Partida Rol por web

-Por favor, no me lo recuerdes... -le respondió a Faith. Fueron tiempos donde incluso llegó a dudar si era buena idea continuar con los experimentos sin interrogar antes a las hadas para asegurarse de que no habían hecho nada. Obviamente, no les hizo nada al final; entendía el comportamiento infantil de la mayoría de hadas.

No pudo seguir concentrado en sus recuerdos. Al verse en tal posición, Glaius mantuvo la calma y no hizo más que levantar las manos más arriba de su cabeza.

-Parece que los Caballeros Diamantes están muy subidos últimamente -comentó mirando a Feris fijamente. -. Aunque... realmente siempre ha sido así.

Sin más que decir, el ex-caballero real espero que le indicasen para empezar a caminar de vuelta al castillo.

Mientras atravesaban la ciudad fueron recibiendo la atención de distintos ciudadanos que pasaban por casualidad, de los cuales nadie preguntó sobre quien llevaban. No fue hasta adentrarse en los muros del castillo que recibieron otro tipo de atención.

Glaius coopero en quedarse callado durante todo el camino, pero cuando otro grupo de caballeros comunes se acercaron, seguramente para ofrecerse a llevarlo al calabozo, no tardó en abrir la boca.

-No ha cambiado mucho en estos últimos años -comentó mientras miraba a los recién llegados. -. Supongo que me llevarán al calabozo entonces...

-Yo me encargó de él

Una voz se metió en la conversación. Era inconfundible. Los caballeros se dieron la vuelta y se arrodillaron sin pensar, inclinando la cabeza ante la recién llegada.

Portando su armadura ligera de siempre, la princesa Artanis se puso delante de Glaius sin quitarle la vista de encima.

-Entonces si volviste... Supongo que mi padre tuvo razón -ni ella ni su hermano habían nacido para cuando Glaius se retiró del castillo, pero seguramente el rey les hubiese comentado algo sobre el nigromante que tantas sospechas causaba. -. Faith, Feris, los felicito por su ascenso y por la misión: vengan conmigo, el rey espera para verlos, a los tres.

Sin decir nada más, la princesa se dio la vuelta y empezó a caminar. Era extraño: parecía estar bien informada de la llegada de Glaius, y parecía que el rey también.

Una vez caminado un poco hacia la sala del trono, la princesa comentó un par de cosas.

-No enviaríamos Diamantes por un simple fantasma. Ya habíamos recibido un aviso de Glaius sobre su regreso: no podíamos estar seguros de si era cierto, pero tampoco podíamos confiarnos: entonces decidimos enviar a unos diamantes recién ascendidos.

-Halagador que la princesa, quien ni siquiera llego a conocerme, desconfié de mi... Aunque debo decir, que me esperaba a alguien más... Principesca -Artanis no era precisamente una delicada dama con vestido. -. Supongo que te habrán hablado sobre cosas muy precisas de mi persona...

-A callar, nigromante -le ordenó la princesa firmemente para después darse la vuelta frente a las puertas del rey, mirandolos a ustedes dos. -. Como caballeros diamantes encargados en la misión de recoger a Glaius, estarán encargados de observarlo durante su audiencia con el rey: mi padre dice que no es la gran cosa, pero si verdaderamente es el Glaius del que he escuchado, no podemos bajar la guardia ni un momento -para ser una princesa, a veces hablaba como si fuese la Gran Caballero Real. -. Puedo confiar en ustedes para vigilar sus movimientos, ¿verdad?

Suspiró aliviado al ver que había logrado tomar una altura considerable y segura para el mientras observaba como el caballero embestía contra ellos. Sentía una especie de malestar en la nuca pero no entendía por qué era, estaba demasiado enfrascado en el combate como para darse cuenta hasta que un grupo de aquellos goblins decidió escapar, fue allí cuando sus oídos dieron cuenta de aquello. Eso no era solo una misión sobre goblins, algo peor estaba por venir o al menos así lo pensó Fío quien ya se ponía en lo peor... Se reagrupó sobre Yurrax mirando fijamente de donde provenía el barullo y sin perder el tiempo volvió a crear esferas, esta vez fueron solo 6, tampoco dejaría escapar a los Goblins, eran peligrosos para cualquier ciudadano de a pie y se había dado cuenta con este combate.

-Hay.... hay algo que no me gusta... ahí enfrente...

Dijo aquello mientras las bolas impactaban sobre los goblins.

Aproveché un momento puntual del camino para transformar los pinchos de la horca alrededor de sus manos haciendo que se restringieran. Era la mejor manera de tenerlo controlado. Ya solo quedaba llevarlo a palacio.

Durante el viaje estuve todo el rato, aprovechando que le di el palo a Feris para que le controlara el recordandole todos los viejos buenos tiempos a Glaius. Cualquiera diría que es una tortura, pero que va, ni mucho más lejos, era solo una conversación entre antiguos conocidos.

Al final llegamos al castillo y allí se nos reveló la verdad sobre nuestra misión - Osea... ¿Qué hemos sido conejillos de indias para saber si lo del viejo este era verdad? Si lo hubieramos sabido con antelación hubieramos preparado algo para atraparlo mejor... Me da pena fastidiar una horca - En verdad me daba igual, pero era divertido quejarse un poquito.

Y al fin llegó la última parte de la misión. Miré a Feris primero. Sabía que no se iba a negar así que dije - Por mi bien. Soy pequeñita, puedo vigilarle de cerca. - y rei mientras empezaba a pensar todo lo que podría hacerle sin que me vieran al estar muy cerca. - De nuevo volviendo a los viejos tiempos

Con soltura en sus movimientos Ameline mantuvo las riendas de su caballo sintiendo poco antes de que apareciesen las bolas de fuego que iban directas hacia ellas. Una vez lo hizo, se metió en un lateral buscando algo de cobertura entre árboles y matorrales mientras buscaba la procedencia de las bolas de fuego para cargar contra su enemigo. 

Pudieron esquivar el ataque de llamas cuya aparición aún era desconocida. Estaban siendo perseguidos, eso no se podía dudar, pero no tenían la menor idea sobre de quien se podía tratar.

-¡¿Que rayos pasa afuera?! -se quejo el hombre dentro del carro.

-Nada importante. Solo manténgase con la cabeza agachada -le respondió el guardaespaldas mientras revisaba su bolso, sin quitar la vista del camino que habían recorrido.

Por suerte, no cayeron más proyectiles para esquivar. Lo peor de no saber donde se encontraba el enemigo, era no saber desde donde venía el próximo ataque. Para cuando pudieron reaccionar, un circulo mágico ya se encontraba debajo de la carroza que escoltaban.

-¡Cuidado! -las alerto para que se apartasen, mientras él lanzaba lejos al conductor, el cual tenía más cerca, y luego abrió la puerta del carro para intentar alcanzar a quien protegían, pero fue muy tarde para cuando pudo entrar, pues la carroza voló por los aires en una explosión llameante.

Poco después de que el carruaje cayese al suelo bruscamente, la puerta salió volando desde dentro por una patada del escolta, quien luego ayudo a salir al representante.

-¡Q-Que falta de seguridad! ¡¿Como han dejado que sucediera esto? -se volvía a quejar entre tosidos, ignorando lo que estuviesen o pudiesen haber hecho para salvarle.

-No bajen la guardia, debe estar cerca...

Con el humo causado por las llamas era un poco complicado observar los alrededores, pero una firme ráfaga de viento aparto las nubes y sacudió sus ropas, aparte de apagar parte del fuego. La vista de todos se fue sobre el carruaje del que recién salían el escolta y su protegido.

-No lo hagas más difícil, humano... -dijo el culpable de aquel acto.

Con el humo despejado, aquella persona que volaba a pocos metros del suelo observaba vagamente a su objetivo. Sus esplendidas alas sacudían el humo a su alrededor, y su largo cabello se removía con la suave brisa que creaba.

-Debes pagar por tu traición al reino del Este...

El escolta no medió palabra. Sujeto con firmeza al hombre que debía proteger y le dio prioridad sobre todo lo demás, empezando a correr en sentido contrario para escapar del hada.

-¡Ganen tiempo! ¡Volveré para apoyarlas! -les ordeno en un intento de que le ayudasen en su labor de poner a salvo al hombre.

Durante la carrera, Bhlade te dio uno que otro comentario para ayudarte a posicionarte a la vez que intentaba ubicar al atacante, pero ni él pudo percatarse a tiempo de la explosión que estaba por generarse.

-¡Ameline, atrás! -te alertó en un intento de que reaccionases a tiempo para apartarte.

Luego de que el carruaje saliese por los aires y el escolta saliese con el representante, Bhlade mantuvo la guardia alta.

-Algo se acerca... -comento sin añadir nada más. Para cuando ese algo había llegado, todos pudieron verlo.

Majestuosas alas, apariencia bastante joven, poderes mágicos... Se podía deducir a simple vista que era un hada, pero...

-Ameline, ten cuidado... -te advirtió desde su forma de espada. -. Recuerdo haber leído sobre ese hada: es miembro de un oscuro grupo de criminales del reino del este, sus poderes mágicos no son cosa para fiarse...

Nosotras nos encargamos. Digo mientras apunto con mi ballesta y disparo una saeta al enemigo para llamar su atención. No deberías ser tan agresivo con quien no conoces. Añado mirando al hada intentando que siga fijándose en mi para poder facilitar la huida del representante.

La aparición de la princesa sorprendió a Feris en una primera instancia, no obstante a medida que hablaba explicando la situación la sorpresa cambio en enfado. De alguna manera consiguió comprimir aquella emoción en un único chasquido de lengua que expresaba su disconformidad con el asunto de no haber sido correctamente informado, como decía su compañera habían sido conejillos de indias.

-Tsk, Faith dice que esta bien y no es como si pudiéramos negarnos a estas alturas- Con un movimiento tranquilo apunto su arma al nigromante, bajo su cuello la hoja se mantenía a una distancia de centímetros a modo de amenaza constante-No quiero cortar a alguien que no puede defenderse asi que no me des motivos para ello.

Con estas palabras Feris dió su visto bueno a vigilar a Gaius y esperó a que la princesa se decidiera a entrar.

Observando a su rival, Ameline mueve sus dedos trazando un símbolo arcano antes de que su cuerpo se recubra con un escudo mágico que le protege contra el daño de aquella criatura, tras aquello desenfundó su katana que se iluminó con un aura roja y empezó a cargar hacia aquel hada, dispuesta a combatir cuerpo a cuerpo con ella.

-Si, su majestad -dijo en tono solemne.

Alanís salió por el umbral y empuñó la lanza con ambas manos. Era una extraña manufactura realmente, como si fueran hebras de metal muy claro entrelazadas meticulosamente para formarla. Además en su tacto parecía emanar algo de luz de entre los espacios de la misma, como si tuviera un núcleo brillante bajo la maraña de metal.

Quizá por estar en su elemento de especialidad, se sentía extremadamente lúcida, y apenas vio aproximarse a la agrupación de atacantes, fijó la vista en los mismos, y no dudó en cargar contra el objetivo que estaba más adelantado del grupo, con la punta del arma al frente y lista para perforar.

¿Por qué están apuntando a los aldeanos? No hay ningún beneficio de ello más allá de crueldad...

-Tus esfuerzos son inútiles... -le dijo vagamente al escolta mientras escapaba.

La atención del hada fue llevada hacia ustedes, observando como Ameline se lanzaba a por él mientras Sutera aprovechaba la situación y disparaba con precisión incluso teniendo a su compañera en medio. Aquel bandido se lo tomo con calma e intento esquivar el proyectil con suma facilidad, pero termino con la saeta clavada en el brazo izquierdo.

-Mght... -no llego a sorprenderse, pero su expresión había cambiado a una más seria. Había entendido enseguida que no eran unas simples acompañantes. -. Más humanos estorbando era lo último que necesitaba...

Disimulaba bien el dolor. No era extraño saber que las hadas eran físicamente débiles, por lo que esa simple saeta en el brazo seguramente le causaría problemas, pero no para usar el brazo derecho: abriendo su mano hacia ustedes, el hada recito un corto hechizo que no tardo en hacer efecto. En una línea recta frente a él empezaron a crearse múltiples círculos mágicos en el suelo, bajo ustedes. A los pocos segundos, los primeros círculos en aparecer liberaron unos pilares llameantes hacia el cielo, siendo seguidos por el resto; era inútil intentar bloquearlos, por lo que solo les quedaba esquivar hacia un lado.

Con un rápido giro intento esquivar el pilar llameante que surgía ante mi, aun que este termina alcanzandome. No obstante sigo centrada en mi objetivo para disparar otra saeta al asaltante a través del campo de visión que aún quedaba libre entre nosotros. Ríndete o perece... Hada. Añado al percatarme que me había tomado por humana.

Al ver la apresurada retirada de los goblins no puedo evitar pensar que era predecible, somos rangos Diamante, la cuspide de los caballeros, cualquiera que se enfrentase a nosotros tendria un final prematuro. Sin embargo, el comentario de mi compañero capta mi atencion. Si bien es cierto que parece haber algo mas en los alrededores, probablemente los ogros que decia el reporte, no deberian dar demasiados problemas, deberia tener algo mas de confianza en si mismo

-Fio...-le digo de forma muy calmada-Deberias ser mas consciente de tu fuerza. No tienes por que estar asustado de todo, eres un Caballero Diamante, estos enemigos no deberian ser nada para tu fuerza, y te lo voy a demostrar-confiando en mi compañero, guardo mi arma-Vas a encargarte de ellos solo, asi podras ver con tus propios ojos tu autentico poder-aunque, de todas maneras, conservo el escudo, en el peor de los casos podria intervenir y protegerlo-Y, si aun asi tienes problemas de confianza, no confies en ti, confia en mi confiando en ti

De entre los árboles surgió una figura espada en mano, con otra de sus manos sujetando las riendas de su montura mientras se preparaba para cargar contra el hada que estaba demasiado ocupada conjurando aquellas columnas de fuego que no detuvieron el avance de la guerrera en ningún momento. 

Los bandidos no tardaron en movilizarse.

Decidido a atacar a quien iba a por ellos, el primer bandido se lanzo a por Alanís. Por desgracia para él, no tuvo tiempo de reacción suficiente como para evadir en su totalidad el ataque de la caballera; apenas y pudo moverse lo suficiente para evitar ser atravesado de gravedad, pero termino siendo embestido por Alanis y parte de la lanza, culminando con un derribo que lo dejo tirado en el suelo. Adolorido por el fuerte golpe, el bandido se levanto rápidamente y corrió de vuelta contra la caballera, con la espada lista para intentar causarle algún corte incluso con la armadura de por medio.

Por otro lado, el otro bandido pensó mejor y se separo con tiempo de su compañero para evitar ser objetivo de la chica con lanza. Él iría por un objetivo más vulnerable a simple vista, Elizabeth.

Elevándose de un salto, el bandido se dispuso a propinar a la maga un corte en caída.

La espada enemiga encontró el metal de la lanza blanca, que Alanís puso en horizontal sujetando con una mano el mango, y con otra el extremo opuesto a modo de bloqueo. Tras el choque metálico inicial, la caballero empujó tanto el arma como al enemigo con un movimiento seco de su arma aún en esta postura, creando la distancia necesaria para atacar nuevamente con la punta del arma. Naturalmente, una lanza de caballería no era la mejor para luchar en distancia de cuerpo a cuerpo, pero gracias a su prodigiosa fuerza física podía manejarla correctamente y crear las aberturas necesarias para batallar propiamente a base de hacer retroceder al rival.

El brazo que sostenía el mango retrocedió, a la par que la otra mano descendió por el cuerpo del arma para volver a sujetarla ofensivamente. Sin su guantelete, esto sería dañino dado que la superficie de la Lanza del Alba contaba con múltiples aristas afiladas debido a los listones de metal que la componían. Y, finalmente, en esos breves segundos, dió un paso al frente adelantando la lanza hacia adelante de forma recta y precisa, con la punta al frente. Después de todo, su arma estaba designada para perforar, principalmente, aunque de forma ocasional gracias a los filos leves e irregulares, podía usarla también para golpear en barridos de forma similar al uso de una maza.

-Desde siempre, los recién ascendidos a Diamantes pasan por una misión como "conejillos de indias". Se les envía a cumplir un trabajo sin mucha información, cosas ocultas y demás. Se podría decir que es una última prueba para comprobar su capacidad de improvisación, deducción y adaptación... Aunque debo admitir que en este caso abusaron un poco.

Sin mediar palabras con el nigromante, la princesa les asintió con la cabeza antes de darse la vuelta. Los guardias que siempre vigilaban las puertas las abrieron para permitirles pasar a la sala del trono, donde ya esperaba el rey sentado en su lugar. Artanis se posiciono junto a Artorias, observando por breves momentos a Glaius antes de hacer una señal con el brazo para que el resto de caballeros presentes se retirasen del salón; luego las puertas fueron cerradas, quedando solo ustedes, el nigromante, el rey y la princesa.

-Cuanto tiempo, majestad...

-¿Que te trae de vuelta, Glaius? -el rey fue directo con su pregunta. Se podía ver como apretaba un poco los puños en los posa brazos de su trono, como si estuviese algo inquieto o molesto; era un gesto muy raro en el rey.

-He venido a cumplir la promesa que hice al rey Aztora –respondió Glaius alzando la vista hacia el techo. -. El día de mi renuncia explique al rey mis motivos para retirarme. Él lo entendió, y no intento detenerme, pero me pidió que le hiciese una promesa: Cuando estuviésemos a unos meses de que cumpliesen los sesenta y cinco años de su muerte, debería regresar al castillo para aconsejar al actual rey, sus hijos, y a los Caballeros Reales. ¿Sobre qué? No tengo la menor idea, pero… fue la última orden que me hizo el rey… Y vine a cumplirla.

El ambiente quedo en silencio durante algunos segundos. El rey ya no apretaba los puños, ahora tenía las manos más relajadas.

-¿Alguien puede confirmar tu historia? –le pregunto la princesa.

-Los únicos testigos ya debieron haber muerto por la edad, y los muertos no hablan, ¿verdad?

Definitivamente, la princesa no estaba contenta con la situación ni el comportamiento de Glaius. Parecía que incluso agradecería que el sujeto intentase algo solo para poder partirle la cara.

-He llegado a una decisión… -anunció el rey. -. Serás retenido en el calabozo y custodiado por los dos Caballeros Reales presentes. Debo pensar esto muy cuidadosamente, y no sería bueno tenerte aquí en la sala del trono mientras lo hago –tras lo cual, les hizo una seña con el brazo. -. Escóltenlo a la celda del calabozo de su preferencia a custodiar; Adviertan a los guardias que hacen patrulla que no se acerquen y que ustedes se encargarán. Confió en que podrán mantener al nigromante bajo control…

-Primero me reencuentro con Faith, y ahora debo ella y un lobo con malas pulgas serán mis porteros… De verdad debí haber cometido actos crueles en una vida pasada, o en esta… -al parecer de que soltó una leve risa luego del comentario, Glaius encogió los hombros y bajo la mirada poco después. Ya no se le veía tan animado a hacer bromistas amargas. -. Si eso es todo, vamos entonces… En cuanto más rápido este apartado del hada por una gruesa puerta metálica, más rápido podre relajarme.

Tras otro movimiento de los arboles, y unas palabras de animo de parte de Yurrax a Fío, el causante de aquellas pesadas pisadas tiro un par de arboles para hacerse ver.

Un hombre de dos metros y algo, usando una armadura de malla y telas, dio un par de pasos más antes de detenerse. Iba arrastrando un gran arma con la mano derecha, y no fue hasta verlos que dejo de hacerlo.

No dijo nada. Lo único que se escuchaba era su fuerte respiración. Ha pesar de ser alguien grande, aún era un poco difícil pensar que fue él quien causo tanto alboroto con los arboles.

-Cancel... Magic...

Lentamente pronunció un conjuro básico. Su cuerpo se vio rodeado por un aura brevemente antes de que comenzase a hacer efecto mientras el desconocido volvía a avanzar.

Con cada pisada el suele temblaba levemente. Poco a poco, el individuo fue creciendo más y más hasta superar los nueve metros. Se iba haciendo más lento a medida que crecía, pero igualmente su tamaño imponía al igual que su arma que también fue afectada por la transformación.

-¡GRRrrrah...! ¡Hijos de aquel! ¡Ejecutar! -dijo con una fuerte voz seca.

Sin intenciones de conversar pacíficamente, el gigante alzo su gran arma dispuesto a aplastarlos.

De nuevo, se confió demasiado y termino recibiendo otro proyectil de Sutera. Esta vez si se reflejo más en su rostro el dolor.

-Malditos humanos... -podía ver como Ameline se acercaba a gran velocidad, lista para atacarlo. Estaba en una mala posición, y su objetivo se había escapado. -. Pagarán por esto...

Antes de que la caballera se pudiera acercar y atacar a su objetivo, el hada conjuró rápidamente un hechizo que recubrió sus alas, las cuales se agitaron con fuerza para elevar por los cielos al criminal. Ya a una gran altura, pudieron ver como el hada salia disparada hacia otra dirección.

Tras la partida del hada, el escolta llego rápidamente empuñando el arma de su espalda.

-¿Ha escapado? -les preguntó al ver que no había rastro del bandido, aparte del polvo que levanto al elevarse de esa manera. -. Tsk... Ese monstruo no aprende...

Soltando un suspiro a través del pañuelo que cubría su boca, el chico centro su atención en ustedes.

-Lamento no haber llegado a tiempo para apoyarlas; quería asegurar la protección del representante... Aunque parece que no les fue nada mal. Deberían descansar un poco antes de que continuemos, ¿o prefieren partir de una vez?

Al ver huir al enemigo bajo mi ballesta y me acerco a Ameline por si las columnas de fuego la han dañado pero al ver al representante no puedo evitar reparar en sus palabras La prioridad es la seguridad del protegido. Por mi podemos continuar si quereis. digo intentando calmar el aparente agobio que la situacion le ha procedado para añadir Este... enemigo ¿ya os había atacado antes? acercándose a la dirección de la que provenía para ir a buscar al representante.