Partida Rol por web

Bluuuurp...

Maldita sea... me pongo a concentrar poder mágico para nada. Y en todo ese tiempo veía pasar los quesos por delante de mis narices. Ni siquiera podía responder a los abruptos verbales de todos esos mentecatos. Si no fuera por ese maldito Keropis... Se acercó tanto que con ese aliento de leproso no había quién enfocase magia espiritual. Culpa de él, que si no...

Blrrrurp-rurp-ruuuurrrp...

Ay... creo que me encuentro mal...

Rastrojo se sujetó la barriga con los dos brazos, como si se le fuera a abrir dejando caer todos sus intestinos, y comenzó a andar hacia su celda. No podía hacer mucho más que apelar a la buena conciencia de los... ¿mercenarios?, para que no tomasen el queso, pero no había manera de que se pudiera oponer físicamente a tantos. Más que nada porque era un flojucho, pero también tenía que ver con la indigestión mágica que le había entrado.

- Has hecho bien... Rastrojo no merece la pena. No ensucies tus manos por su culpa. Ya recibirá su merecido en el campo de batalla. No es más que un cretino que no sabe lo que dice.

Keropis mira a Tarado y hace un gesto como quitándole importancia

-Trrranquilo, yo prrrefierrro quedarrrme a verrr como terrrmina el rrreparrrto de quesssosss, y luego me irrre a dessscansssarrr, aunque yo no ussso ninguna celda, sssimplemente dessscanssso donde puedo, maniasss de haberrr vagado tanto tiempo porrr la sssabana solo.

Entonces levanta la mano y señala a Malamente, Pulga y Ojopocho- ¿Vesss? Parrrece que el essspectáculo no ha terrrminado -dice bajito para que solo lo oiga Tarado.

Antes de terminar de esconder su queso, Sabandija se lo queda mirando... no tarda mucho en llegar a una conclusión, lo guarda, y se dirige de nuevo a un pasillo desde el que se vea la entrada a la sala de los quesos. Una vez ahí se pone a pasear fingiendo estar desvelado. 

Reyezuelo al despertar se siente desorientado y dolorido.
Al ver que está en su tienda se extraña y más al ver su escudilla con comida.
Agarrotado y sin prisa se levanta y sale de su tienda para ver algunos de los campamenteros levantándose y algunos de ellos parecían tan doloridos como él.
Ve a Cochinillo allí hablando lo que parece ser para todos, tan solo consigue discernir las palabras “cena, Astado  y Hora de las Brujas”

Tras comer algo de aquellas gachas va hacia Astado para recoger algo de cena caliente y guardar el pan o lo que pudiera aguantarle un día o dos.
Mientras recogía lo que parecían ser las sobras… comienza a sentir que el hombro aun esta algo amoratado por el leñazo que le dio Cochinillo. Dudaba entre agradecerle que le trajera o lo ordenara y el paño húmedo, incluso quizás el traerle algo de comida y mantenerse allí a la espera de la recuperación de todos, pero su orgullo era más atroz y no podía más que alzarle la cabeza levemente cuando sus miradas se cruzaron. No quedaba muy claro si era agradecimiento saludo o que… pero no era capaz de mucho más y eso ya era mucho teniendo en cuanta su pasado.

Vuelve a su tienda y cena tranquilamente estando atento a cuanto le rodea.
_ Parece que llevo bastante tiempo inconsciente, será mejor que me entere de las novedades. ¿Y qué seria aquello de lo que hablaban de la hora de las brujas? Será mejor que llegado el momento los siga sin llamar mucho la atención._

Cuando los demás comenzaron a dirigirse a la zona de los seguidores los siguió lo más disimuladamente posible y con algo de distancia… aunque no era muy difícil detectarle, pues no era muy diestro en esas habilidades, no solía tener que ocultarse de la gente.

Tras escuchar las palabras de Astado decidió unirse al resto de los presentes al ver que no era nada por lo que debiera preocuparse.
Las palabras de Rastrojo, Keropis, Campaña y demás le divertían. Le recordaba mucho a su Poblado arrasado por los mismos a los que ahora servía. Aquello le enfureció.
Se acerco hasta Astado y con cara de pocos amigos le pregunto: -¿Aun queda algún queso?- Tras la pregunta, se acerca inclinándose algo hacia él y le susurra: -Si alguno de los presentes es tan sutil en guardar las apariencias al salir de aquí como lo son ahora estaré encantado de ayudarte a que aprendan la lección.-

Astado le entrega una rueda de queso a Reyezuelo.

Una vez en la celda, me mantengo de pie, junto a la puerta. Durante las instrucciones que dió Lengua Negra, permanecí atento a todas sus palabras, asintiendo en todo momento, bastante más tranquilo de lo que debía esperar, pero al fin y al cabo, no creo que fuera un problema para los Campamenteros el ir ligeros, pues pocos tenían algo más que sus armas y su mochila.

Posteriormente habló Matagatos, al que también escuché atentamente a sus palabras, de igual forma que antes a Lengua Negra, e igualmente asentí a sus palabras.

Cuando acabó de exponerlo, asentí por última vez antes de comenzar

No os preocupéis por nosotros, al menos en cuanto a lo de viajar ligeros. Hasta ahora no ha habido prácticamente ocasión de comprar nada, y los que se hayan comprado algo no creo que les impida moverse por el terreno. A parte de su armas y armaduras, no creo que tengan algo que no pueda caber en sus mochilas. digo lanzando una mirada a Piojillo por si fuera menester comentar algo.

Por otro lado, estaré dispuesto a colaborar en todos lo que necesitéis. Información sobre el pelotòn, me refiero. No creo que haya muchos problemas en que sean capaces de colaborar entre ellos, a pesar del follón que se acaba de montar. Creo que una vez en marcha, tendrán la mente donde deben de tenerla. al acabar, doy un paso hacia delante,

Emm, en cuanto a lo de ayudarnos, no se exactamente qué se espera de nosotros, a parte de arrastrar nuestro culo y nuestro equipo en la vanguardia de la Compañía. Lo único que tengo claro, es que ninguno de mis muchachos está gravemente lesionado y, tras esta noche de descanso, deberían de poder seguirnos todos sin problemas. una vez que he acabado, miro de nuevo a Piojillo por si quisiera añadir algo más, o algo que se me pudiera haber pasado.

La misión era peligrosa, pero tampoco tenía demasiadas preguntas. Supongo que hasta que no estuviéramos en el terreno, no sabríamos exactamente qué misión nos correspondería a cada pelotrón, o cómo aprovechar la capacidad de cada uno de ellos si fuera necesario actuar todos a la vez.

Piojillo atiende con ojos vivaces a las explicaciones de Lengua Negra y Matagatos. No se atreve a tomar asiento y respeta las distancias dentro de la celda atestada por los cinco guerreros. Cuando Cochinillo le mira para que aporte algo, se encoge de hombros.

No creo que el exceso de equipaje sea un problema para los Campamenteros, más bien lo contrario. Sin embrago, creo que algunos saben buscarse bien la vida, así que tampoco es preocupante.

Dijo tratando de ser positivo.

Y respecto a funcionar como cuerpo conjunto, creo que esta claro que Los Campamenteros no están a la altura de Los Hostigadores, buena voluntad no nos falta, pero si experiencia. Por lo que creo que vuestra ayuda será fundamental, y os lo agradecemos.

Después de esas escuetas palabras, el segundo se calló, dejando que los Hostigadores retomen la palabra.

Viendo que nadie más se adelanta a por un queso, Lombriz reclama los quesos restantes para él y los miembros de la tercera escuadra de Campamenteros.

Tras eso, todo el mundo se va dispersando poco a poco. La inmensa mayoría se retiran a dormir y descansar.

Astado le desea buenas noches a todo el mundo, cierra la despensa con llave y se retira a la zona del Palacio asignada al Pelotón de Exploradores.

Sabandija sonríe para sí. ``Has estado rápido, Lombriz´´-pensó-``Ya me temía que iban a sobrar quesos, menos mal que esta provechosa ayuda no se desperdicia. Y mejor que mejor si está en el pelotón de campamenteros lo tendré a mano´´

Cuando Astado se va a sus aposentos, el recluta hace lo propio. Hoy no ha sido un mal día, pero mañana será distinto, debe estar descansado.

Guepardo, tras ver como se iba retirando a sus aposentos el resto de la Compañía, hizo lo propio. Al día siguiente lo más seguro es que tuvieran que partir así que lo apropiado sería descansar. Pensó en que se había dejado las hiebas en su celda y que no se le debían olvidar. Antes de partir miró a Ojopocho y pensó que si tuviera que enfrentarse a Malamente tendría todas las de perder. Tras ello, se fue.

Lengua Negra miró a Piojillo.

-¿Qué que se espera de nosotros? -preguntó extrañado. Creía que su misión había quedado clara, aunque tal vez el líder de los Campamenteros hiciera refrencia a otra cosa-. Pues lo primero, formar una vanguardia de exploración que se adelante al grueso de cara a localizar un buen emplazamiento para el campamento base. Con lo cual, más nos vale estar con los ojos bien abiertos. Agua y madera son algunas de las cosas a tener en cuenta si se quiere dar con un buen lugar donde asentarse durante un tiempo. Y puntos de vigilancia alrededor desde los cuales divisar la posible llegada del enemigo, amén de que sea fácil de defender y difícil de atacar. Lo ideal podría ser un valle atravesado por un río y rodeado de escarpes, lo cual limitaría el acceso al valle a dos puntos. Pero esa es la teoría. La realidad pocas veces se ajusta a nuestros deseos -señaló Lengua Negra, recordando experiencias pasadas-. Y después de ello, pues nos tocará localizar las bases de los Fantasmas Irredentos, cuyas acciones se basan en la táctica de guerrillas.

Tras aquello miró a Matagatos. Había sentido casi materialmente su alivio al saber que dependerían de otros. Cada vez veía más claro que el liderazgo le pesaba y si bien su responsabilidad era la que hacía que siguiera adelante con su trabajo, llegaría un momento en que el peso lo tumbaría.

-Veremos cómo racionalizar la carga y si Campamenteros y Hostigadores han de trabajar juntos, hará falta algo más que buena voluntad para que las cosas funcionen. Como habéis señalado, os falta experiencia. A nosotros no es que nos sobre, pero hemos aprendido a base de golpes. Algunos muy duros. Navegar en solitario sin el refuerzo de la Compañía, puede ser duro. Hambre, enfermedades, frío, heridas... Son malas acompañantes. Y si bien se potencia la autonomía y un sálvese el que pueda, si algo he visto es que solo la solidaridad y un espíritu comunitario determinan que el grupo sobreviva sin pérdidas. Es como lo de los quesos -señaló-. Se deja a nuestro arbitrio tomarlos o no, asegurando así un extra de comida a unos pocos. Lo lógico hubiera sido hacer de ello materia prima para Campamenteros y Hostigadores, sin distinciones, sin individualidades y proceder a su reparto, una vez al día en el rancho matutino, y a todos por igual. Puede que me equivoque, pero casi de seguro que acabará habiendo quesos que quedarán atrás, gente que pasará hambre y otros que guardarán celosamente su extra y que no lo compartirán, pues están en su derecho -Lengua Negra se encogió de hombros. Sabía de lo que hablaba-. Aunque tal vez, si vosotros dos, como líderes, convencéis a Astado para que os dé todo el queso y habláis con la tropa para que quienes ya hayan tomado su queso, lo cedan, señalando que se racionará y repartirá equitativamente... -dejó caer. Su papel era el de consejero. Carecía de poder efectivo y tan solo podía proponer.

El Hiena escuchaba.

-Una manada es más fuerte que un individuo -dijo, en lo que parecía ser un apunte apoyando el comentario de Lengua Negra. Sin embargo, no eran aquellas las cuestiones que preocuparan a Ponzoña-. Necesitaré saber de las habilidades de los vuestros. No quisiera enviar un calao a cazar un hipopótamo. Si hemos de trabajar juntos y si carecéis de experiencia, no tiene sentido juntar a la gacela con el león. No funcionaría. Debo saber quiénes de los vuestros son guerreros cuerpo a cuerpo, quiénes conocen los secretos de la lucha a distancia, si hay alguno que maneje la brujería -su gesto institnivo de repulsa fue evidente para los presentes-, curanderos o sanadores, los que son exploradores y los que son rangers, o los que saben usar monturas y pelear con ellas. Y necesito saber de vuestros recursos. Tipos de armas, armaduras, monturas... cuanto tengáis. No pido en detalle, pero si alguien carece de armas o protección, debo saberlo. Tú, Piojillo, eres su segundo y puedes decírmelo y yo te diré a su vez lo nuestro.

Poco a poco, la gente se va yendo de la despensa, hasta que Astado acaba cerrando. Tarado acompañó un rato a Keropis al irse de la despensa, sumido en sus pensamientos.

"Al parecer, la compañía está plagada de mentecatos e idiotas que no comprenden nada de la filosofía de la Compañía. No entienden que ahora esta es su nueva familia, y que lo mejor que pueden hacer es llevarse bien con la mayor cantidad de gente posible."

Antes de separarse, Tarado se dirige al extraño guerrero.

- Cuanto compañerismo... - se dirige a Keropis. - Si tengo que contar con esta clase de gente para que me cubran las espaldas en el campo de batalla, vamos listos. La mitad de ellos son tan ineptos que será una suerte si no tengo que cuidar yo de ellos permanentemente. Y la otra mitad son tan egoístas e interesados, que no dudaría en matar a su propia madre, si les hicese falta para seguir ellos vivos. - Se vuelve a Keropis y le mira a la cara, a los ojos. - Keropis, hagamos un trato. Te he visto pelear, y no lo haces nada mal. Y yo tampoco soy idiota, ni inútil. Teniendo en cuenta las habilidades y actitud de la mayor parte de gente de este grupo, si no buscamos a compañeros competentes, posiblemente no duremos ni un suspiro en el campo de batalla, porque desde luego no se puede confiar en tener a alguien cubriéndote, si no lo buscas. Así que, como iba diciendo, hagamos un trato. Te propongo que mañana, partamos juntos a la batalla, y nos cubramos mutuamente, y no nos separemos el uno del otro más de lo necesario. Poco a poco, podemos proponerle a más gente que consideremos válida, tanto por habilidad como, sobre todo, por actitud, que se una a nosotros en las siguientes batallas. Pero mañana será mejor que tu y yo vayamos juntos. Y podríamos decirle a Campaña que venga con nosotros. Es fuerte, y aunque parece tonto, entenderá algo tan simple como que tiene que cubrirnos... o eso espero. Y es una persona que siempre está dispuesta a ayudar. ¿Qué te parece? - el guerrero Khlata espera a que el otro le conteste, con gesto adusto.

Keropis mira a Tarado y asiente ligeramente

-Me parrrece buena idea, sssiemprrre esss bueno tenerrr a alguien cuidándote lasss essspaldasss... perrro tendrrríamos que echarrr un ojo a Plumilla, me acaba de sssalvarrr de una buena, como hasss podido verrr -dice mientras sigue caminando y se lleva un dedo acorazado a donde estaría la boca de la armadura- deberrríamos pensssarrr en otrrrosss y poderrr juntarrrnos un poco más... aunque... todo dependerrra de sssi a lasss diferrrentes essscuadrrrasss combatimosss juntosss... 

Siguieron caminando un buen trecho y cuando se acercaban a donde estaban las celdas, Keropis cambió de rumbo- ya nosss verrremosss mañana -dice sin siquiera mirar atrás.

Tarado asiente con la cabeza a las palabras de Keropis y expresa luego su opinión.

- Sí, supongo que el tema de las escuadras es importante. Si todo el pelotón de campamenteros combatimos juntos, me parece buena idea hablar con Plumilla y ayudarnos entre nosotros. Esperemos que nadie resulte muerto o herido de gravedad mañana. En cualquier caso tiene pinta de que será un día duro. Intentaré localizar a Cochinillo a ver si puede aclararme ligeramente las dudas.

Al llegar a las celdas, Keropis se despide del K'hlata al cambiar de rumbo, y Tarado responde.

- Mañana nos vemos, pues. Como bien dije, intentaré encontrar al jefe para que me resuelva las dudas. Hasta mañana. - inmediatamente después, Tarado sale a buscar a Cochinillo, a ver si puede localizarlo.

Estirando el brazo, con la palma de la mano abierta hacia Lengua Negra - No me has entendido. Se lo que querías decir en cuanto a la misión, lo que no se es qué se supone que debemos hacer respecto a los preparativos. Antes oí a Ponzoña ordenar que se recogiera leña, se llenaran los barriles de agua y esas cosas. A eso me refería.- digo un poco azorado por la reacción de Lengua Negra.

A pesar de todo, agradezco la explicación, a pesar de tener una idea, más o menos clara, de lo que se esperaba de nosotros.

Cuando oigo a Ponzoña, me giro mientras pongo mi mano en la barbilla y comienzo a acariármela

Lo cierto es que no se demasiado de su potencial. Tan solo te puedo comentar que Derviche, Reyezuelo y Keropis podrían llegar a ser buenos guerreros. El resto se podrían considerar exploradores, aunque no he visto a ninguno entrenar con armas a distancia, la verdad. Magia, me temo que ninguno ha desarrollado capacidades habilidades al respecto. El único que dice tener poderes es Chamán Rojo, pero me temo que, de momento, tan solo es palabrería.

Una vez que acabo, miro a Piojillo Respecto al equipo, supongo que podremos decírtelo mañana. La mayoría usa lanza. Pocos llevarán armaduras, y algunos van con espadas, machetes, dagas y, de todos ellos, unos cuantos con escudo. ¿No?

Lengua Negra sonrió abiertamente ante el malentendido.

-No, no te había entendido -dijo-. Cuando hablaba del agua y de la leña me refería a que, de acuerdo con nuestra experiencia particular como hostigadores, cuando hemos tenido una misión, de avanzadilla y en solitario, hemos tenido que aprender a la fuerza que debemos ser autónomos y no esperar de la Compañía una especial generosidad. Hemos de procurarnos nuestra propia agua de reserva, con la esperanza de hallar pozos limpios en nuestro camino para reponerla. Y de igual modo contar con leña. Muchas zonas están esquilmadas por la propia acción del hombre y conseguir material para cocinar las gachas o tener una hoguera alrededor de la cual dormir puede ser muy complicado. O incluso habiendo madera, puede estar mojada por la lluvia -aclaró-. Sí, hemos aprendido a prevenir y proveernos o se pasa hambre y frío. Y un guerrero hambriento, sediento y con frío pronto es una víctima propicia para cualquier enemigo. Y los enemigos de la Compañía no escasean. Si llegado el momento hemos de avanzar juntos, has de tener en cuenta que serán casi cuarenta las bocas que alimentar. Las gachas frías son un buen caldo de cultivo para las protestas. Únelo a la lluvia, a dormir sobre el suelo mojado, a la enfermedad, a la disentería... No, no es agradable. Viajar en solitario implica buscar un buen emplazamiento, cavar letrinas, establecer guardias, cocinar, conseguir y racionar el agua, lo cual conlleva una higiene un tanto... precaria. Une a eso el que una tienda para dormir se vuelve un lujo por el que más de uno mataría. Aquí, en Cho´n Delor, acostumbrarse a las comodidades es fácil. Fuera, a partir de mañana, nada de esto existirá y regresaremos a nuestra rutina. A esa que nos curte como soldados. Los Fantasmas Irredentos son reales, pero puedes matarlos llegado el caso. Cuando no encuentras pozos y el agua escasea o se consume, bastan tres días para que veas morir a tus hombres. Ese es nuestro principal enemigo, Cochinillo. Lo cual me conduce a pensar que estaría bien contar con un mapa del territorio donde estuvieran localizados los puntos de agua. Al margen de ello, procurad mañana llenar vuestros odres para el viaje o pasaréis sed. Quizás.

Aprecio mucho vuestros consejos, pues como bien has dicho, nosotros todavía no hemos tenido oportunidad de averiguar lo que, verdaderamente, es ser un soldado, y mucho me temo que algunos de los míos no están preparados. Quizás así vean el por qué de los entrenamientos y de la preparación a la que nos han sometido y empiecen a entender que la Compañía no es un lugar donde vivir mejor.

Por lo demás, me encargaré de ordenar que todos los Campamenteros llenen sus odres de agua y en cuanto acabemos iré a ver a Astado y le pediré que, si le han sobrado quesos, me los entregue. Espero que no me ponga demasiadas pegas después del follón que se han montado con todo eso. rio mientras me encojo de hombros y alzo las cejas con cara inocente.