Partida Rol por web

Gracias a la maña mostrada por Alí, pudieron sortear con éxito la trampa que les impedía el paso.
Una vez desactivado el mecanismo del funesto artefacto, accedieron a una nueva sala donde pudieron contemplar un magnífico tapiz algo desgastado por el paso del tiempo.
- Buen trabajo, tenemos suerte de contar contigo. - le dijo al compañero cuando pasó por su lado.
Ciertamente, habían sido unos momentos de enorme tensión mientras el joven manipulaba el delicado dispositivo.

Con curiosidad, Ibrahïm se fijó un poco mejor en los objetos que contenía la estancia. Aunque el paso de los incontables años habían causado estragos, todo el lugar aún conservaba la atmósfera de grandeza que debió lucir antaño.

Ravic puso una mano en el hombro de Ali, una vez terminado el trabajo, a modo de escueta felicitación, para acto seguido decir:

 - Continuemos.

Era su firma de ser: seco por naturaleza.

Entraron en una nueva sala del complejo funerario. Un llamativo, aunque descolorido tapiz les recibió. Pero Ravic poco le interesaba el arte, y su mirada ya estaba pendiente del resto de recovecos de la habitación.

Tras completar su tarea como trampero Alí volvió a conectar con el mundo, su concentración se volatilizó al instante. Fue en ese momento en el que recordó el tacto turgente de los pechos de la tierna muchacha y sus inocentes (o no tanto) juegos y comentarios... El charlatán notó un escalofrío que le recorrió el espinazo y un sofocón que le hizo sonrojarse con toda seguridad. Además notó como algo daba atisbos de vida allí en la parte más íntima de un varón.

Sin duda estaré encantado de enseñarte todo lo que desees mi tierna florecilla, siempre que esté a mi alcance claro, soy bueno en muchas cosas sonrió más ampliamente de lo normal y arqueó sus cejas de forma rápida e intermiténtemente y mejor maestro. Pero bueno, lo mismo no es este el mejor momento ni sitio para adularnos ni cortejarnos, avancemos.

Junto a Ravic, entró en la siguiente estancia observando cada detalle de ésta, no solo por los peligros que podía ocultar, también buscaba algo que le pudiese hablar del pasado de su linaje.

Ibrahïm inspeccionó el tapiz y, mesándose la barba, comentó en voz alta: - Mmm... al parecer, se relata aquí una triste historia. Un funesto suceso propició la prematura muerte de la esposa del faraón. No queda muy claro si fue causada por una enfermedad, o fue un acto violento...

Al muchacho le sorprendió averiguar este detalle sobre la vida del gran hombre. Incluso los poderosos pueden ser golpeados por el látigo de la tristeza.

No te preocupes, fuese enfermedad o no en esta tumba no hallaremos a esta familia, hallaremos la tumba solitaria del gran militar que fue su dueño. No obstante a mi no me tranquiliza mucho más saber esto... los militares eran y son obtusos y violentos en exceso. Me temo que peligros hallaremos a mansalva. Comentó como el que no quiere la cosa al mago "pastor de cabras".

Alí parecía estar en todas, un brillo extraño en los ojos de pasión e ilusión en exceso iluminaba la cara del muchacho que estaba demostrando su valía en el interior de la tumba, solo había pecado de falta de valentía en el caso del pasado combate sufrido con el escorpión, no parecía de esos héroes que se lanzaban a la carga a la mínima ocasión.

Nylwa escuchó con ojos brillantes de cordero degollado, la historia que Ibrahim relató sobre lo que se representaba en el tapiz, y sólo pudo decir una cosa... - Y... ¡¿Por qué?!- 

Una lágrima resbaló por el moflete de la candil muchacha tras asimilar lo que acababa de oír. La pena y la ignorancia la sobrepasaban a partes iguales, en un momento amargo. Se acercó hasta la tela y puso su mano a escasos centímetros de ésta. Cerró los ojos y su cuerpo se tensó en un vaivén de espasmos. La escena era tan rara como sobrecogedora.

Más lágrimas afloraron en los bellos ojos de la chiquills. Parecía hallarse a miles de millas de allí, pero en su gesto truncado por la tristeza, era casi palpable el dolor que en esos momentos estaba soportando. Tras unos instantes apartó su mano y inspiró profundamente. Su cara risueña se había velado por la desgracia. Casi se podía decir que no era la misma niña que hacía unos segundos entrara por las puertas dobles.

De repente, su cuerpo se relajó. Parpadeó lentamente y una nueva sonrisa emergió en su carnosos y finos labios.

- ¡¿Has visto que telas tan bonitas Lalas?!- dijo arrodillándose junto a la cabra a la vez que abrazaba su pescuezo con fuerza. 

- Las muertes violentas a menudo impiden el descanso eterno, he oído historias de espectros y almas en pena, cuyas muertes causaron un sufrimiento sin fin.. - comentó la paladina enana al tiempo que observaba atenta el grabado.

Ibrahïm observó como Abbas daba ligeros cabezazos contra los costados de Nylwa, disfrutando las atenciones de la muchacha. En un momento dado, la chiquilla comenzó a apretar con fuerza el cuello del animal. El joven conjurador veía, divertido, cómo el rumiante intentaba por todos los medios deshacer la presa que la moza le estaba aplicando.
Viendo que Abbas no lograba soltarse, se vio obligado a intervenir: - Nylwa, mujer. Le estás cortando la respiración... Ibrahïm trató de mostrarse afable, pero comenzaba a estar visiblemente preocupado.

Nylwa aflojó rápidamente la presa que ejercía sobre el pescuezo del caprino animal. Si le ocasionara algún tipo de percance físico, jamás se lo perdonaría a sí misma. - ¡¡Pobrecita!!... Lo siento mucho guapa. No quería hacerte daño, pero... ¡¡Eres tan suave!!- exclamó la chiquilla de ojos verdes como esmeraldas.

Con la cautela propia de los que saben que estaban en lugar peligroso, los Leones de Wati se fueron acercando a las puertas de la sala con tal de detectar la existencia de algún elemento fuera de lugar. Alí buscaba signos de trampas, y con la ayuda de los demás sería más fácil….

No encontraron nada fuera de lo normal, así que deberían decidir cuál sería el siguiente paso.

Tras las puertas encontraron un tramo corto de escaleras que descendían hasta otras puertas dobles. Mantuvieron el orden de marcha y tanto Ravic como Ali inspeccionaron las puertas para evitar sobresaltos innecesarios, no vieron nada extraño así que abrieron las puertas y pasaron a la siguiente sala.

Un carro pintado de brillantes colores se encontraba en el centro de aquella cámara. Más allá del carro, un lienzo grande se extiendía entre dos columnas de piedra. Las pieles de varios animales -antílopes, gatos grandes y cocodrilos- ya desechas y deterioradas por el tiempo, decoraban el lienzo. Un cofre de madera, lacado blanco y adornado con incrustaciones de oro, se encontraba en la esquina sureste. En cada esquina de la habitación un pequeño escudo de piedra se encontraba insertado en la mampostería a la altura de los hombros. Un pasillo abierto llevaba hacia el este.

- ¡Ooooooooh!...- exclamó boquiabierta la muchacha de piel bronceada, mientras giraba sobre sus talones para observar la majestuosidad de la estancia - ¡Qué bonito carro!- volvió a exclamar al tiempo que se aproximaba hasta la lóriga que usara Akhentepi. Luego se aproximó a las pieles, y una mueca de tristeza se formó en su cara - ¡¡Esto no me gusta!!- dijo mientras señalaba las pieles de animales muertos.

Ali se acercó al cofre de bella factura para tratar de abrir la cerradura. Sacó sus útiles y empezó a introducir ganzúas por la abertura dónde debiera insertarse una llave. El mecanismo se le resistió bastante pero al final sonó el clic que indicaba que la cerradura había quedado inutilizada.

En ese mismo instante una afiladísima cuchilla se dispara desde un mecanismo oculto que había escapado al escrutinio de los Leones de Wati. Con un silbido la cuchillada pasó a pocos milímetros de las manos de Ali pero sin tocarlo... Cuando fue consciente que había estado a punto de perder algún dedo su cuerpo se bañó en sudor frío....

La muchacha contempló con estremecimiento cómo se disparaba la cuchilla, y un un grito apagado emergió de su garganta: ¡¡Faryyyyyyyyyy!! 

Cerró los ojos, pues no deseaba ver al muchacho con sus dedos cercenados, pero la benevolencia de los dioses quisieron que el mercader conservara hasta el último de ellos. Nylwa sonrió. Su amigo estaba bien y fue a darle un merecido abrazo - ¡¡He tenido mucho miedo Waly!! ¡¡Mucho miedo!!.- su presa era fuerte, demostrando que a pesar de ser sólo una quinceañera, poseía un gran potencial cuando sus músculos se tensaban. Nuevamente, el estrafalario chaval, volvió a notar el tacto cálido y turgente de la bella adolescente. 

De repente la muchacha divisó los libros chapados en oro. Aquellos tomos eran una preciosidad. - ¡Oooooooooh!- exclamó mientras cogía uno de ellos.

Eran pesados, pero la muchacha parecía alzarlos sin mucho trabajo. - ¿Si queréis puedo llevar uno?- mientras buscaba la aprobación de la paladín enana y Ravic... 

- ¡¡¡Ayyyyy Dalic!!!... ¡Qué guapo eres!- ensoñaba la chiquilla, mientras sus ojos brillaban y parpadeaban mirando al explorador.

Todos se llevaron un buen susto cuando Alí estuvo a punto de herirse de gravedad con la hoja que salió despedida del interior del cofre. Por suerte, el joven fue lo suficientemente ágil como para evitar el impacto.
En el interior del arcón hallaron un par de libros de magnífica factura y tres redomas que contenían algún tipo de líquido. Ibrahïm se aproximó y tomó los frascos, inspeccionándolos.