Partida Rol por web

Hay veinte millas hasta Sotturn, patrón, y veo que usted y sus criados están cansados. Pero no podemos pararnos aquí, los orcos están demasiado cerca y son numerosos.

A su alrededor había una extensa masa humana, heridos, tullidos, enfermos, gente harapienta, desanimada, desesperada, hambrienta, dispuesta a lo que fuera por sobrevivir.

¡Aparta! -uno de los mercenarios empujó a un chico que se acercó demasiado a Von Reinholn, muchos ya habían puesto sus ojos en el noble, en sus joyas, sus ropas y sus caballos.

Llamáis demasiado la atención, patrón, deberíamos alejarnos de esta gente, la desesperación lleva a la locura.

Los mercenarios crearon un círculo en torno a su patrón. Estaban decididos a no darle el tratamiento correcto, Excelencia es como los plebeyos deben dirigirse a alguien de su condición. La oscuridad en el mundo parecía ser total, y a medida que se alejaban de la ciudad parecía más y más oscura. El explorador regresó espoleando su montura.

El camino está despejado los próximos cuatro kilómetros, pero hay goblins en el Drakwald, intentan cortar la carretera a Middenheim, aún hay esperanza pero debemos darnos prisa. Ulrich...he visto trolls por aquí cerca.

- ¿Trolls? - dice Klins algo asustado - Espero que no se nos cruce ninguna de esas criaturas

Luego acercándose algo más hacía Maximilliam.

- Excelencia, - dice mostrando el respeto que los mercenarios no quieren - no veo como esperar a nuestros compañeros pero todos sabemos que la presencia de Ibrahm era muy necesaria para el final de nuestra misión. ¿quizas podríamos mandar a uno de estos mercenarios a buscarlo? parece que tienen bastantes recursos.

Farmiekh escuchando el comentario de su compañero Klins dice

- Si queréis podría esperar yo un poco o incluso volver sobre nuestros pasos para ver si veo a Ibrahm y Marcus para mi sería más fácil pasar desapercibida y esconderme que si vamos en grupo, después sabiendo que vais hacía Middenheim os encontraré.

- No creo que sea una buena idea. Ya estamos bastante separados y nuestras fuerzas se han reducido considerablemente, seguiremos todos juntos hasta Middenheim y nos apresuraremos todo lo posible para evitar que nos corten el paso los condenados orcos.- contesta Maximillian a sus compañeros. No podían seguir separándose aún más porque el grupo se disolvería definitivamente, ya era bastante onerosa la pérdida de Ibrahm y Marcus como para contar únicamente con fuerzas mercenarias en el combate definitivo con los poseedores del Orbe. - Respecto a los refugiados, no dudéis. Mano dura con ellos, nuestro cometido es mucho más importante que las vidas de estos miserables.- comenta el joven hijo del barón von Reinholn. El tiempo apremiaba.

Se alejaron cuanto pudieron de la muchedumbre, peligrosa por estar desesperada. El problema fue que muchas personas habían tenido la misma idea, y la carretera de Middenheim se convirtió en una columna de refugiados, heridos, carretas, carros, mulas, caballos, soldados sin líder, mendigos y campesinos locales que ocupaban varios kilómetros de extensión. Era difícil ganar posiciones, aún teniendo monturas, a los lados del camino a menudo se encontraban muertos, abandonados sin un entierro apropiado y sin sacerdotes de Morr a la vista.

El incendio de Delberz se hacía menos intenso a medida que la distancia y las copas de los árboles ocultaban su resplandor, cuando ya habían recorrido ocho millas el explorador volvió a aventajarse al grupo, con intención de observar el terreno. Fue en ese momento cuando el mercenario tuerto sacó de entre sus pertenencias una manta de campaña, y se la ofreció al noble para que se cubriera. Von Reinholn miró el aspecto descuidado de la prenda, si es que así se le podía llamar...

Klins nervioso en su silla de montar por el paso lento y obstaculizado del grupo se mueve incomodo.

Cada vez somos menos en el grupo, esperemos que al mago se le ocurra ponerse en contacto con nosotros y no haya sido atacado por los Orcos ni por el mago blanco.

- Gracias.-

dijo escuetamente Maximillian al mercenario tuerto. El joven noble tomó con cierta aprensión la manta y, tras lanzar un suspiro, se la puso tapando sus atuendos más refinados.

Maximillian continuó cabalgando en dirección a la ciudad del lobo blanco junto a sus compañeros. El tiempo apremiaba y carecían de noticias de sus camaradas extraviados.

Ya habían estado allí. En otro lugar, en un lugar no muy lejano, no hace mucho. Distinto lugar, misma imagen. Un marea de refugiados a las puertas cerradas de un pueblo. Antes era Mittelberg, ahora es Soturn. El Imperio parece estar poblado por refugiados.

No eran los primero en llegar, evidentemente, pero la gran masa de refugiados había quedado atrás. Especialmente cuando el grupo decidió correr ante un pequeño ataque de unos veinte goblins montados en lobos gigantes. La lucha había quedado atrás y a juzgar por el silencio no había durado mucho. Los goblins son poca cosa.

Un grupo de personas conversaba a gritos con los que se apostaban en la muralla, iluminada por cientos de antorchas y poblada de siluetas, todo el pueblo debía estar en las murallas. El explorador del grupo se acercó a ellos.

No permiten el paso a nadie, son unos cuarenta en la muralla. No podrán contener a los refugiados si atacan pero es un pueblo pequeño y no puede ofrecer ninguna seguridad frente a los orcos. Dicen haber enviado emisarios a Middenheim pidiendo ayuda pero tardarán dos días en recibir respuesta.

- Acampemos y sigamos pues, no veo que este poblado pueda aguantar poco más de un día, los Orcos están muy cerca.

- Como dice Klins, nos marchamos inmediatamente. No perderemos ni un solo instante. Quedarnos con toda esta gente a las puertas de un villorrio que no ofrece ni la más minima seguridad me parece una locura, dadas las circunstancias. El camino a Middenheim debe estar patrullado por algunas de las fuerzas de la ciudad y seguro que envían soldados para proteger a los refugiados en su avance hacia la ciudad así que me imagino que estaremos seguros. Además, quiero llegar antes que toda la marabunta de gente para poder cumplir con nuestros objetivos con discreción y eficacia-

dice Maximillian.

- Extremad las precauciones, seguimos nuestro viaje.-

Klins no muy de acuerdo con la decisión de Maximilliam dice:

- ¿No deberíamos parar a descansar las monturas, señor? Lo que deberíamos decidir es si lo hacemos aquí acampados con el resto de refugiados o nos adentramos en el bosque un poco más allá de la ciudad.

Además así daríamos tiempo a los compañeros que hemos abandonado a alcanzarnos, sin montura no nos darán alcance nunca - piensa Klins

La elfa no queriendo entrar en la organización del viaje se limitó a acercarse a uno de los mercenarios para decirle:

- ¿Cuanto tiempo hace que trabajan juntos Waldemar y vos? - dice con voz suave - La verdad es que este viaje está siendo bastante aburrido, a ver si encontramos de una vez al grupo de bandidos que le robaron al señor Maximilliam, y ajustamos cuentas. Ups, creo haber hablado de más - dice llevándose la mano a los labios - Bueno seguro que sabes guardarme el secreto - dice mientras pasea un dedo por la mugrienta pechera del mercenario.

Farmiekh, acercándose mucho a uno de los mercenarios, le habló suavemente y en voz baja, en una actitud seductora mientras recorría con su dedo el pecho del hombre tuerto.

Este es un buen lugar para descansar, pronto amanecerá y nos hemos alejado de la batalla. El único peligro aquí son los ladrones. Haremos cuatro guardias de una hora y a partiremos hacia la ciudad del Lobo Blanco.

La verdad es que habían cabalgado y caminado durante seis horas, cuatro menos de las que había dicho Waldemar, y pronto amenazaría, y con el sol la posibilidad de un ataque de los goblins nocturnos montados en lobos desaparecía.

¿Yo? -dijo el hombre tuerto, incómodo por la proximidad de la elfa- Cuatro años en Tilea y dos en Middenland. La mayoría somos veteranos de la compañía de Ricco Nola.

Ya estaba la elfa tonteando con los mercenarios, como se notaba que se aburría en demasía. La respuesta del mercenario no le había gustado nada de nada a Klins y así lo hizo saber.

- Perdonad capitán, pero creo que la última palabra la tiene el Señor, podemos hacerle sugerencias pero si él insiste en seguir adelante nadie puede discutirle la decisión.

No le gustaban ni un pelo estos mercenarios, se creían los líderes del grupo y no respetaban la autoridad de nadie más que de su capitán.

Ajena totalmente a la disputa de los "hombres" Farmiekh sigue tonteando con el mercenario tuerto, dispuesta a ganarse su confianza o quien sabe que más.

- Si es así seguro que seréis muy valiente, que suerte que os encontraramos en Delberz (creo que se llamaba asi la ciudad en llamas) por cierto, ¿que haciais allí? ¿Donde perdisteis ese ojo?, seguro que es una historia muy interesante.