Partida Rol por web

Rennor vuelve a meter el dinero en la bolsa y examina el colgante, al fin y al cabo si alguien lo ha guardado en la bolsa debería tener algún valor.

- ¿Habéis visto el árbol que indica el mapa? - la pregunta va dirigida a las tres chicas.

- Habría sido mas dramático que no volvieses, la canción habría quedado mejor. - dije sonriendo a Rennor al ver como salía sano y salvo y observando todo lo que había conseguido. - Ese colgante, ¿No es el que se supone que lleva el líder de los bandidos? - dije señalándolo.

Con una sonrisa recibo el reproche del explorador, pues a pesar de todo me alegra de que no hubiera pasado nada. 

Cuando nos enseña el mapa, me acerco a él negando con la cabeza no recuerdo haber. Instó un árbol así, la verdad, aunque tampoco es que hayamos avanzado demasiado. Será mejor que lo guardemos. Quizás algún día lo vemos y podamos saber lo que había escondido ese ladron esto último lo digo asintiendo a Mara, que tiene el colgante sin duda es el símbolo del jefe de todos estos hijos de puta. Ahora me da pena haber acabo con la araña comento moentras pongo una cara como de tristona.

Sonrió ante la vuelta de Rennor y los comentarios contra él y su fallida muerte a manos de alguna otra araña escondida. Aunque se alegraba por el explorador, por supuesto, sí que se sentía un poco decepcionado por no haber tenido más problemas allí, alguno que le hiciera desenvainar la espada y teñirla de sangre; era una mentalidad un tanto bárbara, si se decía en voz alta, pero para él, en su cabeza, luchar era un simple modo de medir sus habilidades y mejorar en estas. 

Con aquello en mente, algo decaído por no haber sido de ninguna utilidad más que sujetar una cuerda, se limitó a observar las baratijas que su compañero había sacado del pozo, mientras escuchaba lo que las chicas tenían que decir sobre ellas. Ignoró por completo el tema del mapa y el árbol marcado -consciente de que aunque lo tuviera delante y con un cartel seguramente no lo distinguiría- y se centró en el tema del colgante. Aquello sí le interesaba, ya que era a quien perseguían y, si de verdad estaba ahí, significaba que se habían quedado sin objetivo. 

Durante un instante se quedó pensativo, luego miró al agujero aún iluminado, en dirección al cadáver, volvió a mirar la plateada joya con forma de calavera de reno, luego otra vez al cadáver, y finalmente a ningún lado en especial mientras entrecruzaba los brazos, apoyando uno sobre el otro y finalmente una mano en la barbilla, dejando descansar la cabeza. 

- ¿Tendremos que bajar otra vez a cortar a ese? -Dijo, en tono divertido, haciendo alusión a lo que había dicho Shallana durante la cena el día anterior. Después se puso más serio y ladeó la cabeza -. Aún así, no estoy seguro de que sea el mismo. Me suena a un simple ladronzuelo que vio un amargo final por aquí. Al fin y al cabo, ¿qué iba a hacer ese bastardo ahí? - Negó con la cabeza, aunque de repente se quedó inmóvil, con los ojos abiertos. Por supuesto, había tenido una idea -. O... ¡Eso es! Puede que viniera de esconder sus botines sin que ninguno de sus hombres lo supiera. A lo mejor quería tener un buen retiro antes de tiempo sin que se le echaran encima lo suyos. Sería muy propio de una sabandija robar incluso a sus seguidores, ¿no creéis?

-Es posible...-dijo la semielfa poco convencida- de todas formas, ¿que más da? Los ladrones, los bandidos... son la clase de personas que hemos venido a expulsar. Si la fauna local nos hace el trabajo bienvenida sea, aunque tendremos que estar bien atentos-dijo mientras se subía de nuevo a su caballo.

-Bueno, ¿Y ahora? ¿Hacia donde?-les preguntó pues aún quedaba luz para recorrer unos kilómetros más.

Pues deberíamos de ir al lugar de la cita. Prefiero llegar antes y asegurar la zona. Aunque no tienen muchas luces esos Kobold, no sabemos quién es ese líder suyo ni siquiera lo que puede haber pasado, pero no me gustaría llegar y ver que nos han preparado una emboscada.

Miro a todos y cada uno, por si alguno tuviera alguna otra idea de todas formas, tampoco creo que nos diera tiempo a investigar ninguna zona nueva, pues eso implicaría alejarnos de nuestro punto de encuentro.

Asintió, en respuesta a la propuesta de Shallana, más o menos a la par que se encogía de hombros, sin querer dar más vueltas a las palabras de Khastal. Sobre lo del bandido, no iban a sacar nada en claro de moemnto, y respecto a lo de la reunión, no le parecía mal ir un poco antes, tal vez incluso podrían ser ellos los que tendieran la emboscada. 

Los kobolds no debían esperar a Rennor ni a él, y eso les daba una oportunidad única para pillarles por sorpresa si era necesario, además de que, pensándolo bien, su presencia también podría asustar a los pequeños reptiles si sólo querían ver a las chicas. Era algo que, seguramente también se les pasaría a ellas por la cabeza, así que no dijo nada sobre ello, esperando a que fuera otro quien diera la idea.

Al fin y al cabo, no quería parecer que buscaba traicionar a sus "fieles" informantes a los que habían decidido ayudar con el problema del chamán, y como su presencia, de momento, estaba siendo más bien tolerada que aceptada por la semicelestial, era mejor no dar una mala imagen, al menos no una deshonrosa, porque por lo poco que la conocía, bueno, no le extrañaría que la primera reacción de la inquisitiva mujer al ver a aquellas sabandijas hubiera sido cortarles las cabezas y clavarlas en picas frente al campo de rábanos. 

El pensamiento le sacó una sonrisa mientra miraba los ojos azules de la avariel, un gesto que se apresuró a ocultar haciendo que se estiraba tras envainar su espada. 

- Vamos entonces - Dijo cuando recobró la compostura y volvía a estar serio, aunque manteniendo un rastro de alegre diversión en el brillo de sus propios ojos. 

Alguna broma y un par de sonrisa fue todo el recibimiento que le brindaron, dejó que las chicas examinaran el colgante y el mapa mientras recogía la cuerda y la guardaba de nuevo. Dio unas caricias a Brisa para tranquilizarla y esperó la decisión de Shallana'ha que parecía llevar la voz cantante.

- Vamos entonces a por los kobolds, quizás Malak y yo deberíamos separarnos para hacer de refuerzos inesperados si la situación se os complica.

Una vez terminado el incidente con la araña gigante, así como de haber explorado su madriguera, montasteis en vuestros caballos y continuasteis explorando el resto de la zona asignada, hasta completar su exploración, tras lo cual, os encaminasteis hacia la zona en la cual habíais propuesto volver a encontraros con los kobold.

Estaba el cielo ya oscuro y la luna saliendo por el horizonte, cuando finalmente llegasteis hasta el claro de los rábanos, el sitio parecía desierto, y no parecía que los kobolds se hubiesen adelantado para intentar ningún tipo de emboscada.

Bajando de los caballos, os preparasteis para montar vuestro campamento en el cual pasar la noche, hasta que llegaran los kobold al día siguiente.

- Bueno... - Empezó, tras pasar todo el camino en silencio, observando para sí mismo lo que veía a su alrededor -, ¿hemos llegado pronto? 

Él no era quien había hablado con los kobolds, y aunque le había parecido escuchar que la cita era al día siguiente, tampoco estaba seguro. Al ver las prisas con las que la avariel había decidido ir, suponía que aquella apreciación era producto de su imaginación, pues tampoco había estado muy atento, más pendiente de las reacciones durante la última cena a su rostro. Pero ahora, cuando veía al resto desmontar y comenzar a preparar el campamento, se dio cuenta de que simplemente había adelantado su cita casi 24 horas.

Incrédulo, se dio cuenta de que ni siquiera llevaba un saco de dormir, y suerte tenía de haberse llevado unas raciones secas. Era la primera vez que se alejaba tanto de la civilización, y no iba preparado. Su rostro al pensarlo fue un poema, y tras un largo suspiro de incomodidad, se dejó caer al suelo, sentándose en la hierba mientras miraba al cielo rezando para que, al menos, no lloviera.

Mientras desmontaba y comenzaba a sacar el saco y demás cosas del caballo, la pregunta de Malak me pilló un tanto por sorpresa, pues creía que todo había quedado claro.

Todavía con las cosas en las manos, me giro Hemos llegado precisamente cuando queríamos llegar. Mañana es la cita, y si queríamos llegar antes que ellos, lo suyo era que pasáramos aquí la noche para mañana poder preparar el encuentro. Me acerco un poco más a Malak mirando su rostro. Por lo que parecía no tenía nada con que resguardarse y pasar la noche.

Aunque no creo que pase nada extraño, salvo el posible hecho de que no vengan, no está de más estar prevenidos. Al decir esto último, le lanzo una manta. Toma, tápate con esto. Yo con el saco tengo bastante. 

Realmente no me hacia falta, pues el frío no me afectaba, y sabia que a Malak tampoco, pero el dormir bajo la manta o en un saco era algo a lo que me había acostumbrado así que supuse que a Malak también le agradaría tener algo con lo que taparse.  

Rennor bajo de Brisa mientras escuchaba a los dos ajenos; él mismo no había entendido que dormirían al raso y aunque estaba acostumbrado si era cierto que no le gustaba que Shallana'ha se lo hubiera callado. 

- Voy a dar una vuelta alrededor del claro, no creo que haya enemigos pero mejor si ninguna alimaña nos sorprende de noche.

Cogió con un gesto de sorpresa la manta que le daba la mujer, que tras un comentario hecho como si fuera idiota, se había acercado con una amabilidad que no esperaba. Sus ojos rojos devolvieron la azul mirada de la chica, y finalmente sonrió sin mostrar los dientes. 

- ¿Estás segura? No quiero que luego la quemes.. - Dijo, a modo de chanza, antes de ponerse serio de nuevo y asentir -. Es broma, muchas gracias.

La extendió en el suelo y se sentó sobre ella, agradeciendo no sentir la hierba bajo él, aunque notando aún las piedrecitas del suelo. Era un mal necesario, uno al que se tendría que acostumbrar. Se encogió de hombros y suspiró. Al menos si había llevado comida, unas raciones secas que, con el hambre que tenía, le sentarían igual que un festín. Sacó uno de aquellos paquetitos y miró mientras como Rennor se alejaba.

Su espada descansaba cerca de él, consciente de que podría ser peligroso dormir al raso. Se alegró de tener un explorador con ellos que supiera que buscar cuando se trataba de acampar, y más relajado, empezó a comer. 

Me detengo durante unos segundos al oír a Malak devolviendo la mirada justo antes de negar con la cabeza mientras mi boca dibuja como un rictus de sonrisa. Mara, podías tocar algo o contarnos alguna historia mientras nos calentamos ¿no? Digo girándome para mirar a Mara, extendiendo mi saco sobre la hierba y comenzando a descolgar el arco, carcaj y espada para dejarlas a mi lado.

Luego, imitando a Malak, saque una de las raciones secas que habíamos traído para llenarme la barriga.

Ayudé a mis compañeros a preparar el campamento. Lo hacía con diligencia y una amplia sonrisa en los labios. La emoción de la exploración me mantenía siempre alerta y vigorizada. Me sentía como si estuviese en un cuento de hadas, buscando ruinas y cazando fantasmas.

El comentario de Malak me arrancó una carcajada antes dedicarle una mirada cómplice a Shallana cuando sugirió que cantase algo. Dí un brinco y asentí antes de ir a rebuscar mi laud. Me senté y empecé a afinarlo, rasgando las cuerdas con la suavidad con la que una madre cuida a su hijo.

- ¡Por supuesto! Pasen y vean, damas y caballeros. - dije antes de volver a rasgar las cuerdas, que esta vez sonaron armoniosamente mientras los miraba a todos con una sonrisa encantadora y seductora. - Porque esta noche tenemos la historia de un demonio y un ángel que unieron fuerzas para derrotar ni mas ni menos que a un dragón. - fui diciendo, era una historia que adoraba y que me había contado mi madre por primera vez cuando era pequeña, pero que ahora quizá podía venir bien para limar asperezas entre mis compañeros.

Y con el pelo rojo, moviéndose al compás del viento como una llama mas de la hoguera, empecé a cantar y a tocar, moviendo los dedos con soltura mientras mi voz, aguada pero suelta, llenaba aquel claro que ocupábamos.

La alegría de Mara era contagiosa, y cuando se levantó de un salto y empezó a tocar, una amplia sonrisa terminó por cubrir su rostro, esta vez sin ningún tipo de pudor ni malicia. Era un gesto sincero que no pegaba en el rostro de un demonio, pero que iba muy a juego con su espíritu, su verdadero ser. La apariencia que tenía carecía de importancia, pues era muy distinta al alma que albergaba dentro. Su sino había sido tener que luchar por darse a conocer como era, pero era algo que, con los años, había superado y aprendido a ver por el lado bueno. Gente como aquella, que parecía haber mirado más adentro de lo que era a simple vista, eran la razón por la que no se había convertido en el monstruo que muchos veían de primeras. La única lástima es que tuviera que haberse ido a un paraje desolado y alejado de la civilización, de su "hogar", para encontrarles, aunque si lo pensaba bien, si decidía gastar su tiempo en aquella reflexión, se daría cuenta, se daba cuenta, de que tenía sentido. 

Los allí presentes no eran como él cuando se les miraba. Sus rostros eran normales, humanos, o incluso algo más. Shallana poseía una belleza propia de los celestiales, un aura de confianza que hacía que fuera fácil tratarla, y Mara era sencillamente encantadora. Los demás no eran callados, pero aún así, lo poco que habían hablado, era de manera afable y jovial. Eran buena gente, pero en el fondo, si estaban allí, era porque se sentían fuera de lugar dónde antes estuvieran. Ya huyeran de algo, buscaran una venganza personal, quisieran encontrar la emoción de lo desconocido o simplemente fueran cazafortunas, todos estaban allí porque en las ciudades no tenían lugar. Y en eso, ciertamente, eran como él. 

Dejó que aquella convicción le relajara y pronto tuvo sitio para la música y la historia de la bardo. Era una buena noche en buena compañía. No podía haber pedido más...

La exploración de la zona colindante a vuestro campamento no mostró ningún peligro potencial que pudiera atacaros mientras descansabais, aun así el explorador divisó algunas huellas de lobos marsupiales.

Sabias que eran pequeños depredadores marsupiales que cazaban por la noche, solían ser cazadores solitarios, por lo que el fuego y la presencia de 5 criaturas mucho mas grandes que él debería ser suficiente persuasión para no atacar...

A su vuelta a campamento tras la exploración, el explorador dio el aviso de la presencia de pequeños depredadores parecidos a lobos, segun su opinión, no creia que llegaran a atacarnos, pero aun asi, que el que este de guardia que este atento...

Tras la pequeña cena a base de raciones, todos os sentasteis junto al fuego, escuchando con un respetuoso silencio la historia de Mara. 

Tras la hermosa historia contada por Mara, os distribuisteis para las guardias y os fuisteis a dormir, con la historia de Mara aun revoloteando por vuestras mentes...

El ultimo turno le correspondió a Malak, el cual pudo ver como las primeras luces de la mañana entraban en el bosque, haciendo que el grupo empezara a entrar en actividad.

La noche pasó sin inconvenientes, sin sobresaltos, una apacible velada acompañado por la presencia dormida de sus compañeros y, sobre todo, por la luna y las estrellas. La historia de Mara le había llenado de fantasías y sueños, cuentos que llenaban su mente, llevándole muy lejos de allí. 

Cuando las primeras luces del alba encendieron el cielo, una sonrisa tenue afloró a su rostro. Dejó que el sol se reflejara en sus ojos y dejó escapar el aliento en un suspiro de alivio. Sería una agradable mañana la que tenían por delante.

Tranquilamente, sabiendo que no había demasiada prisa, se levantó del lugar donde hacía guardia y se estiró. Rotó su cuello haciéndolo crujir y se acercó a los rescoldos de la hoguera, la cual había dejado que casi se apagara. Echó un par de troncos más, usó el acero y el pedernal para volver a encender la yesca, y cuando una pequeña llama hizo acto de presencia, sólo entonces, se acercó a sus compañeros uno a uno y les despertó. 

A Rennor le dio una suave patada en la pierna, riendo por lo bajo cuando se sobresaltó. A Khastal y Mara las despertó con un ligero bamboleo, moviéndolas con la mano mientras las sonreía. Y a Shallana le hizo lo mismo, aunque se quedó cerca de ella mostrando los dientes para verla reaccionar. Y cuando lo hizo, guiñó un ojo antes de retirarse alegre. 

- Hora de despertar amigos, ji, ji.

-Desde luego no eres el gallo, eh?-dijo Khastal cuando se despertó, dando un bostezo. Había podido dormir bastante bien gracias, probablemente, a la balada que había entonado Mara antes de que cerrara los ojos. Aún seguía algo desorientada y miró hacia el cielo para calcular la hora que era.

-Dime que sabes cocinar y has preparado algo-casi le suplicó a Malak, aunque no olía nada parecido a un desayuno así que tenía pocas esperanzas.