Partida Rol por web

Adormecida por el largo viaje Ros se mantiene mirando por la ventana los interminables paisajes que se muestran. No presta demasiada atención al interior de autobus y según van parando las paradas parece que todos los viajeros van al mismo destino, ya que ninguno se apea en las paradas del trayecto.

19:30 de la tarde zona boscosa cerca de la frontera con Canadá

Durante la tarde, el conductor parece estar algo más animado. Pone un CD de música lo suficientemente audible como para molestar a los más tiquismiquis. Todos aquellos que no estén demasiado absortos en sus pensamientos o quehaceres se dan cuenta que en cierto momento la radio se para, parece que se a estropeado el reproductor. Los que no estuvierais atentos ni os dais cuenta. El resto agradece dejar de tener que oír aquella música todo el rato detrás de la oreja.

A medida que la tarde avanza notáis al conductor algo inquieto. Incluso un par de veces oís claramente como maldice entre dientes. Pero al parecer por ahora no es algo que os incumba, por que no lo comunica abiertamente con el pasaje.

El sol cada vez está más bajo, el espeso bosque que os rodea a cada lado se tiñe con una luz crepuscular. Las sombras de los arboles corren como una reja interminable por las ventanas molestando con su parpadeo constante. Quizá es buen momento para cerrar las cortinas y echar una cabezada...  

-Oye tú. -Habló Bobby incorporándose un poco y dirigiéndose a quién estaba más cerca.- Este tío está la mar de raro, no para de mirar en el salpicadero y está demasiado inquieto... ¿Se habrá quedado sin sopa? 

Pendiente del conductor porque piensa que el autobús tiene alguna avería que no quiere admitir, la joven comienza a prestar atención al paisaje. El verde de la madre Naturaleza le llena los ojos y la belleza del atardecer consigue hacerle olvidar por el momento sus pasado reciente, sus problemas, su necesidad de huir. Sabiendo que todavía queda noche por delante prefiere mantenerse despierta mientras haya luz.

Solo los balbuceos de queja del conductor y el traqueteo del vehículo perturbaban el viaje pero Ros no prestaba demasiada atención a ninguna de esas cosas. Su mirada estaba centrada en los árboles y como la luz del atardecer se colaba entre los troncos, las ramas y las hojas, salpicando de colores y brillos el paisaje mientras se anunciaba la llegada inexorable de la noche.

-Vaya coñazo de viaje- pensaba Terry mientras su cabeza apoyada en el cristal rebotaba y se bamboleaba con los incesantes vaivenes de aquel trasto.

Cuando la música del CD paró de repente casi la echó de menos... casi.

Pensó en preguntarle al conductor si faltaba mucho, pero estaba convencido de que lo único que recibiría serían malas contestaciones, por lo que se limitó a canturrear aquellas estúpidas canciones que la radio ya no le escupía a la cara mientras entrecerraba los ojos. Al final acabaría por dormirse de puro aburrimiento.

La música hasta un punto se agradecía para soportar el tedio del viaje, si bien Christie hubiera preferido otro tipo de canciones menos comerciales, pero una vez que el reproductor decidió fallar ciertamente fue del todo un alivio. No tanto lo era el hecho de que el conductor prestara ese exceso de atención al panel de instrumentos mientra maldecía por lo bajo: algo no parecía ir del todo bien. ¿Combustible? No debería, ya había repostado ¿Fallo del motor? Quizá.

Fuera lo que fuera más valía que aquel trasto aguantara hasta completar el trayecto.

¿Sopa? ¿En qué momento me hice viejo? 

- Eehm... - balbuceaba Kenneth mientras se incorporaba en su asiento - Pues no se tío. La verdad es que ni me he fijado, estos árboles me tenían hiptonizado, al menos ya no hay música jeje. - intentó ser simpático, sonriendo.

La realidad es que aquel viaje ya se estaba haciendo largo. No tenía muy claro cual sería su próximo destino, prefería confiar en el azar, pero desde luego parecía complicado que los prestamistas le encontraran por allí, así que se daba por satisfecho.

Por simple curiosidad, se cambió al asiento de al lado para echar un vistazo al pasillo, pero no vió nada extraño.

Desganado, aprovechó para estirar cada músculo de su espalda, levantando los brazos por encima de la cabeza e intentando alargar las piernas todo lo que aquel cubículo le permitía.

20:15 entrando en una población con un cartel que reza "Welcome to Ebernburg"

A medida que las últimas horas de luz se marchan, una suave niebla comienza a cobrar protagonismo dominando el paisaje.

Cuando queréis daros cuenta, el autobús comienza a aminorar la marcha para tomar un camino de tierra. Durante un largo trecho sentís como cada piedra del camino os hace saltar del duro asiento. El vehículo se balancea de mala manera hasta que finalmente consigue detenerse ese traqueteo.

Tanto el ruido de las piedras aplastadas, como el de la polvorienta tierra removida y el del motor son acallados...

El conductor de levanta de su asiento, se pone de pie y se da la vuelta colocándose su gorra de nuevo.

- Estimados pasajeros, me temo que tenemos que hacer una parada de emergencia. El vehículo está dando serios problemas y ni la compañía ni yo mismo, podemos poner en peligro su seguridad. Vayan bajando del vehículo y disculpen las molestias. recita sin mucha gana ese tal Bernie, como si lo hubiera aprendido al dedillo de algún manual.

Dicho esto, toca una palanca y veis como se abre el capo. Justo después se baja y mete su cabeza para averiguar que coño le pasa a este viejo trasto.

Desde las ventanillas del autobús no se ve nada más que campo y bosque. El único vestigio de civilización que hay allí es una estación de servicio, o algo por el estilo, que deja entrever las luces encendidas en su interior.

Con un estirón de brazos la chica intenta eliminar la fatiga de su dolorido cuerpo cuando el conductor para; al parecer el vehículo ha dado todo lo que puede y no van a poder continuar el viaje. Mira desde la ventanilla y sólo ve las luces un una desvencijada estación de servicio; a pesar de su recelo a salir del autobús, necesita ir al baño y comprar una nueva botella de agua así que se gira para ver si algún otro pasajero va a ir hacia allía.
 

Nunca pensó aquella mañana al levantarse que el viaje pudiera resultar tan agotador. Ese trasto viejo, que apenas se merecía el nombre de transporte, estaba comenzando a dar problemas tal y como ya se había figurado millas atrás hasta que el conductor decidió frenar antes de que el daño fuera mejor, o al menos eso quería pensar ya que por nada del mundo deseaba estar en aquel lugar lejos de todo.

Echó un vistazo perezoso a la estación de servicio y con gesto molesto y cansado se levantó de su asiento. Sin mirar a nadie en concreto del resto de pasajeros lanzó una pregunta al aire:

- ¿Tendrán cerveza? Me vendría bien una.

Y acto seguido enfiló el pasillo hacia la salida.

Las luces del ocaso se ven aún más opacadas por la aparición de la ligera niebla que se empieza a hacer presente entre los troncos de los árboles. Ros se encuentra medio adormilada por el viaje cuando el traqueteo del autobús al salir de la principal la saca de su ensoñación. Siente preocupada los bamboleos del vehículo y se siente aliviada cuando al final este se para aunque sea sin completar su destino.

Ante la petición del conductor se estira antes de coger sus cosas de mala gana y se prepara para dejar el vehículo. No se podía molestar en dar más información, no. Se quejó interiormente mientras recorría el pasillo y se dirigía a la puerta.

- Disculpe, - se acercó al hombre que tenía la nariz metida en el motor - ¿qué se supone que debemos hacer? ¿Esperamos a que repare el autobús o estamos lo suficientemente cerca cómo para llegar a Eberburg a pie?

El último bache antes de parar hizo sobresaltar a Kenneth - ¡Joder!. Puto cacharro... Aquel autobús había dicho basta y cualquier lugar parecía mejor que quedarse allí dentro mientras lo reparaban, bastantes horas llevaban ya allí.

- ¿Cerveza? Me apunto - dijo levantándose de un brinco al escuchar a aquella chica - vamos ahí enfrente, supongo que será alguna gasolinera o algún bareto.

Sin más dilación, siguió los pasos de la chica de la invitación.

- ¡Vamos vente! Más divertido que este trasto será... - le dijo a Morgane al pasar por su asiento, que parecía dubitativa sobre si bajar o no.

La perspectiva no era en absoluto halagueña y terminó por confirmarse las sospechas que el joven había tenido en cuanto vio al conductor dedicar tanto interés al salpicadero. Unos cuantos habían empezado a ponerse en marcha ante aquella perspectiva y sin mucho más que hacer Bobby se incorporó dubitativo, no sabía muy bien qué hacer ni qué pasaría. Ahora ya no parecía tan buena la idea que tuvo unos cuantos kilómetros atrás.

Antes de bajar las escaleras dedicó entonces una mirada al fondo del vehículo para confirmar que nadie parecía estar por la labor de quedarse en aquel armatoste de metal. Y siguió al grupo sin decir nada.

La tartana se paró de repente, cosa que por sus caras a ninguno le sorprendió demasiado, lo raro era haber llegado tan lejos.

Observó como todos los ocupantes del vehículo fueron desfilando uno a uno hacia la salida. Al principio pensó en quedarse, pero probablemente aquel hombre tan desagradable no solo no lo agradecería si no que pondría mala cara.

-Yo prefiero un bourbon- dijo levantándose y saliendo junto al resto de aquellos desconocidos.

Cuando pasó junto al conductor que tenía medio cuerpo dentro del capó del autobús sonrío levemente. -Mánchate las manos cabrón- pensó. Después continuó caminando.

La chica mira al hombre que le habla, el mismo que se le acercó en la parada anterior, y asiente a su comentario; coge sus cosas y le sigue.

A medida que bajáis del autobús os desperezáis, estiráis las piernas e incluso se oye algún que otro bostezo.

Cogéis vuestras pertenencias, ya sean mochilas o bolsos con lo poco que hay en su interior. Para la mayoría esto es una huída hacia delante con lo poco que habéis podido coger por las prisas.

Mientras la mayoría parecéis poneros de acuerdo en asaltar la licorería, como si vuestros últimos dolares os quemaran en la cartera, una de las pasajeras se acerca a hablar con el conductor. Todos ois la conversación.

El hombre saca la cabeza de debajo del capó para responder con una medio sonrisa. - Esto que ve es Eberburg señorita. - dice señalado el local en medio de la nada.

Todos miráis alrededor, no hay nada más por ahí cerca, estáis en el culo del mundo.

- Mmm... tiene pinta de ser el alternador. - asevera frotándose las manos con un trapo mugriento. - Tendré que llamar a la compañía para que traigan un autobús de sustitución que los recoja. Lo malo... - carraspea un poco y escupe un lapo - es que la cobertura aquí es una mierda. - os asegura mientras saca un viejo móvil del bolsillo de la chaqueta...

- Lo mejor que pueden hacer es entrar y tomarse algo mientras esperan.