Partida Rol por web

Estabais en una especie de callejón sin salida, lo que significaba que debíais recomponeros y revisar todas las pistas que teníais. De entre todas ellas, había dos muy particulares, como eran la fotografía de un barco y la caja de cerillas.

La foto estaba borrosa y había un barco que se movía por vapor o gasóil y estaba rodeado de juntos chinos. También podían verse las tres primeras letras del nombre, "AMA". 

En Nueva York investigasteis lo suficiente como para saber que se trataba del Ama Oscura, propiedad de Alfred Penhurst, y que la fotografía estaba tomada cerca de la desembocadura del río Huangpu, en lo que se conocía como puerto de Veracruz. Al menos, eso fue lo que dijo Billy Gray, el capitán del Potro Desatado. 

En cuanto a la caja de cerillas, en un lateral de la cajetilla, tras unas hileras de letras chinas descubristeis unos caracteres occidentales que decían Shanghai, China. 

Con esas dos pistas por delante, os tocaba moveros y esperar lo mejor de un viaje tan largo. Llegar hasta Shaghai iba requerir de varias etapas, tal y como comprobasteis rápidamente en la oficina del puerto. Tendríais que ir Southampton en tren y comprar billetes para viajar en ferri hasta a Alejandría y finalmente, tomar un barco en dirección a Shanghai.

Para vuestra sorpresa, cuando salisteis de la oficina, descubristeis a una figura esperandoos.

Me había costado llegar hasta allí y si lo había hecho, se lo debía a la embajada y a Scotland Yard. Pero lo importante era que había conseguido encontrar a alguien que podía ayudarme, lo cual tampoco es que estuviese demasiado mal, teniendo en cuenta que yo no había hallado pista alguna por mi cuenta, y que tal y como me habían dicho una y otra vez, el asunto era demasiado peligroso como para ir por mi cuenta.

Así que en cuanto salieron de la oficina, me coloqué delante de ellos; no iba a permitirles que se marcharan así como así.

-Sé que Scotland Yard les ha dicho que tienen que irse de la ciudad, así que tengo una noticia para todos. Voy con ustedes. Y antes de que protesten o digan algo, añadiré dos cosas. En primer lugar, tengo dinero para pagar los viajes, el mío y el suyo. y en segundo lugar, mi nombre es Susan Brady. Soy la hermana de Jack Brady. Y a Dios pongo por testigo que encontraré a mi hermano, cueste lo que cueste.

Ya está. Lo había dicho. Había establecido contacto y por fin podría tener una oportunidad de verdad para encontrar a Jack. Sola no había conseguido más que una buena cantidad de "nada", pero sabía que aquellos hombres y mujeres se habían movido y que por tanto, tendrían más pistas que yo. Habían ido dejando bastantes cadáveres a su paso, pero eso solo significaba para mí que iban por el camino correcto y yo no iba a cejar en mi empeño. Ya fuese por las buenas o por las malas, les acompañaría hasta el final.

Anna se quedó algo sorprendida por aquella entrada de la tal Susan Brady.

Vaya su entrada ha sido cuanto menos... peculiar- responde Anna- encantado de conocerla Susan, pero entienda que aparezca alguien de repente con esa sugerencia nos pilla a todos de sorpresa. ¿Nos ha estado espiando?

¿Peculiar? No, más bien había sido una cuestión de tiempo. No podía perderlo porque de lo contrario, me hubiese encontrado de nuevo sola y sin una sola pista que seguir. Así que tenía que ser rápida moviéndome.

-No, ni mucho menos -dije, mirando con una sonrisa a esa mujer que se había dirigido a mí -. Tengo... un amigo en Scotland Yard, un buen amigo, y me contó lo que estaban haciendo. Cuando el inspector les dio ese ultimatum... supe que era mi oportunidad para unirme a ustedes. Esperaba que descubriesen algo sobre el paradero de Jack, pero si se marchan... 

No pude terminar de hablar. Pensar en Jack y lo que le habría podido suceder me causaba demasiado dolor. No solo era mi hermano mayor, sino que había constituido lo único que me había mantenido entera cuando nadie más lo había hecho. Ahora él me necesitaba, podía sentirlo, y no iba a abandonarle.

-No sé a dónde van ni lo que han descubierto exactamente, pero voy con ustedes.

Warren se había quedado sin palabras ante semejante entrada.

- Ehh… yo soy el Doctor Warren Bedford. – dijo tendiéndole la mano con educación – Su oferta es generosa. Los billetes no son precisamente baratos… - sopesó – Entiendo su intranquilidad por encontrar a su hermano, señorita, y estaría encantado de que nos acompañara, pero señorita… - agachó la mirada – Acabamos de enterrar a un compañero, un buen hombre, en la flor de la vida. – negó la cabeza – Me temo que es demasiado arriesgado, no quisiera poner en peligro su vida, señorita. Usted es joven, aún tiene mucho que vivir. – su preocupación era genuina. Ni se le había pasado por la cabeza que pudiera ser un peligro para ellos.

Tras hablar con aquella mujer, el hombre de mayor edad dio un paso hacia mí y alargó su mano para estrechármela. Su actitud parecía ser más educada que la de los demás, seguramente debido a un nivel cultural mayor. Se la estreché y respondí como merecía.

-Mucho gusto, doctor Bedford -le dije, para a continuación escuchar lo que tenía que decirme, que no era sino más de lo mismo. Eso me hizo sonreír ligeramente y lanzar un largo suspiro -. Le aseguro, doctor Bedford, que no soy una damisela de cuento de hadas. No tiene que protegerme más de lo que lo haría con cualquier otra persona, y puesto que veo que en su equipo hay ya varias mujeres, no me parece una razón lo suficientemente fuerte como para que abandone. Pero lamento saber lo de su compañero. Sin embargo, eso no hace más que confirmar la necesidad de que vaya con ustedes porque mi hermano podría estar en peligro y no me perdonaría jamás no haber hecho todo lo posible por ayudarle. 

Miré a los demás por si todavía tenían algún intento más de dejarme atrás.

-¿Alguien más quiere intentar que abandone, o podemos seguir adelante? -pregunté, retándoles con la mirada.

Ofelia examinó a aquella mujer de arriba a abajo.

— Usted conocía al señor Carlyle? Por lo que tengo entendido su hermano era su mano derecha. Solo hay incógnitas alrededor de este personaje y quizá usted nos podría arrojar algo de luz. Quizá también sobre su hermano.

Fue directa y no se entretuvo en preámbulos, ya no era momento para ello tras todo lo ocurrido.

— Lo último que sabemos sobre su hermano es que fue visto en el '23 en la ciudad de Hong Kong y es allí donde nos conducen algunas pistas. La verdad es que ya tenemos una mecenas pero se puede retrasar mucho si esperamos a que nos llegue su aprobación desde Nueva York, yo por mi la acepto a que se una a nosotros en el viaje, pero creo que debería mantenerse al margen de la investigación una vez lleguemos ahí. Al menos hasta que confiemos en usted.

Al oír la voz de aquella mujer, me volví hacia ella, observando sus gestos y también cómo me miraba. Parecía poner en duda lo que estaba diciendo e incluso que fuese quien decía.

Tenían que haber pasado por bastantes cosas desagradables para desconfiar de aquella manera.

-Le conocí... brevemente. Mi hermano me lo presentó. No me cayó bien desde el primer momento. Mi hermano lo tenía como un gran hombre y le seguía a todas partes como un perrito faldero, pero nunca le dije... nunca le dije que era un auténtico cerdo, o esa fue la... sensación que me dio -les expliqué, sin dar más detalles.

Si mi hermano no hubiese sido un idiota, no habría desaparecido arrastrado por aquel sinvergüenza. Pero ahora todo daba lo mismo. Solo quería encontrarle.

Entonces me dijo que lo habían visto en Hong Kong, y eso me animó de nuevo.

-Lo que me dice... me llena de ánimo. Y me conformo con eso. Lo único que quiero es estar... en primera línea cuando lo busquemos, en lugar de quedarme esperando en casa a que alguien llegue un día y me diga que ha muerto o peor, que jamás sepa lo que fue de él. Así que... ¿Hong Kong? Pues... ¿a qué esperamos?

- Señorita – respondió Bedford con tono genuinamente ofendido – yo no he sugerido nada acerca de su sexo. Su réplica está completamente fuera de lugar. Si va a acompañarnos, le aconsejo que preste más atención a sus interlocutores. – y por su parte dio por zanjado el asunto. No tenía sentido tratar de proteger a quien no quería ser protegido. Lo único que conseguirían dándole una negativa definitiva a alguien tan decidido sería que lo intentara por su cuenta y entonces se pondría incluso en un peligro mayor.

- El dinero no parece que sea algo de lo que carezca nuestro "enemigo"... - Entrecomilló con los dedos. - Usted aparece así como así, pidiendo unirse a nuestro selecto club... - Negó con la cabeza. - No ha recibido invitación, me temo... 

Miró a Ofelia por el rabillo del ojo. Estaba bien que aquella mujer se lo quisiera pagar todo, pero no por ello podían fiarse de ella tan fácilmente. Sus enemigos en el estaban infiltrados en muchas de las capas sociales, o eso creía. ¿Por qué no también en Scotland Yard? Eso explicaría la falta de colaboración por su parte.

- Lo siento, pero no podemos confiar en nadie. - Negó con la cabeza. - No después de todo lo que hemos vivido en estos últimos días. ​​​​​

Para Artie lo importante en esos momentos era proteger a sus compañeros de cualquier mal y esa mujer podía no ser más que una hermana preocupada, pero también podía tratarse del mal encarnado. 

- Los de su departamento no nos han tratado demasiado bien. - Dijo entonces. Aunque era cierto que podrían haberles detenido como sospechosos, también hubiera sido muy lógico que hubieran intentado investigar el caso que les habían puesto delante de sus ojos, pero la colaboración no había resultado demasiado efectiva y desde luego, nada recíproca. - Creo que mejor será que siga usted las averiguaciones por cuenta...

Anna asiente ante las palabras de Artie. Y es que después de lo vivido, que apareciera esa mujer de golpe e improviso y de esa forma no ayudaba a que pudieran confiar del todo. 

Fui a darme la vuelta cuando entonces volvió a hablar aquel hombre mayor que parecía ser como el líder del grupo. Fue para protestar ofendido porque se hubiese referido a mi sexo como excusa para no ir con ellos.

-Es cierto, no ha mencionado que no me permitía ir porque fuese mujer, sino únicamente que no quería poner en peligro mi vida y que era todavía muy joven. No quería que pensara que por ser mujer estaba menos decidida a seguir adelante, pero tampoco haga caso de mi edad. Puedo cuidarme sola.

Después intervino el otro hombre, el que tenía aspecto de vagabundo.

-Ignoro como de selecto será su club, pero si tiene dudas sobre quién soy y por qué lo hago, supongo que no me sirven para mucho. Yo no soy de ningún departamento, pero... si así lo quieren, tendré que continuar yo sola, por mi cuenta, tal y como dicen. Supongo que... ya nos veremos.

Alcé la barbilla y entonces entré en la oficina. Iba a ir a Hong Kong, formando parte de ese club tan especial o sola, pero iría.

- Artie… - miró a su viejo compañero – Señoritas… - miró a sus compañeras – Hace tiempo leí que un gran estratega dijo una vez: mantén cerca a tus amigos y aún más cerca a tus enemigos. Si esa señorita es miembro de nuestros enemigos podríamos aprovecharlo para sacarle información en un descuido y si no lo es… corre un gran peligro embarcándose en este viaje ella sola. Esta decidida. Mírenla. – casi les imploraba a sus compañeros. Sin haber conseguido disuadirla, dejarla ir le parecía poco menos que abocarla a una muerte segura a manos de esa secta misteriosa que se extendía a ambos lados del atlántico.

Artie miró a Bedford pensativo. No se fiaba de esa mujer. De hecho, no se fiaba de prácticamente nadie, pero si viejo amigo tenía razón. Quizás no tanto por lo de mantener cerca a sus enemigos, en ese caso tenían mucho más que ofrecerle ellos a la mujer, que al revés, sino por el hecho de que si realmente tenía un interés legitimo en encontrar a su hermano, sola lo iba a tener muy complicado. 

- Está bien... Resopló. - Mire señorita... - Llamó la atención de la supuesta hermana preocupada. - Podemos aceptar que venga con nosotros. - Alcanzó a decir aún con muchas dudas de la idoneidad de sus palabras. - Sólo espero que no nos la juegue...

Finalmente habían decidido aceptar a una nueva integrante en el grupo, aunque levantaba cierta suspicacia dadas las circunstancias. Había que estar atentos a lo que pudiera ocurrir.

Entonces, vamos todos a Hong Kong.

Sonrió al ver que Artie terminaba aceptando, siempre había sido muy tozudo pero al final razonaba. Lo que decía el Doctor tampoco iba desencaminado, no la perdería de vista en ningún momento.

— Hong Kong entonces, espero que valga la pena porque nos queda un largo viaje.

Estaba a punto de entrar en la oficina cuando una voz a mi espalda me hizo girarme una vez más. Lo hice con gesto contrariado, pues me molestaba aquella manera de cerrarse entre ellos, pero aquel hombre, el que parecía un vagabundo, pareció ceder al fin y me permitió ir con ellos.

-Esto es todo lo que quiero, acompañarles y así tener más opciones de encontrar a mi hermano. ¡Voy a sacar los billetes!

Al menos ya había conseguido llevar a cabo la primera parte de lo que me había propuesto. Lo demás, habría que esperar a ver cómo salían las cosas.

-Eso espero yo también, pero estoy convencida de que todo saldrá bien -dije finalmente, cerrando así aquella discusión y entrando definitivamente en la oficina.

Con los billetes en la mano, os dirigisteis directamente a la estación de Waterloo, desde donde saldríais en tren hacia Southampton. La estación estaba llena a rebosar, como si todo el mundo creyese que al día siguiente se produciría el fin del mundo e intentasen huir de allí, pero aparte de eso, no parecía que fuese a haber contratiempos, lo que ya era algo positivo, después de todo lo que os había sucedido.

Por delante os quedaban unas dos horas de viaje hasta la ciudad portuaria, así que buscasteis vuestro compartimento y entrasteis para descansar y hablar relajadamente durante esa parte del viaje, antes de iniciar vuestra siguiente etapa.

Sin embargo, no dejabais de notar miradas extrañas entre muchos de los que esperaban en la estación y dentro del mismo tren, y no sabíais si era cosa vuestra o si de lo contrario, alguien estaría detrás de vosotros.

Warren estaba desolado por la pérdida de Carter. Ni siquiera la nueva incorporación del grupo parecía sacarlo de su ensimismamiento que hacía que atravesara el andén y el tren como si fuera un alma en pena ajeno a cuanto ocurría a su alrededor.

Ofelia estaba muy pendiente de su nueva mecenas. No le iba a quitar los ojos de encima y tenía claro que incluso revisaría sus cosas en cuanto tuviera oportunidad, pues ya había comprobado la cantidad de recursos que gastaban sus enemigos para tratar de pararles los pies.

En la estación se sentía muy expuesta y iba echando miradas disimuladas alrededor.