Partida Rol por web

Una luz apareció sobre las cabezas de todos, iluminando la escena. Dos grupos se encontraban cara a cara, en aquel cruce tan estrecho.

A un lado, junto a las estatuas de un hurón bípedo y un hombre, se hallaban varias personas, un goblin y diversos caballos. Dos de los hombres eran enormes: uno de ellos portaba una pesada armadura, y apuntaba con una ballesta cargada hacia el segundo grupo; el otro se hallaba agachado, al parecer empezando a encender una fogata. Atrás, junto a un muro de piedra que cerraba el sendero de la izquierda, podía verse a otro hombre, armado con un arco tensado y con unos pequeños cuernos sobre su cabeza. A su lado, un goblin de piel verdosa miraba atentamente a los recién llegados. Y, entre uno y otro grupo, había tres personas: una mujer de rojizos cabellos que, desmontada, acariciaba a su caballo, y dos hombres vestidos con túnicas, sobre sus équidos. Tras ellos, más allá del muro, se podían oír frustrados gritos.

Al otro lado del cruce, había varios jinetes, rodeados por cinco lanceros. Dos de los jinetes eran caballeros, por sus armaduras y portes, y estaban armados. Otro parecía una especie de bardo, o juglar, con sus llamativas ropas y su laúd, mientras que el cuarto era un hombre de aspecto tranquilo, y sabio. Los lanceros, inquietos, apuntaron con sus lanzas hacia el otro grupo, dispuestos a lo que fuera por defenderse.

Y, entonces, se hizo de día. Con una intensidad tal que, momentáneamente, todos quedaron deslumbrados.

El goblin se encogió de hombros ante la pregunta de Oren, mirando fijamente en todo momento a los recién llegados.

- ¡Alto! ¿Quién ser? - gritó marcialmente uno de los hombres subido a caballo y vestido con una túnica de color pardo, similar a la de un monje. Se dirigía hablando con un marcado acento del este europeo al grupo de los lanceros, los dos caballeros, el juglar y el hombre sabio en apariencia.

El hombre aún guiñaba los ojos, intentando vislumbrar al otro grupo mientras recuperaba su visión.

- No atacar - pareció ordenar de forma altiva a los suyos, mientras esperaba respuesta de los otros.

Denis escuchó las palabras de Cicos mientras intentaba recuperar la visión por culpa de aquel maldito resplandor.

El Caballero miro a Oren y a Beoval y les dijo con voz templada, a la vez que se quería dejar oír por los magos:

"Amigos, creo que debemos prepararnos para atacar si es que son hostiles, eso si, esperemos a tener una visión clara de los blancos para fallar lo menos posible si es que entramos en combate."

Para explicarle estas palabras a Beoval, Denis se limitó a señalar al grupo de desconocidos, después señalo su ballesta y continuó con una encogida de hombros, dejando entrever que a lo mejor debían atacarles próximamente, si es que no se entablase una conversación amistosa. 

- No atacar - repitió pausadamente Cicos, sosteniendo desafiante la mirada de Denis el mundano y mirando de soslayo a los otros guerreros. - Escuchar - mandó a los suyos mientras esperaban alguna respuesta del otro grupo.

Denis devolvió la mirada a Cicos, ya que, como anteriormente había dicho en voz alta, no atacarían si no eran realmente Hostiles.

El Templario no era uno esos bárbaros contra los que luchó antaño en cruentas batallas junto a su Orden, este sabia cuando debía entrar en acción y que opciones tendría de alzarse con la victoria. 

No tenia miedo a la muerte pero tampoco quería ir dando la oportunidad de arrebatarle su vida a cualquiera que le buscase las cosquillas. 

Apartó la mirada de Cicos y miró al frente esperando alguna señal del desconocido grupo.

La maga de colorados cabellos entorna sus ojos ante el resplandor repentino. Cubre su visión con una de sus pequeñas manitas mientras que sus anillos emiten un sonido metálico.
Un anciano y un juglar cerraban el grupo varipinto con los dos caballeros.

Por un momento pensó que se trataban de algún hechizo ilusorio, pero su lógica le decía que eran demasiados reales aún para la magia más versada. La iluminación de la resolana, las sombras, las pequeñas piedras...

Cicos había ordenado a sus compañeros que aguardaran. Necesitaban la explicación del proceder de esa gente, y el motivo de su travesía...

"¿pero qué demonios ocurre, Beoval ni siquiera ha terminado de encender la fogata y ya se ha hecho de día?, el tiempo aquí se encuentra alterado, seguramente por un hechizo... ¿qué más cosas podrían estar alteradas en este lugar?..."

Con su arco tensado y una mirada desafiante, Oren se mantuvo inmóvil a la espera de cualquier señal de hostilidad. Pasó de uno en uno su mirada, observando sus vestimentas, armas, porte y actitud. Las Gargantas Gemelas no era un lugar que los viajeros quisieran atravesar a menos que fuera en última necesidad o por algún motivo de gravedad, "van buscando algo, al igual que nosotros".

Al mínimo movimiento brusco caería una flecha. 

La luz había cegado momentáneamente los ojos de Dolfus, cuando recuperó la vista se encontró de frente con un grupo de aventureros,¿serán hostiles? se preguntaba el hechicero mientras esperaba la respuesta a la pregunta hecha por Cicos.

La llegada, más pronta de lo que había imaginado, de la mesnada en dirección opuesta habíale encontrado aún intentando preparar un fuego para combatir la oscuridad que había reinado hasta hace escasos segundos, mas el súbito resplandor del sol de nuevo, que forzó al joven a entrecerrar los ojos momentáneamente, había hecho inútiles los esfuerzos de Beoval. Volvió a guardar las piedras que empezó a usar para prender las llamas, alzóse y pateó el pequeño montículo de ramajos y hierba que había preparado para tal efecto, y una pequeña nube de polvo levantóse al extraño cielo de aquel paraje. Observó detenidamente a los extraños, a los caballeros, a un anciano, a una figura de colores chillones y sobre todo a los lanceros que habían adoptado una posición defensiva, con las lanzas desplegadas hacia delante, cual muro afilado. Observó a uno de los hechiceros emitir algunas palabras extrañas, y por su tono y gestos creyó entender que quería evitar un combate. Atendió a las indicaciones de Denis, que parecían querer decirle que estuviera atento por si algún ataque se desarrollaba, y miró a Oren, que también se mantenía alerta, en espera de los acontecimientos...

La aparicion de humanos cuando levantaba el fanal el juglar lo tranquilizó. Mas cuando observaba mejor al grupo fijose en que no todos eran humanos.Vio como se mostraban reservados, cautos, mas no abiertamente hostiles.

Ser Frithnand, deberiamos presentarnos adecuadamente... con las bestias pululando por estos lares, no deberiamos luchar contra hombres...-Habla, con la voz clara- Señores, dama, mi nombre es Saul y acompaño a Ser Frithnand y sus hombres en su aventura.Espero les haya ido mejor que a nosotros, puesto que hemos estado a punto de ser enterrados vivos por ahi detras. - entonces sonrie, dirigiendose al caballero- Y tal vez , viendo a nuestros acompañantes, de su brazo a torcer en cuanto a lo de que no existen seres feericos.

Al menos son seres racionales y por lo visto educados...pensó Marlene al escuchar las palabras del trovador, mientras continuaba acariciando amorosamente el cuello de su corcel.

La pelirroja miró a Dolfus, esperaba que el Mago haga las presentaciones correspondientes y que sonsacase el fin de los aventureros. En definitiva, era un Jerbiton, Cicos era poco más que un monosílabo bípedo y a ella, poco le interesaban las relaciones interpersonales...

Cicos se percató de la mirada de Marlene hacia Dolfus y entendió perfectamente... ¿Quién mejor que Dolfus y su don de gentes para hablar con dicho grupo? Cicos redirigió entonces su mirada a Dolfus e incluso le instó a que arrancara a hablar:

- ¿Dolfus? -... y es que, dentro del grupo, cada uno tenía su papel...

Rodeado por sus lanceros, Ser Frithnand se irguió sobre su caballo.

-Soy Ser Frithnand, y me acompañan Marcus von Vermeer -señaló al otro caballero-, mi consejero Alberto de Salamanca -hizo un gesto al hombre con aspecto sabio-, y, bueno, ya conocéis a Saul Arnaud, el juglar -indicó, refiriéndose al hombre de llamativos ropajes que antes había hablado-. Si no es mucho preguntar... ¿qué os trae por estas inhóspitas tierras?

Vermeer asintió, y se limitó a observar junto al caballero, mientras parlamentaba con el grupo.
Los sucesos habían sido lo suficientemente sorprendentes como para no inquietarse ante los aparecidos.

Los estados del día cambiantes, por otro lado, si habían deshecho cualquier atisbo de seguridad en el lugar. Hasta la noche misma podía desvanecerse en aquél sitio. Esperó paciente, en silencio, como tenía por costumbre.

Dolfus no entendia las miradas de sus soladis, el no era un gran líder, si es verdad tenia cierto afecto a los mundanos, pero se limitaban a sus artes para el teatro, nada mas, aún así se aclaró la garganta y soltó su discurso gritando, tenía que gritar si pensaba elevar su voz por encima de los ruidos que producían las nutrias gigantes:
-El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido.-y dirigiendo su caballo hacia el camino añadió- Para los valientes es la oportunidad,así que venid conmigo los valerosos de espiritu-.-y salió disparado al galope.

Parecía que Dolfus había olvidado que no estaba encima de un teatro si no en una encrucijada.

Beoval, que desde que se levantara tras abandonar, por inútiles, sus esfuerzos por encender un fuego, había permanecido a la espera, contemplando la breve conversación entre los magos del grupo y los caballeros y el juglar del otro, observó la última intervención del hechicero Dolfus, de su tono grandilocuente mientras emitía palabras desconocidas para él y de su partida en estampida con su montura, cual alma que portara el diablo en volandas.

El grandote mozo, al ver la escena, cesó de roer un trozo de cecina seca que habíase encontrado en uno de sus bolsillos, tirando los restos al suelo, "pero, ¿¡qué demonios..!?, escupió y, dirigiendo la mirada al resto del grupo, levantó ambas manos con las palmas hacia arriba, mientras emitía un gruñido de incredulidad: "...¿¿¿Ehhh???"

Parecía no haber entendido muy bien los gestos y las intenciones de Dolfus el mago...

Tras el discurso, Dolfus cabalgó hacia el camino marcado por la estatua del hombre con la desgastada barba. Tras él, los dos grupos seguían inmóviles. Los lanceros que defendían a los caballeros parecían tensos, aunque era difícil saber si se debía a los inesperados invitados o al extraño tiempo de las Gargantas Gemelas. Tras el muro de piedra que cerraba el otro sendero, se oían aún las voces agudas que, iracundas, parecían querer traspasar la barrera.

Entonces, el sol se ocultó tras unas negras nubes, oscureciendo levemente el cruce. Empezó a chispear, con la frialdad del invierno.

La reacción de Dolfus había dejado estupefacta a la maga. La intempestividad de este último y la cabalgata hacia la nada, le llamaba la atención de sobremanera. Tanto teatro le está afectando...Nadie se había movido, y esperaba que el Mago reparara en ello, y volviera recapacitando sobre lo extraño de su proceder. Madre mía!!! Ni eso puede hacer este sujeto...piensa resignada.

Poco le gustaba hacer uso de su palabra, era una mujer de lógica y acción, y cualquier otra cosa le parecía que era una pérdida de tiempo. En este caso, necesitaban saber quiénes eran los otros? qué hacían en las Gargantas, en ese medio tan inhóspito?...

Mi nombre es Marlene, este es Cicos y el que acaba de salir galopando es Dolfus...dice la pelirroja con una media sonrisa. Y estos son nuestros custos...señalando al resto. Somos de la Alianza de Mistridge y estamos en una misión de reconocimiento de área...dice Marlene escueta. No se sorprendieron ante la visión de Oren y su gobblin, algo que hubiera hecho cualquier simple mundano...por eso he mencionado la Alianza. Veremos si les dice algo.

De pronto el cielo se encapotó y unas finas gotas comenzaron a caer Y qué los trae a ustedes por estos lares?? las palabras de la mujer eran simples, sin tanto firulete, pero su mirada inspiraba confianza...

Beoval encogióse una vez más de hombros. Desde luego no iba a ser él el que tratara de comprender a los magos. Vio que ahora le tocaba el turno a la hechicera pelirroja de llevar la voz cantante en la conversación, y que, estando ésta protegida por sus compañeros y dada la pasividad del grupo con el que se habían encontrado, que no parecía hostil en demasía, lo mejor sería tratar de hacer que Dolfus volviera..."antes de que ese loco se haga daño de verdad...", terminó su pensamiento suspirando y negando con la cabeza.

Hizo un gesto a Denis y Oren, señalándolos y luego apuntando su dedo hacia el suelo, para luego señalarse a él mismo y a posteriori, dirigir su dígito hacia el camino tomado por el mago. Se giró, fue en busca de su montura y encaminóse en pos del Jerbiton errante...