Partida Rol por web

Nos lleva más tiempo de lo esperado, pero finalmente llegamos a la cima. Allí hay una tienda de campaña hecha de pieles y rodeada por una empalizada, lo bastante grande como para que dentro haya muchos orcos. Sin embargo no parece haber vigilancia cerca, lo que indica una de dos posibilidades a mi juicio:

1.- El orco se siente tan seguro que no necesita vigilancia en la tienda. En ese caso un ataque sorpresa sería lo más eficaz.

2.- El orco está fuertemente escoltado. Aquí el ataque sorpresa podría ser tan eficaz como contraproducente.

Lo ideal sería poder obtener información del interior, pero en esta situación va a ser muy difícil.

- Oye, Sammy. ¿Conoces algún conjuro que haga que le caiga encima una roca gigante? ¿O que nos permita ver qué hay dentro?

Sonrió con las palabras de Trece.

-No... Pero desde luego que la idea es buena. Lástima-

En su mente se formaba la escena propuesta por el muchacho. Ella levantando una enorme roca con su magia y dejándola caer sobre la tienda, aplastando como a cucarachas lo que hubiera dentro.

-O bueno... Imagina que tuviera rehenes o esclavos... También habrían muerto- Suspiró. -Parece que nos va a tocar acercarnos-

Miró a un lado y a otro del claro, antes de salir, asegurándose de que no hubiera peligro. Luego, abandonó el escondite para acercarse a la parte posterior de la tienda, con cuidado al esquivar las empalizadas. 

Aunque no tuvo mucho éxito. Intentando escalar, no solo se cayó, sino que las cuerdas del laúd rozaron con la madera, haciendo que sonara sin gracia.

Silmeria no fue muy discreta al andar, clavando los pies en la tierra a cada paso que daba, haciendo sonar la gravilla bajo sus pies

- Tienes razón, no sería conveniente si tienen rehenes. Lástima, tocará acercarse y ocuparnos de él o ellos. Id con cuidado, ante el más mínimo problema colocaos detrás de mí. Os cubriré con mi escudo.

Logro acercarme sin hacer demasiado ruido pero trepar, lo que es trepar... no, casi nunca se me ha dado bien lo de trepar, y una clara prueba de ello fue que en el intento se me resbalan las manos y acabo cayendo de culo. A Sammy no le va mucho mejor, pero al menos Sil sí logra trepar, pero no de forma muy silenciosa.

Con más o menos contratiempos, el grupo llegó hasta la tienda. 

Pudieron oír  las voces  de tres orcos hablando entre sí en su gutural idioma que ninguno de los presentes entendía. Parecían cabreados, aunque según teníais entendido, al hablar siempre sonaban así. Fuera lo que fuera el tema de conversación, no sabían de que iba.

Tal vez estaban mosqueados por los ruidos que habían podido oír. O tal vez, simplemente hablaban. Pero solo escuchando no sacarían nada en claro.

Sammy decidió abordar la situación con astucia. Levantó la tela de la campaña. No mucho, tan solo una pequeña rendija, lo justo para poder mirar dentro, aunque solo fuera para contar pares de pies. Cosa que hizo.

-Hay tres orcos. Uno de ellos es el albino. Está sentado en un ¿trono?- o algo así. -Los otros dos están delante, a unos metros con la rodilla hincada. Parecen del mismo tipo que nos hemos cargado antes- Miró a sus dos acompañantes, con cara de pilla. -Entonces... ¿Pasamos al ataque...? ¿O esperamos...?-

Me quedo pensativo un momento tras lo que comentó Sammy.

- Espera. Se me ocurren dos cosas. Lo primero, esos orcos podrían estar recibiendo órdenes. Si se fueran solo quedaría el albino, así que sería el momento para ir a por él. O podríamos atacar inmediatamente con el factor sorpresa de nuestro lado. Hum... - dudo un momento, y recuerdo otro consejo de mi maestro. "Nunca te precipies". Con ese consejo en mente, al final opto por la vía cautelosa - Esperemos un poco para ver qué hacen. Si se quedase solo el abino sería la oportunidad perfecta.

Haciendo caso del consejo de las palabras de Trece, el grupo decide esperar y ver como se desarrolla la cosa. 

Tras varios minutos de gritos y bramidos inteligibles, los dos orcos se ponen en pie. Saludan, y salen de la tienda...

El orco albino se queda solo, relajado y tranquilo en su sillón

Esbozo una sonrisa de oreja a oreja al ver que el consejo de mi maestro ha dado sus frutos. Siempre es mejor pelear contra uno que contra tres. Me dirijo hacia mis compañeras.

- Bien, ahora es el momento. Yo iré de frente y entraré en la tienda para atacar directamente al orco, y vosotras iréis detrás para apoyarme. Trataremos de hacerlo rápido y silenciosamente. ¿Entendido?

Si nadie le pone pegas empuño mi espada a dos manos y me dispongo a entrar para atacar directamente.

Trece, como buen hombre de pelo en pecho, entró a desafiar al orco por la puerta grande. Mientras, Silmeria Y Sammy rodearon la tienda por detrás y se quedaron a la espera.

Por dentro, la tienda estaba decorada con cabezas de todo tipo de bestias: Jabalíes, osos, lobos. Y de no tan bestias, pues habían también algunas humanas. 

En el centro había una fogata, con un enorme cerdo empalado en un asador, haciéndose a fuego lento bien especiado. 

Y al fondo, en un altillo, yacía sentado en su trono de huesos el Albino. Un imponente orco con la piel totalmente blanca.

Miró al intruso con soberbia. Agarró su espada y se levanto, mascullando algo. Bajo del altillo y se acercó a Trece, apuntándole con la espada. 

-Intruso. Humano. Morir. Dolor-

Miro con desagrado las cabezas humanas que decoran la tienda, y miro decidido al orco. Éste es uno de esos tipos que no solo no se puede razonar con él, sino que es necesario combatir por el bien de todos. Con la espada en una mano y el escudo en otra, le encaro.

- Lo siento, señor, pero es usted quien debe morir.

Y dicho esto me dispongo a atacarle... sin embargo el arma se me resbala un poco y lucho por evitar que salga volando a la par de que trato de evitar quedarme demasiado expuesto. Qué mal momento para cometer errores...

El Albino soltó una tremenda carcajada al ver como los actos de Trece no refutaban sus palabras. 

-Humano. Patético- 

El orco no pensaba desaprovechar la oportunidad. Atacó dando un potente golpe que su espada, que Trece logró esquivar. No se esperó que diera un segundo golpe tan repentino, pero por fortuna, también lo eludió. 

A juzgar por el ruido, Trece  debía de haber iniciado el combate. Era su oportunidad. 

Con su daga, rajó la piel de la tienda. Un un buen tajo por el que tanto ella como Silmeria podrían entrar. 

El orco, concentrado en el guerrero, no se había percatado de su presencia. Factor que Sammy aprovechó para lanzar un par de hechizos al albino. 

-Flecha ácida de Melf- Gritó. Acto seguido, un virote color verde abandonó su mano. -Flecha ácida de Melf- repitió

Bufff. Por fortuna pude eludir ambos ataques, y aún no he podido acomodarme del todo la espada. Así que adquiero una postura más defensiva y trato de lanzar un par de ataques. El primero obviamente falla, pero aprovecho el movimiento para reacomodarme la espada y lanzo un segundo ataque más certero.

Sammy y Silmeria se unieron al combate.

La primera entró lanzado dos hechizos, alcanzando con ambos al orco. Silmeria, por su lado, logro acertar con una de sus flechas, clavándose al lado del omóplato izquierdo.

El Albino gruñó. Los golpes le habían escocido. Trató de desquitarse con Trece, pero este estuvo acertado a la hora de defenderse. 

El guerrero atacó. El primer golpe chocó contra el acero de su oponente. El segundo contra su piel. 

La estrategia había salido bastante bien por ahora. Mantengo entretenido al orco mientras éste recibe ataques por todos lados. Sin embargo éste es un hueso duro de roer, aún sigue en pie y bastante enfurecido. Mantengo la postura defensiva para mantener a raya al orco y seguir lanzando ataques por si hay suerte.

Si el orco intenta ir a por mis compañeras trataré de bloquearle.

Los dos hechizos que había lanzado antes habían parecido funcionar, por lo que repitió.

-Flecha ácida de Melf- Y otro virote salió de su mano. Después, entonó un cántico improvisado

-Cuando esta joven locuaz
la montaña subió
con Trece y Silmeria
el Albino murió-
 

Tras los versos, el grupo se sintió fortalecido