Partida Rol por web

Sin esperar ni un momento, Nathaniel Rixton alargó el brazo para agarrar la mano de David Shepley, a fin de cuents, era una de las personas a las que peor se le vería si de la nada, decidiera abofetearle la cara por tocarle la mano sin su permiso. Un evidente plan casi sin fisuras, a diferencia de Nathaniel Rixton.

-David es como mi familia, -dijo con un tono lastimero, y a su vez amable- es casi como el primo tonto para mi.

En efecto, aquel momento bonito no iba a durar ni la frase en la que este lo estaba haciendo.

  Shepley retiró la mano rápido, casi inconscientemente. El cinismo de aquel hombre no tenía límites. 

- Oh vamos, déjenme hablar con el doctor para que le dé el alta cuanto antes. Estoy seguro de que el padre Rixton podría salir hoy mismo del hospital; la herida fue fea pero sólo afecta al brazo, no creo que necesite permanecer bajo observación. Además -añadió siguiendo la línea de actuación que él propio padre llevaba haciendo desde que le conoció- ¿que más observación que la de Nuestro Señor puede necesitar? Dios se encarga de velar por su salud para que pueda seguir transmitiendo sus enseñanzas, ¿no es así padre? 

 El ilusionista prefería ir cuanto antes. Una incursión rápida para echar un vistazo al siguiente eslabón de aquella cadena envenenada… El doctor Forsyth y Nowak eran personas razonables, estarían tranquilos en el hospital. Pero cualquiera conseguía dejar allí a aquel cura metomentodo. 

Jenny permaneció en silencio un rato esperando la decisión de todos, incluso cuando los médicos dieron su opinión Jenny permaneció sin abrir la boca, a fin de cuentas si no tienes nada que añadir a una conversación mejor no decir nada, de lo contrario seguramente peques de estúpida. La decisión de David parecía ser la misma que la del "cura", faltaban pro pronunciarse el galeno y el escritor, aunque este último no creo que perdiera la oportunidad de ser parte de la historia que podría escribir en un futuro.

Buster buscó confirmación en el doctor Forsyth.

—Confieso que me da mucha curiosidad lo que sea que haya en esa taquilla, pero quizá deberíamos ir todos. Sería injusto dejar aquí al hombre que nos salvó la vida a todos pudiendo ir mañana. Además, tenemos la llave.

A pesar de su aspecto desgarbado y vulnerable, el escritor logró hablar con firmeza. Mostrando un gran respeto por el galeno.

A duras penas el doctor conseguia incorporarse. Se le notaba cansado y convalesciente.

- Haced lo que debais. No quiero que tengais que depender de mi y mnenos en mi estado. Ahora mismo no seria mas que una carga y de muy poca ayuda.

Id y averiguad lo que sea que hay en esa taquilla y luego me lo contais. No os preocupeis por mi. 

Las palabras de Buster Nowak sorprendieron al hombre de Dios, pero a su vez también lo habían ablandado como un caramelo duro al cual un anciano sin dientes se limitaba a babosear y a chupar hasta que quedara blandito en forma de popurrí. A pesar de ello, Nathaniel Rixton no estaba cubierto de babas.

-Estoy de acuerdo, -comentó Nathaniel Rixton- sería injusto que me dejaráis atrás.

En efecto, el Padre Nathaniel Rixton se había autoproclamado como salvador, a pesar de que lo único que este hombre hubo hecho fue huir de la escena tratando de dejarlos a todos atrás, pero tan solo por el peso de su egoísmo -y todo lo robado- le impidieron lograr su cometido.

- De acuerdo, entonces ¿Qué os parece si me quedo protegiendo a los heridos mientras los demás recogéis el contenido de la taquilla y lo traéis para seguir la investigación?

- Está bien está bien -dijo David Shepley indicando con un gesto de sus manos que se daba por vencido. - Me parece justo. Wayne nos metió a todos en esto y es de ley que permanezcamos unidos. Podemos esperar, se trata solamente de un día, no creo que cambie nada por esperar apenas unas horas. Iremos mañana a la estación. 

 David casi se sentía culpable por haber puesto tanto énfasis en partir cuanto antes hacia allí. Aunque en su cambio de opinión posiblemente pesaba más la reticencia a emprender dicha incursión con el padre Rixton como único compañero que el sentimiento de culpa. 

- Yo también me quedaré aquí, apoyando a los enfermos. Como digo ahora es momento de ayudarnos entre todos. Permítanme eso sí que haga una llamada a mi casa para avisar de que no iré esta noche. 

Los herederos se quedaron toda la noche en el hospital. Las sillas que les facilitaron no eran nada cómodas, a diferencia de las camillas. Algunos de los presentes todavía estaban nerviosos por lo ocurrido. Un amigo había muerto y otro había estado a punto de correr su misma suerte sacrificándose por los demás. Habían estado tan cerca de ver la muerte con sus propios ojos otra vez que empezaba a resultar desquiciante. ¿Cuánto más estarían dispuestos a sacrificarse por dinero? ¿Realmente merecía la pena? Al final, para algunos de ellos había razones aún mayores. Cumplir el último deseo de un buen amigo, o un esposo, y se reconfortaban pensando que actuaban por un bien mayor y no por el vil metal.

Al día siguiente, se dirigieron a la estación Pennsylvania. Tal y como Jenny había supuesto, la taquilla 47 estaba ahí, a su nombre. La llave encajaba en el candado. 

Y allí estaba: entre libros ajados y varias carpetas repletas de documentos amarillentos había un dossier que destacaba sobre el resto. Era de cuero. Un extraño cuero carmesí que no parecía teñido y era suave al tacto. Grabado sobre la cubierta principal había un grabado con el emblema de la familia Wayne.

Entonces, todos recordaron las últimas palabras del testamento del difunto Bruce:

Como última voluntad deseo que todos los presentes, a excepción de mi abogado, se reúnan con mi buen amigo Jackson Elías y busquen el dossier rojo con el sello de mi familia. Ahí tendrán el resto de las instrucciones.

El Padre Nathaniel Rixton tuvo una noche relativamente mala, de hecho para muchos podrían considerarlo como una simple pesadilla pero dentro del cuerpo de aquel cura sabía, con certeza absoluta, que esto que había soñado era algo a lo que tener en cuenta. Pero por suerte tendría el apoyo de aquellos otros cuatro.

-Días... -Comentó con un gesto algo más gruñón del habitual- Menuda pesadilla tuve anoche, soñé que luego de conseguir el dinero me perseguían los del IRS para que pagara "Impuestos" porque no consideraban esto como una donación religiosa que está exhenta de impuestos... ¡Menuda pesadilla!.

Una persona educada y con capacidades afectivas por ellos preguntaría por qué tal pasaron el resto aquella noche, pero porque al Padre Nathaniel Rixton le importaba él mismo y luego el dinero... y ya si tal un tipo barbudo, este amor que tenía no era suficiente como para preocuparse por las aventuras oníricas de los demás.

Baummmmm

Las pesadillas golpearon la mente de la millonaria con una inusitada y furiosa fuerza. A mitad de la noche comenzó a agitarse en el incómodo sofá de invitados de la habitación de hospital para, horas más tarde, turbada por las imágenes desquiciantes que sólo ella veía en su imaginación, se levantó presa del pánico y aún con la mente presa de las horrorosas escenas corrió hacia la salida, sin saber muy bien en qué dirección huir corrió por el hospital sin rumbo hasta que entró de forma súbita en una sala austera, con camillas metálicas, para desgracia de Jenny había salido en dirección a la morgue, cuando sus ojos vidriosos vieron los cadáveres colapsó. Al cabo de un par de horas la encontraron, estaba en un rincón sentada, con la mente todavía entre el mundo de los horrores cósmicos y el nuestro.

  Como no podía ser de otra manera, a David Shepley le costó conciliar el sueño en aquella incómoda silla. Tratando de encontrar una postura que le permitiera relajar la espalda y estirar las piernas no dejaba de darle vueltas al intenso día vivido. ¿Qué demonios hacía en esa habitación de hospital? Estaba allí mal durmiendo con cuatro desconocidos en vez de estar en su apartamento con su mujer y su hijo. Se había metido en una aventura demencial que amenazaba con resultar muy peligrosa sin tener garantía de que al final pudiera conseguir ese fantasioso botín. ¿No debería dejarlos a todos allí y volverse a su casa, olvidando todo ese asunto? 

 Trató de centrarse entonces en que estando allí al menos estaba agradeciendo al doctor el generoso sacrificio que hizo por ellos, estando a punto de perder su vida. Luego pasó a recrearse imaginando cómo podría ser su nueva vida con todo lo que le prometía el malogrado señor Wayne…y consiguió dormirse. No fueron muchas horas de sueño ni un descanso totalmente reparador, pero al menos su sueño fue bastante más amable que el de sus compañeros: conducía un Mercedes Benz en dirección a su casa de verano en una playa de Maine…

Al doctor no le costó demasiado dormirse esa noche. Los calmantes hacian su efecto los sueños se sucedian uno detrás de otro sin cesar.

Solo dos de aquellos herederos habían logrado conciliar el sueño sin incidentes. Tanto Shepley como Forsyth se sentían en plena forma pese a haber pasado la noche en un pulcro aunque incómodo hospital. Sin embargo, la señorita Barnes y el padre Rixton no habían tenido tanta suerte. El haber estado tan cerca de la muerte les había pasado especialmente factura.

Pero había que seguir adelante. Al fin estaban ante el dossier rojo del que hablaba Bruce en su testamento. El mismo que pretendía proteger Jackson Elías, hasta el punto de llegar a esconderlo en aquella taquilla de la estación de Pennsylvania.

Jenny fue la que hizo los honores, pese a que le temblaban las manos. Dentro había entre algunas indicaciones, cinco pasaportes, cinco billetes de barco hasta Francia y cinco billetes de París-Atenas a bordo del lujoso Orient Express. Algunos de los papeles contenían información de hoteles, mapas, personas y su información de contacto, y una nota sorprendentemente reciente:

Queridos amigos:

Si estáis leyendo esto significa que Bruce y yo ya no estamos entre vosotros, de una forma u otra. Probablemente os sintáis muy confusos ahora mismo. Tanto el señor Wayne como yo formábamos parte de una famosa expedición relacionada precisamente con el guardapelo que tenéis ahora mismo en vuestro poder. Ambos lamentamos arrastraros a este sinsentido, pero es de vital importancia que toméis el relevo.

El dinero que os habrá ofrecido Bruce os resultará irrisorio en comparación con la meta de la expedición. Nos encontramos con que no solo se trataba de fama o riquezas, sino un descubrimiento muy importante para la historia de la humanidad. Algo que salvará millones de vidas. Una vez más, lamento el secretismo. La importancia de esta empresa lo requiere, de ahí que no pueda daros toda la información todavía. Por desgracia, no pudimos llegar al final por falta de tiempo, por eso quisimos disponerlo todo para que vosotros podáis.

Por el camino encontraréis enemigos, pero también personas que os ayudarán. Toda la información que necesitáis está en este dossier.

El Padre Nathaniel Rixton tenía un día de perros, probablemente por aquella pesadilla que soñó esa misma noche, aunque esto no fuera a ser lo único de lo que hoy se quejaría, aunque lo que este aún no sabía es que su día empezaba mal e iba a empeorar gradualmente.

-Tenían que haberme dado drogas más fuertes... -Refunfuñó mientras tomaba la nota de Jenny para leerla el por sus propios medios- Y genial... espero que esto sea un viaje por el viejo continente con todos los gastos pagados... aunque no me apetece mucho viajar... los viajes están llenos de extranjeros...

- Por los gastos no se preocupe, se hará cargo de los gastos de transporte y alojamiento la empresa "Wayne-Barnes", debería más bien preocuparse del estado de su alma y de estar en paz con su Dios, sea cual sea. La recientemente viuda se había levantado en un cuarto que resultó ser la morgue y no recordaba nada de como había llegado hasta allí, tan solo las imágenes que se alojaron en su inconsciente para quedarse y atormentarla en momentos de tensión.

Que la empresa "Wayne-Barnes" se hiciera cargo de los gastos de viaje era una gran ventaja y aún más un mayor alivio para el Padre Nathaniel Rixton, el cual estaba algo corto de liquidez y de iglesias con campanarios más altos que los de sus vecinos... o no calcinadas...

-Prefiero estar en paz con el banco. -Respondió el hombre de Dios- Tengo por seguro que Dios puede ser vengativo a la vez que puede ser benevolente... del banco tan solo tengo claro lo primero.

¿Puedo ofrecer pagar las deudas de Nathaniel a cambio de su ayuda con la campaña?