Partida Rol por web

-Estamos acabando. Bueno, Serpiente está acabando...

Khadesa lo murmura a su hermano, ladeando la cabeza, para no interrumpir al mago en su trabajo. En cuanto él diga que ha finalizado, y que ya ha obtenido lo que quería, habrá que ir a hablar con el Alto Mando. No hay tiempo que perder...

Matagatos se pone a revisar mis heridas, lavarlas y vendarlas, a lo que agradezco humildemente con un gesto de mi cabeza. La verdad es que ya me he acostumbrado a que aquel hombre me sane cuando lo necesito, lo que además es bueno, pues es mi líder y somos hermanos. Es un gran gesto de confianza. Cuando me pregunta acerca de mi desaparición posterior al combate, le explico lo que no quise decir dentro de la ciudad en K'Hlatan:

 - "Sé que hay muchos esclavos por problemas en la ley. Esperé oculto por si los guardias iban a apresarnos, para matarlos por sorpresa. No se los permitiría."

Esa es la verdad, pues mi pueblo hace peregrinaciones por otros reinos y me han enseñado a desconfiar tanto de las autoridades de los pueblos como de sus habitantes. Lo que es ley para cierta gente puede ser usado oscuramente en extranjeros, sobre todo los indefensos.

Agradezco nuevamente con la cabeza cuando finaliza su labor, pues me siento mejor y ya no sangran mis heridas, lo que es un gran alivio. Me quedo ahí hasta que se llevan los cuerpos para que Serpiente haga sus cosas impuras y asquerosas. Mantengo la vista alejada del escenario pues no me interesa presenciar la ignominia que se lleva a cabo.

Mantengo mis pensamientos en otro lado hasta que la voz de Mentiroso me saca de mi trance con palabras de amigo, un reconocimiento del esfuerzo. Respondo con una inclinación de cabeza y le ofrezco la mano mientras le respondo:

 - "Tu también, Hermano."

Mentiroso es un buen compañero, o por lo menos lo ha sido conmigo. Desde los primeros días de Reclutas, él me invitó a beber donde bebí Grog por primera vez y nunca me ha faltado su apoyo en combate, pues es valeroso y decidido. Es un buen elemento y como a mí no me interesa el pasado de nadie ni los problemas políticos, no veo razón alguna para que nuestra amistad perdure.

Rastrojo despertó con el fresco de la noche. Intenta hacer memoria en medio de la confusión propia de alguien recién levantado...

Tengo marcas de media luna en mis manos... ¿De qué? ¿Qué las produjo? Tal vez mis propias uñas al apretar con fuerza durante la plegaria. Me quedé dormido rezando... ¿Y antes de eso? ¿Qué pasó? ¿Porqué estoy al raso?

Reconoció la tienda comunal, más por el tamaño que porque se distinga los tonos a la luz de las estrellas.

Vine por vergüenza... buscando intimidad para rezar lejos de otras miradas... por culpa. Tal vez por culpa. Remordimientos... quería estar solo. Nadie me vió... ¡Sí, alguien me vió!

Fue Ponzoña, me sorprendió tras la tienda. Me sentí violentado, no quería que me viesen. Me dijo algo... Me dijo que rezase. ¿Porqué estaba aquí para orar? Había venido antes de que me lo ordenaran, fue mi decisión... ¿Cual fue el motivo? ¿Por quién rezaba? Ah... por Dedos... ¿Qué le ocurrió?

Había ido a Idon... Caracabra vino y avisó de... Oh, por todos los espíritus... Dedos.

Preocupado, quiso ver el resultado de sus oraciones. Pero era demasiado orgulloso como para dejarse ver entrando por la entrada de la tienda. No quería que le viesen ser blando y preocupándose por los demás. Era un chamán, debía estar por encima de esas sensiblerías. Ahora estaba en comunión con los espíritus.

¿Espíritus? ¡Sacorroto! Ya recuerdo todo. Oh, Dedos...

De nuevo la culpa. Levantó el toldo lo suficiente como para escurrirse por debajo, reptando como una alimaña. Lo primero que vió no fue a Dedos. Dedos estaba fuera de su campo de visión. A quién vió fue a R'Gaa, desnuda, acariciándose los recovecos de su cuerpo con la mano húmeda del agua de un caldero. Entiéndase por recovecos los sobacos, por ser más específico.

Joer... R'Gaaaaa...

Ella estaba de espaldas, quizás vigilando que nadie entrara por la abertura que usaría alguien normal para meterse dentro. La abertura de la tienda, por ser más específico. Y mientras veía por su intimidad frontal...

Es... Interesante. A ver, R'Gaa, vuélvete a inclinar para coger más agua...

Campaña continuó con su tarea de evitar que nadie se acercara a los cadáveres. Se quedó ahí plantado como una estatua, aunque de vez en cuando echaba alguna miradita de reojo, sólo para asegurarse de que todo iba bien... bueno, y también por curiosidad. Lo poco que había conseguido ver le resultó inquietante, de esas cosas que te ponen los pelos como escarpias.

Mentiroso respondió a Peregrino dándole a su vez la mano. Este había superado bien sus primeros problemas con el lenguaje. Mentiroso recordó cuando fue a pedirle que le enseñara Oscuro, pensando que eso era lo que hablaba, y Peregrino casi no tenía palabras para decirle que no podía.

-Hoy casi no lo contamos. Tengo ganas de saber qué ha descubierto Khadesa.

MATAGATOS:

- Serpiente acaba de terminar de "interrogar" al primer cadáver.

- No es adecuado hacer esperar más al Capitán. Designa quienes te acompañan a la Tienda de Mando.

- Matagatos, Khadesa, Ponzoña, Peregrino, Serpiente y Mentiroso se dirigen a la Tienda de Mando, donde el Teniente les franquea el paso al interior de la misma.

- En el interior de la tienda están el Capitán y el Analista, ambos sentados ante una mesa de campaña. El Teniente está de pie y cierra las pieles que cierran la tienda una vez pasan los Hostigadores.

- "Buenas noches a todos. Sólo sabemos que algunos habéis visitado Idon esta tarde, y que habéis regresado con cuatro heridos muy graves." - Mira los vendajes que muestran todos menos Ponzoña y añade:

- "Y cuatro heridos más, algo más leves que los primeros, por lo que veo." -

Al entrar saludo al Capitán, al Teniente y a Analista llevando el puño al pecho y haciéndoles una inclinación con la cabeza. Analista nos pregunta por lo sucedido en Idon. Decido informar primero como máximo responsable del pelotón y que después mis compañeros completen mi información.

-Buenas noches. Así es. Un grupo de hostigadores nos acercamos a visitar la ciudad de Idon, por curiosidad o a hacer algunas compras. Íbamos: Khadesa, Dedos, Lengua Negra, Sicofante, Mentiroso, Pelagatos, Peregrino, Serpiente, Uro, Caracabra y yo. En Idon nos separamos. Serpiente, Caracabra y Uro fueron a visitar la zona de recreo de la ciudad y el resto bajamos a los muelles donde se encuentra la zona de comerciantes y el mercado de esclavos. Todo estaba tranquilo e íbamos de un puesto a otro mirando mercancías cuando de repente Khadesa y Mentiroso detectaron algún peligro entre la gente. Rápidamente formamos un círculo para defendernos y antes de darnos cuenta estábamos rodeados por 20 hombres armados con machetes. No eran luchadores experimentados, más bien parecían gente de los bajos fondos, pero nos superaban ampliamente en número. Matamos a 10 pero hirieron de gravedad a Dedos, Sicofante, Pelagatos y Lengua Negra.

Era la segunda vez que tenía que hablar con los mandos sobre Lengua Negra en peligro de muerte. Aunque probablemente no lo mostrara, eso no iba a gustarle al Capitán. Debía intentar tranquilizarlos de alguna manera.

-Ya han salido de peligro los cuatro, pero sus heridas fueron realmente graves. Si no hubiera sido por la ayuda de Khadesa y Mentiroso en el mercado y después de R'Gaa probablemente hubiéramos perdido a alguno.

Seguía sorprendiéndome del decisivo papel que había realizado Mentiroso en las curaciones. Sin su intervención probablemente hubiera perdido a Dedos en el mercado y luego había sido de gran ayuda con Lengua Negra.
Ahora tenía que relatar la intervención de la mujer del puesto de jarrones y como avisó a la guardia. Pero si ella estaba detrás de todo ¿Porqué los avisó? Todo había resultado muy confuso y hasta ahora no había tenido tiempo para pensar en ello. Mi cabeza seguía con la atención puesta en los heridos, y sobre todo en Dedos.

-En mitad de la pelea, cuando tan solo quedábamos en pie nosotros cuatro. Digo señalando a Khadesa, Mentiroso y Peregrino. Una mujer tocó un silbato y al poco apareció la guardia de la ciudad, en cuanto los vieron el resto de malhechores salieron corriendo.

Hasta ahí era mi parte de la historia, después había estado demasiado ocupado intentando salvar la vida a mis compañeros y a parte de lo que me había dicho Khadesa de la mujer del puesto de jarrones desconocía el resto de lo que hubieran podido averiguar en el ritual de Serpiente.

-Khadesa y Serpiente tienen información relevante, y quizá Peregrino y Mentiroso puedan aportar algo más.

Cedo la palabra a mis compañeros para que hablen si lo creen oportuno.

Analista toma algunas notas de lo que Matagatos relata. El Capitán y el Teniente prestan toda su atención también.

Khadesa escuchaba atentamente lo narrado por su hermano, en silencio. Y cuando acabó se adelantó, pidió permiso para hablar, y cuando se lo dieron, negó con la cabeza.

-Yo no estoy del todo de acuerdo con eso, Matagatos. Mi opinión es que esa mujer del tenderete no avisó a la Guardia, sino que hizo sonar el silbato cuando ésta se aproximaba ya, y lo hizo porque ella es una de las personas que contrataron a esos matones. Y les avisaba a ellos para que se fueran, les previno.

Miró al Analista, él era un hombre que, por su profesión, sabía muy bien de los sucesos que se narraban en las Crónicas. Sucesos mágicos en muchas ocasiones. Por eso no le extrañaría tanto lo que tenía que decir.

-Me ocurrió algo estando allí, después de la pelea, justo antes de que los hombres de la Guardia llegaran. Tuve una visión, una visión mágica. Era tremendamente real, y muy sólida... -La Quinta entrecerró los ojos, para recordar con precisión lo sucedido.- En ella yo hablaba con esa mujer del puesto de jarrones, que tenía además los ojos de bruja. Y lo era, era una bruja. Mi mirada se perdió en su mirada taimada y entonces le pregunté si sabía algo de por qué nos habían atacado. La bruja sonrió con ironía y me confesó que una mujer noble del Triplete contrató a la hermandad de brujas de Idon para que causaran la muerte de la élite de los nuevos mercenarios de Cho'n Delor. El dinero ofrecido fueron cincuenta platas, y no fue suficiente para pagar los mejores esfuerzos de la hermandad, pero sí para perpetrar este remedo de intento de asesinato, contratando a los facinerosos. -Miró entonces al Capitán- Le dije que nosotros no éramos la élite de la Compañía, pero la bruja se encogió de hombros, la agente del Triplete creía que los Hostigadores, y sí, dijo concretamente Hostigadores, eran una peligrosa unidad de elite. Pero por cincuenta platas la hermandad de brujas de Idon no había profundizado más en el asunto.

Se detuvo unos segundos, pensativa.

-La visión terminó brusca y casi dolorosamente. Pero me acuerdo perfectamente de ella, y de una imagen difusa y borrosa de unas personas, aunque ésta sólo duró un instante. Era una mujer joven, de aspecto cortesano, o noble, rodeada de lujo. Junto a un enorme guerrero...

Siguió describiendo la escena, con bastante detalle...

El Hiena entró en la tienda, cerrando la pequeña procesión. El recuerdo de lo visto minutos antes aún empapaba su mente, como la sangre que mana de una profunda herida. Saludó como había aprendido a hacer, si bien su gesto fue mecánico, casi carente de significado, más allá del puramente formal.

Vio como las pieles que hacían de puerta se cerraban tras él de la mano del Teniente y un pequeño universo se cerró dentro de otro. El mundo exterior se desvaneció y las historias de Khadesa y de Matagatos llenaron el aire como cuando el chamán de su aldea les contaba viejas leyendas a la puesta del sol, alrededor del fuego.

Absorbió cada palabra, cada gesto, cada inflexión. Aquel era el mundo de los oscuros, para el cual los K´Hlata no estaban preparados. No todo eran entrenamientos, batallas y muerte. No, no había nada de simple en según y qué estratos. Sentía la garganta dolorosamente seca y la necesidad de una hembra a la que aferrarse para saberse vivo en aquella noche. El calor de la tienda, devolvió el habitual color al rostro de Ponzoña, un rostro que había visto lo que había más allá, un rostro que había aprendido algo. Que incluso la muerte puede ser esclavizada.

-La muerte ha hablado y dice que la quinta no miente -dijo inesperadamente, en medio del silencio hecho tras la intervención de Khadesa.

La explicación de Khadesa me había aclarado muchas cosas. Ahora ya entendía lo que me había dicho antes y todo comenzaba a encajar.

Una mujer del Triplete contrató a la Hermandad de Brujas por cincuenta platas para matar a la "peligrosa unidad de élite" de los Hostigadores de la Compañía Negra.

Si mi hermana no hubiera estado en peligro mortal, cuatro de mis compañeros al borde de la muerte y otros tres hubiéramos resultado heridos, que nos consideraran una peligrosa unidad de élite me hubiera hecho reír. A veces no podíamos ni considerarnos "unidad". Tampoco es que fuéramos malos en lo que hacíamos, pero dentro de la Compañía había gente mejor que nosotros por doquier. Me alegraba que mi hermana hubiera conseguido la información, así sabríamos contra quien luchábamos. Esperaba que ni la Hermandad de Brujas de Idon ni aquella mujer que las había contratado quedaran impunes. Seguramente al Capitán y a Analista se les ocurriría algún plan para vengarnos y si era así yo quería ir el primero.

Cincuenta platas... No me extraña que fueran tan malos luchando... Si Mentiroso se gastó veinte en un jarrón, por cincuenta no se podía pedir gran cosa. Si hubiéramos sido alguno más los hubiéramos matado a todos.

Tan solo pensaba en vengarme, primero de los diez desgraciados que nos habían atacado, después de la Hermandad de Brujas que lo había dispuesto todo y por último de aquella mujer desconocida que había ofrecido el dinero. Pero algo inquietante se me pasó por la cabeza.

El jarrón de Mentiroso... Se lo vendió la Bruja!!

¿Y si ese jarrón era peligroso para nosotros? Al fin y al cabo se lo había vendido aquella bruja.

-La bruja le vendió un jarrón mágico a Mentiroso. ¿Será otro truco de la Hermandad de Brujas?

Dejo la respuesta para quienes puedan averiguarlo, quizá Khadesa o Serpiente, u otro mago o pitonisa de la Compañía, pero ahora que había caído en el detalle el jarrón de Mentiroso me inquietaba un poco.

Sea como sea al final a las brujas les hemos reportado 70 platas.

No se podía negar que la jugada les había salido redonda hasta ahora, pero meterse con la Compañía Negra les costaría mucho más que eso.

Deberían habérselo pensado dos veces.

Espero a que mis compañeros sigan hablando y a las palabras de los mandos.

El Capitán adopta una expresión seria.

- "Vaya, parece que habéis luchado la primera batalla de esta nueva guerra en la que la Compañía se ha embarcado. Estas son las Guerras Pastel, y sólo acabarán cuando bien Cho'n Delor, bien las tres ciudades del Triplete, no sean más que una ruina humeante.

Con nuestra ayuda, será el Triplete, el Reino Pastel, el que yazca en ruinas.

Me preocupa, sin embargo, que nuestro enemigo haya descubierto nuestro mayor secreto. Que los Hostigadores sois nuestra verdadera unidad de elite, nuestra arma secreta. Si os atacan a vosotros, la efectividad de la Última Compañía Libre se verá muy mermada, y tal vez no podamos ganar esta guerra.

Tenéis heridos, que debéis cuidar y proteger. El resto tenemos que encaminarnos al Este, a Cho'n Delor, a cumplir nuestras obligaciones contractuales.

Matagatos, dejaré con los Hostigadores un pequeño grupo del Segundo Pelotón. Espero que nadie se atreva a volver a atacaros mientras vuestros heridos se recuperan. Cuando lo hagan, debéis seguir el camino hacia el Este." -

Para acompañar a Matagatos a la reunión me vi obligado a dejar a solas a Cadáver Dos con su locuaz amigo. Lo bueno era que sabía que si no había magia que mediara, los dos muertos no se moverían por propia voluntad de su sitio. Estarían esperándome como las mujeres Castor habían esperado a sus maridos el día que nunca regresaron

Tras entrar en la tienda lo primero en lo que me fijé fue en quiénes nos estaban esperando en ella. En cuanto los vi me puse a un lado y guarde un silencio que podía interpretarse como respetuoso, algo que nunca había tenido para con los que había compartido instrucción.

La sonrisa siguió en su sitio sin apenas variación mientras los que querían hablar lo hicieron. Tan solo cuando Capitán intervino confirmando que los Hostigadores éramos la “verdadera unidad de élite de la Compañía” amenazó con convertirse en algo más. Por suerte, que no por costumbre, pude contener la sonrisa a tiempo de que se tornara en sonora carcajada. Y es que aunque por lo que representaban los respetaba de algún extraño modo, un chiste seguía siendo un chiste y aquel era de los mejores. Tan solo pensar en Campaña como la élite resultaba hilarante, pero es que había más donde elegir…

- Para estar rodeada de lujo es bastante tacaña- musité soltando una risita con la que pretendía liberar parte de la presión que me empujaba a carcajearme en toda la cara del Capitán. No me atreví a decir nada más, solo por si acaso.

El tiempo hasta que saliésemos de la tienda se me iba a hacer eterno.

Mentiroso siguió a los líderes de los Hostigadores al interior de la tienda, saludando marcialmente y guardando un discreto segundo plano como correspondía a alguien de su posición. Ya tendría oportunidad de avanzar al frente si había algo que contar.

Pero las revelaciones de Khadesa fueron más interesantes de lo que sería cualquier cosa que él pudiera añadir. Y si eso fue interesante, el que una mujer importante del Triplete les considerara una unidad de élite podía atribuirse a la ignorancia y la lejanía; el que lo hiciera el Capitán sin embargo resultaba totalmente chocante. Vanamente trató Mentiroso de dar sentido a esas palabras, haciéndole olvidar incluso cómo Matagatos había metido su jarrón en la trama. «Solo un oráculo chiflado o una pitonisa borracha podrían haber llegado a esa conclusión» consideró finalmente, cerrando ese tema y volviendo a uno anterior.

-Con respecto a ese jarrón, añadiré que no estamos seguros de que sea mágico, puede que la hechicería de la bruja hiciera que lo pareciera. Yo lo compré por la artesanía, y espero recuperar su valor en el futuro.

- "Matagatos. Dile a Analista los nombres de los Reclutas que hoy se han ganado su derecho a ser Soldados dentro de poco tiempo. Además de Lengua Negra y Guepardo. Si es posible, celebraremos una nueva ceremonia de Juramento dentro de dos semanas en Cho'n Delor." -

El Capitán ignora la jocosidad de Serpiente, está especialmente serio. Tampoco parece darle mayor importancia al jarrón de Mentiroso.

Acompaño a Matagatos y al resto al interior de la tienda del Mando. Una vez dentro, veo al Capitán y a Analista, las máximas autoridades de La Compañía. Nunca había visto al Capitán tan de cerca y me siento honrado por tener una audiencia de ese tipo, a pesar de que yo no soy más que un invitado secundario.

Escucho como nos reciben y como Matagatos da el informe, aunque olvida decir que yo también había detectado a los atacantes junto con Mentiroso y Khadesa, aunque es algo irrelevante, pues siempre he tenido un perfil bajo y me gusta así, pues hace que los enemigos me subestimen y se arrepientan demasiado tarde de ello.

Escucho sus palabras y me extraño de lo que dice acerca de los Hostigadores:

"Si bien es cierto que hemos tenido algo de protagonismo en la última misión, no creo que nos acerquemos ni de lejos a ser considerados como una unidad de élite. No entiendo qué es lo que estará pensando el Capitán al decir aquello, siquiera sé si lo dice en serio, pero lo único que puedo pensar con esa declaración es que el Mando tiene más planes para nosotros de los que podemos imaginar."

Luego, cuando dice que nos quedaremos a esperar a que sanen nuestros heridos, pienso que no es tan mala idea por el tema de su salud, aunque por otro lado nos deja más expuestos. Si realmente lo que desean nuestros enemigos es atrapar a los Hostigadores solos, esta será su oportunidad.

Me mantengo de pie, completamente en silencio mientras oigo lo que las personas ahí presentes dicen. Mi vista recorre la estancia para familiarizarme con lo que allí hay, así como con las personas que hablan. No quiero perderme detalle alguno de lo que se comunica pues puede ser información importante.