Partida Rol por web

Todo era oscuro, apenas y escuchaba algunas voces decir mi nombre, y entonces la primera explosión. Se escuchó distante, algo efímero antes de escuchar otro poderoso estruendo, y de pronto luego de un pinchazo volví a la consciencia. Pude ver a Walter, bendito sea, que de pronto casi que cargándome me empezó a llevar a cubierto antes de escuchar otro poderoso bombardeo en la distancia, y nuevamente una gran explosión, como si un trueno cayera directamente en las trincheras se escuchó, y apenas sentía que mis oídos llegarían a escuchar eso.

-¡Carajo, y-ya están aquí!- Grité, solo para que el ruido de mis gritos fuera increíblemente opacados por el de los obuses y la artillería que caía sobre nosotros mientras dejaba de tambalearme y rápidamente recuperaba el control de mis piernas para seguir al doctor, sintiendo por alguna razón algo de peso extra en mis bolsillos... Pero ahora mismo no era momento para ver que rayos eran.

Esos segundos, o minutos tal vez, de ataque de artillería deja un paisaje desolador lleno de cráteres, arboles caídos y niebla de guerra producida por el humo y el olor a pólvora de los obuses.

Cuando termina el ataque de la artillería la mayoría se percata que prácticamente se han enterrado en el fondo de sus trincheras o allí donde las salvas los sorprendieron. Con los dedos enterrados en el barro por buscar algo de que asirse, se percatan que ese infierno ha cesado por ahora para dejar en todos el zumbido ensordecedor que poco a poco desaparece.

Entonces en ese momento es posible comprobar el daño que la lluvia de fuego ha ocasionado. Tumbas de la gran guerra han volado por los aires, diseminando féretros y esqueletos de antiguos soldados allí enterrados, desperdigando pesadas losas y cruces de piedra junto con mortales y filosos fragmentos de coníferas. Más atrás la iglesia tampoco tuvo suerte. Su campanario y parte de su techo han colapsado por el fuego concentrado y las llamas amenazan con consumir el edificio entero.

Lo peor llega luego que la niebla del bombardeo se disipa. Algunos pobres diablos han sido enterrados vivos en sus agujeros por los disparos certeros y otros han sucumbido al salir de sus trincheras por el pánico y ahora yacen despedazados en todas direcciones.

Algunos, que todavía respiran, se aferran los intestinos y llaman a sus madres. Otros, más desafortunados, se arrastran de regreso a sus posiciones dejando un reguero de sangre al haber perdido sus piernas.

Con este espectáculo dantesco el bosque de enfrente parece encogerse por momentos, como intentado contener a los atacantes que observan con delicia la muerte provocada en las líneas americanas.

Finalmente sucede. Las fuerzas de choque nazis, los temibles SS, salen del bosque a paso ligero por decenas y decenas. En la distancia parecen fantasmas de la nieve, con sus camuflajes blanquecinos y escoltados por un transporte semiogura de tropas. No hay evidencia de los tanques tiger y las tropas fanáticas nazis avanzan de manera descuidada, sin precaución y al alcance de las armas americanas.

Una vez acomodado Steve apostó su rifle y miró a través de la mirilla, el humo de la artillería no tardo en disiparse dejando ver la línea de árboles.  Apenas unos minutos desde el cese de las bombas comenzaban a apreciarse los primeros uniformes.

Ya vienen

Dijo el especialista mientras trataba de distinguir algún oficial entre la tropa y preparar un disparo.

Desde su posición Franklyn observaba como el enemigo comenzaba a aparecerse de entre los árboles, agradecido pero intranquilo porque hubieran cesado las salvas de artillería. Eran muchos. Demasiados. Le pareció que estaban por todas partes ¿pero qué era esto?¿una puta división entera?¿y qué narices buscaban allí?¿Acaso el chalado del bigote no tenía nada mejor que hacer con una división entera de las SS?

Oculto entre los árboles intentó preparar una sorpresa a los frankfurters. Unas buenas cargas que detonarían cuando llegasen al punto donde ahora se encontraba. Se apresuró a poner las cargas. Quedaba muy poco tiempo. 

Hijosdeputa, puede que hoy mordamos el polvo, pero me llevaré a un buen puñado de vosotros antes.

No se podía creer que el loco del granjero hubiera salido por patas del pozo de tirador. Vale que era una mierda de cobertura, pero peor aún era el no tener ninguna, y escapar por patas como un vulgar desertor. - Allá tú insensato.

La C1911 de su cadera tendría que esperar. Ahora le tocaba el canto de ametralladora. - Owen, amunicionador, vamos. La orden era sencilla. Cuando le necesitase, allí estaba, y cuando le dejara, que sería cuando ya no quedara bala alguna de la MG, podria usar su fusil. Este era el momento del canto de las balas. Se sacudió levemente la tierra de encima, y limpió, sobre todo la entrada de alimentación de la cinta, tiró de la palanca de montar, y pensó para si: - Canta nena, canta. Empezó tirándole al grupo más nutrido de soldados, para que los proyectilres, si pudiera ser, atravesaran un boche, y luego al de detrás. Cuanto más trabajo hicieran de una sola taca, menos tendría que usar la zapa luego, pegando porrazos.

- Eso, eso, venid, que luego usaré vuestras armas y municiones contra vosotros mismos. Pensaba con odio mientras tableteaba ensordecedoramente el arma que disparaba.

Mike aún no se había fijado en que no estaba solo en la trinchera, se lo tranquilizó un poco al ver a sus compañeros.

-¿Estáis bien? ¡se acercan!.- Preguntó sin levantar la cabeza, estaba apuntando dispuesto a comenzar a disparar a los alemanes que venían quizá demasiado confiados. Hablaba más alto de lo normal pues aún tenía un poco de sordera temporal causada por la explosiones y la artillería.

Quería asegurar el tiro pero si esperaban demasiado la superioridad numérica les aplastaría. Por fin encontro un objetivo asequible, no quiso pensar demasiado, había venido a la guerra y su trabajo era matar alemanes al fin y al cabo.

Aguantó un instante la respiración y, totalmente inmóvil apretó el gatillo de su M1, inmediatamente se preparó para volver a disparar

Con el fusil en las manos (un M1), Walter cierra un instante los ojos para ignorar los quejidos de los heridos; todas las fibras de su ser le impulsan a correr a atenderlos, pero si quiere que tengan una posibilidad, primer tendrán que repeler el ataque alemán... pero están tan cerca.

A través de los jirones de humo y polvo los alemanes parecen fantasmas que avanzan impelidos por un viento sobrenatural...¡tan cerca! No termina de comprender cómo han llegado hasta allí, juraría que el bombardeo sólo ha durado unos segundos.

Mira a su derecha, hacia Sanders, que ya ha tomado posición y está haciendo blanco. Trata de inspirarse en su sangre fría.

Ya comienzan los primeros disparos, primeros aislados y luego el tableteo de la ametralladora de O´Connor ahoga cualquier otro ruido.

Aprieta el fusil, sitúa la culata con cuidado sobre su hombro y se suma a la batalla, apostado entre unos sacos. "No asomes la cabeza, doc", recuerda la coletilla que le dicen todos los hombres de la compañía.

EL enemigo empezaba a salir de la línea de árboles que teníamos enfrente de nuestras trincheras para cuando había terminado el fuego de artillería. Estaban lejos pero tenía que probar si el subfusil hacia lo que tenía que hacer. 

Asomé la cabeza, seguido del subfusil, y apunté al primer alemán que vi. Desde la mirilla parecían estar más lejos de lo que parecía. Coloqué el subfusil de automático a semi para no malgastar munición, respiré profundamente y tiré del gatillo al exhalar para que el culatazo del arma no me doliera tanto. Vi volar la bala cerca del boche pero vi como pasaba de largo para estrellarse en un árbol que tenía por detrás:-Mike, estás muy tenso con esa cosa, relájate antes de disparar o tu propia culata te romperá el hombro.-le dije al novato al ver lo rígido que estaba. 

El fuego de artillería cesó de manera igual de brusca que comenzó, dejando una densa niebla que ni el puto Londres en un día húmedo.

Pero, todo había que decirlo, al menos la falta de visibilidad impedía ver el espectáculo dantesco que su dispersión hizo que pudiéramos contemplar... un escenario casi apocalítpico, con muchos buenos soldados, algunos incluso podrían llamarse amigos, diseminados por el suelo, y no todos enteros. Donde antes había tumbas para el eterno descanso de quienes perecieron hace unos años, ahora solo había enormes agujeros que semejaban las fauces abiertas de algún monstruo primigenio.

Aun así... nada nos preparó para lo que estaba por venir. Decenas de alemanes surgiendo de las sombras, como una plaga de langostas. Los emblemas de las SS brillaban, destacándose del negro uniforme, pese a la distancia...

Miradlos... hijos de puta, parece que le han sacado brillo a sus putas calaveras... bien... mandemosles al infierno, por atajo.

Y me acomodé la carabina, montando en unos pocos segundos la mira telescópica que tenía en el bolsillo. Me daría un plus de acierto, y nos iba a hacer falta, joder.

¡Bom!

¡Bom!

¡Bom!

Hasta tres disparos seguidos hice, sacándole el máximo partido a la capacidad de fuego del fusil y al exigente entrenamiento recibido.

Una vez de vuelta en la trinchera le sonreí tanto a Riley como a Billy. -Hey, ¿Listos para matar nazis?- Y a pesar del bombardeo donde perdimos vete a saber cuantas personas, a pesar de la cantidad de nazis que venían hasta nosotros y todo lo demás, seguía confiado (o al menos eso aparentaba).

Tomé mi FG24, apunté afuera de la trinchera, y en ese momento cuando se empiezan a ver a los Nazis es cuando se empiezan a escuchar disparo tras disparo de nuestro lado, pero para asegurarnos de que los hijos de perra no hagan un avance, empiezo a apretar el gatillo, dejándolo presionado mientras empiezo a moverlo de izquierda a derecha por esa fila de árboles.

Boris tenía razón. Claro que estaba rígido, estaba nervioso, tenía miedo, y veía como un montón de alemanes se les echaban encima. Y lo peor de todo, había fallado el primer tiro, eso lo desconcertó, no estaba acostumbrado a fallar.

-Son muchos, Boris.- Le dijo a su compañero de trinchera, que también se había puesto a disparar.

Sin entretenerse disparó de nuevo, pero un incómo zumbido seguía sonando en su oído interno restándole concentración.

Volvió a fallar y maldijo. -Demonios, ¿que me pasa?.- Se dijo a si mismo en voz alta. Sacudió la cabeza e intentó relajarse y concentrarse para seguir disparando.

Las fuerzas de asalto germanas avanzan inexorablemente hacia las trincheras de la compañía 28 a sabiendas que los disparos contra ellos fallan en gran media. Pese a eso ellos también disparan en su avance ininterrumpido, que también es en vano porque los valientes soldados en sus trincheras tienen mayor protección.

Las tropas SS se dividen ahora en tres grupos principales, con dos en cada flanco tratando de rodear a los defensores y atacar por igual las trincheras en cada extremo. En el centro, el grueso del poderío nazi, avanza con el transporte blindado y los soldados a su alrededor.

Si todo marcha correctamente Franklyn podrá plantar una carga explosiva para machacar al grupo del flanco norte. Aun no ha sido visto por los nazis, cosa que es buena porque luego no tendrá mucho donde ocultarse cuando lo descubran.

Steve, en la retaguardia solo encuentra un SS-Unterscharführer, que es una especie de sargento segundo, avanzando junto al transporte blindado. Tal vez, si quiere buscar un pez gordo, debería esforzarse más.

Ahora es cuando las posibilidades de Brannagh y Tala de abatir enemigos aumenta con creces, porque el alcance de sus armas es óptimo si la puntería lo merece. Pese a la lluvia de balas el enemigo no atina a buscar cobertura o menos aun a detener su marcha…

Las balas comenzaron a silbar, la distancia y la sorpresa jugaban a favor de lo alemanes que conseguían ganar metros.  Steve no pretendía darles oportunidad, observaba por su mirilla tranquilo, acostumbrado a la presión del combate.  Entre los alemanes pudo distinguir lo que parecía ser un sargento cerca del vehículo, no era un oficial por lo que Steve recordó su posición pero su prioridad ante él era el vehículo que avanzaba.

El vehículo ligero se movía con velocidad y podía resultar una cobertura para los hombres de a pie pudiendo resultar una gran baza para los alemanes.  Sanders apuntó por un instante aguantó la respiración y disparó.

¿¡Pero qué coño...!? - exclamé tras fallar no uno sino los tres disparos. ¿Acaso era eso posible? Eran un blanco fácil, pese a la distancia, y sin embargo esa era la realidad. Tres balas malgastadas. Una bala aliada que no atraviesa la cabeza de un soldado alemán es un extravío.

Bajé la cabeza... respirando profundamente. Tenía tiempo. Era menester bajar la tensión. Volví a alzar la vista y contemplé como los de la Schutzstaffels se dividían en tres - ¡cabrones! - estaba claro que nos habían ubicado, y pretendían flanquear nuestra posición para eliminarnos del mapa. Bien, que vinieran, iban a saber como las gastamos en Massachusetts.

Volví a apuntar y realicé tres nuevos disparos. Con satisfacción comprobé como dos de ellos se llevaron por delante un jodido nazi.

Con las manos entumecidas a causa del frío, Franklyn se esforzaba en colocar las cargas adecuadamente y de forma que no llamasen la atención. Se había buscado un buen recoveco en el que guarecerse, pero tenía poco tiempo. Intentó calcular a ojo el tiempo que tardarían los frankfurters a esa posición de forma que pudiera causar los mayores estragos posibles. Una vez fijado el tiempo, se replegó hasta la trinchera más próxima, que sería aquella de la cual había salido. 

Los proyectiles que escupía la ametralladora pesada de la sección empezaron a impactar entre los alemanes, y aunque no fueran a puntos vitales, estas, siendo impactos tan poderosos hacían saltar sangre, ropa, nieve y gritos allí donde "caían", sembrano unas simientes metálicas de las cuales sólo nacía muerte.

Walter rechina los dientes, se aparta la lluvia de los ojos y busca un nuevo blanco. Aquello no tiene sentido, el avance de los alemanes le recuerda a los cuadros napoleónicos, fiados al número, a la disciplina y ajenos a la carnicería. Ve caer a varios en el centro por el fuego de la ametrallador ¡pero no les hace siquiera dudar!

Realiza un disparo a bulto -no es buen tirador-, el estampido se pierde entre el estruendo de la batalla. Ni siquiera debería estar en aquella línea "guiando" a los hombres. 

-¡Vamos, acabad con esos cabrones! -se obliga a gritar, en un intento de animar a su sección.

Pero Walter ya está mirando a su alrededor, buscando una posible vía de retirada o un mejor lugar para defenderse, los alemanes estaban casi encima (**) y no puede evitar pensar qué está haciendo el capitán (***)

Ahora que los alemanes estaban más cerca estaba seguro que podría acertar al enemigo:-Es hora de que haga algo de provecho.-dije justo antes de asomarme y empezar a disparar como un loco. Realicé fuego de supresión sobre el grupo de alemanes que se habían separado y avanzaban a las trincheras del norte, las nuestras. 

Entonces vi que Franklyn se había adelantado para plantar bombas Hablé con mis compañeros de trinchera:-Mike, Coffey, hay que cubrir a Lieber hasta que termine de plantar las trampas. No podemos dejar que los alemanes vean lo que está haciendo.- les dije y volví a asomarme para realizar fuego de supresión otra vez.