Partida Rol por web

Más o menos cuándo Mia deja de hablar escuchais un golpe en la puerta, como si alguien se hubiese tropezado y caído contra ella.

Donnie que acababa de pegar la oreja no puede evitar dar un brinco.

Asiento a la profesora sin decir una palabra, la verdad que después de todo el soliloquio que le había contado sobre mi experiencia después de la prueba del lago necesitaba respirar. Sin embargo, no me iba a quedar de brazos cruzados y quería escuchar lo que decían tras la puerta, así que una vez sola pegué mi oreja a la puerta. Esperaba que no me pillaran.

Me sobresalto al escuchar el golpe en la puerta. Agarro el brazo de Donnie y lo aparto de esta suavemente.

- Chicos, manos en la espalda, que parezca que seguís atados.-les indico en voz baja. Me coloco en el hueco que habría entre la pared y la puerta y cojo la varita-. Voy a abrir, si es uno de ellos...-alzo la varita-. Vosotros disimulad.

Una vez están todos colocados, abro la puerta para dejarla ligeramente entornada, así podría parecer que con ese golpe la ha abierto. 

Hablan en voz muy baja. De hecho, a Macgonagall no la escuchas. Por suerte al tener Aberforth la voz más grave te resulta más fácil entender algunas palabras, pero poco.

- ... hacer nada? - Murmullos, silencio. - Imposible... Albus... peligro... supervivientes... Elina no... Darcy tampoco... ¿crees...parados? - más murmullos y silencio - ¿Y la chiquilla...? - murmullos. Escuchas a alguien palmear una mesa, y ahora si escuchas la frase al completo puesto que Aberforth ha subido al voz - Noson mis alumnos Minerva, pero a mí no me pararían unos burocráticos con túnicas de marca. Si de verdad ... - vuelve a bajar la voz y vuelves a perder palabras. - ...sanos y salvos.... os equivocáis.

Escuchas entonces paso en tu dirección y te apartas de la puerta, disimulando. Aberforth la abre y te mira con severidad. No parece gustarle mucho lo que han hablado. Después la subdirectora sale. Suspira.

- Irina. Necesito volver para informar al director y el ministro de la nueva información que tenemos. Ve con el señor Darcy y tus compañeros. organizaremos un equipo de rescate para llevaros con vuestras familias. - no te pasa desapercibido que no dice nada sobre los alumnos en Hogwarts o en el lago. A Aberforth no parece gustarle la idea, pero no dice nada. Solo gruñe y baja las escaleras caminoal bar de nuevo.  Os iremos a buscar pronto. - y dicho esto vuelve a desaparecerse.

Emití un gritito de alegría y triunfo al ver que la puerta de abría después del deseo de Zoe. La miré a ella y a Severus con una mirada brillante y una sonrisa como media luna.

—Ya está— dije, orgullosa de mí misma, inflando el pecho como si fuera un pavo real—. Entremos.

Sin embargo, Severus se me adelantó, y pasó él primero. Mejor. Cuanta más prisa nos diéramos, antes terminaríamos con aquel asunto, y podríamos irnos de allí.

Eché un vistazo rápido a la casa, y noté un cosquilleo en la nariz, como si fuera a estornudar. Sonreí de manera estúpida al ver que el estornudo no llegaba, y asentí ante la sugerencia de Severus.

—Ay, sí— dije, cansina—. Estos trajes ya molestan un poco. Son chulos, pero… No, no más.

 Me quedé un momento absorta, mirando el fuego, y, después, seguí a Snape, sintiéndome algo incómoda por entrar en casa ajena.

—¿De quién creéis que es esta casa?— pregunté, mientras subía las escaleras tras mis compañeros.

Torturando...como no...¿Pero a quién?

Meneo la cabeza para despejar el mareo y vuelvo a dar en la puerta, como si llamase.

-Repartidor a domicilio ¿Alguien ha pedido un Brad? Con extra de picante.

Si no abre la puerta, lo hago yo y entro.

Más o menos en el momento en el que Mia empieza a barir la puerta con cuidado, se escucha una voz conocida al otro lado.

-Repartidor a domicilio ¿Alguien ha pedido un Brad? Con extra de picante.

Y efectivamente, cuándo la puerta se abre del todo, Brad está al otro lado, con traje de neopreno y varita en la mano.

Ryan avanza para darle una palmada en el hombro a su compañero de casa mientras éste pasa y volvéis a cerrar la puerta, por si acaso. Anne sonríe satisfecha. Refuerzos, y armado.

- Cómo has llegado aquí, tío?- pregunta Ryan.

La casa parece pertenercer a una pareja. Tienen túnicas sencillas que aunque no sean exactamente vuestra talla o estilo, os sirven. No sabéis si las echarán de menos, pero os las lleváis. Vestidos cómo magos del mundo real, bajáis a un fuego que ya chisporrotea perfectamente para viajar. Severus se hace con un puñado de polvos y los lanza al fuego, que al instante se torna verde.

- Nos vemos en un minuto. - os dice, sin dudar ni un instante que no vayáis a seguirle, antes de mirar al fuego, pronunciar "El Caldero Chorreante" y desaparecer dentro de él.

- ¡Brad!-exclamo el nombre de mi mejor amigo y me lanzo a abrazarlo.

- Joder, joder, ¿cómo estás? ¿Y Diane? Joder, joder, siento muchísimo haberos dejado ahí, pero quería evitar que se llevasen a Joni pero iban muy rápido y me arrastraron y tuve que ir detrás y, ¡joder, joder! en serio, estaba súper preocupada por vosotros, pero no podía volver atrás porque no sabía dónde estábais ya y vi como subían a Dean, a Donnie, a Aelia, a todos y no pude volver, tenía que ayudarlos, joder, en serio, lo siento, de verdad, ¿estás bien? Espero que estés bien, ¿Y Diane? ¿Le ha pasado algo? Joder, joder, mierda... 

Intento serenarme.

- Nos vienes de puta madre, ahora mismo solo teníamos mi varita. La cosa es que estábamos pensando qué hacer, propuse esperar a llegar a puerto para salir del barco y salir corriendo hacia donde sea, pero lejos de aquí y buscar ayuda...-le resumo mi propuesta.

Entusiasmada por sentirme menos helada acepto la túnica. Seguidamente entro un poco incomoda en la casa.

-La verdad es que ahora no creo que importe mucho de quién sea la casa, London- digo sonriéndola - Aunque parece de lguna pareja... O no sé.

Contemplo a Snape hechar los polvos flu y vuelvo a sonreír.

-De acuerdo, Severus. - Lo veo desaparecer y me giro a London. -Supongo que solo hará falta esperar...

Con ropas nuevas, y totalmente secas, bajé tras Severus y Zoe a la planta baja para comenzar nuestro viaje. No recordaba cuándo había sido la última vez que había viajado en polvos flu, pero sí que tenía bien grabado en mi mente que la sensación era más bien horrible e incómoda. Sin embargo, era nuestra única vía de escape, y no pensaba decir nada al respecto. Comparado con lo que nos podríamos encontrar en el castillo, los polvos flu eran lo mejor que teníamos, y con diferencia.

—Yo tampoco sé de quién será— dije, contestando a Zoe, y mirando a mi alrededor, por si veía alguna fotografía o algo que la hiciera más hogareña. Pero desistí pronto.

Me perdí durante unos momentos en las llamas verdes, viéndolas moverse, casi bailando, chisporroteando en la pequeña chimenea. Me sentí un poco como en casa, como en la Sala Común de Slytherin. Sentí una punzada de dolor en mi pecho, pequeña pero aguda, y decidí pasar de tema.

—Vale, ahora nos vemos— dije, despidiéndome de Snape, y apartándome un poco para cuando desapareciera.

Al ser comido por las llamas, entrecerré los ojos un poco, y miré a Zoe, sonriendo, aunque algo asustada.

—Vale, nos toca— dije, tras suspirar, pero miré a Zoe cuando dije aquello—. ¿Esperar?— pregunté, sin entender del todo—. No, no. Vamos con él.

Cogí una pizca de los polvos flu, notando que se me escurría un poco entre los dedos, me metí en la chimenea, y pronuncié clara y sonoramente:

—Caldero Chorreante.

Cerré los ojos con fuerza, tiré los polvos contra mis pies, directo a la chimenea, y esperé a sentir el gancho en mi ombligo para llevarme lejos de allí.

Sintiéndome una tonta me llevo la mano en a la cabeza como gesto de error. En esta situación solo se me ocurría reírme. - Perdón. Sí, vamos con él. 

Contemplé a London arrojando los polvos flu sobre la chimenea y la oí pronunciar nuestra próxima destinación. Las llamas verdes me hacían quedarme empanada. Pero al ver a London marcharse me acerqué yo también a la chimenea. Ya solo quedaba yo. Repetí los pasos de London y Severus. Entré en la chimenea, acto seguido cogí polvos flu y los dejé caer en ella pronunciando alta y claramente: - Caldero Chorreante. 

La tensión que tenía hace un instante se fue tan rápidamente que creía que me iba a mear encima. Brad, ni más ni menos, con una varita. Joder.

-Pídeme lo que quieras Brad, estoy a los pies de Mia y tuyos.

Se me había acelerado la respiración, como si hubiera corrido un pequeño maratón. Nervioso. Pero aún debíamos salir. Notaba que el hechizo de calor me estaba empezando a dar... DEMASIADO calor

-Ahora que tenemos dos varitas y somos bastantes. Si aún estamos vivos debe ser por algo, asi que el plan de dejarnos ver para llamar la atención de alguno y que Mia, y ahora Brad, se encarguen de quien venga no debería ser tanta locura.

Estaba empezando a sudar un poco.

-Y si no vamos a ir al agua, porfavor, ¿alguien puede desconjurar este hechizo de calor?

¡Mierda! No escuchaba casi nada de la conversación, eso de rascarme los oídos con palos me estaba pasando factura. Por lo que pude deducir supuse que Aberforth se lavaba las manos con el asunto, cosa que no me agradaba. Asientiendo a la profesora Mcgonagall, pues no sabía bien que hacer y voy correteando detrás del mago una vez la profesora desaparece.

- Señor...- Le digo, llamándole. - Estoy perdida. No sé si obedecer a la profesora... ¿Qué pasa con los que se han quedado en el lago? ¿Van a dejarles... mo... morir? ¡No puedo permitirlo! He de hacer algo, por favor... Ayudeme. Seguro que usted es un mago de gran talento y no le gustará ver como muere gente inocente. Seguro que podemos hacer algo... Si no quiere ayudar, por favor, deme una idea. No sé que hacer... Estoy, estoy muy nerviosa.

Cojo los labios de Mia con mis dedos. Sonrío. Saludo a todos con un cabeceo, tampoco es momento de armar mucho jaleo.

-Frena, peligrosa- siempre la llamo así en lugar de pelirroja -que te embalas. Por partes. Diane no tengo mucha idea de donde está. Le entró la paranoya con proteger a su hermana y no tuvo mejor idea que lanzarse un conjuro para ascender a la superficie a toda pastilla. Cosa que a mi me parecía una locura. Yo os he encontrado porque tuve una charla con mi amiga Nerly, una sirena, y me contó cosas...como que había un punto de reunión cerca de una salida del lago. Y he venido pues usando la imaginación...no ha sido cómodo la verdad. Si no queda más remedio os explico como y lo hacemos para regresar, pero convendría tener más varitas.

-Podemos salir por donde he entrado y hacer eso...si recuperamos las varitas. Pero...he visto que hay una habitación en la que están torturando a alguien. Ese alguien lleva neopreno. No se exactamente donde, aunque tengo una idea bastante aproximada. Creé un conjuro bastante útil pero el barco tiene las dimensiones alteradas...es confuso de mirar. 

Me encojo de hombros, no es perfecto.

-Así que...huir o buscar a los torturados y las varitas. Eso sí...aquí hay un huevo de gente. Si se da la alarma...chungo.

Cuándo London aparece en el Caldero Chorreante, Severus está a pocos metros, mirando a la chimenea. LA chica ve un atisbo de sonrisa, claramente aliviado de que hubiéseis sido sinceras al 100% y estuviéseis de verdad juntos en esto. Al fin y al cabo, esta había sido vuestra sugerencia y si tuviese que estar solo, Severus estaba seguro que en esos momentos estaría lejos, muy lejos de ahí, y con una compañía muy distinta.

Ambos esperaron a Zoe no más de un minuto antes de reunirse de nuevo. Nadie parecía prestarles atención: la chimenea del Caldero Chorreante era un lugar ajetreado. Severus entonces recapitula.

- Está bien. Estamos en Londres, deberíamos mantenernos entre muggles para no llamar la atención, pues sin duda nos buscarán. - a él por desertar, a ellas por estar con él además de ser dos hijas de familias que haían apoyado la casusa del Señor Tenebroso, al menos que Severus supiese. - Vamos a necesitar dinero. También deberíamos decidir si nos vamos a mantener en movimiento o vamos a buscar un refugio. Podríamos conseguir una tienda de campaña si queréis manteneros en movimiento e intentar movernos por lugares poco poblados. Una tienda mágica sería más cómoda y práctica, pero para eso necesitamos dinero mágico y mezclarnos entre magos. - en esos momentos dudaba que el mundo supiese que había ocurrido en Hogwarts, pero no se fiaba de nadie: podía haber espías del Señor Tenebroso en todas partes. - Obviamente también necesitaremos comida, pero eso lo podemos conseguir si conseguimos dinero. ¿Sugerencias? ¿Por dónde empezamos?

Ves que de algun modo la mirada de Aberforth se ilumina. Lo sabía. Había visto el fuego Gryffindor en ella, y estaba seguro que tampoco se equivocaba cuándo le dijo a Minerva que Elina no se quedaría con los brazos cruzados, y el chico, Darcy, probablemente tampoco.

- Os puedo ofrecer escondite, e incluso una manera de entrar en Hogwarts, pero no me pidas que os lidere. Para eso necesitarás a otro. Y no apoyaré ninguna idea loca cómo por ejemplo dejarte entrar a ti sola en el colegio. - advirtió, sabiendo que a veecs los Gryffindor eran alocados. - Me encontrarás aquí cuando me necesites. O puedes usar el truco del patronus. Y si no quieres que esos trajeados del ministerio os "rescaten" - dijo usando las comillas en el aire y un claro tono sarcástico - yo de ti me daría prisa en largarme de la Casa de los Gritos.

Anne se lleva la mano a los labios para ahogar un gritito. Mira a Mia, sabedora que la GRyffindor era buena amiga con el chico del norte.

- Tiene que ser Joni. Éramos los únicos en el barco con los trajes, excepto Kristoff, Saana y Peter, pero ellos están en el otro bando. - y probablmente se habían cambiado ya de ropa a una de esas túnicas que llevaba el resto. - No podemos dejarle ahí, pero es peligroso. Y cada vez tenemos menos  tiempo.