Partida Rol por web

Karjian, La Caída de Het´jala [+18]

Al sur de Vanha´atha

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18/11/2014, 17:50
Horelk

Sigues hacia el sur, alejándote cada vez más y más del castillo, había algo que te incomodaba, que te indicaba peligro.

Tras varios kilómetros a galope con el caballo, llegas a una cabaña aparentemente abandonada, ya que no había un ápice de luz o movimiento dentro de la misma, cosa que no sería ilógica a no ser que haya vampiros dentro.

Podrías seguir yendo hasta el sur, pero el frio te impedía continuar o al menos de seguir, te contagiarías de algo ya que las temperaturas iban bajando cada vez más, solo te quedaba acampar y aquel lugar parecía perfecto.

Notas de juego

Seguir el camino hacia el sur implicaria tiradas para resistir el frio y ver si contraes algun tipo de enfermedad, sin mencionar la hipotermia.

Es tu decision.

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18/11/2014, 18:03
Sorek Hunjan

Estoy helado, no puedo continuar, la casa no me gusta, pero mejor eso que morir de frío, me bajo del caballo y lo ato a un árbol. Estiro rápidamente los músculos para entrar en calor, aunque no es necesario, la adrenalina hace que mi corazón bombee mucho más deprisa.

Le vuelvo a poner la mirilla al franco, activo el visor nocturno y hundo la bayoneta en el frío barro, para que la suciedad le quite el brillo a la plata durante un rato.

Me acerco en sigilo a la casa, a priori no hay movimiento, lo que no indica que esté deshabitada...

Abro la puerta con el menor ruido posible, y procedo a registrar la casa, palmo a palmo, metro a metro, como he hecho durante tantos años mientras perseguía a las bestias que hoy no he podido matar...

El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes prederas me hace repostar y me conduce hacia aguas tranquilas y recobra mis fuerzas. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza.

Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.

Rezando en total silencio avanzo hasta que esté seguro de que no hay nada ni nadie.

 

- Tiradas (3)

Notas de juego

¿Tiradas de sigilo y percepcion no? ¿alguna otra? Si es así hazla tu para ahorrar tiempo.

Sigilo 10

percepcion 8 (no vale, esta mal tirado)

percepcion 16 (la que si vale)

 

 

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18/11/2014, 18:35
Horelk

Ingresas a la casa, a pesar de tus intentos, tropiezas con una cubeta cercana, haces un fuerte ruido, pero al parecer no había nadie ni nada adentro, observas cada ápice del lugar, contaba con grandes huecos en el techo, pero la nieve ingresaba en menor cantidad en comparación a lo que había allá afuera...había una chimenea de roca, podía aun usarse, una litera que alguna vez funciono como cama, ahora solo era una acumulación pútrida de paja.

No era un palacio, pero serviría de refugio para la noche que cada vez se tornaba más fría.

La prioridad era encender fuego y comer algo antes de dormir, puesto que las tripas comenzaban a regurgitar, peor era cuando recordabas los manjares que en la mesa del castillo se servían, pero por suerte contabas con suficientes raciones para una semana.

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18/11/2014, 18:56
Sorek Hunjan

Aunque he sido tan torpe que me ha podido oir hasta un muerto, parece que no hay nadie en casa.

Sigo helado y observo la chimenea, pero encenderla sería poner un foco con que estoy aquí dentro.

De repente me acuerdo de los viejos trucos que solíamos usar, hace un año que no tenía necesidad de usar.

Voy a por el caballo y lo meto en casa, le quito la silla y demás utensilios para montar, y lo tumbo en el suelo, me acurruco a su lado, el caballo desprende suficiente calor para pasar una noche cómoda... si no tenemos el cuenta su fuerte olor. Aunque eso tampoco me preocupa, enmascarará el mío, y eso, en estos momentos, me viene de perlas.

Antes de dormir saco una de las raciones y me la como, voy a necesitar fuerzas para mañana.

Dejo a mano el rifle

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18/11/2014, 19:35
Horelk

Cuando el sueño invade tu señor y sientes que los primeros sueños comienzan a formarse, afuera oyes como los cascos de un caballo golpeaban el suelo cubierto de nieve.

Un jinete sobre el caballo perseguía a una mujer quien cayó en el camino, relativamente lejos de la cabaña, el jinete aprovecho la desventaja de la muchacha para lanzarse sobre ella y bajarse los pantalones lentamente, a medida que la chica no podía hacer nada contra la fuerza de aquel despiadado.

Notas de juego

Si queres disparar.

Distancia 10 metros +3

Se encuentra sobre la chica, la prioridad seria no darle a ella, obstaculo pequeño +3

Quieto, +1

Elegi donde queres disparar.

Visibilidad normal 0

Estas en las sombras, si logras acertar, se suma +15 al daño.

 

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18/11/2014, 21:06
Sorek Hunjan

¿Que pasa? Medio dormido, noto algo de jaleo, un chute inmenso de adrenalina me hace despertarme ¿Habrán venido por fin a intentar matarme? !No se lo pondré fácil!

Sin embargo cuando cojo el fusil, activo con una mano el visor nocturno y me lo llevo a la cara con la otra, observo que es un hombre, y por lo que parece está intentando violar a una mujer. El asco me inunda. Le apunto a  la cabeza.

Señor guía mi bala para acabar con los malvados, Amén

Al llegar a ese "Amén" mi dedo aprieta el gatillo.

- Tiradas (2)

Notas de juego

+3, +3, +1, +6= 13 de dificultad

bonus 7 del rifle, 1 por predilecta, 5 destreza, 5 armas de fuego =18

la tirada me sale automaticamente... pero tiro de todas formas

saco un +9 con todo aplicado ¿cuenta como critico?

daño 24 +5 de vista: 29

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19/11/2014, 04:58
Horelk

Cuando activas el visor nocturno y apuntas, la mujer vuelve la vista hacia la derruida cabaña y sus ojos, de un azul intenso y húmedo, parecen brillar en la oscuridad. Su rostro pálido y enmarcado por una abundante cabellera rubia es de una perfección arrebatadora, angelical. Dirías que es joven, muy joven, pero algo en ella emana un aura indescifrable, como si el tiempo no pudiera tocarla. Como si estuviera más allá del tiempo. No es una elfa, de eso no tienes dudas, pero esa intangible pureza no parece humana. Te preguntas qué clase de criatura es y no encuentras la respuesta. 

La bala impacta en la sien del hombre y este se tambalea ligeramente por el impacto. Luego tropieza hacia adelante llevándose una mano a la herida y contemplando su propia sangre con incredulidad, como si no le perteneciera. Increíblemente no está muerto, ni siquiera ha caído malherido. Desenvaina la espada y alza vista escrutando en derredor cada recoveco y espacio, pero es evidente que no te ve. Si no fuera imposible, dirías que tampoco ve la cabaña. Como si no estuviera allí, a unos diez metros frente a ti, sino en otro lado. Estás seguro de que ni siquiera percibió el disparo, como si atribuyera la herida a otra cosa. Su rostro se desencaja y puedes ver el odio en su rostro. Da unos torpes pasos hacia la muchacha que se encuentra casi a sus pies, arrastrándose lejos del sujeto, pero sin darle la espalda y echando rápidas miradas hacia donde te encuentras.

Entonces te das cuenta que no lleva ningún abrigo, que está descalza y que sus brazos están desnudos. Una ligera túnica blanca es lo único que cubre su cuerpo. Y, pese a la oscuridad que te envuelve, jurarías que te está mirando directamente a los ojos y que ese leve temblor de sus labios son palabras, palabras dirigidas a ti.

- ¡Perra! - escupe - ¿Eres acaso una bruja? ¿Un demonio? ¡MUERE! 

La sangre empapa sus ropas, pero el sujeto se mueve con decisión. ¿Cómo es posible que esté en pie? Alza la espada con ambas manos dispuesto a acabar con la muchacha, mientras ella continúa arrastrándose y retrocediendo hacia donde te encuentras escondido. Ella sí puede verte, lo presientes. 

Ahora escuchas el susurro de su voz, suave, cálido y trémulo. Un eco lejano, pero al mismo tiempo muy próximo. Como una letanía que repite la misma palabra, una y otra vez: "Sálvate". No comprendes a quién está dirigida ni su real significado, si es que tiene alguno y no es más que el balbuceo incoherente de una víctima desesperada. Pero...

"Sálvate.

Esa palabra resuena muy dentro tuyo. Muy profundo.

"Sálvate." 

De pronto descubres que el aire se vuelve frío, terriblemente frío. Y sientes que tus dedos se entumecen rápidamente. Un frío extraño, casi sólido, maligno. 

Las carcajadas del hombre retumban en tus oídos, pero también el susurro trémulo de aquella mujer.

"Sálvate."

Y la sensación de  que algo más acecha allá afuera...

- Tiradas (1)

Notas de juego

No, hay que desglosar la tirada y ver cuantos 6s salen en la misma...mea culpa por no avisarte antes, disculpa en verdad u.u

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19/11/2014, 09:10
Sorek Hunjan

¿!cómo es posible que no esté muerto, que está pasando!? La mujer no es humana, pero parece que está en peligro... pero no se porqué esta extraña sensación, porqué me dice que me salve yo... el Señor ya me ha salvado.

Meto la mano en la chaqueta y saco otra bala, que introduzco mecánicamente en el fusil.

Vuelvo a apuntar, esta vez apunto mejor, al ojo.

Señor, no permitas que el mal haga daño a los inocentes, destruye esta magia maligna y salva a tus siervos. Amén

De nuevo, al llegar a "Amén" aprieto el gatillo. Y sin esperar acontecimientos, vuelvo a recargar mi arma.

 

- Tiradas (4)

Notas de juego

Con. oscuro para saber que diantres esta pasando... 12

mmm te hago una tirada de religión, pidiendo que se acabe lo que creo que es un hechizo. elijo el nº3, tengo 7 de religión, tiro 3 dados, no? Pues no sale xD

la dificultad, entiendo, solo cambia porque en vez de cabeza, apunto al ojo, no? = 17

bonus los mismos... = 18

13, te tiro daño... como no sabe donde estoy sigo sumando +15... supongo xD

33 de daño

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19/11/2014, 15:25
Horelk

El fulano con el rostro macabro y la espada en mano, con su miembro viril al aire y con pasos seguros, logra levantar la espada, el disparo acierta su cuerpo, pero ni brota la sangre, ni siquiera el sonido seco de un impacto contra la carne, sonoras carcajadas retumban tus oídos, la muchacha con lágrimas en los ojos no deja de mirar hacia tu dirección, sin casi prestar atención a aquel ser quien estaba seguro de eliminarla con su arma.

El brazo baja, la muerte se hace material, la nieve rodea el panorama, como si de una ventisca artificial se tratara…despiertas en medio de la noche, no habían pasado siquiera dos horas desde que te habías establecido ahí, en la antigua cabaña.

El corcel nota tu estremecer, levanta la cabeza buscando señales de peligro, pero tras unos minutos analizando el lugar, vuelve a agachar el cráneo sobre sus patas delanteras, tratando de dormir nuevamente.

Afuera la nieve se presentaba abundante, observas donde estaba la muchacha en tus sueños, era imposible el parentesco del lugar real con el onírico, desde las rocas más pequeñas, hasta los arbustos y árboles, todo era…exactamente igual.

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19/11/2014, 15:48
Sorek Hunjan

Respiro despacio intentando tranquilizarme ¿Una pesadilla? Hace mucho tiempo que deje de tener pesadillas... y esta era demasiado real.

Cuento las balas.

Me levanto y despacio, usando el visor nocturno, miro por la ventana.

Después de eso el sueño ha desaparecido.

Me arrodillo en medio de la casa y rezo, como siempre, me ayuda a serenarme y concentrarme.

¿Será esto un hechizo del sucio elfo? Ayúdame Señor, contra las malas artes de los enemigos de tu siervo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

¿Tengo todas las balas?

18 percepcion

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19/11/2014, 17:07
Horelk

Cuentas tus balas, notas que faltan dos.

Miras afuera, solo notas serenidad y más nieve cayendo.

El caballo se levanta ante tu inquietud, preparado para galopar de ser necesario, pero solo la calma reinaba en ese frio y desolado lugar.

Aunque de alguna manera, sientes que algo te asecha, como si alguien te observara entre los vetustos árboles que se levantaban perezosamente.

"Sálvate."

La palabra suena como si de un eco en tu memoria se tratara, pero más que un recuerdo, pareciera un susurro.

Notas de juego

Perdona por no hacerlo mas extenso, pero el sueño no me permite postear mas u.u

Ni bien me despierte, te respondo el post.

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19/11/2014, 17:50
Sorek Hunjan
- Tiradas (1)

Notas de juego

Con que me digas si he visto algo. Con lo de percepcion, me vale... pero aun asi te hago tirada de con oscuro, para ver que se de ilusiones, magia del sueño o algo... 12

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20/11/2014, 14:02
Horelk

Ensillas el caballo y le ofreces un bocadillo en recompensa. El animal deja escapar un suave relincho de agradecimiento. Una vez afuera de la cabaña, observas detenidamente los alrededores. No percibes ningún movimiento en las inmediaciones, salvo por el suave agitarse de las copas de los árboles. Finalmente montas y te dispones a partir. En marcha, piensas, el viaje será largo y difícil. Pero estás acostumbrado a esas contingencias, siempre ha sido así. La vida nunca fue sencilla para ti. Entonces te descubres preguntándote hacia dónde. ¿Cuál es ese largo y difícil camino? Sorprendido sigues el hilo de estas cavilaciones cuando observas algo en lo más profundo del bosque. ¿Una luz? No. Tomas el rifle entre tus manos y apuntas el visor en aquella dirección.

De rodillas y completamente inmóvil, una silueta blanca con el torso inclinado hacia delante, en contrito acto de súplica o de profunda devoción. Desde esa distancia puedes ver los pies descalzos hundiéndose en la nieve y los delgados brazos desnudos cubriéndose lentamente de nieve, y no podrías afirmarlo, porque desde donde te encuentras no alcanzas a ver el rostro, pero jurarías que se trata de aquella mujer. Y estás seguro también de que, contra toda lógica, no es el cadáver congelado de una criatura que pasó helada noche de invierno bajo la intemperie, aunque… ¿La habría matado aquel sujeto de la espada? Ese mismo al que le habías disparado. Dos balas. Sueño, visión, hechizo, premonición o lo que fuera es muy real.

Escrutas nuevamente los alrededores.

Un bosque y una derruida cabaña

Copos de nieve y viento.

Tu caballo.

Y tú.

Podrías largarte de allí de cuanto antes.

Podrías adentrarte en el bosque.

Podrías…

Entonces vuelves a preguntarte cuál es ese largo y difícil camino que tienes por delante.

Y de pronto tienes la certeza de que esa respuesta te está aguardando.

Allí.

"El Señor es mi pastor..."

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20/11/2014, 14:48
Sorek Hunjan

Un escalofrío recorre mi espalda. De nuevo esa mujer, me bajo del caballo y avanzo hacia allá

Los caminos del Señor son inescrutables.

Cuando estoy cerca, ato al caballo a un árbol y continuo acercándome, con cuidado, pero sin cuidarme de no hacer ruido, como si me acercase a un animal asustadizo, dejo que primero me oiga.

Observo a todos los lados por si fuera a ser emboscado

Señor, mantenme  sobrio y vigilante, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de nosotros, en busca de presa que devorar.

Al llegar hasta ella me paro y espero a ver si hay alguna reacción por su parte, mientras la examino atentamente.

 

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21/11/2014, 07:58
Horelk

Dejas el caballo atado y este se pone a olisquear al pie del árbol en busca de algo para comer. Siempre atento, observas en derredor y no hallas otra cosa más que el susurro  del viento, nieve y silenciosos árboles alzándose en torno tuyo como gigantes sin sombras. Llevas contigo el fusil y lo sujetas con firmeza, pero no lo alzas, sino que lo dejas caer contra uno de tus flancos. Lentamente te acercas a la mujer, tus pasos resuenan suaves haciendo crujir la nieve acumulada. Contemplas la larga cabellera de la mujer que se derrama sobre los hombros y a los costados impidiéndote ver su rostro. Contemplas también sus pies descalzos, sus brazos desnudos, y la ligera túnica blanca que lleva puesta. Por un momento sospechas que está muerta, tan quieta está. Como una escultura.

O como un símbolo.

Recién cuando estás a unos pocos pasos parece percibirte, se mueve ligeramente como si despertara de un sueño y alza los ojos hacia ti. En su mirada se mezclan tantos sentimientos como, descubres, matices en el color de sus ojos. Antes los habías visto azules, húmedos y brillantes y aún siguen siéndolo, pero a medida que te acercas percibes otros matices como si en su mirada se refugiaran otras miradas, cientos de miradas, miles… Sus ojos parecen dueños de todos los colores y de uno; de miles de miradas y de una. Algo similar te ocurre al observar con detalle su rostro. Es arrebatadoramente perfecto e imaginas que así deberían ser los ángeles si tomaran forma de mujer. Y como te había parecido antes, es muy joven sí. Su piel es tan fresca y sin mácula que podría ser la de un recién nacido, pero al mismo tiempo algo muy antiguo, tan antiguo como el mundo, se percibe en ella. Como si el tiempo no la rozara.

Sientes la profunda tristeza que emana de ella, una tristeza añeja, inmemorial. Esa tristeza parece adherirse a tu piel y calarte hasta los huesos removiendo recuerdos olvidados en tu memoria. Dulces como una fruta, pero tristes. Recuerdos de cuando eras niño y aún soñabas, de cuando el mundo era un pequeño y cálido refugio en torno al fuego del hogar. Casi escuchas el suave tarareo de una canción y la reposada calma de una familia reunida. Pero, al mismo tiempo, algo te hace sentir avergonzado. Y culpable. Ella solo te mira, con esa profunda tristeza encerrada en sus ojos y esa soledad y ese dolor que imaginas inmenso y terrible. Como si aquella mirada cargara con el peso de miles de otras miradas.

Te acercas otros pasos más y te inclinas a su lado. Y aunque no lo haces, sientes el imperioso deseo de abrazarla y de protegerla. De pedirle perdón. Extrañamente, sientes que algo en ella te pertenece. O te pertenecía. Algo que te era muy caro y que olvidaste en algún momento o en algún lugar.

De pronto, la muchacha se agita y sus ojos giran hacia los árboles.

Sobresaltado, sigues su mirada y descubres al mismo hombre de antes. ¿Cómo no lo escuchaste antes? Reconoces en sus ademanes y en sus facciones sus depravadas y libidinosas costumbres; reconoces también una sombra como una leve cicatriz en la frente y en la parte superior de uno de sus ojos. Pero no está solo, otras figuras asoman en el claro. Hacia tu izquierda ves el rostro amoratado y airado de otro sujeto; y hacia a tu derecha el soberbio porte de otro sujeto que se alza orgulloso sobre su caballo. Pero hay más. Aferras el fusil, te incorporas y percibes los siete jinetes que los rodean. Son hombres y mujeres que se aproximan sin apuro, seguros y confiados. Algunos comienzan a desmontar y se dirigen hacia la indefensa muchacha que los contempla en silencio y que, como en la noche anterior, encoge el cuerpo y retrocede a rastras pero esta vez sin dirección. 

Sientes cómo tus dedos se crispan y otra vez aquel frío terrible, maligno y casi sólido que sentiste la noche anterior.

En un momento tu mirada y la de ella se cruzan. 

Salvate” parece susurrar el viento.

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21/11/2014, 08:16
Sorek Hunjan

-¿Quién eres? ¿Salvarme de que... o quien?- Pregunto en voz baja. Por primera vez en muchos años, tengo que esforzarme en que no salga emoción alguna. Aún así se que mis ojos ya no son los témpanos de hielo, esa primera defensa que hace tiempo cree, para que nadie supiese cuales eran mis sentimientos, algo en esta muchacha hace que me sienta... no sabría definir el sentimiento

Miro a los hombres, ¿Han aparecido de repente, vuelve a ser otra ilusión? !¿Qué está pasando?!

-Deteneos, ¿quiénes sois? ¿Qué quereis?- Mi voz es dura, y vuelve s salir neutra, sin denotar sentimientos. La antaño poderosa voz de un inquisidor, que hacía que hombres y mujeres se atemorizasen y no se atreviesen a mentirme o engañarme.

Elevo una plegaria hacia el Señor, y no una cualquiera... el Padre Nuestro. Pues algo me dice, que esto no es algo normal, y no pienso huir...

 

Notas de juego

Si alguno intenta pasar, me pondré en medio, estoy atento por si alguno intenta usar la violencia...

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21/11/2014, 14:38
Horelk

- "Padre Nuestro que estás en los cielos..." - recitas con convicción y tu voz atruena en el claro, poderosa.

Y más que una plegaria, es la implacable furia de un huracán. Pero aun así, uno a uno, hombres y mujeres desmontan ajenos a tu orden, a tus preguntas y a tu bíblica invocación. Solo en uno de ellos, el de altivo porte, se insinúa un atisbo de reconocimiento al echar una brevísima y gélida mirada hacia tu persona. Lentamente avanzan estrechando el cerco sobre la muchacha. Y sobre ti, puesto que te interpones en el camino de los más adelantados, pero rápidamente comprendes que no podrás con todos cuando el cerco se cierre. Que aunque quieras no podrás multiplicarte como los panes y los peces en las manos del Hijo.

- "Venga a nosotros tu Reino..."

Sientes como se crispan tus ateridos dedos y tus nudillos blanquean sobre el arma. Unos pocos pasos te separan de los primeros, tres hombres y una mujer. A tu lado, la muchacha se incorpora, tropieza, luego avanza hacia un lado y se detiene como fulminada por la agria mirada de una mujer que avanza por tu derecha y que parece cocer en su interior un rancio rencor. De espaldas, la muchacha retrocede con trémulos pasos, vuelve la cabeza hacia atrás y tropieza otra vez, como golpeada por el violento ademán del hombre que se acerca con pasos firmes por tu izquierda, garrote en mano. Y así, avanza y retrocede, como un cervatillo acorralado por una manada de lobos, hasta caer de rodillas muy cerca tuyo echa un ovillo, con el rostro hundido entre las rodillas y envolviéndose en un abrazo huérfano, en un gesto que te recuerda al de una niña asustada.

- "Y no nos dejes caer en la tentación..."

Casi puedes sentir el aliento y los lúgubres murmullos que se alzan como depredadores al acecho. Y sientes la furia crecer en tu interior ante cada mirada y cada gesto que parecen herir a la muchacha como arteras estocadas. Casi maquinalmente, empuñas el rifle y apuntas con implacable determinación directamente a los ojos del único que mostró un atisbo de reconocimiento, como un terrible ángel exterminador. Sus ojos se clavan en ti con una mirada de hielo que te recuerda a la misma que te devuelve el reflejo del agua. Entonces apuntas, y es tal vez un inútil intento, piensas al recordar la noche pasada. Pero no la tocarán. No hollaran ni siquiera con su aliento a la muchacha. Harás caer una lluvia de balas sobre ellos, los rayos de una divina maldición, el trémolo terrible de un exorcismo y clavarás en sus ojos el crucifijo. Aún más: se abrirá la tierra a tus pies y arderán todos, ellos y tú en las mismas entrañas del infierno, pero no pasarán. Porque sientes que si eso ocurriera, algo sagrado (algo que alguna vez también fue tuyo) será mancillado. Y no, no lo permitirás. Jamás.

- "Más líbranos del mal" - pronuncias con un énfasis premonitorio.

Finalmente tus labios dictan la sentencia:

- “Amén.”

Y, como un dedo acusador, una bala sale disparada.

"Amén" susurra el viento.

Y entonces un susurro lejano y, al mismo tiempo, muy próximo, te responde.

- Así sea.

Y así es.

Una enceguecedora luz te envuelve y, aturdido, sacudes la cabeza y parpadeas, aún con el rifle apuntando… Al bosque.

Solo el viento, la nieve y los silenciosos árboles.

Ni los sietes acechadores.

Ni la muchacha.

Estás solo.

O quizá no.

- Acércate. Hace frío y tengo vino caliente, carne asada y pan. No es mucho, pero este viejo estará complacido de compartir su pan contigo – susurra una voz a tus espaldas, justo en la misma dirección donde dejaste atado a tu caballo. Y jurarías que es la misma voz del susurro que escuchaste un instante antes.

Te giras y ves a un anciano atizando el fuego. El rostro apergaminado como un mapa surcado de cicatrices y de arrugas, la mirada preñada de paz y unas manos sarmentosas –la diestra con tres dedos cercenados-, pero firmes y decididas. El viejo te sonríe y deja entrever los escasos dientes que aún penden de sus encías. Una sonrisa amistosa. Y añade, al tiempo que te señala un tronco caído junto a la pequeña hoguera.

- Confiaba en que la reconocerías, pero veo que la has olvidado… como muchos en este mundo

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21/11/2014, 15:00
Sorek Hunjan

Parpadeo, sorpendido, de nuevo parece que ha sido otra extraña situación que no ha ocurrido... ¿O sí?

Contaría las balas, pero algo me lo impide, una voz a mis espaldas, observo mi crucifijo y luego me giro, un anciano está frente a mi.

-La memoria de los humanos es débil, por mucho que nos esforcemos en fortalecerlo. ¿Quién era?¿Quién eres tú?... Me presentaría, pero supongo que ya sabes quien soy-

Me fijo en el tronco que me señala, intentando reconocer algo en él.

Con un gesto con la cabeza, agradeciendo silenciosamente la comida.

-Compartiría mi comida con vos, pero no veo al caballo...- Intento hacer un amago de sonrisa, pero noto los labios tirantes, solo consigo hacer una rara mueca, hace tanto tiempo que no intento sonreir que se me ha olvidado como se sonreia.

Espero a que él se siente para hacerlo yo. Espero a ver si el bendice la mesa, o lo hago yo, antes de comer y hablar sobre lo que ocurre.

Espero ser digno de superar cuantas pruebas aparezcan en mi camino, ayúdame Señor.

 

 

 

 

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21/11/2014, 18:40

El anciano sonrió con cierta condescendencia y sus cristalinos ojos brillaron como si encontrara entretenidas las palabras del antiguo inquisidor, como quien escucha una respuesta que conocía de antemano o como un maestro ante un discípulo un poco díscolo pero meritorio. Se mesó la barba y volteó la cabeza hacia el carro:

—Le pedí a la niña que llevara al caballo y la mula hasta el arroyo  —y su apergaminada mano se alzó señalando un punto algo alejado y también los aparejos sueltos de la bestia que seguramente arrastraría del pequeño carro —Justo después de esos abedules. Por alguna bendición divina —susurró con una media sonrisa y un vago ademán girando los dedos en el aire —allí no se acumula la nieve y la hierba crece fresca y sabrosa. Ella estará entretenida un buen rato y nosotros podremos hablar tranquilos. Pero siéntate, por favor —insistió otra vez señalando el tronco, al tiempo que él mismo se sentaba sobre otro que había del otro lado del fuego, justo en frente del que le señalaba a Sorek—, y no hagas esperar más al estómago de este anciano. Siento sus tripas gruñir y no es algo muy agradable, por cierto. Es costumbre que los invitados bendigan la mesa, así que te cedo el honor. Yo no fui invitado, pero pasemos ese pequeño detalle por alto —y una risita siseó entre los pocos dientes del viejo. —Después hablaremos y responderé a tus preguntas. Las permitidas, me entiendes —aclaró, como si sus palabras fueran tan cristalinas como el agua.

Lo cierto era que lo único que Sorek sacaba en claro de todo aquello... era la certeza de que a cada instante entendía menos. Y no estaba seguro de que las respuestas prometidas no acarrearan otra cosa que más incógnitas. El anciano le resultaba familiar, como si de un viejo conocido se tratara, pero por más que esforzara su mente no lograba unir aquel rostro ni aquella voz a ningún recuerdo. Como le fue solicitado, el ex inquisidor bendijo los alimentos y esperó pacientemente que el anciano tomara la palabra y cumpliera con lo prometido.

Respuestas, sea lo que fuera que ellas implicaran.

La comida consistió en un sencillo pero sabroso guiso de cordero servido en tres cuencos de barro que se mantenían  calientes junto a las brasas (tres cuencos, uno por el anciano, otro por la niña y el tercero por el invitado, pero a Sorek ya no le sorprendía tal detalle), un pan redondo y esponjoso (que había amasado y horneado la niña, según comentó el anfitrión) y un odre de vino caliente y endulzado con miel.

—Muy bueno para calentar unos viejos huesos ateridos  —afirmó y bebió un trago del odre.  Luego, se limpió la boca con el dorso de la mano y prosiguió en un tono confidente: —Está bendecido por el sacerdote del pueblo, pero no lo comentes. No creo que a este anciano le gustara que un inquisidor lo supiera, no se fía de ellos. Y con razón. De un antiguo inquisidor —corrigió, presto. —Pero para el caso da igual, como te decía, no creo que este anciano se sienta muy tranquilo si sabe que te lo comenté. Es un secreto, me entiendes. Manías de ancianos. Pero recuérdale que debe tomar su tizana: siempre lo olvida. Desde que su hijo y su nuera murieron se encuentra solo con la niña. Es un buen hombre, con vicios y virtudes simples. Como le gusta a Él —y su dedo señaló hacia el cielo.

Tras aquellas extrañas palabras, el viejo carraspeó. Bebió otro trago del odre y volvió sus ojos hacia las llamas con una expresión tan asombrada como si en ellas estuviesen escondidas todas las maravillas del mundo.

—Está soñado con Él —y otra vez el dedo señaló hacia el cielo.

Luego sacudió su larga y canosa cabellera y sonrió mirando a Sorek a los ojos:

Lo prometido es deuda. ¿Quién es ella? Una alegoría de la inocencia, ¿quién otra sino? Eso ocurre una y otra vez, todo el tiempo y en todos los lugares. La inocencia ultrajada es algo que a pocos ofende ya… —Y añadió, con gesto algo contrito. —Cada vez que te olvidas de ella, te alejas de ella y olvidas a tus propios inocentes… —En un susurro, casi un reproche: —¿Has olvidado también que ella puede verte? Ya ni percibes cuando te toca… Antes lo hacías, ¿recuerdas?

Y Sorek supo de quién hablaba. Justo cuando el anciano dijo ella, con aquel tono y aquellas palabras, la imagen de su esposa y su vientre abultado y el sueño de aquel hijo que no fue regresó a su memoria. Claro y dolorosamente vívido. Y era cierto. Antes sentía su presencia en ciertas ocasiones, pero ya no. 

—Ahora dime: ¿cuáles serán tus próximos pasos? ¿Seguirás en solitario acecho combatiendo contra el dragón con tus pequeños aguijones? Ah… Por cierto. Toma —dijo al tiempo que hurgaba sus bolsillos —Son tres. No quiero que este anciano despierte y encuentre estas cosas entre sus ropas. ¿Sabes? Puedes aprender mucho de él, y de su gente. Mucho. Tal vez, ahora que el Gran Inquisidor te despidió, y ahora que tras las puertas del castillo se fraguan alianzas y traiciones dignas de los mejores estrategas, tú puedas tomarte unos días para meditar y decidir tus futuros pasos. Es un lindo pueblo, pequeño y apartado, con sus secretos y sus lealtades. Con sus verdades. Ellos no la olvidaron. Ella vive allí, la verás en sus ojos.

Y era cierto. Tan cierto como que algo de aquella muchacha se reflejaba en los mansos ojos de aquel anciano y en su mellada sonrisa que hablaba de sí mismo como si fuera otro.

Como si solo hubiera tomado prestado aquel cuerpo.

Como…

¿Era posible?

Entonces Sorek recordó que su anfitrión no había respondido a una de las preguntas.

“¿Quién eres?”

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21/11/2014, 19:18
Sorek Hunjan

Un escalofrío recorre mi espada. Dos en un sólo día...

-En un mundo donde la muerte es el pan nuestro de cada día, ¿Quién se preocupa por la inocencia?- Por primera vez en muchos años la desesperanza y la impotencia salen con mis palabras.

-Durante años luché contra las hordas del mal, intentando salvar a la raza humana, hasta que me di cuenta de que a veces eso era peor que el mal, que quien decía "dad a los demás" solo buscaba recibir, cuando eramos más odiados que aquellos de los que debíamos protegerlos, cuando.- Mi voz se tiñe de ira.- Nuestras muertes eran celebradas por todos. ¿Porqué? En ese palacio solo buscan su salvación, un puñado de arrogantes señores, no son capaces de enfrentarse a un mal que ellos mismos se han buscado ahora esperan que un atajo de simples asesinos puedan pararlo. Solo conseguirán que les maten...- Durante un rato permanezco callado

-¿Porqué dejé de sentirla? Busqué la soledad con la creencia de que allí podría buscar la paz, pero solo encontré la nada. Y salí pensando que encontraría esperanza y sólo encontré corrupción.-

¿Quién es inocente hoy en día? Todos buscan solo poder y dinero, la corrupción da poder y la corrupción absoluta da el poder absoluto.- Comento abatido, diciendo un antiguo refrán, aunque cambiándolo ligeramente.

-Antes sabías a quién proteger, y cómo.- Observo las 3 balas, se que son las mías, pesan algo mas que las normales, pues les metí plata. Resoplo. -Proteger corruptos de dragones con un puñado de balas ¿Quién cree que eso es posible?

Suspiro. -Una de las razones por las que vine no era proteger... era matar... desahogar mi rabia, oculta bajo imaginarios bloques de hielo que he creado... y otra es la muerte, dejar este miserable mundo para encontrarme con mi familia en el más allá.

Vuelvo a quedarme en silencio y de nuevo continúo, mientras miro en la dirección que ha tomado la niña. -Alguién debería proteger y servir en este mundo, pero nadie lo hace ya y por eso el mundo arderá, pues para que el mal triunfe, solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada y yo solo se matar, nada más he aprendido en estos años, desearía poder crear vida, pero solo la destruyo, aunque a veces... es lo único que es necesario.   porque.- Me incorporo poco a poco en mi asiento.- No permitiré que los inocentes mueran sin hacer nada, no veré el sufrimiento en los inocentes mientras me queden fuerzas, aunque perdido esté encontraré el camino, porque Él me guía, no flaquearé, porque Él me da fuerzas y no caeré, porque Él me protege, y si caigo, no desapareceré, porque Él me llevará a su luz.