Partida Rol por web

Elijo el mercado de la carne igualmente. Puede que tenga suerte y encuentra un ganga.

Camino hacia el altar principal, haciendo una profunda genuflexion ante el... Le observo unos instantes, admirando sus bellas formas.

Luego, cruzo las manos sobre mi pechoi, acariciando el simbolo de mi fe. Encamino mis pasos con calma y dignidad, en busca de Benmud Al-Casaim...

El mercado de la carne se encuentra situado en el barrio del puerto fluvial, a orillas por tanto del Río Conquista y fuera de la protección de las murallas. No obstante una muralla menor hecha de tierra y adobe rodea este barrio en todo su perímetro (salvo en la parte que coindice el mismo con la muralla principal de la ciudad). El barrio del puerto fluvial hiede a pescado, visceras y alimentos en diverso estado de conservación. Una pequeña multitud de personas, muchas de ellas indignas, tratan de comprar productos en diversos tenderetes en donde los productos se amontonan en un irregular caos. Los nigerthianos de pura raza son tratados con temor, y nadie te interrumpe o molesta mientras te encaminas al Mercado de la Carne. El mismo se encuentra en una esquina del barrio, justo dejando a su espalda la muralla de la ciudad. Para llegar al mismo es preciso atravesar la Plaza del Justo Castigo, que es donde se ejecutan la mayor parte de los castigos a criminales en la ciudad. En la mañana de hoy aun se ve el cadalso en donde hace un par de días dos ladrones fueron ajusticiados. En uno de los cepos la hija de uno de los ladrones, de catorce años, lleva dos días atada. Aun está viva, lo que significa que alguien debe haberse apiadado de ella y haberle dado de comer y de beber. A los pies del cepo está el contenido de su castigo. Como era de esperar sus ropas están rasgadas y supones que debe haber perdido su virginidad. Mientras pasas por la plaza ves como la chica (que por lo demás es de un aspecto corriente) te mira con ojos vidriosos y te suplica agua y algo de ropa con la que cubrirse. Tiembla de pies a cabeza, lo que dado el estado de sus ropas y el frío de la mañana, es normal

Saludo con una inclinación de la cabeza al sacerdote y me dirijo a Morzog.

- Bien... Le has pedido algo al tabernero? hace varios minutos que pedí una simple sopa de hierbas con una copa de vino y no me han servido...

Digo ya con un tono molesto.

Miras a tu alrededor. Conoces a Benmud Al-Casaim aunque no sabes si él te recordará. En todo caso, no se encuentra ahora mismo en el lugar

Antes que Morzog pueda responderte de la cocina sale una de las esclavas de Tasuel y se acerca a la mesa en donde os encontrais y deja junto a la misma la sopa y la copa de vino

- Como ordenasteis señor - dice a Acrolis sin mirarle a los ojos. Luego se gira a Morzog con un estremecimiento- ¿Deseais algo, mi señor?

- Es apenas una niña - murmura Sintara a tu lado, mirándola con compasión

Me dirijo a la puerta que lleva a la parte superior del templo. En el camino, busco algun sacerdote o guardia que pueda indicarme donde se encuentra Benmud o en ultimo caso, sus dependencias.

En el camino, voy sin prisas, mirando y admirando, las distintas representaciones y frescos.

-Sí, lo es. Pero no hemos venido a buscar niñas, sino esclavos fuertes y capaces.

Miro a la niña de reojo. Me recuerda a mi propia infancia en el arrabal, en Nigerthia.

- Mi señor... ¿no podríamos darle algo de comida y bebida, y tal vez unos harapos? Es su padre quien delinquió, no ella. Luego podemos ir y comprar vuestros esclavos. Por favor mi señor - te responde Sintara sin poder dejar de observar a la chica

De camino al piso superior (desde donde a su vez se accede a las zonas de la nobleza, así como a cuatro torreones con finalidades sobre todo defensivas) encuentras a un guardia, que te comunica, ante tu pregunta, que el honorable Benmud Al-Casaim salió del templo a primera hora de la mañana. No sabe exactamente a donde se diriguía, aunque últimamente ha acudido en muchas ocasiones al palacio del duque, a departir con él. Tampoco sabe cuando volverá

-Si tanto quieres ayudarla, dale tú algunas de tus ropas y esta noche ven a darle parte de tu comida. A mi nadie me ayudó cuando estaba en su situación y eso me obligó a adaptarme para sobrevivir. Además, morirá pronto, igualmente. Aqui sola, abandonada.

No lo digo con rudeza, sino en voz baja y dulcemente, acompañando mis palabras con una caricia en la mejilla de Sintara.

Agradezco la informacion con un seco gesto de reconocimiento y me retiro.

*Debere venir al rito de la tarde probablemente para verlo... Esta bien, de todos modos pensaba asistir.

Como era mi unico interes de momento en el templo, salgo de el con rapidez, para dirigirme a la posada del encuentro...

Agua hervida. - Dice Morzog en un tono seco.

Su inexpresiva mascara encara a la esclava mientras se va, permanece unos segundos en silencio.

... - Finalmente su voz vuelve a sonar afable y bondadosa. - Y bien, ¿Como te ha ido Acrolis?

Me quedo junto a la puerta evitando que Xiaoyan entre y contemplo extrañado a la mujer, como si estubiera seguro de que le faltase algo. Tras unos segundos le pregunto consternado.

- ¿Sigues sin dejarte poner el collar?

A continuación abro la puerta y entro, esperando junto a ella a que pase. Observo el local mientras tanto.

¿Acaso he visto antes a ese soldado?

Intento recordar si es así cuando caigo en Acrolis.

Por lo menos no estaré sólo con ella

La esclava trae la sopa y la copa de vino, y mientras Morzog solicitaba su orden yo revisaba mi sopa con extremo cuidado, moviendo con la cuchara los vegetales de un lado hacia otro tratando de identificar todo lo que le metieron.

- Bien. Lo cierto es que llevo semanas estudiando y ya extrañaba el pútrido aire que se respira en estos lares.

Tomo la copa de vino y la muevo delante de mi nariz sintiendo el aroma del vino.

- Es momento ya de buscar nuevos desafíos, no crees? y tu? traes alguna novedad contigo?

Lamentablemente no. Todo ha sido muy tranquilo ... demasiado tranquilo.

Su voz suena ligeramente enfadada, mientras sus dedos casi esqueléticos repiquetean en la mesa.

La verdad es que esperaba algo menos de conformidad en esta ciudad, esperaba poder retorcer unas cuantas voluntades y arrancar algunas lenguas. - Añade con un gesto de la mano simulando que aplasta algo. - Y sin embargo ... nada de nada.