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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA. - UNAS HORAS MÁS TARDE.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES - DIECISÉIS DEL MES.

AVANZADA LA TARDE. - NUBLADO.

Cielo escuchó a Sabandija, mientras se preguntaba si tenía que ver su apodo algo con lo que le viese allí disfrutando de abrir al escarabajo para sacarle toda su carne. Se le veía entusiasmado hasta el punto de no querer que Cielo abriese la parte del vientre con la lanza para no desperdiciar carne. Asintió y esperó entonces a que Guepardo hiciera la apertura con su daga, Cielo al final se dedicó a cortar las partes de las patas para extraer la carne que allí quedaba.

Durmió bien cosa que le extrañó debido a todo lo que le había pasado, comiendo escarabajo antes de acostarse, conservó sus antorchas que apagó y dejó en la entrada junto a la yesca y al pedernal. - Necesitarían algún tipo de iluminación por si las moscas, en su guardia tuvo que encender una de las antorchas a oscuras y dirigirse al lugar que hacía de centinela para guiarse. Allí en la guardia, en la oscuridad de la noche, Cielo presenció las sombras que estaban fuera de la iglesia y que les hubiesen devorado la mente si se hubieran quedado en el exterior. Pero por alguna extraña razón que desconocía se habían quedado fuera sin entrar. Sus lamentos e ira se podían palpar en el ambiente dejando a Cielo estremecido, queriendo que lo sustituyeran cuanto antes, cuanto vino su relevo Cielo se fue con su antorcha hacia su tienda, dando gracia de haber podido soportar aquella tarea mandada por el Cabo Barril, y que no se había imaginado lo desagradable que había sido.

Cielo durmió de sopetón, sin pesadillas, a la mañana ya estaba recuperado, comió las partes del resto del escarabajo que quedaban como desayuno y se vistió con sus ropas grises de soldado, se puso su capa y su broche, su pellejo de agua cuyo correaje iba de su hombro hasta la cintura, su cinto ligero, y su bolsa para el cinto... Todo lo demás lo tenía en su mochila excepto la tienda de campaña que dejó puesta. Se puso la mochila a la espalda y la lanza en su mano derecha para ver qué tareas le mandaban esa mañana.

La voz del Cabo Barril de que nadie se acercara al altar se le quedaron impresas mirando hacia allí viendo si tenía algo que ver el altar, los sacerdotes que tenían, con la protección que habían tenido aquella noche. Todavía más enigmático fue el Capitán pidiendo voluntarios para un grupo de exploración, Cielo se quedó callado, ya había sido el día anterior bastante agitado para hacer mayores proezas. Cielo necesitaba estar en calma, y se dejó de heroicidades para estar a las órdenes ese día pero sin presentarse como voluntario.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

- Poca cosa, pero es mejor que nada.- Le tendió a Dedos la escudilla con restos cartilaginosos de lo que quedaba de la cena del día anterior.- ¿Cómo estas?- El falso chamán echó a a su Hermana de Capa una mirada descarada de pies a cabeza. Tenía la suficiente confianza con ella como para no andarse con rodeos.- Tienes un aspecto horrible.- Le confesó. Él tampoco pasaba por su mejor momento. El día anterior era mejor no recordarlo.- Al menos habrás dormido bien...- Se le escapó una media sonrisa maliciosa.- Perdona que ayer no te buscara, pero mojado y con el frío, casi no lo cuento.- Imaginaba que a Dedos le había pasado algo parecido.- Puto frío que hace en estas tierras, donde quiera que estemos.- Donde quiera que les habían llevado, sin dejarles demasiada alternativa.- Vamos, sígueme, vamos a mi tienda.- No quería que los demás cuchichearan. Mucho menos meterse en la tienda del Capitán para hablar con Dedos.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Pasado el desayuno, parecía que el resto de los Infantes se acercaban en lo que parecía mejor forma para pedir su órdenes. Barril sonrió para sus adentros, ya que ese era el producto de una buena disciplina inculcada. Hizo un gesto apreciativo a los que habían venido y convocó rápidamente al resto con una voces.

— ¡Buenos días Infantes! Otro glorioso día en la Compañía Negra, si no te mata el hambre, los piojos o el acero, siempre hay unos demonios sombríos dispuestos a hacerte el favor cuando duermes; bien, buen trabajo todos con sus tareas, aunque fueran recuperarse.

Pero hoy hay que ganarse la soldada otra vez. Dolor, Grito sois parte del grupo de exploración que va a partir. Matador, tú quedas a expensas de la decisión del Capitán o del jefe de grupo para ser incluido o no. Preparad el equipo para viajar ligeros, la movilidad es primaria.

Lagrimita, quiero que ayudes al Capitán en las labores de atender a los enfermos durante la mañana. Si te dispensa de ello, harás guardia como el resto. —

Barril se vuelve y localiza al Cabo Ponzoña, a quien dirige unas voces.

— Cabo Ponzoña, horas pares para la Infantería y horas impares para Hostigadores si te parece. Un binomio de guardia. Los Campamenteros ya tendrán bastante con la labor de la leña, la caza y las estructuras auxiliares. —

Las estructuras auxiliares eran todo lo referente a algo parecido a establos, montar espetos en las hogueras y desde luego cavar y mantener las letrinas; pero Barril las nombraba por su nombre técnico, era algo que animaba a hacer un trabajo sucio. Aunque parece que Ponzoña se había asegurado de que tuvieran ayuda por parte de Rastrojo para esos menesteres.

— El resto de los infantes, guardia en las horas pares por binomios. En vuestro tiempo libre descansad, aunque si tenéis ánimo entrenar es una opción. Yo le dedicaré unas horas a entrenar; si alguien se anima en su tiempo libre, que me lo diga. En todo caso hay algunos a los que aún os veo afectados por el frío. Descansad al lado de las hogueras y mantened a punto vuestros pertrechos. Pero debéis estar preparados para partir de inmediato, puede que se dé esa orden antes de que acabe el día; pero no guardéis la tienda, eso lo último si se ordena partir. ¿Preguntas? Ah, que bien que no hay, todo está bien claro. Al lío mastuerzos.

Lagrimita y Preocupado, quiero que prestéis vuestras lanzas o jabalinas con el portalanzas a los dos que salen de exploración con al menos dos de ellas. Siempre es bueno poder acertar a algo a distancia cuando se ojea. Dolor y Grito tomadlas sólo si no os resultan una impedimenta para viajar ligero; y devolvédselas de una pieza a los que os las prestan. —

Tras eso Barril se dirige al Capitán con quien hace un aparte para comentarle algo lejos de los oídos del resto de los soldados.

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AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Había tenido un descanso algo reparador, y dentro de las circunstancias no podía quejarse. Aún se encontraba algo débil, pero aún así notaba que algo de fuerza había recuperado. La noche pasada al lado de la hoguera le había quitado algo de frío en los huesos. Por si eso fuera poco, el ritual de Serpiente había logrado mantener a las sombras alejadas del campamento, lo que era beneficioso para la Compañía. El guerrero no estaba en condiciones para mantener una lucha en igualdad de condiciones. Sin embargo, la magia no es efectiva para siempre y quien sabe cuanto aguantaría los rituales del hechicero.

Sin embargo, ahora había llegado un nuevo día y había que prepararse. Aún en su estado, había cosas que hacer, y era mejor estar preparado y prevenido por si acaso. Se preparó colocándose sus ropas ya secas, su armadura, recogió su lanza y escudo y se colocó su daga en el cinto y fue a desayunar algo, esperando las órdenes del Cabo Barril que llegaron con celeridad. Asintió a sus palabras, por el momento no tenía un rol asignado y en su estado entrenar quizás no era el mejor momento dadas las circunstancias. Decidió pues intentar descansar, pero preparado por lo que pudiera pasar.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Plumilla abrió los ojos cuando el sonido de la Compañía levantándose y moviéndose en su rutina consiguió superar el embotamiento que tenía en cabeza y oídos. Inspiró profundamente y luego dejó salir el aire lentamente, no había dormido bien esa noche y no sentía que la noche de descanso la hubiera mejorado… al revés, notaba que le dolía todo el cuerpo, los pulmones le ardían y tenía la garganta reseca. No necesitaba tocarse la frente ni los labios para darse cuenta que tenía una fiebre constante, su cuerpo luchando contra los malos espíritus del frío que se habían adentrado y deshacían a sus anchas.

Pero no podía quedarse allí quieta sin hacer nada, tenía que levantarse y activarse para que su cuerpo también luchara contra la enfermedad. Pero le costaba tanto… solo de pensar en salir de la tienda, al ruido y frío ambiente de la mañana, le faltaban ganas. Cerró los ojos con fuerza, ¡No! Plumilla, eres fuerte, puedes con esta enfermedad, con este frío, se dijo a sí misma, paso a paso, ¡sin esfuerzos pero sin detenerse!

Se levantó con dificultad por su estado físico, pero con voluntad mental de no quedarse echada todo el día sin oficio ni beneficio. Sonrió a modo de saludo a Sabandija y Preocupado que estaban cuchicheando en la entrada de su tienda. – Buenos días, Preocupado, Sabandija – saludó con un hilillo de voz, tanto porque le costaba hablar como para no desvelar aquellos que aun estuvieran en sus tiendas. - ¿Sombras? Este lugar no es bueno… - negó con la cabeza, ya solo llegar el día anterior a ese lugar le había parecido un sitio de mal yuyu.

- Estoy mejor, - dijo con un hilillo de voz, respondiendo a ambos soldados, una mentirijilla blanca para que dejasen de preocuparse, pues nada podían hacer más que preocuparse… su cura estaba en conseguir calentarse y activarse con tareas sencillas que le permitieran a la vez reposar. – Me alegro que hayas recuperado la memoria, Preocupado, - le sonrió con cariño, - Me preocupaste cuando no recordabas a muchos de nuestros compañeros, - luego negó con la cabeza, - Cuidaste bien de mi ayer, no te preocupes por ello.

Miró a su alrededor, no sabía qué hacer en ese momento, ¿tenía que pedirle las ordenes a Piojillo o al Cabo Barril? Palomita parecía ya recuperada, o por lo menos mucho mejor que el día anterior... Pero antes de descubrir a quién preguntar, lo primero era tomar algo, aunque fuera agua y tratar de desayunar un poco, - ¿Habéis desayunado? – preguntó a ambos, - ¿Quedó algo comestible de la cena de ayer? – añadió, dirigido hacia Sabandija.

Saludó a Derviche cuando ésta pasó cerca, - Buenos días Derviche, ¿te agradecí ayer la ayuda para montar la tienda? La noche de ayer la tengo algo borrosa… - sonrió amablemente a la soldado. - ¿Quién más ayudó? No recuerdo y me gustaría agradecérselo. – Le preguntó a Preocupado, que sabía que había estado cerca la noche anterior.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Como primera respuesta a Ponzoña únicamente se encogió de hombros y abriendo las palmas de sus manos mostrándose. Era la mejor forma de decir que eso era lo que había pero para evitar confusiones, se decidió a hablar.

—Me temo cabo que de un tiempo a esta parte me he visto abocado a ser una cigüeña coja —dijo con una corta sonrisa irónica—. Si ya hay candidatos elegidos descansaré, es cierto que no me encuentro en mi mejor forma. Tendré listos a los caballos por si fuera necesario salir.

Tras aquellas palabras asintió con la cabeza en señal de agradecimiento y se alejó de la zona en la que los mandos conversaban intentando que su cojera no se hiciera con el protagonismo de su marcha. Con el cuerpo debilitado y la cabeza embotada se decidió a tomar un poco más del enorme escarabajo que había servido para alimentarse la noche anterior. Apretó su cuerpo bajo la capa y se acercó a la zona en la que estaban los restos de la cena, esperando poder echarse algo al estómago que le ayudara a mejorar su estado.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Ballestero vuelvo a llamar tras las primeras órdenes, comprueba qué Campamenteros pueden realizar tareas. Necesitamos leña y comida, al menos.

Odio no poder ordenar yo estas cosas. Mierda. Me vuelvo a tumbar, tapado con la manta y la capa. Pese a que la temperatura en el sótano es claramente superior, el frío sigue dentro de mí y no consigo expulsarlo.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Respondiendo a la pregunta de Plumilla, la fanática sacudió la cabeza.

-Es que estabas grogui, por eso no atinabas. No fui yo sola a ayudarte, se acercaron varios, pero es que todos estábamos más o menos hechos polvo. O hielo, diría, temblorosos flanes de manos entumecidas. -Se rió, recordando la dificultad de hacer los nudos con los músculos ateridos. -Nah, no fue nada. Hoy por ti, mañana por mí. No me olvido de tus cuidados cuando los hemos necesitado, sanadora, nadie puede olvidarlos. 

Inspiró profundamente y frunció el ceño, recuperando su habitual aire malhumorado.

-No sé qué jodido viaje nos ha traído a este lugar maldito. Pero me huelo que los problemas no han hecho más que empezar. Mal que se rompiera la Lanza, mal que eso nos trajera hasta aquí incluso a costa de alejarnos de aquel infierno... porque estamos en otro, quizá peor.

Se estremeció recordando el espeluznante recorrido durante la caída hasta el Lago Verde.

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DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Tras haber pasado un largo rato observando sus hierbas, Frontera las guardó sin echarse ninguna a la boca, haciendo acopio de voluntad. La verdad es que el haber pasado la noche relativamente bien, había mantenido sus pensamientos fantasmagóricos a raya, lo que le ayudaba a ser él mismo y vencer a sus propias ansias.

Salió a desayunar algo, aunque lo único que quedaba del escarabajo eran las partes más asquerosas. Empezó a engullir a cucharadas, pensando que así le daría menos arcadas aquella guarrería. Con el carrillo lleno de aquel engrudo, escuchó a Ballestero hablando con Piojillo sobre él. El Capitán había gritado algo de un grupo de exploración hacía unos minutos, y Ballestero era el encargado de informar. Parece que habían pensado en él inmediatamente para el grupo de exploración. Eso le puso muy contento, pues antes de la Ruptura pensaba que pasaba entre sus compañeros sin pena ni gloria, pero desde que habían aterrizado en aquel lago, parecía que todos le miraban con algo más de respeto.

Tragó con dificultad y se levantó.

¡Me preparo inmediatamente! -dijo a su jefe convaleciente y a su jefe provisional.

Entro de vuelta en la tienda, se puso la armadura de cuero, cargó el portalanzas, y también sacó su pequeña daga de la mochila. Quizá la necesitara también. No parecía ir a hacerle falta el equipo de escalada ni las antorchas así que las dejó. Salió de la tienda ya pertrechado y subió las escaleras para presentarse ante el Capitán. Se alegró de no haberse drogado, para así no parecer un panoli delante de Matagatos, como había hecho otras veces antes.

¡Capitán! ¡Soldado Frontera listo para la misión de Exploración! -dijo, cuadrándose delante de los mandos.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Escuchaba la conversación alrededor de Plumilla y Romo no pudo mas que asentir ante las últimas palabras de Derviche. 

Al menos, estamos vivos- le dijo a Derviche- y eso por el momento no es poco. Solo el tiempo nos dirá ahora que nos depara el futuro en estas extrañas tierras.

Tras esto, se dirigió a Plumilla- sanadora, me alegro que se encuentre mejor. Espero que se recupere cuanto antes, bien sabe que la Compañía necesita de sus habilidades. 

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Preocupado escuchó a Sabandija y también a Plumilla, él había dormido como un tronco y no había visto ninguna sombra, no al menos ninguna que le preocupara.

-Yo no vi ninguna sombra, pero recuerdo haber visto un pájaro muy sospechoso que no paraba de mirarme, por fortuna los buenos espíritus se lo llevaron lejos y no volví a verlo, quizás por eso hoy me encuentro mejor y recuerdo algunas cosas. -No quería molestar a Plumilla demasiado, aunque estaba triste por haberse olvidado de ella.- Yo también me alegro de haberla recuperado, pero debí quedarme a velar por ti esta noche, si necesitas algo solo tienes que pedírmelo.

La voz del Cabo Barril resonó por la estancia y enseguida Preocupado se dispuso a acudir a él, sobre todo cuando había sido convocado.

-Tengo que acudir a la llamada del Cabo Barril. Sabandija ¿Cuidarás de ella mientras? Y no te preocupes Plumilla, agradeceré a todo el que te haya ayudado. -En aquellos momentos llegaron también Derviche y Romo y Preocupado los saludó antes de alejarse.- Buenos días Derviche, buenos días Romo, gracias por preocuparos por Plumilla, hablaremos luego, ahora tengo que acudir a la llamada del cabo.

Pasó por su tienda y recogió el portalanzas, además de la que solía empuñar tenía otras tres allí, después corrió presto hacia su superior, aunque solo ese mínimo ejercicio lo cansó en su estado.

-¡A sus órdenes Cabo Barril! Me preocupa que ayer pudiera decir o hacer algo que le ofendiera, los malos espíritus me arrebataron parte de mi memoria. He traído mi portalanzas Señor. -Preocupado buscó con la mirada a sus compañeros y los llamó.- ¡Dolor! ¡Grito! Aquí tenéis mi portalanzas, espero que os sea de utilidad. -Le entregó sus armas al primero que llegó y después siguió hablando con el Cabo.- Cabo Barril. ¿Qué necesita que haga Señor? Estoy a su disposición.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Esperando que el Capitán tomara su decisión, algunos de los campamenteros a los que habían nombrado se presentaron por su propia cuenta. Ballestero levantó la mano indicando que debían esperar. ──No sabemos──, dijo con cara de vinagre. Aprovechó que le habían distraído para hacer caso de la voz del jefe, y echó un vistazo a sus compañeros. Entre lo que veía y lo que recordaba de la noche anterior, lo tenía claro, así que dijo a Piojillo:

──Tú, Reyezuelo, Sabandija y Plumilla, estáis mal. No trabajar. Fuego, descanso, jefe. Plumilla sanador, ella junto heridos. Que de indicaciones, pero que el trabajo lo haga otro.

Lombriz, Tarado y Frontera tenían que estar disponibles por el momento, hasta que supieran quiénes iban a explorar. Siguió conteniéndoles con la mano, en señal de que aguardaran un poco.

──Chamán Rojo, Keropis y Desastre pueden organizar el campamento. Comida se busca en exploración. Ellos... ──pensó en el tema, ──...raíces, leña, organizar este jaleo, ...──, la noche anterior todo el mundo montó su tienda donde le había dado la gana. Esto era un desastre completo. Repasó todo, mientras el Capitán tomaba sus decisiones. No sabía si tenían herramientas para cavar una letrina, en todo caso, habría que señalar un sitio para esos menesteres, y retirar de la circulación los "mojones" que la gente hubiera dejado por ahí. ──...letrinas.

En lo último, la mirada se desvió hacia el chamán Rastrojo. Ahí tenían un posible colaborador para la seriamente sobrecargada de trabajo escuadra de campamenteros. Ballestero no lo expresó más que con el blanco de los ojos, por así decirlo, pero cualquiera con medio cerebro habría comprendido que aconsejaba tomar el brazo tras la mano que les tendían desde el escuadrón de hostigadores.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

A pesar de lo debilitado que había estado a última hora de la noche, o tal vez a causa de ello, nada más se acostó había caído en un profundísimo sueño reparador y sin pesadillas. Lo último que recordaba era que había tardado más en entender que el Capitán necesitaba voluntarios de lo que tardó Serpiente en abrirse las venas, por lo que su participación, o no, ya no era necesaria. Para cuando quiso moverse todo había acabado ya, y francamente después de las palabras de Rastrojo las pocas ganas que pudiese tener de participar se habían hundido. 

Para cuando se despertó ya había bastante movimiento entre las cabañas. Comprobó que no le había subido la fiebre, lo cual era de agradecer, y aunque seguía sintiéndose entumecido podía pensar con más claridad y hasta había recuperado parte de la sensibilidad en brazos y piernas. Mientras escucha las primeras órdenes, Reyezuelo se estira haciendo crujir varias de sus ateridas articulaciones. Probó a abrir y cerrar con fuerza las manos. Había allí algo extraño que el día antes no había terminado de percibir. Se sentía débil, pero también se sentía fuerte, lo cual en combinación a las lagunas en su memoria le generaba una sensación de estar "fuera de sí mismo" que le desconcertaba. Nadie le hablaba de momento, ocupados por las órdenes que recibían los unos o los otros. 

Al acercarse en la búsqueda de algo para desayunar se detiene observando algunos de los rostros que no parecían estar mejorando. Plumilla se llevó algo más de atención. Reyezuelo casi parecía... preocupado. Sin embargo, la bailarina estaba ya suficientemente acompañada, por lo que en lugar de sumar lamentos o malgastar más palabras de ánimo siguió adelante. Sin detenerse demasiado, tomó dos pellizcos de esa pasta algo desagradable y retrocedió entre las cabañas hasta la que ocupaba el aún considerablemente afectado Piojillo. 

Sin grandes ceremonias, le ofrece la mitad de lo que había recogido y toma asiento, comenzando a comer en silencio. Bosteza aún algo dormido, pero con los temblores y la tos mucho más controlados.

Finalmente alguien logra sacarlo de sus pensamientos, y levanta los ojos hasta Ballestero - Descuida. - Sonríe, seguro de sí mismo.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

La noche anterior, Desastre había hablado un poco con Lombriz para tratar de calmarlo, las sombras no entrarían. También se fijó en que Preocupado estuviese descansando bien y parecía ser así. Nadie había ocupado su tienda pese a haberlo ofrecido, con lo que durmió allí. Con la salvedad de la guardia que compartió con Ballestero. Fue bastante aburrida y Desastre no abrió la boca, si bien intercambió alguna mirada con su compañero de guardia, para asegurarse que todo estaba bien. Algo en su interior se batía por querer atizar a aquellas sombras vengativas, pero la mirada de Ballestero bastó para calmarle, por el momento.

En cualquier caso ya había amanecido, ya había alboroto. Cruzó su mirada en algún momento con Plumilla y con Derviche, juraría que ambas muchachas le sonaban pero sus recuerdos estaban aún un poco confusos.

Había escuchado algo de que se estaba organizando una expedición y en aquel lugar estaba sintiéndose como un animal acorralado. Si bien sintió la tentación de tratar de solucionar las cosas entre Rastrojo y Dolor, los pasos que daba de un lado a otro denotaban su ansiedad creciente. Finalmente se acercó a Ballestero.

Quiero unirme al grupo de expedición. Sé sobrevivir y desenvolverme.

Expresó su deseo con la crudeza que le caracterizaba. Probablemente quedarse allí fuese a terminar en desastre, en algún momento.

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AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Y finalmente los oficiales decidieron dar una respuesta al Capitán. No comprendió muy bien la algarabía y buen humor de Barril, como si hubiera algo de glorioso en aquella situación o como si nada malo hubiera ocurrido. No hacía ni un día que la Compañía Negra se había quedado reducida a un fracción de lo que había sido. No, no había nada que celebrar. Su situación era trágica y dramática. Quizás por ello el orondo oscuro pretendía levantar los ánimos. Tal vez eso tuviera sentido, pero no le pareció el mejor método el elegido.

¿Soldada? ¿Y eso qué es? ¿Mujeres soldado?, comenzó a preguntarse confundido hasta recordarlo. Ah, la paga. Esa que no vemos desde hace meses, concluyó el jaguar. No, definitivamente la arenga del Cabo Barril no le pareció especialmente estimulante. Entonces las órdenes del hiena llamaron su atención. Junto a Caracabra había sido elegido para explorar allá fuera. No le extrañó ya que por lo general, entre los hostigadores, solía ser uno de los habituales en el rastreo.

- Sí, Cabo - contestó someramente, asintiendo con la cabeza y dando un toque leve en su sien con el mango de su lanza. Allí fuera, en la naturaleza, podría hacer más que en aquella ruina de piedra. Al menos sabía desenvolverse mejor, aunque lo que sería capaz de hacer en aquella nueva zona aun estaba por ver. Era muy distinto a lo que conocía.

No hacía falta decir mucho más. Guepardo se dirigió a sus cosas y tras reajustar su ligera armadura de mallas se equipó con el arnés de cinchas y las armas contenidas en él. Se echó el escudo a la espalda y aferró su lanza con fuerza. Estaba preparado.

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AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Miró algo mejor al grupo, sin hacer demasiado caso de Desastre. ──Chamán Rojo también está mal──, dijo. Si, se le veía pálido. Antes no se había fijado bien. Normal que Desastre se postulara para explorar.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA FISURA DE LA FOSA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR / 1 DE NEK (NUEVA ERA K'HLATA).

MES: DEL LEÓN / DEL RASTROJO VALIENTE (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Los rumores de las sombras le hicieron dudar. Él había hecho guardia, y no hizo aparición ni una sola de esas sombras. También es cierto que estaba resguardado y cuidando de los animales en lugar de vigilar, no era el más apropiado para tener los ojos abiertos.

Keropis... ¿tú viste sombras? Creo que la gente se ha sugestionado y lo único que veían era la proyección oscilante de las llamas del fuego. Vamos... que si de verdad nos hubieran acosado espíritus malignos, yo sería el primero en notarlo. Por algo soy chamán.

Los ojos cristalinos de Keropis le miraron fijamente, hasta devolverle el reflejo. Daba repelús. No al nivel de Serpiente o de las ladillas de Khadesa, pero la máscara impedía percibir los movimientos de las facciones, como un escorpión que echa atrás la cola para esconder su próximo ataque.

A lo mejor está dormido... Nadie lo notaría. Tal vez debería hacerme mi propia máscara, uhm...

En fin, nos vemos...-se despidió de Keropis.

Bajó las escaleras al sótano. Aquel lugar le traía terroríficos recuerdos, como cuando tiró un cobre y pensó que jamás volvería a encontrarlo. Las tiendas casi no dejaban avanzar, pero el nuevo Rastrojo era un espíritu decidido que nunca se rinde ni se da por vencido.

Ah, Sabandija... Ahí está. Menos mal que lo encontré pronto, estaba a punto de dar media vuelta.

¡Sabandija!-llamó-Madre mía, cuántos Hermanos reunidos. ¿Qué hay...?

Sabandija, Preocupado, Plumilla, Derviche... Era como si hubiesen organizado una fiesta y no hubiesen invitado a Rastrojo. Eso le hizo sentir mal. Luego recordó que se trataba de uno con el brazo mal, un desmemoriado, una floja y una loca del coño con problemas de control de ira, y se le pasó.

Sabandija... Me gustaría aprovechar algunas partes del escarabajo para hacer escudos y cosas chamánicas. Creo que lo cocinaste tú, ¿no? Por cierto, muy rico. Cocinas como lo hubiese hecho Astado-dijo, desganado, a modo de elogio aleatorio gratuito para que le diesen cosas gratis-. ¿Has acabado con los élitros y la cabeza? ¿Me los puedo llevar o te queda carne por raspar?

Se les quedó mirando, como si estuviese entrenando la mirada inerte y turbia de Keropis para cuando él también tuviera una máscara que le ocultara mientras dormía. O como si esperase que alguien le pidiera sus servicios, tal vez como sanador, guía espiritual, hacedor de amuletos, oficiador de bodas, cuidador de animales o cualquier otra tarea al que el multifacético líder Rastrojo se le diese bien, salvo cavar letrinas. Eso no.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA FISURA DE LA FOSA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Parecía que ya tenían un grupo. Puede que no todos los que le habría gustado, y desde luego la negativa de Pelagatos fue acogida con una leve mueca de disgusto, aunque no por su no, sino por no poder contar con su primo. En aquellas circunstancias, un jinete podría ser de mucha utilidad. Pero si tocaba pensar a largo plazo, mejor sería que descansara y se recuperara. 

-¡Bien, grupo de exploración! ¡Lombriz, Tarado, Frontera, Dolor, Grito, Guepardo y Caracabra! Preparaos para partir, os informaré de algunas instrucciones concretas sobre la misión en privado-informó el Capitán.

Cuando Palomita se acercó, por un momento valoró incluirla como parte del grupo. Si lo que le habían dicho era correcto, en algún punto de los alrededores debía haber habitantes, y puede que fuera útil para tratar con los nativos. Pero aún estaba enferma, y su estado había sido crítico hacía apenas unas horas. 

-Palomita, por el momento descansa y recobra fuerzas. Después de como estabas ayer, no creo que sea sensato moverte mucho en estos momentos-replicó, sin demasiada opción a réplica en su tono. 

Entonces Barril se acercó, y tras un rápido intercambio de palabras, asintió levemente. 

-Mago Serpiente, Rastrojo. He de hablar con ambos, en cuanto el grupo de exploración esté organizado. 

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA FISURA DE LA FOSA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

- Te he guardado un poco de las sobras de ayer.- Contestó a Plumilla algo avergonzado porque no era ningún manjar, no después del tiempo pasado.- Mastícalo bien porque está duro como una piedra, pero es mejor que nada.- Asintió a las palabras de Preocupado.- Descuida, yo cuidaré de ella.- Como siempre. Sabandija no se encontraba mal del todo,pero aún así Ballestero ni siquiera le había preguntado, mucho menos considerado como un buen explorador, cuando sí que lo era. Al menos silencioso como un gato, cuando le interesaba. No iba a ser él quien le dijera lo contrario. No quería salir al exterior, a buscar a esas sombras de las que había huida, despavorido, el día anterior. Así podía estar cerca de Plumilla y charlar con ella.- Cof, cof.- Forzó la tos para asumir el papel de desvalido que tan bien le quedaba.

Cuando Ratrojo, su guía espiritual, le concedió el honor de dirigirse a él le pilló por sorpresa y casi dio un salto de la mezcla de susto y gozo.

- ¡Ra-Rastrojo!- Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja haciendo que toda su fachada de enfermo se desvaneciera.- Ehm, sí, claro, claro, las cosas duras que han sobrado están aquí mismo. Ya no hay nada que yo pueda aprovechar.- Otros habían pedido usarlas, pero eso a Sabandija le daba igual. Si Rastrojo lo quería no iba a ser él quien se opusiera.- Yo puedo ir a pro ellas si quieres. Así puedes echarle un vistazo a Plumilla, que está pachucha.- Sí, eso sería genial. Quizá Rastrojo pudiera acelerar su curación. Para no hacer esperar más al chamán salió raudo a por las partes del escarabajo.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA FISURA DE LA FOSA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Si las palabras de Ballestero le habían dejado con dudas, las del Capitán terminaron por sentenciarlo a quedarse. Desastre gruñó y apretó los puños con una rabia contenida que consiguió que sus uñas quedasen marcadas en sus manos. Él era infantería, era un hombre de acción y ahora... ahora le querían para cavar letrinas.

Para colmo, se llevaban a Dolor, y él quería hablar con Dolor. Era complicado que las cosas fuesen aún peores.

Comió algo para calmar su ansiedad y se cruzó de brazos mientras meditaba por dónde empezar. Hubiese preferido al menos entrenar duro, de verdad.

Pero en su lugar salió al exterior, en busca de tierra blanda. Con el lago tan cerca no debería ser complicado. Entonces clavó sus manos en el suelo y comenzó a hacer un agujero. Al menos fortalecería los músculos cavando con sus propios dedos, no le importaba si tardaba más o menos. Además, si hacía las letrinas sería otro el encargado de mover los mojones de toda la compañía. Además, dentro el lugar apestaba y fuera al menos el viento soplaba fresco. Le hubiese gustado algo de compañía, pero no la pidió.