Partida Rol por web

El reino del Norte, también llamado Aztora en honor al héroe y rey supremo de Danhir. Los años habían pasado desde la muerte de aquel hombre, quien dejo un heredero en el trono que siguió sus mismos pasos para mantener la paz entre los reinos y las razas. Pero por más poder que pueda tener un mortal, nunca sera suficiente para mantener el orden el solo. Para eso fueron creados los Caballeros Reales, para ir y servir en nombre de la justicia y la corona, protegiendo el legado que dejo Aztora en vida.

Ser un Caballero Real de por si ya era un logro admirable, pero aquellos que se superaban a si mismos podían llegar más alto y calificar para ser llamados Diamantes, siendo los mejores Caballeros Reales después del Gran Caballero Real.

Tras todos vuestros esfuerzos, fueron informados individualmente de que serian ascendidos al día siguiente, y que debían reunirse con los otros Caballeros Rubí en la sala del trono a las nueve de la mañana. Y así fue. Recorriendo los pasillos del castillo hasta aquellas puertas, se juntaron como un grupo de ocho. Ya se habían visto antes durante algunos recorridos, por lo cual conocían a unos más que a otros, pero era imposible no saber algunas cosas de los allí presentes:

Alanís Cromwell, una caballera que iba a la batalla con una gran lanza que cargaba con su fuerza descomunal de híbrida dragón, y que había evitado el malvado plan de un nigromante que utilizaba un cementerio de dragones como patio para sus experimentos.

Ameline, una huérfana que a los ocho años rescató al príncipe Arthas de una tormenta, y a los trece fue reclutada por el propio príncipe, además de que poseía un arma que podía tomar forma humana y pensar por si misma, aunque en estos momentos se encontraba guardado en la funda.

Un par de hadas muy traviesas que por fin se ganaron su ascenso, luego de más de 150 años de servició y travesuras a la corona, Faith y Fío Edrielle podrían decir con orgullo que son unas de las muy pocas hadas que llegaron a tal rango, y es que con su poder mágico se lo merecían.

Con la imponente armadura que no se quitaba nunca, Yurrax era conocido por su gran desempeño como caballero, siendo entrenado por un Caballero Real de rango Diamante desde pequeño; Su apariencia es un misterio, su nombre una leyenda malvada, pero su lealtad a la corona era indudable.

Los guardianes cerberos, llamados así desde su gran defensa en un pueblo a manos de bandidos, los hermanos Feris, Sutera y Elizabeth Greyheart llevarían su apellido con orgullo hasta el puesto de Diamante; Ha pesar de ser un poco diferentes entre los tres, han sido muy unidos como familia y como caballeros.

Todos reunidos frente a las grandes puertas del trono, esperando que se les permitiese la entrada como era debido.

Aparte de los dos guardias a los lados de las puertas, aquel que los espero afuera fue el propio Marshall Alfbright, jefe mayordomo y reconocido consejero del castillo, quien ha dedicado gran parte de su vida a servir a la corona como mejor ha podido.

Una vez estuvieron todos reunidos, Marshall asintió.

-El rey los espera. Están por recibir uno de los mayores títulos de todos los reinos, y deberías llevarlo con orgullo y dedicación. Todo su esfuerzo ha dado frutos, pero no por eso deben relajarse: Vuestra verdadera historia como Caballeros Reales esta por comenzar, y lo que hagan al salir de esa sala sera vuestro primer paso. ¿Están preparados para servir a la corona y a todo el reino con honor, dedicación, y corazón?

Se levantó con tiempo de sobra a causa de los nervios y excitación que le provocaba el hecho de ascender. Zarandeó con ganas a su hermana que dormía con el en su misma habitación y empezó a vestirse, peinarse... arreglarse en general y cuando estuvo listo tanto el como ella, salieron juntos como siempre hacia las puertas del trono. -¡Oye oye, por fin lo conseguiremos! Espero que no nos degraden de nuevo... con lo que nos ha costado llegar. ¿Crees que mamá esté orgullosa de nosotros? Espero que le informen bien de esto..  Con eso dicho miró a Marshall y le dio su mejor sonrisa mientras esperaba... Pronto verían al Rey, pronto verían a ese niño con el que jugaban de pequeño ya crecido y con sus propios hijos. -Marshall... ¡Llevamos más de ciento sesenta años sirviendo con ganas, claro que estamos preparados! Lo decía revoloteando a centímetros del suelo, como siempre, para no cansarse.

Me pongo firme cuando el mayormodo real hace presencia. Tiene un rango mayor que el mio y se merece un respeto acorde a su titulo. Escucho sus palabras de forma concentrada, como si estuviera memorizandolas en el momento, mientras que, de reojo, voy observando a los demas en la sala. 

Muchas caras conocidas y muchas armas interesantes, lo que cabria esperar, aunque no veia mucha proteccion en estos sujetos, me extraña que se hayan mantendido vivos sin ayuda, sobretodo las hadas, parece que un simple soplo fuera a desmontarlas, son tan flacuchas... 

-Señor, en mi nombre le prometo servir a la Corona y a todo lo que ello representa-le digo elevando la voz, al tiempo que golpeo mi pecho con el puño.

Apenas había podido dormir. Se había pasado la noche entera dando vueltas en su habitación, hablando con Bhlade y rememorando los tiempos en los que vivían solos. Y como había cambiado todo tras entrar en el castillo. Demasiado tiempo, muchos cambios y personas importantes. 

Por la mañana, vestida con su armadura y una capa elegante de gala, llevando a Bhlade en forma de espada enfundado en una exquisita vaina de cuero con grabados que lucía con orgullo para este evento, se presentó frente a las puertas del salón del trono a la hora acordada reuniéndose con el resto. 

Observando a sus compañeros y a los guardias con curiosidad, mantenía una pose firme mientras esperaba que les diesen el paso a la sala del trono, apretaba el mango de su espada mientras iba moviendo los pies, cambiando el peso de uno a otro con inquietud. Al escuchar las respuestas de sus compañeros esbozó una sonrisa antes de proceder ella. Su voz sonó con determinación, enérgica y convencida. 

— Serviré al rey hasta el último aliento con todas mis fuerzas y defendiendo al reino de cualquier enemigo o adversidad, no fallaré a la familia real y la confianza que han depositado en mí. 

Al fin y al cabo eran los hermanos quienes la habían inspirado a abandonar su aislamiento y seguir ese camino. Era completamente leal a ellos, y por ende a toda la familia real.

Tras ser despertada por mi hermanito acto seguido lo estrujé contra mi, pues sí, aunque el tuviera más ganas que yo de llegar hasta este rango, yo también estaba nerviosa - Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, por fin por fin por fin. Ya es el día ¿Verdad? - Pregunté para confirmarlo y que no se trataba de otro mal sueño en el que al final todo acababa mal - Hay que arreglarse bien hermanito - Y volando fui a dentro del armario para vestirme bien para la ocasión, siempre echando un ojo avizor para acudir rápido a mi hermanito y vestirlo apropiadamente. Tenía que explotar ese cuerpo femenino que tenía.

Entonces una vez allí esperando me reí cuando Fio mencionó lo de degradarnos de nuevo - No lo creo hermanito, ya han pasado muchos años, se han tenido que acostumbrar a nuestras travesuras... ¿No? - Y reí entonces cuando mencionó a mama. No pude evitar lanzarme a abrazarlo - Venga hermanito estate tranquilo. Somos los hijos favoritos de mama. ¿Te crees que estariamos aquí si no estuviera orgullosa de nosotros? - Finalmente Marshall ya estaba allí y yo ya estaba tan nerviosa como Fio

-Venga ya Marshall, ya hemos esperado mucho tiempo - Dije tras mi hermano para poder entrar cuanto antes

El sonido metálico de las botas metálicas precedió a Alanís, llegando exactamente cinco minutos antes de la hora acordada. Portaba su yelmo inicialmente, pero se lo quitó al acercarse a la conglomeración de caballeros, llevándolo ahora en la mano. Inclinó la cabeza formalmente como saludo a los presentes, guardando silencio en su expectativa. Tenía sensaciones...mixtas con respecto al día. Se consideraba una persona fuerte, y tenía cierto orgullo por las habilidades que había entrenado, avanzando contra flechas, filos y magia sin rechistar. Pero, siempre había recibido los reconocimientos de forma estoica, y con la misma frase. Y no parecía que fuera a cambiar ese día. Después de todo, no representaba un cambio en sus deberes o forma de actuar.

-Estoy agradecida por haber sido elegida para la ocasión. -dijo, cruzando un brazo en el pecho momentáneamente- Como hice ayer, haré hoy y seguiré haciendo mañana, continuaré haciendo lo mejor para estar a la altura de las expectativas del título.

Bajó el brazo, y relajó levemente la postura, mirando fijo a Alfbright. Para sus adentros, se preguntaba si adicionalmente a lo que había dicho, esto le acercaría al objetivo que se había colocado hacía cierto tiempo. Pensando en esto...se sintió por primera vez, un tanto menos neutral en cuanto a la ceremonia que estaba por tomar lugar. Sus brillantes ojos verdes ahora albergaban incertidumbre, y estaba segura de que había hecho clara sus intenciones al afectado directo y sus allegados.

Feris había amanecido temprano, incluso más temprano de lo habitual. La noticia que inicialmente se había tomado cómo un simple ascenso más había acabado poniéndolo nervioso tras escuchar a sus emocionadas hermanas parlotear acerca del gran honor que suponía, junto con las responsabilidades que los esperaban y el valor del reconocimiento que se les estaba otorgando con su nuevo título.

“No me pone contento que reconozcan mi fuerza ni nada por el estilo, es sólo que cualquiera estaría contento por un aumento de sueldo, sí, definitivamente es eso”

Mientras su cola se agitaba felizmente, esto era lo que el joven hombre lobo se había dicho a si mismo mientras balanceaba su naginata de forma furiosa en el campo de entrenamiento, antes de asearse y dirigirse al punto de reunión.

[…]

Al llegar allí su arma apoyada sobre el hombro y su pecho al descubierto por la chaqueta desabrochada destacaban frente a la formalidad de otros de sus compañeros, no obstante, no parecía avergonzarse de ello, a estas alturas cualquiera en el castillo debería estar acostumbrado a su informalidad y si no era así tampoco es que le importara mucho.

Mientras se situaba tras sus hermanas observó a ambas emocionadas, atentas a las palabras de Marshall Alfbright y sólo cuando este acabo de hablar movió la cabeza para mirarlo a él directamente.

-Seguiré haciendo mi trabajo como siempre-Con su rostro serio, aquellas palabras con cierto seco fueron lo único que escapo de sus labios cómo respuesta al mayordomo, palabras que disimulaban cierta incomodidad acerca del casi seguro evento formal que lo esperaba tras aquellas puertas.

Tras recibir la noticia corrí hasta mis hermanos para abrazarlos. Aquel ascenso suponía un altísimo reconocimiento a las acciones llevadas a cabo por el pequeño grupo que formábamos y estaba muy feliz de nuestra promoción conjunta.
Nos pasamos un buen rato hablando de las virtudes y entereza que este ascenso suponía y del esfuerzo que debíamos mantener para hacer honor a ello hasta que el pensamiento de "qué ponerme al día siguiente" cruzo mi mente y me apresuré a mi cuarto para sacar toda la ropa de mi armario.
[...]
Me desperté con un vestido ya seleccionado de la noche anterior y tras asearme lo cambié por otro modelo (elegante pero menos clásico) que me apetecía más llevar, pues un ascenso a caballero diamante requería portar algún arma, y tanto la ballesta como el escudo me estropearían el modelito inicial. 
Al reunirme con mis hermanos, estos me echaban en cara no haber dormido más por algo tan trivial como la ropa y tras presentarnos ante el resto de compañeros, a los cuales saludé y sonreí feliz por verlos allí congregados, el señor Alfbright nos dedicó unas palabras de animo, que entusiasmarían a cualquier audiencia, las cuales finalizaban con una pregunta que consideré retorica hasta ver que todos los demás compañeros empezaban a responder incluido Feris.
Entonces pensé: "Ante la injusticia todo ser tiene siempre tres posibilidades: Ser pasivo y no hacer nada, ser malvado o convertirse en un héroe defendiendo los ideales en los que cree. No parece que ninguno aquí ha llegado queriendo hacer las dos primeras y en mi caso, como bien ya han expresado otros, tampoco pienso cambiar el rumbo que he elegido para poner mi corazón." pronunciándome finalmente con tono amable y tranquilo, con mi característica elocuencia en estos casos: "Por supuesto Sir Marshall, siempre."

Cuando se lo habían comunicado no pudo reprimir la ilusión, pero según pasaba el tiempo se había ido concienciando. Si bien iban a subir de categoría como caballeros aun le quedaba mucho camino por delante. Aun faltaba mucho para alcanzar lo que quería.

A diferencia de su hermana pequeña no le dio mucha importancia a los ropajes elegidos para la ocasión, exhibiendo las telas que habitualmente portaba, una túnica de varios pliegues con tonos claros. En el lateral derecho de su cintura, con unas correas se sujetaba un libro de tapas de piel, mientras que en su espalda una larga espada que recorría toda la longitud de esta quedaba, colgada con la empuñadura sobre su hombro compartía lugar con la cola de caballo que adornaba la parte posterior de su cabeza.

Había quedado con mis hermanos en el exterior del castillo e hicimos acto e presencia los tres a la vez. Todos los que estábamos allí íbamos a recibir el ascenso a caballeros diamante. Salude de manera forma y cuando estaba comenzando a observar a mis compañeros para recordar que información tenia de ellos Marshall hablo.

Deje que el resto respondiera, aquello parecía mas un formalismo que algo que realmente debía hacerse, pero como habían hecho el resto opte por responder.- Tal y como hicieron nuestros padres antes de nosotros. Protegeremos la corona, el reino y a sus ciudadanos de aquellos que quieran cometer injurias.- Mis palabras habían sido firmes y sin nada más que decir me quede a la espera de que finalmente Marshall nos diera paso al interior de la sala del trono.

Apretó la mano de su hermana cuando Yurrax apareció, y por primera vez en todo el día alzaba el vuelo por encima de los quince centímetros lo que para un hada era signo de miedo y nerviosismo por ello cuando no había motivo para volar, indicativo de tener el instinto puro de salir huyendo si era necesario. Saludó intentando no mirar mucho a Yu y se sintió algo menos presionado cuando llegaron Ameline y Alanís, pues ya eran más y había más distancia entre el hombre armadura y las haditas... Realmente se sentía muy nervioso con alguien rodeado de tantísimo material no natural... modificado completamente y moldeado. Pero los colores se le subieron cuando sintió aquellos pasos tan despreocupados y característicos, era tanto que hasta soltó la mano de su hermana y mirando MUY levemente a Feris posó los pies en el suelo dejando de mover las alas. Estaba muy avergonzado y tan tímido que ni podía mover las alas. -H-h....ola.... Al darse cuenta del tartamudeo estúpido se agarró a su bastón muy muy avergonzado, dejó de hablar y cuando les dijeran de entrar el, lo haría lentito y andando.

Tras la respuesta de todos, el mayordomo asintió y se dio la vuelta. Los guaridas a los lados no tardaron en acercarse para empujar las puertas. A paso tranquilo, Marshall los guió a través de aquella sala con gran alfombra roja en el centro. A los lados habían varios caballeros que se pusieron firmes con sus espadas y escudos ante la entrada de más personas a la sala del trono.

Al fondo de todo, delante de unas grandes ventanas, se encontraban dos tronos ocupados por sus respectivos dueños.

A la izquierda se encontraba el rey Artorias con el príncipe Arthas a su lado. Ambos eran la imagen de la corona, y representantes del legado de Aztora como actual y futuro rey, respectivamente.

En el trono de la derecha estaba la reina Freya, acompañada por su hija Artanis como era debido para la ceremonia.

Toda la familia real estaba presente, y como solía hacer, Marshall se detuvo a varios pasos frente a los tronos para después arrodillarse e inclinar la cabeza un poco en señal de respeto. El mayordomo esperaba que hiciesen lo mismo detrás de él, pero no voltearía a comprobarlo.

Pocos segundos luego de que todos se arrodillasen, Arthas fue el primero en hablar.

-De pie -ordeno amablemente como indicación de que ya había sido suficiente reverencia. -. Gracias por la organización, Marshall, puedes retirarte -le comentó al mayordomo, quien asintió a la orden y paso al lado de ustedes para salir de la sala del trono, la cual luego fue cerrada por los guardias de afuera.

-Si están aquí hoy, es porque sus servicios como Caballeros Reales han sido tomados en cuenta y merecen una recompensa -paso a hablar el propio rey Artorias. -. Cada uno se ha desempeñado a su manera, y ha demostrado ser digno de portar el titulo de Caballero Diamante. Alcen la cabeza con orgullo, y sirvan al reino mejor de lo que lo han hecho hasta ahora.

Tras el breve discurso del rey, la reina junto sus manos y empezó a recitar un conjuro en voz baja. A los pocos segundos, frente a cada uno de ustedes, apareció flotando en el aire un medallon con la forma del escudo de Aztora y vuestro nombre debajo, hechos totalmente de un diamante que irradiaba una ligera luz blanca desde su interior.

-Esos medallones los identificarán como Caballeros Diamantes ha partir de ahora -paso a explicar Artanis. -. Cuidadlos como si fuesen su propia vida. Ya deben estar enterados y conscientes de que la venta o perdida de los emblemas de rango Diamante es una falta grave y una deshonra para el dueño.

La ceremonia de ascenso consistía en en unas palabras por la familia real y un cambio de placa. Eran cortas, pero tenían mucha importancia y significado.

-Porten el emblema de Aztora con orgullo, y defiendan el legado de Aztora con todo vuestro corazón. Pueden retirarse -fueron las últimas palabras del rey.

-En el patio de entrenamiento los espera Zedron. Nos pidió que los enviaramos con él luego de la ceremonia, así que les pido ir a ver para que los necesita. Tal vez quiera darles su primer trabajo como Diamantes -añadió el príncipe con una sonrisa. -. Felicidades por vuestro ascenso.

Una vez llegaron al interior de la sala, observó a todos los presentes antes de dedicarles un leve asentimiento de cabeza a cada uno de los hermanos. Se sentía incómoda ante tanta floritura pero entendía que se trataba de un acontecimiento importante así que no le dio importancia.

Cuando llegó a su sitió, procedió a realizar una reverencia justo a la vez que Marshal se inclinaba en señal de respeto, guardando el sitio mientras escuchaba con atención. Parpadeó sorprendida al ver aparecer los medallones, e incapaz de aguantarse, en cuanto el rey terminó de hablar lo cogió con energía y se lo puso rápidamente. 

Dejó que continuase el resto de la ceremonia sin hacer nada más pese a que le costaba no empezar a mover los pies y movía los dedos debajo de las botas, incómoda por estar quieta y emocionada por la situación. Por suerte era capaz de contenerse y no mostrarlo abiertamente. 

Asintió por último cuando el rey les dijo que portasen los medallones y tras eso no pudo evitar alzar una ceja al escuchar como Zedron les buscaba. ¿Que pasaría? 

Le dedicó una sonrisa cálida y afectuosa a Arthas cuando les felicitó, asintiendo con la cabeza. — Muchas gracias, su alteza. 

Su tono sonó quizá demasiado emotivo y cercano, pero guardando la formalidad propia del rango y de la situación. Lo siguiente que hizo fue salir como una estela de luz hacia el patio, enfocando toda su energía en llegar para ver que les habían preparado.

Durante la ceremonia Bhlade pudo sentir su inquietud de primera mano, aunque no le dijo nada, guardando el respeto propio de la situación, pero no fue hasta cuando salieron que empezó a hablar con él.

— ¡Caballero diamante! ¿Quien lo diría? Es increíble, aún no me lo creo. Me encanta el medallón, por cierto. ¿Y que querrá Zedron? ¿Nos intentará poner a prueba? ¿Aparecerá Elduin para 'celebrar' nuestro ascenso? 

Sabía de sobras como iba el protocolo y cuando llegó a posicionarse en línea junto a su hermana, a unos cuantos pasos tras Marshall que era el único que tenía permitido estar tan al frente hizo la reverencia típica de un caballero, con la mano derecha echa un puño sobre el pecho izquierdo, la rodilla izquierda hincada en el suelo y la cabeza agachada. A la orden se incorporó y enfundó su bastón, que inocentemente y sin darse cuenta se había quedado aferrado a su mano izquierda lo que le provocó un ligero morder de labio, avergonzado. La reina estaba como siempre, hermosa,  y no podía dejar de mirarla pues ella ya estaba al tanto de estas cosas, era un pequeño pedacito de la magia de los bosques donde nacieron ambas haditas y estaban ligados a la vida de tal forma que se atraían, aunque no de forma física si no más bien espiritual. Puso las manos en forma de cuenco para que el medallón se posara sobre sus palmas con total tranquilidad, no deseaba meterle prisa a la magia pues sabía lo difícil que era controlar aquello y en cuanto lo sostuvo se quitó con solemnidad el anterior y ajustó el actual en su sitio, sobre el pecho izquierdo  a la altura del corazón. 

Miró sorprendido a Arthas cuando mencionó lo de Zedron, ¿tan importante era que tenía que llamarnos justo el día de la ceremonia? No le gustaba nada esa sensación en el cuerpo de que algo no iría demasiado bien, pero asintió levemente con la cabeza y junto al resto, marchó de la sala sin decir nada, se le notaba en la cara que estaba soportando bastante presión interna. Ya fuera, miró a su hermana y se dio cuenta de que le temblaban las piernas por lo que se puso a volar, doblándolas como si estuviera sentado se desahogó... Todos sabían que a pesar de que Faith era la más enfermiza de los dos, el más sentido de todos era Fío, a quien le afectaban mucho estas cosas y los nervios podían con el, era un caos interno que no podía controlar y a veces salía en forma de llanto, como en ese momento. - Que nervios tenía.... Cuando consiguió calmarse, que fueron no más de dos minutos de tensión gracias a los mimos de Faith,  le dio a esta un beso en la mejilla y la cogió de la mano, recomponiéndose. -¿Vamos?...  Con todo el pecho encogido como lo había tenido, no se había percatado de que habían salido en grupo y por tanto junto a Feris a lo que cuando se dio cuenta emprendió el vuelo rapidísimo, arrastrando con el a su hermana.

Allí estaba toda la familia real. Al fin hoy era el día tanto deseado por mi hermanito y por mi en un segundo plano. Había que tener ese protocolo que tanto odiaba. Me gustaba ser simplemente un maldito nervio volando de aquí para allá, pero sabía que era muy importante para nosotros, para mi hermanito, así que hice mi mayor esfuerzo en ser correcta y al llegar tras Marshal y junto a Fio, hice una reverencia propia de una dama, caballeresca, al llevar vestido. Miré a mi hermano y sonreí al ver las ganas que tenía. Entonces el rey nos dijo que nos levantaramos.

Me puse correctamente firme mientras esperaba a sus palabras, y más tarde gracias a la magia de nuestra amada reina, aquel medallon. Siempre había tenido la manía de transformar la forma del medallón a una bonita y vistosa. Una vez lo llevé como colgante, otro como pulsera, otra vez en mi gorro... así una y otra vez. Pero esta vez no hice nada, al menos frente a sus majestades. Tenía muy claro la idea que tenía en mente ante tan alto grado de valor y llevaba años planeandolo. Así pues miré a Fio y donde colocaba el suyo desvelando una leve risita, aunque también me hizo temblar un poco. Puede que de nerviosismo por si le gustaría a mi hermanito.

Para finalizar, había problemas, o igual alguna misión Zedron estaba esperandonos en el area de entrenamiento. - Muchas gracias sus majestades. Iremos en seguida - Respondí por parte de las pequeñas haditas, y Fio tiró de mi para salir de allí y luego volando. Sin duda sabía lo que pasaba, aunque el mismo me lo dijo al llegar a los pasillos, ante el cual aquella pelirroja había desaparecido sin necesidad de magia. - Tranquilo hermanito, ya te dije que sería genial y no había que preocuparse de nada - dije mientras le daba un abrazo cariñoso acariciandole el pelo. Justo el respondió con un beso en mi mejilla que me hizo sonrojar un poco y entonces me preguntó si ibamos - Ah ah... Espera hermanito, hay algo que quiero hacer antes de avanzar.

-Como bien sabemos, los medallones son muy importantes para distinguirnos y sobre todo para decir los más altos honores que tenemos y este en concreto, es el más especial de todos - dije mostrando el mio - Y quería hacer algo especial para que ambos lo llevaramos en conjunto, ya que como hermanos hemos llegado tan arriba. - Y entonces con mi mano empezando a dar un resplandor señalé su medallón para que empezara a verse afectado por mi magia, junto al mio. Poco a poco ambos medallones se redujeron un poco y su cadena varió hasta tener el medallón completo la forma de un pendiente. Al terminar dejé que calleran sobre mis manos y se los mostré de cerca a Fio con algo de sonrojo en mis mejillas - ¿Te gusta? Así podemos llevarlos a juego y nos reconoceran como caballeros reales de diamantes y además que somos hermanos. - Ahora si que estaba más nerviosa que durante toda la ceremonia. Cogí el pendiente que le correspondía a mi hermano y se lo acerqué con una mano.

Mientras tanto ponía una cara de niña buena y pero tristona para dar pena - ¿Te lo pondrás como yo por fa?  - Si había que ir con Zedron, pero esto para mi era más importante. Y por ello se lo coloqué delicadamente, poniendome yo el mio en la oreja contraria a la que se lo había puesto a el

Durante toda la ceremonia Bhlade se mantuvo en silencio, observando y prestando atención al resto y a ti. Fue cuando saliste disparada que tu compañero pudo hablar más tranquilo contigo a través de su forma de arma.

-¡Por fin lo has logrado, felicidades! -dijo antes que nada. -. Realmente no se que quiera. Tal vez quiera ponerlos a prueba en un entrenamiento de nivel Diamante o algo por el estilo. Sobre Eldruin... Raro seria que no apareciese en el último momento en plan "por fin son diamantes, a ver si ahora me alcanzan realmente" o algo por el estilo...

Al principio estaba algo nerviosa por la ceremonia, sobretodo por el hecho de no poder ocultar mi descomunal sonrisa y cara sonrojada por la felicidad que sentía de estar cumpliendo el sueño de estar allí junto a mis hermanos... Sin embargo, esta transcurrió sin apenas darme cuenta y cuando menos lo esperaba ya teníamos un medallón distintivo de Caballero Diamante ante nosotros. Mordiéndome el labio por la ilusión sujete con ambas manos el objeto y lo guarde en un bolsillo interior para centrarme en contemplar las reacciones de Lyza y Feris.

Al oír que Zedron reclamaba nuestra presencia pensé que era una pena no poder celebrar este hito de nuestras vidas apropiadamente pero luego me emocionó la posibilidad de que el Gran Caballero Real quisiera felicitarnos por el ascenso dándonos un entrenamiento especial, unas nuevas directrices asociadas a nuestro nuevo rango o incluso puede que el principe tenga razón y sea "UNA NUEVA MISIÓN"... Nuestra primera misión como Caballeros diamantes.

Nada más salir de la sala solo salté a abrazar a mis hermanos sin decir nada. Quizás fuera por el emocionante discurso que la familia real nos había dedicado o por el entusiasmo de haber logrado el rango que soñaba alcanzar al alistarnos pero me sentía con la energía renovada como para enfrentar a un ejercito entero si el reino lo requería. 

Pese a todo solté a mis hermanos antes de asfixiarles y los miré con una sonrisa asintiendo a lo que me iban diciendo.

Manteniendo un porte digno de mi estatus, escucho las palabras del Rey. Cuando nos entrega los medallones, agarro el mio y, tras mover una de las placas centrales de mi armadura, lo coloco en su interior, en un lugar que considero bien protegido. A continuacion, cuando escucho nuestro proximo destino, no puedo evitar hacer una sonrisa debajo de mi armadura. El caballero que me entreno era un gran fanatico de Zedron y, tras escuchar mil y un veces lo maravillos e increible que era, yo tambien acabe admirandolo, portando, de igual manera que mi maestro, una armadura de cuerpo entero de la que muy raras veces me desprendo

-Lord Zedron...-perdido en mis pensamientos, no puedo evitar murmurar su nombre. Realmente tenia ganas de ir a conocerlo personalmente, asi que me estaba costando no romper el protocolo y salir corriendo al patio a conocer a mi heroe

Alanís cruzó nuevamente un brazo sobre el pecho durante toda la ceremonia, con el puño cerrado, y mirando fijo a la familia real, hasta que el medallón apareció ante ellos. Lo tomó con lentitud, buscando no romper el aire ceremonial del gesto, y eligió colocarlo alrededor del cuello, por debajo de la armadura.

-A las ordenes, su Majestad.

Salió a paso veloz, con su capa blanca ondeando tras sus movimientos. Aunque, como aparentemente todos los demás, al salir acompañó la pausa, mostrando una sonrisa a sus compañeros, dejando ver que pese a su aplomo formal, no estaba menos entusiasmada que el resto por el ascenso, y las posibilidades que este abría. Esperaba que no fuera a afectar demasiado el día a día...pero de nuevo, no era una posición a la que se ascendiera de forma frecuente. En el final, sencillamente había incertidumbre a partir de este punto.

-Estaré esperando poder trabajar con ustedes en un futuro cercano -giró la cabeza concretamente hacia Yurrax- Es probable que Lord Zedron sea encargado de medir que misiones son ideales para cada uno, o de designar cuadrillas de Diamantes. Pero incluso si es parte del proceso...es increíble pensar que recibiremos órdenes directas de él a partir de ahora.

Siguiendo al interior al mayordomo, frente a ellos se alzaba la familia real y con ello, todo el protocolo de formalidad que tanto detestaba. No le hacía la menor gracia tener que arrodillarse, pero no quería fastidiar el ambiente de la ceremonia, aunque sólo fuera por no romper la cara ilusionada de su pequeña hermana y evitar la mirada asesina de Elizabeth. Por suerte, aquella formalidad no duró mucho.

La ceremonia transcurrió rápido, con las felicitaciones y la entrega del medallón que representaba su nuevo rango, volvió a Feris aquel ligero sentimiento de felicidad por que su fuerza y valía fueran reconocidos lo cúal a pesar de su apariencia sería hizo que moviera ligeramente la cola mientras guardaba el medallón en el bolsillo interior de la chaqueta.

Al salir fue sorprendido por el abrazo estrangulador de Sutera, su hermana pequeña claramente mostraba un nivel de entusiasmo propio de ella incluso montando aquella vergonzosa escena ante el resto de miembros.

-Vamos o nos quedaremos atrás- Comentó instando a sus hermanas a avanzar, observando que muchos de los llamados habían salido a toda prisa hacia el campo de entrenamiento.