Partida Rol por web

Sturnn observó al oficial alejarse. Acababa de poner a un soldado en estado de shock postraumático y por tanto incapacitado para el combate bajo su mando? Sturnn lo observó. Genial, pensó, ahora ya tengo dos psicópatas al cargo. Se pellizcó el puente de la nariz y dijo a través del microfóno de su respirador - Bueno muchachos, ya tenemos nuevas órdenes. - Se giró hacia el hombre que desembarcó con ellos. - Mi nombre es Sturnn y estoy al cargo de esta escuadra; éstos - fue señalando en orden con el pulgar - son Kolhja, Stabross, Krugbarg y el Hermano Astaldo. Parece que el señor oficial te ha hecho parte de la escuadra, así que te vienes con nosotros. Cuando dejes de babear y mirar a una dimensión desconocida para el resto acuérdate de decirme tu nombre. - Sturnn preparó su escopeta de combate. Le vendría mejor para los serpentinos recovecos de las trincheras. Hizo un gesto con el brazo. - En marcha!

La situación sobrepasa la mente del Tecnosacerdote. No esperaba en absoluto que su 'empotramiento' en esa escuadra fuese definitivo... es mas, pensaba que tras la reparación de la estación eléctrica sería destinado a algún barracón biomédico, su especialidad, bajo el mando de algún Magus Biologis. Esta situación le contraría y lo único que hace es tomar su fusil, revisar el nivel del cargador y seguir a Sturnn.

Reimius observa con una mueca de asco los demonios del exterior. Malditos, malditos por siempre, adoradores y seguidores de los dioses oscuros, enemigos del emperador, criaturas repugnantes, cuyo único sino era sembrar la corrupción, la muerte y el caos. Por encima de todas las cosas, él les odiaba. Sentía en su interior el corazón latir con fuerza, su sangre bombear por todo el cuerpo. Esa era su hora, la hora de todos, de probar lo que valían. Y no pensaba quedar en ridículo. 

-Parece que la batalla no ha terminado.- Dijo, mirando a Sturnn, y, por primera vez, sonriendo, o más bien mostrando une mueca de sádico placer. -Sino que acaba de empezar.- 

El transporte baja, y nada más aterrizar, un oficial les pone en movimiento. Toca reparar una torreta defensiva, probablemente una defensa automatizada tarántula. Y además, les acaban de asignar un nuevo soldado, un pobre recluta cobarde, cuya vida en el combate sería más bien corta. Desenfunda su rifle láser y lo mira. 

-Poca cosa podré hacer con este juguete.- Murmulla, con cierto disgusto. 

Levanto la mirada y tras unos instantes me levanto, empuñando el rifle y comprobando que la pistola laser sigue en el cinto

Si, vamos, aqui seguro que vuelven los cuatro otra vez respondo con voz ausente, antes de cambiar por completo el tono de voz, a una mucho mas normal

John McStreen señor respondo, preparandome para seguir la marcha

No tardáis ni diez minutos en dar con una sección de trinchera donde hay seis guardias luchando por sus vidas rodeados de cadáveres de los vuestros... la situación es grotesca... en cuanto os acercáis veis como un demonio de esos voladores hace un picado desmarcándose de la bandada principal y se lleva a uno de los guardias por delante agarrándole de los hombros con esas garras afiladas como cuchillas... el guardia solo pudo gritar de angustia mientras desaparecía en la negra noche; y lo peor fue que lo reconocisteis, el especialista Julius, armamento pesado, un buen chico aunque siempre se metía en líos por acabar como una cuba...
Pero no había tiempo para rezar por su alma... ya solo quedaban unos metros y un demonio armado con una espada tan grande como cualquiera de vosotros partió por la mitad a otro de los guardias... el corte fue perfecto, de arriba a abajo... no quedó nada reconocible de el, solo dos mitades que se iban vaciando poco a poco de sus vísceras y sangre... los otros cuatro restantes acribillaron con ráfagas semiautomáticas a aquel demonio que desapareció entre carcajadas cruentas...

Y al fin llegasteis a la trinchera... solo había cadáveres, los cuatro guardias que os saludaron entre lagrimas de rabia y que se volvieron para abrir fuego contra los demonios... a la izquierda de la trinchera había un tecnosacerdote muerto, perdía mas aceite que sangre, pero sin duda había muerto tratando de poner operativa aquella arma centinela... a la derecha de la trinchera había otra arma centinela apagada; ambas son bolters pesados gemelos. En el centro de la trinchera hay dos armas pesadas pero sin artillero, un cañón láser y un cañón automático, sus municiones están diseminadas por toda la trinchera pero ya están cargadas... miráis al frente y ahí están los demonios riéndose, festejando la orgía de sangre y destrucción... su número es ingente...

Los sentimientos es algo que quedó atrás para Astaldo... pero la situación hace que un calor repentino recorra su cuerpo. La visión del hermano destrozado es algo que no puede permitir, pero no hay tiempo. Casi sin pensarlo se encontró corriendo hacia las armas y hablando por el comunicador.

--"Guardias, esas armas deben estar activas cuanto antes, voy directamente." empuña el rifle con fuerza...

Rápidamente se pone con las armas... rápidamente encuentra el problema y se pone manos a la obra cantando en voz alta los salmos que necesita para que todo sea ortodoxamente correcto...

encuentras un lanzagranadas con dos tambores mas el que va dentro del arma, los dos de fuera son perforantes y el que va dentro del arma es de fragmentación, el contador lo pone en tres grandas.

Sturnn evaluó rápidamente la situación. - Proceda, hermano. Muy bien, cualquiera de vosotros que tenga entrenamiento en el manejo de armas pesadas que se ponga a ello. Tenemos que retenerlos hasta que las armas centinela vuelvan a estar operativas - Su mirada reparó en un lanzagranadas en el suelo. Una sonrisa torva se formó en sus labios bajo la máscara. La recogió, con los dos cargadores que la acompañaban, y comprobó su munición y equilibrio. Ahora empezamos a entendernos. Heh.

Corro hacia el Cañon de Asalto y coloco mis manos en los controles hidraulicos sintiendo el calor de los proyectiles que pronto atravesaran cuerpos infernales.

Esta es mia, ¡necesitare un operario de la municion señor! grito mientras apunto al primer grupo y me preparo para disparar.

¡A su orden!