovechar la oportunidad.

—Vamos, tenemos que irnos de aquí— murmuré, y saqué la varita. Me aclaré la garganta, y pronuncié de manera concisa—. Alohomora.

Y deseé que ningún otro mago hubiera cerrado la puerta con magia. 

Al estar en Hogsmade vemos una casa con polvos flu. Por fin. Sonreí y miré a London, que había encontrado ella la casa.

Me extrañé al ver a los dos hombres encapuchados. - ¿Y esos? - Dije mirando a Snape, aún que en realidad él tampoco sabría muy bien lo que pasaba (o eso creía). 

Al ver a London intentar abrir la puerta con "Alohomora" me acerqué para ver lo que pasaba. 

- Espero que tengamos suerte...- Sabía que la tendríamos.

Negué mientras escuchaba la idea de Dean

-Un fuego es demasiado peligroso... ¿Y si se descontrola antes de que podamos salir de una forma segura y acabamos ardiendo aquí dentro? -suspiré nervioso -Sea lo que sea hagamoslo ya, no creo que tengamos demasiado tiempo.

Y diciendo esto me acerqué poco a poco a la puerta. Intenta escuchar qué ambiente había fuera o si se acercaban pasos.

Escuchas la voz de Aelia.

- Nada que pueda poner en peligro mi integridad, tranquila. Pero dependerá de lo que decidamos que vamos a hacer. ¿Vamos a por Joni? ¿Vamos a por varitas? ¿Saltamos al agua directamente? El tiempo corre...

Después habla Donnie.

-Un fuego es demasiado peligroso... ¿Y si se descontrola antes de que podamos salir de una forma segura y acabamos ardiendo aquí dentro? Sea lo que sea hagamoslo ya, no creo que tengamos demasiado tiempo.

Finalmente la de Ryan.

- ¿Pero no deberíamos decidir antes QUE hacemos, en lugar de COMO?

- ¿Pero no deberíamos decidir antes QUE hacemos, en lugar de COMO?

Aberforth murmura entre dientes cuándo mencionas a Dumbledore y lo que confías en ´le. después empieza a prepararse una pipa.

- Simplemente llega. No es posible interceptarlo ni detenerlo. Siempre y cuádno seas capaz de lanzar un patronus corpóreo.

Es en ese momento cuándo alguien se aparece a vuestro lado, pero no es el director Dumbledore, si no la subdirectora McGonagall.

- ¿Qué diablos ha ocurrido? Tu Patronus ha llegado justo después de que el ministerio reciviese un mensaje de que los Mortífagos tienen a nuestros estudiantes y el colegio bajo su poder, y que no dudarán en empezar a matar si el ministerio intenta algo absurdo. El director está consternado pero no le permiten dejar el ministerio ni entrar en el colegio, para asegurar que no habrá victimas entre los alum... - es sólo entonces cuándo se percata de tu presencia. - Irina, ¿Cómo has llegado aquí?

Decidís ignorar a los hombres encapuchados y os acercáis a la casa que London ha encontrado. El alohomora funcioan perfectamente y no parece haber alarmas en el lugar. La casa está en absoluto silencio.

- No perdamos tiempo. - dice Severus entrando en el comedor y encendiendo el uego de la chimenea con facilidad. Entonces se detiene. - Cojamos unas túnicas. Así dejamos de usar este estúpido traje y complicados conjuros. - dice dándose la vuelta para subir al piso de arriba.

Al ver a la profesora Mcgonagall me derrumbé ya, harta de aguantarme las lágrimas. Odiaba llorar pero la situación me podía.

- Profesora...- Le digo y corro a abrazarla -cosa muy poco habitual en mi y menos con profesores- - ¡No sabe lo mal que lo he pasado! He visto a alumnos muertos al salir del lago... Y he dejado a algunos compañeros dentro del lago ¡No sabía que hacer! Los tritones nos atacaron... Alguien hizo un torbellino gigante que casi nos mata y al salir ¡mucho peor! Cuerpos de estudiantes sin vida por el suelo... - Me tenía que calmar, estaba siendo muy derrotista.- Profesora.- Repito.- Jack Darcy me ha mandado aquí, he venido camuflada de cuarentona para que nadie sospechara de mi... Tenía que avisar a Aberforth de lo ocurrido.-

Me intento secar las mangas con la chaqueta que me habían prestado y noto el latir de mi corazón vacío.- Necesito hacer algo, no me puedo quedar de brazos cruzados.

Bien...están aquí. Ahora que sé donde están voy a intentar...

Vuelvo a activar el conjuro a mis ojos, no pretendo mantenerlo mucho tiempo pero sí echar una ojeada al barco en busca de..."algo que parezca importante" o me llame la atención. Y de paso, las varitas del resto. Necesitaremos cuantas más varitas mejor. Para lo que sea, desde combatir hasta huir.

Comienzo a dar vueltas por la sala, como un animal encerrado, y casi lo soy a decir verdad. Vale. Anne tenía razón, tal vez no había red flu a la que acudir... pero no me creo que un barco lleno de mortífagos no cuente con un sistema mágico de huida en caso de emergencia, no son tan tontos ni tan imprudentes...

- Chicos, chicos... No llevo escrito "hija de muggles" en la cara, ¿eh?-digo. Entiendo que estén preocupados por mí, por mi origen... pero los mortífagos no tienen por qué saber nada de mis orígenes... Aunque desde que vi... Me da un escalofrío-. A ver... estamos jodidos. Muy jodidos... De aquí en adelante, solo podemos mejorar, ¿no?-los miro con una media sonrisa, intentando mantener la calma-. La idea de la distracción está bien, pero... ¿para qué? No podemos huir así como así, estamos en un barco-sigo dando vueltas por la estancia-. Lo único que se me ocurre es... esperar. Donnie y yo podemos intentar conseguir unas cuantas varitas, quizás hasta tengan escobas... alguna forma deben tener de escape de emergencia... Cuando volvamos, podemos intentar escondernos sin que nos vean en algún sitio con ventanas al mar... Nos tiramos y nadamos hasta tierra y ahí... corremos-me encojo de hombros-. No se me ocurre nada mejor, la verdad.

Cuando Aelia menciona a Joni suspiro y niego con la cabeza.

- Él... no. Tengo que encontrarlo. Es algo personal.

La profesora se sorprende ante el abrazo, pero sabiendo que necestas apoyo te lo devuelve e intenta tranquilizarte.

- Tranquila Irina ya ha pasado. Nos encargaremos de esto. Dime exactamente qué ha pasado.

Tras tu explicción más detallada*, la profesora asiente y te "pide" (pero sabes que no vas a poder negarte) si puedes esperar un momento en la otra habitación.

El mareo es casi instantáneo, y más fuerte que antes, ya que ahora estás en medio del barco con el conjuro alreadedor tuyo, por todas partes, y aún así ves el final del barco físico. 

Al otro lado de la puerta Donnie se ha acercadoa escuchar, para ver si venía alguien probablemente.

Es imposibl ver quién tiene las varitas de tus compañeros. Ves los pisos superiores super pustos, la gente en ellos, pero están demasiado alejados y son demasiadas personas. Lo que si te llama la atención antes de que tu cuerpo rechace el hechizo, es que en la bodega con provisioes, al lado de las cocinas, hay un grupo de chavales. No deben ser mucho más mayores que vosotros, algunos más jovenes. Son tal vez 10 y están sin duda torturando a alguien vestido con el mismo traje de neopreno que vosotros.

En ese momento cierras los ojos y pierdes un poco el equilibrio, golpeando sin poder evitar la puerta dónde están tus compañeros.