Partida Rol por web

Ravic ayudó a descender a la paladina enana a las oscuridades. Cuando ella dio la señal de "despejado", visible gracias a la piedra luminosa, le tocó su turno. Descendió como si de un peso en un polea se tratase. No era una sensación agradable, el no tener el control, pero descubriendo una extraña sensación de confianza en ese variopinto grupo.

Cuando llegó abajo se puso en pose defensiva intentando discernir posibles sombras entre la negrura. Sin embargo, pronto tuvo que dejar a un lado esa tarea para concentrarse en ayudar a bajar al resto.

Una vez todos estuvieron abajo, y dejando la cuerda para poder subir posteriormente, volvió a concentrarse en intentar estar atento a posibles amenazas. Y en ese instante llegó la interpretación, rozando la teatralidad, de Alí. La verdad es que medio sonrió ante la escena, pero se obligó a centrarse. Estaban en una tumba guardada celosamente. Quién sabe qué sorpresas les deparaban ...

Poco a poco, los compañeros descendieron por el hueco ayudados desde arriba.
Cuando todos estaban abajo e Ibrahïm hubo desatado a Abbas, el muchacho volvió a conjurar el hechizo luminoso sobre su propio bastón.
El descubrimiento que hicieron, sumado a las preocupaciones compartidas por Alí, colmaron al joven de intranquilidad. Alzó el bastón en un intento de abarcar un mayor radio con el fulgor del cayado, y se mantuvo a la espera de que Alí, que se había adelantado, les hiciese una señal.

Las tallas en las puertas representaban a Akhentepi como un hombre más joven. Las puertas no parecen estar cerradas, aunque tenían pinta de ser pesadas.

El cuerpo que había delante de las puertas era mayormente un esqueleto, con una fina capa de tejido desecado. Parecía ser el cuerpo de un hombre humano o un semielfo y ambas piernas estaban en posiciones antinaturales, al parecer cayó desde la habitación de arriba y se rompió las extremidades. Luego se arrastró hasta las puertas antes de morir.

- ¡¡Fuego de alquimista!!- Exclamó la chiquilla con una sonrisa en la cara mientras miraba a sus compañeros. - Los hermanos de la Flor del Amanecer, gustan de fabricarlas. - comentó la muchacha habituada a ver como los sacerdotes de Serenrae creaban dichos principios combustivos. - Aunque no me dejaban trastear ninguno...- torció el morro como si de una niña de diez años se tratara. - Decían que podía incendiar el templo... ¡¿Cómo podían llegar a pensar eso de mi?! ¡¡Cómo si no estuviera atenta de todo lo que hago!!- dijo mientras levantaba los hombros en gesto de desaprobación.

poooooor si acaaaaaaso, dijo Alí mientras con un grácil movimiento de manos arrebataba el frasco que observaba la muchacha dejaremos que otro lo lleve. No es que no nos fiemos de ti mi preciosa joya de bronce esbozando su clásica sonrisa encantadora peeeeero no es menester hacer caso omiso de los sabios consejos de los sacerdotes. 

con un repentino pivotar sobre sus talones se dirigió a la paladina enana he de suponer que apropiarnos de las pertenencias del difunto saqueador no es herejía, no? y si no os importa iré metiendo en un saquito todo lo que vayamos encontrando que más tarde pueda sustentar posibles y futuras incursiones... claro que estos frascos quizás serán más útiles en bolsillos vivaces por si nos son de recurrente auxilio. Propongo llevarlos yo finalizó su verborrea con otra de sus enormes y deslumbrantes sonrisas

Ibrahïm miró alternativamente al cadáver y al hueco del techo.
- Madre, que caída más mala.

Mientras, Nylwa y Alí rebuscaban entre las cosas del finado. Parecía que habían hallado un par de artículos que les podían ser de ayuda.

- Bueno, de acuerdo, llévalos tú. - dijo, respondiendo de pasada a la propuesta del compañero.
Se aproximó al cuerpo y tocó las extremidades inferiores con su bastón, mientras soltaba un silbido.
- Pero mira que ángulo... ¡vaya hostia!

Ravic observaba la situación por el rabillo del ojo, mientras intentaba estar atento al resto de la sala. Comenzaba a impacientarse con la conversación que se banalizaba por momentos, ...., a su juicio, claro está. Con lo que, con la "gracias" que le caracterizaba, intentó redirigir la misión:

- Terminad de repartiros las pertenecías de este pobre diablo y continuemos. La atmósfera de esta tumba no me presagia nada bueno.

Awib asintió a la pregunta de Ali. - Aunque no sea lo más noble apropiarse de los objectos de los difuntos, este no esta enterrado y no podemos escatimar en recursos si queremos finalizar nuestra expedición con éxito... - comentó la paladina mientras posaba una mano en el cuerpo del difunto - esperemos tener mejor destino que él. 

Tras inspeccionar minuciosamente las puertas y aledaños, dieron por segura la zona y abrieron las pesadas puertas dobles, tras las que se encontraron en un corredor.

Las paredes de este corredor de diez pies de ancho contaban con tallados en bajorrelieve de grandes batallas. Ejércitos con lanzas y escudos se enfrentaban bajo la dirección de los generales, mientras que otros líderes dirigía tropas de carros que estaban atropellando despiadadamente a sus enemigos. Unas puertas dobles de piedra se encontraban al otro extremo del pasillo en ambos extremos del pasillo.

Los grabados en los interiores de ambos conjuntos de puertas se asemejaban a los de zona anterior, excepto que Akhentepi estaba representado como un hombre mayor que viajaba en un carro. Llevaba el mismo escudo de escarabajo, pero su otro brazo apuntaba a su propia representación reflejada en la puerta de enfrente.

Cruzando con cuidado las pesadas puertas, los compañeros llegaron a un pasillo flanqueado por grabados de corte bélico.
Las imagenes de las paredes mostraban esta vez a un faraón más envejecido liderando a sus tropas en una temible batalla.

Ibrahïm avanzaba con Abbas pegado a sus talones. Avanzaban en silencio, con cuidadosos pasos. Se hallaban en un sepulcro que no había sido hollado en muchísimo tiempo; y, como podía atestiguar el desgraciado que habían dejado atrás, no era un lugar exento de peligros.
Quizá un poco más concienciado con el hecho de que un simple tropiezo o sencillamente algo tan absurdo como bajar la guardia podía suponer un riesgo mortal, el joven caminaba con toda la atención concentrada en dónde ponia los pies.

La muchacha contempló con cierto aire de pena, el cuerpo sin vida del finado que se hallaba a los pies de la puerta doble. - Pobre...- dijo entristecida por el desafortunado final de aquel aventurero anónimo. Luego, Ravic y Awib abrieron las pesadas puertas que coronaban aquella sala y largo pasillo se extendió ante el grupo. 

Múltiples eran los frescos que se representaban en aquellos murales de homenaje, ensalzando la figura del gran Akhentepi. El carácter beligerante de todas aquellas obras, no acababan de agradar a la chiquilla de puros e inocentes pensamientos, pues durante toda su vida en el templo, los sacerdotes de Serenrae le habían inculcado la idea de que la lucha, el combate, la guerra eran recursos de última instancia y que no se debía menospreciar la vida de ningún ser por intereses meramente materiales. Serenrae era una deidad guerrera, no en vano fue la artífice de que Rovagug fuera confinado en lo más profundo del mundo, pero su cimitarra era un hoja que inspiraba a cuidar la obra que los dioses habían creado para todos los seres sintientes.

- ¡No me gustan estos frescos!- exclamó la niña de piel bronceada con el rostro torcido- No me gusta la violencia.- añadió. 

Tras esto, se volvió a unir al grupo esperando que los más avezados del grupo dijeran si era seguro proseguir por la puerta que podían ver al final del pasillo.

Ravic continuó compenetrándose con Ali. Le estaba empezando a gustar la compañía del estrafalario, en cuanto a ropajes se refería, del "explorador".

Accedieron a un pasillo con motivos bélicos, y la inocente muchacha manifestó su desagrado ante los bélicos frescos: "Pues tarde o temprano terminarás experimentándola."; pensó para sus adentros.

Sin embargo, volvió a sus quehaceres. Con varias señas dijo a Alí que se asegurase de que la zona del pasillo donde se hallaba estuviese segura. El avance tenía que ser seguro. En cualquier momento una trampa les podía aguar la exploración ...

Awib caminaba con paso solemne a través de aquella nueva estancia, martillo en mano,  bajo la atenta mirada de los grabados de Akhentepi. Aunque aquella no fuera una cripta propiamente phamet, la paladina sabía perfectamente que los suyos habían sido los principales artífices de aquel complejo funerario dada sus alianzas y vasallazgos con los antiguos faraones, líderes que nada o poco tenían que ver con las decadentes clases gobernantes de los tiempos actuales en Golarion.

Cuando Nylwa exclamó su rechazo a los frescos y a la violencia, Awib volvió a dirigir su profunda y orgullosa mirada a la pequeña osiriana. - Te encuentras en un lugar de culto religioso jovencita... un lugar donde reposan los fallecidos cuyas almas han sido acogidas por los dioses. No creo que sea sensato ofender el lugar, estando nosotros a su merced, ofendiendo los frescos que honran a los fallecidos... - continuó diciendo con una voz calmada pero severa. - Y la violencia solo es mala cuando genera más violencia y nace de malos corazones, sin embargo a veces esta es necesaria para pacificar y defender la verdad. - concluyó la reprimenda echandose el martillo a dos manos sobre sus fuertes espaldas de enana. 

Nylwa contempló boquiabierta y con sus ojos brillantes por la emoción, las solemnes palabras de la paladín enana - Ooooooh...- surgió de forma sincera de lo más profundo de su ser. Aquella criatura desprendía una fuerza interior realmente impresionante, a la vez que dicho aura se acompañaba de palabras cargadas de respeto y sabiduría...

- ¡¡Pues Kiwi... Sigue sin gustarme la violencia!!- respondió de forma jovial recuperando su habitual compostura desenfadada e infantil. Las palabras de Awib no estaban faltas de razón, pero aquellos matices eran demasiado complejos para aquella muchacha algo corta de entendederas - Y no entiendo por qué he ofendido a los dioses... ¡¿A los nuevos o los antiguos?! Por que hay dos tipos... ¡¿no?! Mi preceptor me dijo que siempre que dijera las cosas de corazón no ofendería a los Dioses... Pero ahora no me queda claro si a los nuevos o los antiguos... ¡¿Alguien puede ayudarme?!- Miró a ambos lados en busca de alguien capaz de interceder. En su rostro no había señas de que estuviera apurada. La chiquilla era así. Alegre, radiante, inocente... un misterio.

- Bueno tampoco es tan importante... ¿Por dónde vamos Fumi?- preguntó al explorador que trabajaba junto a Ali por discernir la presencia de trampas.

Poco más había de interés en aquel pasillo, así que se dispusieron a proseguir la marcha. Con suma cautela tanto Ravic como Ali buscaban el más pequeño detalle que delatase la presencia de trampas en su camino.

Cuando ya casi estaban llegando a las puertas cuando Ravic puso un brazo para impedir el avance de su compañero... Las baldosas que había justo ante las puertas ocultaban algo extraño... Sería mejor que Ali lo inspeccionase mejor...

Al joven se le heló la sonrisa al percatarse de que no había visto la trampa, por suerte para él y los demás (pero en especial para él) el experto explorador parecía ser un lince en la materia.

ooops dijo me pongo en seguida dijo recuperando su deslumbrqante sonrisa y echó mano a su estuche para sacar unas pequeñas herramientas con las que investigar y manipular los posibles mecanismos.

Una gotas de sudor a causa del nerviosismo de la situación fue la más titubeante muestra de inseguridad en el charlatán pero mañoso "mercader"

Click

- ¡¿Qué haces Kalí?!... ¡¿Puedo ayudarte?! ¿Puedo?¿Puedo?...- preguntaba la chiquilla mientras posaba sus tersos y duros senos en la espalda del arrodillado mercader. La muchacha, en su habitual inocencia, no se daba cuenta que el tacto cálido de su cuerpo prieto y bien moldeado, podía despistar y distraer al estrafalario vendedor. - Si quieres te aguanto este martillito...- dijo sonriente y ajena al peligro que aquel lugar entrañaba.

Nada parecía turbar los procedimientos de Alí, su enorme sonrisa no era más que una mueca refleja que cubría como una máscara la realidad. Para el charlatán ese momento era más que un juego, así le habían enseñado. Al igual que un guerrero convertía su arma en una extensión de si mismo, para el muchacho esas herramientas eran su segundo juego de dedos en las manos... no prestó ningún tipo de atención a la muchacha, apenas notó su presencia en ese momento.

Ali se aproximó con delicadeza hasta las cercanías de las puertas y se agachó sobre las baldosas que había a los pies de la misma. Con una fina y plana hoja de metal alzó muy lentamente una de las baldosas, descubrió que un mecanismo de presión dispararía una trampa, la naturaleza de la cual escapaba a su conocimiento. Con movimientos precisos fue capaz de desarmar el mecanismo, aunque pasasen por encima de las baldosas la trampa ya no se dispararía....

Tras el momento de tensión, los Leones de Wati abrieron las puertas con facilidad y pasaron a una nueva cámara. Un tapiz desvanecido colgaba de un marco de madera en la pared occidental de esta cámara. Desecho y delicado, el tapiz representaba a un hombre de mediana edad, acompañado por una mujer y dos niños, con una pequeña finca en el fondo. A ambos lados de la tapicería había dos pequeños pedestales, sobre los que había dos animales muertos y conservados. Unas puertas dobles de piedra se hallaban en las paredes norte y sur de la cámara.

- ¡¡¡¡Bieeeeeeeeeennn!!!!- Exclamó la chiquilla dando palmadas y saltitos de alegría. El tercer peligro de aquella tumba había sido superado de forma exitosa gracias al mañoso mercader. - ¡¡Por la Flor del Amanecer!!¡¡Estás hecho un hacha Wally!!- añadió alabando el buen hacer del joven. - Ya me enseñarás a hacerlo... Creo que se me puede dar bien...- continuaba hablando presa de la emoción.