Partida Rol por web

Por supuesto, hablad  y decidid entre vosotros.

Los pensamientos se arremolinana en mi cabeza, posibles cursos de acción que quedan descartados casi instantaneamente..

¿Lo lograré?

Hay magia y Dioses del caos de por medio... pero algo me dice que tras esto hay algo mas grande... y estoy convencida - dijo apretando los dientes y fulminando con la mirada a la maga al estilo elfo (con algo de altanería y frialdad) - de que ella sabe más de lo que enseña. Yo... no se, me da la sensación de que si seguimos con ella encontraremos grandes dificultades pero si salimos airosos... nuestra fama nos precederá - estaba completamente convencida de que habría algo grandioso, una aventura de la que escribirán canciones con el tiempo...

Mirando a la banda, hacemos un giro despues de dirigirnos algunas palabras y volvemos hasta donde esta la bruja Gabriella, mirandola fijamente para intentar dislumbrar la mas leve sombra de duda, y con la voz baja, casi como un secreto:

-Mi muy señora mia, cierto es que nuestro contrato acaba aqui, pero me gustaria hablar mas habiertamente con usted y llegar a un acuerdo que nos beneficia ha ambas partes, sin ataduras de contratos, solo con estrechar las manos y la confianza de que nuestras palabras estan por encima de cualquier cosa - digo mirando al enano - creo que solo asi llegaremos lejos juntos, si no nuestros caminos se separaran muy en breve - mirando hacia las grandes murallas de la ciudad -podemos discutirlo aqui y ahora, o dentro de esta explendorosa ciudad, despues de ponernos ropas limpias y tomarnos un buen refrigerio - con una sonrisa - si usted me entiende.

Con estas palabras espero que el grupo aprecie mi buen juicio como siempre hacen y sobre todo estar en un lugar menos expuesto en caso de que cualquiera lo suficientemente tonto nos preste atención, pero suficientes historias conozco para saber que los peligros estan muchas veces dentro de la "seguridad" de unos altos muros y no tanto fuera.

¿Confiar en la palabra de un grupo en el que hay un elfo? La palabra de un elfo esta por debajo de la de un goblin. No tienen ni idea de lo que es el honor y serian capaces de vender a su propia familia por una mísera moneda de oro. Confiar en un elfo dice termino la frase con un bufido de incredulidad ante las palabras del humano. Al parecer los dos humanos eran tan tontos que se habían dejado engañar por la apariencia de la elfa. Pero cualquiera con dos dedos de frente es capaz de ver que dentro de esa frágil apariencia se esconde un demonio dispuesto a apuñalarte por la espalda.

Pero si te tengo que dar la razón en una cosa humano. Y es que mejor estaríamos discutiendo dentro de una posada y frente a una jarra de cerveza que aquí. Así que mejor entramos ya, ¿no, humana?

Ya estaba harta y el arcó de Lollenda ya estaba en sus manos con una flecha cargada y le apuntaba directamente hacía él con el rostro contraído por la furia que se acaba de apoderar de ella y la cual intentaba controlar, pero ya era suficiente - Dame un solo motivo por el que no deba matarte, escoria de las montañas - le dijo amenazadoramente...

La tensión crece por momentos entre Lollenda y el enano. Pero son esas últimas palabras las que atraen al señor del clan y a los doce rompehierros que le siguen, que se vuelve, y se sitúan tras la elfa, desenfundando sus hachas.

-¿Acaso tu te crees mejor, orejas de burro?- Dice el Sargento de los rompehierros, con los ojos fríos como la roca a la que sirve. -Suelta ese arco, y lárgate de aquí, o te lo meteré por donde ni los cuervos podrán quitártelo, escoria elfa.- 

Al poco la gente que pasa por el camino, cansada, os empieza a envolver, esperando una buena pelea que les amenice los últimos pasos del camino, o, al menos, les de algo de lo que charlar con sus compañeros o en la taberna. Y si alguien acaba muerto... Todavía mejor, se podrán hacer apuestas. 

Alarmado por la aparición de los doce rompehierros y su sargento, el rostro de Wolfgang viaja de un pálido intenso provocado por la sorpresa a un rojo vivo cuando las posibilidades de lo que se les venía encima pasaban por su mente una tras otra. Menos mal que el charlatán había sido precavido, porque esa situación podría acabar muy, muy mal.

- ¡Amigos! ¡Amigos! - Exclama alzando las manos para interponerse entre el enano y la elfa de su grupo, encarando a la vez al sargento de la guardia con una amplia sonrisa en el rostro. - No es necesario llegar a tales extremos, ¿verdad? Somo compañeros de viaje circunstanciales, si, pero no tenemos por qué acabar la jornada que acaba de empezar de una forma tan fea... ¿No acabamos de decir que nos íbamos a buscar una buena taberna en la que beber algo? Porque no se vosotros, pero yo necesito un buen desayuno, un par de tragos y una cama caliente...  - Desvía una mirada de advertencia a una Lollenda a la que nunca había visto comportarse así. Luego mira al enano con una expresión seria, el ceño fruncido.

- Sargento, ¿es ese su rango? - Pregunta con tono amistoso, agradable y sumiso al sargento del destacamento- Verá... Llevamos una larga noche de viaje por los bosques que separan la gloriosa Altdorf del pueblo de Delberz y no hemos descansado apenas más que lo justo para llevarnos un poco de cecina al estómago y así calmar el hambre. Estamos bastante cansados, por no decir agotados, que aunque nuestro compañero Hargin es duro como la roca, los demás si nos fatigamos con las rudezas del camino, y lo que ha empezado como una controvertida conversación sobre honor ha acabado como puede ver... Pero no se preocupe, que este conflicto no va a ir a más...

- Sin embargo... - Se rebusca en los bolsillos con una mano mientras con la otra hace un gesto tranquilizador para indicar que no va a sacar un arma. Extrae las insignias imperiales que había cogido del oficial que lideraba la fuerza que vieron asesinada junto a los carros en mitad del bosque y se las muestra al guerrero- Nos cruzamos con una banda de orcos y goblins a los que tuvimos que evitar dado nuestra reducida fuerza de combate. Ellos deberían ser al menos una docena, mas unos cuantos lobos a los que espantamos antes de seguir avanzando. Y eso fue después de encontrarnos en el camino, cerca de un río, dos carromatos volcados... Carromatos que estaban siendo escoltados por soldados imperiales... - Tuerce el gesto y le entrega las insignias mientras se suelta del cinto el arma que había tomado también en aquella masacre. - Esta espada y esas insignias pertenecieron al oficial del destacamento que protegía la caravana... Estaba todos muertos cuando llegamos, hast los caballos. El único superviviente es este robusto corcel que nos acompaña - Palmea el lomo del caballo de guerra y vuelve enseguida su atención al enano - . Por lo que pudimos investigar, fueron presa de una emboscada rápida y bien organizada... Hasta el punto de que dudamos que tuvieran ocasión de defenderse siquiera... Al no tener muy claro lo que debíamos hacer en esta situación, tomé las insignias que le he entregado para dar fe de nuestro relato y que alguien pudiera enviar tropas a recuperar los cuerpos de aquellos pobres hombres que murieron por una causa que desconocemos... ¿Podría hacerse cargo de todo esto que le acabo de narrar, sargento?

Tuerce el gesto y espera que su larga charla haya sido suficiente como para aturdir ligeramente al enano. Si todo salía como tenía pensado, quizá el sargento centrara su atención en el problema del bosque y olvidara el pequeño altercado que estaba llamando la atención de docenas de caminantes dispuestos a ver un buen espectáculo.

Ojalá estuviera yo del otro lado de este problema y pudiera apostar para sacar algunas monedas...

Deja de decir estupideces humano respondo hoscamente al comentario del parlanchín del grupo cualquier enano vale más que todos lo pieles verdes de las montañas del fin del mundo y hubiese acabado con ese grupito. La verdadera razón por la que los dejamos atrás es porque el olor de tus pantalones los ahuyento.

Y tu amante de los arboles, si de verdad entiendes el significado de las palabras honor y valor suelta esa arma de cobardes y enfréntate a mí en combate cojo el hacha fuertemente con las dos manos y adopto una postura de combate con las piernas bien abiertas. Atrás rompehierros, es mi honor el que ha sido mancillado, esta pelea es mía.

-¿Honor?- El Sargento rompehierros suelta una carcajada. -Tu no tienes honor, matador. Tu deber era matar a esos pieles verdes o morir en el intento. Y si ellos están vivos y tu también, es que eres aún más cobarde que ese enclenque humano.- Aparta a Hargin de un manotazo. -A saber que horrible crimen contra tus hermanos te llevó a vestir esos atuendos. Apártate de mi vista.- Da un par de pasos hacia Wolfgang, casi quitándole las insignias imperiales de las manos. 

-Bien, humano, agradecemos la información. Parece increíble encontrar a un humano con algo decente que contar en estos días. Entregaremos esto.- Alza la mano con las insignias. -A la guardia, y tras ocuparnos de los asuntos que nos traen aquí nos ocuparemos de esos pieles verdes.-Sin decir nada más, y sin esperar más, los enanos se ponen de nuevo en marcha, no sin antes mirar de forma asesina a Lollenda, y con una cara de asco a Hargin. 

Wolfgang sonríe cuando los enanos se marchan y libera toda la tensión que se le había acumulado en el pecho con un sonoro suspiro. Lanza una palmada al aire, hace crujir sus dedos apretando una mano contra la otra y se rasca distraídamente la incipiente barba con satisfacción. Sin duda, había estropeado la diversión de toda aquella gente con unas palabras bien medidas. En momento como aquel, a pesar de no ser un bien combatiente, se sentía orgulloso de sí mismo.

- Creo que tenemos unas jarras de cerveza esperando en alguna taberna de nombre original, como El Pony Pisador, el Dragón Verde o El Rincón de Mala Muerte de Tom el Negro - Al que llaman Negro no por el color de su piel, sino por la cantidad de roña que cubre todo su cuerpo. Dicen que no se ha bañado en años-, así que, ¿Qué os parece si vamos a apurarlas y nuestro buen Álvaro habla de negocios contigo, hechicera, mientras yo me tomo un merecido descanso después de tan agotador viaje? - Sonríe de nuevo, dejando al descubierto esas dos paletas separadas tan suyas, animando con gestos al grupo para que puedan proseguir su camino.

- Y maese Hargim... - Esta vez parecía mas serio, mas hosco al dirigirse al enano - A mi no me importa qué fuera lo que le hicieras a tus hermanos para vestir las ropas de matador. Si quieres encontrar la muerte para resarcirte, poco me importa. Hemos sido compañeros de viaje, con eso es suficiente para que hayas ganado mi respeto... Si alguien me pregunta por ti, hablaré bien del enano homicida que no encontró la muerte en el bosque no por cobardía, sino por haber juramentado con una hechicera.

A Lollenda no tenía que decirle nada. La elfa ya sabía cuál era la opinión de Wolf sobre ella. Era la única persona, a parte de Álvaro, en la que confiaba lo suficiente como para poner su vida en sus manos.

Asiento con la cabeza antes las palabras del joven. No tengo ganas de tener una discusión en medio de la calzada, donde los oídos indiscretos parecen abundar sobremanera.

Adelante, vayamos a tomar alojamiento y una comida decente.

 Casi llegando a la muralla y sin contestación de Gabriella me sobrasalta sobre manera la actuación de Lollenda, yo mismo estaria gustoso de arrancarle mechon a mechon, corte a corte, la dignidad al enano, lo que esta claro es que si seguimos juntos la diplomacia es un buen camino y nunca se sabe con las razas antiguas, aunque Lollendan es un caso aparte. Con la intervención de los rompe escudos quede bastante impresionado, defenderme de un enano es una cosa, defendernos de una compañia entera es algo muy superior. Aunque como no el maravilloso discurso de Wolfgang parece entretener al jefe de los mismo que siguen su camino, al igual que curiosos que se arremolinaban rapidamente.

Despues de las palabras de Wolfgang las cual comparto y de la bruja que decide finalmente entrar, respiro mas tranquilo, no sin antes acercarme a Lollenda y hacer algo que nunca necesite hacer, darle una palmada en el hombro, en simbolo de tranquilidad mientras le susurro:

-Es solo un trabajo mas - con una mostachuda sonrisa - y quizas dure un poco mas de lo que parece, asi que se una profecional.

Sigo avanzando hacia las puertas de la ciudad, en post de la bruja, quizas hoy montemos un buen negocio.

Mirando a Wolfgang y poniendome a su altura:

-Paga por adelantado la habitación para los 3 y el establo para el animal, asi no habra compromisos - con una mirada severa - como siempre.

Ya en la puerta miro bien como la bruja va ha conseguir entrar, sera su palabra mas que suficiente.

Mis manos agarraban el hacha con tanta fuerza que mis nudillos estaban completamente blancos, y estaba apretando los dientes con tanta fuerza que un hilillo de sangre resbalaba por la comisura de mis labios. No solo no limpiado mis pecados, sino que además he añadido nuevos. ¿Tanto me odian los dioses? ¿Acaso estoy destinado a vagar por el mundo sufriendo constante vergüenza de mi mismo?

Lentamente y en silencio, envaino mi hacha y me preparo para partir mientras todo tipo de pensamientos, a cada cual más sombrío, pasan por mi cabeza. De forma inconsciente me coloco a la vera de la hechicera. Al fin y al cabo, solo hay ya dos cosas que me quedan en vida y son los juramentos que hice, y ella representaba uno de ellos.

Al principio se quedó atónita ante la intervención de los enanos... y justo cuando ella iba a espetar el enano naranja recibió su merecida reprimenda... aquello fue más que suficiente para que Lollenda guardara su arco con tranquilidad y una sonrisa de superioridad. No le importó recibir mas insultos y vejaciones, el enano acababa de recibir lo suyo y supo que aquella herida le costaría cicatrizar.

Sin más siguió a Wolfgang de cerca...