Partida Rol por web

La muchacha se encogió de hombros, parecía que con la misma rapidez con la que se había enfadado tanto, también había perdido importancia para ella la cuestión.

Asintió y siguió a su hermano hasta el cubo, junto a la puerta. Se miró las manos cuando él empezó a lavarse las suyas, y se echó a reír. -Sí, voy a tener que lavarlas, la verdad es que esas gachas me las han dejado pringosas, pero ¡anda que no estaban buenas! En serio, gracias por compartirlas. Pero de ningún modo voy a dejar que pierdas media ración cada día, hermano. Ni hablar. Me buscaré la vida, y si un día realmente no puedo... haré dieta-. Sonrió, y le miró con sus ojazos verdes mientras vertía a su vez un poco de agua en las manos, y las frotaba enérgicamente. Luego cogió la escudilla que su hermano sostenía, contemplándola apreciativamente.

-Es bonita, así, veteada. Es obra de Carpintero, es un tipo con sensibilidad, ese hombre, y eso que parece lo contrario. Él me ha regalado la mesa y las dos sillas. Todo un gesto por su parte. Yo le he hecho un amuleto contra la carcoma de la madera, espero que le funcione bien. -Se dio la vuelta, abriendo las pieles que hacían de puerta, cogió a su hermano y le dio una vuelta completa alrededor de la tienda, para que la viera por fuera además de por dentro. Khadesa estaba orgullosa de las pinturas de animales y paisajes con las que la había iluminado, y de su techo de palmas secas pintadas de rojo. -Oye, quizá te dejen dormir aquí alguna vez, ¿no? Si llueve, por ejemplo. No me importaría, te lo aseguro. Ya supongo que no querrás vivir con tu hermanita, no lo digo por eso, pero hasta que no te sitúes como Recluta, y te hagas tu propio cobertizo, puede que te venga bien.

En ese momento vieron entrar en ese lado del Campamento a Uro. Khadesa le hizo un gesto a Matagatos, señalándolo.

-Mira, ahí está ese que llaman Uro. Menudo toro de hombre, le pega bien el nombre. Ven, vamos a hablar con él. Puede que nos diga qué hacía ese crío en las zarzas, si cogía púas o qué. Me intimida un poco, con ese tamaño y esa expresión, pero tú le conoces, vamos.

El comerciante de un puesto le dice a Uro:

- "Una tienda de campaña individual, de excelente calidad y completamente nueva a estrenar por tan sólo seis piezas de plata." -

- Ponzoña pasa del campamento de instrucción al Campamento principal.

- Conforme pasa el tiempo, más y más Reclutas entran y salen entre campamentos.

- Khadesa y Matagatos están charlando tranquilamente en el interior de la tienda de la Quinta Pitonisa.

- No son conscientes de quién concretamente entra y quién sale del campamento, aunque es fácil suponer que muchos Reclutas estarán yendo y viniendo.

- No ven desde el interior de la tienda ni a Uro ni a Ponzoña.

- Éstos dos se pueden ver entre sí (ambos han ido hacia los puestos de comerciantes), pero no pueden ver ni oír ni a Khadesa ni a Matagatos.

-No me importa compartirla mientras tu no tengas. Respondo a Khadesa sobre la ración de gachas.

Después acompaño a mi hermana a dar una vuelta alrededor de la tienda y compruebo que todos los anclajes están bien fijados. Es una tienda bonita y de buena calidad.

-Carpintero se ha portado muy bien. Hago una pausa y continúo contestando. Es imposible que pueda dormir aquí, los reclutas tenemos la obligación de ocupar nuestro sitio asignado, pero gracias por el ofrecimiento.

Se me pasa por la cabeza el bastonazo que podría recibir de Centinela solo con proponerlo, era mejor no darle motivos para hacerlo.

URO sostenía parte de la tienda con ambas manos, mirando de reojo al comerciante con gesto de desconfianza. Ya era el segundo artículo que habían intentado venderle, y hasta ahora los había descartado todos por diversas fallas que había encontrado en ellos. Con la nueva tela en la mano, repitió otra vez el proceso de inspección.

Observó cada palmo del cuero, deteniéndose principalmente en las costuras y en las uniones, y dio algunos fuertes tirones para comprobar la dureza y resistencia de todo el conjunto. Tras finalizar cada etapa de su observación, sus ojos perforaban al comerciante con una mirada asesina.

También evaluó la fuerza de las correas, y la flexibilidad de las varillas de madera que servirían como parantes de la choza. Con aquellos elementos, el gigante se permitió una mayor delicadeza. No tenía intenciones de romper la mercancía, pero estaba dispuesto a ponerla a prueba tanto como le fuera posible.

- Al terminar su conversación, Khadesa y Matagatos salen de la tienda de la Quinta Pitonisa.

- Ambos ven pulular por todo el Campamento más o menos a la mitad de los Reclutas que han sido nombrados hoy como tales, completada su instrucción.

- Pese a la invitación de Khadesa a su hermano, los Reclutas tienen prohibido dormir en el Campamento principal hasta que se conviertan en Soldados por derecho propio.

- Khadesa y Matagatos ven a Uro ante un comerciante de tiendas de campaña de la zona Sudoeste, justo al Sur del Campo de Desfiles. El enorme guerrero de los Cazadores de Cabeza ha sido orientado hasta allí por Carpintero, que le ha indicado dónde están los puestos de comerciantes cuando le vio deambular cerca de la carpintería y del almacén de madera.

- Ponzoña, de los Hiena, curiosea otro puesto cercano a donde está Uro. Es un puesto muy humilde y ligeramente maloliente donde venden estiércol seco para quemar como combustible. El estiércol de hervíboro quema bien y es de combustión más lenta que la leña. Ideal para noches frías, si consigues encender un fuego en un lugar seco y evitar que la lluvia lo apague.

- Enseguida entran en el campamento Jabalí, Guepardo, Serpiente y Mentiroso.

- Jabalí, Guepardo, Mentiroso y Serpiente llegan casi juntos ante la puerta que conduce del campamento de instrucción al Campamento principal.

- Centinela se asegura de que todos entiendan que no deben causar problemas con nadie dentro del Campamento principal y seguidamente les deja pasar.

- Carpintero le ha indicado a Uro donde están los puestos de comercio (al Sur del Campo de Desfiles). El conocido artesano Oscuro habla K'Hlata con un marcado acento Oscuro.

Mientras hablamos fuera vemos a Uro en las tiendas de los comerciantes y a Khadesa se le ocurre ir a hablar con el sobre el niño.

-Me parece una buena idea. Uro seguramente sepa que pasó.

Me acerco junto a mi hermana hasta donde se encuentra Uro, mirando una tienda de campaña. Echo un ojo a ver que es lo que le están vendiendo y espero a que esté menos ensimismado mirando la tela y los accesorios. Cuando levanta la cabeza me dirijo a el en K'hlatan.

-Hola Uro. ¿Podríamos hablar cuando tengas un momento?

Ponzoña se detuvo ante el puesto de estiércol seco. Aspiró profundamente el dulzón olor de las bostas, un aroma que sabía desagradaba a muchos que preferían ver arder madera en vez de excrementos. Pero para él, aquel era el olor de las fuegos en las chozas de su tribu, de las sendas trilladas de los elefantes, de las vastas planicies de la sabana. Muchos parecían desconocer sus ventajas, e incluso rehuían su uso. Ignorantes, pensó Ponzoña que sonrió para sí. Hasta hoy aspirantes, muchos habían desprendido un hedor acre y pestilente frente al cual, el suave olor de las boñigas, era casi inapreciable. Era posible que aquel combustible fuera incluso despreciado por aquellos que habían elegido dormir junto a las letrinas, cuya fetidez debían encontrar familiar.

El guerrero sabía que iniciaba una nueva etapa. Más cerca de su destino. Como aspirante había preferido no desperdiciar sus magros recursos ante un eventual fracaso. Ahora, como recluta, debía asegurarse los medios que le permitieran mantenerse en mejores condiciones que las habidas hasta el presente. Y el estiércol, era el primero de los pasos a dar.

- Estoy interesado en tu mercancía - dijo al hombre que atendía el puesto -. ¿Cuáles son tus precios?

La vista de un montón de Reclutas pululando por el Campamento Principal hizo cambiar de idea a la Quinta Pitonisa. Mejor me quedo en mi tienda, puede que alguien requiera mis servicios, y no quisiera estar ausente si eso ocurre. Pero Matagatos había echado ya a andar hacia el gigantesco Uro, así que le siguió. "Hola Uro. ¿Podríamos hablar cuando tengas un momento?"

Khadesa se quedó junto a su hermano, si la presencia del inmenso recluta la intimidaba, cosa probable por el aspecto tremendamente salvaje del hombretón, lo disimuló bien. Le miraba más curiosa que otra cosa, mientras él negociaba con el comerciante. También estaba pendiente de si alguien se acercaba a su tienda, no quería perderse un cliente. Así que esperó en silencio la respuesta a la invitación de Matagatos, la mirada aquí y allí.

Finalmente, el circunspecto salvaje pareció tomar una decisión, y rebuscó con sus manazas en una pequeña bolsa que llevaba colgando de su cintura. Extrajo de ella un buen puñado de monedas, y ya estaba a punto de depositarlas en un montoncito sobre una mesa que había a la entrada del local, cuando escuchó las palabras de su compañero.

Ensimismado en el concienzudo análisis del objeto que tenía entre manos, Uro apenas si había prestaba atención a los varios pares de ojos que lo estudiaban desde las cercanías, y por ello las palabras de MATAGATOS lo habían tomado completamente por sorpresa. Algo que no pareció agradar en lo más mínimo al imponente guerrero, a juzgar por la salvaje mirada de odio que le dedicó al recién llegado.

Sin embargo, la tensa situación duró lo que un suspiro, pues el descomunal personaje recuperó pronto su serenidad habitual, con la misma velocidad con que parecía haberla perdido. Quizás fuera porque había reconocido por fin a su nuevo camarada de armas, o tal vez debido a la presencia de la misteriosa pitonisa. El caso era que su mirada se había vuelto más clara, libre ya del velo carmesí que la había opacado durante apenas unos instantes. Hasta tuvo la suficiente presencia de ánimo como para dedicarle al recluta un leve asentimiento a modo de saludo. O al menos eso parecía. Tal vez le indicaba que aguardara unos instantes. O que se disponía a masacrarlo por interrumpir tan descaradamente sus tareas cotidianas. Nunca se podía estar seguros con tan peligroso sujeto

En cualquier caso, MATAGATOS no tuvo oportunidad de confirmar sus sospechas, pues la atención de URO pronto volvió a centrarse en el comerciante.

- ¿¿Jurar que tienda no romperse con el viento?? - URO parecía satisfecho con la mercancía que estaba por adquirir, pero ello no implicaba que fuera a confiar en el astuto mercader. Además, sin importar el contrato del que se tratase, siempre era mejor agregar una cláusula de resarcimiento por eventuales daños. - Si URO tener que perseguir tienda durante la noche… URO enojar !!!  ENOJAR MUCHO !!!

- Finalmente, Ojopocho y Sicofante terminan su tarea.

- Los Aspirantes han comido (de promedio han comido la mitad que los Reclutas) y ya están ordenando y limpiando su parte del campamento. Después les dejarán descansar.

- Ojopocho y Sicofante escoltan el carro tirado de bueyes de vuelta hacia el Campamento Principal.

- Centinela les deja pasar sin el menor problema.

- "Adelante con el carro, muchachos. Dejadlo en mitad de la pista de desfiles, los sirvientes se ocuparán de llevárselo. Después de eso estáis libres." - Les dice la Soldado de guardia a Ojopocho y a Sicofante.

- Matagatos inspecciona la tienda de campaña que le ofrecen a Uro y llega a la conclusión de que, sin ser una obra maestra, es de calidad normal y el precio es el habitual.

- Es una tienda desmontable, con postes, cuerdas, ganchos para clavar las cuerdas al suelo, un pequeño mazo para hacerlo. La tela es recia, con algunos refuerzos de cuero y una capa de grasa que ayuda a impermeabilizar el tejido razonablemente bien. El suelo es de mimbre entretejido. Lo ideal es no colocarlo sobre terreno húmedo o lodoso. Encima del suelo de mimbre se suele colocar una estera y una manta, que no van incluidas con la tienda.

- Una manta buena cuesta dos piezas de plata, una estera de calidad normal cuesta cuatro piezas de cobre.