Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
La apariencia de la bolsa sacó una sonrisa a la joven, habituada como todos los de la calle a moverse al son del tintineo de las monedas.
- Bueno es saber que hay personas capaces de esas cosas -respondió ante el dato de la anciana- Pero espero que me haga falta porque me gusta ésta ciudad, és-ta -enfatizó mientras golpeaba con el índice la mesa. De repente se irguió, dejando atrás su postura dulce y algo infantil.
- Al tema, que se nos hace de noche, mi respetada señora –dijo con fingida adulación, aunque tampoco se esforzaba en aparentarlo- Si me enseña un mapa de la ciudad le señalo lo que busca. Si no tiene se lo indico, pero me da que voy a tener que guiarla hasta allí… cosa que no me apetece demasiado.
Tenía ganas de preguntarle si sabía algo del asesinato en la posada en la que se hospedaba, pero en vez de eso se mordió levemente el labio. Aunque joven Izzy sabía que los gatos demasiado temerarios terminaban por agotar sus siete vidas.
- Cuando me refiero a guiarle no incluyo escenas que vayan a poner en peligro mi apreciada y estimada vida -aclaró con suavidad, como aquel que intenta explicarle a un niño algo torpe algo importante.
Una sonrisa mientras la escucho, es demasiado normal, simplemente es algo inocente o puede que no que sea una pose como las mil que tengo en cada uno de mis trabajos.
Dinero, más tentador dinero que susurraba a su oído. Casi se podía apreciar la ensoñación en su mirada, pero de repente su cuerpo tembló ligeramente. Acababa de sacudirse tan peligrosa idea.
- "La ambición es el primer paso hacia la desgracia". Alguien me dijo eso una vez, pero no recuerdo quién -por unos instante se perdió entre los recuerdos, como si aquella frase inocente hubiera encendido una tenue luz en un antiguo y olvidado túnel. Pero negó con la cabeza y regresó a la conversación- Le digo dónde es. No tiene pérdida, si sigue mis indicaciones.
Ordenó sus ideas un instante porque recordó que sus clientes eran extranjeros en aquella ciudad. Necesitaba indicarles de manera fácil la casa, y no valía atajos por los cuales uno podría perder algo más que la bolsa de dinero si era un desconocido. Cuando lo tuvo claro le fue diciendo cada tramo, cada detalle significativo con la paciencia con la que una madre le explica a su hijo algo elemental. Ciertamente resultaba algo extraña esa actitud viniendo de alguien tan joven, pero la verdad es que en el fondo (y no tan en el fondo) disfrutaba con todo aquello. Dinero y pasarlo bien, ¿qué más podía pedir?
- He aquí el momento que nuestros caminos se separan... en cuanto me de con la máxima discreción esas bolsas, claro -sonrió amablemente- No soy de las que se tira de cabeza a un peligro, más bien de las que esquivas situaciones poco... hmmm... favorables -esbozó una sonrisa que endulzaba su rostro- La aventura para su compañero, que tiene pinta de saber desenvolverse.
Miró a la mujer un instante, como si ajustando correctamente la intensidad de su mirada pudiera leer su mente y encontrar sus secretos mejor guardados.
- ¿Y bien? -perdió rápidamente el interés al pasarle por la cabeza, no sabía bien cómo, la idea de gastarse una parte del dinero en un reconfortante baño aromático.
La miro y sonrio mientras mi mente se comienza a mover en mil posibilidades, es buena, demasiado buena y con los pies sobre la tierra, cabeza bien amueblada.
Tanteó la bolsa con discreción calculando sobre la marcha cuánto debía dar a su Cofradía y cuánto podía quedarse para sí. En un principio había pensado en quedarse todo, pero luego había recapacitado sabiamente. Khel tenía muchos ojos y alguno de ellos la había visto trabajando, de eso estaba segura. Pero en el fondo le encantaba la idea de tener la oportunidad de ver de nuevo a su jefe; tenía algo tan especial y atrayente que hasta se regañaba a sí misma por estar tan perdida por él.
- Pues si sus peticiones son cómo ésta me encantaría. Disfrute de la ciudad como ella querría que lo hiciera: “hasta el último instante”.
Se levantó de la mensa no sin antes, con cierta destreza, esconder las bolsas entre su ropa.
- Hasta pronto, y no se meta en líos –concluyó con una traviesa sonrisa.
Sin dilación salió de la posada dispuesta a disfrutar de tan fácil recompensa por tan fácil trabajo; y aunque era cierto que estuvo a punto de acabar en la cárcel todo había salido bien. Ahora regresaría a su cuarto, contaría el dinero y lo repartiría entre la comisión de la Cofradía, las deudas a pagar, los gastos necesarios y una parte para algún capricho que bien se merecía. Ya comenzaba a oler los agradables aromas de los baños y sentir el relajante tacto de un masaje.
El aire del puerto, el aire del mar y simplemente el dia, perfecto, buen dinero, poco trabajo y alguien que puede que te sea util en un futuro.
No en todas las partes del puerto el ambiente era bueno, pero por fortuna transitaba por uno que sí lo era. El día era espléndido en varios sentidos: buen tiempo, buen paseo y buena recaudación por un trabajo bastante fácil.
Si el día podía mejorar lo acababa de hacer. Al frente, de manera excepcional, Khel estaba haciendo lo que mejor se le daba (entre otras cosas). En cuanto se dio cuenta de que la había visto, de que sus ojos se habían clavado en los suyos, sacudió brevemente la cabeza para quitarse de encima aquella cara bobalicona que se le quedaba cuando pensaba en él. ¡Era taaaaan guapo!
Estaba en un pequeño aprieto porque no podía dejar de mirarlo mientras robaba a un pobre mercader. Obviamente no iba a presentarse ante él mientras estaba con sus asuntos, así que miró a su alrededor en busca de un buen lugar para pasar desadvertida. Tenía curiosidad por ver su trabajo, y además tendría que calcular rápidamente lo que iba a entregarle… en persona. ¡Cómo se le doblaban las piernas! Se regañó así misma y esperó a que terminara para ver qué podía hacer: esperar a que se acercara o acercarse ella.
VAya, vaya, esa pequeña ratoncuela que siempre anda metiendose en lios y aqui mismo. Me puede ser muy util o poco util dependera de lo que tenga en mente.
Camino hacia ella tras un suave y sutil gesto al robar y guardar la bolsa en mi camisa.
Buenas tardes digo con una sonrisa mientras apoyo mi mano en la pared tras ella y la miro a los ojos con la mas seductora de mis sonrisas a los ojos. ¿que te trae por aqui?
Observó la elegancia de sus movimientos, lo facilidad con la que sustrajo lo que quería. Izzy no era especialmente buena en eso, pero siempre intentaba mejorar practicando con sus compinches. ¿Sería una habilidad natural en él? ¿Cuántos años de práctica le habían llevado a tal precisión?
Los pasos entre ellos se acortaban y ya podía distinguir que buscaba algo de ella. No iba a dejarla pasar, lo intuía; y más cuando vio que su mano se apoyaba en la pared. ¿Le había hablado? Eso creía, ¿pero estaba segura? ¡Por los Viejos Dioses que había hablado! Ipso facto se desprendió de aquella cara medio babilicona de labios entreabiertos anhelantes de…
- Buenas tardes –respondió al tiempo que se aclaraba la garganta- Lo cierto es que acabo de terminar un asuntillo y… ahm… -parecía que el gato estuviera comiéndole la lengua, e incluso se rascó la nuca en actitud tímida. Pero se dio cuenta de inmediato y carraspeó antes de prosiguió- Éste es el camino para ir hacia mi habitación, y da la casualidad que pensaba organizar las ganancias de un trabajito que me ha salido. Ya sabe… ehm… la parte que le corresponde –bajó la mirada un tanto turbada por la seductora presencia de Khel- , cubrir deudas, gastos… Lo de siempre –sonrió suavemente, y terminó pensando que se sentía muy estúpida cuando estaba cerca de él.
Una sonrisa y un simple gesto mientras acerco mas mi rostro a su cara.
Su proximidad la impresiona, es casi inevitable. Siente vergüenza de que llegue a escuchar los fuertes latidos de su corazón al estar tan cerca, ¡y qué cerca! Jamás lo había estado tanto, porque lo habitual era a varios pasos junto a otras personas. Parecía tan… íntimo. Lástima que, en el fondo, o más bien cuando la sangre dejara de correr por sus venas de forma tan acelerada, llegaría a la conclusión de que sólo estaba jugueteando con ella.
- ¿Otro sitio? –susurró, más como formulando la pregunta en alto que queriendo aclarar a qué se refería. ¿Pero a qué se refería? ¡Por los Viejos Dioses que las piernas le temblaban!- ¡Una posada! –dijo más alto de lo que hubiera querido, y dándose cuenta bajó la voz avergonzada- Mejor una posada. Hay muchas por aquí… -se encogió de hombros en actitud que dejaba entrever que la elección no era suya. Porque en realidad era él quien llevaba aquella situación.
- Gracias –respondió suavemente y con una tímida sonrisa en los labios ante el comentario de sus ojos. Le gustaba que le gustaran. Entonces calló en la cuenta de lo que dijo antes de eso y se apresuró torpemente a explicarse- No, no, no… Si me lavo la cara todos los días. La cara y… ehm… -se le escapaban las palabras al pensar lo ridícula que debía estar- Me la ensucio a posta –decidió concluir sin más detalles.
Le costó una barbaridad mantenerle la mirada, porque era una de esas que todo buen embaucador que se precie debía tener. ¡Y qué mirada!
- Gracias por interesarse en mi trabajo. Agradecería cualquier buen consejo –intentó encaminar la situación a una en la que la proximidad de su rostro no la hiciera imaginar cómo sería sentir el roce de sus labios.
Una sonrisa mientras paso mi brazo por encima de su hombro y la saco de donde esta alejandose por la calle con ella.
¿Cuándo le fallarían las piernas? Su contacto fue tan… estimulante. Más de lo que jamás hubiera imaginado. Aunque en el fondo aquel gesto la intimidaba un poco, como si todo fuera demasiado extraño, o tal vez demasiado irreal. Hasta hacía muy poco había fantaseado con él, y ahora parecía que un genio con ganas de divertirse un buen rato (como no, a costa del nerviosismo de la joven) hubiera tejido ese momento. Tenía su brazo sobre sus hombros, y eso hacía que anduvieran muy pegados.
- Gracias –respondió mientras miraba los guijarros del suelo, incapaz de mirarlo. El nerviosismo estaba a punto de hacerla callar, de enmudecerla por completo. Era tan guapo… ¡y estaban tan pegados!- La verdad es que lo hago para no llamar la atención. Es lo mejor –se sinceró, sabedora que una chica sola y como mínimo resultona era una presa fácil.
Siguieron caminando y escuchó aquel sencillo consejo como si estuviera ante un coro celestial, ¿o era el aleteo de mariposas en su estómago? ¡Pero qué hermoso es el primer amor!
- Tengo que aprender muchas cosas, eso es verdad –se permitió sonreírle, pero sólo porque fue un acto involuntario. Estaba tan inquieta, respiraba con tanta intensidad…- Tendré cuidado con los extranjeros, aunque… Bueno, mi último trabajillo ha sido gracias a ellos –se encogió ligeramente de hombros como si quisiera excusarse.
No podía intuir sus acciones, estaba cegada por su encanto. Aquella sonrisa, aquella actitud arrebatadora, aquella… ¡todo! Y entonces su boca se negó a cerrarse cuando sintió el roce de su dedo en sus labios. La proximidad de su rostro, el calor de sus palabras… Estaba aturdida, o a punto.
- Yo… yo… Ahm… -temblaba su voz- Bebo muy poco, a veces –respondió con la boca seca. Quería preguntarle cosas para aprovechar ese momento, pero no le salían las palabras adecuadas. La elocuencia de la que se sentía orgullosa se había retraído ante su proximidad y el gesto que sabía era muy sensual.
Ya ni recordaba que iban hacia una posada. Sólo se dejaba llevar ensimismada, como una florecilla a merced de un viento prometedor.
Una sonrisa en mi rostro antes de acercarme mas a donde estan sus labios, esta nerviosa lo noto.
No se dio cuenta de que estaba mordiéndose ligeramente el labio mientras miraba aquella boca tan deseosa acercándose. Los ojos de Izzy mostraban el brillo de quien sueña despierto, y también del que teme despertar y encontrarse con la nada. Pero aquel sueño se había hecho realidad, y el gesto tan sencillo al apartarle el mechón de pelo la había hecho suya por completo.
- Vale, lo haré –susurró- Lo intentaré… -concluyó con una chispa de realidad, pues llevaba demasiado tiempo sin mostrar esa feminidad a la que se refería.
- Pues tiene razón. Esa mujer me dijo que la acompañara después del trabajo inicial, pero me dio la impresión de que habrían problemas –explicó mientras asentía satisfecha ante el acertado consejo.
Estaba tan ensimismada con sus palabras, o más exactamente con el tono de su voz, que apenas se dio cuenta de que la conducía por la cintura. Ni siquiera reparó a dónde la llevaba, ¿pero acaso importaba?
- Está bien, una copa no sienta mal a nadie –sonrió y lo miró de reojo, algo ruborizada- Ese trabajo ha sido bastante fácil. Bueno, no del todo pero no me ha hecho sudar casi nada. La verdad es que esa mujer estaba tanteando el terreno y se dejó robar para…
Paró un instante para mirarlo, esperando descubrir si había captado su atención valorando la intensidad con que la miraba. Ni siquiera era consciente del gentío que los rodeaba, y muy pronto estaría en algún lugar mucho más tranquilo. Aunque, y era cierto, no le importaba el dónde sino el con quién.
Abro la puerta empujandola hacia dentro.
Se dejó guiar, sin más cuidado que por donde pisaba. Ya era demasiado el tiempo que perdía mirando al suelo de vez en cuando, pero más valía perderlo de vista un segundo que tropezarse y hacer un ridículo espantoso. Cuando llegaron a la posada ni se molestó en saber el nombre de ella, simplemente pasó por su lado y se sentó allí donde le había indicado. De primero le pareció un rincón discreto, y hasta se permitió una rápida ojeada por si sabía dónde estaba. Entonces, con discreción, habló:
- La mujer es de mi estatura, algo menos tal vez. Morena de cabello liso y ojos castaños. Es mona… -fue describiendo sin demasiado entusiasmo, pues debía reconocer que la mujer era guapa- Tendrá como unos… ¿treinta? –no supo concretar muy bien, pues era una de esas cosas que no se le daba- Creo que por ahí. Le acompañaba un hombre con una cicatriz en la cara, muy peculiar y callado.
Intentó recordar algún detalle de interés, pero la verdad es que ahora su único interés estaba sentado frente a ella; embelezándola con el descaro de un truhán.
- Se desenvuelve bien en las calles para ser del Viejo Mundo, exactamente del Bastión de las Tormentas.
Entonces llegó otro tipo de información, una que más o menos sabía. Lo que no esperaba era aquel agradable contacto, tan sencillo pero que estaba secando su saliva del calor que estaba sintiendo.
- Sí, esto… Creo que le dije que los soldados estaban haciendo una batida por las calles –suspiró suavemente al recordar lo a punto que estuvo de caer- Supongo que se acerca la paga y tienen que justificarse –sonrió medio mordiéndose el labio pues no sabía qué tipo de sentido del humor tenía, pero de seguro tenía una boca que ya quisiera perderse en ella- Gracias por… ahm… por pensar en mí.
Miró la mano posada sobre la suya, perdiéndose unos segundos en ella. ¿Qué podía decirle del hombre que hacía latir con fuerza su corazón?
- ¿Le apetece una copa de vino? Tengo la boca seca –le preguntó fijando sus ojos en los suyos.
Me acomodo en el banco a su lado mientras habla y tomo cada detalle con cuidado, con tranquilidad sopesando lo que yo ya se de algunos nuevos en la ciudad.
Asiente cuando señala el lugar donde debería estar la cicatriz de aquel hombre, y medio sonríe ante su nueva proximidad. Aquello le estaba gustando, aunque por otro lado la falta de halagos en su vida hacía que aquella situación fuera desconocida, intimidante pero… era taaaaan guapo.
Instintivamente rozó sus labios con los dedos, pues nunca se había parado a pensar que a alguien le parecieran bonitos. ¿Se refería a eso? ¿Le gustaban? Que desconcierto más agradable estaba pasando.
- Me ha costado adaptarme a la ciudad, pero… Supongo que he tenido suerte –no le dio más importancia y lo demostró encogiéndose de hombros- Tenía pensado buscar otro trabajillo, pero me da que esa mujer necesitará pronto que le echen una mano en algo. Si ando cerca sacaré… ehm… sacaremos un buen dinero.
La verdad es que no sabía muy bien por dónde llevar la conversación. Cada vez que él hablaba dejaba caer algún halago que la descolocaba. No era fácil llegar a un destino concreto.
Asiento mientras la escucho y me llevo la copa a los labios para beber un sorbo.
Mis ojos se desvian un segundo a la puerta y ven algo que no deberian ver, no puede ser.
Izzy espero que no te importe esto pero es que... Mis labios se funden con los suyos en un beso apasionado mientras mis manos bajan por su espalda hacia sus riñones apretandola contra mi con fuerza.
me separo unos minutos despues y la miro a los ojos Si...dejo la frase en el aire
Me voy a cagar en os post duplicados ¬¬