Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Castillo de Aguasclaras: Todo el castillo.

Cargando editor
07/01/2014, 23:17
Cicatriz.

CASTER "Caracortada", hijo de Marcaw.

     VIÑETA XIII. Año 138 después del Desembarco del Rey.

     Interacción: el joven Haudrey Ríos.

     Mención: Maestre Ammon.

 

     El muchacho llevaba escondido tras el tronco del roble desde al menos diez minutos atrás. Caster no lo había visto llegar (bien por el niño), pero escuchaba su respiración aun cuando sus golpes al tocón del pino albar resonaban por todo el bosque como campanas en la noche (mal por el niño). Caster había creído verlo por un momento, y juraría que era el pequeño Ríos. Pero no se preocupaba por asegurarse: el niño estaba allí por él, así que antes o después él mismo se descubriría.

     Si reunía el valor suficiente.

     Caster volvió a levantar la enorme estrella de la mañana y la descargó sobre el tocón, haciendo trizas otro fragmento de árbol. Manejaba el arma con una sola mano, pese a las descomunales proporciones del arma, y la dejaba caer una y otra vez con toda su fuerza, ahora con la derecha, ahora con la izquierda. Después de un rato detuvo sus golpes y escuchó.

     –Ya era hora, niño -dijo sin volverse–. Empezaba a pensar que nunca te acercarías.

     –Señor Caster –dijo Haudrey en un susurro–. Yo…

     –Tú. –Caster se volvió. La cicatriz que cruzaba el lado izquierdo de su rostro refulgía con el sudor al brillo del tenue sol–. Haudrey, ¿cierto?

     –Sí, señor –el muchacho avanzó. No era un cobarde, después de todo–. Tengo… mi Señor Ammon, el Maestre, me pidió hace un tiempo que le hiciera una pregunta. Pero…

     –Pero. Siempre hay un pero, ¿no es cierto?

     –No me atreví –dijo Haudrey.

     “Valiente y sincero”, se dijo Caster.Ese Maestre es listo. Sabe de quién se rodea”.

     –No muerdo, chiquillo –dijo el enorme jinete–. O no demasiado.

     –Claro. Yo…

     –Tú.

     –El Maestre me dijo, “pregunta a Caster por su cicatriz”

     –¿Mi cicatriz? –Caster frunció el ceño–. ¿Por qué demonios se pregunta ese Maestre por mis cicatrices?

     –Aún no le sé –confesó el niño–. Se supone que tengo que adivinarlo sólo. Es una enseñanza.

     –¿Mi cicatriz es una enseñanza? –El hombre bufó–. Ese Maestre es un poco raro, eso creo. ¿Cuándo te encargó esa tarea?

     –Hace unos años.

     –Pues sí que te tomas tu tiempo, niño.

     El muchacho avanzó otro par de pasos, contemplando absorto la estrella de la mañana. El frío de la mañana lo había atenazado tras tantos minutos inmóvil tras los árboles, pero ahora no percibía ni el entumecimiento ni el dolor, sólo tenía ojos para la curiosa arma de aquel soldado: no sólo era extrañamente grande, sino que parecía muy antigua y había sido fundida en parte.

     –Dicen que durante el asedio de Aguasclaras partiste un buey de un solo mandoble. –Haudrey cayó en la cuenta de que había hablado de más y se llevó una mano a la boca–. Perdón…

     –¿Perdón por qué?

     –El tratamiento. El Maestre es muy puntilloso con eso… Quería decir que “usted" partió un buey de un solo mandoble.

     –¿Y tú qué crees, niño?

     Haudrey Ríos quedó pensativo. Deslizó su mirada de nuevo sobre la estrella de la mañana de Caster.

     –Creo que si usted hubiera querido, lo habría partido –dijo.

     El Caracortada alzó el arma.

     –¿Crees que podría cortar en dos a un jodido buey con esto?

     –No, no con eso. Con una espada.

     –No uso espadas. –Caster acercó la estrella de la mañana al alcance del niño–. Uso esto. Y en cualquier caso, ¿para qué iba yo querer partir en dos a un buey?

     –Eso dije yo –Haudrey sonrió, orgulloso. 

     –No hagas mucho caso a lo que la gente dice.

     –¡Es que dicen muchas cosas! –protestó el niño–. He preguntado por todas partes acerca de vuestra cicatriz, y cada uno cuenta una historia distinta. Y cuando no, me dicen que no pregunte. ¿Cómo voy a poder averiguar qué es lo que quiere mi señor Maestre si nadie…?

     –¿Qué es lo que dicen?

     –Dicen que te la hiciste de niño –dijo Haudrey, sin percatarse de que había vuelto a confundir el tratamiento.

     –Yo no me hice nada –negó Caster–. Me la hizo un cagarro andante que pretendía robarme.

     –Dicen que mataste al hombre que te marcó.

     –Eso sí es cierto.

     –Que te lo comiste.

     –No, que yo recuerde.

     –Que tenías ocho días del Nombre y Ser Hadder quiso nombrarte Caballero por aquella hazaña.

     Una extraña mueca se dibujó en su rostro. Por un lado, parecía una sonrisa. Por otro, un gesto de miedo y asco. Pero Haudrey pensó que, después de todo, quizá sí era una sonrisa.

     –Yo no estoy hecho para ser Caballero, niño.

     –¿Por qué?

     –Esta es mi casa –Caster hizo un gesto vago con la mano izquierda, abarcando todo con su movimiento–. Pero no me gusta la gente. Los caballeros se mueven entre la gente, o están condenados a vagar. Y yo no quiero irme de aquí.

     –Pero eres un gran guerrero.

     –Ser Hadder necesita dos tipos de guerreros –dijo el Caracortada–. El primer tipo ataca de frente, combate en torneos, lucha con honor, y siempre por el honor. El segundo tipo prefiere acercarse por la espalda y cortar el cuello de su objetivo, lucha sin que el honor le importe un carajo y lo hace para poder comer caliente otro día más. Yo soy del segundo tipo de guerrero, y el único honor que defiendo es el de mi señor, tu padre.

     –¿Por eso te hicis… "le hicieron” esa cicatriz?

     –¿Ésta? –Caster deslizó un dedo sobre la terrible costura–. No. Mi Señor, tu padre, no tuvo nada que ver.

     –¿Dolió?

     –No recuerdo. Pero no me preocupa.

     –¿Por qué no le preocupa?

     –Porque las cicatrices viejas no duelen. –Caster se alzó de hombros–. Las únicas cicatrices que me preocupan son las que están por venir.

     Haudrey abrió mucho los ojos.

     –Eso es –dijo. Acto seguido salió corriendo hacia Aguasclaras.

     Caster lo vio correr y se llevó ambas manos a las caderas, situándolas en jarras.

     –¿Eso es... qué? ¡Niño! ¡Niño…!

Cargando editor
07/01/2014, 23:21
Feudo Aguasclaras: Castillo de Aguasclaras.

- Año 138: El Septón Eulocis llega al Castillo acompañando a Soraya la Gata y a su hijo Jack "Pequeño Cuervo". Los tres proceden de tierras más allá del Tridente. Eulocis se establece como Septón del Castillo y pocos meses después hace llemar al Acólito Eremiel, su sobrino, desde Sept de la Bahía, para que se convierta en su ayudante en el Septo.

- Año 138: Nace Carlysle, cuarto hijo de Ser Baltrigar Tormenta y de Clarissa.

- Año 138: Nace Cysa, hija de Russ y Bresa.

- Año 138: Brosten el Leñador llega desde Villamanzano para ponerse al servicio de Ser Hadder.

- Año 139: El guerrero Madrigal de Puenteamargo derrota en el campo de justas de Aguasturbias a Ser Otter y a Ser Baltrigar, convirtiéndose en campeón del torneo. Ser Hadder recuerda a Otto, el padre de Madrigal y decide nombrar Caballero al muchacho. Se alza como Ser Madrigal.

Previamente, Ser Baltrigar había desmontado a Ser Bryan Lefford; Ser Otter a Gorly Lefford, y Madrigal a Hardinald Lefford.

Ser Trycian sigue recuperándose de sus heridas y no participa activamente en este torneo.

- Año 139: Nace Royle, hijo de Rolls el Albañil y Celine.

Notas de juego

// Entra en escena: Acólito Eremiel: - Procede de: Sept de la Bahía.

// Entran en escena: Septón Eulocis, Jack "Pequeño Cuervo", Soraya la Gata. - Proceden de: El Cuello.

// Entra en escena: Brosten el Leñador. - Procede de: Villamanzano.

// Entra en escena: Carlysle. - Procede de: Nace en el Casillo. Hijo de Ser Baltrigar y Clarissa.

// Entra en escena: Cysa. - Procede de: Nace en el Castillo. Hija de Russ y Bresa.

// Entra en escena: Royle. - Procede de: Nace en el Castillo. Hijo de Rolls y Celine.

// Entra en escena: Ser Madrigal. - Procede de: Tierras del Dominio.

Cargando editor
08/01/2014, 00:25
Ser Trycian de Dorne.

Año 139 de la Dinastía Targaryen, Castillo de Aguasclaras.

Mención: Maestre Ammon, Ser Hadder Tully, Pendrik Tully, Ser Baltrigar Tormenta, Ser Madrigal, Ser Otter Crakehall.

Los caballos esperan en su lugar al momento en el que se indique que deben cargar. La pista de justas es utilizada por primera vez y un día cálido hace a la espera de la primera demostración. Miro desde mi posición y veo a Ser Baltrigar Tormenta en un lado de la pista mientras que en el otro extremo está Ser Bryan Lefford. Este es un buen torneo, organizado por el noveno día del nombre de Pendrik, aunque me han dicho que también conmemora mi milagrosa supervivencia.

La señal se da y ambos caballos cargan con sus jinetes empuñando sus lanzas de caballería de torneo. Un largo trecho, un momento de tensión y Ser Bryan Lefford es desmontado de un certero golpe. Ser Baltrigar pasa con un buen movimiento a la siguiente ronda.

"Ha sido un buen movimiento... pero he visto mejores."

Desde mi posición se ve todo el campo, pero me parece frío y lejano. No he participado pues aún me recupero de mis heridas y no me siento del todo mejor. He entrenado en los últimos días, pero no son tantos los avances que he conseguido. Aun así sigo entrenando, cada vez más duro, pero el Maestre Ammon me prohibió el participar por miedo a que reabriese heridas internas aún no sanadas. En nada me gustó su decisión, pero no la discutí pues no dudo de su sabiduría.

De todas maneras, me habría gustado estar ahí y demostrarles como es que se lucha en una justa. Toco la venda que aún traigo en mi costado, donde un arma se me enterró durante el combate, pero ya está sano de manera milagrosa. Dicen que cuando me encontraron la mayoría de mis heridas estaban así. A veces sueño con el árbol donde me encontraron. Le llaman Arciano y no sé por qué es que el "rostro" en su corteza se me aparece mientras duermo, como intentando decirme algo. No lo entiendo, pero me da una paz que no conocía hasta entonces.

Ahora es Ser Otter Crakehall quien desafía desde su montura a Gorly Lefford. Veo los caballos y no parecen la gran cosa, casi unos animales de carga vestidos de armadura. La señal se da y es Ser Otter quien desmonta a su contendiente. El público aplaude de pie, pero yo no me molesto en hacerlo. Fue un golpe flojo, casi ganó por suerte. No es digno de celebrarse. Si hubiese sido yo quien lo diese, me sentiría ofendido por los aplausos.

El mal genio me inunda y de pronto empiezo a entender que estoy siendo duro solo por el hecho de no estar ahí. Un niño se me acerca y me ofrece un poco de vino. Le recibo el vaso y noto que me mira con curiosidad y un poco de miedo. Bebo de golpe la copa y se la devuelvo. Corre de mí rápidamente y sonrío para mis adentros por la gracia que tiene el causar un poco de miedo en los inocentes.

Veo a Ser Hadder sentado en su puesto y a sus cercanos, incluyendo a Pendrik. Es un niño que se supone será algún día el señor de todo esto. Le miro y dudo de que sea realmente digno de aquel honor. Recuerdos oscuros vienen a mi mente cuando pienso en que quizás no todos los herederos sean dignos de su derecho.

Ahora es un guerrero llamado Madrigal quien está en un lado y desafía a otro Lefford cuyo nombre no recuerdo. No sé de donde ha sacado los recursos para estar en este torneo. Sonrío al pensar en él vendiendo a su propia madre para comprar el caballo. Se colocan en posición y cargan a la señal. Madrigal desmonta al combatiente Lefford con un golpe de lanza realmente bueno.

Me detengo en mi risa pues fue un muy buen movimiento. Miro al joven y no veo nada en él que me muestre que tiene potencial:

"A veces las apariencias engañan. Él parece tener madera de caballero."

Luego vienen las finales y la primera justa es este Madrigal de Puenteamargo contra Ser Otter. Pongo atención pues a pesar del talento del joven, no es lo mismo luchar contra un caballero experimentado.

"Si logra perder de forma no vergonzosa, ya demostrará futuro."

La carga comienza y el joven nos sorprende venciendo con un golpe perfecto. Aplaudo un poco consternado y con una sonrisa incipiente pues me gusta ver a un joven talentoso que puede ser pulido con suficiente entrenamiento. Bebo un poco más de vino de manos de un muchacho tembloroso. Le miro de reojo y empiezo a dudar de que su temor se deba a mi reputación como un temible guerrero o si tiene más que ver con los rumores que he oído acerca de que soy alguna clase de hechicero. La segunda opción no me honra mucho.

Finalmente viene la última justa: Ser Baltrigar Tormenta contra el joven Madrigal. Me inclino hacia adelante para no perder detalle alguno de la contienda. La carga comienza y los caballos corren con velocidad hacia el centro. Las lanzas se preparan y el golpe no se deja esperar. Un momento de tensión y Ser Baltrigar toca el suelo.

Aplaudo de pie ante el nuevo descubrimiento. Ser Hadder se acerca al joven y hablan un momento antes de hacer la declaración: Madrigal será investido como caballero y será Ser Madrigal, caballero mantenido a las órdenes de Ser Hadder Tully.

Me gusta. Una buena incorporación a nuestra casa siempre es algo valioso. Uno nunca sabe cuándo estallará la guerra y cada espada es un bien a favor valioso, pero un buen caballero es un bien incalculable. Vuelvo a sentarme y pido vino de un joven que tiembla más que una gelatina. Ya no sé si me pone contento ver eso.

Cargando editor
09/01/2014, 09:12
[RIP] Rhum el Maestro Curtidor.

VIÑETA XIIIAÑO 138 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, CASTILLO DE AGUASCLARAS:

INTERVIENENGolias el Peón y Cabrel el Peón.

MENCION: Sangueador.

- Rhum. ¿Por qué no sacas esa sidra de Villamanzano que tienes escondida?- dijo Golias.

- ¡Ah! Ya sabía yo que la descubriríais tarde o temprano.-

-Sí. Maese Rhum. Bebamos algo de sidra.-

-Está bien, está bien...- el viejo se levantó y caminó hasta su catre y metió la mano debajo. 

-Han ahorcado a otro bandido.- Aseguró Cabrel.

-¿Otro?- Rhum se acercó al arcón pequeño, lo abrió y sacó tres vasos de latón. 

-Sí. Otro más.-

-Ese Sangueador está haciendo un buen trabajo.- 

-Sí. Está ganándose bien las monedas que a buen seguro gana.-

-...Y que no serán pocas... - el viejo Maese llegó con una botella liada en un paño. Lo retiró, la abrió y sirvió la sidra en los pequeños vasos.

- ¿Qué harias tú con tantas monedas Rhum? -

- Esconderlas mejor que esta sidra.- Contestó.

-Jajajaja.- Los dos jóvenes rieron.

Cargando editor
09/01/2014, 10:31
[RIP] Brosten el Leñador.

Año 138 de la Dinastía Targaryen, Castillo de Aguasclaras.

Mención: Ser Hadder Tully.

Después de varios días de camino, por fin se divisaban las almenas del castillo de Aguasclaras en el horizonte, Brosten nunca había visto una construcción de tal magnitud y no podía apartar la mirada, como si buscara conocer sus secretos.

Cuando quiso darse cuenta se encontraba en la puerta principal, era una mañana soleada y el trasiego de gente era continuo, sintió una mano en su hombro y al darse la vuelta vio el rostro de un guardia preguntándole qué buscaba.

Brosten se presentó, le contó al guardia su intención de entrar al servicio de Ser Hadder Tully. Después de consultar con su superior, el guardia le indicó el camino hacia la sala de audiencias y Brosten continuó su camino. 

Mientras caminaba por las embarradas calles, observaba con atención las diversas construcciones de madera, las caballerizas, las cocinas… Estaban claramente mal conservadas, Brosten supo al instante que la causa de aquel mal estado era la madera utilizada para su construcción, troncos grandes y fuertes de roble se entrelazaban como dedos alrededor de una espada, era una construcción fuerte realizada por buenos constructores, pero el roble no era la mejor madera para un ambiente tan húmedo como el del castillo de Aguasclaras y Brosten lo sabía.

Tras un breve paseo, atravesando varias garitas de guardias llegó a las puertas de la sala de audiencia, Brosten estaba a punto de conocer a su Señor…

Cargando editor
09/01/2014, 21:47
[RIP] Bethan "Caratorcida".

VIÑETA XIII: AÑO 139 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ALDEA DE AGUASTURBIAS:

INTERVIENEN: mención a Ser Hadder, Pendrik y Ser Madrigal.

La vida es estupenda. Todos los días hay buen vino, y buena comida... Trabajar para Ser Hadder es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Lo único que tengo que hacer de vez en cuando es pelearme con algún bandido, nada más. Pero ni así me volví a encontrar con Isaura Pyke, y casi que me alegro. Hace varios años que no sé nada de ella.

¡¡¡SSSSIIIIII!!!-jaleó Bethan, poniéndose en pie desde la grada para luego volverse a sentar.

¡Por el Guerrero, ese rubiales sí que le pega bien a la justa! Si sigue así me hará ganar cinco peniques.

El rubiales en cuestión es un desconocido que se hace llamar Madrigal, y está siendo la revelación del torneo. En teoría, Ser Hadder solo trajo a Bethan con el propósito de que sirviese de escolta a su hijo y a él, pero ahora que aquel principito estaba en un trono de madera alejado de todo sobre su alta tarima... bueno, con Din, Caster y Armase tenían seguridad de sobra, y Bethan podía disfrutar del espectáculo.

Ahogado por los murmullos de los espectadores, Bethan escucha un sonido familiar.

Rac-rac-rac-rac-rac...

Disimuladamente, abandona su asiento y se cuela bajo las gradas, zigzagueando entre las vigas de madera. Su instinto no le falló. Aquel sonido era el mecanismo de una ballesta cargándose. El francotirador apuntaba por el espacio entre los bancos de la tercera y la cuarta fila. Su objetivo estaba claro. Por el ángulo apuntaba a la tribuna que presidía el evento. Quizás hacia Ser Hadder o Pendrik.

Bethan cayó sobre él y lo tiró a tierra. Forcejearon por la ballesta. Algún culo allá arriba, en el graderío, estuvo a punto de salir mal parado, pero en el último instante el arma apuntó y escupió su virote a una de las vigas. Puñetazo de Bethan. Puñetazo de Bethan. Puñetazo a Bethan. Eso estuvo bien. Ahora Bethan sabe que es quién golpea más fuerte de los dos.

Basta.

Aquella orden casi se oculta tras una ovación del público a un nuevo lance de Madrigal.

Aquel pelo canoso le sonaba de la Justa. Ser... Ser... Ser algo. Bethan no tenía el coco para acordarse de tantos nombres pomposos.

Obviamente, mi sobrino ha visto su buen juicio nublado.

Le doy las gracias por haber evitado que cometiese un error, joven...

Erh... Bueno, no tan joven ya. Pero sería joven Caratorcida.

¿El Caratorcida hijo de una porcina en Solaz del Soldado?

¡Ey! ¡Vaya! ¿Qué te parece? Soy famoso y todo. Salí de un vientre de mujer, la cerda solo me amamantó. Si conocéis la historia es que vosotros también sois de Solaz, ¿cierto?

De Solaz, solo de modo temporal. ¿Cómo podría pagar su ayuda a Gorly?

Uhm... Ustedes dos participan en el torneo, ¿cierto? ¿Qué tal un amaño? Si se cruzan con Madrigal, pierdan. Yo apostaré por él y sacaré un buen pellizco. Solo así mantendré la boca callada sobre este incidente.

Los ojos de Gorly brillaron con fuego intenso. Habría vuelto a pelearse a puñetazos con aquel patán plebeyo si su tío no estuviese allí para frenarle. ¿Perder a posta? ¿Un Lefford?

¿Y que tal una recompensa que no implique una humillación para los míos?

Le doy diez tronos de plata, a modo de recompensa por su buena obra.

Es más de lo que puede ganar apostando su presumiblemente pobre fortuna actual. ¿Cierto?

¡Ey, esa idea es mejor que la mía! Diez tronos de plata a cambio de mi silencio. Y tenga bien vigilado a Gorly para que no vuelva a hacer de las suyas, buen hombre.

Una hora después, Bethan estaba de nuevo en la grada. Sabiendo que no iban a dejarse ganar, Bethan apostó esos diez tronos contra Madrigal y a favor de Gorly. Maldito bueno para nada. Bethan debió suponer que si pegaba como una niña, lancearía como una niña. Gorly perdió. Los diez tronos de plata se fueron tan pronto como llegaron.

Cargando editor
10/01/2014, 00:15
Forestal Darién "Piel de Lobo".

VIÑETA XII: AÑO 137 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

Castillo de Aguasclaras, Tierras de los ríos, Darién (15 años).

Mención Caster “Caracortada”

Darién llevaba varios años como soldado o jinete libre como le hacían llamarse pues no había hecho ningún acto de juramento ante los nobles que dirigían aquel lugar. Como jinete sus obligaciones eran completamente dispares, desde buscar bandidos, proteger las murallas o ayudar a cazar. Eran como los hombres para todo. Esto hizo que Darién se hiciera familiar con el castillo y sus hombres. Para su desgracia durante aquellos dos años en los que se fue haciendo un hombre en todos los aspectos, fue encargado la mayoría del tiempo en entrenar hombres recién llegados de pueblos y así tener milicia o soldados nuevos para que repusieran las líneas destrozadas durante las escaramuzas con otros soldados o bandidos. Los entrenamientos eran constantes y aquellos hombres dejaban mucho que desear. Caster “Caracortada” aparecía alguna que otra vez a ayudar a entrenarlos, aunque servía más para asustarlos y ponerlos en su sitio que para que aprendieran movimientos. Aquel hombre daba miedo, era alto y su fuerza inmensa. Hacía que los muchachos novatos no volvieran a subirse al cielo con sus ideas de héroes. Darién por su parte solía ser algo blando al principio, pues un muchacho no sabía cómo dirigirse hacia hombres algo más mayores que él pero claramente peores en el combate. Por suerte el tiempo y golpes le ayudaron a aprender.

Sus mejores momentos era cuando Din le pedía ayuda para salir fuera del castillo a realizar cacerías de bandidos o ladrones. Aquellos momentos eran inolvidables y sin duda hicieron aquella tierra un lugar más agradable por el que transitar.

Cargando editor
10/01/2014, 10:57
[OUT] Maestre Ammon.
Cargando pj

MAESTRE AMMON. 

     VIÑETA XIII. Año 138 después del Desembarco del Rey.

     Castillo de Aguasclaras.

     Menciones a: Ser Madrigal y Ser Baltrigar Tormenta, Nana, Probis, Vesania, Ser Trycian, Ser Hadder, y el joven Haudrey Ríos.

 

     Los Castillos viejos tienen varios achaques, y uno de ellos es que son especialmente húmedos en invierno.

     El Maestre cubrió con un paño húmedo la cesta repleta de la argamasa de semillas del ricino, raspaduras de tejo y mole de nuez vómica y salió de la pequeña sala sin ventanas cerrando con llave la antigua cerradura. La bajada desde la torre hasta el nivel de las habitaciones era empinada como la caída a los infiernos, con todos aquellos escalones estrechos y altos, y Ammon se ayudó de la mano, apoyándola sobre el muro, mientras pensaba en el frío. Incluso allí arriba, con el débil sol calentando las piedras durante toda una afortunada mañana sin nubes, el frío acero de la humedad penetraba hasta la última de sus articulaciones, haciéndolas crujir a cada paso. 

     En la planta intermedia aprovechó para asomar su cabeza por uno de los ventanales, cuyos postigos habían sido abiertos con el fin de permitir el paso a luz y aire: los Castillos viejos tienen varios achaques, y la persistencia de los malos olores por entre sus piedras no es el menor de ellos. Cada mañana, aun en el más crudo de los inviernos, la servidumbre debía abrir los ventanales de las dos plantas intermedias para aventar un persistente olor a moho y vinagre que nadie parecía saber de dónde venía. Ammon sí lo sabía, pero consideraba que hay cosas que deben dejarse donde están sin ser molestadas. Especialmente los cadáveres antiguos guardados por Castillos viejos. 

     El Maestre olisqueó la mañana a través de la ventana, el dulce viento macerado por la resina de las coníferas, la macedonia de hedores que llegaban de las porquerizas mezcladas con escasa fortuna con la desbordante ola de contrastes venida del mercado que habían levantado durante el alba en la plaza de armas. Miró hacia arriba, buscando la posición del sol. Demonios, ¿tan tarde? La ronda final entre el joven Madrigal y Ser Baltrigar Tormenta debía estar a punto de comenzar. 

     Demonios. Demonios, demonios, demonios.

     Los Castillos viejos tienen varios achaques, y sin duda uno de los más curiosos es lo complejo de sus tránsitos intestinales. Tras uno de los viejos y gruesos tapices que decoraban el pasillo del ala principal, uno de tantos que mostraban con poca habilidad un combate entre un jinete de dragón y un caballero montado armado con un sobredimensionado Lucero del Alba, el Maestre localizó un mecanismo de metal; con un golpe seco tiró de un pequeño pestillo y lo corrió, abriendo una discreta puerta cuya localización sólo conocían él mismo, Vesania, Ser Hadder y el Mayordomo Probis.

Había varias de aquellas puertas, atajos entre zonas francas diseñadas para agilizar los movimientos del servicio sin interrumpir las cómodas vidas de los señores. Pero a Probis le disgustaban los correteos de las ratas, las de cuatro patas y las de dos, y había preferido, con buen criterio, mantener esos corredores limpios de pies, patas, y oídos. Así que gracias a ello Ammon podía permanecer en movimiento sin detener sus complejos procesos mentales a causa de algún encuentro indeseado.

     El largo corredor descendía hasta la primera planta de un modo casi imperceptible, pobremente iluminado por pequeños tragaluces dispuestos cada pocos pasos. El diseño de los corredores era un verdadero prodigio, debía admitir el Maestre. Siempre había sentido una gran curiosidad por los Castillos, y en Ciudadela había destacado entre sus compañeros por sus conocimientos sobre fortalezas; Aguasclaras era pequeño en comparación con alguno de los grandes Castillos de Occidente, pero en su cuidadosa construcción no se había escatimado en gastos. Comenzando por el maestro constructor que lo diseñó, sin duda uno de los grandes de su tiempo y uno de los preferidos de Ammon, un norteño de gran imaginación que, sin duda, se había empleado a fondo con aquella mediana (pero rocosa) fortaleza. 

     La puerta se abrió. Ammon asomó la cabeza, pero no había nadie. Todos estaban en el campo de justas, por supuesto, pero el Maestre había aprendido a ser discreto desde que se encontraba dentro de su cuna en aquel exquisito lupanar de Antigua. Cruzó el ancho pasillo que conducía a las cocinas y se adentró en una pequeña sala de descanso que no se utilizaba desde hacía décadas.

     Los Castillos viejos tienen varios achaques, en efecto. Pero también contienen sabiduría, hermosos recovecos a descubrir, historias terribles que mostrar tras esquinas inundadas de polvo y sangre cristalizada. El Maestre había dedicado más de un año a pasear durante horas a lo largo de todas y cada una de las habitaciones, estudiándolas, midiendo sus dimensiones, hallando lugares cerrados donde, en ocasiones, podías toparte con huesos cuarteados vestidos con ropajes caros. Aunque aquel mecanismo concreto en el muro no lo encontró durante sus largos deambulares, sino en un libro, un diario antiguo que atesoraba a buen recaudo en sus dependencias. 

     Presionó en dos puntos al tiempo. El satisfactorio crujido, el hedor a viejo y cerrado. Ammon empujó, lamentando que, dentro de pocos años, sus escasas y menguantes fuerzas ya no le permitirían transitar por determinados lugares. Pero ya tendría tiempo de llorar por sus energías perdidas: tenía cosas que hacer.

     De entre todas las muchas tripas de aquel viejo Castillo, aquella era una de las menos transitadas. Nadie, aparte de él mismo, conocía en la actualidad su existencia, tal y como sucedía con algún otro corredor oculto. El Maestre había llegado a la conclusión de que la localización precisa de todos los pasillos y corredores secretos del Castillo tan sólo la había atesorado su constructor, de tantos que eran, y aunque la mayor parte de ellos carecían de utilidad práctica (limitándose a comunicar pasillos dentro de una misma ala), éste en concreto no era uno de ellos. 

     No. Éste era muy valioso.

     Ammon tomó una lámpara de aceite del suelo y se la llevó a la nariz, husmeando. La había dejado él en aquel lugar, pero aunque no contaba con demasiados enemigos en aquellas tierras uno nunca podía (no debía) estar seguro. Sea como fuere, el olor del contenido debió agradarle: extrajo un pliegue de tela de uno de los bolsillos de su túnica, y un pergamino doblado de otro, mezclando el contenido. Después, dejó caer un pellizco del compuesto sobre la mecha y una llama brotó con fuerza iluminando el pasaje, una suerte de oquedad angosta mal trazada que se adentraba en la roca, penetrando la tierra y deslizándose a lo largo de un cuarto de legua hasta desembocar en un conjunto de enormes piedras al abrigo de las miradas, tras el Castillo.

     Durante el largo paseo, Ammon había dejado volar libres sus pensamientos. Los infructuosos experimentos de los últimos meses con la sabia del arciano con el fin de recrear el ungüento que, estaba seguro, alguien había utilizado en secreto para tratar las quemaduras de Ser Trycian; las copiosas clases con el joven y prometedor Haudrey; la preocupación en el rostro de Ser Hadder, quien veía cómo su feudo se veía asolado periódicamente por culpa de los bandidos, un enemigo demasiado volátil que jamás ofrecía batalla; la curiosidad que había despertado en él la extraña y notable habilidad de Nana, quien disfrazaba con cánticos y susurros un verdadero y profundo conocimiento de las artes curativas; y el Castillo, aquel Castillo viejo y lleno de achaques al cual él, un hombre también viejo y lleno de achaques, consideraba su casa.

Ahora, cuando se acercaba al final del corredor, se obligó a centrar su atención en el asunto que se disponía a tratar. Llevó la mano libre a uno de los bolsillos y acarició los dos viales, el que contenía la tisana contra los herpes vaginales y el otro. El otro...

     –Lengua, Daga, Látigo, Arco, Lanza –murmuró de forma inconsciente mientras salía por fin al débil abrigo del sol del mediodía. Allí le esperaba la muchacha, una joven rolliza de tez oscura y ojos bonitos de origen aldeano que jamás hubiera podido trabajar ni una sola noche en el hogar de su madre. Ammon sonrió. La muchacha devolvió la sonrisa y se le acercó.

Cargando editor
10/01/2014, 22:26
Russ "el Matatoros", jinete libre.

VIÑETA XIIIAÑO 138 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, CASTILLO DE AGUASCLARAS.

INTERVIENEN: DIN EL FORESTAL.

Había pasado ya el mediodía y la tarde empezaba a ceñirse de las primeras sombras. Russ iba de un sitio a otro, ahora se levantaba del taburete, andaba en círculos y luego se volvía a sentar. Era la tercera vez que Bresa daba a luz, pero no acababa de acostumbrarse a todo aquel jaleo e incertidumbre.

La comadrona había dicho que todo estaba listo, que era cuestión de una hora a lo sumo, pero eso fue justo antes de comer. ¿Habría sucedido algo? ¿Estaría bien Bresa? El gigantón empezaba a tener sudores fríos y su rostro se tornaba pálido a cada momento. No podía soportarlo más. Se levantó y fue hasta la cortina que separaba la estancia en la que su esposa estaba siendo atendida. Escuchó, entonces, como Bresa gritaba de dolor y la comadrona la animaba. ¡Ah! Por fin. Las contracciones. Todo habría acabado en un par de horas. 

....

- ¿Que tal ha ido todo?- Preguntó Din.

- Mal... Bueno bien. Ha ido bien.- Sorbió del vaso de cerveza. Un trago largo. 

- Jajaja.- 

- No te rías.-

- Estás pálido. Parece que hubieras visto un fantasma.- Din le sirvió otra cerveza.

- No acabo de acostumbrarme a estas cosas.-

- ¿Y como se llamará?-

- Cysa.-

- Me gusta el nombre.-

- A mi esposa también.- 

- Jajaja.- Brindaron 

- Bueno. Cuéntame eso que querías proponerme. Me tienes intrigado Din.-

- Pues verás. Había pensado...-

[Continúa en la Viñeta de Din El Forestal]

Cargando editor
11/01/2014, 13:21
Tarmall "Pocas Ganas".

Viñeta XII. Año 139 DA. El Torneo

Intevienen: Tarmal "Pocasganas" y Ross "Matatoros"

El combate no se lo podía perder nadie, era el acontecimiento del año y no había ningún espectáculo parecido. Por eso quedó con su buen amigo Ross para verlo juntos, cerca de los otros jinetes libres...

Ross, tienes mala cara... ¿acaso no has dormido hoy? dijo con sorna...

Ya ves, la enana nos ha dado la noche, pero no te preocupes por mí, aún así soy mejor que tú... sonrió

Si... ya... pero algún día te volveré a pillar desprevenido... como aquella vez al lado del río, cuando éramos niños... ¿Recuerdas? acabaste mojado de arriba a abajo, rió sin tapujos.

¡Ja, ja, ja! , qué traidor... me empujaste al río mientras meaba... Y cómo corriste después hasta la falda de tu madre... ¿eso también lo recuerdas? Si no me para te muelo a palos allá mismo...
No sé cómo te atreviste, si te sacaba dos palmos...

Todo vale, amigo, todo vale... aunque no recuerdo lo de irme corriendo... dijo limpiándose alguna lágrima de la mejilla como intentando recordar un suceso olvidado.

Atención Tarmal, que ya anuncian a los contendientes, dijo el Matatoros

..."Madrigal"... anunciaron ...

Madrigal, menuda sorpresa... no creo que sea rival para Ser Otto, aunque en las previas se ha mostrado contundente...

Tarmal estaba maravillado con Madrigal... Durante el combate se imaginaba a él mismo combatiendo y venciendo a Señores de alta cuna y luego siendo proclamado Ser él mismo... saludando a la plebe... dedicando la victoria a una dama... obteniendo el reconocimiento de todos...

¡Oh! ¡qué choque!, dijo Ross que observaba ávido o que sucedía... Tarmal has visto cómo... ¿Tarmal? ¿ya estás en la inopia como de costumbre? joder, ya te vale, le dijo dándole un mamporro en el hombro que le arrancó de su ensimismamiento.

Que no tío, que estaba mirando...comentó frotándose el lugar del golpe... ¡Hala! ¿Ha quedado en pie Madrigal? comentó cuando volvió su vista hacia los finalistas. Sintió una gran satisfacción, como si sus sueños se empezasen a cumplir y un día él pudiese estar allá mismo, con la gloria a sus pies.

Si, ya, mirando... pues sí colega, mientras tú estabas en tus cavilaciones, Madrigal ha vencido... será nombrado Ser...

Como nosotros, pensó en voz alta.

Pero qué coño... dijo con extrañeza, pero al punto y conociendo a su amigo concluyó: va, si no te conociera diría que te falta un tornillo...

Levantándose de su banco para aplaudir como casi todo el mundo dijo: Tengo sed, va Ross, te invito a un trago...

¡Sea!

Cargando editor
11/01/2014, 16:53
[RIP] Brandon, 2º hijo de Ser Baltrigar.

VIÑETA XIII: Año 139 de la Dinastía Targaryen.

Un ambiente de gran expectación llenaba el castillo hasta su último rincón. Un nuevo torneo iba a tener lugar y deseaba con todas mis fuerzas que padre se alzase vencedor. Como todo niño de seis años, tenía la sensación de que mi padre era el mejor.

En su primer combate, padre había desmontado con facilidad a Ser Bryan Lefford.

- Bravo Ser Baltrigar - grité con todas mis fuerzas.

Esta primera victoria me llenó de orgullo. Padre era un gran caballero... lucía imponente sobre su caballo de justas y ciertamente en mi mente le visualizaba como el ganador del torneo.

Sin embargo, en su enfrentamiento con Madrigal de Puenteamargo, fue mi padre quien terminó derribado. Nada más verle caer, las lágrimas subieron rápidamente a mis ojos y eché a correr a esconderme para que nadie me viera llorar...

Cargando editor
11/01/2014, 18:05
[RIP] Olegg el Perrero.

VIÑETA XIII: AÑOS 138 Y 139 DESDE EL DESEMBARCO DE AEGON.

Los perros nunca se equivocaban cuando de un rastro se trataba. Podían ladrar de más cuando alguien se acercaba a la perrería sin haber sido expresamente invitado por el dueño y señor del lugar, podían contaminar indebidamente, a base de heces y orina, zonas de bosque de las inmediaciones del castillo que algunos de los lugareños hubiesen tomado por costumbre tratar como lugar de reuniones y celebraciones, e incluso podían excederse en 'confianza' a la hora de jugar con niños o cualquier otro ser humano de constitución endeble. “Podían” no como eventualidad imprevista, sino en el sentido -nada común, para muchos- de que su líder de dos patas permitía ese tipo de comportamientos e incluso, en ocasiones, lo alentaba.

Pero equivocar un rastro, eso no podía pasar bajo ningún concepto. No era Olegg amigo de regalar golosinas a sus canes cuando cumplían con su deber, pues se le escapaba la lógica de dicha forma de proceder. ¿Acaso a él se le acercaba algún noble con felicitaciones o unas monedas extra por el simple hecho de hacer el trabajo que debía? Los cuadrúpedos tenían todo lo que necesitaban, y ello debería bastarles. En estos momentos, disponían hasta de un aliciente añadido: seguir un rastro para conducir al líder de la manada hasta el origen del mismo. Olegg no pedía más, y ellos tampoco debían esperar obtener menos.

Cuando el único humano del grupo escuchó unos amortiguados gritos de auxilio, supo que los suyos habían cumplido con su deber. Supo, también, cómo el Sanguinario no había sido capaz de mantener totalmente a raya a los bandidos de los alrededores. Por saber, supo además que en aquellos pulmones, que con tanta vehemencia reclamaban atención, la sangre estaba robándole espacio al oxígeno a buen ritmo. El analfabetismo no estaba tratando nada mal al perrero del Castillo de Aguasclaras.

A poco más de un metro por debajo de él, en una pequeña cornisa que gobernaba el enorme vacío al que se entregaba la tierra tras un acantilado, tirado groseramente en medio de unas zarzas de aspecto amenazante, allí encontró lo que no sabía que había venido a buscar: un pobre diablo padecía un rigor en el que se combinaban la desesperación y la soledad, tras ser dado por muerto, con su cuerpo cubierto de heridas, y su garganta intentando atraer a alguien que realizase unos trabajos de los cuales ni sus brazos ni sus piernas eran ya capaces. Más bien un acomodado diablo, a juzgar por el broche que, prendido de su camisa, tan bellamente contrastaba con lo lastimoso del resto del cuadro.

Con las puntiagudas ramas de la zarza ocupando la totalidad del espacio, Olegg tendría que operar desde encima de la cornisa, tumbado, y desafiando a la gravedad. Después de silenciar a los perros con un silbido corto y decidido, trazó con su propio brazo un arco a su alrededor para que los animales comprendiesen que no les estaba permitido acercarse más allá de la línea imaginaria que acababa de ser trazada. Y, una vez en el suelo, siniestramente acunado por las súplicas del desconocido, extendió sus brazos hacia él.

-Por favor... Ayuda... Nec-ecesito a-ayuda... -gastó energías innecesariamente.

Lo primero que sintió fue el penetrante saludo de las zarzas, directamente sobre la carne de sus dedos. Después de eso, cada vez más inclinado desde el saliente superior en el que se encontraba, la presión de su propio pecho contra el suelo comenzó a estorbarle en la respiración. Sin embargo, por más que se estiraba, parecía que no fuera a ser capaz de alcanzar el cuerpo del hombre...

-Socorro. Socorro. Socorro -apenas acertaba ya a susurrar entre mudas muecas de dolor.

Ahora la sangre manaba de sus brazos desnudos, goteando rítmicamente sobre el cuerpo que se hallaba ya a tan sólo centímetros. El líquido bermellón de ambos se entremezclaba sobre el rostro de aquel desgraciado, que sacaba la lengua para tratar de absorber tanto cuanto pudiera, como si, trastornado por la deshidratación, se creyese vampiro. La postura de Olegg era absolutamente temeraria, puesto que si le fallaban las fuerzas a él le tocaría creerse ángel alado durante su caída por el precipicio. Ello le sirvió, no obstante, y por el momento, para establecer contacto con el cuerpo que yacía bajo el suyo.

-¡¡Aaaaaarrrghgh!! Ninguna otra cosa pudo vocalizar mientras hacía un último y titánico esfuerzo para elevar su tronco en dirección a las manos del perrero, que por fin consiguieron llegar hasta él.

Desfallecido por el esfuerzo, evitando mirar a los ojos al que para siempre seguiría siendo un desconocido, Olegg rodeó con sus dedos el valioso broche, los cerró en un puño, y tiró, tiró, tiró con todas las pocas fuerzas que le quedaban. La resistencia del que en un instante de lucidez se supo ya muerto fue puramente simbólica. La joya se despidió de las vestimentas con un sonoro rasguido, llevándose parte de ellas en su éxodo como equipaje improvisado, y ascendió más allá de la muerte, más allá del vacío, más allá de las zarzas, más allá del dolor, hasta que el brillo de los ojos de Olegg le hizo saber que todo iba a salir bien. Sonreía, ambicioso. Porque parecía una esmeralda. Una amiguita, ésa, que le iba a venir de perlas; por redundante que sonase.

El destino del que seguía allí abajo desgañitándose sin esperanza en tratar de atraer la atención de algún otro ser humano (o, quizás, pensando en la de un verdadero ser humano), no iba a cambiar, después de todo. Pero su infortunio se acababa de convertir en ventura para el codicioso hijo de Aguasturbias. ¡Y esa segunda parte había que celebrarla!

Cargando editor
11/01/2014, 18:47
[RIP] Nana la Comadrona.

VIÑETA XIII: AÑO 138 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, CASTILLO DE AGUASCLARAS:

Tanya estaba recostada boca arriba sobre la vieja mesa. No era la primera vez, ni sería la última, pero no podía evitar sentirse abochornada. A pesar de su vergüenza, tiró de la falda hacia ella. La tela se deslizó por sus cálidas espinillas. Un poco más, hasta las rodillas. Quería que Sysa estuviese cómoda.

Sysa empujó despacio, para no hacer daño, los muslos de Tanya. Los abrió más y más, hasta que la falda de su amiga formó un toldo. A pesar de que no se distinguían más que penumbras, Sysa respiraba entrecortadamente. Casi jadeante. Si el Señor las viera ahora, ¿qué pensaría? A falta de luz, avanzó con las manos pierna arriba. Cuando sus dedos fríos tocaron la cara interior de los muslos de Tanya, la hizo estremecer.

Perdón-se disculpó Sysa.

No pasa nada-trató de tranquilizar Tanya, cuando en verdad era la que estaba más nerviosa de las dos.

Al retirar las manos lanzó un aliento cálido a los dedos para que entraran en calor. Después lo volvió a intentar.

A tientas, esta vez las manos llegaron a una incipiente mata de pelos. Las cosquillas hicieron reír a Tanya. La risa de Tanya, por contagio, hizo reír con complicidad a Sysa. Nana no aguantó más y tuvo que intervenir para pararlas.

No, no, no... Niñas, esto no es un juego. Un poco de seriedad. Clarissa y Bresa están de las mismas semanas, y hay una pequeña posibilidad de que salgan de cuentas a la vez. En caso de que yo no pudiese estar en uno de los partos, me gustaría ver si os ibais a reír tanto solas ante el peligro, mis mujercitas.

Perdón, Nana, pero es que no se ve un pimiento. ¿No podemos acercar la vela o practicar de día?-le replicó Sysa.

Acercarás una vela solo si lo que pretendes es quemar sus muslos, y practicarás de noche porque si practicas de día a ver qué haces luego si rompen aguas después del atardecer. Vamos a cambiar de nuevo. Tanya de comadrona. Sysa, a la mesa. Y esta vez ponte este cojín bajo la ropa, simulando la barriga. Así el vestido quedará más tenso y os dificultará el trabajo con las manos. A fin de cuentas es lo que os iríais a encontrar como Aguasclaras tenga dos partos simultáneos. ¡Vamos, niñas! ¡Un último esfuerzo antes de irse a la cama! ¡Ánimo!

Cargando editor
11/01/2014, 23:23
Los Siete: El Desconocido.

FINALIZA EL AÑO 139.

Es el último Año de un suave Invierno.

En el último día del Desconocido del Año se reflexiona sobre todo lo acontecido ese Año y se recuerda a los muertos, a los que ya no están.

Este invierno no han habido hambrunas, e incluso ha sobrado algo de grano en los graneros de todas las aldeas y señoríos del feudo de Aguasclaras.

Si las cosechas del próximo Verano son buenas, como espera todo el mundo, el próximo Invierno tampoco pasarán hambre las gentes del Tridente. Para propiciarlo, se celebran festivales en honor a los Siete en buena parte de los Reinos de Poniente.

Notas de juego

// Entran en escena: Todos.

Cargando editor
Cargando editor
11/01/2014, 23:25
Feudo Aguasclaras: Castillo de Aguasclaras.

- Todos los habitantes del Castillo se han reunido en el campo al Sur de la barbacana exterior mirando hacia el Este, hacia el cristalino Lago Aguasclaras. Aguardando el amanecer de un nuevo Año y el inicio de un nuevo Verano.

- Todos están engalanados para la ocasión, mientras aguardan a que el Septón Eulocis, con ayuda del Acólito Eremiel, dé inicio a la ceremonia en honor a los Siete desde lo alto de un púlpito de madera construido por el Maestro Blantel y sus ayudantes.

- Se han traído sillas y sillones desde el castillo, aunque los más humildes permanecen en pie o se sientan sobre esteras de paja extendidas en el suelo.

- Dicen que los cazadores han traído jabalíes, gansos y hasta un venado, y que Viterrand planea especiarlos, rellenarlos y asarlos en enormes hogueras al aire libre. La semana pasada llegó además un cargamento de barriles de excelente vino del Rejo. Seguro que esta tarde se abrirá más de uno.

- Los jinetes libres Caster, Darién, Armase, Edder, Russ y Bethan vigilan a cierta distancia, así como los cazadores Dregg y Pik, no fuera que los bandidos aprovecharan esta ocasión única en que el castillo se ha quedado completamente vacío y todos sus habitantes están indefensos en el exterior...

Cargando editor
12/01/2014, 07:52
[RIP] Nana la Comadrona.

Nana está de pie, junto a Sysa y Tanya. Se dedica a farfullar por lo bajo, francamente molesta por la situación.

¿Dioses Nuevos? ¡Paparruchas! ¿Qué han hecho los Dioses Nuevos por nosotros? Traer el verano, traer el verano... Me contó mi abuela, cuando era niña, que cuando los Dioses Nuevos permanecían más allá del Mar Angosto, en Poniente ya teníamos veranos e inviernos.

Además, todo el mundo sabe que la Madre, la Doncella y la Vieja son unas putas de mucho cuidado.

Ese pensamiento se lo guardó. No fuera que la castigaran dejándola sin ágape. Que una es de los viejos ritos, pero no tonta.

¿Cuántos árboles corazón habrán talado para construir la tarima por la que se pasea ese impío de Eulocis? Nosotros aquí, con las briznas de hierba empapadas de rocío mañanero rozándonos los tobillos y él se pasea por ahí con sus sandalias traídas de Dorne. Seguro que ni siquiera son sandalias de esparto. Estarán hechas de oro y plata, como todo lo que hay en sus amplios palacios de Sept de la Bahía.

Nana nunca había estado en Sept de la Bahía. Pero si había septones es que allí abunda el despilfarro y la ostentación. Y putas. Muchas putas.

Cargando editor
Cargando editor
Cargando editor
12/01/2014, 11:51
Comadrona Sysa.

Sysa agacha la cabeza, avergonzada.

- "Lo siento, no quería decir eso... Pero es que si nos oye Vesania hará que nos azoten. A las tres." -