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La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tierras de Cho n Delor: Fuerte Chuda.

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20/05/2013, 11:57
Sabandija.

Sabandija observó entre la estructura del ariete el fuerte aún lejano. Moverlo hasta allí iba a ser una empresa agotadora. Escuchaba las órdenes que Lengua Negra impartía al pelotón de Campamenteros. Era evidente que faltaban un par de personas para que aquello avanzara a la velocidad adecuada. El K´Hlata observó los esfuerzos de Reyezuelo por empujar el carro, e inspirado por su voluntad de hierro, hizo lo propio. El pobre hombre empujaba el carro sin nadie que le ayudara desde su lado.

-Arrrgggg.

No pudo evitar dejar escapar un gemido por el esfuerzo  de empujar semejante armatoste.  Él no era muy corpulento y no podía aprovechar el peso de su cuerpo para imprimirle algo más de impulso. Además, siempre tenía la sensación de que la herida se le volvería a abrir, por lo que inconscientemente no daba el máximo de su capacidad. Admiraba a Reyezuelo por poder empujar y llevar el enorme escudo. A Sabandija le costaba hasta llevar la nueva armadura de cuero. Bien se desprendería de ella si no fuera por que le daba algo de protección.

No quería ni imaginar qué iba a hacer cuando el ariete estuviera cerca de las murallas del fuerte. Miró alrededor y observó que el grupo del ariete era de los que primero avanzaba. ¿Cómo era aquello posible? ¿No deberían los demás, que no cargaban con algo tan pesado, haber avanzado mucho más? ¿Acaso los dejarían ser la avanzadilla?¡Eran un blanco tan fácil para los vigías del fuerte! Sobre todo él, él que no podía ni con un escudo. Era ridículo.  Empezó a sudar. Tenía que despejar la cabeza de pensamientos funestos y concentrarse en su tarea. Los mandos sabrían lo que estaban haciendo...o al menos eso esperaba. Respiró hondo. Después de todo, confiaba en Lengua Negra, pues había hecho lo posible porque los Campamenteros fueran mejor pertrechados a la batalla, y parecía tener buenas ideas para el asalto.

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20/05/2013, 12:53
Pelagatos.

Allí estábamos. A las puertas de la batalla. Ya podía ver el fuerte e incluso vislumbrar algunos vigías en la torre, pequeñas sombras en movimiento. 

Al final no había lanzas u otras armas que pudieran servir para que acompañase en el ataque a distancia, con lo que quedé designado al grupo de guerreros a pie tras el ariete. Sin embargo, al ver que los hombres nopodían moverlo no pude más que unirme. Era inútil tener un ariete que no se movía. Guardando mi espada en el cinturón y colocando mi escudo en mi brazo izquierdo, me uní al empuje del ariete utilizando todas mis fuerzas. Aún así, la bestial máquina se negaba a moverse más que unos pesados centímetros. Al final no pude evitarlo y me giré al resto de Hostigadores tras de mí.

- ¿Es que estáis ciegos, soldados? Vuestra posición se vuelve inútil si no conseguimos mover el ariete. ¡Necesitamos más manos!

Sabía que no era mi posición hacerlo, pero podía ver en la lejanía como Matagatos estaba enfrascado en sus propios problemas con Lengua Negra y Teniente. Además, si estuviese aquí seguramente pediría lo mismo. Con más tacto, pero yo no era Matagatos. 

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20/05/2013, 15:46
Teniente.

Está a punto de amanecer y en realidad todavía no hace calor, pero muchos ya están sudando bajo sus armaduras y con los escudos y armas a cuestas.

Especialmente están sufriendo los del ariete, ocho hombres fuertes serían el mínimo para moverlo, nueve mejor para moverlo a esta velocidad tan elevada (la misma que un hombre ligero sin carga caminando).

El Teniente mira a Matagatos y Lengua Negra, goterones de sudor recorren su frente bajo el casco de acero oscuro. Parece dubitativo.

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20/05/2013, 15:50
La Compañía Negra.

MATAGATOS:

- Tirada oculta de Engañar o Diplomacia, dificultad 12.

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20/05/2013, 16:15
Matagatos.
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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20/05/2013, 16:44
Sicofante.

El combate había comenzado pero Sicofante poco podía hacer en estos momentos salvo esperar. Hasta que las puertas no se abriesen con el ariete él poco podría hacer. Lo máximo era avanzar poco a poco para cuando pudiera entrar en acción.

Claro que en ese momento el ariete tenía problemas: se necesitaban mas hombres para moverlo. Unos pocos se sumaron para dar su fuerza a aquella construcción. Sicofante solo esperaba que fuera suficiente para seguir su camino hacia las puertas. 

Matagatos- llamó al hombre- lo mejor es que la caballería se quede a una distancia prudencial del ariete. Lo suficientemente lejos para no sufrir ataques a distancia del enemigo pero lo suficientemente cerca para poder cargar. ¿Debemos movernos?- esperaba sus órdenes para avanzar.

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20/05/2013, 18:32
Ojopocho.
Sólo para el director
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20/05/2013, 21:48
Teniente.

- "Está bien, Matagatos. Tu caballo es el más rápido. Pero antes de lanzarte en esa cabalgada, asegúrate de que tienes a los arqueros en posición para lanzar esa flecha ardiente en el momento justo." -

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21/05/2013, 06:18
Matagatos.

Hizo un gesto de asentimiento cuando el Teniente le dejó que fuera él el que lanzara el barril. Asió el aceite con fuerza y comprobó que el escudo estubiera en su sitio para proteger a Hechizado. No perdió tiempo en organizarlo todo.

-¡Ojopocho! Necesito que busques una posición ideal para hacer un disparo contra la puerta, cuando estés listo avanzaremos y yo tiraré este barril contra ella. Tu debes hacer que se encienda, con mucha suerte conseguiremos incendiar la puerta y la torre.

Eso sería perfecto si el incendio fuera lo suficientemente grande para que la puerta acabara cediendo por si sola y conseguir inutilizar la torre.

-¡Caballería! ¡Con el Teniente! Miró a su superior. Nos colocaremos a la distancia adecuada para que Hechizado pueda alcanzar la máxima velocidad para llegar. Usted ordene al resto cuando deben regresar, tan solo necesito una distracción, no es necesario que nadie más se arriesgue a ser herido.

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21/05/2013, 08:26
Campaña.

A medida que el ariete avanzaba, las ruedas iban arrancando barro y piedras de la tierra, que salía despedido en todas direcciones. Era difícil saber dónde se encontraba uno, sobre todo porque una inexplicable niebla parecía cubrir el campo de batalla ¿Magia tal vez? Sea como fuere parecía no afectar a todos por igual, pues algunos parecían tener claro qué dirección tomar. Campaña se limitaba a continuar empujando el ariete en la dirección que le marcaban los demás integrantes del grupo, no podía ver el fuerte, casi ni veía el carro que portaba el ariete y tenía que esforzarse para ver lo que había a un palmo de sus ojos.

Todo iba bastante mal, y para colmo aquel estúpido barro le saltó a los ojos. Era prácticamente imposible que el barro entrase a través del visor del yelmo, no era más que una pequeña abertura pensada precisamente para que eso no ocurriera. Pero a veces la suerte no te acompaña y todo parece funcionar en contra de toda lógica.

- ¡Arghhh! - gritó Campaña, enfadado.- ¡Campaña no puede ver! ¡El barro salta a los ojos! ¡Arghhh!

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21/05/2013, 10:01
Ojopocho.

Asiento a las palabras de Matagatos.

- Déjame que primero cause un poco de alboroto en el Campamento disparando unas cuantas Flechas Incendiarias y luego me encargo de la puerta. - le digo. De lo contrario se concentrarán en apagar la Puerta y todo será en balde.

Tras coger un brasero avanzo un poco antes de empezara disparar.

Primero el interior para causar pánico y luego la puerta. Ese será el orden.

Agarro la primera de las Flechas Incendiarias y la disparo hacia el Campamento con la esperanza de que prenda alguna tienda. Luego siguen una Segunda y una Tercera Flecha.

La Cuarta Flecha va dirigida a la Puerta siguiendo las indicaciones de Matagatos.

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21/05/2013, 15:11
Sicofante.

Ya tenía una orden clara, así que el tagliano no dudó en ir a cumplirla. Ya se encontraba cerca del Teniente, por lo que solo tenía que seguirle en sus movimientos. Solo esperaba que el plan de Matagatos funcionase. 

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21/05/2013, 15:52
Pelagatos.

Aún habiendo gritado a esos zoquetes, no había nadie uniéndose a nuestro empuje. ¿Eran tan idiotas, en serio? Sudando cada vez más por el esfuerzo, empujaba con los dientes apretados.

"Esto es inútil...Si seguimos así dentro de poco seremos un blanco extremadamente fácil y lento, y estaremos demasiado cansados para defendernos."

Puesto que el resto de Hostigadores no parecía ir a unirse a nuestro grupo, sólo quedaban los campamenteros.

- ¡Lengua Negra! - intenté llamar la atención de mi primo. Además de ser su idea era ahora el jefe de Campameteros - Necesitamos... más hombres. - conseguí articular entre la respiración entrecortada.

Fue en ese momento cuándo escuché a Campaña gritar furioso. El peso pesado, la base del empuje, no veía tres en un burro.

- Campaña, primo - dije entre jadeos para que el gigante reconociese mi voz entre el ruido del ariete - Empuja sin miedo, nosotros te guiamos.

Con suerte y el sudor que empezaba a manar de todos nosotros, el barro dejaría sus ojos limpios rápidamente. No podía parar de empujar, no él, el ariete necesitaba su fuerza.

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21/05/2013, 16:23
Reyezuelo.

El ariete era un auténtica mole, a duras penas conseguían que avanzara hacia delante, -"A este paso cuando lleguemos habrá acabado la batalla y además llegaremos exhaustos"- No veía como hacer que ese armatoste fuera más rápido, sólo a base de su fuerza de voluntad y coraje hizo que sus compañeros, algo desorganizados aportaran las vísceras necesarias para que el avance fuera mayor, pero hasta un loco se daría cuenta que ese no era el método. Llegarían tarde y exhaustos a la batalla, por lo que no serviría de nada el llevar el ariete, sería mejor abandonarlo y subir por las cuerdas. Pero este K´hlata era demasiado orgulloso para dejarse vencer, y menos aún por un tronco de árbol.

Por encima de su escudo vio jinetes, tras el sudor que casi cegaba sus ojos distinguió a Teniente y la voz salió de su interior casi sin parar a reflexionar. "Teniente, señor, Necesitamos ayuda aquí. Si no nos envía más porteadores nuestros esfuerzos caerán en un saco roto y no conseguiremos alcanzar la puerta, No podremos tomar la plaza por este camino y nosotros mismos caeremos de agotamiento" Todo esto sonó de una forma rara, habría soldados que tomaría esto por una orden, otros por un ruego pidiendo ayuda, pero no era ni más ni menos que un hecho demasiado obvio, que tal vez los mandos no pudieron observar debido a la magnitud del despliegue, pero que aún se podría subsanar.

La misma escuadra del ariete carecía de ningún orden, varios se limitaban a empujar sin seguir un rumbo, eso podría hacer que ralentizara la llegada a las puertas. Uro, ese veterano curtido en más de una batalla puso algo de orden tras impartir algunas órdenes y pegar algunas voces, pero haría falta algo más. Pensaba una y otra vez si sería una falta de respeto el intentar imponerse al veterano, pero era necesario que alguien tuviera el control, que el ariete llegara a su destino y cumpliera su cometido o se perderían vidas de una forma demasiado gratuita. Pelagatos se había unido a la escuadra y ayudaba a empujar el ariete, eso decía mucho a su favor, soltando momentaneamete su puesto Reyezuelo se adelantó a pelagatos, ocupando la parte delantera del ariete, donde tener una visión mejor del campo de batalla. "Señor me he puesto delante para ofrecer mayor protección con mi gran escudo, así seremos menos vulnerables a los proyectiles enemigos." Afirmación dirigida a Pelagatos con una gran parte de razón, aunque sin excluir la pizca de orgullo que tenía Reyezuelo y que le hacía afanarse por ser mejor que los demás y sobrepasar todas las dificultades.  Escuchó órdenes de Pelagatos, esto comenzaba a funcionar, pero debía de ir aún mejor. "Los de atrás que no pueden ver empujad y dejad que guíemos los de delante. Ponzoña, Guepardo hacia la izquierda, AVANZAD, AVANZAD, Ahora no somos guerreros ni cazadores, somos hermanos de la Compañía Negra, demostremos lo que somos capaces de hacer al Triplete, hagámosle conocer lo que es el miedo...." Conseguiríamos derribar esa puerta y llevarnos la gloria que merecíamos, empezando por ser los primeros en enfrentarnos a los enemigos

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21/05/2013, 16:29
Sabandija.

El orgullo que sentía porque Reyezuelo formara parte de los Campamenteros hacía que Sabandija siguiera empujando, a pesar de que jadeaba como una hembra de gacela en celo. Le hubiera gustado chillar que él también era un Campamentero, que él también empujaba como el que más, pero apenas conseguía coger aire suficiente para respirar. Le hubieran dado ganas de escabullirse hacia atrás y dejar que los demás hicieran lo que les diera la gana. Pero sabía que Lengua Negra, si sobrevivían a la batalla, le daría un castigo ejemplar posteriormente. No le quedaba otra que aguantar la posición mientras pudiera. Lo que no iba a hacer era desfallecer. Dejó de imprimir tanta fuerza al empuje como había hecho antes. Si los mandos no querían poner gente a empujar el ariete no era su problema. Aún estaba a una distancia bien lejana del enemigo, así que por él podían quedarse ahí parados.Afortunadamente Pelagatos y Reyezuelo pensaban lo mismo, con la salvedad de que ellos sí tenían el coraje para decirlo. 

El joven K´Hlata tenía buena vista, y mientras se tomaba el pequeño respiro, observaba el campamento enemigo que cada vez estaba un poquito más cerca.  Aún no podía discernir demasiado, pero al menos veía en la dirección que debían ir.  Por supuesto no quería ponerse en primera fila. De  nuevo Reyezuelo  tomó la iniciativa y se colocó delante con su impresionante escudo.¡Bendito sea!- Pensó  Sabandija. ¡Yó también soy Campamentero, yo también empujo, yo tambien me pongo delante,...no eso último no, pero es que yo no soy hábil con el escudo!- Se justificó.

Habiendo recuperado un poco la respiración, siguió empujando, cuando oyó a Teniente dar órdenes a Loor para que empujara el carro también. ¿Una mujer es lo que les ofrecían?Genial, al menos podrá hacer de aguadera con el pobre bruto de Campaña.Sin embargo lo único que salió de su boca fue otro gemido agudo y entrecortado por el esfuerzo, lo cual le avergonzó un poco, casi tanto como el estúpido pensamiento que había tenido. Se mordió el labio inquieto por si los espíritus hubieran sido testigos de su mezquindad.  Loor podría destrozarle en un combate con su bastón.  ¿Sería envidia lo que le provocaba esa actitud? A veces le gustaría ser tan grande como Campaña y tan valiente como Reyezuelo, pero entonces no le hubieran puesto Sabandija.  Debía aceptarse como era y hacer lo que pudiera por sobrevivir y quizás un día, llegar a la altura de Loor a la que en un principio había despreciado.

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21/05/2013, 17:26
Pipo.

Ajeno a los problemas y consignas de la gente de la compañía, Pipo avanzaba aprovechando como podía el menor reparo que hubiera en su camino. Con los ojos bien fijos en un punto de la valla, aquél que había elegido para trepar, en las cabezas que asomaban por detrás, en el foso... avanzaba hablando para si cosas sin sentido.

Chinda chonda vamos a matar, chinda chonda vamos a matarrrr, chinda chonda chonda chooon... a matarrr, a matarrr a matarrr....

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21/05/2013, 17:36
Lengua Negra.

Lengua Negra seguía observándolo todo. A su pelotón, la empalizada, el ariete. Veía las dificultades de este último. Fue conciso.

-Misteriosa, Avestruz. Hasta nueva orden ayudaréis al grupo del ariete. Necesitan ayuda. Perdida, ocupa la posición de Avestruz al frente de la formación. El resto, seguid avanzando.

Y entonces miró a Matagatos. Simplemente asintió a sus palabras. Cuando empezara el movimiento, él estaría allí.

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21/05/2013, 20:26
Keropis.

El ermitaño se sentía raro en formación, era un guerrero solitario, a su aire y el estar en medio de una formación lo incomodaba. No tanto como saber que en parte dependería de la ayuda de los que estaban a su lado, y la más cercana era Derviche, pero sí le incomodaba.

Mientras avanzaba veía como Avestruz y Misteriosa se dirigían hacia el ariete por orden de Lengua Negra. 

Solo esperaba poder llegar al enfrentamiento ya.

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22/05/2013, 00:01
Guepardo.

Guepardo escuchó las palabras de Reyezuelo y no pudo más que sentirse orgulloso de haberle puesto la capa...tenía valor y madera de líder a partes iguales. Como bien decía no era momento de rangos ni diferencias, era momento de ir todos a una y tratar de volver con vida. Y precisamente eso era lo que había menospreciado Guepardo hasta ese momento. Ahora tenía un claro motivo para conservarla y de nuevo la había puesto en juego tontamente. Estaba empujando aquel ariete y era totalmente vulnerable. No tenía armadura, ni casco, ni escudo. Debió elegir las cuerdas...así podría proteger a Serpiente y Khadesa, ambos imprescindibles para recordar. Apretó los dientes, hincó ls pies en las profundidas del barro y empujó aún con más brio. —¡Vamossss! —Aulló animando  sus compañeros.