Partida Rol por web

- Era mi hija... Quiero decir, Jeanine ES mi hija... La perdí hace tiempo, soy consciente de que no puede ser la niña de este baúl, pero no puedo dejar de pensar de que en alguna parte de este mundo puede estar ella así, sin que nadie la haya encontrado nunca. Todo por culpa de Pietro. Parece que la casa lo supiese, estoy convencido de ello, no deja de recordármelo a cada paso.

Suelto una gran carcajada, pasándome una mano sucia y encallecida por la cara para limpiarme las lágrimas. Pensaba que estaba soportando bien a la casa, que todas sus ridiculeces me estaban resbalando y que el miedo no podía afectar a alguien que había pasado lo que yo, pero sólo me engañaba. Tengo el miedo bien asentado en las pelotas desde que me levanté de esa silla y cada vez pierdo el control con más facilidad.

- Como si pudiese olvidarlo. Por favor, no puedo, ¿Podías revisar tú el baúl? Creo que como siga mirándola más tiempo voy a vomitar.

Me vuelvo a sentar junto al baúl, resoplando, mientras las lágrimas siguen cayendo solas.

Miguel ayudó a Fred y de a poco los ladrillos se fueron moviendo dejando entreveer una habitación completa, de buenas proporciones. Parecía ser una capilla, que aún estaba inundada por las sombras. Había montones de candelabros con velas apagadas que, encendidas, servirían para poder ver mejor el recinto. En un altar, en el medio del sitio, se hallaba un enorme tomo, que podría contar, tranquilamente, con más de mil páginas y tener cientos de años de antigüedad.

El piso era de madera lo mismo que las paredes. Sendas cruces, ubicadas en varios sectores estratégicos, daban cuenta de que este recinto pertenecía, o parecía hacerlo, a la fé católica. Había una alfombra roja que pasaba por el medio del suelo hasta el propio altar. 

Un frío espantoso surgió de este recinto y la voz de Jonathan se fundió con éste para susurrar:

-Lizzzzzzz.....

David explicó sobre su hija, una historia fuerte, que lo hacía ver no como un tío rudo que todo lo tiene aprendido de la vida sino como un ser humano, con todas sus debilidades y méritos. 

Antes de decir nada, Marta, que hasta entonces se había quedado muda mirando el baúl, se acercó a él y se puso a hurgar con respeto lo que allí había. Apartó con suavidad el pequeño esqueleto y revisó las otras cosas que se encontraban en el lugar.

Entonces... como siempre que tocaban un punto receptivo de la casa, las luces se apagaron sólo por un momento. La voz de una niña llenó el vacío diciendo.

-¿Mamá...mamá, estás ahí? ¿Estás ahí mamá...? Tengo mucho frío mamá. No me dejes sola... no me dejes sola aquí, sola con mi osito mamá.

Un llanto llenó el cuarto. Las luces volvieron y todo estaba como antes. Pero la voz siguió diciendo...

-No me dejes sola mamá.... tengo miedo, tengo tanto miedo...

¿Qué, entramos, o avisamos a los otros para hacerlo todos juntos? Este sitio me da más mal rollo que el resto de los que hemos visitado hasta ahora... 

La Imponente capilla aparecía tras la entrada que habíamos logrado crear, estaba bastante oscura y el ambiente era mucho más frio que en la habitación anterior.
Ese libro se ve interesante, solo voy a darle una ojeada. Me acerque despacio hacia el libro, tratando de no despertar a lo que fuere que lo estaba cuidando.

Vi como Fred entraba en la capilla y yo me quedé fuera observando que pasaba en la estancia. Porque seguro que algo parecía. No quería aventurarme con él a la espera de lo que fuera a ocurrir, tenía un mal presentimiento sobre aquella sala...

Me quedé sorprendido con las declaraciones del vagabundo.

¿Sería por eso que era lo que era? Un ser un tanto despreciable... Pero debajo de tanta mugre, podía haber un corazón.

Antes de que pudiera contestar y acercarse al baúl, Marta lo removió. 

Iba a soltar un comentario sarcástico sobre que ella pudiera "meter mano" a un esqueleto y yo no a un cadáver, pero el apagón de luces hizo que me lo tragara.

Al volver las luces, la niña seguía hablando, así que me atreví a preguntar

Pequeña, ¿dónde estás? ¿Y tu mamá? ¿Qué ha pasado?

Se me encoje el corazón al escuchar la súplica de la niña y me levanto para buscarla, fantasma o no es criminal que la hayan dejado sola.

- Tranquila, pequeña, todo va a salir bien. Estamos aquí ¿Dónde estás?

Echo un rápido vistazo a las tijeras que están a mi lado en el suelo, en un momento de lucidez se me ocurre que ésto puede ser tan sólo una jugarreta de la casa, pero como no lo sea las tijeras no harían sino asustar más a la niña. Por seguridad decido arrodillarme junto a ellas otra vez, esperando que la niña aparezca cuando quiera, con el arma a mano por si lo que aparece no es la niña.

- No vamos a hacerte daño.

Los dos jóvenes ingresaron en la capilla aunque Miguel no tenía muchos deseos de hacerlo así, sin ir primero por los demás. Pero Fred quería echarle una ojeada al libro y, sin hacer ruido, subió los dos escalones que daban al altar. Era un tomo enorme, de tapa dorada aunque sucia. Una fina mota de polvo cubría el volumen. Además de eso el mismo estaba cerrado: había un pequeño candado en su costado, como el que tienen esos diarios íntimos. Así que para leerlo había que abrirlo o romper su tapa, pero eso no parecía fácil ya que la misma no era echa de papel o cartón sino de un material más resistente.

Está bien, quizá tengamos que buscar la llave de este extraño diario. Quizá en la habitación de Lisbeth haya algo que nos sirva de utilidad, o quizá estos hayan encontrado algo por allí.

Aunque pensándolo bien, no creo que Lisbeth se dedicara a este tipo de ocultismos... creo que lo mejor será seguir explorando.

Pero antes eché un vistazo por la capilla por si la llave andaba por ahí.

Esta vez las palabras no retornaron por más de la pregunta de los hombres. La pequeña no volvió a hablar, las luces no se apagaron para volver luego mostrando alguna escena en particular o lo que sea. El cuarto siguió callado, los huesos de la niña continuaron en el baúl desatentos a la súplica de los hombres de que dijera algo más. ¿Quién era? ¿Qué quería, por qué... sobre todo por qué estaba llorando?

No vinieron las respuestas esta vez.

-No creo que quiera hablar... o quizás no pueda.

Dijo Marta y siguió revisando en el baúl, sólo encontró un medallón que tenía un nombre:

"Sarah"

Al menos sabemos el nombre de la niña... Dejemos los restos en el baúl y cerrémoslo de nuevo. dije pensando como si fuera una tumba.

Aquí no parece que haya nada más, debemos seguir... Por cierto, mirar esta piedra que he encontrado. ¿Os dice algo?

- No me gusta eso de cerrarlo y olvidarnos de ella. No es algo que simplemente puedas guardar y ya está. El espíritu de esta niña está atado a la casa tanto como los demás, pero seguramente sea la más inocente de todas. No veo justo que por culpa de un coño y una polla inquieta y una vieja intransigente, la pobre siga sufriendo. Sigue siendo una criatura.

Estoy muy decidido a hacer lo que sea necesario para que la pequeña pueda descansar en paz, si es que eso existe, y si no existe me lo invento. No quiero pensar en que sólo lo hago como una forma de expiar mis propias culpas, por lo que focalizo todas mis capacidades en pensar en alguna forma de contactar con Sarah. Vuelvo a coger las tijeras y apuntando a la piedra me dirijo a Nacho directamente.

- ¿Crees que esa piedra está relacionada de alguna forma con la historia de Sarah? Un momento...- miro al baúl aún abierto- No lo parece de primeras ¿Pero creéis que podría ser suyo el cuerpo que aún vive estando muerto? Sarah, por favor, responde, sólo quiero ayudarte. No pude ayudar a mi propia hija, por favor, déjame ayudarte a ti- digo, girando en la posición esperando que se manifieste en algún sitio-.

Si quiero cerrar el baúl, es como si fuera su tumba, para un entierro digno. Aquí dentro no podemos hacer nada, y mientras no podamos resolver todo esto y salir de aquí, no conseguiremos nada.

Y no, realmente no creo que sea ella el cuerpo que aún vive estando vivo, creo que es más bien Elisabeth, que intentó ahorcarme

Bajo los brazos resignados ante la única respuesta que recibo, la de Nacho. Y vuelvo a secar las lágrimas que no dejan de correr, como siga así voy necesitar algo de ginebra, me estoy deshidratando.

- Creo que no me has entendido bien, desde luego que quedarnos aquí a esperar a que la solución se presente delante de nuestras narices no es una opción, pero me da reparo tan sólo olvidarnos de ella. Cierra la tapa si quieres, pero la cría nos sigue necesitando, se lo debemos, si no fuese por ella aún seguiríamos dando vueltas sin saber qué buscar. Ah y deja es piedra en el oso, donde estaba. Yo se la di a Sarah y ahora le pertenece a ella. Lo decimos muy en serio-  digo, levantando las tijeras-. Por un momento no la había reconocido.

Viendo que ya no tenemos nada que hacer vuelvo al marco de la puerta con cuidado, asomándome poco a poco con las tijeras por delante para asegurarme de que no nos espera ningún nuevo invitado sorpresa en el pasillo.

- Tienes razón con lo del cuerpo muerto y vivo parece más algo relacionado con Elisabeth, pero ella ha desaparecido. Sigamos adelante.

Prometo volver y ayudarte, pequeña.

En cuanto el vagabundo dice: "Yo se la di a Sarah y ahora le pertenece a ella." La habitación nuevamente se apaga. Cuando se enciende aparece el cuarto de una niña hermosamente decorado: la cama tiene una frazada rosa con flores bordadas muy posiblemente a mano, las almohadas son de un blanco impoluto, y al lado de la cama hay un escritorio de madera clara y un baúl de juguetes. El mismo se encuentra abierto y un oso de felpa de color arena está arriba del resto de chiches, con sus dos ojos pequeños y rojos.

-Hola Ben, hola mi amigo Ben.

Dice la pequeña que aparece en el aire y se queda abrazando a su osito. Con una mirada tierna. Su cuerpo no es como aquella vez: el espectro sin piernas, sino que es una niña hermosa, de cabellos largos y brillosos y ojos tiernos.

-Ben, ¿sabes? Liz murió... murió esta noche. Yo creo que no se va a ir del todo porque ella nos ama. ¿Verdad Ben, verdad que nos ama?

Dice la chica y luego se oyen unos gritos desde la puerta, que está cerrada, la que da al pasillo.

-¿Qué es eso Ben... qué pasa??

Pregunta Sarah a su oso.

Casi no me asusté ante esta nueva aparición. Parecía que me empezaba a acostumbrar.

Se notaba que Sarah era una niña dulce. Incluso en la aparición, derrochaba ternura e inocencia.

¿Qué te pasó? pensé con amargura justo antes de que se escucharan unos gritos.

Inconscientemente, me acerqué un poco a la puerta, para intentar escuchar qué decian

Debe ser importante lo que se encuentre en este libro como para dejarlo con llave. Aunque como dices me da mala espina, dejémoslo aquí hasta que encontremos una llave que nos pueda servir. Buscamos a los demás para contarles nuestro hallazgo?