Partida Rol por web

Din se acercó ante la invitación de Ser Hadder y puso la misma cara de sorpresa que Russ. 

- No sé dónde se encuentra Tobías, mi Señor. También pensé que ya estaría aquí. -

Observó con detalle la silla feudal del Señor de Aguasclaras. Siempre se había preguntado qué se sentiría al sentarse en una especie de trono como aquél. No creía que fuera distinto a sentarse en una simple silla de madera pero los nobles siempre andaban preocupados por las apariencias y la opulencia. Pero por lo que conocía a Ser Hadder, éste era distinto. Le preocupaban mucho más los asuntos mundanos y era por ello que Din le respetaba.

- No tengo inconveniente en esperar a Tobías o en escuchar vuestras directrices ahora, como gustéis, mi Señor. - Indicó a Ser Hader.

-Nada, nada. Empecemos. -Dice Ser Hadder, restándole importancia a la ausencia de Tobías.

"Ausencia que deberá explicarme más tarde".

-Al fin y al cabo, no necesito que estéis los tres juntos. -El señor de Aguasclaras se frota las manos, pensativo, y comienza a hablar.- Din, a partir de ahora ostentas, de forma algo más oficial, un puesto que ya tenías en la práctica: Jefe de los Forestales. Como conocedor de estos bosques y tierras, toda situación que se desarrolle fuera del castillo y que implique armas, ya sea la caza o el combate, es tu responsabilidad. A su cargo estarán Pik Pyke y Dregg, de momento. Responderás, directamente ante Ser Otter, como Castellano.

El caballero posa un instante la mirada en Russ y sonríe, levemente.

-Russ, tú llevas quince años a mi servicio, desde Orilla Azul. Más tiempo incluso que Din. Eres de mis más veteranos, un guerrero temible, afamado y respetado por los hombres... Necesito un jefe de la guardia, alguien que ponga orden en el caos que reina ahora entre los hombres, como vimos ayer. Y en pensado en ti, Russ el Matatoros. Si aceptas, responderías directa y únicamente ante Ser Otter, y tendrías bajo tu mando a Caster, Edder, Armase, Bethan, Darién y Tarmall. Las labores de tus hombres: guardar el orden, hacer guardias de noche y de día y entrenar para estar preparados, para lo cual espero nombrar pronto a un nuevo Maestro de Armas. Las tuyas: asegurarte de que se haga todo ello.

Ser Hadder hizo una pausa y respiró profundamente.

-Bien, ¿Qué me dices?

Din escuchó y asintió. Un nombramiento oficial. Bien, lo entendía. Eran títulos que no hacían falta pero comprendía que debía haber un rango, una jerarquía. En el bosque era parecido. Sin esa jerarquía todo sería un caos y un desconcierto y era mejor un grupo de cazadores organizado que una banda caótica donde cada uno hacía lo que le venía en gana.

Sonrió ante el nombramiento de Russ. El hombre se lo merecía, era un gran luchador y un buen tipo. Y lo más importante, leal a Ser Hadder.

Miró al hombre que había entrado con él en la sala y esperó su respuesta.

- Señor...- notó como la boca se le secaba de repente ante aquella inesperada proposición.

- ¿Jefe de la guardia? - llevaba quince años con Ser Hadder, quince años en los que se habia forjado una estrecha y solida relacion basada en la confianza y en la lealtad. Ser Hadder era todo para Russ. Su señor estaba antes que su familia, que su propia vida... antes que todo. 

- Sí. Por supuesto que acepto.- Se inclinó respetuoso sin saber muy bien que decir.

-¡Fantástico! -Exclamó Ser Hadder con una carcajada, mintras propinaba una sonora palmada en el brazo de la silla de madera.- Pues presentáos ante Ser Otter cuanto antes. Pero antes... hay otra cosa.

Creo que tenemos demasiados jóvenes ociosos, que están ya en edad de comenzar a contribuir. Hay que enseñarles que Aguasclaras es una empresa que sólo saldrá a delante con el esfuerzo de todos. Mis propios hijos y los de Ser Crakehall van a empezar a servir cómo escuderos, y a entrenar más duramente para convertirse en caballeros.

Vosotros tenéis, ambos, un hijo de diez años. Creo que es hora de que comiencen a contribuir, o a aprender una profesión. Dicho esto, no tengo ningún inconveniente en que cada uno incluya a su propio hijo en sus filas. Es decir, el pequeño Roy puede entrar como joven recluta en la guardia del castillo. Poco más que una especie de escudero para la guardia, pero ya empezando a entrenar un poco con la lanza, el arco y la espada. En cuanto a Dhur, puede comenzar a salir con los cazadores, aumentar el conocimiento sobre el bosque que seguro ya tiene, y también recibir entrenamiento marcial, sobretodo con el arco. Por otra parte, si preferís buscarles algún puesto en el Castillo, como sirvientes, o aprendices de alguien que necesite ayuda... -Ser Hadder remarcó estas últimas palabras- me parecerá bien. Lo dejo a vuestra elección.

Ser hadder calló, y se quedó mirando a los dos hombres, esperando su respuesta.

Din agachó la cabeza un instante como muestra de gratitud.

- A Dhur le gusta mucho el bosque. Estará encantado de comenzar a aprender para servir algún día como forestal, mi Señor. - Había sido una generosa propuesta. En parte ayudaba a que la familia de Din pudiera seguir manteniéndose cuando éste se hiciera mayor. Otorgaba un buen trabajo al joven hijo del Forestal, un trabajo y una opción de futuro. - Muchas gracias, Ser Hadder. -

Esperó luego en silencio la respuesta de Russ. Seguía habiendo algo que quería comentar con Ser Hadder pero prefería que fuera en privado, y no pensaba decir nada hasta que hubiera acabado toda la conversación entre todos los presentes.

-Decidido, pues. -Dice Ser Hadder, satisfecho.- ¿Russ?

- Me parece una gran idea y Roy estarán aún más encantado que yo. Se hará como indicais señor- respondió Russ

-Fantástico, fantástico. -Dice Ser Hadder, complacido.- Podéis retiraros, ahora. Tengo una importante y tediosa reunión con mis consejeros.

- Mi Señor. - Intervino Din. - Me gustaría comentaros algo en privado. No nos llevará más de un minuto, pero si preferís puedo volver más tarde. -

No quería interrumpir la serie de reuniones que Ser Hadder había previsto. Cuando el Señor tuviera un hueco Din se acoplaría.

-No, quédate, Din. -Dice Ser Hadder- Aún parecen retrasarse. Tal parece que hoy todo el castillo acusa los excesos de los festejos de ayer. Tenemos algo de tiempo.

Luego, se dirige a Russ levemente.

-Es todo, Russ. -Luego sonríe.- Estoy convencido de que tienes mucho que hacer.

–Si se me permite una concisa intervención –dice el Maestre Ammon, hasta el momento inmóvil y silencioso desde su silla–, yo también quisiera tener una reunión en privado con nuestro nuevo Jefe de Forestales. –El Maestre mira hacia Din con su habitual cordialidad–. No pretendo interferir en vuestra azarosa agenda, pero si tenéis unos momentos a última hora de la tarde me podréis encontrar en mi laboratorio, en la Torre del Homenaje.

Después se reclina de nuevo en su silla.

–Mis disculpas por la intromisión –dice–. Trato de no importunar, pero lo cierto es que no tengo nada que hacer hasta dentro de unas horas, cuando mis actuales experimentos completen su ciclo, y si me recluyo en mi cámara a descansar es posible que no despierte en dos días. Una noche en vela y trabajando, a mis años, no es fácil de obviar...

- Lo que he de hablar con Ser Hadder os concierne a vos también, Maestre. Me gustaría que estuvierais presente, si tenéis tiempo. - Añadió Din cortésmente aunque vistas las palabras del Maestre tampoco tenía mucho que hacer hasta unas horas después.

El recién nombrado Jefe de Forestales miró a Russ para tranquilizarle confiando en que el hombretón supiera que no ocurría nada grave. Luego esperó a que Russ saliera de la estancia antes de pedir de nuevo la palabra. 

     –En realidad –dice Ammon sonriendo–, mi buen Din, en tanto mi Señor Ser Hadder no pronuncie las palabras mágicas "seguro que tenéis algo importante que hacer en alguna parte", no pienso salir de esta sala. Es mi deber permanecer aquí, ver, oír y, en su caso, discrepar. 

     El Maestre vuelve a levantarse, rellena de nuevo su taza con agua e introduce dentro una argamasa verduzca que extrae de entre algún pliegue de su túnica, agitando el contenido con una pequeña cuchara. 

     –De todos modos –añade tras unos segundos–, necesitaré igualmente que me dispenséis esos minutos esta tarde: lo que tenemos que discutir no puede ser tratado ni aquí, ni ahora.

-No, mi buen Maester. -Dice Ser Hadder- No tengo intención de que vayáis a ninguna parte. En cuanto tengamos un rato libre, hay varias cartas que quiero que escribáis por mi.

Din esperó a que Russ saliera de la sala y cuando sólo quedaron el Maestre y Ser Hadder esperó un gesto de este último para comenzar a hablar.

- Mi Señor. Creo que ya os habrán puesto al día respecto al incidente de ayer. - Comenzó Din tras tragar saliva. Su cuerpo se había puesto inconscientemente en posición de firme. - Puedo certificar que ningún bandido ni nadie ajeno se acercó o alejó de aquella tarima, mi Señor. Pero fui incapaz de descubrir el orígen del fuego. No me pareció natural ni provocado por medios normales. Sin embargo sé que el Maestre Ammon hizo sus indagaciones al respecto, y sus conocimientos son superiores a los míos por lo que sospecho que pudo averiguar algo más. - Din continuó con su exposición de los hechos, llegando ya a la parte que le interesaba, la petición a Ser Hadder, y al propio Maestre.

- Quiero ofrecerme como voluntario para ayudar en lo posible a dicha investigación. Investigación que creo necesaria. Por lo que sé sólo las personas que estuvieron en la tarima para la representación de la ceremonia fueron las que tuvieron acceso a la susodicha tarima. Y por tanto fueron las únicas capaces de provocar el fuego. Dudo que muchas de las personas presentes dispusieran de los conocimientos necesarios para provocar un fuego así, que no me dejase pistas ni para mí. Mis sospechas se reducen a dos personas solamente. Pero no quiero acusar a nadie, mi Señor. No sin tener un mayor conocimiento del asunto. De ahí que quiera ayudar al Maestre en sus pesquisas. -

Por fin acabó. Ése era el objetivo. Levemente nervioso, Din esperó la respuesta tanto de Ser Hadder como del Maestre.

Ser Hadder escuchó al forestal con atención, apretando los dientes.

"Así que lo hizo alguien del castillo..." Meditó preoucupado.

También él tenía sus sospechas sobre alguno de los presentes sobre aquella tarima. Su forma de ser le habría empujado a interrogar a Din con un "No calles, dí de quién sospechas". Pero no estaba seguro de querer que volasen las acusaciones. No todavía.

-Sea. -Concede Ser Hadder, finalmente.- No tengo ningún inconveniente en que colabores con el Maestre Ammon para aclarar este asunto. Siempre que no interfiera con tus obligaciones, claro está. En cuanto se sepa o sospeche algo, me lo haréis saber de inmediato.

     –¿Y si interfiere en sus obligaciones? –preguntó el Maestre, genuinamente interesado–. Poco puedo decir ahora, pues no soy hombre dado a lanzar acusaciones sin pruebas, pero creo que mis análisis van a concluir satisfactoriamente y... –Ammon duda unos segundos–, y creo que lo que necesito de Din puede ocupar todo su tiempo durante uno o dos días. El suyo y el de otro hombre, a ser posible uno de armas que esté fuera de toda sospecha, sea discreto y esté dispuesto a mancharse las manos. 

     El Maestre contempla a ambos hombres.

     –Estoy totalmente seguro de que el autor del incendio está dentro de Aguasclaras, aunque aún se me escapan los motivos –dice–. Estoy totalmente seguro de que los productos alquímicos empleados han salido de Aguasclaras, aunque todavía no tenga la certeza de que creador del producto y autor del hecho sean una misma persona. Tampoco sé si lo que se pretende con ese incendio es avivar las llamas de un rencor, generar supersticiones y temores entre la población, o lanzar una señal a un ojo observador externo. Como antes dije –y Ammon contempla a su Señor–, los grandes conflictos comienzan siempre con un acto en apariencia poco importante.

     El anciano se detiene a beber algo de su tisana.

     –Abrigo grandes esperanzas en que, con la ayuda de Din y el apoyo de un segundo hombre de confianza, podremos dar con el autor del incendio. Pero tendremos que actuar rápido, en silencio y con total discreción –concluye.

- Confío en mis hombres. - Indicó Din refiriéndose a los cazadores Dregg y Pik, aunque sabía que en apariencia Pik parecía estar loco y probablemente Ser Hadder no querría dejar un asunto así en tales manos. - Pero si ha de ser un hombre de armas pediría que fuera Caster o Darién. Ambos son de mi confianza. - Sentenció el Forestal.

En cualquier caso se haría lo que Ser Hadder ordenara. Si como decía el Maestre el asunto le llevaba uno o dos días, quizá Ser Hadder no querría que desatendiera sus otras obligaciones. Y quizá el Señor tenía en mente a algún hombre de armas de su confianza personal. 

Din no dijo más y esperó la sentencia.

Ser Hadder refunfuñó y gruñó entre dientes, meditabundo. De pronto, golpeó con la palma de la mano el brazo de la silla y exclamó:

-¡Demonios! ¡Sea! Durante no más de un par de días tienes permiso para ayudar al Maestre en lo que necesite para esclarecer este asunto. Todo ello SIN -Agregó lanzando una mirada al Maestre- descuidar tus obligaciones. Redobla los turnos de tus hombres, duerme menos, o haz lo que necesites, pero la caza y la seguridad exterior deben primar por encima de todo. Supongo que entre Dregg, Pik y Olegg y sus perros, pueden abastecernos durante dos días. En cuanto a emplear la ayuda de un hombre de armas, no creo que deba ser uno de los tuyos. Si sois sólo tres, y os vais dos, dudo que entre el que quede y Olegg sea suficiente. Puedes hablar con Russ y ver si él puede prescindir de uno. Es su decisión, por eso le he hecho jefe de la guardia.