Partida Rol por web

FINALIZANDO LA JORNADA: TRANSCURRE EL RESTO DEL DÍA.

VIGÉSIMO SÉPTIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 28, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. FRÍO SECO.

Barril tenía su punto de razón en sus suspicacias. Probablemente más que un punto, aunque no tanto en que supieran quienes eran, sino en la basura que albergaba aquel país. 

-Seguramente lo sepan por aviso del noble... Pero desde luego, no me fío de nada que alberguen estas fronteras, así que seguiremos en guardia.

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AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 28, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. FRÍO SECO.

La orden de Barril estaba claro y el guerrero hizo lo propio. Prepararía sus pertenencias para el viaje de mañana. De nuevo la Compañía se ponía en pie para cumplir un encargo. Atrás dejarían aquel lugar y el pueblo de Verdin, en el que sus ciudadanos seguramente estarían más tranquilos sin nuestra presencia. 

Desde luego, aquel lugar una tierra extraña, lugar donde debían acostumbrarse a vivir en estos momentos. Lo que les depararía el futuro sería incierto, pero debían estar preparados para los peligros que les vendrían. Para eso estaban entrenados.

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Después de la cena, Palomita asistió  a las órdenes del Cabo Barril y partió a prepararlo todo antes de irse a la cama, aprovechando para revisar las mochilas de Gobaldet y Sabueso.

Tras ello se aproximó a su cabo. Señor ​- ccomenzó- Durante la marcha de mañana y pasado, me gustaría ir con los miembros del escuadron de instrucción para asegurarme que aguantan la marcha en condiciones, pero para ello necesito su permiso. Por supuesto en cualquier momento que se me requiera, quizá prefieran que algunos montemos en las monturas que tenemos, estaré a sus órdenes y ellos quedarán a cargo de Desastre y Piojillo

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El clima recordaba en todo momento que tenías que moverte o perderías la sensibilidad de algún dedo tarde o temprano. No fue el caso, los cabos no permitieron tal cosa y bajo la supervisión de Capitán, pocos tuvieron la oportunidad de holgazanear o no emplearse a fondo.

Para Lagrimita aquello no podía contemplarse, intentó desde el primer momento entregarse por completo, sin llegar a ir más allá de sus limitaciones actuales; No era plan de lesionarse justo cuando iban a estar próximos a salir, sabía que estaba lejos de su mejor momento y desde luego, no era el único. Comenzó con un ritmo intenso, superando las pruebas físicas que exigían resistencia; Logró coordinarse perfectamente durante los ejercicios de la renovada escuadra, demostrando entusiasmo evidente en su rostro; Pero durante las numerosas exhibiciones de destreza marcial durante la mañana del tercer día, cometió el fallo de intentar una acrobacia cuando no tocaba, tratando de desviar uno de los ataques de Campaña con sus dos espadas. Al solo poder interponer una, la inmensa fuerza de su primo le hundió la débil defensa hasta conseguir hacer un tajo en su muñeca izquierda, soltando la espada larga que aferraba al instante. El combate siguió hasta que Barril lo percibió, ordenase el cambio de oponentes y le mandara a la enfermería tras acordar ambos, no rebelar a su pariente lo sucedido, a fin de cuentas la ignorancia evitaba el sufrimiento.

El día que la comitiva compuesta por el caballero y sus fanáticos llegaron con la intención de llenar el carro y dejar su imprenta en el lugar, se encontraba haciendo carrera continua, obligado las circunstancias. Se había visto forzado a bajar el ritmo de entrenamiento a la mitad con el fin de minimizar los riesgos muy a su pesar. Las guardias extras, la asistencia en la enfermería o la las visitas a Frontera en la cocina para entretenerse ocuparon parte de las horas restantes.

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Los días de entrenamiento habían pasado rápido. Entre el entrenamiento con Guepardo, los ejercicios de escuadrón con sus nuevos compañeros y las horas que pudiera estar en la enfermería, apenas había notado el paso del tiempo. Aunque Guepardo había parecido cansado esos días, iba aprendiendo poco a poco las lecciones sobre la naturaleza que le mostraba el Hostigador, pues incluso de los errores se aprendía. Por otra parte, los ejercicios con la Infantería le ayudaban a fortalecer su cuerpo y mejorar su fondo.

La llegada de los recaudadores a Verdín casi pasó desapercibida para ella, centrada como estaba en su entrenamiento y, posteriormente, en sus tareas en la enfermería. Era el último día antes de partir hacia Carnonegro y empezaba a haber bastante trabajo en la enfermería debido a las heridas y lesiones del entrenamiento, aunque por suerte Lagrimita estuvo también en la enfermería ayudando con los heridos.

Sabía que el entrenamiento era importante, pero a veces Plumilla deseaba que el resto de la Compañía cuidara mejor de sus propios cuerpos durante los duros entrenamientos. Pero luego se acordaba de quienes eran y sabía que era imposible y solo restaba asegurarse que la enfermería estaba al día… ni siquiera molestaba a los espíritus con ruegos por un mayor sentido común durante el entrenamiento, no era necesario molestarlos para cosas imposibles.

Lo ocurrido en Verdín con los recaudadores le llegó mediante murmullos y chismes de los soldados que pasaban por la enfermería. Plumilla prefirió no salir a ver lo que ocurría, no quería ver a esos monstruos maltratar a esa gente… ¿Algún día conseguirían salir de ese país oscuro y sin remordimientos? Esperaba que si y que fuera pronto… aun recordaba la corrupción que había diezmado la Compañía justo antes de llegar a donde estaban y temía que se repitiera.

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La comitiva de recaudadores se aleja y es la mejor noticia que puedo recibir. Sé perfectamente como justifican sus actitudes, pero eso no significa que me parezca correcto.

Me hace gracia la mirada del noble, seguro que ha visto muchas compañías como la nuestra y nos desprecia por habernos contratado con unos pueblerinos. Que desprecie lo que le dé la gana, no me importa en lo más mínimo.

Quizás se pudiera atravesarle el cuello con una daga o empalarle desde su asqueroso trasero hasta que mi lanza le saliera por la boca me provocara algún interés, pero ahora para mí es menos que nada... aunque sospecho que para Samuel las cosa no es igual.

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Mientras terminaba de empaquetar sus pertenencias, Barril observó como Palomita se acercaba. Inmediatamente dejó lo que estaba haciendo para prestar atención a las palabras de la veterana de la antigua Caballería. Cualquier asunto que hiciera que la curtida mujer se dirigiera a él, sin duda tenía importancia.

Asintió tras su diatriba, y le señaló algunos puntos de lo que había concretado.

— Desde luego, Palomita. Si consideras que debes tener un ojo sobre los reclutas, viaja en su cercanía. En cuanto al asunto de viajar montada, creo que sería lo más adecuado. No tenemos jinete más experimentado que tú, y si en algún momento es necesario usar la velocidad de un jinete para alguna tarea, serás la más adecuada para ello.

Sí te pido en virtud de la seguridad que te asegures de contar con un binomio si se da el caso de que sea requerido el servicio de alguien montado. De esta manera no estarás sola en cualquier tarea que surja de la necesidad. Si crees que debes hablar con Hostigadores para el asunto, hazlo con total libertad con el Cabo Ponzoña. Quizás hasta el mismo Capitán quiera viajar montado, me consta que es un excelente jinete. —

Dos jinetes siempre eran mejor que uno en el caso de que su movilidad o velocidad fueran necesarios, y aunque Barril creía que Palomita tenía lo que hacía falta para tratar con cualquier cosa que se le cruzara, un par de manos y ojos extra siempre eran bienvenidos. En realidad compadecía a cualquiera que se cruzara en el camino de la mujer que había derrotado al inmensamente fuerte Campaña, pero había enemigos que era mejor no enfrentar en solitario.

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Ya había recogido todo lo que había tenido que recoger y tan solo quedaba una cosa por hacer para deshacerse de lo que no era suyo y que con tanto celo había guardado. 

-Capitán -dijo reclamando la atención de su primo-. No tardaré demasiado y podríamos proceder a devolver a nuestros soldados cuanto se les pidió en su momento más la soldada prometida. ¿Estás de acuerdo? 

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 Luego de terminar el entrenamiento, Indómito (al igual que sus compañeros) se había percatado de una comitiva que había llegado al pueblo, hombres llamativos por su fanática apariencia, quienes escoltaban a lo que parecía uno de los caballeros que escoltaban a aquel noble que había enviado a un grupo de milicianos a atacarles. Para su fortuna, esta vez dieron su atención a los locales y habían pasado de la compañía, la cual hizo lo mismo bajo órdenes de Capitán "¿ahora pasamos de su culo? bien, muchos problemas habían tenido hasta ahora".

 Una vez terminada su violenta visita, Indómito se propuso a ordenar su equipo para el viaje. Aunque aún no estaban las órdenes dadas, estaba seguro que habría unas patrullas asignadas, al menos así lo ordenaría Cabo Barril si había aprendido algo de su anterior cabo. Sin embargo, no pudo evitar el lugar de descanso de Uro. El, igual que otros, habían caído por combate en tierra inhóspita, y el hecho de que este hubiese muerto a manos de no-muertos no sería algo que pudiese olvidar.

 Luego de desayunar y antes de buscar y ordenar su equipo, Indómito se quedó unos minutos en el lugar de sepultura de sus hermanos caídos "No debo olvidarte, tu muerte debe recordarnos el porque no se puede jugar con fuerzas fuera de nuestra comprensión".

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Frontera se acercó con timidez a Ponzoña, que estaba sentado descansando su maltrecho tobillo junto al fuego.

—Esto... Cabo, he estado haciendo inventario de los víveres que tenemos. Tenemos abundante harina y una cantidad enorme de frascos de compota de manzana, pero más allá de cuatro hierbas o especias no tenemos nada más con lo que cocinar. Nos quedan las raciones de emergencia, pero sería prioritario conseguir frutas o verduras frescas así como algo de carne. Aprovechando que el viaje va a ser a ritmo relajado, podríamos aprovechar para mandar un par de grupos de caza por donde vayamos, ¿no cree?

Miró fijamente al Cabo, no sabiendo muy bien sí la volvería a tomar con él. Es probable que estuviera de mala hostia por lo de su lesión. 

—Además... oh, que oportuno, Cabo Barril —dijo, viendo al orondo tanque aproximándose hacia donde estaban, y pasó a dirigirse a ambos líderes o a ninguno en particular— ¿Me ha parecido oír antes que llevaríamos las mochilas en uno de los carros? N-no creo que sea posible, la verdad. Tenemos un montón de trastos que transportar y muchos pesan demasiado para llevarlos a cuestas una persona, como los barriles de agua, o todos los utensilios de cocina de hierro. Me parece que los carros van a ir hasta los topes con todo lo que hemos conseguido, y tendremos suerte si no se nos destroza ninguna rueda —añadió rascándose la cabeza, esperando no ser gafe.

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Barril escuchó a Frontera mientras bebía algo de agua de un barril. Después asintió, después de todo si el antiguo explorador decía que era así, así sería.

— Bueno, pues será una marcha con el equipo a cuestas. Habrá que llevar la mochila lista para caer al suelo en caso de problemas. Al menos iremos a paso tranquilo, lo cual será bueno para nuestros lomos. —

Después el gigantón levanta el barril de cerveza sobre su espita en un intento de apurar lo que quedara en el fondo, tras lo cual, no demasiado satisfecho se retira a un rincón a sorber lentamente los restos del dorado líquido.

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Pese a sus heridas, Preocupado trató de continuar entrenando con el resto de su escuadra, pero después del desastre de los días previos parecía que no hacía más que empeorar su estado. Por suerte para él, pasaron las horas y llegó el momento de prepararse para la partida hacia Carnonegro. Antes de nada, Cabo Barril les ordenó pasar por enfermería, por lo que Preocupado enfundó sus armas y se dirigió hacia allí.

-Gracias Cabo. Si se me permite, tras mi revisión con Lagrimita y Plumilla me gustaría retirarme para asearme y descansar lo máximo posible. Mañana partimos hacia lugares desconocidos y me preocupa no dar la talla en el camino. 

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DÍA: 28, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. FRÍO SECO.

Leches... Lo del dinero de los soldados. Aquellos días de entrenamiento, y de enfermería, habían sido tan intensos que no había caído en aquel punto. Algo medianamente grave, ya que se les dijo que se devolvería todo a la mañana siguiente. Por suerte, aún estaban a tiempo de remediar aquel error.

-Claro primo-respondió a Analista-creía que ya nos habíamos puesto con ello, pero mejor tarde que nunca. 

FINALIZANDO LA JORNADA: TRANSCURRE EL RESTO DEL DÍA.

VIGÉSIMO SÉPTIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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DÍA: 28, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. FRÍO SECO.

-Han sido días complejos y no he tenido ocasión de proceder al reparto. Y mejor hacerlo ahora. Que pase primero la infantería y después los hostigadores, con sus mandos incluidos. Tú y yo seremos los últimos.  

VIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 1, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

VIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 1, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Ballestero, tras otra noche sin dormir, tomó su desayuno, consiguió del fondo comida seca para tres días, y agua. Lo demás lo tenía ya listo. Por último acudió a ver a Romo: ──Romo, tenemos unas cuantas lanzas en el botín. Recuerda que la que tienes tú te la presté yo. ¿Puedes pedir para tu uso una de esas? Así podrás devolverme la mía.

VIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 1, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Romo asintió ante las palabras de Ballestero, y sacó la lanza que le prestó para ofrecersela- vuelve a recuperarla- le dice- yo pediré una lanza y en caso que no me la den, no te preocupes. Estoy entrenando con la espada larga, así que no estaré desarmado. Gracias por prestármela.

VIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 1, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

──No, no, ──protestó Ballestero. ──Estás en infantería, en tu unidad una lanza es esencial si decidís agruparos en una formación cerrada. Pide permiso para tomar una, y solo entonces dame la mía.

VIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 1, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Campaña observó mientras se acercaba el Guardián de los Muertos. Sabía que era muy fuerte, y se alegró de compartir la tarea de empujar el carretillo por vaguadas y cuestas. La otra vez, estando debilitado por la enfermedad, ya había tenido que bregar con las ruedas y los charcos, baches, ... en fin.

Entre los dos podrían llevar el carrito cargado hasta los topes.