Partida Rol por web

VIGÉSIMO TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 24, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: DESPUÉS DEL OCASO. - CLIMA: CIELO NUBLADO. HA DEJADO DE NEVAR.

A diferencia de lo que esperaba, es el Cabo Barril el que toma la palabra. Indica mis logros y la forma en que he luchado por la Compañía Negra. Su relato es claro y finalmente pronuncia el juramento, el que me pregunta directamente si me comprometo en lealtad absoluta hacia la Compañía Negra, hacia los mandos y todos mis hermanos, hasta que muera o sea liberado de mi juramento. No vacilo ni un instante antes de pronunciar mis palabras en el idioma k'hlata:

 - "Yo, Dolor, lo juro."

Permanezco en mi posición, completamente firme, pero ocultando en mi interior una gran dicha y orgullo por lo que estoy viviendo. Por primera vez en toda mi vida, estoy entrando en algo que realmente deseo, no forzado por las circunstancias, no siendo mi única alternativa para sobrevivir, no por decisión de otros. Por primera vez en toda mi historia, soy quien quiero ser y no debo ocultarme. No necesito ocultarme más.

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MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

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— Sea, has hecho el Juramento. Como señal de ello se te entrega en la capa negra que distingue a los Hermanos Juramentados. Pórtala con honor y cuídala, ella te cuidará a ti de la misma manera.

Viniste como Recluta a esta reunión, la abandonarás como Soldado Nuevo. Hazlo con orgullo. —

Con una delicadeza con la que sorprenden sus gruesos dedos enguantados en cuero y metal, el obeso Cabo ciñe la capa sobre los hombros de Dolor, para a continuación sujetarla con el broche de plata en forma de calavera. Curiosamente el símbolo del Señor de la Medianoche también incluía un cráneo como parte de su emblema; seguro que más tarde o más temprano alguien repararía en aquella curiosa coincidencia.

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Cambió el peso de pierna para mantenerse en una posición más cómoda. Estar de pie durante un tiempo largo le resultaba molesto por sus lesiones, no obstante aquel no era el lugar idóneo para manifestar algo así. Con los labios algo más apretados que de costumbre por el dolor y respirando más pausado se fijó en que había dejado de nevar. No había reparado en ello pues estaba muy concentrado en fingir indiferencia respecto a lo que estaba sucediendo allí.

Deseaba saber los cambios de escuadras y los campamenteros que acabarían por formar parte de los hostigadores, era capaz de hacerse alguna idea pero prefería escuchar la versión oficial. El nombramiento de Dolor le resulto corriente y lógico, había sobrevivido a luchar en aquel pelotón de locos que habían sido los doloritas y eso en parte le ameritaba como un soldado capaz. Era grande y musculoso, casi como su primo Campaña, un buen soldado de primera línea que recibiera los golpes y aguantara las cargas enemigas. Las referencias que le había dado su primo Lagrimita no eran malas, así que no había ningún prejuicio ni racial, ni militar que le obligara a despreciar al nuevo soldado.

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Se sentía satisfecho -todavía más- por este ascenso. De los pelotones de dolorosos era el único superviviente. No había estado bajo su mando, pero los muchachos a los que había llevado a masacrar estaban todos cortados por ese mismo patrón, y no podía evitar ver que era uno de ellos.

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Pues habían terminado. Tras asegurarse de que Analista hubiera tomado nota de todo aquello, por fin se permitió respirar algo más tranquilo. Habían salido de todo ello con buen pie y sin apenas derramar sangre. Y, desde luego, ni una sola gota más de lo planeado. Puede que incluso pudiera defenderse que aquello había salido bien. 

-Bien. Por hoy hemos terminado. Pronto saldremos hacia Carnonegro, en unos pocos días, mientras tanto aprovechad para entrenar y practicar juntos, es necesario que nuestros contratadores vean que somos competentes y disciplinados. Sin más, los cabos os comunicarán ahora la nueva disposición de escuadras. Mañana Analista saldará las deudas de la Compañía con todos vosotros.

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Al escuchar el nombre de Dolor, Grito pudo suponer para que lo requerían los mandos.  Durante la última misión había tenido la oportunidad de compartir la infiltración y asalto al campamento de los capas rojas con el enorme soldado, sin duda era un buen activo para la compañía y un seguidor acérrimo de la disciplina y la cadena de mando.

Grito se erguió sobre su posición sintiendo cierto orgullo del juramento de un compañero de la infantería que se había ganado el derecho a la capa y el broche. El león se mostró serio y solemne ante el juramento de un nuevo hermano buscando su mirada para dedicarle un gesto de respecto.

Con aquello la reunión quedaba terminada con la última intervención del capitán, ya solo restaba saber la nueva configuración de las escuadras y lo que era más importante, prepararse para una nueva misión una a la que la compañía no estaba tan acostumbrada y en la que la diplomacia y el saber hacer tendrían más peso en otras ocasiones. 

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Campaña se alegró al fin de los cambios que se habían producido. El juramento de un nuevo Hermano siempre era algo memorable. Cerró su enorme mano en un puño metálico y dio un sonoro golpe contra el pecho, a modo de estoica salutación. Supuso que, con la excepción de Desastre, aquella noche comerían y beberían todos juntos. Quizá Analista les contaría historias de la Compañía Negra, de los tiempos antiguos.

Ya lo estaba anticipando, y se le despertó un gran hambre, que aquellos fastos y ceremonias en el fondo eran muy cansados.

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El ascenso de Dolor a hermano juramentado tomó por sorpresa a Reyezuelo. No porque el dolorita no se lo mereciera, que por el contrario si lo hacía a ojos del noble castor. Sino por el orden en que fueron dadas las noticias por parte de Capitán, creía que el momento de los ascensos había terminado, pero se dió cuenta entonces de qué el orden en que Capitán dió las noticias no era casualidad.

Primero comienzas con buenas noticias, la primer impresión siempre es importante, si lo es. Un ascenso a Rastrojo y la elección a aspirante o no de Sabueso y Aserrín, luego, cuando estos últimos ya tomaron la decisión de unírsenos y la compañía está camino a tener carne nueva que llene los vacíos de los caídos, comienza el duro castigo a Desastre, no vaya a ser que los aspirantes cuyos corazones no se han curtido aún bajo nuestro estandarte se asusten y decidan ser meros seguidores, ¿Verdad? Brillante. Luego de que el castigo al veterano miembro fue impartido, y dejado en claro el mensaje de que la mínima insubordinación en estos complicados tiempos se castiga hasta con la vida, te ahorras problemas futuros a cambio de algunos malos pensamientos junto a los de quienes molestó el fin del pelotón de campamenteros. Pensamientos que rápidamente aplacas con la noticia de que se devolverá las monedas empeñadas, y entierra definitivamente con el advenimiento de nuestra próxima soldada, acompañando la buena nueva con la noticia del inquisidor casi opacada por el brillo de las monedas en nuestras mentes. Y para finalizar, tal como empezó, otro ascenso, que deje en la memoria de todos la moral alta y el saber que el buen hacer se recompensa. Si, eso es lo que queda. Las palabras se perderán en el olvido con el tiempo, pero todos recordaremos como nos sentimos al comienzo tras la ansiedad de la espera, y al finalizar luego de romper filas. Capitán, lo veo.

Reyezuelo reconocía la habilidad de líder que tenía aquél hombre, sabía manejar a los hermanos juramentados con la sutileza necesaria y no recurrir a los burdos gritos y amenazas como había hecho hace unos días atrás. El castor veía un futuro prometedor para la compañía en este nuevo mundo e infló orgulloso su pecho. Forjaremos la gloria de nuestro nombre donde sea que estemos.

¿Vendrán ahora los ascensos de los soldados nuevos? ¿Mi ascenso? pensó ansioso por elevar su nombre, pero no sería el caso. Capitán dió por finalizado el asunto y ahora los Cabos comunicarían los traspasos de miembros a sus pelotones. ¿Dónde iría?

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Ver cómo imponían a otro la que hasta ahora era mi capa reproduce sentimientos encontrados. Por una parte me alegro por Dolor, el cual sé que ha trabajado mucho para conseguir ese reconocimiento; por otra parte, la capa era mía y noto crecer en mí la rabia por un castigo tan desmesurado como este.

Pero sé que no es real, sé que todo es Samuel intentando que pierda la concentración para poder asomarse. Es cierto que en el pasado faltas mayores recibieron castigos menores, pero también es cierto que no estamos en la misma situación que entonces. Inspiro hondo y me obligo a relajarme y a sentirme feliz por Dolor.

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Era muy difícil mantener la concentración de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Firmes allí en la fila, asimilando novedades una tras otra, sin acabar de acertar ninguna de las posibilidades que se había planteado. ¿Degradaciones como castigo? ¿Barril hermano de capa de Dolor? ¿Carnonegro en vez de Rocasone? ¿Se disolvía la escuadra de los Campamenteros? ¿Rastrojo nombrado mando?

No estaban al sol, en plena sabana, no podía ser un golpe de calor. Era casi de noche. Si alucinaba igual era por la nieve... no. Tampoco. Había dejado de nevar.

Maldita sea, ¿es que ya no se podía confiar ni en que lo malo persistía...?

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Una vez el Capitán les dio pie para ello, Barril hizo un gesto al Cabo Ponzoña para que se adelantara un paso. Una vez a la par, tomó la palabra. Como Cabo más antiguo, le correspondería a él comunicar los nuevos puestos a los por una parte disueltos Campamenteros, y los cambios que se iban a producir entre Escuadras.

— Ya habéis oído al Capitán, los antiguos Campamenteros sois reasignados según os voy a nombrar. El término de Escuadra se queda corto por entidad ahora mismo, así que pasaremos a ser dos Escuadrones de entidad algo superior, tanto en Hostigadores como en Infantería. El Cabo Ponzoña ya hablará con los que pasáis a Hostigadores, y estos días tendremos una charla toda la Infantería, tanto los que estaban como los que entran de nuevas.

Hay más cambios de los que parece, así que estad atentos. Y como supongo que todos queréis saber de una vez dónde va a parar vuestro culo, no os haré esperar más, así quedáis asignados:

De los antiguos Campamenteros pasan a Infantería, los soldados Keropis, Lombriz y Plumilla. El resto pasáis a Hostigadores.

De los Hostigadores pasan a Infantería, el Segundo Mago de la Compañía, o sea el Chamán Rastrojo, así como Campaña y Palomita.

De la Infantería, pasan a Hostigadores Dolor e Indómito.

Estos cambios se han tratado entre los Mandos, se han evaluado vuestras aptitudes desde diferentes puntos de vista y no están sujetos a peticiones, negociaciones o permuta alguna. Sí adelanto dos cosas, ambas importantes. Primera, el Escuadrón de Infantería tendrá dos Escuadras, Infantería Ligera e Infantería Pesada. La Ligera tendrá mayor entidad y en la Pesada seremos menos, pero cumpliremos igualmente. a esto viene aparejada la segunda, y es que propongo a Grito como Jefe de Escuadra para la Infantería Ligera. En mi ausencia él deberá tomar las riendas de la Infantería de ser preciso, y estará a cargo de los que la integran de manera regular.

Para ello el Capitán debe autorizarlo, y tú debes plantearte si quieres aceptar el puesto. Eres de los Infantes más veteranos, Grito, y creo que el puesto de segundo al mando te iría como un guante. ¿Tenemos tu permiso, Capitán? —

El tono de Barril apenas había sufrido alteraciones mientras hablaba, excepto quizás para alguien que le conociera bien; alguien de la Infantería probablemente podría percibir cierta tensión cunado comunicó los nombres Infantes que dejaban la Escuadra como si estuviera masticando algo amargo de verdad.

Por otro lado seguramente se alzarían algunas cejas. Después de todo, un K'Hlata estaba a cargo de la mitad de la Compañía, y no era otro que el Cabo Ponzoña, y ahora otro era propuesto como segundo de la Infantería. El Cabo Barril nunca se había fijado en el color de la piel de los que luchaban a su lado. Seguramente el puesto estaba reñido entre Grito y Lagrimita, pero estando este último de manera natural en la Infantería Pesada, eso parecía haber inclinado la balanza lo suficiente como para que Barril propusiera al siempre más que capaz Grito. Aunque si alguna vez ascendía a Sargento, también tenía ese as en la manga para dejar a alguien al mando de la Escuadra Pesada. Eso el tiempo lo diría.

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-Lo tiene, cabo. Si considera que Grito es el más adecuado y válido para la mejor organización de la Infantería, adelante-replicó simplemente el oscuro, pues no había más que añadir a esto. 

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Dolor realizó su juramento para convertirse en un miembro de pleno derecho en la compañía. Se alegraba por su nueva condición, y bien sabía que un nuevo miembro en la Compañía de pleno derecho era una buena señal para ellos. Necesitaban nuevas incorporaciones.

Sin embargo aún quedaba el último cambio, y era la reestructuración de las escuadras. A la infantería venían nuevos miembros, como eran Keropis, Lombriz, Plumilla, Campaña, Palomita y Chaman Rastrojo. Por otro lado, la infantería perdía a Dolor e Indómito, que se iban a los hostigadores. Entendía que esos cambios habían sido bien estudiados y analizados por el mando, y poco tenía que decir al respecto. 

Finalmente, aún quedaba una última noticia, y fue el nombramiento de Grito como jefe de la escuadra de la infantería ligera -siendo la idea del Cabo Barril dividir la infantería tanto en ligera como en pesada-. Aún debía aceptar aquel nombramiento, pero no había nadie mejor para aquel puesto. 

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Al fin llegó el momento que la tropa estaba esperando, de todos los cambios y novedades la reorganización de escuadras sería lo que más afectaría a su día a día.  Barril sin más dilación, ya que la expectación era más que evidente, soltó los cambios en la tropa y la configuración de los hostigadores y la infantería.

El cambio iba más allá con la creación con la división de la infantería en dos escuadras tal y como había apuntado Capitán en una intervención anterior.  Aquella era una idea a la que el cabo había estado dándole vueltas y el incremento de efectivos le había dado la oportunidad ideal para llevarla a cabo.

Pero fue la decisión de poner a Grito al frente de la infantería ligera y segundo al mando lo que hizo que el león se erguiera una vez más, con la mirada fija en el enorme Cabo en la que se apreciaba la gratitud ante el honor que le encomendaba.

Será mi deber, pero ante todo será un honor servir a mis compañeros y a la propia compañía como segundo de infantería.  

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Así que finalmente iba a la infantería. Aquello le gustó, sobre todo desde la charla con Ballestero y Piojillo antes de ser poseído. Había dejado clara su postura de no luchar a distancia si le era posible, y después de recibir el hacha de aquellos locos leñadores por parte de Barril, se sentía más preparado todavía para el nuevo reto.

Infantería ligera. Bueno, el tenía escudo, armadura, un arma medio decente y era rápido, por no mencionar sus cualidades de soldado. Encima Grito había sido designado como segundo al mando. Era un buen K'Hlata, decidido y valiente, como demostró en la pelea contra los bichos del nicho y además su reputación le precedía. Tendría que aprender de él, y sobre todo de Barril, para crecer personal y militarmente.

Lombriz asintió, tenían trabajo nuevo y saldrían pronto, no iba a defraudar a su nueva escuadra ni a sus nuevos mandos, aunque el zombu de Keropis también estuviera por allí rondado. No había mal que bien no viniese.

Por último, miró a Ballestero a modo de despedida.

—Lo intenté y os lo dije— Pareció decir Lombriz con aquella mirada.

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Un ligero e incómodo cosquilleo recorrió el estómago de Pelagatos cuando Barril comenzó a listar los cambios que se iban a dar en los pelotones. Al no salir su nombre respiró tranquilo, estaba casi seguro de que iba a permanecer en los hostigadores, pero eso no evitaba que hubiera temido por unos segundos un cambio de destino.

Ladeó la cabeza al hacer recuento de las pérdidas que sufría su pelotón. Campaña y Palomita eran dos grandes bajas a cambio de deshacerse de Rastrojo, sumado eso a la pérdida de Uro no le quedaba la menor duda de que los hostigadores habían perdido mucha fuerza. Para suplir esas bajas les daban a la purría de los campamenteros, habían pasado de ser el pelotón de élite de la Compañía Negra a ser el refugio de los descartes. Bajó la mirada al suelo tras aquella reflexión y esperó a que le dieran permiso para romper la formación.

En esos instantes de espera entre las siguientes órdenes buscó con la mirada a su superior. Confiaba en que Ponzoña tuviera algo que decirles en privado o que aclarara la nueva situación del pelotón, quizás la división en caso de formar escuadras como estaba haciendo infantería o nombrar de forma oficial él también un sustituto.

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Por un momento elevo una ceja ante las palabras de Barril. Al no salir mi nombre, ¿significa eso que yo iré a los Hostigadores?

Luego me doy cuenta de mi error, al ser degradado y no tener ya la condición de soldado no se me asignará a ningún pelotón si hay uno de instrucción. Y con dos nuevas incorporaciones a sumar a Desastre y a mí mismo parece que esa es la intención.

Solo espero que si vuelvo a jurar como soldado no me asignen junto a Ponzoña, o que si lo hacen ya haya conseguido controlar a Samuel lo suficiente como para que no me cause problemas. Tendré que entrenar todavía más en mi control mental hasta conseguir controlar yo a Samuel y dejarle salir solo cuando yo quiera.

Aunque si reconstruyeran la Caballería... Los caballos y montar siempre me gustaron. Ojalá lo hicieran, quizás esta vez pueda optar por entrar.

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Enhorabuena, Dolor. Con tu leyenda sobre sus hombros era cuestión de tiempo que te convirtieras en un Hermano Juramentado.

Rastrojo se refería a la Batalla de la Puerta de Galdan, en la que Dolor fue el único Dolorita que sobrevivió. De cualquier modo, no serían compañeros de Pelotón. Le saludó con un breve gesto del mentón y esperó a que aquello terminara. En principio le agradaba intercambiar a Ponzoña por Grito, sería un buen cambio de aires. Pero, ¿quién sabe? Puede que el K'Hlata rechazara la oferta. Así Rastrojo tendría alguna oportunidad de ocupar su puesto. Tener rango de mago era una cosa, pero si el chamán fuera también la mano derecha del gordinflón, ¡tendría hombres a su cargo! ¡Hombres a los que dar órdenes! ¡Y esta vez no podrían negarse a incumpliras!

Tsk, Grito aceptó. Lástima.

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El joven experimentó sentimientos encontrados ante el nombramiento de Dolor como nuevo hermano juramentado. Único superviviente del ejército dolorita, llevaba tiempo mereciendo que una capa meciera sobre sus hombros, mostrando tesón y valor como para ser reconocido como uno más con pleno derecho. No obstante, haciendo el juramento, se introducía de lleno en ese mal hado que planeaba sobre la Compañía, a un aciago destino. Abría las puertas a esa funesta oscuridad que rondaba a los mercenarios, permitiendo que su alma se expusiera aun más a lo sombrío, a lo infausto y a la tragedia.

El tiempo dirá qué será de tu alma, Dolor. Por ahora, bienvenido.

Guepardo escuchó con serenidad y atención los nuevos cambios que iban a sucederse entre las escuadras. A su juicio se impuso la visión de la infantería: se reforzaba con buena parte de los mejores activos de los campamenteros y de los hostigadores ese grupo, a pesar de Rastrojo, convirtiéndolo en el nuevo escuadrón de élite. Los Hostigadores se echaban a un lado para pasar ese testigo a los infantes y se convertían en una especie de "cajón desastre". Con Desastre incluido.

A juicio del jaguar todo ello solo podía significar una cosa: la Infantería sería el grupo de choque principal. El grupo que asumiría la mayor tensión en el combate, que afrontaría las posiciones más duras y en teoría comería más mierda. De lo contrario los cambios serían un mojón. Y era lo más lógico siendo ahora la Compañía un número tan reducido. Antes los Hostigadores, entre tantos escuadrones, hacían funciones de todo tipo, siendo determinantes en muchos ámbitos. Ahora, siendo tan exiguos en números no tenía demasiado sentido ese papel y era necesario un planteamiento más básico y elemental. Un núcleo duro y unos auxiliares de apoyo.

El que la infantería se llevara a Rastrojo, aparte de causar muchos alivios entre los Hostigadores, tenía su lógica al modo de ver del explorador. Los Hostigadores ya tenían dos magos, así que debían compartir uno con la infantería, sin ninguno. Si el chamán birrioso lograba el fundamento suficiente como para atraer la bendición de los espíritus, esta podría ser muy provechosa para la Infantería.

La elección de Grito como segundo de Infantería se le antojó muy adecuado al hostigador. Grito era un buen soldado experimentado y preocupado por los suyos. Sin duda haría un buen papel.

Lo único que le chirrió de todas aquellos cambios fue la elección de Plumilla para los infantes. Comprendía a la perfección que la habían destinado allí para tratar las heridas de los infantes ante la necesidad imperiosa de un sanador en segunda fila. Pero si la necesidad forzaba a la pequeña observadora a ir a primera línea, a curar o arrastrar a alguien o incluso combatir, el jaguar veía a pocos miembros de la Compañía en peor situación que ella. Llevaba varios días entrenando con la joven y a su juicio los ataques a distancia, el sigilo, el subterfugio, sí eran su fuerte. A entender de Guepardo, un sanador infante debiera ser alguien con aguante y defensivamente pertrechado, lo opuesto a la curandera. O era una mala elección o, sencillamente, se echaba mano de lo poco que había al alcance.

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Por fin tengo mi capa negra y mi broche. Me paro orgulloso de haberlas recibido pues es el resultado de mi esfuerzo todo este tiempo. Al fin estoy completo y orgulloso de mis logros. Soy un miembro en pleno derecho de la Compañía Negra y puedo mirar a todos los hermanos a mi lado como iguales. Si bien existe una cadena de mando que se respeta, acá todos somos inherentemente iguales y no como en Cho'n Delor, donde fui esclavo y otras formas de ciudadano inferior. 

"Ahora soy libre."

Pero entonces vienen las noticias del Cabo Barril y me sabe amargo pues, el Cabo Barril es alguien por quien tengo especial afecto, que me ha guiado (al igual que Derviche, Grito y Lagrimita), confiando en mí cuando nadie más lo hacía, por eso le elegí como Hermano de Capa pero ahora ya no será más mi superior. Respeto y confío en el Cabo Ponzoña sin reticencia alguna, pero será duro no estar bajo las órdenes de Barril de ahora en adelante.

Rastrojo me felicita, por lo que le devuelvo las palabras:

 - "Muchas gracias, Segundo Mago y enhorabuena también por su ascenso."

Se dice que lo merece, aunque las malas lenguas aseguran que no porque ahora sea especialmente poderoso sino porque antes no tenía poder para hacer una mierda. De cualquier manera, lo importante es que ahora tiene poder y un rango para ostentar su nueva posición. Solo espero que lo haga bien, aunque Serpiente no es precisamente un hito muy difícil de superar.