Partida Rol por web

- "Descansa." -

Le entrega una bolsita con diez piezas de plata a Sabandija.

- "El Niño que dispara flechas. Toma tu gratificación." -

Ansia de Dominio le entrega un saquillo con diez monedas de plata a Niño Guerrero.

Escucha a Perdida en silencio y después le entrega un saquillo con diez monedas de plata con cierto aire de desdén.

Quien dijera que tras la tormenta llega la calma se engañaba vilmente. Después de la batalla llegaron los heridos… y entre ellos Rastrojo.

-Los vendajes están bien, Rastrojo… preguntaré por tu grog, Rastrojo… sí , Rastrojo-dijo tensa al borde de convertirse en Derviche y matar al chamán- te he oído, no hay más mantas…Sí, puede que tengas fiebre-dijo simplemente por fastidiar, recurriendo a ignorar la interminable verborrea de Rastrojo lo que derivó en que la pobre Dedos había de sufrir sus contínuas quejas y exigencias. Dejó pasar a Wem, con su grog para el chamán y agradeció que con el líquido corriendo por su garganta Rastrojo se mantendría ocupado y olvidaría sus penas durante un rato.
No había conciliado el sueño como debería, no solo por los heridos, por su herida…sino también por los caídos. No se creía en derecho de obtener las diez platas que se ofrecían pero aquellos  que habían muerto no podrían disfrutarlas.

-Yo también desearía conseguir las diez piezas de plata-dijo asomando la cabeza tras el hombro de Ojopocho, apoyando las yemas de los dedos en su espalda para ponerse de puntillas y que se la viera. Tras aguardar paciente, incómoda sintiéndose sucia por pedir una compensación por algo que ella no había hecho se retiró despacito hacia el resto de heridos para dedicar su atención a quien la requiriera.

- "¿Tú? ¿No eres una simple seguidora de campamento? Si no eres, deberías de serlo..." -

Había recogido su bolsa y observaba cómo uno tras otro, los miembros de su pelotón pasaban a recoger la plata ofrecida por el siniestro Ansia de Dominio. Cuando oyó las palabras dirigidas a Plumilla, la paciencia de Lengua Negra se agotó. Se acercó hasta ella y puso una mano en su hombro.

-Sí, ella. No sólo es miembro de mi Pelotón, sino que como bien podrás apreciar fue herida en la batalla. Y al margen de ello, su valía y entrega es la que permite que muchos de nosotros sigamos vivos tras la batalla, algo mucho más valioso que la plata que nos ofreces a cambio de mendigar ante ti, Ansia de Dominio. No creía que alguien como tú, se dejara llevar por las apariencias y juzgar en base a ellas, ni que como invitado de este campamento se rebajara a insultar a uno de los que ha hecho posible el triunfo de tu Señor.

Ansia de Dominio sonríe y hace una reverencia ante Lengua Negra.

- "Tienes razón, hijo del Capitán. Ella sangró por la Compañía, y por tanto también por el Señor del Dolor. Quizá pronto vista una capa negra." -

Le entrega una bolsita con diez monedas de plata chondelorianas a Plumilla.

Con la llegada del Ocaso es el momento de los funerales.

Los enemigos caídos ya fueron incinerados en una enorme pira de ciento sesenta cuerpos en el exterior del Campamento.

Ahora es el momento de enterrar al Teniente, Cabo Berrinche, Enmascarado, Hermana, Lejana, Masutsu, Sino, Attar, Avestruz, Michou, Misteriosa, Divisora, Testudo, Cresta. Los catorce muertos de la Compañía en la Batalla de Fuerte Chuda.

Enseguida se ofrecen voluntarios para ejercer como Hermano de Pala.

La Sargento Falce enterrará a su segundo, el Cabo Berrinche.

Matador enterrará a Testudo.

Rastrojo ha sido designado por el Analista para oficiar el funeral y hablar por los caídos.

Loor se puso en pie, andando aún con cierta lentitud debido a las heridas

- Me ofrezco voluntaria para enterra a Hermana, mi hermana de capa. Que la Diosa la tenga en su gloria, y la mantenga entre sus elegidas cuando llegue el momento en que reine sobre todo lo que está vivo y lo que está muerto, sobre todo lo que hay bajo el Sol y bajo la tierra 

Escudo le entrega ceremoniosamente una pala a Loor, para que pueda enterrar a su hermana de capa, Hermana.

Loor asiente y toma casi con religiosidad la pala. Entonces la clava en la tierra, y toma el cuerpo de Hermana. Sin decir una sola palabra lo lleva en brazos, y luego lava el cuerpo de Hermana con agua, y quita del mismo todo rastro de sangre, evitando que caiga al suelo, protegiendo mientras el cadáver con una amplia tela, hecha con restos de los tejidos y vestidos de los enemigos matados, que previamente, ha limpiado igualmente de sangre. Tras esto pone en las manos de Hermana el arma de esta y se arrodilla, como hace cada amanecer, y reza a la Diosa por el alma de Hermana, su hermana de capa. Su compañera. Su instructora. Su amiga.

Hecho esto empieza a cavar, mientras va glosando, a cada paletada de tierra, las virtudes de la difunta. Se toma su tiempo, y no le importa ser reiterativa. Todo el tiempo parece estar realizando un ritual sagrado e íntimo, sin llorar ni una sola vez

Ay... aaaaaaaaaay...

Rastrojo se abría paso por el campamento, dando tumbos. Se sujetaba el vientre vendado con la mano, pues no tenía mucha confianza en que Plumilla lo hubiera hecho bien. Al principio, las vendas le apretaban mucho. Ahora ya no tanto. Si esto seguía con semejante progresión, se le podían aflojar todas a la vez y vaciársele la poca sangre que le quedaba.

¿Ansia de Dominio? Hola. No le veía desde que le regaló ese caballo a Matagatos. ¿Ha estado viajando con el Capitán todo este tiempo?

No le había visto en el campamento principal cuando se reunió el grueso de la Compañía, pero era normal... Con lo del ascenso, esos días Rastrojo estuvo muy ocupado. Entrenando... meditando... rascándose la mugre de detrás de las orejas... No esperó contestación. Se despidió de él con un movimiento de cuello. Si tenía que oficiar tanto funeral, era mejor darse prisa para terminar antes de que se le abrieran las heridas y empezase el suyo.

Ay... aaaaay....

Se volvió a quejar, ya en el centro de la comitiva. Era tan injusto que se le hiciese trabajar estando tan grave.

Ay, cuánto dolor. Ay, que pena más grande. Nos vemos una vez más obligados a reunirnos con motivo de nuestro trabajo: la Muerte. Deb... ngh, nggggggggggggh... debemos despedir a catorce-esta vez lo había preguntado antes del sepelio-bravos soldados de la Compañía.

Quisiera hacer especial hincapié en una muerte que me tocó muy de cerca, y que creo que a todos nos hará reflexionar. Ha muerto mi hermano de capa. Su nombre era Enmascarado. Había llegado a nuestra familia desde los Pies Rojos, y se había convertido en uno de los más grandes soldados de la Compañía. De gente a la que yo haya visto combatir en el campo de batalla, en mi opinión, solo recuerdo ahora mismo a la difunta Daga... y a Portaestandarte, que quién sabe si también estará muerto a estas horas en algún lugar de la sabana. Pero me estoy yendo por las ramas...

Enmascarado esquivó la muerte cuando el Triplete le puso bajo un montón de leños y encendió un fuego a sus pies. Yo tuve el mal criterio, en plena batalla, de salvarle de la hoguera. Pero Enmascarado estaba predestinado a morir ese día. Los espíritus le reclamaban. Los días siguientes se fue recuperando de las heridas a duras penas, bajo unos deficientes cuidados médicos que casi se podían calificar de negligentes. Y aún herido, Enmascarado luchó a nuestro lado hasta dar su última gota. Yo podría lamentarme ahora de Matagatos y sus insuficientes curas, como podría quejarme de los cuidados que yo mismo estoy recibiendo hoy... Pero no lo haré. Estoy convencido, pues así me lo dicen los espíritus, que Enmascarado estaba en un aplazamiento.

Y quiero reflexionemos sobre ello. Sobre esa enseñanza: la Muerte nos ronda. Podemos esquivarla por un tiempo... podemos conseguir prórrogas... Pero somos soldados de la Compañía. Por honor... por dignidad... Nuestro deber es darlo todo en la guerra para poner el pabellón de nuestro estandarte bien alto. No debemos temer a la muerte, porque cuando nos llegue sabremos que hemos hecho todo lo posible y hemos caído a lo grande.

Se notaba más suelto que la última vez. Rastrojo le estaba empezando a coger el gusto a estos eventos... Desgraciadísimos eventos, por supuesto... pero que elevaban al joven chamán a la categoría que se había ganado por derecho propio.

La Muerte también es caprichosa, y se ha cebado especialmente con el pelotón de Exploradores. Además de Enmascarado, también Masutsu... Lejana... Hermana... Sino... todos murieron dando su sangre por la Compañía. Y de entre todas, sorprende la muerte de un veterano y un oficial como el Cabo Berrinche que, a pesar de ser un Oscuro, era de los más respetuosos con las tradiciónes K'Hlatas. O eso me han contado... Por eso creo que él valorará como se merece esta especial despedida. Hasta siempre, Cabo.

Espero que estos guiños al pelotón de Exploradores sirvan de algo. Con la cantidad de caídos entre sus filas, si Falce no me solicita de esta, voy listo. Hasta hay una vacante como segundo de la Sargento.

También la Infantería de la Compañía ha sufrido un serio revés. Han perdido la vida Testudo y Cresta, así como Divisora, que por lo que he oído era muy buena gente. A penas crucé con las dos señoritas un par de palabras, de sendos turnos de guardia que les tocaron hacer a las puertas del campamento principal, pero estoy seguro que tanto ellas como Testudo serán bien recibidos por los espíritus.

Ahí Rastrojo tuvo un poco de mano izquierda, porque Divisora era Oscura, y todo eso. Pero era consciente de que tenía que seguir hablando bien de los Oscuros si no quería que los mandos devolviesen el oficio del entierro a Caratótem.

De igual modo, Avestruz, Misteriosa y Michou han dado sus vidas bajo las órdenes de Lengua Negra. Este último murió hace a penas unas horas. La mayoría de vosotros no habrá oído hablar de ellos... los Campamenteros forman un pelotón de nueva creación y no tienen demasiadas tablas en combate... ehm... en cualquier caso, que los espíritus les tengan en la gloria.

Antes de continuar, quiero hacer una mención especial a Attar, que aunque tonto y simplón, era compañero mío en el pelotón de Hostigadores. ¿Qué puedo decir de Attar? A todos nos caía bien. No es la norma... Attar, al igual que yo, era un mestizo... Tan solo os pido que para honrar su memoria empecéis a ahorrar suspicacias con los que somos medio Oscuros y medio K'Hlatas. Él lo querría así.

Son tiempos convulsos para la compañía. El Capitán está en estos momentos decantándose entre la vida y la muerte, y lo único con lo que cuenta son los escasos conocimientos en el campo de los venenos y la magia de un puñado de Pitonisas. En esta situación de debilidad, el Teniente nos ha abandonado dejando incertidumbres en el liderazgo. De entre todos los caídos hoy, el Teniente es el de mayor graduación y el más ilustre. Pero debéis mantener la esperanza. Porque la Compañía es como un taburete. Puedes quitarle una pata, y cojeará, pero basta con que le des la vuelta para que de nuevo sea una estructura fírmemente asentada. ¡POR LA COMPAÑÍA!

Se escurrió entre la multitud mientras se entretenían repitiendo "por la Compañía" como tontos. Llegó de nuevo hasta la posición de Ansia de Dominio.

Bueno... este es un tema peliagudo... y quizás no sea el momento adecuado para hablar de ello... pero... oí el rumor de que estabas repartiendo diez monedas de plata a cada soldado que se jugó el tipo ayer. Sí, eeeeh... cof, cof... mis platas, por favor-añadió extendiendo la palma de la mano y disfrazando la petición entre tosidos.

La pira se ha consumido completamente y ya no queda rastro de las presencias mortales en este mundo. En ese momento escucho la desagradable voz del sirviente del Señor del Dolor, Ansia de Dominio. Ofrece una bolsa con 10 piezas de plata a cualquiera que se la pida personalmente. Le miro desde mi posición mientras en mi mente se suceden mis pensamientos:

"Maldita criatura antinatural. Su ofrecimiento no es más que un intento de someternos de manera voluntaria. El Señor del Dolor puede tener mis servicios en combate, pero jamás tendrá mi voluntad."

Miro con desprecio su horrible rostro deformado por las artes oscuras y en el momento en el que nuestras miradas se cruzan, me giro y me alejo hacía donde están los muertos de la Compañía. Veo a los cadáveres y entiendo que nuestra victoria tuvo un gran costo. Se está seleccionando a los Hermanos de Pala, quienes ayudarán a sus Hermanos caídos en su transición hacía el mundo de los muertos. Tomo una pala y me pongo al lado de Attar, dejando en claro a todos de que seré yo quien sea su Hermano de Pala.

- "El tremendo poder en bruto de Serpiente te eclipsa tanto que la mayoría no repara en ti, Rastrojo, pero yo veo en ti un gran potencial. ¿Sabías que el Profanador de Mentes empezó siendo un simple chamán? Primero esclavizó a los espíritus de la naturaleza, luego a los espíritus de los difuntos, y finalmente a los propios vivos. De no haberle detenido la Compañía, antes o después se hubiera convertido en un problema para el Señor del Dolor, tras haber dominado la Sabana entera.

¿Tus monedas? Claro que sí, te las has ganado. No dejes de escuchar a los espíritus, incluso a los más tenebrosos, pues ellos conocen muchos secretos que te ayudarán en la sinuosa senda del poder..." -

Ansia de Dominio le entrega a Rastrojo una bolsita de cuero que contiene diez monedas de plata acuñadas en Cho'n Delor.

La Sargento Falce comienza a cavar la tumba del Cabo Berrinche.

Matador cava para la tumba de Testudo.

Loor se dispone a dar sepultura a Hermana.

Peregrino hace lo mismo por Attar.

Astado se ocupa de enterrar a Masutsu.

Escuché cómo Rastrojo soltaba su sarta de mentiras y palabras bochornosas con una expresión ceñuda. No entendería jamás porqué el falso chamán oficiaba los funerales siempre últimamente. Sus discursos eran una vergüenza. Admitía que el de esta vez era mejor que el anterior, ¿pero hacía eso el discurso bueno? No. Sin duda alguna seguía siendo horrible. 

Me fijé en que nadie se había ofrecido a enterrar a Teniente aún. Nadie. Eché un último vistazo a mi alrededor y al no ver a nadie avanzar yo lo hice. Se tenía que cuidar a la familia hasta el último momento y además era un trabajo digno. Enterrar a Teniente, gran soldado Oscuro, de alto rango y de gran valía durante todo su servicio a La Compañía.

- Será un honor para mí enterrar a Teniente. - dije solemne mientras conseguía una de las palas.

La Sargento Vientos le entrega una pala a Pelagatos y asiente.

- "Tu tío te apreciaba." -

Tarado se hubiera ofrecido voluntariamente a ejercer como Hermano de Pala de cualquiera de los caídos. Pero no se consideraba digno... él ni siquiera era un soldado de la Compañía... aún no había recibido su capa, y había muchos otros que representarían un mejor papel como hermanos de Pala para aquellos caídos en batalla.

Por si acaso, se acercó a Analista y le comentó en voz baja para que no le escucharan sus compañeros:

- Si un humilde campamentero puede ejercer como Hermano de Pala, me ofrezco voluntario. - dijo agachando la cabeza. - Si no hay suficientes voluntarios para todos los caídos... yo cavaré sus tumbas... las de todos los que queden. - 

Quizá no era apropiado, o protocolario, pero a Tarado no le importaba.

- "Gracias, Tarado. Toma, aquí tienes una pala." -