Partida Rol por web

Miro al cielo con la expresión un poco cansada. He tardado pero al final he dejado todo listo, el establo, la silla, alguien que le ponga un ojo encima...
Mañana empezaré con el adiestramiento de Indur.

Si, ese será su nombre, es lo suficiente enérgico para una criatura de su tipo.

Con algo de suerte, en unas tres semanas podría intentar montarlo sin que se encabrite mucho, aunque enseñarle a volar llevará más tiempo, por no mencionar el hecho de que como le de por alzar el vuelo demasiado pronto podría romperme la cabeza.
Reanudo el paseo con una media sonrisa en mi cansado rostro.

Creo que iré a tomar algo para celebrarlo.

Te diriges al barrio de la nobleza. Hay toda una variedad de posadas, tabernas y prostíbulos en el señalado barrio, muchas de ellas de gran interés y todas sirven comidas, bebidas y mujeres, con lo que la cuestión fundamental es en cual de estos placeres ponen mayor énfasis. Las posadas del barrio noble suelen ser reputadas por sus comidas, las tabernas por sus bebidas y los prostíbulos por sus esclavas. Por supuesto también están los baños públicos, y hay un amplio elenco igualmente de precios, aunque todos ellos en la parte alta de la tabla de gasto.

Mientras caminas te preguntas qué buscar exactamente. Conoces a sitios casi de todas las posibilidades... excepto baratos claro. No hay nada barato en este barrio.

Recorro las calles buscando algo en especial, dado que no me apetece el "típico" vino de setas o algún licor exótico que termine por tumbarme de dos tragos. Busco algo inusual, si, un vino de escarcha por ejemplo, que tampoco se escapará mucho de mi presupuesto y eso resulta tremendamente fácil en este lugar. Pero para ello debo encontrar la taberna adecuada, ese es el problema.
Bueno, también esta el hecho de que algunos nobles se consideran muy por encima del resto, por lo que tendré que localizar algún sitio donde además no esté plagado de ellos.
No me refiero a que no tengán ese derecho, simplemente que no hace falta que lo demuestren con tanta frecuencia.

Encuentras una taberna llamada "Casa de Deuste" de la que has oido sirven buenos vinos. No parece un sitio especialmente prohibitivo en los precios, aunque eso es discutible siempre. El interior está ricamente decorado con las paredes llenas de arabescos y símbolos mágicos, y hay apenas cinco mesas, y una larga barra, en donde varias personas beben con tranquilidad, atendidos por dos esclavas de hermoso aspecto. Hay una mesa vacía, y también hay sitio en la barra

Me acerco a la barra mientras observo la decoración con un escalofrío recorriéndome la espalda. Posiblemente los símbolos sean sólo decorativos o protectores, pero mi escaso conocimiento del tema me hace preguntarme si en realidad están diseñados con otras intenciones.
Termino por sentarme junto a la barra y me detengo a mirar la clientela.

¿De qué tipo serán?

Me pregunto en mi cabeza. Por fortuna, tanto buena como mala, se suelen delatar ellos mismos con sus acciones y actitudes.
No tardo mucho en volverme hacia las esclavas, disimulando mi curiosidad como si hubiera estado buscando a alguien en lugar de reconocer la fauna local e intento afinar el oído.

El personal de la taberna es de diferentes tipos. Como sueles ser propio de este barrio hay aristócratas, y magos (la magia está reservada únicamente a los miembros de la nobleza de sangre, bien descendientes sanguíneos bien por adopción). En la taberna no hay nadie tremendamente conocido, salvo un mago que charla animadamente con un aristócrata de mediana edad y una joven nigerthiana que no aciertas a dilucidar si es de la nobleza o está simplemente, como tú, paseando o acompañando a alguien. El mago en cuestión estás casi seguro que es de la casa de la Bestia Trémula, una de las casas nobles de más importancia, y es conocido por sus ideas inteligentes, pero ligeramente excéntricas, y su deseo de extender las fronteras de la Ciudad, e ir descubriendo todos los secretos naturales y políticos del continente.

Su charla es probablemente la mas interesante de las que se producen en la taberna. Ahora mismo habla con convicción sobre la necesidad de tomar los pueblos situados al norte y al sur de la ciudad, y empezar a extender el territorio de la misma.

Al girarte hacia las esclavas una de ella se acerca hasta ti y se queda quieta, a un par de pasos, esperando tus órdenes.

Aguardo simplemente mirándola varios segundos.

Eso si que es tenerlas bien enseñadas.

Pienso mientras una sonrisa aparece en mi rostro antes de preguntar.

- ¿Teneis vino de escarcha?

Después mis oídos vuelven a la conversación y mi cabeza a la joven.

¿Quién será?

- Sí, mi señor, mi amo dispone de esa bebida. ¿Deseais que os traiga una copa o una botella?, ¿esta indigna esclava puede ofreceros algo más?

La conversación sigue por similares derroteros. El mago monopoliza la misma y habla con gran vehemencia y, tal vez, con una pizca de suficiencia, interrumpiendo a sus interlocutores cuando le contradicen. Aunque es cierto que tiene una gran cultura y una indiscutible elocuencia. Ahora está opinando sobre el gran desconocimiento que existe sobre la situación, y sobre todo sobre la fauna, de la Tierra Bendita.

Y no, definitivamente, no sabes quienes son sus dos acompañantes

- La botella mejor, creo que estaré aquí un buen rato. - comento distraído por el monólogo del mago al que de repente interrumpo - ¿Quiere decir qué le gustarían más exploradores? ¿O se está quejando de que hacen mal su trabajo?

Me giro hacia el grupo, consciente de que pueden no tomarse muy bien la entromisión de alguien que no es miembro de la nobleza, pero aún así continúo.

- Aunque la solución de ambas difiere. Si es la primera, habría que buscar más hombres, la segunda habría que estudiar el motivo.

El mago se queda un momento con la palabra en la boca, y te observa entre perplejo, sorprendido, indignado e interesado. Se queda unos instantes cual si evaluara cual debe ser su reacción, hasta que el aristócrata de mediana edad que tiene a su lado le dice algo al oido

- Ah - dice el mago- Así que sentado junto a nuestra mesa está un explorador de nuestro glorioso ejército. Qué feliz coincidencia. Aunque creo que no habeis pedido permiso para uniros a mi... a nuestra conversación. Mo importa, no importa. Vuestra opinión puede aportar cierto grado de conocimiento de campo que no son en absoluto desdeñable, carezcais o no de conocimiento académico. - el mago sonríe casi de forma bonachona antes de hacer un gesto con sus manos- Decidme, Girac, ¿qué opinais sobre la conversación que evidentemente estabais escuchando?

Mientras la esclava hace una ligera reverencia y regresa a por la bebida que has solicitado

- Bueno, lo primero si que debo disculparme, pero me resultaría imposible ignoradle. Más aún cuando el tema me resulta interesante. - hablo desde la barra manteniendo una fina sonrisa en el rostro - Volviendo al tema de los exploradores, si no se tiene suficiente información del terreno debe ser porque andan escasos en número o medios, dado que me niego a creer que sea por incompetencia. Como ya he dicho, si andan escasos en números habría que conseguir más, quizás entre los cazadores de bestias de la arena o tiendas como "Criaturas de la Tierra Bendita" - me detengo a coger un poco de aire - Esos hombres conocen el terreno y las criaturas que lo habitan de primera mano. Por contra, si es problema de medios la solución es más complicada, se deberían entrenar a los exploradores en la monta de criaturas voladoras como grifos o águilas y además conseguirlas.

Termino de momento con la garganta reseca.

¿Dónde andará ese vino?

La esclava deja en silencio la botella sobre la mesa, así como una copa, y se retira un par de pasos, antes de arrodillarse por si alguno de los presentes le requiere para algo más.