Partida Rol por web

El frenesí del combate. Ese tiempo que medía en que uno aprieta el gatillo por primera vez hasta que suena el último disparo, y ese sordo silencio que se forma, que provoca dolor en los oídos. Entre medias, miedo, sangre, gritos, estertores... y muerte. No hay nada de épico en una guerra. Es todo... nauseabundo. 

Por eso, cuando disparé mi carabina por tercera vez, contemplé con cierto horror como los demonios pasaban sobre sus propios muertos, pisoteandolos sin ningún tipo de respeto o pudor, sin importarles lo más mínimo que estuviesen muertos o heridos, o sencillamente que hubieran tropezado. Tenían un objetivo, nosotros, la Vera Cruz, lo demás no les importaba. Estaban ciegos. Y el lazarillo que los guiaba no se mostraría mientras quedase alguno de esos engendros vivos. O no-muertos.

Con determinación volví a apuntar y abrí fuego. Esta vez solo realicé dos disparos, prefería tener la certeza de que cada uno de ellos incapacitaba a uno de los nephilis porque, caído uno, otro ocuparía su lugar.

¡¡Eh, tíos!! Aguantemos lo que podamos... 

El plan lo dejamos claro, y confiaba en que todos nos ciñéramos a él, pasara lo que pasara. Cuando ya no pudiéramos más, daríamos la señal y correríamos hacia el siguiente puesto defensivo, dejando una granada en mitad de la cripta. Un pequeño obsequio en forma de puto T.N.T.

Vuelta a empezar... matraca y hacia la siguiente base. Si caía esta también, correr hacia la séptima, y volar el acceso a la Vera Cruz era fundamental. Solo esperaba que si llegábamos a eso, nos diera tiempo a pasar o el techo aguantase otra voladura.

El sarcófago estaba lleno de polvo por lo que Steve se tapó la boca con la ropa a fin de filtrar las partículas en suspensión que le pudieran hacer estornudar y delatar su posición.

Desde la tumba pudo ver por las rendijas a alguno de sus compañeros que comenzaba a abrir fuego, la estancia se iluminaba con cada golpe del percutor,  el francotirador se acomodó en el interior del reducido espacio pues tendría que pasar allí algunos minutos con la suficiente sangre fría para no ser descubierto.  El especialista desenfundó su arma corta a fin de tenerla preparada por si algún demonio asomaba por la abertura, la situación era caótica con la resistencia de sus compañeros y sin duda aquella tumba otra de tantas era algo que pasaría desapercibido mientras el fragor del combate perdurara.

Steve repasó el plan en su cabeza una y otra vez, sabía que solo tendría una oportunidad, esperaría que el enemigo pasara de largo sobrepasando su posición teniendo así una única oportunidad.

La pesadilla volvía a empezar y debíamos eliminar a la mayoría antes de empezar a retirarnos. Parecían que entraban sólo cinco soldados enemigos por lo que quedaba de apertura, tras la explosión. Tras hacer los dos disparos escuché el sonido característico del arma al acabarse el cargador:-CLANK! Recargando!-dije mientras expulsaba el cargador del arma y sacaba el que había dejado preparado para poder recargar lo más rápido posible. 

Franklyn estaba situándose aún cuando las huestes de Zephon entraron en el lugar. Todo lo que pudo es encarar el subfusil y disparar un único tiro. Esperaba al menos que valiese la pena. 

¡¡Eh, tíos!! Aguantemos lo que podamos... 

Walter se lleva el rifle al hombro para disparar mientras recuerda que su misión no es tanto abatir enemigos sino organizar a sus compañeros. No podía permitir que en el fragor de la batalla quedaran copados. Así que antes de disparar trata de valorar el aguante de los monjes de hierro y el avance de los demonios (*).

-Que no vuelva a pasar -se dice.

El estampido de las descargas de fusilería, los gritos de los monjes, el ruido del combate rebotando en las paredes y el techo bajo de la cripta aturden al doctor; pierde unas décimas de segundo preciosas, angustiado por volver a fallar. No siente miedo a morir, siente miedo a no hacer todo lo posible por salvar la vida a los hombres que están con él, incluso las muertes de los monjes de hierro pesan en su corazón...

Un grito agónico le hace reaccionar y dispara.

La primera ráfaga había resultado bien, una inyeccion de adrenalina recorrió el cuerpo de Mike. Se movió hacia una columna que tenía cerca y la usó como refugio después de una segunda ráfaga:

-¡Comeos esto!- Gritó enfervorecido. Tenían que aprovechar la ventaja para hacer el mayor numero de bajas posibles, no disparó a Zephon que parecía ser inmune pero si lo hizo sobre sus acólitos, los que iban asomando y abriendo el boquete.

Ahora estaba apoyado tras la columna, Halcón y Lieber debían ir retrocediendo hacia ellos, listos para salir de la cripta. No entendía bien lo que hacía Halcón pero sabía lo letal que era disparando por lo que no dudó de él.

Poco a poco la brecha en la falsa muralla se ensanchaba a medida que los demonios cruzaban el umbral abierto a fuerza de explosivos.

En esta ocasión siete ingresan raudamente a la sala de la cripta, de los cuales cinco son abatidos por los disparos de los soldados. Los monjes en esta ocasión disparan sus virotes utilizando las ballestas pero sus aciertos apenas logran enfadar a los nephilims con sus impactos no letales.

Por lo tanto la siguiente acción de los monjes guerreros es luchar cuerpo a cuerpo con el enemigo, solo que antes los demonios devuelven el fuego. Sus disparos derriban a dos monjes, hiriendo gravemente a los religiosos.

Finalmente los dos supervivientes de esta ronda avanzan por la derecha bajo la cobertura de las columnas y las tumbas en dirección a Franklyn, Mike y los monjes que allí defienden.

Ahora, con la apertura ensanchada, es posible que ingrese a la sala el doble de enemigos y con ello la situación se complique para los defensores…

Franklyn sin duda estaba confundido por el caos que se desataba a su alrededor. Apenas alcanzó a disparar un tiro contra el grigori que se abalanzaba sobre él. Era un disparo fácil. No podía fallar. 

Intentó retroceder, pero le resultó imposible. Si el enemigo no caía, estaría a su merced. 

La situación estaba empezando a ir en favor del enemigo. Habíamos abatido a cinco pero siete habían entrado en su lugar y empezaban a dispersarse. Los monjes de hierro cumplían con su rol y parecía que frenaban el avance del enemigo, eso nos daría la oportunidad de volver a disparar.

Recargué rápidamente, tiré del percutor y el siguiente proyectil estaba en la recámara listo para disparar. Apunté hacia uno de los soldados que se acercaba a la posición de Franklin y disparé.

Esta vez ni me permití levantar la vista del visor a sabiendas de que perder esos dos segundos podían significar que alguno de esos cabrones siervos del diablo alcanzara a Miky, o a Frank... y eso era algo que no me podía permitir. 

Así que, solo me busqué el siguiente objetivo y en cuanto llegué a él, un perfecto y putrefacto nephilim - que Dios te guarde en su gloria - con una descomunal cabeza, de tamaño antinatural, una piñata perfecta para descerrajarla de un disparo...

¡Cómete esa... cabeza-buque!

Y disparé...

Y volví a disparar...

Dos mejor que uno. Y busqué al siguiente... mientras no dieran orden no abandonaría mi privilegiada posición.

Los disparos comenzaron a rugir y a llenar la habitación de un ruido ensordecedor, el fuego de contención parecía funcionar pero pronto la presencia de los demonios se hizo cada vez más presente y aunque varios de ellos cayeron por los disparos otros reponian su lugar rápidamente.

Steve permanecía agazapado intentando ver lo que sucedia atraves de las rendijas de la tumba evaluando la situación.

-Muralla de escudos (*) -grita Walter a los monjes-. ¡Qué no entren! ¡Empujadles!

Hay que contenerlos y hacerles todo el daño posible aquí, piensa Walter, aunque sabe que todavía tienen otro punto defensivo, el último, donde no estarán solos. No es el momento de resistir a muerte, pronto llegará.

-Blachowicz, Yakovlevich -susurra el doctor mientras toma puntería sobre uno de los demonios (**)-, recordad que hay refuerzos en la sala de la cruz, antes de que rompan la línea de los monjes, deberemos retroceder. ¿Os queda alguna granada?

Dispara.

-Muralla de escudos  ¡Qué no entren! ¡Empujadles!

Los guerreros de las catacumbas tienen más habilidades combativas que sus congéneres de la superficie pero su capacidad de pelea que ha detenido en el tiempo siglos atrás. Su estilo de combate medieval poco o nada puede hacer contra las actuales y mortíferas armas de fuego que escupen decenas y decenas de balas por minuto.

Incluso la muralla de escudos propuesta por Walter se cae a pedazos ante los disparos y ataques sobrehumanos de los nephilims. Tal vez el sacrificio noble de los monjes guerreros le otorgue el tiempo suficiente para que estos retrocedan a la sala de la cruz por un último intento…

Franklyn, el más expuesto a los demonios, es salvado en el último segundo por sus compañeros antes que la sala se convierta en un escenario de batalla campal, donde por doquier la muerte permanentemente cosecha vidas.

En cualquier momento los demonios conseguirán abrirse paso porque desde la retaguardia pueden visualizar un par de alas angelicales y el fulgor de una espada flameante. Zephon ha entrado a la batalla y avanza por la izquierda partiendo hombres por la mitad con su filo imparable.

Ante la dificutad de abrir fuego desde su posición sin herir a un aliado y corriendo el riesgo de ser rodedado, Franklyn convino que lo más sensato sería retroceder. En el cuerpo a cuerpo no tendría mucho que hacer. Así que se retiró hacia atrás en busca de una posición más segura desde la que prepararse para lo que vendría a continuación.

.-No, no me queda ninguna granada. Además haría más mal que bien la granada.-le contesto a Walter al pedir la granada. Ya la había usado antes de que llegara el enemigo así que tan sólo me quedaban de humo. Pude ver por el rabillo del ojo que Franklin se empezaba a mover, retrocediendo mientras se cubría con las columnas:-Billy, hagamos fuego de cobertura para que Mike y Frank, puedan acercarse.-dije justo antes de disparar hacia uno de los demonios que acababa de disparar a un monje, con tan mala suerte que en la trayectoria de disparo se había interpuesto otro monje que ocupaba el lugar de su hermano caído:-Mierda.-dije antes de volver a pensar en la cobertura:-Venga Billy! Tres...dos...uno. Fuego de cobertura!-grité y empecé a disparar contra el enemigo para ayudar a Mike y Franklin y que retrocedieran. 

Se les echaban encima, Mike sintió que se quedaba paralizado, los monjes estaban cayendo como fichas de dominíó. Los demonios les forzaban a retirarse, retroceder hacia la estrechez del tunel que llevaba a la Santa Cruz.

A Mike le quedaban pocas balas y pronto tendría que recargar. Boris le brindó apoyo y Mike aprovechó para retroceder, vió que Franklyn hacía lo mismo.

-¡Venga, Corre!- Le gritó, acto seguido retrocedió hacia la salida desde allí disparó un tiro a fin de ayudar a Boris con la cobertura de Franklyn.