Partida Rol por web

Al llegar a puerto Vader se despidió de vosotros. - Aquí nos separamos. Toca recargar combustible, realizar el mantenimiento y volvemos a despegar.- Os cuenta mientra estrecha vuestras manos amablemente a la vez que internamente da gracias al cielo de que bajéis de su avión.- Espero que encontreis a vuestros hijos.

Al lo lejos, a unos cinco minutos de camino, un puesto de control separaba la zona portuaria del resto de la ciudad.

–Pues ya hemos llegado– Matt estaba tan tenso que a duras penas había disfrutado del aterrizaje. También se sentía ligeramente avergonzado por lo ocurrido– Oiga, capitán. Siento lo que ha ocurrido allí arriba. No soy persona de mantener la compostura, pero sé de aviones. Y sé que si no supiese d estos cacharros probalemente hubiese reaccionado igual. ¡Diablos! Quizás hubiese sido hasta peor. Lo que quiero decir... Lo siento mucho, capitán, pero no se imagina hasta que punto alcanza esto... Quizás algún día podamos explicarselo.

Ab casí saltó del avión en cuanto tomaron tierra. Se sentía fatal por lo que había ocurrido en el avión pero aun se sentía mucho peor por que se habían alejado de sus hijos. Y aunque sabía que estaban en el desierto, era una locura buscara a ciegas en un desierto.

No había tiempo, debían encontrar un guía y ponerse en camino cuanto antes.

A pesar de la angustia por lo que había sucedido, poner los pies en el suelo y respirar aire fuera de esa lata de sardinas, era reparador.

- Más tiempo en el avión y podía haberme vuelto loco. ¡Cómo hacemos para encontrar un guía?

Las cinco horas restantes fueron interminables para Craven que a pesar del sueño que tenía, no se atrevía de dejarse vencer por el ante la posibilidad de ser atacado por una pesadilla similar a la anterior, todo aquello, unido a su miedo a volar, hizo que más de una vez tuviera que echar mano a su petaca de wiskhey escocés. Aún así mantuvo el tipo aferrándose de vez en cuando a la señora Greywood cuando le surgía un ataque de pánico.

Eso sí, al bajar del avión estuvo a punto de besar el suelo pero no lo hizo por decoro y en cuanto encontró un asiento se desplomó en él con el rostro pálido y unas enormes ganas de vomitar hasta su primera papilla.

Tan mareado como angustiado estaba que ni siquiera escuchó el comentario del americano disculpándose con el piloto, le faltó salir corriendo... estaba hecho polvo y en modo zombi. Necesitaba un ratico para volver a ser él.

Más tiempo en el avión y podía haberme vuelto loco. ¡Cómo hacemos para encontrar un guía?

- Se podría preguntar...- reprimió una arcada- en el puesto de control- sugirió con la frente perlada en sudor y sin ser capaz de moverse de la cosa que había utilizado como asiento... una piedra.

Por suerte para todos consiguió calmar a sus compañeros.- Contesta el capitán a Matt aceptando sus disculpas.- Sé poco de esta ciudad.- Dice tras escuchar vuestra conversación.- Solo que el idioma local es completamente ininteligible. Lo mejor que podéis hacer es preguntar en el puesto de control, está controlado por el ejercito de su majestad y funcionarios británicos, seguro que alguien os puede ayudar o indicar quien puede hacerlo.

-Vamos , pues. Necesitaremos un guía y traductor, entonces.- En tierra se sentía más seguro. Alquilar un coche y contratar los servicios de un guía y traductor era todo lo que necesitaban ahora. Bueno una ducha y algo de descanso no les vendría mal tampoco. Se encaminó al puesto de control impaciente por continuar. El recuerdo de esa pesadilla le tenía atenazada la boca del estómago.

-Vamos , pues. Necesitaremos un guía y traductor, entonces.

- Y un wiskey...- solicitó más blanco que la cal- el Señor bebió vino en su última cena...- dijo a modo de escusa- yo prefiero otra cosa...- lo cierto es que la fe del capellán estaba cada más pendiente de un hilo, pero eso era algo que no admitiría en público, al fin y al cabo si estaba en ese grupo era porque lo necesitaban para algo... no sabía mu bien para qué pero dado que era un hombre de fe, lo mismo era por eso, el caso es que mejor conservarla por si acaso aquella se convertía en su última cena...- Le acompaño señor Whitetucker, conozco algunos idiomas quizás podamos entendernos y encontremos al guía.

-Si me lo permiten iré con ustedes -intervino Ab-. No sé ningún idioma que no sea el mío, pero doy apoyo moral, espiritual y armamentístico.

Al decir esto último se tocó la pistola que llevaba oculta bajo la chaqueta.

Daphne miró a su alrededor, las ropas de aquella gente, las miradas, la escasez de mujeres... Desde luego, aquel no era un lugar para ella o alguien como ella. La mujer murmuró algo por lo bajo antes de levantar la vista de nuevo. Estaba allí por sus hijos, no de turismo.

–Será mejor que no nos separemos–. Miró a su alrededor– Al fin y al cabo no conocemos sus costumbres.

Matt alzó las cejas ante los repentinos recelos de su mujer. No se sentía tan incómodo como ella. Solo mortalmente nervioso.
–Bueno, no serán peores que las de esos españoles. Eso seguro.

Aún así, después de asegurarse que el piloto no necesitaba ayuda con el avión, siguió al grupo

Llegásteis hasta el puesto de control esquivando locales vestidos con sus amplias y sucias ropas que hablaban entre ellos un idioma tan poco entendible como el español. Nada más entrar vísteis un oficial británico, con su pulcra chaqueta roja y pantalón azul marino impoluto en constraste con todo lo que había a su alrededor.

- Buenos días. ¿En qué puedo ayudarles?- Os pregunta en un perfecto inglés británico.

Matt miró de arriba a abajo aquel ridículo uniforme. Los ingleses desde luego se creerían muy elegantes, pero parecían sacados de un circo. Ese color rojo podía verse a kilómetros, lo que podía ser útil si estabas perdido y necesitabas ayuda, pero en una ciudad como aquella solo servía para hacer el ridículo.

–Necesitamos un guía que conozca bien el desierto– dijo de forma escueta, sin saludar más que con un gesto de la cabeza– Bueno, y a ser posible que entienda inglés, claro

Roderick, que a cada paso que daba en aquel cúmulo de catastróficas desventuras menos creía en los milagros... a pesar de ser lo que se conoce vulgarmente como "un cura"... se estaba temiendo que se las iban a tener que arreglar hablando en lenguaje de signos y tratando de evitar que la señorita Greywood no era canjeable por camellos, para alguno de los nativos de aquel sitio, su desaliento fue creciendo conforme reconoció el idioma de Cervantes, había confiado en que chapurreaban el inglés en todos lados... pero no... por lo visto aquel no era el caso.

¡Entonces el cielo les mandó una señal en forma de chaqueta roja y cabellos dorados! lo que venía a ser un soldado inglés... ¡Los milagros seguían existiendo!

- Buenos días caballero- saludó todo gozoso al soldado, sin añadir mucho más ya que el americano había indicado lo que necesitaban.

- Es urgente.- Apostilló Sonny pues estaba impaciente. Era un asunto de vida o muerte y que concernía a pobres niños inocentes. Sin embargo poco más podía decir sin que les tomaran por unos locos.

El soldado os mira sorprendido.- ¿Qué desierto? - Pregunta.- Esta ciudad está rodeada de ellos.

Un local os interrumpe preguntando al soldado por un cargamento de lino en un inglés que deja bastante que desear. Tras responderle que en el tinglado sur el hombre vuelve a atenderos.

¿Qué están buscando en el desierto? ¿No parecen la típica expedición?

- El desierto de Rub el-Jali.- Contestó impaciente Sonny, aunque no tenía claro si era allí donde iba a dirigirse finalemnte o lo grande que podía ser un desierto en lugares desconocidos para él. Ante las siguientes preguntas del soldado británico Sonny agachó la mirada. ¿Qué podían responderle?

–El tipo de expedición que hacemos es irrelevante– respondió Daphne con dureza. Sus nervio le hacían ver todo como un ataque y no iba a dejarse amedrentar por alguien que parecía un soldadito de plomo.– ¿Puede ayudarnos o no? Necesitamos un guía que conozca bien esa zona y la frontera entre Libia y Egipto.

El soldado se dispone a contestar a Sonny cuando interviene Daphne. El hombre parpadea unos segundos asombrado.- ¿Sabe usted dónde se encuentra?- Le pregunta sorprendido.- Estamos en Adén, la frontera entre Libia y Egipto está a más de dos mil millas de aquí. No hay ningún guía local que pueda servirles. Si quieren ir allí les aconsejo que cojan algún carguero que vaya hacia Europa, en menos de una semana de viaje estarán allí.

En cuanto a Rub el-Jali..... ¿Seguro que quieren ir a Rub el-Jali? Nadie va nunca a Rub el-Jali. Es una de las zonas más agrestes de toda Arabia. No hay nada en Rub el-Jali. Hay muy pocos pozos de agua y hay que conocerlos bien para no morir de sed.- Os mira evaluando vuestras caras.

- Increible. - ¿Ha dicho dos mil millas? - Pregunté al aire llevandome una mano a la cabeza. Parecía que no fuesemos a llegar nunca al lugar. Miré las caras de los demás en busca de alguna idea, a parte de la que el soldado nos exponía.

- Esto tiene que ser una broma. - dije negando con la cabeza.