Partida Rol por web

Jimmy, sin saber del todo por qué, había decidido pasarse por allí a comprobar el estado de su amiga, o la que había sido su amiga. Al fin y al cabo, aquel intento de asesinato era algo grave, y lo que había pasado en el mundo onírico por su error, también. Por eso no sabía muy bien qué hacer o qué decir cuando llegara ante la mujer. Una vez llegó al hospital, le guiaron hasta la celda en que se encontraba, y donde halló dos sorpresas además de a Aerin. La primera buena, Amanda estaba allí también.

Sin embargo, al fijarse en la camisa de fuerza de la interna, un sudor frío le recorrió la espalda mientras notaba como uno de sus párpados temblaba levemente, y apretaba los puños con furia. Otra vez. Otra vez esas malditas cosas. Era una maldita conspiración, le seguían a todos lados, y esto solo acabaría cuando terminara con todas ellas. Y lo habría hecho allí mismo, de no haberse dado cuenta, apenas un par de segundos después, de que su mente le estaba jugando malas pasadas. No había nada allí, la camisa estaba limpia, y solo las dos mujeres se encontraban en aquella celda acolchada cuando llegó.

-Buenos días, Amanda... Y también a ti, Aerin... ¿Cómo te encuentras?

Quizás la expresión de "romperse el corazón" no era suficiente para explicar lo que sentí al ver a mi amiga, atada a la pared como un animal, y con la camisa de fuerza.

Sí, es cierto, ella había intentado matar a Jimmy, pero no era culpa suya. Si alguien más pudiera entender lo que pasó, quizás... quizás podía ayudar a Aeryn a ser la de siempre.

- Buenos días, Aeryn. ¿Cómo estás hoy? ¿Qué has desayunado?

Me resulta difícil comportarme de forma totalmente normal en aquel lugar. Preguntar ese tipo de cosas que normalmente no tendrían importancia, y sólo servirían para comenzar una conversación amable y desenfadada, pero en ese caso eran grandes preocupaciones, cosas a tener muy en cuenta en la rutina de la chica.

Me sorprende un poco que la puerta de la sala se abra de nuevo tan pronto, pues acabo de llegar y el enfermero acaba de irse, y miro con curiosidad esperando para ver quién entra.

Me agrada ver a Jimmy, tanto por saber que él está bien tras la noche y por saber que se preocupa por Aeryn, después de todo. Le recibo con una sonrisa tranquila, pero con la mirada triste.

- Buenos días, Jimmy.

-Depende de lo que sea aquí...yo estoy, pero no se exactamente donde...

La sensación que transmite Aeryn es de desconcierto. Su mente parece perdida sin saber quien es en realidad.

-Por no saber, no se ni quien soy. ¿Hammer? ¿ Aeryn?¿La serpiente de plata? ¿uno con el millar de gusanos?

Más desconcierto y duda.

-Perdón, tengo visita aquí en el otro lado.

-Ho...hola...- dice cuando ve a sus amigos.

Pero si estaba con ellos la noche anterior, ¿Qué hago aquí?

-Disculpad, hace meses que no despertaba. Es casualidad que despierte el mismo día que tengo vuestra visita...Y aún así creo que os vi ayer.

No sabe como explicarles lo que siente.

-Relajate Jimmy, puede ser que sea Aeryn, pero puede ser que no. A ver...Podría caber la posibilidad de que fuese Hammer. La verdad es que no se quien soy...

Rápidamente levanta la vista hacia Amanda emocionada, como si hubiese descubierto algo importante.

-¡Tú conociste a la serpiente de plata! ¡Esa era yo también! ¿Te acuerdas? Me subí en ti...

Quizá no lo están entendiendo.

-Yo creo recordad que una vez...¡Fui investigador privado! Si se que suena raro, y este atuendo -dice moviendo ligeramente los brazos a la vez que siente una punzada de dolor- no ayuda a que me creáis.

Dice con una mueca de dolor que hace evidente que la camisa le aprieta.

-Pero yo estaba ayer por la noche con vosotros, era o soy Hammer. ¿Os acordáis que nos reunimos en la cafetería? ¿Para investigar la desaparición de aquel escritor? ¿Y el jefe Tris me puso al cargo del caso para investigarlo?

¡Ahora no que estoy hablando en el mundo real!

¿Os acordáis? ¡Era yo! Tenéis que sacarme de aquí, puedo arreglar esto...Acabamos corriendo por unas cuevas donde habían gusanos, ¿qué paso al final? ¿Donde están Everett, Don, Fawkes? Y que paso conmigo... con Mike.

No he podido evitarlo. Es mi primer pensamiento al despertar. Pero estoy despierto... ¿O no? Padre sabía que no tendría agallas. ¡No! ¡Las tuve, padre! ¡Las tuve! ¡Tuve más agallas de las que tú tuviste nunca! Tú te marchaste, huyendo. Yo me quedé con mis amigos y por eso estoy aquí.

La nueva sensación me tranquilizó. Yo aún estaba aquí. Quizá no era el mismo, pero aún conservaba gran parte de mí. Y no estaba solo. Sentía una conexión mucho más intensa que cualquiera que hubiese tenido antes.

Escuché a Everett en mi cabeza, y un segundo después la dulce voz de Aeryn. ¡Aeryn! Grité sin hablar. Querida, al fin te encuentro... No sabes el placer que siento al escuchar tu voz de nuevo. Dime, dulce Aeryn. ¿Encontré el camino? ¿Es aquí dónde debíamos llegar?

Me sentía bien. Como si hubiese encontrado mi lugar.

Everett, amigo. ¿Cómo estás? ¿Dónde están los demás?

Mientras esperaba sus respuestas me examiné el cuerpo y miré si me encontraba en el granero en el que solía pernoctar.

-¡YO TAMBIÉN ESTOY AQUÍ! -gritó Hammer, quizá exageradamente alto. 

No sólo por ese extraño "aquí", en el que aún no se acostumbraba a... ¿hablar? Sino porque ahora, con su voz masculina y autoritaria, tenía un tono mucho más potente que el de antes y todavía no sabía controlarlo. 

-Perdón... ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto? ¿Qué es "aquí"?

Entonces Aeryn habló y su voz sonó en en su cabeza como un eco de algo lejano, pero al mismo tiempo cercano... desconocido, pero al mismo tiempo muy familiar. 

-¡Tú eres Aeryn! ¡Siempre has sido Aeryn! No lo olvides nunca -le respondió rápidamente; aquella respuesta sí la tenía clara- ¡Has sido Aeryn! Aunque han sucedido muchas cosas, como ese lugar en el que estás... También fuiste Serpiente de Plata. ¡Y Don! ¡Por un tiempo fuiste Don! ¡Y Hammer! ¡NO, ESPERA! Ése soy yo... Tú nunca fuiste Hammer... ¿Pero no soy yo Aeryn? Entonces... ¿los dos somos Aeryn? ¿Los dos somos Mike?

Pero en ese momento la joven comenzó a despedirse, alegando que la requerían en otro lugar. 

-¡Eres Aeryn! ¡No lo olvides! ¡Y no te creas sus mentiras! ¡¡NO TE CREAS SUS MENTIRAS!!

Y entonces, Aeryn se fue. Y después habló Don.

-¡Don! ¡Gracias por haberme dejado estar en tu cuerpo, recuerdo perfectamente cómo me ayudaste en casa de Everett, nunca lo olvidaré, te estoy muy agradecida... agradecido... Esto... ¡Pues eso! ¿Aquí? No lo sé...  -entonces comenzó a hablar muy rápido, atropelladamente, sin saber aún controlar muy bien la lengua de ese detective privado- No sé si teníamos que llegar aquí... Yo tenía que llegar al Abismo, al principio. Por eso te pedí ayuda. Pero luego quizá no tenía que llegar al Abismo y tenía que llegar a mi cuerpo... a Aeryn, la Aeryn de carne. Y... y.. y... ella estaba en un lugar muy feo... pero luego ese lugar ya no era ese lugar y era la iglesia... pero yo tenía que llegar a la Aeryn de carne... ¡Y estuviste a punto de llevarme! ¡Pero luego todo cambió y no conseguimos llegar a ese lugar donde estaba Aeryn y entonces apareció la iglesia! Y... y... 

Se detuvo un instante, consciente de que lo que tenía todo el sentido del mundo en su cabeza, tan atropelladamente relatado no alcanzaba sentido alguno. 

-¿Alguien sabe qué está sucediendo realmente? -preguntó entonces al resto. 

En ese momento, Mike se levantó de un salto de la cama. Se lavó la cara, se vistió rápidamente y se bebió un par de largos tragos de leche directamente del frigorífico. Luego enfundó su revólver, se colocó la sobaquera y metió la pitillera en el bolsillo. Todo ello en apenas un par de minutos. 

Estaba decidido a sacar a Aeryn de allí, debían sacarla de ese lugar entre los tres y averiguar qué les estaba sucediendo. 

Salió de su casa, cerró con llave y caminó hasta el coche.*

Arrancó, abrió la ventana y sacó un cigarro de su pitillera. Lo encendió, al mismo tiempo que aceleraba y subía revoluciones para llegar al manicomio cuanto antes. No sabía por qué, pero una sensación acuciante lo apremiaba a sacar a la joven de allí. Le habría gustado que le ayudasen Don y Everett, pero no iba a pedirlo, sólo les dejó ver sus claras intenciones, pero no tenía intención de meterlos a ellos en ese fregado voluntariamente, si querían ir, sería por propia voluntad. Él no pediría ayuda, nunca lo hacía. 

-Aeryn, cielo, voy a sacarte de allí. 

Aquel pensamiento voló hacia los otros tres y la sensación de velocidad sobre cuatro ruedas se transmitió, con la misma claridad que la propia determinación de Hammer a hacer aquello que acababa de enunciar. De una forma u otra. 

Everett da un respingo y se queda con los ojos como platos mirando hacia todas y ninguna parte a la vez.

- ¿Do... dónde estáis? Yo, nosotros... o sea yo, estoy en mi cabaña?

¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué os oigo dentro de mi cabeza?

De Aeryn llegó una imagen confusa: una sala blanca, acolchada. Una bombilla que casi no alumbraba. Las formas, frente a su mirada, de Jimmy Abott y de Amanda Hope.

De Don llegó la imagen de un granero, o un edificio similar. Parecía en desuso, solo que había un espejito roto entre dos tablas, con una palangana debajo, y un jergón de paja, y una manta, un infiernillo de keroseno, una lámpara, una mesa coja... Entraba de fuera, por entre las tablas, la luz de la mañana. Por algunos sitios había entrado también un poco de nieve.

De Mike llegó una rápida impresión de movimiento y el sonido de un vehículo a motor arrancando.

De Everett la imagen de su cabaña por dentro mientras su mirada se movía por aquí y por allá.

Fue rápido. El hospital estaba donde en los sueños de Mike había estado la iglesia. El cielo estaba gris pálido. Algunos habitantes de Kingsport iban y venían, ocupándose de sus asuntos.

Mike no pudo evitar recordar el sonido de las campanas sobre Kingsport aquella noche.

Antaño, la plaza que daba entrada al edificio del hospital había sido más pequeña. Todas las calles retorcidas que habían tenido que cruzar para llegar ahí, habían desaparecido ahora. Sin embargo, en algunas casas antiguas, en los trazados de las calles, encontró familiaridad con las turbias experiencias de la noche pasada.

La enfermera jefe estaba, parecía, bastante ocupada haciéndose cargo de unas cuantas fichas de pacientes.

¿Si? ¿Qué desea?

Durante un momento los ojos de Aeryn parecieron velarse... Movió los labios como si hablara sola, con alguien que no se encontraba ahí, pero pronto volvió a prestar atención a sus visitantes.

La impresión que de ella recibieron Jimmy y Amanda fue muy prometedora: nunca antes habían sabido (tras su ingreso, por supuesto), que tuviera tanta vitalidad, ni que hablara con esa coherencia. Y no intentó saltar al cuello de Jimmy nada más verle.

La cabaña seguía igual que anoche: había restos de la estancia de Don, y de todo lo que ahí ocurrió. Al parecer, Don se había marchado. Todo lo demás seguía ahí. Era una temporada floja de trabajo, invierno. Ninguna obligación había que no pudiera esperar a otro momento.

Tu granero, tu viejo granero, estaba como siempre. Pero llevabas puesta la chaqueta que te prestara Everett la noche anterior, cuando sucedió todo aquello en su cabaña. Tenías las vendas de las curas que te habías realizado un poco de mala manera. Recordaste que en el hospital... No te habían atendido. Tampoco habías ido a la beneficencia. ¿O si? Todo era confuso. Y luego, la tormenta, y aquellos túneles. ¿Cómo había sucedido todo? ¿Qué parte era sueño? ¿Qué parte realidad?

Todo parecía bueno... Se había imaginado aquello que había visto, y además Aeryn estaba bastante lúcida y coherente, más de lo que había estado desde el incidente, por lo que había oído. Sin embargo, conforme hablaba, Jimmy fue torciendo el gesto en uno de sorpresa y preocupación.

-¿Cómo que eres Hammer, Aeryn? ¿Cómo puedes saber todo eso?-preguntó, levemente alterado, en especial ante la mención de las cuevas de los gusanos, donde no pudo evitar que un escalofrío le recorriera la espalda.

Me daba cuenta de que debía preocuparme, o al menos sorprenderme, pero mientras buscaba mi hatillo solo podía pensar en dibujar lo ocurrido. Dibujé a la Serpiente de Plata, de la que salía una cabeza de cada extremo, la cabeza de Aeryn y la mía propia. Bosquejé a Everett agusanado, la mirada incómoda de Mike, y las sombras de los demás en la oquedad de la cueva. Añadí la laguna entre los precipicios y las figuras tenuemente iluminadas de los encapuchados. Al terminar guardé mi cuaderno en el hatillo, pensando en lo bien que había quedado el dibujo a pesar de mis manos vendadas. Me retiré la venda para examinarlas. Cuando acabé me quedé mirando la paja en la que había dormitado.

No recordaba cómo había llegado allí, aunque sabía que no debía preocuparme. Estaba vivo, y había desarrollado una suerte de mensajería mental, al menos con dos de mis amigos. Tanto tiempo esperando el momento en el que el velo cayese y ahora, que lo había conseguido, seguían bullendo las preguntas en mi interior. ¿Quería el Abismo que cumpliese mi promesa y acudiese a su encuentro? ¿Estaba Aeryn a salvo? ¿Cómo había salido de la Serpiente? ¿Al despertar igual que me ocurrió a mí? ¿Quién habitaba la Serpiente cuando no estábamos en su interior? ¡La Serpiente! ¿Dónde está? ¿Se quedó con Mike?

¡Mike! Su voz me trajo de vuelta. ¿Cómo? ¿Eras tú? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Y ella? ¿Dónde estaba ella? ¡Aeryn, responde, por todos los fondos abisales, danos algo de claridad! … Mike, el Abismo nos requiere. Lo sabes y lo sé. O lo supimos. ¿Debemos ir? ¿Es una trampa? ¿Quién habita la Serpiente cuando estamos despiertos?

¿Dónde está la Serpiente de Plata? Pregunté mientras rebuscaba entre la paja. Creí saberlo todo y no sabía nada.

Everett se comunicó con nosotros y yo suspiré aliviado. ¿Estás vivo y entero viejo amigo? Te dije que no era el licor de alcachofas, Everett. Lo que te conté en la cabaña ocurrió de verdad. Ellos pueden corroborarlo.

Caminé hacia el espejo roto y observé mis ojos cansados, los que una vez fueron Mike, ¿los que una vez fueron Aeryn?. Entonces sentí a los demás más allá de sus palabras. Veo dónde estáis. ¿Véis dónde estoy yo? ¿Aeryn? ¿Estás en el hospital? Estuve tan cerca... y entonces la tormenta llegó. ¡Y me alejó de ella! Tengo que ir a verla. Mike, ¿puedes desviarte hacia el granero del viejo Ike y recogerme? ¡Deberíamos ir todos! ¡Jimmy y Amanda ya están allí! ¿Jimmy? ¿Amanda? ¿Me escucháis?

Me abroché la chaqueta de Everett y preparé mi hatillo para abandonar el granero.

Ante la sorpresa de Jimmy, Aeryn asiente con la cabeza.

-Pues no se como explicaros esto, es muy raro. Pero es como que esta noche...todo a cambiado de sitio. Creo que yo podría ser Hammer! O haberlo sido al menos. Por eso tenéis que sacarme de aquí, yo no soy la que tendría que estar encerrada!

Entonces volvió a escuchar esas voces.

-Un momento...

y se quedo en silencio, pensando, moviendo la cabeza y los labios de vez en cuando. Finalmente volvió a centrarse en ellos.

-Pues eso, que no estoy loco o loca, !debéis sacarme de aquí! Soy Mike, debo salir para saber que está pasando.