Partida Rol por web

ATTAR:

- Los Guardias de la ciudad y sus elaboradas armaduras pesadas no logran retener tu atención. A duras penas les miras dos veces.

- Sí reparas, en cambio, en la abultada musculatura de la mercenaria que está mirando a Matagatos. Debe de ser igual de fuerte que Campaña.

LENGUA NEGRA:

- Te ves aquejado por unas súbitas náuseas y el irrefrenable deseo de vomitar.

PONZOÑA:

- Ves las decoradas armaduras, pero no te sientes capaz de aventurar nada acerca de los hombres que hay debajo.

- "Εάν είστε το μαύρο εταιρείας το οποίο περιμένατε. Έχετε να πάτε να το παλάτι της διαφωνίας." -

La mercenaria se ríe a carcajadas ante la expresión de incomprensión que aparece en el rostro de Matagatos.

SERPIENTE:

- Necesitas una intensa concentración de varios minutos para sentir la magia ambiental.

- En primer lugar sientes las energías geománticas de la propia tierra. Son intensas. Este lugar es un nexo de poder. De aquí salen fuertes líneas de poder hacia el Este, Sudeste, y Sudoeste. La del Sudoeste parece interrumpida o saboteada. Hay líneas mucho más débiles hacia el Norte y el Nordeste, y una que claramente traza todo el camino en línea recta hacia Idon. Las líneas débiles parecen en desuso.

- En segundo lugar observas las murallas de la ciudad. Sin duda están protegidas por encantamientos de abjuración que protegen la ciudad y su entorno contra maleficios y plagas mágicas.

- Las armaduras de los guardias tienen un rastro muy tenue de magia. Algún truquito de feria para hacer que se iluminen con una luz azul en algunos momentos. El encantamiento es débil e inestable, y parece haber sido hecho en masa.

- La mercenaria no parece tener ninguna clase de magia, aunque algo te dice que podría rebanarte la garganta sin esfuerzo.

El Hiena se mantuvo impasible cuando acompañó a Matagatos hasta los soldados que guardaban las puertas, si bien en sus ojos bailaba cierto desprecio ante las ornamentadas armaduras que vestían. Cuando un pueblo gastaba su tiempo en hacer de una protección una obra de arte, es que el respeto a la guerra se había perdido.

Pero el desprecio se convirtió en un duro brillo de desafío ante las carcajadas de la mercenaria. Su oscuro cuerpo, cubierto por una pátina de sudor furto de la larga caminata, relucía como si estuviera hecho de cuero negro azulado, pulido hasta la perfección, y sus músculos se marcaron súbitamente al tiempo que su boca se estiraba en una sonrisa que mostraba sus dientes blancos. Pero su maza continuó colgando a un costado y el escudo permanecía atado a la espalda. Pero todo él hablaba de un peligro sutil, de una amenaza que no necesitaba de armas para cumplirse.

Campaña escuchó como se carcajeaba la mercenaria y fue entonces cuando reparó en su presencia. A pesar de estar alejada de su posición, pudo distinguir todas sus... virtudes. Parecía un coloso de ébano pero con curvas de mujer, muchas curvas, llevaba un arma descomunal y su risa era lo mejor que había escuchado Campaña en mucho tiempo. Campaña también quería divertirse como lo estaba haciendo ella, así que se inventó una excusa para acercarse a Matagatos y a Ponzoña.

- Errrr...uhmmm...ñññññaaaa... - Campaña trataba de decir algo pero no le salía nada convincente.- Campaña tiene que ir a hacer algo... justo allí - señaló hacia sus compañeros y salió corriendo hacia allí antes de que alguien le preguntase.

Su primo parecía bastante contrariado con algo que estaba pasando, pero a Campaña lo que de verdad le importaba era contemplar a aquella mujer. Desde cerca era aún más sugerente, su piel brillaba con el Sol y su arma era aún más impresionante, y sus curvas... Campaña miró a la mujer mientras sonreía, pero cuando se dio cuenta de lo poco discreto que estaba siendo se giró hacia Matagatos para disimular.

- Errr...uhmmm... hace buen tiempo ¿verdad, primo? - dijo lo primero que se le ocurrió, pero entonces se percató de la cara de preocupación de su primo.- Primo ¿Qué pasa? Tú puedes contar a Campaña.

Lengua Negra obedeció al gesto de Matagatos y desmontó de Orgullo, cuyas riendas ató a la parte posterior del carro de Khadesa. Con paso apresurado, avanzó hacia su primo y Ponzoña, pero una repentina náusea lo asaltó con fuerza, desatando su estómago que se rebelaba ante las súbitas prisas, el olor de los soldados o de la ciudad o alguna otra ignota razón. A duras penas se giró hacia el margen del camino y doblándose sobre sí mismo, vomitó en medio de violentas arcadas. Cuando en su boca no restaba más que hiel, pudo erguirse nuevamente, blanco como la leche, la frente perlada de sudor. Se pasó el dorso de la mano sobre los labios, tomó aire y se unió a los dos cabecillas.

Entendiendo que había un problema de comunicación, hizo uso del Oscuro y del Bajo Tagliano para dirigirse al soldado.

-Si no nos entiende, quizás Serpiente pueda ayudar -dijo en un murmullo a Matagatos-. O siempre puedes pedir a esa mujer que oficie de traductora. Parece estar divirtiéndose mucho con esta función -señaló haciendo referencia a la mercenaria.

- "Estáis hechos una buena panda de palurdos, ¿no es cierto?" -

Matagatos se quedó sorprendido cuando el guardia comenzó a hablar y no entendió nada de lo que decía. Miró a Lengua Negra y Ponzoña pero ellos tampoco parecían comprender lo que había dicho. En aquellos momentos no sabía que hacer y la mujer mercenaria parecía estar disfrutando de la escena.

-Ya veo lo bien que se lo está pasando. Llamemos a Serpiente a ver si lo entiende, estuvo con los emisarios, quizá sabe su idioma.

Mientras hablaba con Lengua Negra, Campaña apareció por sorpresa. Matagatos miró extrañado a su primo, pero aprovechó la ocasión.

-Campaña llama a Serpiente, dile que venga. (En Oscuro)

Al menos la casualidad había hecho que la inoportuna aparición de Campaña sirviera para algo.
Siguió en su sitio a la espera de que Serpiente apareciera intentando disimular su impaciencia y la rabia que le estaba dando ver a la mujer reírse. Cuando esta les gritó no pudo entender todo lo que les había dicho, pero sabía que estaba riéndose de ellos. Intentó ignorar a la mujer, pero sabía que no era bueno disimulando.

Y allí estaban todos, otra vez delante de una ciudad. Se podía decir, sin ánimo de equivocarse, que la Compañçia Negra y las ciudades tenían un pasado bastante tortuoso. En las puertas de la ciudad se encontraron con una mercenaria. Era enorme y su vestimente más bien escasa, dejando poco a la imaginación. Era sumamente voluptuosa. En otro tiempo el antiguo Jaguar se habría excitado pero ahora era un lisiado y poco interés podría mostrar. 

El que si parecía nervioso era Campaña. Viéndolos a los dos, se podría decir que harían la pareja perfecta. Dos montañas. Pero Campaña tenía un serio problema con la retórica y huyó de la presencia de la mujer. - Parece que nuestro grandullón se ha enamorado - dijo mascullando para sí mismo. Después, volvió a prestar atención a la conversación de Matagatos con los guardias de la ciudad.

Estaba deseando que llegara la hora de acampar. Debía hablar con Khadesa.

La mujer habló con una voz áspera y muy poco fina pero a Campaña le sonó a música celestial, claro que no tenía ni idea de lo que había dicho.

- Oye, primo - dijo en susurros.- ¿Qué ha dicho? ¿Ha dicho algo de Campaña? - Campaña parecía visiblemente excitado.- Campaña no sabe qué decir en estos casos...

Pero Matagatos no le dijo lo que había dicho la mujer de las curvas, en lugar de eso le mandó a buscar a Serpiente. Eso fue algo que no le gustó nada a Campaña, su primo estaba empeñado en hacer siempre cosas raras y podría frustrar su intento de confraternizar con la mercenaria.

- Err...bueno... ¿Y si va otro a buscar al primo? - pero la expresión de Matagatos no dejaba lugar a objeciones.- Está bien, Campaña va ahora a buscar a Serpiente... Primo, dile a la mujer que Campaña vuelve enseguida... - pero entonces se dio cuenta de algo.- Espera, primo, Saco a lo mejor sabe el idioma - Campaña agarró al prisonero por el pescuezo, levantándoles la cabeza, y después le habló en su pobre K'Hlata.- Saco, ¿tu habla esto idiomo? - lo zarandeó un poco para que respondiera rápido.

Los últimos días habían sido un verdadero infierno. En un mezquino arrebato de compasión por la muerte de un enemigo Matagatos me había castigado a mí, su familiar, obligándome a cargar con todas mis cosas. ¡¡Y encima estando herido!! Las heridas se habían curado ya, pero el cansancio por las caminatas se acumulaba día a día y siempre me obligado a quedarme rezagado para intentar aliviar el dolor de espalda.

Todo cambió cuando vi por primera vez las imponentes murallas de Cho’n Delor. Dejé mis cosas en el suelo, todas, y por poco no las dejé caer. Estaba extasiado, no sabía dónde mirar, dónde centrar mi vista. Todo era tan grande, tan lleno de detalles, tan terrorífico y magnífico a la vez, y sobre todo tan mágico, que no supe hacer otra cosa más que contemplar en silencio la ciudad y sus alrededores.

Pasado un rato dejé de centrarme en superfluos detalles y me decidí a explorar lo verdaderamente importante, el inconmensurable poder que irradiaba aquella ciudad de ensueño. Era un manantial arcano del que escapaban caudalosos ríos responsables de alimentar de magia las regiones circundantes. Era espectacular. Nunca había contemplado nada igual.

- ¡¡Khadesa, mira!!- la llamé sonriente. Yo mismo me encargaría de despertar la curiosidad en ese intento de hechicera pusilánime.- Tienes los ojos para algo más que para mirar los huesos de tu abuelo. Si tienes alas, vuela, no temas la distancia que te separa del suelo.- Me salí del camino para acercarme a la falla arcana más cercana, a aquella que iba directa a la ciudad de Idon. Era una de las más débiles, pero al ser la más cercana quizá a la Quinta le resultase más fácil percibirla.- Ven y mira. Siéntela.

El guerrero chacal escupe.

En cualquier otro momento la reacción de Saco habría sido interpretada por Campaña como una más de sus divertidas ocurrencias, como desmayarse por la inanición o dar grititos en una extraña lengua, pero dado que había una "dama" a la que Campaña quería impresionar, no le sentó nada bien.

- Te vas a enterar, Saco - dijo Campaña y acto seguido le arreó un puñetazo en la boca al prisionero.- Primo, Saco no sabe nada, Campaña buscará a Serpiente.

Campaña se dio la vuelta para ir a buscar a su primo pero antes le dedicó una sensual mirada a la mercenaria, amenizada con un hilillo de sangre que salía de la boca del prisionero, ninguna mujer podría resistirse a eso. Corrió hasta donde estaba Serpiente porque no quería perder ni un minuto más.

- Primo, Matagatos quiere que vayas allí - señaló a la puerta donde estaban Matagatos y Ponzoña.- Hay problemas... o algo.

Campaña se encogió de hombros y volvió corriendo, confiando en que Serpiente le siguiera aunque, francamente, le daba lo mismo, él sólo quería contemplar a aquella voluptuosa mujer.

La mercenaria se vuelve hacia los guardias de las puertas y les dice:

- "Αυτά τα ανόητα μισθοφόροι δεν να μιλήσω στη γλώσσα των Cho'n Delor." -

MENTIROSO:

- Las armaduras de los guardias de la ciudad son deslumbrantes... ¡Si incluso brillan con una luz azulada!

Mentiroso, a su modo, podía permitirse el lujo de reírse con la mofa de la exuberante mercenaria. Primero, entendía su idioma; segundo, entendía bien lo que quería decir. Él lo pensaba a menudo.

-¡Jajaja! -se esforzó en recordar las palabras y construcciones arcaicas que había oído usar a los ancianos de su tribu o recordaba de las canciones o ritos tradicionales- Sería un placer que me contaras qué te hace diferente, mercenaria extranjera-dijo ácidamente mirándola de arriba a abajo. ¿Qué sería? ¿Que llegó ayer?-, pero que sea con unas jarras en nuestras manos. Mientras, ¿nos ahorrarías la molestia de buscar a nuestro Condotiero por la ciudad diciéndonos por dónde estará? -quizá continuara la broma mandándoles en la dirección equivocada. Mentiroso se fijó en sus reacciones, como experto en ocultar la verdad.