Partida Rol por web

Heinrich, que había permanecido en silencio hasta ahora excepto para pedir la comida —un filete poco hecho y cerveza—, interrumpió su mutismo para expresar su opinión.

—Lo que dice Herr Harish tiene mucho sentido, ¿saben? Yo no había afinado tanto como para llegar a la razón de que el enemigo permanezca fuera de Altdorf, pero mi línea de pensamiento discurre en el mismo sentido —carraspeó como forma para indicar el inicio de su teoría—. Partamos de la hipótesis de que el Forúnculo es el causante de la infección, como es razonable creer por los indicios que hemos descubierto, que dicho artefacto ya no está en manos de nuestros colegas —la última palabra la pronunció con sorna y cierto tinte de diversión. Heinrich era de la opinión de Lázar y desde luego estaría en primera línea cuando las hogueras comenzaran a arder. Con un refrigerio en mano a ser posible—, imagino que todos opinamos igual por mucho que no nos guste la idea, y que Herr Albrecht había caido enfermo de la plaga, y no de cualquier otra cosa, antes de llegar a la ciudad. En un principio cabría la posibilidad de que él hubiera traído la infección pero, si creemos a Herr Frederick, ya había gente enferma a su llegada. Por tanto no la originó él.

Hizo una pausa cuando la camarera volvió con la comida. Todo olía de maravilla y mejor sabría tras un largo día de caminar por las calles atestadas de Altdorf y, sobre todo, de interrogar a sus habitantes. Cosa que siempre dejaba la boca seca al inquisidor.

—Gracias, Fraulein —sonrió amablemente aunque el frío de sus ojos no mostrara tal sentimiento. Cuando se hubo ido, y antes de continuar, echó mano a su cerveza y le dio un largo y lento sorbo.

—Ahhh, perdonen la interrupción caballeros y dama. ¿Por dónde iba? —mientras hablaba recogió los cubiertos y atacó el filete con ansia. Estaba justo como a Heinrich le gustaba: tierno y sangrante. El cuchillo trabaja la carne con rapidez bajo las manos del inquisidor, con una agilidad y precisión que no encajaban con sus usualmente torpes y renqueantes movimientos. Estaba claro que dominaba la habilidad con los instrumentos cortantes— Oh, sí. El origen. Pudo ocurrir que Herr Albrecht fuera contagiado por un infectado que proviniese de Altdorf, pero no lo creo; por entonces había muy pocos casos, la noticia no se había extendido y, aunque posible, veo improbable que se hubiera cruzado con uno de ellos.

De vez en cuando el inquisidor hacía un breve descanso para tomar un trago de cerveza o para llevarse un trozo de carne a la boca. Masticaba con fuerza y la sangre que aun manaba de la comida a veces llegaba a resbalarle por la comisura de los labios, resaltando roja contra su pálida piel. En esas ocasiones Heinrich sacaba un pañuelo, cuidadosamente doblado, de su abrigo y lo frotaba con cuidado hasta absorber el líquido.

—No —bajó la voz—, lo que creo es que el Forúnculo ya no se haya en la ciudad. Que quien quiera que se lo arrebatara a la Llama lo sacó de Altdorf y, a su paso, ha ido extendiendo la plaga. ¿Su destino? No podemos saberlo aun, pero sí que el pobre Herr Albrecht se cruzó con él. O al menos anduvo cerca y se contagió.

Miró fijamente a sus compañeros, dispuesto a finalizar su exposición.

—La mala noticia, si Herr Harish y yo estamos en lo cierto, es que a estas alturas la plaga debe estar fuera de control. ¿Quien sabe a cuantos cientos de personas pueden haber infectado en su camino? Y allá donde vayan esos pobres diablos extenderán la enfermedad. La buena noticia es que la diligencia de Herr Albrecht nos proporciona un camino a seguir. Investigando el trayecto podremos determinar en que punto coincidieron él y el artefacto, sobre todo si averiguamos alrededor de qué fecha enfermó.

Bebió un último trago con el que terminó la jarra de cerveza y jugueteó un poco con la comida que le restaba.

—En cualquier caso, coincido en que el siguiente paso es visitar la oficina de Vientoligero e investigar sobre la diligencia que trajo a Herr Albrecht. Si no están todos muertos, claro —sonrió mostrando el colmillo de plata. Su habitual brillo estaba oscurecido por la sangre del filete, al igual que el resto de su dentadura ahora de un tinte rojizo—. También tengo curiosidad por lo que haya averiguado su Eminencia e, igualmente, habrá que avisarle si nos marchamos.

Kat tragó un trozo de carne de su guisado antes de hablar. No era muy señorita que digamos, pero de vez en cuando tenía sus momentos de lucidez femenina y cortesía o educación, como quisiera llamársele, como para no hablar con la boca llena escupiendo a sus compañeros.

- ¿Creéis que deberíamos separarnos de nuevo para aligerar el trabajo? Unos a hablar con Neuman y el resto a la oficina de correos... Aunque de todos modos lo que se averigue en ambos lados hay que comunicárselo al jefe. - dijo muy seria sabiendo que podían repartirse de nuevo el trabajo pero sin tener muy claro si era lo mejor...

Espero que en Vientoligero nos den información valiosa sobre qué ruta utilizaron quienes viajaron con el primo de Frederick, pensó la mujer ante las palabras de Heinrich que todo lo estudiaba y analizaba como ella no lo habría podido hacer. Con algo de suerte alguno de ellos siga aquí y no haya enfermado y pueda hablarnos de si encontraron algo sospechoso por el camino.

Personalmente iria por orden se encogio de hombros Maul primero con Herr Neumman..

Es que me muero por saber si le ha metido el miedo de Sigmar en el cuerpo al muy....penso para si Maul escondiendo una sonrisa

Principalmente por que quizas el pueda alterar nuestros puntos de vista de la investigacion, ademas, todo eso de que la plaga ya esta fuera....no se ofendan herrs y Frau, son mucho mas inteligentes que yo pero si la plaga ya estaria fuera..¿ por que en Altdorf, punto de origen de la misma es solo un barrio?....Maul rumio las palabras rascandose la sesera en busca de una forma de explicarlo..

La plaga dichosa....¿no se llevaron los imbeciles de la llama el forunculo a algun lado pero lo perdieron?....¿y si la diligencia esa lo que hizo volver al grano ese de vuelta a Altdorf?....supongan que los de la llama lo llevan a Nuln; lo pierden, alguien lo trae de vuelta en el viento ligero, contaminando a los viajeros, estos al llegar a Altdorf la expanden entre sus conocidos y familias.....la voz de Maul se fue apagando poco a poco......ah, por el martillo del patron,no me hagan caso, solo soy un idiota....

La comida estaba rica, sabrosa, como había pedido. Aprovechó para comer en silencio pero con cierta rapidez mientras el resto del grupo expresaba su opinión y su forma de organizar los siguientes pasos. Se mantuvo alerta, escuchando todo lo que tenían que decir, mientras comía y acompañaba la pitanza de un vino que, sin ser una delicia, no era malo del todo, lo suficiente para ayudar a tragar.

- Estoy con Maul. - intervino - En este momento no considero que debamos separarnos. Deberíamos visitar a Von Newman de nuevo y conocer si ha averiguado algo. Entonces y sólo entonces, si tenemos varios puntos a los que ir, nos podríamos dividir: a la oficina VientoLigero, a algún lugar especial que nos cite Von Newman, etc...

- Con lo que nos diga nuestro superior y lo que obtengamos en la oficina de diligencias sabremos si debemos hacer una visita al exterior de las murallas. Pero tampoco nos podemos precipitar, puede que tengamos que viajar varios días, y no podemos ausentarnos una o dos semanas "porque sí", el futuro de la capital puede depender de nosotros...

Hizo una pausa, recogiendo con los cubiertos la poca comida que quedaba en el plato, se la llevó a la boca y lo acompañó con un trago de vino. Habiendo acabado de comer, como sobraba parte de la botella, la arrastró al centro de la mesa, ofreciéndola al resto.

- Esa es mi forma de verlo, ¿qué opinais?

Heinrich escuchó con paciencia la diatriba del gigantón que cada vez estaba más confundido por sus propias palabras. El mismo se llamó idiota. Heinrich no lo negó. Pero a pesar de todo había algo de cierto en lo que dijo.

—Hay mucho que desconocemos, Herr Maul. Pero su razonamiento es tan válido como cualquiera de los que hemos dicho. Buena idea la suya —felicitó al clérigo—. Ahora necesitamos más información para descartar teorías erróneas.

Buena idea... ¡Hmpf! Hasta un goblin puede escribir una obra de arte si pones un millar de ellos con una pluma cada uno y un tiempo infinito. Azar, nada más, nada menos.

Se recostó sobre la silla, espalda envarada y hombros rectos, mientras se limpiaba la comisura de los labios con delicadeza. Su plato había quedado limpio de cualquier rastro de comida. Hasta de las sangrientas manchas que soltaba el filete al ser cortado que, meticulosamente, el inquisidor había rebañado con mendrugos de pan. Cualquiera diría que el plato estaba recién lavado.

Rechazó la invitación al vino de Thalber —Heinrich no tenía mucho aguante para la bebida y practicamente había llegado a su límite diario— y respondió:

—Como veáis. Yo tampoco veo razón para separarnos ahora; si averiguamos algo en Vientoligero que nos lleve fuera de Altdorf habría que volver con el cardenal para pedir su bendición. Sin embargo, por esa misma razón, veo lógico visitar primero las oficinas Vientoligero y después comunicar todos nuestros hallazgos a su Eminencia —sonrió—. Un viaje menos, como quien dice.

Thalber sopesó las opciones que tenían mientras terminaba de dar un largo trago a su bebida para ayudar a tragar el último de los bocados.

Para cuando golpeó en la mesa con el vaso de vino ya vacío, la decisión estaba tomada.

-No sabemos cómo habrá ido la entrevista entre Neuman y Wilhenhoff, y de todas formas la casa de nuestra orden está de camino a las oficinas de Vientoligero. No perdemos nada con pasarnos a informar a Neuman y que este nos diga lo ocurrido con Wilhenhoff si es que ya ha terminado con ese desagradable hombre, al fín y al cabo lo tenemos de paso. De modo que andando.

Thalber dió por terminada el almuerzo y con ello la puesta en común de las ideas del grupo, de modo que se levantó y mientras dejaba que los demás se dirigieran al exterior de la taberna, se acercó a pagar la comida con aquel práctico presupuesto Imperial del que gozaban para esas cosas.

Cuando terminó salió a la calle con una sonrisa maliciosa en los labios al oir suspirar de alivio a los clientes de la taberna por la marcha del grupo, y una vez en el exterior, lanzó un sonoro silbido con el que alertar y poner en marcha a su fiel ave, que desprendiéndose de lo alto de un tejado cercano, alzó el vuelo sobre los templarios.

 A sus ordenes jefe...Maul se encogio de hombros, dejando los restos del asado y rematando el tanque de cerveza antes de ponerse en marcha con el martillo sobre los hombros; era de agradecer que el jefe pagase los gastos, a fin de cuentas el tesoro imperial estaba para eso.

Maul salio a la calle y al instante se puso en alerta, vigilando a todos los transeuntes, desde el evento del anciano, Maul no se fiaba ni de su sombra, por que sabia que un disparo de ballesta puede poner a cualquiera en su sitio; dados los callejones de Altdorf; mas valia prevenir que lamentar.

Heinrich asintió sin decir palabra; no le gustaba que no le hicieran caso. Se levantó sin más ruido que el, ya familiar para sus compañeros, crujir de sus articulaciones y siguió al líder.

A pesar de estar contrariado por no ir primero a las oficinas de Vientoligero, el inquisidor se sentía satisfecho. La investigación estaba tomando forma y se vislumbraban posibles pistas a seguir.

Quiera Sigmar que las siguientes visitas nos aclaren el camino —dedicó una petición al dios patrón del Imperio.

Heinrich no era muy religioso, algunos dirían que incluso profano  —cosa que no demostraba abiertamente y menos aún frente a sus fanáticos colegas—, pero no obstante gustaba del uso de fórmulas y expresiones típicas entre los imperiales. Su falta de ánimo en la fé no significaba, por el contrario, que no creyera en el poder de la religión.

La religión: un gran y poderoso medio para obtener lo que uno quiera, eran sus pensamientos. Y Heinrich no tenía escrúpulos usar cualquier medio.

El grupo comenzó a andar el camino de regreso a la casa de la orden en la capital Imperial con Thalber a la cabeza, y Maelm sobrevolando la zona en círculos, como habituálmente hacía.

Las calles, comenzaban a llenarse de nuevo, tras el paso de la hora de la comida, y mientras abandonaban los muelles, pudieron ver cómo los trabajadores del lugar, volvían a sus faenas diarias en el puerto, perezosa y lentamente tras la comida del mediodía que ahora llenaba sus estómagos.

Despues, de haber puesto sus ideas en común, parecía que el misterio comenzaba a tomar forma, presentándose para ellos, ciertas respuestas, que si bien no auguraban nada bueno, al menos daba caminos que seguir para luchar contra la plaga que se cebaba en la ciudad, y según las averiguaciones hechas hasta ahora, también fuera de ella, lo que convertía la situación en algo aún más preocupante.

Al llegar, los templarios fueron saludados por los guardias de la entrada del edificio de la sagrada orden, quienes como el grupo pudo comprobar, no eran los mismo de la mañana, era más que evidente que la shoras pasaban para todos, y los turnos de guardia seguían sucediéndose con plaga o sin ella.

De esta forma, tras notificar de su llegada, se presentaron en la puerta de Verner y esperaron hasta que se les dejó entrar. Cuando ello ocurrió, el grupo se encontró con un von Neuman más serio que de costumbre sentado tras su escritorio, acompañado de cuatro guardias imperiales de la ciudad. Todos se les quedaron mirando al entrar, esperando las palabras que explicaran la nueva visita.

Se notaba cierta tensión en el ambiente, y la expresión de gravedad de Von Neuman invitaba a hablar con precaución. Así pues, Thalber comenzó.

- Buenas tardes, eminencia. - se quitó el sombrero, como acostumbraba a hacer en presencia de un superior, y se inclinó levemente, a modo de reverencia. - Por su expresión me aventuraría a afirmar que no tiene buenas noticias... Aunque nosotros hemos conseguido algo más de información. La verdad es que, para atar cabos deberíamos saber si... *ejem*, bueno, saber que ha sacado su eminencia en claro tras la visita a Conrad.

Kat sentía un montón de dudas sin respuesta en ebullición en su cabeza y, aunque sabía que el resto de sus compañeros se encontraba en las mismas circunstancias, eso le agobiaba demasiado, especialmente ahora que iban a regresar a hablar con su superior, Von Neuman, claro, hablar con Sigmar era arena de otro costal.

Se mantuvo al margen de las banales conversaciones del resto durante el trayecto ante el despacho del jefe por tercera vez en lo que iba de día con cierta esperanza por solucionar algunas de aquellas dudas gracias a él... pero cuando pudo ver el rostro del mismo supo que era probable que se tuviera que quedar con las ganas. Su rostro serio no daba señales de haber encontrado algo hablando con el asqueroso del Arzobispo.

No parece que haya sacado nada en claro de aquel anciano maleducado y engreído... piensa Katherina disgustada y no tiene reparos en demostrarlo con la cara, arrugando la nariz. Es entonces cuando Thalber, hablando por todos como era de esperar por eso de ser el "líder", pregunta al jefe sobre sus asuntos con el susodicho religioso y mis orejas se ponen en alerta para no perder ni una sílaba de la respuesta.

La cara de Von Neuman no auguraba nada bueno y Heinrich decidió que lo más sabio era dejar que otros tomaran la palabra y sirvieran de objetivo frente a una más que posible descarga furiosa del cardenal.

Ya habrá tiempo de ponerse medallitas y, al fin y al cabo, los que querían venir aquí primero eran ellos —pensó.

Así pues el inquisidor musitó un respetuoso 'Su Eminencia' junto a una reverencia y calló inmediatamente cobijándose de la tormenta que veía acercarse.

las velas de Maul se desincharon de golpe nada mas ver la cara de su superior....mentalmente, tiro la moneda al aire y se preparo para la avalanca que se les venia encima, una vez mas la burocracia imperial demostraba su enorme poder como elemento organizador y de gobierno ayudando.....mira que bien que se le estaba dando el sarcasmo ultimamente, no pudo evitar pensar Maul, depositando el cabezal del martillo con cuidado en el suelo y aferrando el mango; listo para el chaparron....a ver que con gilipuertez le habia salido el otro mamon a herr Neuman para dejarlo con esa cara de chupar limones....

Neuman escuchó las palabras de Thalber y refunfuñó por lo bajo, soltando un largo bufido que lo hizo asemejarse a una olla a presión a punto de explotar, cosa que por fortuna para los templarios no ocurrió. Cuando pareció calmarse lo suficiente les habló.

-No me recuerden a esa sabandija de Conrad por que estoy lamentando no haberle sacado los dientes a golpes en el mismo momento en el que lo ví hace una hora. Esa mierda disecada de orco de las montañas se ha vuelto a esconder bajo las faldas de la burocracia apelando a la lealtad al Imperio y acusando a nuestra órden de herejes por querer hacer las cosas fuera de las vías oficiales, saliéndome con todas esa porquería de las competencias. Pues si vías oficiales quiere, vías oficiales tendrá. Ese viejo esconde algo y cuando lo descubra lo voy a colgar de sus sagrados pendientes reales. ¿Y ustedes? ¿Han encontrado algo? Tengo en mis manos una cosa que quiero que investiguen de inmediato, por que puede ser importante para lo que están indagando.

Thalber tenía presente que la nueva información obtenida en la taberna era más bien escasa, así que hizo una introducción sobre ella para desviarse directamente para obtener la nueva información que Von Neuman debía tener preparada.

- Pues, realmente no es mucha cosa, eminencia. Al parecer puede que estemos sobre la pista de uno de los brotes, o el brote, que ha asolado Altdorf. Puede que viniera de Nuhl o de algún pueblo por donde pasen las diligencias que llegan a esta nuestra ciudad... Pensábamos visitar ahora mismo las oficinas de VientoLigero para intentar obtener más información... Aunque puede esperar si su información nos pone directamente sobre algo. ¿De qué se trata, eminencia?