- "Ah es un placer volver a verle, Ser Hadder. Se os echa de menos en las justas, Ser Hadder. En vuestros tiempos fuisteis toda una leyenda." -
El noble sonríe con una sonrisa amplia y afable en su rostro honesto y bonachón.
Levanto la mirada por un instante para contestar a madre.
Me preocupa más que puede pensar ella, no quiero obligarla a que se case conmigo. Respecto a mi ya conozco lo que se valora mi opinión madre.
Ofrezco un trago de vino a Lord Swan mientras le respondo:
- "Lamentablemente la edad y el invierno me han alejado de las pistas, probablemente para siempre. He sabido que usted aún está en las justas, luciendo su pericia. Acompáñenos a celebrar, es un día feliz."
Miro a Lady Patrycia, pues ella debe haber pensado en mantener entretenido a los invitados. Comienzo a beber y comer, pues una vez termine el banquete, será el momento de hablar en privado.
- "Ja, ja, ja. ¡Y tanto es así!" - Dice jovialmente, aceptando de buen grado la copa de vino mientras se aleja palmeando la espalda de Ser Hadder, acompañándole a la base de la Torre del Homenaje.
Lo sabía y no quería saberlo. Lo sabía y me intentaba convencer a mí misma de que no tenía ni idea. Me dirijo a Lady Arianna, cuando el banquete apenas ha dado comienzo, pero puede considerarse aceptable el retirarse.
- Si pudierais disponer a alguien para que me mostrara mis aposentos, os estaría agradecida. Ha sido un viaje demasiado largo y estoy exhausta. - Levanté la mirada un momento hacia Lady Patricya, pero preferí no interrumpirla, seguro que tendríamos tiempo de sobras.
- Hijo... - Patricya mira a su hijo apenada, incluso cercana - Lady Rowenta no era la única doncella disponible. Podría haber elegido otra. Otra más bonita, como Adria de Marcaceniza. O más rica, como Balduina Hewett. También había una dama de mejor posición disponible, Jane Westerling. - Patricya suspira, algo apenada- Ahora pensarás que elegí a la peor para ti, pero no, elegí a la mejor. Lady Adria era más bonita, sí, pero tonta y consentida. Balduina es una mujer taimada y rencorosa, y Jane Westerling altiva y demasiado orgullosa. Lady Rowenta, en cambio, es una joven de buen corazón, honesta y cariñosa. Tímida y muy devota, cierto, pero esas no son malas cualidades en una mujer.
- Horace... - Patricya coge a su hijo por el brazo con suavidad. Podría parecer normal, pero en una mujer orgullosa y fría ese gesto de cariño resulta raro, como si por un momento dejase ver que en el fondo es una mujer sensible - Los vestidos de seda y las armaduras destellean en el sol, pero un esposo es un compañero en las horas de oscuridad. Y a lo largo de la vida, hay muchas. Tú eres un buen hombre, afectuoso y honesto: no hay cualidades mejores. Cásate, conviértete en un adulto, con una esposa que te apoye detrás, y el resto llegará. Lady Rowenta es una buena muchacha, ¿Por qué no lo compruebas tú mismo? Ofrécete a enseñarle el septo, y habla con ella.
- Oh, no te preocupes, lady Rowenta - dice Patricya acercándose - Este castillo es viejo, y los pasillos algo laberínticos. Yo te llevaré
Asintió agradecida, aceptando el ofrecimiento de Lady Patricya y dejando que Lady Arianna disfrutara del banquete.
Antes de continuar, consulto: No tengo claro como funcionais, pero entiendo que al ser una escena "privada" en la que estaremos "a solas" y jugamos con los destinatarios de forma normal?
Exacto, desmarcas destinatarios y ya está :)
Las palabras que madre me susurraba parecen sinceras, quizás demasiado para lo que acostumbraba en este tipo de asuntos. Quizás tenía razón y era hora de convertirme en lo que siempre he deseado. No se si podré llegar a ser un digno caballero con la espada pero al menos espero ser digno sin ella.
No se como pero antes de darme cuenta había dado un paso adelante Encontrándome junto a madre.
Permitidme madre yo le acompañare digo mientras intento mantener la mirada como nunca había hecho antes
Ni siquiera tenia certeza de quien se trataba, aunque podía imaginarlo. Cubrí mi mano izquierda con la diestra, a la altura de la cintura, con la presión suficiente para que cualquiera que se fijara no pudiera poner en duda que estaría cortando la circulación. Desvié la mirada hacia mi padre y callé mi primera respuesta, tomándome un instante para reflexionar antes de responder finalmente.
- Disfrutad del banquete, no podría perdonarme el llevarme a todos los asistentes conmigo, quizá Ser Hadder no lo tomara a bien - ahorrándome los detalles sobre los rumores, pese a estar tentada a mencionarlos para saber cuanto había de verdad tras ellos, pero desde luego no era el momento.
-Oh, nos os preocupéis - dice Patricya riendo - Vuestro padre y ser Hadder ya se han marchado hacia la torre del Homenaje, olvidándose de nosotros. Por supuesto, Horace, acompáñala tú. Sus habitaciones han sido preparadas en el ala oeste, junto al salón de los trofeos de caza.
Patricya inclina un poco la cabeza, mirando hacia Lady Rowenta. - Tened una buena noche. Mañana tras el desayuno os enseñare el septo - dice sonriendo, y se aleja dejando a Horace y a Rowenta solos.
Mis ojos bailaban de un muchacho a otro. Y fue en ese momento cuando se detuvieron en los de mi cuñada. La sonreí, con una mirada cómplice, y asentí, diciéndole que no lo dudara, que dejara a su hijo ser el acompañante de aquella dama. Era la oportunidad que tenía para demostrar lo que era, lo que fue, y lo que podrá llegar a ser.
—Es una idea estupenda. Lady Patricya así podéis sentaros junto a mí— ensanché la sonrisa, tratando de animar un poco el ánimo de mi cuñada.
Patricya se sienta junto a su cuñada, y pronto se las ve cuchichear sonriendo.
- Bueno, parece que mi hijo ha decidido dar el primer paso. - dice Patricya sonriendo - Le he explicado que lady Rowenta es una buena muchacha, y puede hacerle feliz. Espero que consiga ganarse su corazón... Por cierto -dice mirando a su cuñada, ahora algo más animada - Has pensado en algo que podamos hacer para que Horace se luzca? Una demostración, un concurso? Dentro del castillo, claro, fuera hace demasiado frío. Algo sencillo, pero suficiente como para que lord Swann considere a mi hijo más digno de su Rowenta.
Un suspiro cuando Lady Patricya ya le había dado la espalda y regresaba al banquete, fue la única respuesta. Me di media vuelta y abandoné el salón, regresando al pasillo por el que había accedido a él, sin espera a que Horace me guiara. No fue hasta caer en la cuenta de que las indicaciones de Lady Patricya no me decían absolutamente nada acerca de donde dirigirme, cuando me di media vuelta clavando la mirada inquisitiva en Escudero que según deseos de su madre sería mi ¿esposo? al día siguiente.
- Si sois tan amable - en tono distante, esperando a que me condujera hasta mis aposentos
Abandona el salón, finalmente con Horace.
Me senté sonriente junto a mi marido y a mi cuñada. Con una mirada algo divertida seguí a la pareja anunciada, y desvié mi rostro hacia Lady Patricya, totalmente emocionada por el acontecimiento.
Murmuré palabras cerca de su oído, como si fuéramos un par de crías contando secretos.
—Pensé en alguna cosa— indiqué a mi cuñada, acercándome aún más—. Pero, no sé si es el punto fuerte de mi sobrino, tu hijo— añadí, aunque fuera irrelevante y algo estúpido—. Un concurso de heráldica, quizá. O, qué demonios, directamente un baile, aprovechando ese primer paso que se ha atrevido a hacer, podríamos invitarlos a bailar, y a coronar a Lady Swann como “princesa del baile” o algo así— reí entre dientes—. Poco se puede hacer dentro del castillo. Había pensado en la cetrería o en tiro con arco, pero debe hacerse fuera para mayor comodidad.
Hice una pausa, mirando de soslayo a mi marido, y, después, miré a Patricya.
—¿Se te ocurre alguna otra cosa?— pregunté, mordiéndome el labio inferior, algo apurada por no tener más ideas con las que ayudar a mi cuñada.