Partida Rol por web

- ¡Buenos días Alaska! Estas escuchando la KSKA en el 91.9 FM. Hoy es Miércoles 30 de Septiembre y se avecina otro día frío, máximas de diez grados y mínimas de tres, y sí, seguramente hoy también llueva.

- Están viendo la NBC, KTUU-TV de Anchorage. Buenos días, soy Mike Ross y estás son las noticias. Los científicos siguen tranquilizando a la población sobre la inminente llamarada solar que se acerca a la Tierra. En un comunicado, la NASA ha confirmado que se trata de la llamarada mas grande registrada hasta la fecha. Sin embargo ha quitado gravedad a las teorías que anuncian graves daños en las comunicaciones o en la estación espacial internacional.

- En esta imagen pueden ver la comparación entre la llamarada y el tamaño de nuestro planeta. Desde luego la NASA sabe como calmar a la población.

- CNN en directo. Tenemos una noticia de última hora, conectamos en directo con nuestro corresponsal en Chicago.

- ...increíble. En tan solo unos segundos la ciudad ha sido bombardeada con lo que parecían ser meteoritos. Han caído... seis o siete directos contra el distrito financiero. ¡Oh Dios mio! La torre Sears... la torre Sears se está derrumbado... es horrible...

- Nos llegan informaciones desde distintos puntos del país sobre está repentina lluvia de meteoritos. Tenemos problemas para recibir las imágenes pero nos confirman que el Pentágono y la Casa Blanca han sido alcanzados. El NORAD ha cerrado el espacio aéreo poco antes de recibir un impacto directo en su cuartel general.

- Tenemos en directo a Jeff Chandler, astrofisico y experto en meteoritos. ¿Qué está ocurriendo señor Chandler?

- Todo el mundo sabe que los meteroides se destruyen en su entrada en la atmósfera y pocos logran llegar a tierra. En este caso el tamaño no es tan grande como para sobrevivir, por lo que deben contener una composición altamente metálica como para fundirse y formar una especie de bala de cañón que golpea la tierra.

- Eso explicaría que no se hayan detectado. ¿Pero que me dice de la precisión con la que caen?

- Ante eso no tenemos explicación alguna. No están entrando en la atmósfera directamente si no que orbitan ligeramente realizando una caída libre, por eso impactan en todo el planeta independientemente de la rotación. Lo que somos incapaces de explicar es por qué solo caen en núcleos urbanos y... me atrevería a decir que solo impactan en ciudades o lugares importantes.

En pleno caos las telecomunicaciones han caído. Finalmente los satélites se han visto afectados por la llamarada.
En Anchorage, Alaska, la situación parece mas calmada que en el resto del mundo. El cielo se mantiene nublado y lo único que ha caído por el momento son algunas gotas de lluvia.
Internet ha dejado de funcionar, las llamadas locales todavía son posibles aunque el ruido en la linea las hace impracticables. El GPS está muerto y parece haber algunos problemas con el suministro eléctrico, aunque eso puede que no tenga relación con el Sol y sí con los meteoritos.

La gente ha comenzado a preocuparse, son cientos los telescopios y prismáticos que vigilan el cielo como si pudieran hacer algo en caso de que una roca cayese sobre ellos. Muchos intentan salir de la ciudad, pero en Alaska no hay muchos sitios a donde ir. Fuera de Anchorage solo hay cientos de kilómetros de bosque, montaña y animales salvajes. Sin olvidar el frío que comienza a ser peligroso durante la noche.

Los que optan por quedarse asaltan los supermercados, las tarjetas de crédito no funcionan y el efectivo nunca es suficiente. La policía ha tenido que intervenir en algunos disturbios, las ambulancias pasan cada pocos minutos y todo el mundo sigue la ruta de un camión de bomberos cuando pasa cerca.

A media tarde todas las aves de la ciudad han optado por abandonar Anchorage, todo el mundo coincide en que no es buena señal. Los animales domésticos se muestran inquietos, los perros no dejan de ladrar y ya se han visto algunos merodear libres por las calles.

Las carreteras están paralizadas, cualquier pequeño accidente condena el tráfico a un bloqueo indefinido. La autopista empieza a tener mas coches abandonados que ocupados, la gente busca llegar a su casa antes de que anochezca o conseguir el mayor numero de víveres hasta que al menos los bancos puedan volver a entregar efectivo.

Os encontráis en la zona centro de la ciudad, parece que tendréis que caminar hasta vuestro destino como hace bastante gente a vuestro alrededor. Algunos usan bicicletas, otros pequeñas motos. Observáis una pelea a las puertas de una cafetería, veis unas diez personas intercambiando puñetazos como si les fuese la vida en ello.
Hace bastante que no veis a la policía, sin poder transitar ni recibir avisos intentáis imaginar que están haciendo.

El Sol comienza a ocultarse tras el océano, aún estáis lejos de casa pero al menos las farolas siguen funcionando.
De repente los gritos se intensifican, al fondo de la calle veis como la gente comienza a correr. Se pisan unos a otros y algunos se suben a los coches para intentar huir de algo. La distancia parece que engaña a vuestros ojos, pero juraríais ver como un grupo de personas golpea brutalmente a todo el que se pone por delante.
Sobre ellos, y avanzando lentamente hacia vuestra posición, algo pequeño y brillante está cayendo del cielo. Como si estuviese comenzando a nevar unas pequeñas partículas azuladas que emiten destellos cuando la luz incide en ellas.
No tardáis en descubrir que a medida que el polvo azul cae sobre las personas estás se enajenan.
Con tan solo unos segundos para pensar optáis por entrar en el lugar mas cercano, una pequeña tienda de ropa para bebés.

Desde el interior del comercio observáis pasar corriendo a la multitud, algunos tropiezan, otros chocan y son pisados por los que vienen detrás.
La lluvia de polvo cae como si alguien hubiese lanzado un puñado sobre la ciudad, apenas llueve durante unos segundos y después termina. Se mantiene sobre el suelo, sobre los coches y el mobiliario urbano. Ante vuestros ojos el polvo se licua y cae al suelo para perderse en el alcantarillado. Igual que ha venido se ha ido, sin dejar rastro alguno.

Sin embargo no tardáis en comprobar sus efectos. Los últimos en pasar ya no corren, se arrastran y emiten potentes gritos de dolor. Un liquido azul emana de sus orificios mientras se retuercen, sus cuerpos están hinchados y sus rostros deformados. Uno de ellos, que parecía haber dejado de respirar, se levanta pesadamente y al ver como os asomáis por el escaparate se acerca a vosotros.
Su paso es lento, la dueña de la tienda tiene tiempo de asegurar la puerta con llave antes de su llegada.
El hombre tiene los ojos totalmente negros, no hay pupila ni iris, su globo ocular parece una esfera oscura. Las venas de su cara, cuello y manos se han hinchado y aún tiene manchas de ese liquido azul en orejas, ojos, nariz y boca.

Demostrando una inteligencia simiesca intenta empujar la puerta, el cerrojo hace su trabajo e impide que se abra. Repite el intento con mas fuerza y tras su nuevo fracaso empieza a golpear la puerta. Finalmente el cristal cede y entra en la tienda, tras él otros cuatro cuerpos se acercan.
Retrocedéis, la dependienta os señala la trastienda y todos corréis hacia la puerta trasera. Salís a un callejón, cuando la mujer se gira para bloquear el cerrojo uno de los seres golpea la puerta y tira a la dueña. Antes de que podáis hacer nada se abalanza sobre ella y comienza a golpear fuertemente su rostro con los puños, en cuestión de segundos otros dos se unen al linchamiento y otros dos mas aparecen. Los últimos os ven y comienza a perseguiros.

Tras probar varías puertas conseguís entrar en una tienda, en esta ocasión parece una oficina de viajes y turismo. Bloqueáis la puerta trasera con una estantería llena de panfletos turísticos y reconocéis el lugar para confirmar que estáis solos.
El local, muy pequeño en comparación con los que suele haber en la zona, apenas tiene un par de mesas para atender a los clientes y una trastienda con cajas. Hay un diminuto baño en las trastienda.
El sistema de alarma, que también bloquea las puertas, no funciona. Una pequeña pantalla led informa de un error en la recepción de datos.
Durante el resto de la noche escucháis y veis pasar a algunas de esas personas alteradas, por suerte ignoran vuestra presencia y cuando sale el Sol seguís con vida.

Casi por primera vez observáis quién os acompaña. Sois tres personas, dos mujeres y un hombre. No conocéis vuestros nombres, ni a que os dedicáis, aunque puede que eso ya no importe.

Apenas había pegado ojo en toda la noche. El día anterior, todo lo que había ocurrido, era una locura. Había estado escuchando a aquellas cosas ahí fuera, yendo de un lado para otro y era un milagro que no les hubieran encontrado. Su pistola* era prácticamente inútil, apenas sabía como dispararla y lo que disuadiría a un violador difícilmente asustaría a esas cosas, fuesen lo que fuesen. Le servía, eso sí, para tener algo de tranquilidad con sus dos forzados compañeros. No tenía ni idea de quienes eran, pero allí estaban con ella. Aquel tipo que parecía un cerebrito y aquella chica asiática. A saber quien cojones eran, pero ya que eran los únicos que no habían intentado matarla el día anterior eso los convertía en sus nuevos mejores amigos.

-Vamos-dijo en voz baja, sabiendo que sus compañeros tampoco habrían podido dormir-está amaneciendo y tendremos que salir de aquí en algún momento.

Despierto sin saber muy bien donde estoy. Durante unos instantes miro a mi alrededor sin comprender antes de que los eventos del día anterior vuelvan a mi cabeza como una cascada brutal y terrorífica. Siento un nudo en el estómago y una clara sensación de nauseas que trato de controlar con un gran esfuerzo. Me sorprendo de haber logrado conciliar el sueño aun durante algunas horas, pero probablemente mi cerebro se desconectó solo tras el estrés de los últimos acontecimientos y un turno doble en el hospital.

Trato de centrar mis pensamientos en que debería hacer a continuación, cuando una voz me saca de mi ensimismamiento. Hasta ese instante no me había parado a pensar en quienes eran las personas que se encuentran a mí alrededor, pero ahora se convierte en mi primera preocupación.

Siento la necesidad de saber quiénes son, como si de alguna forma eso pudiese devolver cierta normalidad a esta situación imposible, por lo que decido ser la primera en presentarme.

- Me llamo Yu-ri – digo casi en un susurro, sin poder alejar la idea de que una de esas… “personas” aparezca de repente al oírme – soy enfermera…

Al pronunciar esas palabras algo hace clic en mi cerebro. ¿Nos han herido? No… creo que no se acercaron tanto. No siento ningún dolor, creo que no me han hecho nada. Y automáticamente observo a la mujer y luego al hombre para ver si tienen alguna herida o golpe. Tras unos instantes el rostro de la tendera vuelve a mi memoria, su cuerpo siendo golpeado salvajemente… y no puedo contener las lágrimas.

- Mis padres… susurro antes de que el llanto me impida decir nada más.

Durante las primeras horas no me separé del teléfono, tratando de ponerme en contacto con mi familia en Maryland, las autoridades o la maldita guardia nacional. Sabía que era inútil, ya que ni siquiera recibía ninguna línea, pero al menos servía para mantenerme activo, para darme una razón de ser dentro del caos en el que se había convertido esta ciudad.

Cuando conseguí relajarme, dejé a un lado el inútil aparato y me puse a pensar un poco. Conecté mi portátil y el móvil a la red, para mantener sus baterías cargadas todo el tiempo posible y desactivé las redes wifi del móvil para que no gastase energía inútilmente tratando de conectarse a un router sin señal. Tras mirar un poco por la tienda, cogí un cuaderno y un lapicero y me escondí debajo de la mesa mientras escribía rápidamente en los márgenes.

Cada vez que escuchaba un ruido me sobresaltaba y miraba hacia las puertas, pero poco a poco las páginas iban pasando mientras rellenaba sus bordes de fórmulas. La imágen de las cálidas playas del sur de California me sirvió para escribir a su lado las ecuaciones simplificadas de la densidad de las capas altas de la atmósfera. Durante varias horas se escucharon palabras como rebote atmosférico, precisión y dinámica orbital entre maldiciones y otras palabras malsonantes.

Tan sólo durante un momento me escabullí fuera de la mesa, dejando a un lado la calculadora de mano que había cogido del escritorio para recuperar mi móvil con su aplicación de calculadora científica que me permitiese calcular logaritmos como dios manda. Aproveché para observar a mis compañeras, preguntándome cómo esa chica podría dormir y frunciendo el ceño ligeramente al ver a la rubia apretar una pistola en su mano. "Supongo que cada uno tratamos de controlar los nervios de una forma diferente", pienso al darme cuenta de que ambas acciones son mucho más lógicas que tratar de calcular las trayectorias de los meteoritos de los que hablaron por televisión. Sobre todo porque estoy seguro de que habré cometido miles de errores en los cálculos, ya que no estoy precisamente concentrado para pensar en lo que estoy haciendo. Sin embargo, la familiaridad de los números y las ecuaciones hacen que poco a poco empiece a racionalizar lo que está sucediendo.

La chica de la pistola nos dice que está amaneciendo incluso antes de que yo pueda distinguir la luz. - ¿Sa... salir? - pregunto. - ¿Con esas cosas ahí fuera? ¿No sería mejor esperar a que alguien viniera a rescatarnos? - le digo no muy convencido de su propuesta.

La chica que estaba dormida se presenta, recordándome algo de modales al decirnos su nombre.

- Soy el doctor Rockwell - digo extendiendo la mano para saludar y recogiéndola nuevamente al ver la pistola de la rubia. Obviamente, será mejor que siga con ella antes de estrecharme la mano. - Duncan - corrijo enseguida al darme cuenta de lo inútil del título en estos momentos.

La joven enfermera trata de aguantarse las lágrimas al pensar en su familia, lo que hace que se me forme un nudo en la boca del estómago. "Sue..." Pero no hay mucho que pueda hacer por mi propia familia ahora, ya que están a miles de kilómetros de distancia.

- No sabremos qué habrá pasado con ellos - le digo a la chica. - Ese polvo azul no se ha metido en los edificios y no parece habernos afectado aquí dentro...

Se me corta la voz al volver a pensar en el efecto que esa extraña sustancia tenía en el resto de la gente y miro hacia otro lado para que mi propio nerviosismo no afecte más a la chica.

Anne se quedó unos segundos pensativa. Aquel lugar no parecia muy seguro pero lo que podían encontrar ahí fuera parecía mas aterrador. Aun así...

-No podemos quedarnos aquí, esas cosas podrian encontrarnos en cualquier momento y la ayuda... después de lo que vi ayer no creo que llegue ayuda alguna-les respondió- Mi nombre es Anne.

¿Que no va a venir ninguna ayuda? Las palabras de “Anne” caen sobre mí como un jarro de agua fría. Eso es imposible… tiene que venir alguien… pero no soy capaz de hacer audibles mis pensamientos, porque las dudas me asaltan al recordar las ultimas noticias. Finalmente, casi sin darme cuenta doy voz a un pensamiento.

- ¿Y si ha ocurrido lo mismo en todas partes?... Y si….

No me atrevo a continuar, mis temores son demasiado horribles para ser pronunciados en voz alta. De un modo infantil siento que si las palabras salen de mis labios se harán realidad, por lo que los estrangulo en mi garganta con la fuerza de mi propio miedo.

Trato de pensar. Las palabras del hombre, Duncan, el polvo no ha entrado en los edificios. Puede que mis padres estén bien, debían estar en casa, seguramente no se atreverían a abrir la tienda ayer, y se quedaron en casa. Y Ji-Hoon tuvo que volver con su mujer, mi sobrino nacerá en 3 meses, debieron pedir el día libre, y estarán en casa… a salvo…. Y Ki-Jung…. Las circunstancias me superan, pero trato de convencerme a mí misma de que todos están bien, tienen que estarlo… y yo necesito ir con ellos.

Me esfuerzo en trazar un plan, y viene a mi mente con facilidad.

- Mis padres tienen una tienda, no está lejos de aquí. Tenemos un pequeño almacén con provisiones…. - Tomo aire antes de continuar, tratando de controlar mi ansiedad – podemos escondernos allí hasta que todo pase…

-Ese es un buen plan, o al menos es un plan-dijo la chica esbozando una sonrisa. Le gustaría poder decir que quería ir a casa a buscar a su madre, aunque sabía que se había convertido en una de esas cosas o mejor a algún amigo, pero no le quedaban muchos tras los últimos años. Si el plan de la chica de buscar a su familia pasaba de verdad por encerrarse en un sitio con provisiones sería bastante mejor.

Miro a las dos mujeres, preocupado. Lo más sensato en estos casos debería ser quedarse en un lugar seguro esperando ayuda... "En estos casos, como si alguna vez hubieras estado en una situación así."

- Bueno, un almacén con provisiones debería ser un lugar más seguro que esta tienda - digo mirando la puerta bloqueada por una simple estantería. - No creo que eso aguante demasiado y aquí no parece haber nada que nos vaya a servir de ayuda...

Miro otra vez a mi alrededor. Salvo por los bolígrafos que ya he guardado en mi mochila, hay pocas cosas útiles aquí. Si al menos funcionase internet, o incluso el teléfono, tal vez podría tratar de contactar con alguien, pero ahora mismo no parece un lugar óptimo, a pesar de que tenemos agua en el servicio que nos permitiría sobrevivir durante un par de días sin movernos. Pese a todo, pruebo a abrir alguno de los cajones de los escritorios; si tuvieran una radio podríamos tratar de ver si alguien sigue emitiendo en alguna frecuencia y enterarnos de qué demonios está ocurriendo ahí fuera.

- Pero, si salimos ahí fuera y esa gente sigue... fuera de sí... - digo sin encontrar una expresión mejor - ¿qué querréis hacer? No tengo muy claro que podamos escapar de una multitud si se lanzan a por nosotros... - Miro desconfiado la pistola de Anne. Aunque se me diera bien jugar al House of Dead y al paintball con mis amigos, nunca he disparado un arma de verdad, y mucho menos contra una persona.

Un escalofrió me recorre la columna. Y se prolonga aún más cuando sigo la mirada de Duncan hacia el arma de Anne…

- Debemos evitar que nos vean… - digo con toda la convicción de que soy capaz.

Dedico unos momentos a tratar de ubicarme respecto a la tienda, y cuando por fin trazo un mapa mental de cómo llegar hasta allí, lo comparto con los otros.

Después con sumo cuidado, y un ligero temblor en las manos me acerco hasta la puerta para mirar fuera, recorriendo la calle con la mirada.

La pequeña agencia de viajes apenas contiene material que pueda servir para prolongar vuestra supervivencia. Cientos de folletos de diversos lugares y presupuestos impresos llenan los cajones y estanterías del local.
Los bolígrafos, presentes pero escasos debido a la era digital, es lo único recuperable. En uno de los cajones hay una pequeña bolsa con frutos secos recubiertos de chocolate. En otro encontráis el cargador de un teléfono.

Os asomáis a la parte delantera de la tienda, a través del cristal veis la calle. Anchorage despierta como una ciudad fantasma, en algunos lugares se pueden ver los estragos de la lucha. Cristales rotos, coches abandonados en mitad de la calle y algunos cadáveres. O al menos cuerpos inmóviles con mas o menos sangre.
Ni rastro del polvo azul, ni rastro de personas vivas y menos aún de trafico terrestre o aéreo.

La ruta hasta la tienda de los padres de Yu-ri es realmente sencilla, apenas hay que recorrer un kilómetro hasta la zona comercial. Se debe atravesar la autopista y continuar hacia el noroeste. Un viaje de cinco minutos en coche y de quince a píe, aunque en ambas opciones no se tiene en cuenta el estado actual de la ciudad.

Os encontráis entre una avenida y la autopista, lo cual os deja tres opciones. Seguir la autopista hasta un túnel que os permita cruzar al otro lado, avanzar por los callejones que se forman en las partes traseras de edificios y comercios o, la opción mas lenta, ir hasta la avenida para tener una visión mas amplia de la zona y después volver hacia el Oeste para cruzar la autopista.

Sea como sea, no sabéis qué os espera. El tramo de calle que veis no muestra actividad ninguna, hace casi una hora que no escucháis ruido alguno y la cantidad de cadáveres en el suelo está lejos de representar una mínima parte de la población de Anchorage.

Me agacho detrás de uno de los coches, tratando de esconderme de cualquiera de esos psicópatas afectados por el polvo azul. Llevo un rato en silencio... Por primera vez en mi vida he visto un cadáver. Realmente la noche anterior es más que probable que alguno de los cuerpos que vi caer estuviera muerto, pero en el calor de la huida es algo que ni siquiera puedes plantearte. Pero ahora sí. Y tengo muy claro que no es algo que me apetezca volver a ver nunca. Racionalmente puedo llegar a pensar que, dado el caos de la noche anterior, los resultados podrían haber sido mucho peores, pero ahora mismo las arcadas que me producen esos cuerpos hacen que mi estómago se imponga a mi cerebro.

- ¿Dónde está todo el mundo? - pregunto a mis compañeras entre dos fuertes inspiraciones. Estoy tratando de controlar mi respiración para no vomitar en cualquier sitio. - No es que me queje de que estemos solos, ni mucho menos - añado recordando la violencia que se desató ayer - pero, ¿no debería haber alguien aquí?

...La policía, el puto ejército... ¡Alguien!

Viendo la desolación de la ciudad, el almacén de la familia de Yu-ri parece un lugar tan bueno para ir como cualquier otro. Observo una de las tiendas del centro comercial en la que venden la última consola que ayer estaba pensando en comprar al volver a mi casa. Pero hoy el mundo se ha vuelto loco y no tengo muy claro que, después de ver todo esto, tenga ganas alguna vez de jugar a un videojuego... De hecho tampoco tengo nada claro que vaya a poder volver a mi casa, pero ese es un pensamiento al que aún no tengo fuerzas para enfrentarme.

- ¿Y bien? ¿Por dónde vamos? - pregunto a la chica. - Si de mí dependiera no me metería en un túnel ni borracho. De hecho, por ahí - señalo a la avenida - tendremos una panorámica para poder qué demonios está ocurriendo. Aunque demos un pequeño rodeo, puede merecer la pena...

Hablo rápidamente, casi sin pensar en lo que digo, porque si lo hiciera lo único que realmente me plantearía es volver debajo de la mesa de la oficina de turismo a esconderme otra vez.

La mujer miró para ambas direcciones, tal y como temía no había ni un solo grupo de rescate, ni la guardia ni la policía montada, nada.

-Ir a la avenida nos dejaría muy expuestos, si queda alguien cerca nos vería... y no estoy segura de que queramos eso. Creo que la mejor opcion es ir por las calles mas estrechas donde podamos ocultarnos fácilmente y no llamar la atención de... de lo que sea que ha hecho esto...-dijo la mujer en voz baja tratando de controlarse

Siento una leve presión en el pecho al darme cuenta de que me toca decidir. No quiero esa responsabilidad, no la deseo en absoluto. Pero tampoco puedo ignorarla.

Las callejuelas parecen una ruta mas segura, al menos para no llamar la atención pero… de verdad estamos asumiendo que todo el mundo… no… no puedo aceptarlo sin mas, tiene que haber mas gente que no se haya visto afectada por el polvo azul, ni… prefiero no pensar en lo que vimos ayer. Tiene que haber mas gente como nosotros.

Observo los rostros de mis compañeros tratando de olvidar que decida lo que decida estoy jugando con sus vidas. Esa es la razón de que no estudiase medicina, podría haberme pagado los estudios trabajando, pero los médicos deciden, y sus decisiones pueden salvar a alguien pero también pueden significar el final de su vida. Y ahora yo me encuentro en la misma situación que siempre he querido evitar.

- Creo que deberíamos ir por la avenida… - digo en con un hilo de voz – … tenemos que saber que ha ocurrido…

Me vuelvo para evitar la mirada de Anne, casi esperando su recriminación, un gesto infantil por mi parte pero no puedo evitarlo. Recojo mi bolso y tras comprobar su contenido saco una chocolatina de Bounty. Me cruzo el bolso para asegurarme de que no se me caiga si tenemos que correr en algún momento, y después abro el envoltorio de la chocolatina y la parto en tres trozos.

- Debemos comer algo… necesitaremos la energía.

Rechazo la chocolatina reprimiendo otra arcada. Puede que la comida sea importante, pero ahora mismo no voy a conseguir que mi estómago retenga absolutamente nada.

Casi se me escapa un suspiro de alivio cuando Yu-ri apoya que vayamos por la avenida. Después de todo, en los callejones podremos pasar más desapercibidos, pero también son un lugar más propicio para emboscadas. Y, por otro lado, tampoco estoy muy seguro de que Anne tenga razón al preferir que no nos vea nadie.

- Depende... - contesto a la mujer. - Si ha venido algún equipo de salvamento, será mucho mejor que nos encuentren lo antes posible. - Niego con la cabeza, pensativo. - No tengo muy claro qué le paso a toda esa gente ayer, ni dónde está todo el mundo ahora, pero tampoco podemos suponer que el efecto de ese polvo azul, si fue eso lo que les volvió locos, sea permanente, ¿no crees?

Me encojo de hombros. Sé que mis palabras tendrían algo más de fuerza si no estuviera tratando de esconderme junto a un coche, pero ahora mismo esa es la menor de mis preocupaciones. De todas formas, espero que alguna de mis dos acompañantes abra el camino antes de decidirme a seguirlas.

Me obligo a dar un primer paso en dirección a la avenida, y despues un segundo paso con algo mas de decisión que el primero. Poco a poco trato de reconstruir mi seguridad y mi confianza, mientras mis pasos me alejan de la agencia de viajes. Me vuelvo varias veces, asegurandome de que me siguen, aunque cada vez gano confianza y el tiempo entre cada una de esas comprobaciones se alarga.

Camino en silencio, demasiado concentrada en lo que nos rodea y en mis propias preocupaciones.

Anne titubeó antes de salir de la agencia de viajes. No le gustaba el plan de aquel tipo pero la chica era la única que sabía como llegar así que no le quedaba otra que seguirlos y rezar por que llegasen sanos y salvos a la tienda aquella. No quería decirles nada acerca de lo que pensaba sobre la efectividad de su pistola frente a... eso. En cualquier caso eso le servía para mantenerlos a raya a esos dos y que no intentasen nada raro. Ahora estaba con ellos al fin y al cabo y lo importante era sobrevivir... cosa que no parecía muy probable.

Yu-ri encabeza la marcha a través de la avenida. A cada lado de la calle se distribuyen casas y pequeños comercios, en algunos casos las pequeñas edificaciones albergan las dos cosas.
Pese a lo limitado del suelo, la ciudad está acotada por las montañas, el mar y los gélidos bosques, la distribución horizontal suele ser generosa y los patios, jardines y espacio entre casas son amplias.
Eso genera la ventaja de poder salir de la calle con facilidad, pero también multiplica los lugares desde donde puede aparecer cualquier persona.

Los coches detenidos se acumulan. Veis un todoterreno empotrado contra una farola y el foco de la misma roto en mil pedazos sobre el techo del vehículo.
Los cadáveres se multiplican en la avenida. En algunos casos es evidente el motivo de la muerte, la sangre, las visibles heridas o un coche sobre el pecho dan una pista sobre motivo de su fallecimiento. Otros simplemente están tirados, si no fuese por la baja temperatura podrían estar simplemente durmiendo.

El silencio es total, salvo la suave brisa y vuestros propios pasos nada provoca sonido alguno. La carencia total de trafico rodado convierte una gran ciudad en un pequeño pueblo, sumado a la nula actividad humana convierte cada lugar en una foto fija.

Recorréis gran parte de la avenida sin encontrar a nadie. Lo único que estuvo vivo son los cadáveres y son una mínima cantidad en comparación con la población de Anchorage.
Al llegar a un cruce veis a lo lejos la autopista y uno de los túneles que cruza bajo ella. Unos metros mas hacia el norte hay una incorporación que asciende pronunciadamente desde este distrito de la ciudad.
A simple vista el túnel presenta la misma tónica que lo que lleváis visto hasta ahora, coches abandonados y cadáveres.
Se presupone que la autopista presentará la misma imagen, pero su posición elevada hará parte de la ciudad mas visible y, lógicamente, también os expondrá mas.

La alternativa es cruzar en el siguiente túnel, aunque ese ya se aleja de la ruta mas corta hasta la tienda de los padres de Yu-ri.

El paisaje es desolador, cadáveres abandonados por las calles privados de descansar en paz bajo tierra. Siento que debo hacer algo pero no tengo la fuerza ni la capacidad para ello. No quiero ni pensar en lo que ocurrirá si nadie los entierra o incinera, a parte de la insalubridad y el peligro de enfermedades para los supervivientes.

Me detengo a la vista del túnel, recorriendo la autopista elevada con la mirada en busca de otra ruta y la encuentro. Esta vez no cargare con la responsabilidad de ser yo quien decida la ruta.

- Podemos subir a la autopista, podremos ver el camino hasta la tienda. - me apresuro a decir sin añadir que en las presentes circunstancias la idea de atravesar el túnel me causa un gran desasosiego. Sigo temiendo elevar la voz entre tanto silencio.

Meto la mano en el bolso y rebusco hasta dar con el paquete de caramelos. Saco uno y me lo meto en la boca mientras ofrezco a Duncan y Anne el paquete.

- Algo de azúcar – explico.

Guardo los Mentos de nuevo en su sitio, y me esfuerzo en no morder el que llevo en la boca.

Haz que dure.

-Gracias-dijo la mujer cogiendo uno y chupándolo. Llevaba desde ayer sin comer y su estomago empezaba a rugir. Aquello no le gustaba, meterse en un tunel no le gustaba nada aunque no entendía por qué exactamente. pero desde luego no parecía una buena idea-deberíamos volver atrás y tratar de ir por las calles, no voy a entrar ahí. No es buena idea.

Cojo uno de los caramelos, sin poder evitar pensar en el efecto químico que producen al mezclarlos con agua carbonatada mientras disminuyen la solubilidad de los gases en ella. Los chicos en la escuela los utilizaban para hacer fuentes de coca-cola, pero con la presión que puede llegar a producir, cerrando un poco la boca de la botella para acelerar la velocidad de salida, el chorro puede llegar a elevarse un par de metros.

- No, no tendría sentido ir por el túnel - contesto a Anne. - Allí no va a haber nada que podamos descubrir sobre lo que ha ocurrido. Pero no creo que haga falta volver atrás... - señalo la autopista por la que Yu-ri propone ir. - Si hay alguien buscando supervivientes en la ciudad, allí deberían poder vernos. Y, si no hay nadie, al menos tendremos una mejor visión de la ciudad. - Quien sabe dónde tendremos que ir después del almacén de la familia de Yu-ri.

Observo el panorama desolado de la avenida y el terraplén que tenemos que subir, tratando de distinguir el estado de la autopista.

- Tal vez sería buena idea coger un coche una vez lleguemos ahí arriba - sugiero. - Salvo que la carretera esté completamente bloqueada, nos permitirá avanzar un poco más rápido... o al menos sin cansarnos demasiado - corrijo pensando en que probablemente nos toque evitar gran cantidad de obstáculos ahí arriba.