Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Anécdotas, Añoranzas, Historias y Remembranzas.

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10/12/2013, 11:44
Director II.

RELATOS, NARRACIONES Y RECUERDOS:

- Los habitantes del Feudo pueden usar esta escena para narrar cualquier relato suelto, historia, narración, recuerdos de juventud, etc.

- Cualquier texto que no se ajuste al esquema actual de Viñetas, o que pertenezca al pasado. Anécdotas que se quedaron en el tintero en Viñetas pasadas, recuerdos del personaje, historias, relatos sueltos, detalles.

- Es completamente libre, tan sólo hay que remarcar en negrita en la primera línea del texto, a modo de encabezado, el lugar y la época en que sucede lo que se narra.

- No es obligatorio en modo alguno hacer estos "flashbacks", es algo totalmente opcional y voluntario que algunos jugadores quieren hacer y he considerado apropiado crear una escena específica para poder hacerlo.

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07/01/2014, 23:37
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 117 A 124 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

Mis años como niño se reparten entre la aldea Aguasturbias criado con mi madre hasta la edad de seis años en el cual mi padre me reclama para seguir con la profesión familiar.

Mi madre siempre igual de cariñosa y social me presenta a toda su familia, de la cual cuando sea mayor tendré que escoger mujer entre las hijas de mis tías, algo curioso y destacado por ser algo que no ocurría con ninguna otra familia.

Durante mi estancia en Aguasturbias mi madre me mantenía apartado de los acontecimientos que sucedían, mi preocupación era llegar a tiempo para comer, jugar con mis primas y primos sin tener contacto casi con otros niños, me sentía algo raro pero al final acabé viendo que lo mejor es estar con la familia ellos son los únicos que miran por ti. El día que mi padre me reclamó para ir al castillo, recuerdo las lágrimas de mis primos y primas, algunas ya me decían que la desposara cuando fuese hombre, mis tías me despidieron con halagos de ser un niño bueno, guapo y de gran talento. 

La estancia en el castillo cambió mi vida, la vida de niño se fue extinguiendo a mi escasa edad ya que mi padre me trataba como un adulto y me exigía trabajar con esmero y dedicación. Mi tiempo libre lo pasaba jugando y escondiéndome entre la cocina y la perrera, la cual visitaba y me ocupaba de darles comida a través de las rejillas que la limitaban. Empecé a ponerles nombres a aquellos animales, al más gordo y fuerte de todos cuya cabeza sobresalía de las demás le puse jefe pues un bocado que metiera con esos dientes se llevaría un buen trozo de lo que pillara, al que vi más débil le puse princesa pues necesitaba la atención y cuidado para poder subsistir. En cambio a todos los demás que no sobresalían les puse también diferentes nombres a uno llamé baboso pues siempre soltaba bastante baba, a otro pesado ya que siempre quería lamerte las manos antes de comer, y al que quedaba audaz porque aprovechaba siempre la situación para llevarse el mejor bocado.

Pasé mi primer invierno en el castillo los rumores y cotilleo se divulgaban con una facilidad pasmosa no como en la aldea, el único que se mantenía callado era mi padre que no se inmiscuía en los asuntos ni rumores y sólo hablaba para poder desarrollar mejor su cometido en el castillo. La responsabilidad que caía en mis hombros pronto se hizo notar pues no sólo se me exigía el deber en el trabajo sino también hacia mi persona, mi carácter debía de ser callado y sólo hablar y atender a los quehaceres que se daban en mi profesión. Ya a los nueve años no parecía en absoluto un niño mi forma de proceder y de tratar a los demás según su estamento era siempre preciso y educado, los juegos de niños pronto se acabaron y el juramento que me hizo hacer mi padre de mantener el honor y la herencia familiar de mis antepasados hicieron que los sucesos a mi alrededor pasaran, como pasa el viento sin dejar rastro.

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10/01/2014, 19:49
[RIP] Ama de Llaves Vesania Oakenshaf.

Año 110.- Casagrande.  

Vesania era solo una niña de siete años cuando su padre murió en sus brazos. La cabeza de él, con el pelo ralo, grasiento y despeinado, reposaba en su regazo cuando su mirada se quedó sin vida. Nunca olvidaría aquello. El olor a meado y heces se mezclaba con el de la enfermedad y la muerte. Los últimos estertores dejaron a su padre con un pequeño hilo de vida que usó para dirigirse a su amada hija.

- La última Oakenshaf.

Esas fueron sus últimas palabras, que se marcaron a fuego en el alma de la joven.

Su padre siempre le había hablado mal de los Casagrande. No eran más que bastardos de los Oakenshaf, que se peleaban por un pedazo de fortuna como perros callejeros por las sobras. Ahora que no les quedaba nada, se pelearían por su apellido.

Pasaron los años y Vesania aborrecía cada vez más a la pareja que la había acogido. Despreciaba su mezquindad, su vulgaridad, el olor que desprendían. Sólo tenerlos cerca le hacía arrugar la nariz. Ellos no la trataban mucho mejor y la golpeaban a menudo en las nalgas con la vara de roble de su padre. Mancillaban aquella reliquia de familia con sus sucias manos y juró, que algún día, la recuperaría.

A medida que crecía iba observando las suspicaces miradas de sus captores, como ella les consideraba. La mujer no paraba de preocuparse por su salud. Le preguntaba constantemente si había florecido ya, y para asegurarse le obligaban a abrirse de piernas delante de unas viejas que la exploraban allí con sus dedos duros y fríos y aquellas uñas afiladas de bruja. La casa era visitada a menudo por otros Casagrande. Especialmente Bernard Casagrande. Oía sus conversaciones escondida tras las puertas llenas de agujeros. Básicamente sus captores pedían dinero a cambio de entregarla en matrimonio. Follársela, preñarla, sodomizarla, catarla... Ni siquiera entendía bien todo lo que decían de ella, pero sí dejaban bien claro el asunto del dinero.

Cuando pasó, cuando por entre sus piernas se derramó aquel líquido rojo, supo que era esa sangre la que estaba en venta. Trató de ocultarlo lo mejor que pudo y, si no hubiera sido por las inspecciones regulares a las que se veía sometida, hubiera podido engañar a aquellos palurdos. En ese momento no pudo contener las lágrimas, que caían a raudales por sus mejillas. La mujer la tomó de la barbilla.

- Alegra esa cara.- Parecía más una orden que otra cosa.- Agradece que eres guapa niña tonta. Bernard Casagrande tiene una fortuna y amistades con los Lefford. Podrá hacer frente a la deuda que dejó el hijoputa de tu padre.

Vesania se revolvió y logró zafarse de su agarre para contestarle con toda la ira de una Oakenshaf, la última de ellos.

- No vuelvas a ponerme las manos encima sucia puerca. ¿Un buen matrimonio? ¡Ja!- Aprovechó la distracción de la mujer para tomar la vara de roble que estaba colgada en la pared. Corrió hacia ella y comenzó a golpearla con todas sus fuerzas mientras chillaba. - Los Casagrandes son son más que borregos muertos de hambre. Antes me quedaría seca como una uva pasa, ¿me entiendes?- Iba a asestar otro golpe cuando notó que le retorcían la muñeca, haciendo que dejara caer la vara. La tiraron al suelo golpeándose la cabeza y notó un peso enorme encima de ella. Era su captor que había oído el jaleo. Comenzó a golpearla.

- ¡En la cara no! Ya oíste a Bernard, en cualquier sitio menos en la cara. Estará de camino. ¡Oh, por los dioses cariño, no la desfigures!- Dijo la mujer preocupada por que su marido no le dejara marcas. Vesania encajó los golpes con una media sonrisa en el rostro. Había disfrutado mucho con el dolor de aquella sucia perra.

Cuando la dejaron encerrada en su cuarto a la espera de que llegara Bernard a inspeccionarla, se quedó sentada delante del espejo de metal pulido observando su rostro. Le dolía todo el cuerpo, había vomitado y tenia grandes ojeras por las que recorrían sus lágrimas dejando en su alma profundos surcos. Sus agujas de hueso para las labores estaban sobre el pequeño tocador. Tomó una de ellas y la clavó en el lagrimal, rasgando la piel hacia las mejillas, siguiendo el recorrido de las lágrimas. Aguantó estoica el dolor e hizo lo mismo en el otro ojo. Jamás volvería a derramar una lágrima.

- La última Oakeshaf.

Cuando Bernard Casagrande entró en la habitación acompañado por sus captores, la escena que vio no fue la que se imaginaba. Iba en busca de una joven doncella de gran renombre, una Oakenshaf de de bello rostro. En su lugar se encontró a una chiquilla rebelde y que se había desfigurado la cara.

Ese mismo día, aprovechando la confusión provocada por su autolesión, se escapó de allí para jamás volver. Lo único que se llevó fue la vara de roble de su padre.

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11/01/2014, 20:52
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 124 A 129 DE LA DINASTIA TARGARYEN, Castillo Aguasclaras.

Mención: a Dregg "Ojotonto", Cazador.

Ilusionado ante la nueva perspectiva de que a los doce años mi padre me enseñaría a manejar el arco largo que había pasado de mano a mano de nuestros antepasados, mirado como una reliquia familiar. Éste estaba hecho con madera de tejo su tamaño era de un metro ochenta y ciento diez centímetros de largo, lo que provocaba las risas de los habitantes del castillo al ver a un muchacho de doce años disparar con un arco de esta longitud.

Era imposible manejarlo con mi estatura, así que tuve que aprender a disparar desde un taburete. Utilizamos el campo de tiro cuando no había arqueros practicando, su alcance máximo debería probarlo algún día en el bosque, con un alcance efectivo de unos ciento ochenta metros y un alcance de letalidad segura de cincuenta metros. 

Mi padre me enseñó a disparar con la cuerda puesta en la cara pues algunos se las ponían al pecho haciendo que el tiro errara por la ineficacia de la posición. El arco largo no tenía ventana y para apuntar se inclinaba levemente para poder tomar referencia con la punta de la flecha y ver bien al objetivo. Las cuerdas las confeccionábamos con fibras vegetales, como el cáñamo y el lino, pero se rompían con frecuencia, por ello utilizábamos varias cuerdas que guardábamos en nuestros sombreros, ya que mi padre me decía que así se protegía de la humedad y las mantenía engrasadas al contacto con el cabello.

Las flechas eran de madera se ataban en haces de varias docenas, bien ajustadas para que se mantuvieran rectas y se las dejaba estacionar.

Las puntas eran muy variadas de acuerdo a la función que debían cumplir. Las hacíamos de hierro forjado, las untábamos con grasa de ganso para evitar la oxidación y aumentar su poder de penetración. Había puntas barbadas y grandes para herir a los caballos, otras aguzadas y largas para atravesar cotas de malla, otras robustas, de formas cónicas, estriadas, cuadradas o triangulares para perforar armaduras metálicas y algunas en forma de cincel para las protecciones hechas de cuero.

Se les ajustaba al astil de madera donde la parte posterior de la punta se calentaba al rojo y se introducía en la madera; luego se la aseguraba con unas vueltas de hilo delgado. En forma de mango de cuchillo, haciendo una muesca en el extremo del astil y luego poniendo resina y varias vueltas de hilo dejándolas listas para usar.

Con mi nuevo amigo Dregg "Ojotonto", que era uno de mis clientes habituales en la adquisición de flechas, mi mayor deseo era ir algún día con él al bosque a probar el arco, pero tan educado era que nunca se lo di a entender en nuestras conversaciones esperando su iniciativa.

El bosque de los alrededores lo conocía bien, ya salía con mi padre a los doce y me enseñó dónde localizar la mejor madera, con él aprendí a diferenciar cada árbol y arbusto, moverme de forma sigilosa, nadar contracorriente y trepar a los árboles. Uno de nuestros pasatiempos era buscar las trampas de los cazadores para luego en el castillo enseñarme a desmontarlas fue un juego que me entusiasmó desarrollando mi ingenio.

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12/01/2014, 11:55
[RIP] Ama de Llaves Vesania Oakenshaf.

VIÑETA XIII: AÑO 139 DESDE EL DESEMBARCO DE AEGON.

El día del torneo de Agusturbias no había sido el mejor día de Vesania Oakenshaf. Tras hablar con Lady Olenna sobre el inesperado final del torneo salió en busca de Soraya, la Gata. Aquel sobrenombre le gustaba más que el de Soraya la Costurera, que les había vendido el Septón Eulocis. Servir era un arte y un honor para Vesania, pero había días en que debía morderse la lengua para no contestar. Afortunadamente sabía no mostrar ninguna emoción con el rostro y siempre ayudaba que ya no fuera capaz de derramar lágrimas. A lo que íbamos. Si Soraya la Gata había sido costurera como decía aquel Septón ella era la Reina Alysanne, la Bondadosa.

Al llegar Soraya estaba con su hijo, Jack, un jovencito bastante despierto. Vesania trató de quitárselo de encima durante un tiempo para poder hablar tranquilamente con su madre.

Jack, ven aquí, pequeño. - Vesania sonrió dulcemente y se acuclilló para ponerse a la altura del pequeño.- ¿Por qué no ayudas a tu madre y a mí y nos traes un poco de agua fresca?- El chico miró a su madre y partió finalmente, raudo como el viento.

- Bien Soraya.- El rostro de Vesania se había vuelto tan árido como el Invierno tras el Muro.- Tengo un trabajo para ti.- Sólo tuvo que tomar la mano de la mujer, el día en que se la presentaron, para saber que no era costurera, para saber que el cayo lo tendría en otra zona de su cuerpo, mucho más íntima, y no en los dedos. Hedía a sexo. Quizá fuera el no haberlo practicado en su vida que Vesania lo notaba en las personas. ¿Podría aquella mujer temerosa y de mirada huidiza acercarse al ganador del torneo? Aquel sinvergüenza que se había atrevido a tomar el pelo a todos los presentes.

De camino a sus aposentos se cruzó con Jack que no parecía llevar el agua que le habían pedido. Ya se le había olvidado, pero no podía dejar pasar así como así la desobediencia de aquel chiquillo, por lo que se dispuso a interrogarle.

- ¿Qué pasa Jack? Ya salía en tu busca, ¿y el agua que te pedí? - Su mirada ahora era severa.

- Un caballero lo ha atropellado con su caballo. Algunos no miran por donde van.

Vesania se hizo un lado para ver de qué hablaba Jack. Un gato de pelaje gris atigrado yacía tirado en el suelo embarrado, en un pequeño charco de sangre. De pronto Vesania olvidó todo y se agachó junto al animaillo agonizante.

- ¿Está muerto?- Pregunto Jack con ojos curiosos.

- No. Respira, ¿no ves como sube la tripa? Si me ayudas a llevarlo a mis habitaciones puede que pueda ocuparme de él.

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13/01/2014, 10:06
[RIP] Jack "Pequeño Cuervo".

VIÑETA XIII: AÑO 139 DESDE EL DESEMBARCO DE AEGON.

Jack sobrevivía. Esa era la cuestión principal. Escuchar, estar atento, servir rápido para salvarse de un golpe, y en lo posible, conseguir comida y ropas con las que poder mantenerse, y ayudar a mantenerse a su madre. Por supuesto, Jack sabía lo que hacía su madre para que ambos pudieran comer. Había crecido con el olor a sexo, con los gemidos y gritos, con la vileza inherente a quien para vivir vendía su cuerpo. Y para él todo eso era normal. Era normal que las relaciones de su madre, y de todas las mujeres que conocía de más de una palabra, se redujeran a servir y ser usadas por los hombres, era normal que hubiera gritos, y palizas. Era normal que su propia actuación frente a los hombres adultos fuera de curiosa desconfianza. 

Y entonces apareció el septón y los sacó de allí. La vida en el castillo era tan distinta, tan extraña para todo lo que conocía. Pero una cosa seguía siendo cierta: los que llevaban armas y los que vestían bien, mandaban. Al poco de llegar comprendió que su obligación era obedecer a su madre, y al hombre llamado Probis y a la mujer llamada Vesania.

A eso se dedicó, sobre todo, cuando lo veían. Si no lo veían... bueno, eso era distinto. La costumbre era la costumbre. Y era un niño. Un niño callado, asombrado por todo lo que veía. Agradecido, si, pero tan desconfiado como los gatos. Sabía que le llamaban pequeño cuervo, y sabía que era un insulto. Aunque no tenía claro por qué. 

Como si le recordara a su madre, jugaba mucho con el gato que Vesania y él habían salvado, Torpe, un gato gris atigrado que había conseguido escapar de la muerte. Eso le tranquilizaba, si bien no hubiera podido explicar el por qué  

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13/01/2014, 11:29
Ser Gwraidd Tully.

VIÑETA XIII: AÑO 139 DESDE EL DESEMBARCO DE AEGON.

Y pasaban los años. Gwraidd ganaba en presencia, en actitud, en seriedad. Era un chaval curioso, de buen humor, y que siempre miraba como trabajaban Vesania, y Probis. Parecía como si pretendiera conocer como trabajaban todos en el castillo: sirvientes, hombres de armas, nobles. Era como si su obsesión, además de jugar, fuera conocer el sitio que cada uno de ellos tenía en el mundo en miniatura que para él era el castillo, su castillo. Bueno, suyo, y de su padre, y sus hermanos. Pero era él el que más lo recorría. El que conocía donde dormía cada uno. El que había visto donde se reunían. Era su patio de juegos, un lugar que conocía, y comprendía. Había convertido su juego preferido en un medio de aprendizaje, y ni siquiera se había dado perfecta cuenta de eso. 

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22/01/2014, 21:24
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 129 A 134 DE LA DINASTIA TARGARYEN, Castillo del Lago Dorado

Son años de luto debido a la muerte de nuestro bien amado Rey Viserys I, le sucede su hija Rhaenyra que muere también en el mismo año al ser destronada por Aegon II en la guerra denominada la Danza de los Dragones siendo devorada por el dragón de Aegon II.

Aegon II muere en el año 131 y finaliza la guerra, parece ser que desde nuestro bien amado Rey la fatalidad se había apoderado en el trono sucediéndole el hijo mayor de Rhaenyra llamado Aegon III.

En cuanto al castillo del Lago Dorado nombrado así por Ser Geor Lefford no corren tiempos mejores... Olenna amante de Ser Hadder Tully y posteriormente mujer de ser Hadder se queda embarazada, pero a causa de un ataque de los bandidos que le producen el aborto se inician numerosas campañas dirigidas por Ser Hadder contra ellos llegando incluso a descubrir ¡qué había bandidos en el Castillo del Lago!.

El Castillo del Lago es asediado por Ser Hadder Tully que termina con la intervención de Lord Hoster Tully que hace prisionero a su hermanastro Ser Hadder dando así por finalizado el asedio. En el año 131 nuestro Lord libera a nuestro señor a causa de muchos abanderados que intervienen para su libertad al parecer se encontraba muy enfermo.

Mi padre me lleva en el año 131 a visitar a mi madre con el pretexto de celebrar la liberación de nuestro señor, una vez allí me obliga a elegir mujer entre las primas que se ofrecen a llevar el estilo de vida de nuestros antepasados. Debido a mis dudas mi padre acaba siendo él el que elija a mi esposa, no hay celebración la boda se hace en secreto disfrutando de mi mujer durante una semana para después volver al castillo obligándome antes de entrar a olvidar todo sentimiento o añoranza hacia mi mujer.

La forma de actuar de mi Padre a causa de los bandidos que se encontraron en el castillo le lleva a una especie de reclusión social viendo peligros allí donde no los hay. 

En el año 134 mi padre se despide del señor del castillo con la confianza de haberme preparado como flechero del Castillo regresa a Aguasturbias con débiles excusas, pero la verdad que se me ocultó es que mi mujer se había quedado embarazada y en éste mismo año ya tenía un hijo de 3 años sin saberlo, mi padre terminó su vejez en Aguasturbias con su nieto intentando enseñarle los oficios del trabajo muriendo al finalizar este año, es enterrado con máximo respeto por los aldeanos y el secreto de mi descendencia se me sigue ocultando tanto por mi mujer como por mi madre y primos.

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24/01/2014, 21:40
[RIP] Plumby el Flechero.

 AÑO 135 DE LA DINASTIA TARGARYEN: GOBIERNA AEGON III.

Mención: a Dregg "Ojotonto", Cazador.

La muerte del último dragón hace que el reino pueda volver otra vez a sufrir una guerra civil pero el Rey AEGON III desde su posición solitaria sabe mantener la paz y seguridad en el reino.

La magia desaparece y los Septones lo evocan desde sus púlpitos como una gracia de los Siete.

Estalla un conflicto armado entre las casas Tully y Lannister, después de que estos últimos tratasen de anexionarse más territorios en las Tierras de los Ríos. Ser Hadder Ríos aprovecha el conflicto para asediar el Castillo del Lago con objeto de arrebatarlo de manos de tropas Lannister y Crakehall .  Ser Otter Crakehall (cuñado de Ser Hadder) dirige la defensa, pero finalmente rinde el Castillo para evitar un baño de sangre. Ser Otter Crakehall jura fidelidad a Ser Hadder Ríos, hecho que le vale ser prácticamente repudiado por su propia Casa y convertirse en enemigo de los Lannister.

Ser Hadder Ríos renombra el Castillo del Lago como Castillo de Aguasclaras. 

Lord Hoster Tully se apropia del castillo de Aguasclaras poco después, empleando a sus tropas y expulsando a Ser Hadder y sus escasos hombres del lugar.

 El Rey Aegon III Targaryen interviene, forzando la paz entre las dos Grandes Casas y aceptando las reclamaciones territoriales de los Tully, ya que los Lannister llevaban años apropiándose de tierras en las Tierras de los Ríos. Delimita los territorios de ambas Grandes Casas y los limita en adelante a las Tierras de los Ríos para la Casa Tully y las Tierras de Occidente para la Casa Lannister.

El Rey además legitima por decreto real a Ser Hadder, quien recibe el apellido Tully pese a las reticencias de Lord Hoster Tully, su hermanastro mayor. Los hijos legítimos de Ser Hadder también reciben el apellido Tully.

Lord Hoster se ve obligado a concederle a Ser Hadder Tully el castillo de Aguasclaras. Ser Hadder adopta como blasón heráldico el pez de los Tully, pero con colores considerablemente más apagados y claros.

Durante todo este trayecto soy observador de todo lo acontecido, es un año de trabajo intenso para abastecer a los arqueros pero el asedio se lleva a cabo.

Ser Hadder me permite seguir bajo la profesión de flechero del castillo bajo su mandato, mi amigo Dregg entra también bajo su cargo y la paz vuelve a reinar gracias a la intervención de nuestro Rey.

Mucho le debemos a Ser Hadder gracias a él los caminos y bosques dejan de ser peligrosos, son años en que me aventuro con mi compañero Dregg por los bosques aprendiendo de este diestro cazador. Pongo en práctica todos los conocimientos recibidos de mis antepasados que me hacen ser un excelente acompañante para cualquier explorador.

Muchos de los artesanos que vienen a trabajar en el castillo son de las aldeas, entran con las mismas condiciones que nosotros sin que halla ningún signo de preferencia, esto hace murmurar a los artesanos que habían estado como yo viviendo en el castillo, pero mi padre bien me había enseñado a no ser entrometido ni alborotador y desde mi servidumbre me comporto con humildad dejando pasar las protestas sin mediar palabra. Algunos lo toman como una señal de mi debilidad lo que provocará que durante los próximos años tenga que soportar las burlas y desprecios de aquellos antiguos artesanos que antes compartíamos codo con codo todos los diferentes trabajos que había que realizar en los talleres.

Muere mi madre en este año, mi mujer deja de ocultar a nuestro hijo, pero todos los acontecimientos sufridos en el castillo, la pérdida de mis padres y la verdad de haber tenido una descendencia, me producen un bloqueo mental que me lleva a olvidar parte de mi vida pasada y con ello a mi mujer y mi hijo.

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01/02/2014, 19:05
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 136 Y 137 D.A. GOBIERNA AEGON III.

Ser Trycian de Dorne muere a manos de los bandidos cerca de solaz de soldado cuando recaudaba impuestos, la noticia causa revuelo en toda la comarca. El asunto de los bandidos no llegaba a su fin y parecía que tras la campaña de Ser Hadder todo volvería a la normalidad pero los temores volvían a resurgir y los caminos empezaban otra vez a ser inseguros.

Solaz de soldado contrata a un mercenario denominado el sanguinario para que controle la situación, pero según los rumores este mercenario provoca más temor que seguridad. Las ironías sobre Solaz vuelven a la boca de los campesinos "en Solaz ya hay orden por fin ahora ten cuidado que el sanguinario no vaya a por ti".

Año 137 Ser Trycian es encontrado vivo en el bosquecillo de Aguasclaras se empezaba a recuperar de graves heridas gracias al cuidado del Maestre y la Comadrona.

Durante estos dos años me visita mi prima, que a causa de mi estado se le nota callada en los asuntos familiares poniéndome al corriente de los rumores de la región:

- Parece ser que hay un jefe de los bandidos y un mercenario aliado a ellos que visita Solaz.

- Unos nobles compran una mansión fortificada en Solaz del Soldado parecen provenir sus raíces de los Lannister y los Lefford.

En el año 137 mi prima me presenta al que será mi aprendiz con 6 años de edad, el muchacho se muestra alegre de mis enseñanzas en el castillo.

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02/02/2014, 12:36
Ser Pendrik Tully, "Pendrik Sin Tierra".

AÑO 140 DE LA DINASTÍA TARGARIEN.

-Ceremonia Estival en conmemoración a los Siete.

Mención a: Arianna Tully, Gwraidd Tully, Haudrey Ríos, Lidya Tully, Ser Hadder, Ser Madrigal, Septón Eulocis.

A los tres años Pendrick aprendió, como se suele decir, que la vida iba en serio.

Haimis lanzó al Forca Azul a un niño y de este salió, sino un hombre, sí un niño desprovisto de niñez y cargado de un miedo atroz al agua que se le había llevado la infancia y la inocencia. Desde aquel día, aunque Pendrick seguía siendo para todos un niño, como si las únicas secuelas de aquel intento de asesinato se hubieran reducido a las veinte marcas de látigo en la espalda del criado, Haimis, que Pendrick recordaba con una sonrisa y que con el tiempo, le parecerían un castigo demasiado poco severo. Pero dentro de aquel pequeño el concepto de la muerte y la desconfianza habían sido grabados a fuego.

Jugaba con los otros niños, pero no era igual a ellos, era más cauto, veía peligros incluso donde no los había. A sus cinco años, prácticamente solo jugaba con sus hermanos; Haudrey de su misma edad y Gwraidd de uno menos. Era demasiado “cargante” para los demás, sus constantes peros y contras a cada juego “por si morían”, habían marcado una diferencia enorme.

Ese mismo año, cuando padre, Ser Hadder, conquistó Aguasclaras y dejaron de ser Ríos para ser Tully, y él dejó de ser un hijo a ser un heredero, la semilla de la desconfianza se desbordó en la mente de ese niño. Cuando entro por primera vez en Aguasclaras rió feliz y jugó con sus hermanos corriendo y escondiéndose como no lo había hecho en años... pero a medida que pasaban los minutos y recorría el interior de aquel lugar, se dio cuenta de que suyo iba a ser el deber de defender, en un futuro, cada piedra, cada palmo de tierra, cada roca y cada muralla.

Aunque era un niño, era vaga -que no completamente- consciente del enorme esfuerzo y los enormes sacrificios que habían tenido que realizar sus padres, y de cuantos habría de realizar aún por resguardar su conquista. Y sabía que todo aquel esfuerzo sería en vano si él no estaba a la altura. Más aún, en un mundo como aquel, su padre podría morir víctima de traición o caído en batalla bien joven y abocarle a él, demasiado joven, demasiado inexperto... demasiado niño, a tener que llevar el peso de aquella nueva rama, quebradiza y acabada de nacer, de los Tully.

Sabía que en un lugar en el que incluso un criado de confianza, como lo fue Hamis, podía intentar matarte, él mismo podía morir envenenado al día siguiente. Hasta que punto todo aquello era paranoia o no, el tiempo lo diría. Así que, con todo lo que aquellas murallas significaban, Pendrick, sentado al lado de su padre en aquel estrado, no podía entender por qué debían exponerse tanto, para muchos de ellos llevaban cinco años en el castillo, para él, era media vida. Así que abandonar la protección que aquello que tanta sangre de tantos buenos hombres de padre había costando le parecía una ofensa al Guerrero. A aquel dios que le dio fuerzas para luchar contra el agua que trababa de engullirlo con apenas tres años. Así pues, Hendrick no podía estar sino incomodo al ver la gran masa azul del lago. Sí, apreciaba su hermosura, pero no podía dejar de ver en aquellas aguas sino a un enemigo que le recordaba y lo esperaba pacientemente.

Él sería un guerrero de padre, el dios ahogado que tomara a sus malditos krakens y se hiciese un buen ejército con ellos, hinchados y muertos, bajo del mar. Con sus diez años, Pendrick se había vuelto un niño muy introvertido, que los demás solían confundir con altivez. Confiaba y quería ciegamente a su padre y a su madre, también a sus dos hermanas, a ellas dos era a las únicas que solía demostrarles afecto sin ningún tipo de reparo. A sus dos hermanos también los quería, pero, pues con ellos sí había peros, el hecho de que Haudrey tuviese su misma edad, por muy bastardo que fuera, lo convertía en un rival. La propia historia de su padre era la prueba de a cuanto podía aspirar un bastardo. Y su hermano, tan feliz y tan despreocupado, siempre jugando, libre del peso de aquellos muros...

Esta distancia con ambos los había unido más entre ellos y los había alejado de él. Pendrick en parte lo agradecía, no es que se llevaran mal, pero era una relación más formal que la que tenía con sus dos hermanas. Un creciente murmullo lo saca de sus cabilaciones, cerca del lago hay una barca que parece haber levantado cierto revuelto entre los guardas.

Observa como la escena empieza a complicarse y apunto está de levantarse. La férrea mano de padre y una sutil negación de su rostro le indican lo contrario. Pendrick está deseoso de demostrarle su valía, para ello entrena duro, prácticamente a todo momento que se le permite. Ha sacrificado ya todo tiempo de juegos, salvo con sus hermanas con las cuales ocasionalmente juega, sobretodo con la pequeña Arianna a la cual nunca sabe decirle que no. Es precisamente ella quien se pone a llorar y esto le hace ponerse más tenso. Tras sus resultados en los torneos necesita todos sepan quien es, que es digno heredero de su padre, que lleva la sangre de este y que no es, para nada, mediocre.

Niño y Mediocre son, para el Pendrick de diez años, los más grandes insultos. Cuando la escena de la barca degenera en algo cuasi cómico Pendrick suspira, horrorizado y enfadado, no soporta la mediocridad en los demás tanto como no la soporta reflejada en los ojos de quien lo mira.

Cuando todo se tranquiliza empieza el sermón del Septón Eulocis: tras una elección un tanto extraña de encarnaciones de los Siete, Pendrick escucha con ferviente y real devoción las palabras del hombre de fe. Realmente le corroe la envidia, una envidia infantil por mucho que él crea ser ya un hombre, infantil y mezquina. Él debería ser el Guerrero, y entrenaría duro para conseguirlo la próxima vez. Incluso si Pendrick no hubiese deseado aquel privilegio, la imagen que se hubiese formado de Ser Madrigal no hubiera sido menos mala. Notaba la ambición en sus ojos cuando lanzaba rápidas miradas hacia donde estaban sentadas sus dos hermanas. Supuso que estaría mirando a la mayor, Lydia, aunque incluso a esta le debía de sacar diez años.

El entrecejo de Pendrick formó durante unos instantes unas líneas que todo buen noble debería saber esconder. Desde ese momento se dijo que vigilaría a ese tipo dentro de lo que le fuera posible, cuando más tarde en la celebración posterior, este entablara conversación con Arianna, su ojito derecho, Pendrick enfureció completamente. Solo el decoro y la etiqueta consiguieron que se tragara aquel sentimiento que quemaba como bilis y siguiese socializando con la gente: saludos formales, respuestas formales.

No había descortesía en sus gestos, tampoco falsa amabilidad. Hablaba con la naturalidad de los nobles, pero era tan escueto y conciso en sus palabras como los contables. Y así continuó aquella celebración de la que poco a poco, empezó a marcharse la gente...

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06/04/2014, 10:05
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 138 Y 139 DESDE EL DESEMBARCO DE AEGON:

Todo volvía a la calma aquellas tierras que se habían visto embestidas por la destrucción ahora tragaban la sangre derramada, pero las heridas sufridas tardarían mucho en cicatrizar si el hombre perdona... pues ante el rencor y la venganza no existía tiempo ni espacio capaz de sanar.

Mis labores se mantuvieron en hacer flechas de caza las necesarias para que los nobles tuvieran las provisiones suficientes para sus salidas, no había guerra así que el trabajo no era mucho y tenía tiempo libre para mis quehaceres que sobretodo se centraban en desarrollar las habilidades de mi aprendiz y visitar de vez en cuando Aguasturbias. Viendo como proliferaban aquellas tierras y visitando aquella extraña mujer que me hablaba de mis padres y de mi familia, llevándome a diferentes casas de alrededor dónde residían aquellos que se hacían llamar mis parientes que me recibían con sonrisas forzadas viéndose en sus rostros la angustia y tristeza por más que quisieran ocultarlo.

Visité el torneo que se estaba construyendo allí en las tierras de mis antepasados me llené de orgullo saber que alrededor de mi tierra se construía el torneo dónde se gestarían las numerosas hazañas que se hablarían en los años venideros.

Aproveché para dar una vuelta y ver el mercado que se estaba formando a su alrededor, llevé unas cuantas aljabas llenas de flechas de caza que marqué con un extraño símbolo. Allí en el mercado era uno más entre los comerciantes aprovechando la gran cantidad de gente de fuera y de los alrededores para que tuvieran la oportunidad de proveerse de las mejores flechas que mi carisma y don de lengua me daban para poder engatusar a los clientes, esperando que la marca la viesen como un símbolo de suerte que haría que las flechas impactasen en el tiro con arco. 

Para llevar a cabo mi estratagema regalé las flechas a los mejores tiradores de la región para después vender las otras, de esta forma siempre existía la posibilidad de decir que mis flechas no eran la culpa sino la mano tan poco diestra de aquel que las disparaba.

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08/05/2014, 12:46
Dhur el Cazador.

AÑO 140 DESDE EL DESEMBARCO DE AEGON EL CONQUISTADOR:
 

Dhur a diario observaba a su padre, su modelo a seguir. Su forma de ser y su estilo al cazar, al moverse a través del bosque. Lo inspiraba. Realmente lo veneraba y quería llegar a ser como el algún día, un gran cazador, el Forestal de un Lord, con lo que el trabajo requiere y conlleva. A sus 10 años sabia que dentro de poco tendría un rol mas participe en excursiones con su padre, para instruirlo más y más en el arte de la caza.
Observaba su relación son sus subordinados y con aquellos que no lo eran, también. Como por lo general era respetado por los demás y tomado en serio. A diferencia de Armase y Bethan desde aquella vez que se pusieron en ridículo en plena ceremonia del nuevo año venidero, el era un hombre de semblante serio que transmitía confianza. Esperaba algún día patrullar los bosques con compañeros tan fieles como le eran Dregg "Ojotonto" y Pik Pyke

Una voz lo saco de su ensimismamiento:
-¡Vamos hijo! ¿En que estas pensando? ¡Hacia el bosque!, veremos si hoy puedes atrapar esa perdiz escurridiza de la otra vez.- Dijo su padre esbozando una sonrisa en su cara.

-¡Si padre!.- hablo Dhur, con entusiasmo, y le siguió.

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09/05/2014, 16:23
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

Año 140.- Ser Madrigal muestra las pruebas de su ascendencia noble guardados con celo dentro del vientre del su cuervo disecado.

Recordaría el año 140 como un año de pérdidas. Había caído en el torneo partiéndose una pierna. Era verdad que no se sentía muy culpable por ello, pues en esas lides, un accidente podía tenerlo cualquiera. Conocía bien sus habilidades y tenía seguridad en sí mismo. Sabia que más pronto que tarde demostraría a Ser Hadder que su confianza en él era justificada. Nadie montaba como él, eso podía asegurarlo. Así que llevaba la cabeza bien alta, como si hubiera caído en el campo de batalla. Lo único que le preocupaba era que no le quedara ninguna secuela y, gracias a los Siete, los cuidados del maestre de Bastión de Tormentas habían sido excelentes.

Lo que sí le dolió fue perder a Shabiz, el destrero que le había entregado Ser Hadder y su armadura. Eso si era una muesca en su honor y una preocupante inversión perdida para su Señor. Además, se sentía desnudo sin su pesado cuervo Totto en el hombro. Había tenido que romper su vientre para mostrar al maestre las pruebas que demostraban que tenía sangre noble, por muy diluída que estuviera.

-Desciendo de los Caswell de Puentemargo, del famoso Caballero conocido como El Centauro Negro. Por mi sangre corre la sangre de los temibles cambiapieles de Isla Solitaria.- Le decía a Maegge Tyrell mientras retozaban entre sábanas de seda en un momento de intimidad. Separarse de ella había sido muy duro, casi tanto como ver a su pobre cuervo hecho pedazos. El camino de vuelta al Castillo de Aguasclaras había sido tenso. Quería casarse con ella y tener muchos hijos pero el deber le obligaba a seguir a Ser Hadder de vuelta.

¿Dónde te has metido padre ahora que te necesito tanto?

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29/05/2014, 18:18
Randyl Lanzapartida, Guardia de Ser Pendrik

La luz del atardecer se cernía entre los muros de Aguasclaras, dejando ver en los muros las sombras de las junturas y las marcas de docenas de combates y asedios transcurridos tiempo atrás. Randyl  observó maravillado como los campos pasaban del verde primaveral al carmesí tintineante que nacía gracias a la ultima luz del día. Él guerrero se encontraba apoyado en uno de los ventanales de la segunda planta del castillo; observaba las pinceladas que solo la naturaleza podía crear; mientras esperaba a que el Señor de Aguasclaras le llamase.

Ser Hadder Tully había reclamado la presencia de Lanzapartida en su sala del consejo; según le habían informado, el lancero impávido debía personarse en las puertas de la sala al atardecer y esperar a ser llamado. No sabía que sucedía, pero había estado un rato pensando si alguna de sus actos habrían molestado o ensuciado el nombre de los Tully. Randyl jamás se hubiera perdonado poner en tela de juicio la casa que con gusto lo acogió ni a su buen señor, por tanto, se dedico a repasar mentalmente todo acto que durante el último año hubiera podido afrentar a la figura de su señor. Habiéndose perdido en lo más profundo de sus recuerdos, Lanzapartida rememoró hasta su llegada al castillo, sin encontrar nada, y terminó ignorando su nerviosismo al ver la puesta de sol que se cernía sobre el horizonte.

El juramentado estaba tranquilo, pues jamás había tomado una decisión delicada sin pedirle consejo a su señor, y siempre pretendió cumplir los mandatos de su señor tal y como este ultimo exigió. Sin asumir culpa de ningún acto, el combatiente tomó como buena medida el relajarse observando los tonos difuminados del ocaso.

El sonido tosco del metal indicó que la sala del consejo se abría, Randyl se volteó para saludar en consecuencia a las altas personalidades que se reunían con su señor, pero de allí solo salieron dos figuras: Ser Hadder Tully, señor de Aguasclaras, y Jeremyed, el Herrero del Castillo. Ser Hadder le dio una palmada en el hombro al herrero, quién agradeció los elogios y se retiró con una sonrisa ante las felicitaciones. Lanzapartida miró a su señor y Ser Hadder se apartó ligeramente de la puerta, invitando a su tercera espada a entrar en la sala.

La sala tenía dos figuras férreas de dos peces que ejercían de entrada hacia un pórtico que separaba la sala en dos: antes del pórtico se podía ver un mapa de los territorios que gobernaban los Tully, así como tapices en honor a las gestas de los anteriores señores de Aguasclaras; pasando el pórtico de los dos peces, una enorme librería envolvía una enorme mesa de roble con un gran asiento en el medio y cinco sillas de menor tamaño alrededor. Encima de esa imponente mesa se encontraba un pedazo de tela de color azul oscuro que envolvía algo.

El Señor de Aguasclaras caminó hacia la mesa, mientras con un gesto le indicaba a Lanzapartida que se acercase. Mientras el guerrero avanzaba distraído por la solemnidad de la sala, Ser Hadder tomó la tela de seda y la aflojó, dejando ver una imponente espada que el gran noble sostuvo entre sus manos.

"Sé que no eres un noble, pero te mereces más portar esta espada que muchas personas que han estado en esta sala antes que tu" - dijo el Señor de Aguasclaras con una sonrisa - "conociéndote, dirás que no eres digno, pero como tu señor te pido que aceptes esta espada como símbolo de mi gratitud y recordatorio de tu compromiso hacia la casa Tully."

Randyl apenas podía articular palabra; con cierto asombro extendió la mano para tomar la espada que su señor le entregaba. Era una espada larga, perfectamente nivelada, con dos peces grabados en la guarda y una filigrana decorativa en forma de lanza rota dentro del pomo circular de la empuñadura. La empuñadura estaba decorada con cuero tintado de azul y detalles de planta en las puntadas; y en el filo, cerca de la guarda había una pequeña inscripción que decía: "yo custodio a mi señor".

"La mandé forjar hace más de un mes y Jeremyed no me ha decepcionado" - añadió Ser Hadder al ver la cara embelesada de su tercera espada.

Lanzapartida no pudo hacer otra cosa más que arrodillarse y decir: "Os prometo, mi señor, que cuidaré bien de esta espada y aprenderé a manejarla de tal forma que pueda honrar su generosidad con su filo cuando sea necesario."

Ante tal gratitud, el que fuera mercenario, el que no tuvo a veces qué llevarse a la boca, decidió cuidar el presente de su señor como su más querida posesión, vigilando sus cuidados con extrema minuciosidad. Aunque Randyl no suela ser visto con la espada, fuera del castillo, al ocaso, se le puede ver practicando con ella en uno de los patios interiores. Día tras día quién pase por ese patio podrá verlo practicar y, si tiene suerte, ver a Ser Hadder viendo a Randyl entrenar y asegurándose que nadie molesta a Lanzapartida entrenando.

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04/06/2014, 23:21
[RIP] Llum, hijo de Din el Forestal.

AÑO 140 - 

 

El Sol acariciaba mi rostro entre las ramas de los árboles del Bosque. Ese bosque donde me había criado, donde mi padre se había criado, y que había sido el auténtico padre y madre de toda la dinastía de los Forestales de la región.

El viento mecía con cuidado las ramas, que se frotaban haciendo un delicioso sonido, con el piar de algunos pájaros y el croar de las ranas. Podía escuchar hasta los patos, a lo lejos, gruñirle a sus pequeños por despistarse de la formación. ¡Cuántas veces me había pasado eso con mi padre, en las clases de combate o en cualquier intento de organización! El Bosque no sabe de reglas, simplemente es. Todas las criaturas se reúnen, viven en él. Les da de comer, les da cobijo... Mis pensamientos vagaron por el reino de los bosques y las criaturas que los habitaban durante largas horas, hasta que mi estómago se manifestó. Rugió enfurecido, por no haber sido alimentado durante casi más de un día entero... Sí, incluso si a veces tenía que ayunar en Invierno, como lo haría un Oso, nos solía decir el Abuelo; en estos momentos, tenía que comer. 

Me puse en pie con presteza, ágil, escrutando mi entorno con sumo cuidado. En busca de aquello que sabía encontraría, sólo tenía que fijarme bien, localizarlo. Mis ojos se pasearon por todo el área donde estaba, varias veces, sin conseguir detectar nada. Al menos nada que me interesara en aquel preciso momento. ¡PUM! Algo golpeó mi cabeza. En el suelo, ví un higo. Una sonrisa acudió a mi rostro. Claro, siempre solía dormir bajo la higuera. Agarré un palo y comencé a tirar higos al suelo, y tras reunir una cantidad que me pareció suficiente, me puse a devorarlos, tal cual. Estaban sabrosos. Del hambre que tenía, no conseguía sentirme empachado, aunque no continúe comiendo, tampoco quería convertirme en un gordo bufón de los bosques. 

Gordo bufón de los bosques. Una carcajada brotó de mis labios, para regalarme la visión de una mariposa. ¿Mariposas? ¡Mariposas! 

Ser Madrigal me pidió que le consiguiera unos cuantos ejemplares, debo encontrarlas y llevárselas. Me puse en pie, y comencé a perseguir a aquella mariposa, que aunque no parecía como la descrita por Ser Madrigal, en mi interior sabía que me guiaría a un nido de mariposas. 

Los siguientes meses, en desobediencia a los mandatos de mis padres, proseguiré hasta hacerme con la Mariposa y entregársela al Caballero.

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08/06/2014, 20:10
[OUT] Lady Olenna Crakehall, viuda de Ser Hadder Tully.

Año 140 en adelante. 

Cada vez que lo veía, sentía una espina creciendo, hiriéndome en mi interior. Incluso, hacía alguna mueca de dolor que podía interpretarse en una mueca de asco y repugnancia, aunque no lo fuera. No, al menos, por él. Simplemente, había tenido la mala suerte de nacer.

El culpable era su padre. Pero, habíamos pasado tanto juntos y nuestro lazo lo notaba tan fuerte, que era incapaz de hacer nada. No llegué a recordar si alguna vez había tenido la idea de rechazarlo, aceptando todas las consecuencias que ello trajera.  

Aparté la mirada cuando él me miró, y me oculté de nuevo entre las sombras que me proporcionaba la ventana. No estaba siendo justa con Hadder o, quizá sí que lo era. Demasiado justa.

A medida que ese crío crecía junto con el resto de mis hijos, me preguntaba cada vez más si era lo correcto. No podía tener la misma consideración que mi primogénito y heredero de todo lo que su padre y yo habíamos construido, pero tampoco podía comportarme como una madre despechada… aunque lo fuera.

Cogí mi odio, lo encerré en un lugar oscuro de mi corazón y tiré la llave lejos, con la posibilidad de no volverla a encontrar nunca. Pero, muchas veces la buscaba, desesperada, queriéndome hacerme oír. Quería que Hadder me dijera que se equivocó, que no estuvo bien, y que yo era su único sol. Pero, sentía que no podía pedirle eso. No era justo.

Los años que pasaban en mis hijos, los iba viendo yo en el espejo. Mi rostro ya no mostraba la luz de otrora, y me apagaba, lentamente. Sentí miedo. Sabía que no sólo era una flor que se pudiera mostrar, pero ayudaba a sentirme segura y algo poderosa. Mi confianza en mí misma bajaba a medida que mis hijos descubrían el mundo en el que vivían. La mirada que me devolvía el espejo me desagradaba. No me reconocía. No quería reconocerme.

Mi corazón estaba partido desde que las espinas fueron lo suficientemente fuertes como para destruirlo en pequeños pedazos, y yo había encontrado la llave. Y me preguntaba constantemente si abrir el cofre, y desatar mi ira.

Que la Madre me guíe— imploré, tratando de no sollozar, en un hilo de voz.

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08/06/2014, 22:07
Royne Ríos, guardia raso.

 Viñeta XV: Año 147 

El frío y el agotamiento atenaza mis músculos mientras corro entre los árboles, apartando a manotazos las ramas que se interponen en mi alocada carrera. Puedo oírle; sigue tras de mí. Me detengo unos segundos para recuperar el aliento, con el rostro y los brazos magullados por el azote del ramaje. El viento aúlla furioso, arrancando crujidos quejumbrosos de los achaparrados manzanos que me rodean. Remolinos de hojas muertas bailan a mi alrededor, susurrando acusaciones e insultos.

- ¡Lo siento! -chillo desesperado- ¡LO SIENTO!

El tronar de los cascos me avisa de que mi cruel perseguidor no ceja en su empeño, así que vuelvo a correr desesperado y sin rumbo. Cada vez estoy más cansado y el embarrado suelo intenta apresar mis botas a cada paso. Mis zancadas se van acortando y ya casi no me quedan fuerzas para levantar los brazos.

Sin saber cómo, logro atravesar el denso campo de manzanos, solo para llegar al borde de un acantilado. No hay salida; no hay vuelta atrás. Las olas impactan a los pies del abismo, lejos, muy abajo, entre afiladas rocas cubiertas de algas y salitre, bramando con cada embate, llamándome, retándome a saltar. Un llanto me rescata de la hipnótica atracción del precipicio y vuelvo la vista a un lado: el viejo está ahí, sangrando todavía por la herida abierta en su costado, acercándose con paso quedo al borde de la sima. Corro hacia él gritando, pero ningún sonido sale de mis entrañas. En el último momento, con un pie ya en el vacío, el anciano alza un brazo en mi dirección, una mano que pide mi auxilio antes de despeñarse en las profundidades negras del olvido. Intento agarrarle antes de que caiga, pero no es mi mano lo que encuentra la suya: a partir del codo, mi brazo solo es una fina hoja de acero que penetra en su pecho, hiriéndolo de muerte antes de precipitarse en silencio hacia el rugiente infierno de espuma y sal.

Me desplomo entre lágrimas, arrodillado en el barro, derrotado. Una carcajada sádica y salvaje resuena a mis espaldas. Ha llegado... por fin me ha encontrado. Giro la cabeza exhausto; el brillo de su armadura lacera mis ojos y el regocijo de su sonrisa me desgarra el alma. Orsey... maldito malnacido...

Royne despertó súbitamente, empapado en sudor y respirando aceleradamente. No sin esfuerzos consiguió liberarse de las sábanas que se habían ido retorciendo a su alrededor durante sus inquietas pesadillas. Esos sueños recurrentes le habían acompañado casi cada noche, desvelándole y torturándole sin piedad, desde el fatídico día en que escoltó a Ser Orsey a Villamanzano. Se levantó de la cama mecánicamente para acercarse al descascarillado barreño que usaba para asearse cada mañana; un poco de agua gélida terminó de espabilarle. Se vistió en silencio, cubriéndose con una gruesa capa para afrontar el intenso frío de la mañana.

El patio de armas estaba silencioso como un cementerio; una alba alfombra de escarcha cubría los escasos matojos que aún resistían la llegada del Invierno. Royne cruzó la explanada con paso decidido, en dirección al acceso a las murallas. Cuando llegó a lo alto del baluarte, se dirigió a la zona Este para contemplar el reflejo del amanecer sobre la cristalina superficie del lago.

Era como volver a estar en Los Gemelos, contemplando el caudaloso curso del Forca Verde. En más de un sentido...

En el castillo de los Frey siempre se había sentido un segundón, objeto de las aviesas atenciones de la multitud de descendientes de Lord Frey, que le miraban por encima del hombro; en Aguasclaras volvía a sentirse igual. Desde que el anciano muriera bajo los cascos del corcel de Ser Orsey, algunos de los habitantes del castillo le evitaban. Había descubierto miradas de odio y mohines de desprecio en otros, gestos y expresiones que mudaban en cuanto les miraba de frente. Pero ellos no estaban allí cuando sucedió el accidente; ellos no vieron lo que él vio.

Royne posó las manos sobre las congeladas almenas, rememorando la desgracia de Villamanzano con los dientes apretados de ira y vergüenza. Ser Orsey fue el responsable de la escalada de tensión, con su arrogancia y sus malas maneras. Cierto era que el anciano mostró una actitud agresiva intolerable hacia un caballero mandado por su señor, pero el sablazo de aviso de Royne debería haber bastado para poner las cosas en su sitio... La imagen del viejo campesino trastabillando por la impresión de verse herido apareció en la mente del Bastardo, escociendo como una llaga en su alma. Maldito Ser Orsey... Ese petulante malnacido ni siquiera frenó a su caballo, dejando que los implacables cascos aplastaran al pobre hombre.

Royne dejó escapar el aire que había estado reteniendo sin saberlo y la rabia se fue con él. Un inmenso vacío se instauró en su corazón. Por muchas veces que se repitiera que él no había sido el causante de la desgracia, la vergüenza y tristeza de haber participado en ella era un peso que cargaría sobre sus hombros por siempre.

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11/06/2014, 05:01
[RIP] Llum, hijo de Din el Forestal.

VIÑETA XV: AÑO 143

Había cometido otra de mis travesuras. De nuevo. 

A pesar de haberle prometido, no sólo a Nana, sino a mis padres, que no volvería a beber, lo hice de nuevo. Los dos años anteriores, me había portado bastante bien, y parecía que comenzaba a decantarme por una especialización que no fuera sacar de quicio a mi madre, y de paso, a muchos de los guardas, sirvientes, artesanos y criados. Últimamente, me deleitaba en ir a buscar y reconocer distintas plantas con los herboristas, curanderos y algún cazador de la tropa que lideraba mi padre, reconocido por su conocimiento de la flora del lugar, y más allá. 

Había ayudado en la preparación de distintos brebajes para tratar distintos males. Aprendí rápido cual servía para quitar dolores de cabeza, pues la mayoría de habitantes del Castillo, solían quejarse de tener tremendas migrañas. También aprendí mucho, o tanto como pude del propietario de la taberna local, que me dejaba asistirle cuando preparaba los brebajes que servía a sus clientes. También había hecho de cuidador de niños pequeños, eso tampoco se me daba mal.

Sabía cómo entretenerlos con bromas, juegos, cuentos y aventuras en el Patio del Castillo. Poco a poco, me iban conociendo mejor las gentes del Castillo, y hasta algunos jovencitos querían ser mis ayudantes. 

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