Partida Rol por web

- "¿El pequeño gusanito quiere la plata del Señor del Dolor? El Amo ha sido demasiado generoso al no excluir a los Reclutas de esta gratificación. Está bien, aquí tienes tu bolsa, pero la próxima vez más te vale tener tu capa negra o estar muerto." -

Ansia de Dominio suelta una desagradable risa y le tira una bolsa con diez monedas de plata chondelorianas a Lombriz.

Ansia de Dominio mira a Caracabra.

- "Claro, naturalmente. Igual que el cielo y las rocas, pero no importa. Aquí tienes tu plata, pequeño y retorcido ser." -

Le entrega a Caracabra un saquillo con diez piezas de plata de Cho'n Delor.

- "Serpiente. Tu poder ha aumentado, puedo sentirlo. Puedo respirarlo. No va a cesar de aumentar. Te pareces tanto al Amo cuando era joven... Toma, aquí tienes tu plata." -

Le entrega a Serpiente una bolsa con diez piezas de plata acuñadas en Cho'n Delor.

Silencio total en la oscuridad. Derviche estaba muerta... o eso pensaba. Ruidos lejanos empezaron a escucharse a lo lejos, quejas. Maldita sea, he muerto yo y los cobardes, va a ser peor que estar viva... El tiempo pasa, minutos, horas, no se sabe, los sonidos son cada vez más cercanos y claros.¿Qué hacen los muertos que se escucha tanto jaleo?

En la oscuridad, pequeños rayos de luz hacían visibles algunas sombras raras. La muerte parecía una broma, una de las sombras tenía el mismo aspecto que Plumilla. Peor aún, he muerto yo y los débiles... Recordó la cara de Chugrat, iba a por él, no prestó demasiada atención al otro enemigo, el culpable de su estado actual. Tenía que levantarse y comprobar quien más estaba muerto.

Con dolor... ¿Dolor, se siente dolor en la muerte? Ya no estaba segura de su estado. Levantó la cabeza y miró a su alrededor, había caras conocidas y la pequeña curandera cuidándoles. Otra vez me he quedado inconsciente, la segunda batalla y la segunda vez en la que me pasa. Sería mejor estar muerta. Le llevó mucho rato y mucho sufrimiento ponerse de pie. Aunque sus heridas estaban limpias y vendadas, su cuerpo aún estaba manchado de sangre seca.

Salió en búsqueda de un sitio para lavarse. Fuera, todos tenían algo que hacer. Un escalofrió recorrió su cuerpo al ver a un ser repugnante, Ansia de Dominio. Lo había visto antes y tampoco le agradó su presencia entonces. Además, el desagradable repartía recompensa y había que pedírsela personalmente. Derviche no lo haría, con tener comida y enemigos para matar, le era suficiente, pero ahora formaba parte de un grupo, tenía que pensar por el bien de todos. Suspiró resignada, maldiciendo su suerte y se acercó a él sin mirarlo directamente.

- ¿Mi plata? Tendió la mano y esperó sin estar segura si iba a recibir algo o no. Sus ojos seguían buscando un sitio donde limpiarse y a alguien a quien preguntar como acabó la batalla.

Las heridas me duelen, tanto la de la espalda como la de mi propio ser, herida por mi mala actuación y por haber sufrido un ataque brutal de un enemigo oculto en nuestras filas, al que aún no he podido ajusticiar por mis heridas.

Ansia del Dominio ha venido a nuestro campamento con refuerzos y recompensas. No me siento especialmente digna de recibir ese dinero pero lo necesito para sustituir mis armas y vengarme.

He derramado sangre enemiga y mía durante la batalla. Necesito ese dinero para vengarme de todos los que han tratado de matarme-digo mirando a Ansia, pensando más en Ikharus que en los hombres del Triplete.

- "¡Ah, dos verdaderas asesinas vienen a reclamar su recompensa! ¡Me siento tan orgulloso de vosotras! Tomad, os la habéis ganado.

Si queréis más, mañana por la noche se organiza la tradicional partida de los Puñales para celebrar la victoria de la Compañía. Analista ya ha dado su consentimiento.

Los Cabos Barril y Lemur ya se han apuntado, así como los magos Sedoso y Tragasapos. Yo mismo no me perdería este evento por nada del mundo. ¡Es tan emocionante!" -

Ansia de Dominio entrega un saquillo con diez piezas de plata chondelorianas a Asesina y otro a Derviche.

Piojillo dejó a Manta ensimismado y se acercó hasta Ansia de Dominio.

Si el Señor del Dolor no excluye a los reclutas de esta recompensa, entonces también la pido para mí.

Dijo enseñando la palma de la mano vacía.

Sicofante tenía una misión que cumplir. Tras tomar el caballo de guerra del caballero muerto por Matagatos, cabalgó hacia donde se encontraba el Campamento de Analista con las reservas y seguidores del campamento, hacia el norte. El viaje no fue muy pesado pero estaba claro que debería descansar cuando acabase con su cometido. Sus heridas, aún no siendo graves debían ser sanadas.

Es por ello que tras volver de nuevo al que sería su campamento principal fue directamente hacia la zona de heridos para recibir algo de atención y descansar allí. Había visto que Ansia de Dominio estaba repartiendo 10 monedas por los que habían participado en la batalla, pero Sicofante decidió no pedir su parte. No se consideraba digno de ella.

- "Hum. El pequeño jinete K'Hlata tiene unos curiosos callos en esa mano. ¿Son de manejar un látigo, tal vez? El Dominio tiene muchas facetas." -

Le entrega a Piojillo una bolsita con diez piezas de plata acuñadas en Cho'n Delor.

Loor se quedó pensando unos largos instantes cuando, fuera, escuchó el revuelo que Ansia de Dominio realizaba para sus fines. No tenía claro qué era lo mejor, y sabía que por mucho que fuera una mercenaria, como toda la Compañía Negra, y sirviera a su patrón en concepto de tal, su alma, su espíritu, tenían otra Señora: Aquella que Reinaría Sobre Todos. Loor no era maga, ni sabía conceptos mágicos, pero había algo en las formas de Ansia de Dominio que le causaban una profunda inquietud. Sin preocuparse que los cercanos Odio o Khadesa pudieran escucharla, musitó

- Mi señora... si no deseáis que tome las monedas, decidmelo de alguna manera - y tras esta súplica, atenta por su notaba alguna señal, empezó a andar hacia Ansia de Dominio para pedir su paga  

En realidad los callos son de contar monedas.

Dijo Piojillo sopesando la tintineante bolsa. Luego según se iba añadió.

Es por el Ansia, que tiene muchas facetas.

Ansia de Dominio mira a Loor entrecerrando sus ojillos y dedicándole una de sus horripilantes sonrisas retorcidas.

- "El agua duerme, hermana. El agua duerme." -

Y le lanza diestramente un saquillo que contiene diez monedas de plata chondelorianas.

LOOR:

- Puede que la mayoría de los presentes ni siquiera sea consciente de ello, pero el Juego de los Puñales es algo más que un juego. Es casi una ceremonia religiosa en honor a la Diosa, aunque una en la que también acecha su enemigo, el Dios de la Sangre.

- Si se vierte sangre, la Diosa queda más encadenada en su sueño eterno. Si un alma es entregada por asfixia, entonces su regreso se aproxima un día más.

Loor toma la bolsa con facilidad y mira unos instantes a Ansia de Dominio

- Mañana ambos nos veremos en Los Puñales - dice con sencillez, volviendo a sentarse plácidamente, y guardando sus monedas

- "El cuchillo siempre vence al pañuelo." -

Loor se para y se gira mirando a Ansia de Dominio y tras unos instantes, niega con la cabeza

- No tengo miedo. Ella finalmente despertará. Y lo mejor es que tanto tú como tu amo colaboraréis en ello - Loor no eleva la voz, pero a pesar de sus heridas, sonríe, como si disfrutara de una broma privada- En cuanto a lo que has dicho... espero que no se te ocurra hacer trampas. Ya sabes lo divino que es este juego, Ansia de Dominio. Por lo demás... - la guerrera k´halata se encoge de hombros- no me gusta alardear. Mañana veremos quien es más fuerte, si el cuchillo o el pañuelo, ¿no te parece? Que esté el destino en manos de los dioses  

Un espectro andante recorre el campamento desde la tienda de los heridos hasta encontrar a Ansia de Dominio.  No habla, no pide, no fanfarronea sobre su participación en la batalla. No tiene fuerza ni para quejarse.  Tan sólo tiende la mano sana como señal de petición de la parte que le corresponde. Ha dado su brazo por la Compañía y exige su pago. Va ataviado con la capa negra que le puso Ojopocho sobre los hombros, y debajo de ella, sale un hedor a muerte.

Tras la batalla  había estado ayudando a preparar el fuerte para los heridos.  No había tenido tiempo de poder descansar como era debido, ni de lamerse. ¿Cuánto tardarían en cerrarse?. Había conseguido sacar a Rastrojo del foso de estacas no sin esfuerzo pero su cabeza volvía una y otra vez a centrarse en Sino. Al menos Pipo había sobrevivido y se dijo que iría a visitarlo en cuanto tuviera un rato libre.  Después se había reencontrado con la Sargento Falce y había estado bajo sus órdenes hasta entonces. Le habían dado el botín de la batalla y estaba bastante satisfecho. Aún así le quedaba la espinita de la rotura de su arco, pero tenía esperanza de arreglarlo pronto. Se dirigió hacia Ansia de Dominio y solicitó la bolsa de monedas por haber participado en la batalla.

- Aquí Niño Guerrero, del pelotón de los exploradores. Uno de los arqueros de la batalla.

Un poco más y casi no lo cuento, pero ahora me encuentro frente a Ansia de Dominio alardeando de mis "proezas" en la batalla.

-Hice lo que pude en la batalla para proteger el avance del ariete, siempre integrada en el pelotón de los Campamenteros. Al menos maté a un enemigo y herí a varios. Cuando me hirieron de gravedad traté de protegera los curanderos y los heridos como yo.

Lengua Negra nos ha dirigido bien y , si tengo que invertir algo del dinero en el pelotón lo haré de buen grado.