Partida Rol por web

Odio pareció ceder ante la petición de Plumilla sobre descansar y cerró los ojos, tumbado en aquella vieja carreta. Estaba cansado, el cuerpo le pesaba, pero sabía que pronto volvería a empuñar la lanza y a luchar por su vida.. por lo que era mejor dejar que las heridas sanasen mientras pudiera. Escuchó las palabras de Loor, en silencio, con los ojos abiertos, pero estaba despierto... y deseó que la sanadora aceptara la propuesta de su maestra.

En el carro Sabandija no paraba de escuchar a la gente hablar. Al menos permanecía consciente, pero a la vez, la angustia se apoderaba de él.  Su entrenamiento se detendría mientras permaneciera herido, y tenía pinta de ir para largo. Ojopocho había tratado de confortarlo en ese aspecto pero... Odio estaba en el mismo carro que él, en una situación, al parecer, bastante similar. Sentía una gran presión y no se veía con la capacidad de sobreponerse al dolor para entrenar con su mentor.  Sin embargo no quería quedarse atrás y avergonzar a Ojopocho, así que en cuanto se le puso cerca reunió fuerzas para hablar con él.

- Ojopocho...cuando esté...esté mejor. Aunque no pueda...entrenar... como explorador...quiero aprender...aprender de plantas...

El Capitán ya ha dado la orden de partir.

Sois una columna de viaje de casi ciento cincuenta individuos, aunque la gran mayoría no son combatientes, sino civiles. El grueso de los seguidores de campamento acompaña a la Compañía para ayudarla a establecer el que será su próximo campamento principal.

En teoría el actual campamento principal es el Palacio de la Discordia, que es el cuartel general que vuestro patrón os ha proporcionado.

Sin embargo, el Capitán tiene claras sus intenciones de dominar todo el territorio de Cho'n Delor, algo que no puede hacer desde la seguridad de la retaguardia en la bien protegida y resguardada capital.

Todas las miras están ahora puestas en la Puerta de Galdan, el paso estratégico que separa Cho'n Delor del Reino Pastel. Pero para llegar siquiera a las puertas de esa fortaleza, primero hay que expulsar a los Fantasmas Irredentos del territorio amigo de Cho'n Delor.

Los Fantasmas Irredentos, por lo que habéis averiguado a través del Comandante del Triplete, se dividen en Doce Grupos Operativos como este que habéis derrotado aquí, el Tercero. Cada uno con una fuerza aproximada de unos cincuenta individuos. Además disponen de tres campamentos principales, uno al nordeste, otro al noroeste, y el último al Sur, entre la Puerta de Galdan y vuestra posición actual.

-será un honor,Loor-hizo una pausa en lo que examinaba las graves heridas de la joven. Éstas habían empeorado aunque Plumilla era consciente de la situación de Loor esas heridas se le antojaron más difíciles de sanar y escapaban a su conocimiento médico.
-No te muevas-se volvió hacia Ojopocho-Ojopocho necesito que ayudes con esto,se escapa de mis posibilidades-suspiró alicaída-creía que la segunda pitonisa había atendido la Segunda.

Plumilla echó cuentas mentales y supo que le costaría seguir el ritmo, pese a ello no desaprovecharía la oportunidad que se le brindaba.
-respondiendo a tu pregunta...-dejó sitio para queOjopocho pudiera llegar a la herida-La Compañía es mi hogar desde el momento en que llegué,me gustará menos o más algún acto,pero sigue siendo un sitio al que pertenecer.

- Por supuesto. - respondo a Sabandija. Seguiremos entrenando cuando te recuperes. Sin duda puedes llegar a ser un Gran Explorador. Ahora descansa futuro hermano.

Luego me acerco a Plumilla e inspecciono las heridas de Loor.

- Será mejor avisar a la Segunda pues sin duda sus conocimientos sobre Medicina son más amplios que los míos. - comento al ver el estado de las heridas.

- Loor, si no te importa a Sabandija y a mi no nos vendrían mal unas clases cuando vosotros dos y Odio estéis recuperados. - le digo a la guerrera. Mi fuerte ya sabes que es el Combate a Distancia y cuando recortan distancias estoy vendido.

- Seremos entonces un grupo amplio, y tal cosa es buena, puesto que nos permitirá probar tácticas más avanzadas - cierra los ojos la guerrera un momento, al notar como al inspeccionar sus heridas Ojopocho hace que estas se estiren ligeramente, y reprime un gemido de dolor. Luego vuelve a sonreír- Sin duda la Diosa está amparándonos puesto que la unidad de Hostigadores no ha hecho sino vencer, y hemos infringido muchas más bajas a nuestros enemigos de las que ellos nos han infringido a nosotros

Piojillo se secó el sudor que le caía de las alborotadas rastas con el dorso del antebrazo. Cargar a los heridos no sólo era un trabajo pesado, además requería concentración para no hacerles más daño en el trasporte. Cuando hubo terminado revisó las tiendas en las que antes estaban los heridos, arrugando la nariz ante el hedor a enfermedad y ungüentos.

Luego recogió su lanza allí donde la había dejado y se quedó contenplando con ojo crítico el enorme caballo de guerra del prisionero que ahora estaba atado al carro.

Bah, no sé porqué queréis todos entrenar con Loor. Es brava en el combate, pero para enseñar no vale. Yo soy el vivo ejemplo: estuve varias semanas en las que intentó que mejorase con el uso del bastón... ¡Y no logré aprender nada nuevo!

De los Hostigadores que estaban allí, a ojos de Rastrojo quizás el mejor instructor fuese su odiado Ponzoña, pero no le iba a regalar flores y acrecentar su fama. Además, el Hiena estaba hecho unos zorros, todo rajado y remendado. Desde luego, no estaba en condiciones de entrenar a nadie.

Aceptad mi consejo. Si yo fuese un Campamentero, me buscaría a un buen Veterano que pudiese sacar lo mejor de mí. Cualquiera. Menos Frontera...-que es un sucio traidor y un egoísta-Y menos Indómito-menudos palos me dió ese mamarracho, era peor que entrenar con Loor.

Loor miró a Rastrojo. Ella había sido una líder entre los suyos y carecía del temor reverencial a la magia de otros k´halata. Tal vez por eso, y porque era más que capaz de ver la envidia que era la esencia de Rastrojo, sonrió

- Es tu opinión, Rastrojo. Pero convendremos que no es la opinión de un guerrero. Sin embargo no hay duda que mis peticiones a la Diosa a tu favor dieron fruto, porque desde que entrenaste conmigo, tu magia ha empezado a hacer lo que se supone que debía. No es mi mérito, claro. Sino de la Diosa. Loor a ella

Las palabras de Rastrojo hicieron que Odio abriese sus ojos y los clavase en aquél fantoche.

- Déjame recuperarme, podrás ver por ti mismo si he aprendido algo.

No le gustaba el brujo, no creía en él y, por supuesto, mucho menos confiaba en él... así que su mirada no albergaba nada bueno, sólo rencor, ira y odio. Pensó en lo reconfortante que sería golpearlo con un palo hasta dejarlo maltrecho, sería fantástico.

Bah, es la historia de mi vida. Yo os vengo con consejos, buenos consejos, sabios consejos... Pero vosotros...-gentuza...-os las apañáis para llevarlo al terreno personal en lugar de escucharme. Creo que por lo menos podríais reconocerme que soy distinto a Serpiente. Ahorradme esas respuestas cortantes, que yo no voy a entrar al trapo eternizándome con diálogos absurdos y frases crípticas.

Un momento... ¿Loor rogaba a su falsa ídola por mí? Nadie se acuerda nunca de mí, nadie me tiene nunca en sus oraciones. ¿No será que se preocupaba por mí... debido a que los sentimientos de su corazón...? Quiero decir, ¿esta bruta no se habrá enamorado perdidamente de mí, no? Tiene sentido... Antes de los funerales se acercó a mí con la excusa de ayudarme con los ritos. Voy a tantearla, a ver qué pasa.

Y tú, Loor... ¿Con todos los que somos en esta Compañía, y me quieres hacer creer que cuando hablas con la Diosa, le hablas de mí? ¿De mís avances y mis logros? Yo creo que no rezaste para que progresara, pero que ahora lo sueltas tan alegremente para atribuír méritos a la Diosa. ¿Estoy en lo cierto?

Plumilla ladeó la cabeza en silencio.
Rastrojo le inspiraba profunda pena, pues estaba segura de que sus palabras eran producto de la soledad que el chamán sentía. Pesadillahabía caído y ahora él no tenía a quien entrenar, nadie que escuchara sus palabras con atención.
Odio por otra parte ya volvía a sulfurarse aunque no hacía movimientos bruscos y la K'hlata suspiró con resignación cerrando los ojos, le iban a dar mucho trabajo y necesitaría mucha paciencia.

Conducidos por la Sargento Falce y el resto de Exploradores que van con ella (el Cabo Berrinche, Ridvan y Hermana), la columna avanza varias horas hacia el Este, hacia el grupo central liderado por Matagatos.

Tras los Exploradores en activo (Enmascarado viaja en el carro de los heridos), van tres jinetes: El Capitán, Analista y Sicofante.

Les sigue la Sargento Vientos y la escuadra de Lemur (Cabo Lemur, Divisora, Dagotán, Sombrío, Centinela, Muerte del Cansado, Punzante, Mato, Condenado, Enviado, Flores, Ganancia, Machete, Vieja Guardia, Tibal, Drama y Garzung).

Después viene un centenar de seguidores de campamento con una docena de pesados carros y carromatos y multitud de animales de carga, principalmente asnos y mulas.

Entre los seguidores de campamento están las Pitonisas Madame Yamila y Zina, Usurero, Gordo Wem, Herrero y Carpintero.

También viajan (en sus propios carromatos) con los seguidores, aunque sin serlo, los cuatro Magos de la Compañía: Escupeculebras, Tragasapos, Sedoso y Caratótem.

Protegen el convoy Campaña, Loor, Michou, Odio, Ojopocho, Piojillo, Plumilla, Ponzoña, Rastrojo, y Sabandija. Rastrojo conduce un carro en el que viajan los más heridos.

Cierran la marcha Ballestero y sus Reservas restantes.

- Estáis llegando ya. Avistáis un antiguo campamento de uno de los Grupos Operativos del Triplete. Sólo que son amigos los que os esperan en ese campamento.

- Sin duda allí están el Teniente y Matagatos. Ya os parece ver a varios de los suyos, además de algunos Exploradores que dan la alerta ante vuestra aproximación, y la escuadra de Infantería del Cabo Barril.

Sabandija se alegraba de estar llegando. Creía sinceramente que podría recuperarse mejor en un campamento que con el traqueteo incesante del viaje. Ahora que permanecía más en el mundo de los conscientes llevaba peor el dolor, estando de mal humor y poco  hablador.

A lo lejos parezco distinguir al grupo de Matagatos.

- Ya llegamos. - pienso. Se avecina una Gran Batalla y debo de prepararme para ello. Tengo que hablar con Matagatos y con Frontera. Seguro que alguno de los dos puede ayudarme con lo que tengo en mente.

- Parece que ya llegamos. - le digo a Sabandija en un momento en que pasaba por su lado. Dentro de poco podrás descansar mejor sin tanto traqueteo del carro y en breve podremos seguir con nuestros entrenamientos y enseñanzas.

Los pies apoyados en la madera... el culo perezosamente sentado... Nunca sabes valorar algo hasta que lo pierdes. Llevaba sin conducir un carro desde una mala contestación a la Quinta, y lo añoraba. Era una suerte tener a todos esos seguidores de campamento para que les cediesen un carro para los heridos. Si el carro fuese de los Hostigadores, Ponzoña podría haber designado al conductor. Decididamente, ahora que tendría una fuente regular de ingresos, en calidad de Hermano Juramentado, Rastrojo tenía que comprarse su propio carro. Y dos caballos que tirasen de él... O quizás unos bueyes, que son más lentos, pero también más resistentes. Los burros están a medio camino entre los caballos y los bueyes, pero si ya se le había muerto Mordiscos, estaba claro que necesitaría unos animales más duros.

Carro, carro, carro...-pensaba para sí entre elucubración y elucubración.

Desde luego sería un desembolso importante. Y Matagatos siempre podría confiscarle el carro y los animales con cualquier excusa, solo para fastidiarle...

Matagatos... Me había olvidado. Si me compro el carro, es como si no tuviese nada. Todo se lo llevarían los mandos. Es como la tienda de campaña... Ponzoña la tomó abusando de la jerarquía, y con ella hizo una parihuela.

De repente a Rastrojo se le habían quitado las ganas de tener un carro.

El viaje era tranquilo. La columna avanzaba con paso firme a donde se encontrarían con Matagatos y sus hombres. Sicofante ansiaba llegar allí y esperaba poder ver a R´Gaa, preguntarle que tal le había ido, y abrazarla. Quien lo diría, pero echaba de menos la compañía de aquella muchacha. Y quien sabe si podrían acabar lo que empezaron aquella noche en Chon Delor. 

Recio relinchó y Sicofante le dio unas palmadas amistosas en el cuello- tranquilo, muchacho- le dijo a su animal. Su vista volvió al frente para descubrir el campamento de Matagatos. Ya estaban cerca de allí- ya casi hemos llegado- volvió a palmear a su caballo y siguió el avance. Tenía curiosidad por conocer como habrían ido el resto de combates de sus compañeros. Esperaba que no hubiera que lamentar muchas bajas -un pensamiento cruzó su mente pero lo desdeñó de inmediato: a R´Gaa no le habría pasado nada-.