Partida Rol por web

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Capitán estaba bajando al sótano de nuevo, con intención de echar otro vistazo a los heridos, cuando escuchó la arenga de Rastrojo. Observó al falso chamán desde la escalera, fulminándole desde debajo de su capucha, con los brazos en jarra y valorando muy seriamente si no sería hora de meterle algo de sentido común en la cabeza al modo del difunto Sargento Gulg. Y le costó mucho no ceder a sus impulsos y empezar a darle puñetazos de dos en dos hasta que fueran impares, pero no era el momento. No aún, al menos. 

Resopló, intentando reunir paciencia, mientras no faltaron quienes replicaban a aquel idiota, gracias fueran dadas. 

-Sí, Rastrojo-replicó, con un tono que no auguraba nada bueno, y que dejaba ver una furia apenas contenida, recordando lo peor de Portaestandarte-nos vamos. Pero no ahora. No sin un destino, sin saber dónde estamos y cuales son nuestras opciones. Por eso hay un condenado grupo de exploración ahí fuera, intentando averiguar algo. Haciendo algo útil. Pero nuestro extraño viaje parece haberte quitado esa habilidad, y obrado un milagro imposible: ampliar aún más tu bocaza-añadió, bajando por los escalones, con paso engañosamente tranquilo, lento, acercándose al falso chamán sin prisa alguna. 

-No es la primera vez que oigo por tu boca cosas que no me han gustado nada. Palabras que suenan excesivamente cercanas a la insurrección. ¿Es eso, Rastrojo? ¿Te estás amotinando?-preguntó, acercándose más aún. Puede que estuviera débil y enfermo por el viaje, pero seguía habiéndose batido con hombres mucho mejores que aquel pelanas, así que no era de extrañar que estuviera avanzando sin ninguna clase de miedo ante la respuesta del mestizo, no digamos ya ante el propio hombre. 

-Esperaba oportunismo por parte de una alimaña como tú, pero desde luego te has superado. Caratótem estaría orgulloso, has heredado "lo mejor" de él-escupió, ya a apenas un metro largo-te diré como va a ser la cosa a partir de ahora: vas a dejar de agitar el avispero, vas a colaborar junto al resto de tus hermanos juramentados para que nos recuperemos, y, por una vez en tu miserable vida, vas a ser útil. Incluso agradable, de hecho. Si no lo haces, solo te quedan dos opciones. La primera, romper tu juramento y abandonar la Compañía, con mi bendición naturalmente, para que te pudras asustado, solo y hambriento en los demonios-saben-dónde. La segunda, proseguir en tu actitud, momento en el que te haré colgar de una viga de este templo, o de una rama si para entonces nos hemos ido-sentenció, sin un ápice de humor o duda en sus palabras-¿he sido claro, Rastrojo?

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AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Sabandija despertó de su letargo al escuchar las palabras enardecedoras de Rastrojo. Hablaba de cosas que él podía comprender, como el deseo de curarse y el respeto a las tradiciones a las que tanta importancia daban los K'Hlatas. Sin embargo, aunque no recordaba el camino de la playa hasta la iglesia, pues lo había pasado inconsciente, dudaba que Plumilla pudiera recorrerlo. No sólo ella, él tampoco estaba para mucha jarana.

- Nnno creo que Plumilla esté en condiciones de caminar...- Se atrevió a decir entre sus propias tiritonas y el castañeo de dientes. Excusaba su propia debilidad con la de su Hermana de Capa. Que Preocupado no hubiese tenido en cuenta eso era de preocupar, pero a lo mejor pensaba llevar a Plumilla en brazos, ya que era un superhombre, no como Sabandija, que apenas podía levantar el arco con su brazo tullido. El problema es que a él también tendría que llevarlo en brazos, junto con ella.

Los trozos de escarabajo, claro. ¿Podría hacerlo? Por si acaso comenzó a recogerlos de nuevo. ¡No estaban todos! O eso le parecía, que habían disminuido. ¿Alguien los había cogido para algo? Entonces Sabandija se quedó ojiplático con la ojiplática Derviche. Ya había sufrido sus insufribles iras cuando formaba parte de los Campamenteros y no parecía haber cambiado mucho. Lo lamentaba por sus nuevos compañeros, pero estaba aliviado por no tener que convivir con la irascible mujer dentro de la misma escuadra. Afortunadamente, Preocupado intervino y el pudo quedarse en un segundo plano. Le dio otro sobresalto a su debilitado corazón cuando intervino el Cabo Barril. Aquel hombre sí que le daba miedo.

No iba a intervenir tampoco en aquellla conversación. Dio un par de pasos atrás hasta colocarse junto a Rastrojo y tiró disimuladamente de su taparrabos para llamar su atención.

- Yo...yo también vi una de esas sombras.- Le informó bien bajito, para que sólo él pudiera escucharle. Necesitaba que su guía espiritual lo tratara. Era urgente.- Pero nadie más parecía verlas.- El chamán no había visto a Sabandija salir huyendo despavorido, pero seguro que se había enterado por ser la comidilla entre sus compañeros.

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AÑO: 202 DE KHATOVAR / 1 DE NEK (NUEVA ERA K'HLATA).

MES: DEL LEÓN / DEL RASTROJO VALIENTE (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Menos mal que la loca de Derviche está enferma, si le llega a dar un ataque de esos estando sana, habría tenido fuerzas suficientes para desollarme vivo.

Claro que sí, Sabandija-le dijo con condescendencia-. Estamos resolviendo el asunto...

Sabía de qué iba aquello. Rastrojo conocía las leyes de la Compañía Negra. El Cabo Barril y Matagatos le "invitaban" a irse, cuando la deserción estaba penada con la muerte. El propio chamán había dado uno de los golpes que mató a Sacorroto, o como dirían los sarcásticos mandos, uno de los bastonazos que ayudaron al desertor a "abandonar la Compañía Negra y la vida sin visos de regresar".

Atribuyo a las fiebres, y no a la mala fe, esa interpretación equívoca de mis palabras, Capitán. En ausencia de órdenes, los Hermanos Juramentados son libres de moverse por el campamento. Y sabemos que los límites de ese campamento no son estos muros, porque las letrinas están cavadas fuera del templo. Diría que, según recuerdo de los límites de campamentos pasados, cuando aún estaban con nosotros los seguidores de campamento, el área habitual de nuestros asentamientos incluiría la playa en la que aparecimos aquí. Todo legal...

Solo se trataba de un aprovisionamiento de agua en los límites del campamento, aprovechando el viaje para realizar un ritual chamánico. Habríamos estado de vuelta al mediodía. La prueba de que mis palabras son ciertas es que mi tienda sigue montada en el templo. Si mi marcha fuera definitiva, es decir, un intento de deserción, me habría llevado la tienda conmigo.

En cualquier caso, no tendría sentido consultarlo con los mandos antes de saber si mis compañeros estaban de acuerdo en ir... Y por lo que veo, hay voces en contra.

Rastrojo miró con el mayor de los desprecios a Plumilla y Derviche. De Plumilla esperaba la misma lealtad y obediencia ciega que su Padrino. De Derviche habría considerado que tendría más agallas para un breve paseo hasta el lago.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Matador realiza sus entrenamientos casi de memoria pues había sido entrenado desde que tenía recuerdos para ello. Cuando estaba a punto de terminar, escucho a Rastrojo y su salida de tono, detuvo por un momento sus ejercicios y miro a Barril como esperando una señal para darle un puñetazo que cerrase su bocaza, que se supone que pretendía con semejantes tonterías, acaso quería aprovechar que la Compañía había quedado reducida para socavar autoridades y ganar notoriedad…si era el caso, mal camino llevaba.

Las palabras de Barril primero y el Capitan después hacen que Matador se olvide de la situación, consciente de que es mejor que sean los que tienen la autoridad los que la impongan.

Según termina de entrenar se retira de nuevo al templo para encaminarse a una hoguera, si ya de por si es peligroso enfriarse después de sudar, mas lo es en este lugar que desde el inicio ha dado problemas de congelación.

Según entra en el templo observa a Derviche y recuerda que aun no la ha preguntado como se encuentra, asi pues decide ir en su busca. Observa cómo se sienta en una fogata en el sótano y decide sentarse a su lado.

Tenia claro que la buscaba para preguntarla por el estado de salud, pero la fama de la mujer le cohibió inicialmente y tan solo se sentó a su lado.

Se tomaría por ofensa que le preguntase por su salud, como si fuese que la considerase débil.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Observo a Rastrojo, pero parece que el Capitán no le da permiso para irse. Entonces miro a los restantes.

Campamenteros Plumilla, Sabandija y Reyezuelo. Si el chamán Rastrojo finalmente no os va a necesitar, os ordeno quedaros abajo, al menos hasta que dejéis de temblar. Esto va especialmente por ti, Plumilla. Si os veo, yo o el nuevo segundo al mando de los Campamenteros Ballestero digo, remarcando esta parte, fuera del sótano, significará que no queréis recuperaros y, por tanto, que preferís trabajar, y a trabajar se os pondrá.

Dicho esto, me giro hacia Ballestero. Vamos, tenemos que hablar, y entre otras cosas explicarte por qué te quiero de segundo mando de los Campamenteros. Tras hablar, me dirijo a las escaleras y empiezo a bajarlas.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

A Sabandija le había quedado meridianamente claro. Iban a tener que aguantar a Ballestero, el recién llegado, como segundo al mando. El peso del liderazgo debía ser duro y tener a un segundo al mando que hiciera el trabajo sucio debía ser un alivio.

-¿Pu-puede alguien echar un vistazo entonces, de vez en cuando, a las trampas que he puesto? Para ver si ha caído algo en ellas. Puedo decirle dónde están sin necesidad de subir.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Antes de bajar, llego a escuchar las palabras de Sabandija. Si quieres míralas tú mismo, pero no hagas más. Y sería mejor si alguien te acompaña o instruyes a alguien para mirarlas, pero no negaré que nos vendría bien cazar algo.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

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—Es difícil hacer amistades con los que al poco terminan muriendo, la mayoría de los que nos rodean dejan de vivir a nuestro lado... y mi familia más directa lo hizo también cuando tenía 10 años.. quizás sé poco sobre la amistad —respondió reflexivo sincerándose mientras expulsaba las palabras con ritmo tranquilo a Cielo.

—Veo que te has preparado para entrenar o hacer algo de provecho. Me gustaría también ser de ayuda pero estoy aquí limitado descansando por mi estado y puede que tengas razón... no estoy seguro si mis creencias me empujan a creer que tú y yo al ser de la misma tribu eso nos convierta en familia... puede que este grupo sea a su vez una gran familia y todo eso sea lo que da sentido a la amistad —indicó después de que pasaran unos segundos tras terminar de hablar antes en los que ninguno de los dos se había decidido a seguir hablando mientras ambos miraban el crepitar del fuego pensando.

- Indómito tú tarea ahora es descansar y recuperarte, la mía es hacer relevo de vigilancia, somos una compañía nos llamamos hermanos, si tienes algún problema acude al capitán, yo te puedo ayudar en tus tareas para que no vayas solo, siempre que esas tareas hayan sido aprobadas por el capitán. La muerte es solo una parte de la vida, la forma es cómo morimos, si morimos con honor o sin él, en cuanto a las creencias más allá de la muerte, he escuchado el camino de los espíritus, pero yo ahora no tengo ningún camino a seguir, creo que lo más oportuno es preguntar si quieres saber lo que hay más allá de la muerte. Ya sabes que algo hay, esas sombras que he visto cuando estaba de centinela son espectrales, lo que no sé cómo han sido convocadas.

Somos hermanos de la compañía, la mayor gloria es hacer proezas en los combates y batallas, y sentirnos dignos herederos de la compañía. Los lazos antiguos quedaron atrás ahora son lazos nuevos, no tiene nada que ver con la amistad, es una fraternidad que estará contigo siempre cuando cumplas con lo que se te ordene. En tu tiempo libre siempre puedes gastarlo con el que tengas más afinidad dentro de la hermandad, ya sea en juegos como en visitar lugares que te han dejado huella. 

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

PLANTA DE ARRIBA DE LA IGLESIA ABANDONADA.

Tras la reunión con Piojillo, Ballestero se pasó el resto del día organizando las tareas, con Desastre y Keropis. Consistieron, básicamente, en terminar las letrinas, juntar toda la leña posible, ir a por agua, limpiar y vigilar las trampas.

A Desastre, a quien había visto bastante ducho en el tema, le encargó: ──Vigila las trampas que ha puesto Sabandija, por si cae algo. Y puedes poner alguna más, si se te ocurre algún lugar donde hacerlo. ¿Crees que se puede pescar en el lago?

SÓTANO DE LA IGLESIA ABANDONADA.

Cuando llegó el momento, Ballestero se asomó. ──¿Hay odres vacíos? Vamos a ir a por agua. Dadme todos los odres vacíos.

A Chamán Rojo, a Plumilla, a Reyezuelo y a Sabandija, a condición de que hubieran decidido permanecer en el sótano, sin ayudar arriba, les encargó tener limpio el sótano de la iglesia, organizando cómo estaban las tiendas y los bultos de la Compañía.

Para la hora de comer, Ballestero reunió a los Campamenteros en el sótano. Comenzó a hablar sin preámbulo alguno.

──El jefe me ha pedido que hagamos un entrenamiento especial. Si esta tarde no quedan más tareas que hacer, o no hay más órdenes, tendremos una sesión.

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ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

AFUERAS DE LA IGLESIA ABANDONADA

El hecho de que, al subir, no hubiese nadie donde las letrinas consiguió que Desastre emitiese un sonoro gruñido que casi llegó a ser un grito de exasperación. Llegó a pensar en escaparse a dormir la siesta junto al lago, pero no. Cuanto antes terminase el maldito cagadero, antes tendría libre el día entero, o lo que quedaba de él.

En algún momento apareció Ballestero para darle más carga de trabajo. Definitivamente ser Campamentero era bastante peor que ser Infantería, pero sabía que las cosas ahora eran así.

Sí creo que se pueda pescar. Tal vez fuese mejor hacer trampas con recipientes y cuerdas. O algo.

Sugirió, antes de volver a sus tareas. Pasó un rato largo.

Acompañó a Ballestero a llenar los odres, pues necesitaba estirarse y estaba hasta las narices de cavar con un caparazón de escarabajo.

SÓTANO DE LA IGLESIA ABANDONADA, DESPUÉS DE COMER

Ballestero hablaba de un entrenamiento especial si no habían más cosas que hacer, pero para Desastre no sonaba muy convincente, parecía que siempre había algo que hacer. No obstante, tras mirar a sus compañeros Campamenteros golpeó su pecho.

Cuenta conmigo.

No tenía ni idea de a qué se refería con el entrenamiento especial, pero tenía bastante claro que sería más divertido que cavar. Se preguntaba cómo podrían reaccionar los más enfermos.

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ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Las palabras expresadas por Cielo sobre lazos antiguos y nuevos hicieron pensar a Indómito durante un buen rato.

Debido a que aquel sótano tenía paredes sólidas enclavadas en una forma rectangular hacia arriba sobre la propia tierra producían un efecto rebote acústico de las palabras efectuadas a viva voz, por este motivo Indómito que se hallaba en silencio junto a una hoguera pudo escuchar las palabras de Ballestero en referencia al agua.

Se levantó, fue hasta su mochila a por el pellejo vacío para darlo a Ballestero y luego volvería a sentarse donde estaba antes en la hoguera.

—Tus palabras llegaron a mis oídos, por lo que ofrezco mi pellejo vacío ya que Barril comprobó mi estado enfermizo como para no permitirme ser voluntario en la anterior expedición, debiendo reposar todavía junto al fuego —expresó extendiendo el brazo con su pellejo.

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ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

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Indómito sentado junto al fuego con su manta por encima, en un devenir de Barril junto a su misma hoguera aprovechó a soltar unas palabras:

—Es verdad que sigo enfermo, pues amanecí sudando y eso hizo que me entrará mucha sed. He terminado el agua de mi pellejo pues ayer estaba peor bebiendo bastante, así que lo dejé en la mochila antes cuando no estaba. ¿Debería ir por agua al lago? Podría ser voluntario para traer agua de otros también, ya que parece que el resto no han enfermado cuando estuvimos en ella —preguntó al Cabo Barril para que tuviera presente donde podría estar.

- Siempre con permiso del Capitán, pero si estás enfermo debería de ir alguien a llenarte el odre en el lago... Entonces los dos escucharon a Ballestero. Indómito se levantó y Cielo se le quedó mirando hasta que lo perdió de vista después volvió con el odre en la mano, se sentó y se lo ofreció a Ballestero. - Espera Indómito yo se lo doy, dijo levantándose y dándole los dos odres. - Ballestero si me necesitas... yo estoy bien, sino me quedaré aquí haciendo los relevos pertinentes según las instrucciones del Cabo Barril tiene que venir el Cabo Ponzoña para decirme cuando me toca. Comentó Cielo que no sabía muy bien a quién dirigirse, pero por ahora le había dado los odres a Ballestero, explicándole el motivo por el cual estaba ahí sentado en la hoguera con Indómito.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

La recolección de leña había finalizado y Pelagatos se encontraba cansado, más por su febril estado que por el esfuerzo acometido desde que había comenzado el día. Los restos de escarabajo le habían sentado bien pese a que su sabor era tan repugnante como su procedencia, no obstante su cuerpo se encontraba débil todavía y la situación reinante no era la óptima para estar débil.

Movido por ese pensamiento y aupado por su orgullo Pelagatos se negaba a mostrarse como un enfermo que debía ser atendido de forma constante, sus tiempos en la tienda de los heridos quería que quedaran como un recuerdo pasado. Para ratificar esa posición se decidió a ejercitarse un poco. Buscó un lugar tranquilo y algo alejado de los grupos que estaban formando sus compañeros y tomó su espada. Se sentía algo lento y flojo, sus brazos tenían menos vigor de lo habitual y su resuello también era menor. Sin embargo se obligó a no retroceder en su entrenamiento.

El arma de su padre seguía igual y sin embargo se le antojaba diferente, su filo de acero oscuro tenía un brillo diferente o eso le pareció a Pelagatos, aunque prefirió no obsesionarse con eso. En cuanto el arma salió de la vaina realizó un movimiento de muñeca con ella que dio paso a un molinete más visual que práctico. El arma le pesaba en exceso, más de lo que le gustaría reconocer y sentía menos fluidez al moverla, aquello no era simplemente su deplorable estado transitorio. Ejecutó varios tajos al aire usando la fuerza de su brazo primero y luego acompañando los golpes con movimientos ligeros de su torso, lo hizo con cuidado pues su cadera resentida imposibilitaba una mayor explosividad en los golpes.

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ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

SÓTANO DE LA IGLESIA ABANDONADA.

-No he dicho que estuvieras desertando, Rastrojo-"aún" pensó Capitán, aunque desde luego no lo dijo-he dicho que desde que cruzamos a este lugar, estás especialmente levantisco y alborotador. Y te estoy advirtiendo de dónde te va a llevar ese camino-explicó-y te he hecho una pregunta que no has contestado, lo que ya es una respuesta en sí misma. Que sea como quieres, entonces-finalizó, sin dar más oportunidad a réplica al falso chamán. 

Por suerte para él, o por desgracia, no siguió a aquello ninguna orden de que fuera apresado, simplemente se alejó para atender a los enfermos, con la ayuda de Lagrimita. 

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Al ver la dirección que tomaba el Capitán en dirección al díscolo Rastrojo, Barril hizo un gesto de contención hacia Ponzoña, y con unas largas zancadas dirige su acorazada mole tras los pasos del Oscuro al mando. Respaldó su discurso con su silenciosa presencia mientras el Capitán se dirigía al taimado chamán; éste parecía hacer méritos a cada minuto para convertirse en el grano en el culo de la Compañía que en su día había sido Catatotem.

Rastrojo disfrazaba sus palabras como una mujer de lengua bífida tras intuir el tono con el que le había arengado el jefe, el cual recordaba peligrosamente al de Portaestandarte. Si alguien quería volver tarumba al hijo del que fue el hombre más peligroso de la Compañía, es que realmente tenía pocas luces.

Barril vio como Matagatos se alejaba, sin ordenar nada específico con respecto al chamán, lo cual le dejó claro que le estaba dando cuerda, una con la que podría ahorcarse si continuaba en esa línea. Catatotem tenía el apoyo de la mayoría de los supersticiosos K'Hlata y nadie se habría atrevido a levantar un dedo contra él, fuera aparte de su condición de Mago de la Compañía. Eso le daba una manga ancha de la que Rastrojo no gozaba, y viendo el burdo intento que había hecho de ganarse la confianza de los K'Hlata, quedaba patente que no parecía tener esa habilidad para tener a etnia de su parte, al menos aún no. No se daba cuenta que Caratotem había tardado años en ganar ese poder, no era algo que se pudiera hacer de un día para otro. Para ser un Chamán había que demostrarlo, y eso no se conseguía con arrogancia y órdenes desabridas. Esperaba que Rastrojo no fuera tan listo como para ver esa jugada y jugar a largo plazo. También estaba el hecho de su evidente misoginia y el despotismo del que hacía gala con los que consideraba sus inferiores, es decir todos los demás, no era algo que le fuera a ser útil para ganar popularidad.

— No tengo nada que añadir a lo que ha dicho el Capitán, excepto que el Cabo Ponzoña te ordenó ponerte a la faena de las letrinas y aún no te he visito mover un dedo en ese asunto. Si no le pones remedio informaré a tu Cabo por la vía rápida. —

Luego se inclinó sobre Rastrojo y cruzó unas palabras con él en voz baja, con un tono inaudible para nadie más que el chamán. Después de eso, Barril se aleja del chamán y reúne a los Infantes bajo su mando.

— Lo que ha dicho Indómito es verdad, necesitaremos agua. Pero no tenemos dónde hervirla, así que no conviene apresurarse en ese aspecto. Quiero que preguntéis a la gente si tienen algo encima que pueda usarse para ese fin. Si lo encontramos pediré permiso al Capitán para hacer un viaje al lago para conseguir agua, aunque lo mejor sería utilizar el carro de Khadesa para acarrear todo el agua y la leña que podamos; eso si nos lo deja y previa autorización del Capitán, como ya dije. Iré a hablar con ella, buscad algo en lo que se pueda hervir agua.

Por cierto, no hay un campamento como tal, pero nadie se aleja de las ruinas hasta quedar fuera de la vista de ellas, eso hasta nueva orden. —

Tras eso Barril se acerca al Capitán, al que expone lo que dijo a los Infantes, para pedir su permiso al respecto.

URO había tenido una noche de perros. Y todo el que pasaba junto a él podía comprobarlo a simple vista. Sin embargo, la mayoría ni se acercaba al hosco personaje, de modo que pocos podían intuir el verdadero motivo. Que no era otro que la inmunda atmósfera de aquel lugar blasfemo, que le hacía erizar los pelos de la nuca.

El día anterior, luego de poner un pie en la desvencijada construcción, el sombrío Cazador de Cabezas se había entregado a la tarea de escrutar cada rincón de la enorme nave,  recorriendo cada palmo con una mueca de infinto desagrado en su rostro. Ni siquiera había perdido tiempo en montar adecuadamente su tienda o en organizar sus cosas, que continuaron dispersas sin orden ni concierto por las inmediaciones del lugar que había elegido para ubicarse.

Por fortuna, otro de sus camaradas, un tal ROMO, con el que URO no recordaba haber hablado jamás, se había ocupado de acomodar mejor su sitio de acampada. Pero aquello no había modificado la actitud de profunda desconfianza del k´hlata, que continuó husmeando por los rincones como una bestia que se resiste a entrar en la trampa que otros han tendido para él

Por supuesto, y como no podía ser de otra manera, la noche solo había llegado para complicarlo todo. Y no solamente por la distribución de las parejas para llevar las guardias, circunstancia que URO recibió con un muy notorio desagrado, escupiendo incluso al suelo al escuchar su propio nombre pronunciado junto al del despreciable MAGO SERPIENTE. Sino también, y más específicamente, por las macabras visiones que el hosco guerrero tuvo durante su turno de vigilancia...

Aquello solo había conseguido profundizar aún más la desconfianza que el Cazador de Cabezas sentía por aquel malsano lugar. Hasta el punto en que había preferido mantenerse alerta durante toda la noche, vigilando él mismo la densa penumbra por si aquellos seres malditos decidían atacarlos.

Al despuntar el alba, y cuando los primeros signos de actividad comenzaron a surgir entre las tiendas del improvisado campamento, el hosco salvaje abandonó por fin su puesto de guardia y se dirigió hacia una de las paredes de la construcción.

Tras inspeccionar largos instantes la potencial escalada que tendría por delante, el bárbaro fue a buscar de su tienda la gastada cuerda de cáñamo y su viejo machete, dejando entre sus pertenencias la manta que llevaba de abrigo y el hacha. Finalmente, cargado solo con aquellos mínimos enseres, URO volvió al lugar que había elegido, y comenzó a trepar hacia los techos de la iglesia, aprovechando la nutrida vegetación que se había ido formando allí con el tiempo y las innumerables salientes que presentaba la derruida construcción.

El ascenso fue lento y fatigoso, y le tomó mucho más tiempo del que el k´hlata había imaginado. Para cuando por fin pudo izarse por encima de la construcción, el salvaje estaba completamente extenuado, falto de resuello y con los brazos entumecidos por el esfuerzo.

Tan extenuado estaba, que durante un buen rato el Hostigador no pudo hacer otra cosa que permanecer sentado sobre una saliente del techo, bufando como un toro herido y con la mirada perdida en la distancia. Solo cuando había transcurrido un tiempo bastante prudencial, se dignó URO a acometer la también demandante tarea de encontrar un buen asidero donde ajustar la cuerda que había llevado hasta allí.

Cuando por fin la hubo afirmado, a lo que parecía la porción más firme de la construcción que tenía a la vista, simplemente se derrumbó para escrutar el paisaje que se abría delante de él. Allí permaneció hasta bien entrado el día, cuando sus tripas comenzaron a crujir por el abandono al que habían sido sometidas.

Aprovechándose ahora de la cuerda que había afirmado en las alturas, el k´hlata descendió rápidamente de su puesto de vigía, y tras volver a calzarse su raída manta de abrigo, y detenerse algunos momentos junto a la hoguera, se dirigió directamente hacia la posición donde se hallaba el CAPITAN MATAGATOS, al que pronto encontró en el sótano de la iglesia, atendiendo a los heridos.

- Capitán... - bramó el salvaje con aquel áspero ronquido que parecía salir del fondo de alguna caverna - URO subir bien arriba. Y vigilar.

- Ver algo. Hacia allí. - agregó con un inusitado gesto de confusión en su rostro normalmente imperturbable, a la vez que indicaba con su mano derecha en dirección Sud-Este. - O tal vez no.

- Mejor mirar con otros ojos. De explorador o de chamán. Tal vez de mago...

Un desprecio visceral se traslucía de aquellas últimas palabras. Como si al hacerlo, el salvaje se hubiera visto obligado a escupir una bola de bilis inmunda y podrida que tenía atragantada desde hacía demasiado tiempo.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Lagrimita había terminado el desayuno había mucho, permanecía al amparo de las brasas de una de las hogueras con las manos extendidas. Lucía su armadura de cuero, más adecuada para las labores que tendría que realizar durante el día y desde luego, mejor que llevar el uniforme en caso de cualquier peligro que amenazara la seguridad del lugar. No podían olvidar que estaban en tierra hostil, sin prácticamente idea de que hay fuera salvo la certeza de que unas sombras animadas se afanaban por arrebatarles la vida durante la noche. - Nunca se está lo suficientemente jodido. - Pensó.

Se había mantenido al margen de las conversaciones que se sucedían a su alrededor, sumido a ratos, en varias cavilaciones. La pena por la pérdida de su madre le había robado parte de su alegría, le atormentaba en mayor o menor medida desde que el día anterior, ni siquiera pensar que Palomita había sobrevivido fue suficiente consuelo. Aquella mañana, pese a que había llorado en su tienda al amparo de la noche en repetidas ocasiones, no sería la última en la que aquellos ojos marrones derramaran lágrimas.

Solo cuando Capitán reprendió a Rastrojo de aquella manera, el infante espabiló y recuperó la verticalidad mientras escuchaba la réplica del chamán y al resto de los que por allí se encontraban. - No es momento para disputas. - Se dijo, aunque rápidamente olvidó el asunto ya que el altercado no iba a ir a más, lo que pronto había comenzado como un amago de motín pronto quedó en agua de borraja y sus ojos se posaron en la figura de Matagatos, a quien comenzó a seguir para iniciar una conversación.

Antes de que Lagrimita abandonase la zona, pasó cerca del grupo de infantes y comentó algo de pasada, - yo no tengo nada que sirva para ese fin Cabo, pero preguntaré abajo mientras ayudo con los enfermos. - Señaló a Capitán y fue tras su estela.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Bueno, al final no entendía nada. Primero el desprecio tan exacerbado que mostraban los oscuros hacia Rastrojo, un chamán K'Hlata, les gustase o no. Después las contradictorias órdenes de su jefe de escuadra y del segundo al mando. 

Mejor será que no haga nada.- Que si quédate abajo, que si sube sólo para ver las trampas, que si ahora díselo a Desastre... Al final iba a quedarse allí abajo, cuidando de Plumilla. De todas formas no parecía que hubiera mucha caza que pillar con sus trampas.

Y para colmo tenían entrenamiento. ¿Qué iban a poder hacer en su estado? Esperaba no empeorar, al menos. Se quedó junto a su Hermana de Capa, cuidándola, tratando de no manchar mucho, para no tener que limpiar tampoco.

En cuanto el cabo Barril se ausentó, Sabandija se arrastró penosamente hacia su guía espiritual, Rastrojo.

- Las letrinas ya están casi acabadas.- Le informó, pues lo había visto en su vivista al exterior.  Rastrojo era un Hostigador, ¿para qué querrían mandarlo a cavar letrinas? ¿A un chamán? No tenía más sentido que pretender humillarlo. Para colmo el oscuro se atribuía la idea original del chamán de ir a por agua, como si fuera suya, eso sin contar con que llevaba un casco que bien serviría para calentar el agua, que era lo que les pedía, precisamente. Pero claro, no solía quitárselo para no mostrar su rostro feo y paliducho de endogámico Oscuro.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Cuando Chamán Rojo se enteró del incidente con Rastrojo, hablando con unos y con otros, se maldijo de haber estado cavando letrinas y no presente en el momento para poder disfrutarlo. Bien era cierto que no se respetaba a los chamanes como era debido, y que la próxima vez los Oscuros podrían tomarla con él mismo, pero la competencia en la Compañía era dura, y si Rastrojo caía en desgracia puede que lograra arramblarle algunos de sus fieles seguidores. Tendría que irlo viendo. Mejor no meterse de por medio de manera descarada si no quería salir escaldado.

Tras su trabajo en las letrinas ahora le indicaban que debía quedarse en el sótano de la iglesia para mantener aquel desastre en orden. Acató las órdenes sin pega alguna. Entre los enfermos, seguramente debilitados y asustados, quizá pudiera tener alguna conversación interesante, por ejemplo con Piojillo.

Estupendo.- Pensó no demasiado entusiasmado ante la idea de un entrenamiento en aquellas condiciones. Se encontraba mejor, pero no en plena forma, ni mucho menos. Le inquietaba qué tipo de tortuoso método para entrenar podría ocurrírsele al nuevo segundo al mando. Chamán Rojo había estado practicando algo con Dedos, pero no eran más que juegos, nada serio, sin riesgo a salir golpeado o herido.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

-No me gusta-replicó al Cabo Barril cuando vino con la idea del agua-no me gusta en absoluto ese agua verde... Pero tampoco me ha gustado nada de lo que hemos encontrado aquí, así que supongo que eso no es novedad. Y necesitamos agua-añadió, algo tan obvio como dolorosamente cierto. Si bien podrían pasar algunos días sin comida, la ausencia de líquido se haría notar mucho más rápido y de manera mucho más directa entre la Compañía.

-La necesidad obliga. Adelante, aunque primero asegúrate de que podamos hervirla. Si no es así, y no nos queda más remedio... Usad el agua con moderación, no puedo estar seguro de que no nos afecte al estómago-replicó. 

Al menos, en cuanto a salud, empezaban a tener mejor aspecto. Pero por supuesto eran pocas preocupaciones, hasta que llegó Uro. 

-¿Algo? ¿Qué clase de algo?-preguntó, extrañado. Mientras tanto, empezaba a dar vueltas en su cabeza, intentando dar con quién quedaba con una visión aguda y suficientemente entero como para subir y echar un vistazo. Quizás... ¿La visión de un tirador?

-¡Ballestero!-llamó, con un tono ronco que le costó un breve ataque de tos-creo que eres los mejores ojos con los que contamos ahora mismo. Necesito que subas a la posición donde estaba Uro y busques qué ha visto, a ver si sabes dar con ello e identificarlo.