Partida Rol por web

Cuando despegamos para ir a prepararnos, aproveché que Fio y yo tuvimos un momento juntos a solas para asaltarle por la espalda - Así que... te pone nervioso Feris ¿Eh? Que casualidad que me ha tocado con él. - reí muy pillamente. - Ojalá te hubiera tocado a ti ¿Verdad? - Pero antes de dejar que respondiera de alguna forma nerviosa, me pegué a el dandole un abrazo tranquilo, para que se relajara - Si me lo pides bien, le preguntaré cositas y luego te las diré, como buena hermanita que soy.- entonces le cogí la cara con una mano para que mirara hacia mi. -Yo solo quiero que mi hermanito sea feliz. - y le sonreí tiernamente

Mientras estaba junto con Fio agarrando nuestras cosas antes de partir y hablando con el en privado en un momento dado apareció Feris - Vaya si que no tienes paciencia. Tranquilo, solo tengo que coger un par de cosas más y listo - Había agarrado el sombrero que habiamos llevado durante algún tiempo tanto Fio como yo, y mientras me preparaba, vigilaba lo que llevaba Fio consigo. Finalmente, con una pequeña bolsa colgada del cinturón, una especie de "calabaza" de agua y mi varita en el mismo ya estaba preparada - No será un camino largo, pero creo que así estaré bien. - La bolsa tenía algo de pienso, de una broma que hicimos alguna vez ambos, pensé que sería buena idea llevarlo para los animales.

Tras salir de allí nos reunimos con el resto en el punto de partida y empecé a reirme de las formas de despedida que tenian cada uno - Vaya, y yo que pensaba que esos tres hermanos serían como Fio y yo, al menos la pequeña parece más cariñosa - No pude evitar acercarme al caballo que Feris asustó para acariciarlo en su frente en mi tamaño normal - Ya esta tranquilo bonito. Solo es un lobo gruñon, no tienes porque tenerle miedo, aunque tenga colmillos y garras, si se atreve a usarlos contra ti, le propinaré yo una buena lección - Traté de calmar primero al caballo de Feris para después mostrarle una sonrisa pilla al mismo Feris.

Pero todo no podía quedar ahí, iba a separarme de mi hermanito y antes de que se subiera al caballo me lancé a su cuello achuchandolo fuertemente - TE VOY A ECHAR DE MENOS JOOOOO - dije quejandome un poquito más - No te olvides de mi, ten cuidado por donde vas, usa al cabeza hojalata para protegerte y recuerdame todo el rato ¿Vale? - Estaba mucho más preocupado por el que por Yurrax o los orcos... dulce ironía. Luego miré a Yurrax con mala cara - Y tu, ya te he amenazado lo suficiente, así que ya sabes que te pasará si no proteges a mi hermanito ¿Entendido? - mi mirada reflejaba mucha ira pensando en todo lo que podía ocurrirle a Fio, pero que se puede esperar de una hermana sobreprotectora. Seguro que los tres jujin lo sabían.

-Bueno Feris - Dije mientras volvía a mi forma de 15 centimetros y me ponía, esta vez sobre su cabeza - Ya estoy lista. Partamos cuando quieras - y señalé el camino hacia alante esperando que me obedeciera cual caballo. - Vamos vamos, si vas andando tardaremos más que el resto.

Por su parte, Alanís tardó relativamente poco en estar lista, y era evidente que tenía equipo de viaje predispuestas con antelación. Tomó unos breves momentos para familiarizarse con que iría en el transporte, lo cual le era inusual, pero nada que le preocupara del todo realmente.

Por lo demás, observó las distintas despedidas con cierta extrañeza, pero no dijo mucho al respecto.

De verdad que hay muchos hermanos ascendiendo a la vez...

Le estabas comenzando a preocupar que esto fuera un problema eventualmente, pero de momento las cosas estaban...más o menos bien. Frunció el ceño al escuchar que una de las hadas seguía bastante en sintonía con continuar probando la paciencia de otro de sus colegas con palabras en el territorio de la amenaza y el improperio, pero se contentó con saber que la misión comenzaría pronto y esas actitudes quedarían lejos. Prestó entonces, atención a las palabras de su compañera de viaje.

-Es una postura razonable -asintió con sus palabras- y no desbarata la formación original. Si consideras que tus ojos son atentos, iré dentro del carromato para poner tu idea en marcha. Si ya tienes tu montura, estamos listas.

Esperó nos momentos más por si quedaba algo más que decir, antes de dirigirse a la puerta del carruaje.

Me  lleve un dedo a los labios dubitativa sobre la afirmación de Alanis. Habitualmente era Feris el que se encargaba de hacer ese tipo de trabajos, era agresivo y busca líos, pero parecía tener un don para percatarse de lo que sucedía a su alrededor. Ahora comprendía la dificultad de habernos separado.

-Iré junto al cochero en los tramos conflictivos de la ruta.- Respondí a Alanis confirmando que no iría directamente en el interior del carruaje. Desde la posición del conductor del carruaje podría disponerme cerca del príncipe para protegerlo en caso de cualquier problema y podría vigilar mejor que desde el interior.- Por lo que me ha dicho el encargado la mayor parte de la ruta es zona amplia en la que no deberían tener sitio para ninguna emboscada o algo parecido. El problema llegara cuando estemos aproximándonos a nuestro destino, la zona allí es más propicia para ese tipo de problemas.- Informé a mi comapañera de forma tranquila. Dudaba bastante que fueramos a tener problemas al inicio del viaje, sobre todo por la proximidad de la ciudad.- Aprovechare la primera parte de la ruta para darte los datos que he conseguido.

Al final Sutera avanzó hacia su habitación y ella hizo lo mismo. Por suerte en su caso ya tenía una mochila con todo lo que podía necesitar para una misión de campo y llevando puesta la armadura con el escudo de su reino y su capa ceremonial, no le hizo falta más que aclararse un poco la cara y peinarse de nuevo.

Se reunió de nuevo con ella una vez estuvo lista, con una mochila en su espalda que antes no tenía y un aspecto tranquilo. Negó con la cabeza cuando su compañera se disculpó, quitándole importancia.

— No te preocupes. Pero pensándolo bien, tiene sentido, es una buena forma de afianzarnos en el cargo y familiarizarnos con nuestras responsabilidades. Creo que ha sido una apuesta muy acertada. 

Comentó con naturalidad antes de avanzar junto a ella a los establos. Se hizo a un lado cuando fue a despedir a sus hermanos, buscando su montura para asegurarse de que estuviese lista para partir. En su caso no vio a nadie de quien despedirse así que la esperó y cuando ambas estuvieron lista, se subió a su caballo y salieron hacia la capital las dos juntas.

Marchó a despedirse de su hermana y los colores se le subieron a las mejillas enseguida. -N...no si... Yo solo... U-uh... Que le gusta?...- Decir aquello hizo que escondiera su cara bajo las manos. -Me... Me pondré tu vestido favorito si me lo dices...

Tras la charla y las palabras de Zedron, o mejor dicho la ausencia de ellas decidió despedirse con la mano de Yurrax -E-Estare en el punto de partida a tiempo... - Fue lo que dijo algo bajito antes de revolotear corriendo hacia su habitación, no lo podía creer, en parte había tenido suerte y no le había tocado ir con Feris, probablemente se desataría tal caos que el reino entero correría peligro... Debía calmarse... Tomo una bolsita llena de frutos secos y se arregló bien el pelo, descanso y cuando fue el momento se encontró en el punto de partida donde abrazó fuertemente a su hermana. - Yo también te echaré muchísimo de menos... No te hagas.. no os hagáis daño... N-ninguno... - había rectificado y de pronto lo dijo como un apunte para todos los presentes, después de todo eran compañeros. Le dio un beso en la mejilla a su hermana y alzó el vuelo sentándose algo inseguro enfrente de Yurrax, a pesar de que estaba blanco como la pared parecía llevarlo bastante bien, el hecho de haber meditado en el descanso debió ayudarle mucho a ello. -G-Gracias... Por el sitio...

Tras despedirse y darse unas últimas palabras, todos partieron por su camino. Al principio iban por rutas parecidas, pero terminaron saliendo por lugares distintos de la gran ciudad. Una vez afuera, empezaron su viaje como Diamantes.

Siguiendo uno de los caminos de piedra en los campos a las afueras de la ciudad, se dirigieron a la granja donde se encontraba vuestro objetivo. A simple vista no había nada fuera de lo normal: Una pequeña casa, un granero para los animales, un molino, una amplía zona de cosechas... Todo parecía tan común y tranquilo como podía ser.

Tras pasar la valla, la cual se encontraba abierta como era común en el día, que delimitaba el terreno de la granja, fueron hasta la casa donde ya les esperaba en la puerta un viejo granjero; Usaba un sombrero de paja, vestimenta sencilla y algo sucia, y sostenía en ambas manos una horca de madera con puntas de metal.

-Ustedes deben ser los Caballeros Reales que dijeron que enviarían -dedujo el granjero calmandose un poco, se pudo notar por como bajo los brazos con los que antes mantenía un tanto en alto la herramienta que podía pasar por arma. -. Esta en el granero...

El humilde trabajador los guió hasta las puertas del granero, el cual se encontraba bien cerrado por tablas que evitaban que se abriese desde adentro.

-Robo parte de mi cosecha y la apilo dentro del granero... -les explicaba mientras removía las tablas y las dejaba en el suelo cuidadosamente. - Parece que no ataca mientras no se le moleste, por lo que yo estoy bien, pero tuve que sacar a los animales para que no le causasen problemas...

Una vez quitadas las tablas, abrió las puertas: El interior era Amplio, oscuro, sucio, y con una enorme pila de frutas y verduras de distintos tipos. El ambiente en el granero era muy diferente a como era por fuera, pues el aire se hacía frío y los rayos de sol apenas podían entrar por las ventanas cubiertas en tinieblas.

Tras unos segundos de que las puertas fuesen abiertas, una sombra rodeo la pila de verdura para quedar al frente de ella y dejarse ver.

Aquella extraña criatura no medía más de 1,30cm, y su apariencia dejaba que desear para algo que se supone debía dar miedo. Con una de sus manos, las cuales estaban separadas de las muñecas, tomó una gran sandía y se la llevo a la boca, partiendola por la mitad de un solo bocado; Su mandíbula se podía alargar bastante, y era indudable que tenía fuerza para cerrarla por como destrozo la fruta sin facilidad.

-E-Es ese... -comento lo obvio el granjero, quien empezó a retroceder para tomar algo de distancia. -. Sus dedos pueden afilarse como garras, pero creo que lo más peligroso es su mandíbula...

El fantasma se quedo allí parado terminandose la fruta, luego se puso a flotar en circulos por el granero como si los ignorase por completo; Tenía la guardia bastante baja.

Tras salir de la ciudad, se dirigieron a caballo hacia el Este. Efectivamente, tras unas horas, llegaron a un amplió bosque con grandes arboles y distintos caminos de piedra que servían para orientarse. En la entrada se encontraban algunos troncos apilados unos sobre otros, siendo el lugar donde se dejaban luego de ser talados para ser recogidos por las carretas que los llevarían hasta la ciudad.

En la entrada no habían señales de los objetivos, por lo cual tuvieron que adentrarse un poco en el bosque, y vaya que fue poco: luego de una breve caminata, llegaron a una zona donde se encontraban unos goblins discutiendo entre ellos.

Se trataban de pequeños seres verdes con vestimentas ligeras; Sus ojos brillaban en las sombras, y su sonrisa detonaba malicia y travesura. Por más que viesen a los alrededores, no habían señales de los Ogros. Fue cuando se acercaron un poco más que todos los goblins giraron a la vez para clavar la vista en ustedes.

No se les veía nada contentos. Eran un total de nueve goblins, armados con dagas listas para ser usadas en combate.

Después de unas horas a caballo, llegaron a la famosa capital del reino Aztora: Nueva Bretaña. Una linda y a la vez sencilla ciudad con múltiples casas que compartían estilo con el castillo que se alzaba en el centro. Mientras iban por las calles en dirección al castillo podían notar las miradas de los pueblerinos, quienes parecían estar familiarizados con los Caballeros Reales.

Tras los muros que protegían el castillo les esperaban dos hombres junto a una carroza con su jinete, aparte de los caballeros que protegían el castillo.

-Por fin llegan -dijo el más pequeño de los dos hombres, con un tono de molestia y los brazos cruzados. Tenía un poco de sobrepeso, además de que usaba ropas caras y extravagantes. Para completar, tenía una cara de mal humor.

-Señor Archibald, suba a la carroza; Partiremos enseguida -le indico el otro hombre al enano mientras le abría la puerta. Poco después de que Sr.Archibald tomase asiento, cerraría y voltearía a verlas. -. Disculpen su temperamento. Llegamos un poco antes y no soporta que lo hagan esperar...

Aquel que actuaba de manera más madura y debía ser el guardaespaldas era un humano de cabello y vestimentas rojas, llevando nada más un espadón en su espalda.

-Si no les importa, iré junto al conductor de la carroza para estar cerca del protegido. Ustedes pueden ir a los lados en sus caballos -explico mientras subía y tomaba asiento junto al conductor de la carroza, la cual estaba unida a cuatro caballos. -. En caso de que no hayan visto nada fuera de lugar de camino hasta acá, podemos tomar la vía por donde vinieron. Si llega a suceder algo, yo me mantendré cerca del Señor Archibald en todo momento para protegerlo. ¿Les parece bien?

El guardaespaldas ya tenía cosas planeadas, pero les dejaba tomar las decisiones: De igual forma, seria vuestra responsabilidad lo que sucediese.

Una vez se pusieron en movimiento, el príncipe mostró una agradable sonrisa.

-Confió en que estoy en buenas manos, pero igualmente intentaré no causar muchos problemas; No me gustaría ser una carga para mis protectoras -comentó Arthas antes de reír un poco.

Fue un viaje tranquilo en donde cabe, pues realmente todos tenían la guarda un poco alta por escoltar al príncipe. De camino pudieron encontrarse algunos mercantes o viajeros, los cuales permitían el paso como era debido para no estorbar ni arriesgarse a pasar por bandidos que intentan bloquear el paso.

Tras unas tres horas, en las cuales el príncipe se la paso comentando cosas que hacían agradable el viaje, llegaron a la subida de unas colinas. Solo había un camino para subir al pueblo, pero tenía el suficiente espacio para que dos carrozas de buen tamaño pudiesen pasar perfectamente; Esto para evitar bloqueos en caso de que alguien subiese mientras alguien bajaba.

Sin notar nada que pareciese ser una amenaza, empezaron a subir la colina.

-Hm... Me pregunto que debería decirle... Hace mucho que no hablamos... -dudaba el príncipe mientras se ponía pensativo; Era bien sabido que Arthas se preocupaba por todos, sobre todo sus amistades.

Durante todo el viaje de camino a la capital, Bhlade mantuvo su forma de espada para estar preparado para cualquier cosa. Una vez reunidos con el representante del sur y su guardaespaldas, pudiste escuchar el suspiro de tu arma.

-Lo mejor sera no molestar al Señor Archibald y permitir que su guardaespaldas vaya en el carruaje; No creo que tengamos buenas razones para negar su idea, por lo que sera mejor dejarlo así para no dar una mala imagen como Caballeros Reales. ¿No crees? -como siempre, Bhlade te aconsejaba, incluyendo en las veces que las decisiones podían ser algo obvias. -. ¿Crees que alguien nos pudo haber seguido para aprenderse la ruta por la que volveríamos? No note nada extraño de camino hasta acá, pero... Tu decides.

En el momento de subir la colina, pudiste notar como el conductor se aferraba mejor a las sogas con las que manejaba a los caballos. Su mirada estaba algo decaída y mostraba cierta preocupación, además de que las manos le temblaban levemente. No era extraño pensar que en un camino como ese pudiesen haber asaltantes, pero alguien que iba en medio de un grupo de Zafiros y dos Diamantes no debía estar tan preocupado...

Durante el camino no observaste nada fuera de lo normal. Algunos mercaderes, viajeros... También atravesaron un pequeño bosque y, más adelante, un puente sobre una gran lago. No observaste nada ni nadie que pareciese sospechoso.

Dejó el yelmo en el asiento vacío junto a sí, y siguió con la vista al resto de sus camaradas, que eventualmente se fueron por caminos separados. Alanís ladeó la cabeza dubitativa con lo que había visto de algunos de estos, pero inmediatamente prestó atención a las inquietudes de Arthas con una mirada calma, tratando de dejar la preocupación de lado.

-No creo que haga falta planear demasiado algo para decir. Si ha pasado largo tiempo sin que se encontraran, estoy segura de que su amigo estará feliz con el mero hecho de la visita.

Acomodó el brazalete con cuidado, de forma casual, moviéndolo apenas de sitio para cerciorarse de que se quedara donde debía.

-Pero si aún le preocupa...¿quizá podría ir planeando alguna actividad que ambos disfruten? U ordenar algunas historias que desearía contarle.